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El pintor en el cine

El pintor en el cine

Viendo películas sobre pintores uno se da cuenta de lo difícil que es mostrar los procesos creativos en el cine, incluso los visuales, y también de que el mundo de ahora no sabe qué hacer con el trabajo del artista, y menos todavía con el oficio cada vez menos considerado de la pintura.
El cine es movimiento, y un pintor se pasa mucho tiempo no haciendo nada, solo mirando, o absorto en sus cosas. Una gran parte de la invención de una obra sucede a grandes profundidades en las que no se puede proyectar ninguna luz directa. Y la vida real de un artista no suele dar mucho de sí como materia novelesca o intriga cinematográfica, a no ser que se recurra al estereotipo del genio, a medias bruto y a medias visionario, atormentado, desquiciado, rondando la locura o sucumbiendo a ella, 
emborrachándose, tomando drogas, suicidándose. Está también el genio que actúa como manager y relaciones públicas de su propia genialidad, a la manera de Salvador Dalí y después de Andy Warhol, a la vez astuto y estrambótico, interrumpiendo de vez en cuando la tarea de contar dinero para dar unos cuantos volatines de circo que refuercen su personaje y lo que podría llamarse su imagen de marca.
Y viene por fin, ya en la completa sumisión del arte a las celebridades de la moda y al comercio de lujo, ese artista tan volcado en el suministro de artefactos para multimillonarios de la mafia rusa y similares que ya no tiene tiempo, ni ganas, ni necesidad, de cultivar ninguna extravagancia, y se presenta como un alto ejecutivo de sí mismo, como un gerente de fondos de inversión de máxima rentabilidad, aunque de carácter visiblemente especulativo: Damien HirstJeff Koons.
Vi en The New York Times un reportaje sobre Jeff Koons, en su casa del Upper East Side, y noté, examinando con cuidado las fotos, que tan solo un detalle la distinguía de las casas semejantes de megarricos que abundan en el vecindario: a diferencia de los dueños de cualquiera de ellas, Jeff Koons no colecciona perritos hinchables de aluminio, ni esculturas en porcelana de Michael Jackson y su chimpancé Bubbles,ni estanterías con botes y cajas de medicinas, sino cuadros al óleo de antiguos maestros, con marcos barrocos dorados, escenas de Watteau, paisajes impresionistas.
Timothy Spall, en el papel del pintor Turner en la película dirigida por Mike Leigh
Timothy Spall, en el papel del pintor Turner en la película dirigida por Mike Leigh
He ido a ver Mr. Turner, porque me gusta mucho el cine de Mike Leigh y la pintura de Turner, y me he dado cuenta de que, en un mundo en el que cada vez hay menos sitio para la pintura y para los pintores, una película sobre la vida de uno de ellos ha de ser más inverosímil que nunca, más aún que cuando Vincente Minelli intentó que Kirk Douglas se pareciera a Vincent van Gogh y Anthony Queen a Paul Gauguin, o cuando a Anthony Hopkins le añadieron una calva postiza y sobre ella una boina para disfrazarlo de Picasso.
En los años cincuenta, en los ochenta, la pintura aún despertaba expectativas, provocaba entusiasmo y respeto. Ahora un pintor, un pintor imaginado en una película, investido con el crédito de solidez documental de una suntuosa ambientación histórica, resulta ser un sujeto de maneras brutales y porte tosco de antropoide que se expresa con gruñidos roncos, y del que sabemos que es J. M. W. Turner sobre todo porque cuando mira el campo o el mar o el atardecer ve de antemano en ellos cuadros evidentes de Turner. Su talento es un don inexplicado e inmerecido, como el del Mozart risueño y medio idiota de la película de Milos Forman. De vez en cuando este Turner saca un cuaderno y hace un dibujo tan sumariamente como si tomara una foto con un teléfono móvil. De vez en cuando, para que admiremos su ruda autenticidad, corrige el óleo todavía fresco de un cuadro con los dedos, o escupe gruñendo sobre él. En un almuerzo formal come con la boca abierta y se le cae de la boca la comida, manchándole el chaleco. A una criada que pasa cerca de él la palpa groseramente sin dirigirle la palabra ni mirarla a los ojos. Le entra una urgencia sexual, como a un orangután en celo, y se arrima a la criada por detrás, siempre gruñendo, con gorgoteos de lujuria zoológica, y luego se aparta, concluido el acoplamiento, la cabeza baja y los brazos colgando.
Es cierto que Turner no tenía un aspecto refinado. En los retratos de sus contemporáneos, y en sus testimonios escritos, se perfila un hombre ancho, fornido, de rasgos duros, de nariz aguileña. Su padre había sido barbero, y su madre venía de una familia de carniceros. Se crió en las calles populares de Londres, en los mercados y en los muelles de la orilla del Támesis, y parece que tenía un fuerte acentocockney. Pero se educó desde niño en la Royal Academy y en sus viajes por Francia, Holanda e Italia estudió de cerca a los grandes maestros que le ayudaron a formar su estilo, mucho más enraizado en la tradición de lo que ahora nos gusta pensar.
Padecemos lo que el historiador A. J. P. Taylor llamó «condescendencia hacia el pasado»: para admirar a un artista de otra época le atribuimos el anacronismo de haber anticipado nuestro tiempo, como esos profetas bíblicos de los que se celebra no el coraje de sus predicaciones contra el abuso de los poderosos, sino el supuesto vaticinio del nacimiento de Cristo varios siglos después. Monet y Rothko no habrían existido sin Turner. Pero con quienes Turner se medía era con Tiziano, con Rembrandt y los paisajistas holandeses, con Veronés, con Watteau, con sus contemporáneos. Y aunque también es cierto que no tenía don de palabra, estaba muy lejos de ser un ignorante bendecido por el instinto, ese bárbaro genial de las leyendas románticas y de las películas en tecnicolor sobre pintores torturados. El punto de partida de su inspiración fue muchas veces la mitología y la literatura clásica. Leía a Virgilio, a Shakespeare, a Milton, a Lord Byron, y estudió con detalle los mármoles recién robados en el Partenón y llevados a Londres. Incluso planeó y escribió borradores de un poema épico con un título extraordinario: ‘The Fallacies of Hope’.

El secreto verdadero de Turner no es otro que el de la vocación y el oficio, la perseverancia del aprendizaje, la disciplina y la entrega y el disfrute pleno y exclusivo de esa tarea a la que alguien le dedica la vida entera. Fue un hombre retraído y con la edad se volvió más huraño, pero hay testimonios de que le gustaba cenar y conversar con amigos y de que tenía un gran talento para relacionarse con los niños. Un compañero de viaje en una diligencia, que al principio no sabía quién era, lo describió como un hombre menudo y jovial que no paraba de asomarse por la ventanilla para mirar el paisaje ni de dibujar en su cuaderno a pesar del traqueteo del camino. Dejó más de quinientos cuadros y miles de dibujos y acuarelas. En un mundo dominado por los especuladores y por los impostores, nada es más extraño, ni más inverosímil, que esa dedicación asidua y solitaria al trabajo en la que consiste la vida de un pintor.
Antonio Muñoz Molina, El pintor en el cine, EL PAÍS-Babelia, 29 de diciembre de 2014
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¿Qué es una obra maestra?

¿Qué es una obra maestra?

Una obra maestra de las artes ha de cumplir, a mi criterio, las condiciones siguientes:

1. Ser producto de una destreza técnica y estética llevada a su punto culminante, ubicado siempre entre el polo del ascetismo y de la escasez de medios que consigue crear un mundo complejo de significados, y el polo de la alta densidad de recursos y formas que logran comunicarnos una verdad simple y fundamental no percibida hasta entonces.
El perro que se hunde en la arena, pintado por Goya en 1820, es un buen ejemplo del primer extremo. Bastan dos planos de valores diferentes de un mismo tono (ocre verdoso), con un velo de sombra en el área que representa el cielo, y unas cuantas pinceladas breves entre el blanco y el negro que definen la cabeza del animalito para sugerir la angustia abismal de cualquier criatura viviente de cara a la posibilidad de la propia muerte. El perro es alegoría o cifra del ser humano; su expresión lo es de la hondura y del sinsentido de nuestro sufrimiento.

El Libertango, compuesto por Piazzola en 1974, repite y apenas varía una frase sincopada de siete corcheas sobre un pedal constante. Se deslizan leves cambios de tonalidad y se despliega un contrapunto mínimo cuando el tema migra entre las voces. La mutación melódica es mínima, el ritmo se modifica sólo en función de la armonía. La repetición de una secuencia de sonidos por aumento o disminución del valor de las figuras replica los diseños fractales de Bach, sugiere un juego infinito de ecos o reflejos sonoros, pero la síncopa pertenece al baile, hecho de deseos en suspenso, del arrabal de Buenos Aires.
 En cuanto al segundo polo, quizás el rapto de Proserpina, realizado por Rubens para la Torre de la Parada poco antes de 1638, pueda servir de modelo. Minerva, Ceres y Diana tratan de impedir que Plutón lleve a Proserpina al mundo de los muertos, en un carro tirado por caballos negros a los que azuzan dos amorcillos. El entrelazarse del arabesco en las figuras, la variedad inagotable de las modulaciones cromáticas y la trama mitológica de tantos personajes involucrados son elementos convergentes en la certeza emocional de una violencia masculina que sospechamos perenne en el acto de posesión erótica.
2. Hacer patente, con la colaboración de nuestro esfuerzo por entender, una experiencia compartida, que el horizonte cultural del que la obra ha salido juzga como una asociación de sentidos y emociones fundamentales de su vida social e histórica.

El Diadumenos de Policleto transmite con fuerza el ideal viril de la belleza y la virtud, la kalokagathía, que la educación griega procuraba realizar en el cuerpo y en el equilibrio anímico del joven atleta, semejante a los dioses.

El Creador geómetra del códice Vindobonensis 2554, en una miniatura francesa del 1250, contrasta dramáticamente con la escultura de Policleto: representa a una divinidad vestida del cuello a los talones, agachada si no agobiada por la carga que se ha impuesto, sus ojos desmesurados ocupan buena parte de la cara, vehículos de la inteligencia puesta en la operación de cálculo y habilidad de ingeniero que implica el acto de fabricar el mundo. El Dios cristiano se sitúa en los antípodas del gimnasta, es artesano, epítome de una laboriosidad que proyecta la armonía de la mente, no sobre su cuerpo, sino sobre la obra que sale de sus manos.


La Consagración de la Primavera, estrenada por Stravinsky en París en 1913, fue una partitura escandalosa cuya audición hoy todavía nos eriza. Polirritmos, disonancias, superposiciones inéditas de timbres inyectan en la experiencia urbana del estrépito y las masas el enigma de los misterios primitivos vinculados al renacer de la naturaleza.


La Novia desnudada por los pretendientes, el Gran Vidrio que hizo Marcel Duchamp entre 1915 y 1923, reúne un retrato casi entomológico de la novia, las siluetas de los autómatas que la acosan y pretenden, los engranajes, la geometría y los mecanismos musicales de la seducción. Ha sido desconstruido, vaciado a fuer de convertirse en una técnica desnuda, burlado y transmutado en objeto de risa el eros de nuestra civilización. La existencia aparece invadida por un enigma difuso que se debate entre el hastío y el absurdo radical de nuestras ilusiones.
José Emilio Burucúa: ¿Qué es una obra maestra?, EL PAÍS, 11 de mayo de 2012

JOSÉ EMILIO BURUCÚA es miembro de la Academia de Bellas Artes de Argentina y autor de ensayos como Historia, arte, cultura. De Aby Warburg a Carlo Ginzburg (Fondo de Cultura Económica) o Enciclopedia B/S (Periférica).
Redescubierta la fórmula perdida de la encáustica

Redescubierta la fórmula perdida de la encáustica

A finales del siglo XV, Leonardo da Vinci era un prolífico humanista de mente fértil que flirteaba con todos los campos del saber y la creatividad. El florentino tuvo una capacidad sin igual para imaginar el futuro e inventar aparatos y técnicas que no pudieron materializarse hasta siglos después de su fallecimiento. Pero Da Vinci, epítome del hombre renacentista, encontró un reto que jamás llegó a solucionar: descubrir la fórmula de la encáustica.

José Cuní, en una imagen de archivo

La encáustica, una técnica artística que consiste en utilizar cera de abejas como aglutinante, estaba muy extendida en la Grecia y Roma clásicas. Pero tras la caída del Imperio Romano la encáustica fue paulatinamente abandonada y su fórmula se perdió. Hasta ahora. Tras décadas de trabajo, los hermanos Pedro y Jorge Cuní han conseguido demostrar que la fórmula de la encáustica que José Cuní, su padre, desarrolló en los 60 encaja a la perfección con el tipo de pinturas murales de gran formato que los romanos popularizaron.

Décadas de investigación

La historia de la recuperación de la fórmula se remonta a principios de los 60, cuando José Cuní se trasladó a Nápoles con una beca para investigar la técnica de la pintura mural romana. En 1961 Cuní consiguió reproducir una fórmula de la encáustica que generaba el mismo efecto encontrado en lo que la teoría oficial promulgaba como frescos romanos. José lo logró sin aplicar un método científico, guiándose solo por su conocimiento de pintura mural y de los materiales empleados en ella. Esa falta de metodología científica amparó a todos aquellos que quisieron obviar su trabajo y sus reveladores resultados.

Fueron los hijos de este artista, cuyas obras se pueden visitar en museos como el MoMA de Nueva York o el Reina Sofía de Madrid, quienes a mediados de los 80 decidieron demostrar que el trabajo de de su padre no había sido en balde. «Si era verdad que nuestro padre había descubierto la fórmula de la encáustica sería uno de los descubrimientos más grandes de la Historia del Arte», explica Pedro Cuní. Los Cuní comprendieron que el procedimiento requería un estudio químico que comparase la pintura romana con las creaciones en las que su padre había aplicado su fórmula de la encáustica. Entonces se pusieron en contacto con varios laboratorios. El primero en responder fue el Museo Smithsonian de Washington D.C., con quienes trabajaron cotejando muestras ofrecidas por instituciones como el Museo de Mérida con las obras de José Cuní. En 1993 se publicaron los resultados.

El muro de la teoría oficial

Aunque todo probaba que la fórmula de Cuní y la de las muestras concordaban, los defensores de la teoría oficial se negaron a aceptarlos. «El Smithsonian no cuestionaba los resultados, pero no se atrevían a apoyar lo que nosotros afirmábamos: que eso era encáustica», explica Pedro, quien tuvo que buscar una nueva institución con la que colaborar. Pedro, quien llevaba años dando clase en la universidad neoyorquina Cooper Union, decidió buscar ayuda en casa. Tras reunirse con el director del Departamento de Química de su universidad, este aceptó a trabajar con él. Así comenzó una colaboración de 7 años que ha estado cuajada de percances, como los repetidos ataques de un enervado «establishment» del mundo del arte que intentaba desacreditar a la universidad y al equipo de Cuní por todos los flancos. En el camino repitieron el análisis químico que ya realizaron con el Smithsonian, solo que con técnicas más sofisticadas que han permitido identificar más componentes de la pintura utilizada y detalles sobre el proceso y las reacciones químicas involucradas en su creación.

El artículo donde detallan sus hallazgos explica que la técnica de las pinturas murales romanas no encaja ni con el fresco ni con ninguno de los dos tipos de encáustica conocidos hasta el momento, sino con una fórmula no estudiada compuesta por cera y jabón solubles en agua. La misma que reprodujo José Cuní. Los resultados de este estudio desmontan siglos de justificaciones teóricas que asociaban las pinturas murales romanas con la técnica del fresco. «Ha sido una lucha dura», confiesa Pedro, quien está colaborando con instituciones como los museos Getty y el Metropolitan para analizar si las piezas que estos conservan son o no encáusticas. Aún así queda mucho trabajo por hacer. No va a ser sencillo cambiar la opinión de quienes están detrás de la teoría oficial y controlan el mercado de las restauraciones y la arqueología. Pero de eso se encargará el tiempo. Pedro y Jorge prefieren dedicarse a su nueva meta: reescribir todo lo que se ha dicho sobre pintura romana. Algo que, como reconocen, será «una responsabilidad gigante»

María González Picatoste, Nueva York: Redescubierta la fórmula perdida de la encáustica, ABC, 21 de abril de 2012

Cómo ‘ve’ el cerebro la belleza

Cómo ‘ve’ el cerebro la belleza

Un visitante observa la estética de un cuadro en el Museo de Orsay (París, Francia). | APDefinir una obra de arte no es sólo una cuestión humanística, también la neurobiología tiene algo que decir, más concretamente una rama denominada neuroestética, creada hace apenas unos 10 años por el científico Semir Zeki, catedrático de Neuroestética de la Universidad College de Londres. Según este experto, el arte es aquello que «satisface más partes del cerebro, a más cerebros y a lo largo de más tiempo». En definitiva, tal y como argumentan los especialistas en esta materia, el comienzo y el final del arte están en este órgano del sistema nervioso.

Aunque belleza y arte existen desde tiempos inmemorables, aún se desconoce cómo el cerebro es capaz de crearlos y percibirlos. Aquí es donde entra en juego la neuroestética, cuyo fin es descubrir cómo se procesa la información que el cerebro recibe e identificar qué áreas del mismo se activan ante un estímulo considerado como ‘bello’. Es decir, profundizar en la interacción del sistema nervioso con la pintura y el arte en doble sentido: «Cómo influye el arte en el sistema nervioso y cómo el sistema nervioso crea el arte», señala Teresa Moreno, del servicio de Neurología, del Hospital 12 de Octubre (Madrid) en un libro titulado Neuroestética, en el que participan otros expertos como Zeki.

En otras palabras, «intentamos encontrar la base científica de la creación del arte», resume a ELMUNDO.es Antonio Martín Araguz, neurólogo del Hospital central de la Defensa de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid). Se trata de un proceso muy complejo en el que intervienen distintos parámetros como los colores, el movimiento, las formas (si es creación visual) y también existe un componente emocional.

«Todavía no se sabe cómo un único estímulo, por ejemplo, un cuadro, puede desencadenar diferentes emociones«, subraya la doctora Moreno. Podrían influir los conocimientos previos, la formación artística, el nivel intelectual, incluso el sexo y la edad.

Y en esta línea trabajan actualmente los especialistas en neuroestética, a través de resonancias magnéticas que detectan las áreas cerebrales que se estimulan con la acción de distintos estímulos. «Los artistas nos ayudan a estudiar cómo funciona el cerebro visual», recalca la experta.

Neuronas y dolor crónico

En la última década «hemos visto que, a pesar de existir una teoría que dice que las neuronas no se regeneran a partir de cierta fase de maduración, sí se producen nuevas interconexiones y esto origina cambios en el cerebro», desvela el neurólogo español. Por ejemplo, «los músicos de alto nivel tienen un crecimiento de este órgano que afecta al procesamiento de los sonidos de la música». Es decir, su desarrollo artístico a lo largo de los años puede derivar en el aumento de algunas zonas cerebrales y cambios en el arte musical. Esto podría suponer en el «futuro avances en algún tipo de enfermedad neurológica».

Otro de los parámetros que influyen en la creación y la percepción del arte es el dolor crónico. «Probablemente Van Gogh tuviera un trastorno psicótico que hacía que su forma de percibir los colores y los movimientos fuera absolutamente genial o que Mozart sufriera síndrome de Gilles de la Tourette (trastorno neurológico caracterizado por la emisión involuntaria de tics fónicos y motores) y alcanzara [así] un desarrollo musical como el que logró». Hay enfermedades cerebrales que pueden modular su actividad y hacerla genuina.

En España hay tres grupos de trabajo que analizan estos y otros componentes de la creación de arte. Araguz participa en uno de ellos, desarrollado por la Sociedad Española de Neurología (SEN). «Trabajamos en la historia del arte y patologías neurológicas y también hacemos seguimiento de pacientes concretos, observando cómo evolucionan los trastornos mentales y cómo va cambiando su creatividad».

Queda mucho por entender del cerebro humano y la investigación al respecto «es muy reduccionista (se estudia por pequeñas partes). Nosotros lo analizamos de forma más global. Recibimos millones de estímulos que tenemos que filtrar para sobrevivir y a partir de ahí el cerebro construye una realidad exterior. Ser creativos podría ser una necesidad que siempre hemos tenido a lo largo de la historia para adaptarnos a todo y alcanzar la supervivencia, algo que también tenemos que hacer en la actual crisis económica».

Laura Tardón | Madrid: Cómo ‘ve’ el cerebro la belleza, EL MUNDO, de agosto de 2011

10.000 dólares por la primera obra de arte «no visible

10.000 dólares por la primera obra de arte «no visible

El Museo del Arte No-Visible (MONA), apoyado por el actor James Franco, exhibe y vende descripciones de obras imaginadas por los artistas

Son muchas las personas que reaccionan con desconfianza ante una obra de arte abstracto, reconociendo también que es un estilo artístico de difícil comprensión. Es habitual la pregunta de «¿realmente alguien paga por esto?» o las afirmaciones como «esto es una tomadura de pelo» ante un lienzo abstracto. Pero el arte conceptual mueve millones en todo el mundo.

Hace unos días, el siempre polifacético actor James Franco daba su apoyo a un proyecto artístico nuevo y realmente extraño denominado Museo del Arte No-Visible (MONA), que lleva el arte conceptual a un nivel completamente nuevo. La idea del museo es que las obras de arte no existan físicamente, sino que sean imaginadas por el artista y descritas en una tarjeta. Así, cuando un coleccionista compra una de estas obras, obtiene esta tarjeta para colgarla en la pared vacía y «describir la obra a su audiencia». La magia creativa se produce durante el proceso que lleva a la obra imaginada por el artista y su descripción, hasta la imaginación del espectador, tras la descripción del coleccionista.

Extravagante e imaginativo, el propio museo nos recuerda que «vivimos en dos mundos: el mundo físico de la vista y el mundo no visible de la imaginación». Compuesto por ideas, el MONA redefine el concepto de lo que es real. «Las descripciones de las obras mezclan imágenes y palabras en la mente del espectador. Este mundo no es visible, pero es real, quizá más real que el mundo de la materia, y también está a la venta», aseguran.

Con precios que van desde los 1.000 a los 10.000 dólares, el museo acaba de hacer su primera venta. Aimee Davidson, productora digital, experta en medio sociales, además de actriz y modelo, pagó 10.000 dólares por la obra Aire Fresco, que se describe como: «Una pieza única. El aire que está comprando es como comprar un tanque de oxígeno infinito. No importa donde estés, siempre tienes la posibilidad de tomar una bocanada del más delicioso y limpio aire que la tierra puede producir. Cada vez que respiras te da una paz y salud infinita. Esta obra de arte es algo que puedes llevar contigo, porque donde quiera que estés te puedes imaginar que estás respirando el aire más fresco de la cima de una montaña, de un campo abierto o la brisa del mar. Es una fuente inagotable«.

Davidson aseguró en una entrevista a The Huffington Post que compró la obra porque se sentía «identificaba» con la ideología del proyecto. «Sentí que el acto de comprar Aire Fresco servía para las propias tesis que predico sobre la utilización de los medios sociales. Básicamente, quería poner mi dinero donde están mis pensamientos. Algunos pueden llamarlo una estafa, pero yo lo llamo patrocinio artístico«.

Pablo Oliveira y Silva, Madrid: 10.000 dólares por la primera obra de arte «no visible», Público, 20 de julio de 2011

El entusiasmo regresa al mercado,

El entusiasmo regresa al mercado,

Autorretrato de Manet. EFELas subastas de verano de este año en Londres, que comienzan esta semana, prometen buenos resultados, a tenor de la calidad de las colecciones y las obras que presentan tanto Christie’s como Sotheby’s. Además, llegan precedidas del entusiasmo del mercado por el récord de Modigliani hace unos días en París (su escultura «Tête» se vendió por 43,1 millones de euros), los excelentes resultados de Art Basel y las altas cotizaciones en las ventas de mayo en Nueva York, donde Picasso volvió a recuperar su trono gracias a «Desnudo, hojas verdes y busto», rematado en Christie’s por 106,5 millones de dólares. Optimismo, desde luego, no falta en el mercado.

Abre plaza el martes Sotheby’s, que ofrece la primera parte de la dos de que consta la subasta de la colección del marchante francés Ambroise Vollard, cuyas obras habían permanecido depositadas en una caja fuerte en un banco durante 40 años. En 1939 falleció Vollard en un accidente de tráfico. Eric Slomovic, un joven yugoslavo socio del marchante, depositó una colección con más de 140 obras en el Banco Societé Génerale. Poco después, Slomovic huyó a Yugoslavia, donde en 1942 falleció a manos de los nazis. La caja fuerte permaneció cerrada durante 40 años. El Banco la abrió en 1979 para ver si podía recuperar cuatro décadas de impago de alquiler y quiso sacarlas a subasta, pero antes de que iniciara la puja hubo una demanda legal y no llegó a celebrarse. Tras un acuerdo con los herederos, habrá dos ventas: la primera, mañana en Londres. El lote más destacado es «Arbres à Collioure», obra maestra de André Derain (10-15 millones de euros).

Además, hay otros dos cuadros muy destacados en la subasta de pasado mañana en Sotheby’s. Por un lado, un autorretrato de Manet con paleta y pinceles (1878-79). Su precio estimado: 24-36 millones de euros. Según el vicepresidente de Sotheby’s, Charles Moffet, «es el mejor autorretrato de la historia de la pintura». Por otro, el lienzo «Odaliscas jugando a las damas», de Matisse (12-18 millones de euros), que sale por primera vez a subasta.

El miércoles le toca el turno a Christie’s. Dado el número de piezas relevantes que saca a la venta, la firma decidió reunirlas en una exposición, bajo el título «Yuxtapuestas: obras maestras a lo largo de los tiempos», que pudo verse del 14 al 17 de este mes en Londres. Hay dos cuadros que destacan muy especialmente. Por un lado, cómo no, Picasso, con una de sus codiciadas pinturas de la época azul, «Retrato de Ángel Fernández de Soto», también conocido como «El bebedor de absenta» (valorado entre 36 y 48 millones de euros). Este cuadro llega precedido por la polémica. Lo compró la Fundación del compositor Andrew Lloyd Webber en 1995 por 29,2 millones de dólares (procedía de la colección Stralem) y lo quiso revender años después, pero se encontró con un escollo. Los herederos del banquero judío Paul Mendelssohn Bartholdy denunciaron que la obra se vendió a la fuerza bajo la presión nazi en 1934 a un marchante berlinés y paralizaron la venta. Tras meses de litigios, ambas partes llegaron a un acuerdo cuyos detalles son confidenciales. Eso sí, los herederos del banquero renunciaron a la propiedad del cuadro. No sabemos a cambio de qué o de cuánto.

Otra obra maestra indiscutible de la subasta del miércoles es «Nenúfares», de Monet. Parte con una estimación similar al picasso. Son muy escasos y a su vez cotizadísimos los cuadros de la serie de nenúfares que el francés pintó tomando como modelo el estanque de su jardín en Giverny. Es la mayor de las nueve obras que sobreviven de las que pintó en 1906. Es de esperar que no falten coleccionistas dispuestos a pujar por estas dos grandes joyas. Pero hay otras muchas obras importantes: «Retrato de Ria Munk III», de Klimt; «Parque del hospital de Saint-Paul», de Van Gogh… Las próximas semanas habrá más obras maestras en Christie’s: el día 30 sale a subasta un retrato que Warhol hizo a Elizabeth Taylor, «Silver Liz» (1963), que no se ha visto en público en dos décadas y cuya estimación es de 7,2-9,6 millones de euros. Y el 6 de julio, en la venta de arte antiguo, destacan cuadros de Rubens y Bellini. Si, como dicen, no faltan compradores para las grandes piezas ni siquiera en época de crisis, muchos millones cambiarán de manos en este animado arranque de verano.

Natividad Pulido, Madrid: El entusiasmo regresa al mercado, ABC, 20 de junio de 2010

La originalidad como proceso

La originalidad como proceso

Un asombroso taller renacentista en Madrid realiza copias perfectas de obras de arte mediante alta tecnología. Por otro lado, en el Metropolitan de Nueva York una pintura de autor desconocido ha resultado ser un velázquez. ¿Dónde quedan las certezas?

Retrato de un hombre, de Velázquez.- METROPOLITAN MUSEUM DE NUEVA YORKQué pasaría si, poco a poco, ciertas obras maestras fueran siendo reemplazadas por sus clones perfectos, indistinguibles del original? Según Adam Lowe, fundador de Factum Arte, se daría un paso de gigante en la preservación del patrimonio artístico e histórico. Él califica a su empresa de «taller renacentista» porque con este británico residente en Madrid trabajan unas cuarenta personas, entre informáticos y artistas especializados en diversas técnicas, que crean réplicas perfectas de todo tipo de obra de arte. «El mito del genio independiente no se da. Somos un equipo que incorpora a especialistas cada vez que es necesario. La gran diferencia es que la tecnología se va desarrollando en un sentido; la restauración o conservación, en otro; la práctica del arte, en otro, y en cierto sentido Factum conjuga todas ellas a la vez. Cuando necesitamos un nuevo escáner láser vemos si existe uno adecuado. Si lo hay, lo usamos; si no, lo inventamos».

Si la página web es un ejemplo de diseño y elegancia, las oficinas parecen un atiborrado gabinete de maravillas donde se amontonan esculturas como la Dama de Elche (al presentar la copia tuvieron que ponerle una marca para no confundirla), la Kate Moss (también trabaja con artistas contemporáneos) contorsionista de Marc Quinn, La Última Cena de Leonardo o parte del recinto de una tumba egipcia. Cuando entramos se estaba terminando de imprimir en un gran escáner una copia asombrosamente exacta -con los craquelados y desgaste de la pintura, con los relieves de las pinceladas- de la pintura San Mateo y el ángel, de Caravaggio.

«Todo empezó en 2000 cuando me preguntaron si era posible hacer una copia exacta de la tumba de Seti I, en el Valle de los Reyes (Egipto), con una exactitud de 100 micrones (una décima de milímetro), relieve y textura. Entre 2001 y 2002, el artista español Manuel Franquelo y yo hicimos una prueba de 16 metros cuadrados, con todas sus fases, para probar que era posible hacerlo con una combinación de nuevas tecnologías y una labor artesanal. Hicimos una copia que, puesta al lado del original, era indistinguible de él», explica Lowe. Lo hicieron por su cuenta y riesgo, y la prueba funcionó. «En realidad, el gran desafío para los museos y toda la gente a cargo del patrimonio cultural, responsables de preservarlo en lugar de diseminarlo es que encuentran hoy un gran problema porque hace 150 o 200 años, cuando los museos se crearon, era muy escasa la gente que los visitaba. La galería principal del Louvre, de París, recibe actualmente nueve millones de visitantes al año. La gran mayoría de ellos no tiene interés en profundizar en el arte, solo van como una forma de pasar el día en su visita a París. Algo así sucede con el Prado. Las razones que tiene la gente hoy para ir a los museos han cambiado de forma dramática. Y eso significa también que las personas que realmente quieren ver y estudiar el arte en los museos se encuentran con grandes dificultades para hacerlo, en medio de toda esa gente, su movimiento y ruido».

Justamente en el Louvre sucede parte de la historia de otro de sus trabajos. Uno que ha sentado un precedente para el uso de la duplicación de una famosa pintura. La monumental obra de Veronese Las bodas de Caná cuelga en París desde que las tropas de Napoleón la arrancaran de su sitio original en el refectorio del monasterio de San Giorgio Maggiore de Venecia, en 1797. La Fundación Giorgio Cini estaba terminando la restauración del monasterio construido por el arquitecto Palladio en colaboración con Veronese, en Venecia, en 1563, y llamaron a Lowe para crear una réplica que debía ocupar su sitio original. «La gran pintura del refectorio fue diseñada por Veronese para establecer un diálogo con la arquitectura del lugar», explica. «Cuando nos encargaron este trabajo el refectorio no tenía el cuadro, por tanto, el diálogo estaba roto. El recinto no era más que un fantasma de sí mismo».

Adam Lowe (a la derecha) y uno de sus colaboradores revisan en el escáner la copia impresa de San Mateo y el ángel, de Caravaggio.- LUIS SEVILLANOMediante un sistema no invasivo de escaneado vertical a color sin contacto con la tela, se grabó toda la superficie del cuadro en el Louvre. Se encargó tejer un lienzo con el mismo tramado del original, se creó una superficie que reproduce hasta los costurones de la tela, producto de los cortes en su azarosa historia de traslados durante siglos, y hasta las pinceladas. «Ambas pinturas son casi indistinguibles. Y no soy yo el que dice eso, lo han certificado los estudiosos del Louvre y los expertos en Veronese», comenta Lowe. «Pero lo que sucedió una vez que el cuadro quedó instalado en el refectorio es algo que impactó a todos, incluidos a nosotros. En la inauguración había cerca de mil personas esperando verlo. A los pocos segundos de caer el telón que desveló el cuadro, se hizo un silencio impresionante y casi todos los presentes enjugaron lágrimas de sus ojos. Estaban ahí, ante algo que sabían que era una copia, pero hubo una respuesta emocional. Y esa es una de las cosas que se ha argumentado en contra de las copias, que no consiguen la misma respuesta emocional que un original».

«Se entiende poco y mal lo que constituye la originalidad. ¿Por qué alabamos la originalidad en una pintura como La Última Cena, de Leonardo, cuando él no aplicó más del 10% o 15% de la pintura sobre el muro que vemos actualmente? La mayor parte de la pintura proviene de restauraciones posteriores. ¿Dónde queda la originalidad? Fue una de las preguntas que la gente que vio el facsímil de Veronese se hacía. No hay duda de que el que está en el Louvre es más original que el que hicimos, pero ¿cuál te proporciona una experiencia más auténtica? El de san Giorgio está en su lugar original, a la altura que decidió el artista, con la luz para el que fue planificado».

«Nadie quiere ver Venecia invadida por copias», prosigue Lowe. «El sentido del clon es algo muy sexy ahora, y gusta mucho. Y tiene un lado positivo porque la gente empieza a preguntarse por la originalidad desde una perspectiva humana. Ni siquiera uno mismo es original. ¿Qué es original en una pintura? ¿Es la originalidad un proceso más que un estado del ser? Esa es una de las cosas que creemos en Factum: que la originalidad es un proceso. Entendemos las cosas de una manera distinta».

Lo cierto es que la duda está unida a muchas obras de arte y los museos tienen aún secretos por descubrir. Michael Gallagher, conservador en el Metropolitan Museum de Nueva York, ha tenido la experiencia que sueñan todos los de su especialidad: descubrir una obra maestra escondida. Nada menos que un velázquez. Retrato de un hombre llevaba en el museo desde 1949 con una cartela que lo atribuía a un discípulo del pintor de Las meninas. En septiembre de 2009 se dio a conocer el hallazgo y desde entonces pasa casi a diario delante del cuadro, colgado en un destacado lugar, se detiene y se extasía con la fuerza de su expresión. «Hicimos una pequeña prueba de limpieza en una esquina inferior del cuadro para hacernos una idea de lo que habían causado las restauraciones previas», explica Gallagher. «Nos llevamos una gran sorpresa porque vimos que el barniz aplicado había distorsionado el color enormemente, y que hubo incluso una intención de cambiar al personaje. Decidimos que valía la pena llevar a cabo una limpieza completa para recuperar el cuadro, juzgarlo con mayor certeza y revisar la atribución y autoría».

Keith Christiansen, responsable de pintura europea del Metropolitan, y Gallagher llamaron al mayor experto en Velázquez, Jonathan Brown, que no tardó ni cinco segundos en certificar la autoría. Ahora Gallagher está trabajando en un Felipe IV, también atribuido al taller del pintor sevillano, y está casi seguro de que finalmente se reconocerá como salido de la mano de Velázquez. «Hay mucho que decir respecto a lo que se ha considerado en diversas épocas como proveniente del taller de ciertos pintores. Ha habido muchos copistas, encargos de copias y en su momento era algo común. Creo que el Museo del Prado haría bien en preparar una exposición o un amplio trabajo de investigación sobre este tema. Sería una exposición muy interesante tanto para el público como para los estudiosos», opina el conservador.

Tanto Lowe como Gallagher participarán del 5 al 9 de julio en un curso en el Museo del Prado, titulado El Prado oculto. La vida secreta del museo: conservación, restauración, replicación, dirigido por Francisco Calvo Serraller, con sendas conferencias sobre sus investigaciones y hallazgos.

Feitta Jarque, La originalidad como proceso, EL PAÍS / Babelia, 19 de junio de 2010
Premio a la excelencia para el Museo Madinat Al-Zahra

Premio a la excelencia para el Museo Madinat Al-Zahra

El Museo del Conjunto Arqueológico de Medina Azahara, en Córdoba, es uno de los finalistas del prestigioso premio Aga Khan de arquitectura, creado en 1977 para proyectos vinculados con el mundo musulmán. En concreto, el Museo Madinat Al-Zahra, diseñado por los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, es el único proyecto europeo que opta al galardón junto con otros 18 proyectos.

Los organizadores de la undécima edición del premio Aga Khan anunciaron los finalistas en el MoMA de Nueva York. Entre los candidatos destacan, entre otros la erhabilitación de la mezquita Al Qaraouiyine, en Fez (Marruecos); el campus de la Universidad Americana de Beirut (Línabo); la fábrica textil Ipekyol, en Edirne (Turquía), y la Casa Palmyra, en Alibag (India). El premio Aga Khan de arquitectura fue creado para apoyar las necesidades y aspiraciones de las comunidades musulamanas. El galardón reconoce ejemplos de excelencia arquitectónica en los campos del diseño, la vivienda social, mejoras de la comunidad y para el desarrollo, conservación de patrimonio, diseño del paisaje y mejora del medio ambiente.

El Museo, inaugurado en octubre de 2009, tiene 7.293 metros cuadrados construidos distribuidos en tres plantas. Así, se ha dotado al edificio de un auditorio, una exposición permanente de 162 piezas que muestra la historia de la ciudad califal, con recursos interactivos y audiovisuales, una biblioteca y un aula didáctica. También cuenta con un área de conservación e investigación, en la que se encuentran los almacenes, que guardan las colecciones de materiales arqueológicos, unos talleres de restauración, un centro de documentación, un espacio reservado para administración e investigación, una tienda y una cafetería. Los arquitectos han distribuido todas estas dependencias en torno a cinco patios, que proporcionan luz natural a los espacios, que han sido construidos con hormigón blanco visto, encofrado de tabla de madera, cubiertas de acero cortén y patios de piedra caliza, recordando los colores originales de la ciudad palatina. En el entorno, se han construido aparcamientos en unos 9.000 metros cuadrados, con capacidad para 188 turismos y 19 autobuses y un área ajardinada de 23.000 metros cuadrados.

José María Rondón, Sevilla: Premio a la excelencia para el Museo Madinat Al-Zahra, EL MUNDO, 19 de junio de 2010
Arte bajo sospecha

Arte bajo sospecha

La Madonna de los claveles de Rafael- NATIONAL GALLERYLa lista de atribuciones falsas o dudosas llena el mundo del arte. La National Gallery de Londres expone una parte del trabajo constante que los historiadores llevan a cabo para establecer la autoría de las colecciones de los museos. Durante todo el verano se podrán ver las falsificaciones, errores y descubrimientos de Botticelli, Holbein, Rembrandt y otros artistas.

El soldado muerto no era de Velázquez. El jinete polaco no lo pintó Rembrandt. El coloso parece que tampoco es de Goya. La lista de falsas o dudosas atribuciones llena el mundo del arte. Los museos y el mercado tiemblan cada vez que los expertos se reúnen. ¿Hasta qué punto podemos estar seguros de la veracidad de las cartelas que informan sobre la autoría de una obra? La National Gallery de Londres ha sido una de las primeras instituciones en agarrar el toro por los cuernos y poner bajo la lupa de los investigadores una buena parte de su imponente colección de arte antiguo formada por 2.300 obras. El resultado de la primera fase de la investigación del prestigioso museo británico afecta a 40 pinturas, que se presentan en forma de exposición -Fakes, mistakes and discoveries (falsificaciones, errores y descubrimientos)- el próximo día 30.

En Londres se podrán ver las sorpresas más llamativas a las que se han enfrentado los expertos. Replantean o retiran la firma de obras atribuidas en nuestra memoria a Botticelli, Hans Holbein, Rembrandt, Rafael, Durero o Jan Gossaert. A veces se descubre al auténtico autor; otras, como en el caso de El soldado muerto, de Velázquez, persiste la incógnita. Pero, certezas aparte, lo que resulta realmente apasionante es conocer cómo han trabajado los expertos con cada una de las obras «sospechosas» y en qué pruebas han fundado sus conclusiones.

El engaño premeditado en el mundo del arte antiguo no es la principal causa de las falsas autorías. Miguel Zugaza, director del Museo del Prado de Madrid, asegura que todos los museos del mundo hacen constantemente cambios de atribución de obras en su colección. «Supone un fruto más del avance en el conocimiento sobre sus colecciones. Muchas veces nos olvidamos de que la disciplina de la historia del arte es muy joven y una buena parte de ella es una historia atribucionista».

Los comisarios de la exposición de la National Gallery de Londres, Marjorie E. Wieseman, conservadora de pintura holandesa, y Ashok Roy, director de investigación científica del museo, ponen como ejemplo de puro engaño y falsedad el cuadro Portrait Group (retrato de grupo), adquirido en 1923 con el convencimiento de que se trataba de una obra del siglo XV. Pero ahora han comprobado que la tela contiene pigmentos utilizados por primera vez en el siglo XIX.

La Madonna de los  claveles de Rafael, redescubierta por medio de rayos infrarrojos-  NATIONAL GALLERYOtro ejemplo es el Retrato de Alexander Mornauer, comprado por el museo en 1990, pintado por un artista alemán desconocido y durante mucho tiempo atribuido a Hans Holbein. En este caso, los expertos constataron la aplicación de una capa de pintura azul sobre el fondo original marrón; además, había una modificación en la caída del sombrero del hombre retratado.

Pero hay artistas especialmente maltratados por el engaño. Botticelli es la gran víctima en la National Gallery. La exposición dedica un espacio propio a las dos obras adquiridas en 1874 convencidos de la autoría de Botticelli. Una de ellas era Venus y Marte, de Sandro Botticelli (aproximadamente de 1485), una de las joyas de la colección permanente. La otra era Alegoría, considerada compañera de Venus y Marte y valorada por algunos críticos en aquel momento como una obra de mayor calidad. Pero había sido realizada por un discípulo desaventajado de Botticelli. Los dos cuadros se mostrarán uno al lado del otro. De esta manera, los visitantes podrán apreciar las diferencias entre una obra maestra y una copia de estilo.

Hay también falsas atribuciones hechas sin intención de engañar, producto de los llamados errores humanos. Ese fue el caso de El Hombre con calavera, adquirido por la galería en 1845 como obra de Holbein contra el criterio de algunos expertos. Los análisis dendrocronológicos, que determinan la edad del panel de madera utilizado como soporte, demuestran como la pintura es posterior a 1543, año del fallecimiento de Hans Holbein.

Para Ashok Roy, el contenido de esta exposición no es todavía el repaso definitivo de la colección. «Era el momento adecuado para ofrecer al público una síntesis del trabajo de estudio científico y técnico de la colección de la National Gallery con miras a despertar el interés de los visitantes por los procesos y tipos de investigación que facilitan la comprensión de los cuadros. También nos pareció que disponíamos de estudios suficientes para explicar al público cómo trabajamos. El estudio de la colección se realiza principalmente gracias a fondos públicos: nuestros visitantes tienen derecho a saber cómo se cuidan sus cuadros y cómo se interpretan».

El estudio de las obras no obedece a sospechas sobre su autoría. Se hace de oficio. «Es un proceso continuado a medida que las obras son recatalogadas, llevadas a exposiciones (aquí y en el extranjero) o tratadas en los estudios de conservación. Alrededor de un 60% de la colección de la planta principal de la National Gallery ha sido objeto de estudio técnico. Pero como disponemos de nuevas técnicas, a menudo nos resulta muy informativo volver a mirar los resultados de exámenes realizados con anterioridad».

Las sorpresas pueden ser muchas en un trabajo de esta envergadura. La mayor de todas, para los comisarios, afecta a una pieza legada a la National Gallery en 1924 como obra del pintor boloñés Francesco Francia (La Virgen y el Niño con un ángel). Es una falsificación deliberada. En los años cincuenta, determinaron la falsedad del cuadro. Pero luego fue rehabilitado. Nuevas técnicas de estudio, por fin, han revelado la verdad que escondía el cuadro: es una copia de una pintura del Carnegie Museum de Pittsburgh (Estados Unidos) realizada en el siglo XIX.

En España, de manera más esporádica, ha habido recolocaciones de autorías. La más sonada y polémica afecta a El coloso, de Francisco de Goya, el artista más copiado debido a su enorme éxito en vida. La conservadora del Museo del Prado Manuela Mena fue la encargada de anunciar al mundo la polémica orfandad de ese cuadro. El anuncio sentó mal a muchos expertos: consideraban que se hizo sin suficientes pruebas o, por lo menos, sin que estas fueran incuestionables.

Saint George and the Dragon (hacia 1470), de Paolo Uccello. La historia que reproduce el cuadro procede de una colección de vidas de santos escrita en el siglo XIII, The Golden Legend. Uccello realizó una versión anterior y menos dramática del mismo tema que se encuentra en París.- NATIONAL GALLERYEl historiador de arte español Valeriano Bozal ha pedido, sin éxito hasta el momento, un encuentro de expertos internacionales para abrir un debate sobre la autoría de El coloso. Él considera imprescindible llegar a un consenso sobre la atribución. «No se ha hecho así. Se le ha quitado la autoría a Goya con unas pruebas débiles y poco relevantes. Se ha mutilado el patrimonio sin argumentos contundentes».

Miguel Zugaza asegura que «todas las opiniones son bienvenidas y merecen nuestro respeto. El debate es siempre enriquecedor. De hecho, para el estudio de El coloso también hemos realizado algunas consultas con especialistas externos». El director del Prado señala a Goya como el artista con más pinturas cuestionadas: «Según surge el interés dentro y fuera de España por su obra en el siglo XIX aparecen multitud de imitadores y en algunos casos falsificadores de sus temas y de sus obras». Zugaza, más que esperar nuevas sorpresas en el futuro, señala que «la misión principal de la institución es seguir avanzando en el conocimiento de las colecciones».

El Museo del Prado no tiene previsto secundar la iniciativa de la National Gallery sobre el arte y la copia. «Veo esta exposición como un homenaje al estudio crítico de la obra de arte que hacen los museos, un trabajo en el que se sustenta la propia credibilidad y autoridad de estas instituciones. Todos los museos del mundo hacen constantemente cambios de atribución de obras de su colección», subraya Zugaza.

¿La confusión en el arte antiguo la viviremos también en el arte contemporáneo? Ashok Roy lo ve más que probable. Zugaza, en cambio, es optimista. «Afortunadamente, tenemos más información sobre cualquier artista contemporáneo que sobre los maestros antiguos. Imagínese si el Prado en vida de Goya hubiera publicado su catálogo razonado. Nos habríamos ahorrado dar algún que otro disgusto».

Close examination. Fakes, Mistakes and Discoveries. National Gallery. Trafalgar Square. Londres. Del 30 de junio al 12 de septiembre. www.nationalgallery.org.uk.

Arte bajo sospecha, EL PAÍS / Babelia, 19 de junio de 2010
El Guggenheim y Youtube buscan videoartistas

El Guggenheim y Youtube buscan videoartistas

YouTubeEl siglo XXI ha puesto de moda el término periodista-ciudadano. Y ahora la Fundación Guggenheim, sin decirlo expresamente, parece haberse embarcado en la creación de un nuevo sujeto: el ciudadano-videoartista. Esa es una de las maneras de entender la convocatoria que esa institución lanza hoy en colaboración con Youtube y HP bajo el título Youtube Play: Bienal de Video Creativo. Se trata de una llamada a la comunidad artística internacional, profesional y amateur, pero sobre todo a los internautas del planeta adictos a la creación en video. La convocatoria, abierta desde hoy y hasta el próximo 31 de julio, admite la participación de todo aquel que quiera colgar un video propio hecho en los últimos dos años de menos de diez minutos en el canal Youtube/Play, que nace hoy. Todos los géneros valen: desde la ficción al documental pasando por la experimentación pura y dura o la animación. No se admiten ni trailers ni anuncios publicitarios y todos los proyectos deberán acompañarse con una declaración de intenciones del artista. Un panel de comisarios de la Fundación Guggenheim junto con un grupo de expertos escogerán los mejores 200 videos que se reciban y después, un jurado elegirá veinte que serán presentados en el Museo Guggengeheim Nueva York el 21 de octubre y del 22 al 24 del mismo mes en el resto de las sedes de la fundación (el Museo Guggenheim de Bilbao, el Deutsche Guggenheim de Berlín, y la Colección Peggy Guggenheim en Venecia). «Será una celebración de carácter efímero, como la propia naturaleza de la red, donde todo ocurre deprisa. No hemos querido dar premios precisamente porque hoy los artistas mezclan géneros y no queríamos crear categorías que limitaran la creatividad. El objetivo último es descubrir qué se está haciendo ahí fuera y ver si la base tecnológica de algo como Youtube, las redes sociales y estas nuevas formas de distribución online están contribuyendo a transformar el tipo de propuestas que hacen los artistas, afectan al producto creativo o incluso si Internet está generando nuevas formas de arte». Lo explicaba en entrevista telefónica el pasado viernes Nancy Spector, subcomisaria de arte contemporáneo de la Fundación Guggenheim. Al hablar de artista Spector trata de «democratizar» el rango de acción. «Nosotros esperamos que participen desde profesionales consagrados a estudiantes aunque obviamente una convocatoria así puede tener más interés para quienes están empezando. Pero esperamos que haya de todo».

Resulta difícil imaginar por qué alguien como Doug Aitken o Bill Viola querrían participar en una convocatoria como esta cuando ellos ya tienen múltiples vías para mostrar su obra sin necesidad de competir aunque Spector insista en que no se trata de una competición sino de una «celebración». La otra duda es como un desconocido absoluto que acaba de empezar podría medirse con artistas como ellos. Además, hay problemas aún no completamente resueltos como el de los idiomas: Youtube/Play está abierto a todo el planeta y no pide traducciones pero, ¿cómo puede alguien que presenta un video en chino competir con alguien que utiliza el inglés, o que no se apoya en la lengua? «El jurado será internacional pero una vez que hayamos seleccionado los 200, se harán traducciones de lo que haga falta» anuncia Spector.

La Fundación Guggenheim ya experimentó con una convocatoria online durante la exposición dedicada a Frank Lloyd Wright. Entonces fue en el marco de la convocatoria ‘Design it: Shelter competition ‘ organizada junto a Google y su programa SketchUp . «La respuesta fue desbordante y eso nos hizo pensar que quizás debíamos explorar más la web» explica Spector. «Además también nos interesó el efecto de la YouTube Simphony Orchestra, de la que salió un grupo muy heterogéneo con una dimensión humana excepcional. Esperamos conseguir algo parecido pero en el mundo de la video creación».


Bárbara Celis, Nueva York: El Guggenheim y Youtube buscan videoartistas, EL PAÍS, 14 de junio de 2010
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