LOS MOSAICOS DE SARANTIUM – Guy Gavriel Kay
Sin duda se ha escrito mucho sobre el Imperio Bizantino y la época de Justiniano I. Artículos de investigación, tesis, ensayos y, por supuesto, novelas de menor o mayor relevancia. De entre estas últimas yo, humildemente, destacaría dos que me han llamado mucho la atención. Entre los clásicos de la novela histórica es casi obligado citar a Robert Graves y su obra El conde Belisario, centrada en la figura de este gran general romano, el último que recibió los honores de un triunfo por sus conquistas en África y que, sin embargo, fue tan injustamente tratado por su emperador. Sin llegar al nivel de Yo, Claudio y su continuación, es una excelente novela que representa muy bien la época de Justiniano, llamado El Grande. La otra novela es mucho más reciente y de un autor español, se trata de El sueño de Justiniano, obra de Salvador Felip cuyo “leit motiv” es la construcción de Santa Sofía y los avatares que suceden a los diversos personajes implicados en la brillante trama. Estas dos novelas son de corte histórico, centradas en personajes y hechos reales, pero quizá faltaba una visión diferente de una civilización tan mítica y preñada de magia y misterio como fue Bizancio, y esa nos la ofrece el autor canadiense Guy Gavriel Kay, admirador de la obra de Tolkien y amigo y colaborador de su hijo Christopher en la edición de El Silmarillion. Kay es un escritor de obras calificadas como “fantasía histórica”, es decir concebidas basándose en hechos históricos pero dándoles una vuelta de tuerca con elementos provenientes del género fantástico y ambientadas en lo que podrían denominarse mundos paralelos. Estarían, pues, cercanas al género de la ucronía pero con un carácter propio dado por su afinidad a la fantasía.
En efecto, en la portada del libro aparece la frase “una fantasía histórica en pleno imperio bizantino”. Mejor hubiera sido decir Imperio Sarantino, pues este es el nombre de la parte oriental superviviente de lo que antaño fue el Imperio Rhodiano, caído en su parte occidental en manos de los bárbaros Antae, quienes ahora reinan en la península de Batiara, cuya capital es, por supuesto, Rhodias. El emperador, Valerius II, ambiciona la reconquista de Occidente, pero tiene un objetivo prioritario ante sí, que es la construcción del templo de la Sagrada Sabiduría de Jad en la gran capital, Sarantium. Para ello ordena llamar a los mejores artesanos, entre los que se cuenta el famoso mosaicista Martinian de Varena, ciudad situada al norte de Rhodias. Pero Martinian es viejo y decide enviar en lugar a su ayudante, Caius Crispus, también llamado Crispin, un notable mosaicista pero de temperamento colérico y amargado además por la desaparición de su familia durante la Gran Peste acaecida años atrás. Aunque Crispin no lo ve nada claro, termina aceptando viajar a la lejana Sarantium, no sin antes visitar al alquimista y amigo de Martinian, Zoticus, quien le proveerá de buenos consejos para su viaje y de un curioso regalo, un pequeño gorrión llamado Linon, hecho de metal y cuero con el que se puede comunicar mentalmente puesto que, en realidad, se trata de una de las almas de las personas sacrificadas en los bárbaros rituales de las tribus paganas y que Zoticus tiene la habilidad de atrapar en los pájaros mecánicos de su invención. Crispin también se verá envuelto, sin quererlo, en las grandes intrigas palaciegas de las cortes de Varena y Sarantium, pues Gisel, la joven reina por herencia de los Antae de Batiara, ve peligrar su vida y su trono si no encuentra pronto un rey consorte. Conociendo las ambiciones de Valerius II, entrega un mensaje a Crispin para el emperador y, así, Crispin se pone en camino acompañado de un sirviente y del sarcástico Linon, con quien mantiene continuas conversaciones mentales que, dicho sea de paso, distraen de la trama y no aportan gran cosa, a mi parecer. Durante el accidentado viaje a través de las tierras de Sauradia y Trakesia, se les unirá Kasia, una joven a quien salvan de ser sacrificada a las deidades paganas de los bosques y que les acompañará hasta la misma Sarantium, donde todos ellos se verán atrapados en la telaraña de ambiciones, crímenes e intrigas que rodean al emperador y a la emperatriz Alixiana, al estratega Leontes, al eunuco Gesius y a otros varios personajes, todo ello con la construcción del templo de la Sagrada Sabiduría y las discusiones teológicas sobre Jad y su sagrado hijo Heladikos como fondo…
Huelga decir que en la novela hay continuas referencias y guiños a la historia bizantina de la época. Sin ir más lejos, en Sarantium existe un grandioso hipódromo donde se celebran carreras de cuadrigas de las correspondientes facciones, azules contra verdes (y rojos y blancos); hay varios palacios imperiales y la vida urbana y de la corte imperial de la capital es muy similar a la Constantinopla histórica, con su particular versión de la revuelta de la Niká incluída; existe una hostilidad militar permanente con las tribus bárbaras del oeste y del norte así como con el gran imperio basánida de la frontera oriental y la vida religiosa del imperio está regida por el patriarca de Sarantium y el culto a Jad, la divinidad solar que sustituye a Dios, y a su hijo Heladikos, el auriga, asimilable a Cristo. Precisamente el aspecto teológico y el tema de las representaciones de lo sagrado, los cuales afectan especialmente al protagonista como artesano mosaicista, están bien trabajados y constituyen uno de los puntos fuertes del libro. Por desgracia no ocurre lo mismo con los aspectos puramente fantásticos. La presencia del gorrión parlante resulta inverosímil y a ratos irritante, estropeando un argumento y una ambientación que en realidad funcionan bastante bien, y el encuentro con el Zubir, una especie de deidad de los bosques en forma de gigantesco bisonte que exige sacrificios humanos, podría haber estado más trabajado. Por lo demás, tanto el emperador Valerius II y su emperatriz Alixiana (antigua bailarina, of course), como el estratega Leontes, el patriarca sarantino o los eunucos y guardias imperiales, constituyen trasuntos perfectamente reconocibles de los auténticos personajes históricos, lo cual quizá resta originalidad a la novela pero no desmerece la trama, entretenida y ágil, ni los personajes, bien trabajados y con carácter.
Estamos, pues, ante una novela que, sin ser muy conocida ni constituir un referente del género, sí que tiene las suficientes cualidades como para entretener ofreciendo una interesante versión histórico/fantástica de la Bizancio del siglo VI y que tiene una continuación, Reino de luz y tinieblas, que espero leer pronto y, quizá, también reseñar.
LOS MOSAICOS DE SARANTIUM, Guy Gavriel Kay. Plaza & Janés, 464 páginas, 1ª edición 2001