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02. Arte egipcio. Arquitectura

Las coloridas tumbas de dos sacerdotes de hace 4.200 años

Ankhti y Sabi vivieron hace 4.200 años y pertenecieron al clero de Pepi II, uno de los faraones que más décadas permaneció en el trono de un país que, con los nobles henchidos de poder, caminaba hacia la desintegración. Un equipo de egiptólogos franceses ha hallado las tumbas de los dos sacerdotes, hasta ahora desconocidos, al sur de Saqara, la gran necrópolis de la antigua capital de Egipto, Menfis. A pesar del tiempo transcurrido sus muros guardan aún las coloridas escenas que acompañaron a los dos sacerdotes en su vida de ultratumba. Estampas de rituales religiosos, entre ellos la entrega de ofrendas a los dioses, adornan los enterramientos horadados en el desierto que datan de la dinastía VI (2345-2181 a.C.).
La tumba de Ankhti. Ministerio de Antigüedades Egipcio.
La tumba de Ankhti. Ministerio de Antigüedades Egipcio
Con una frescura que -a juicio del ministro egipcio de Antigüedades, Mamduh el Damati– «es como si hubieran sido pintadas ayer a pesar de que son de hace 4.200 años». Y un sorprendente estado de conservación que permite recrear con todo lujo de detalles la lista de siete aceites sagrados usados en la Apertura de la Boca, una ceremonia en la que se animaba la estatua o momia del fallecido abriendo la boca y los ojos para que el difunto pudiese comer y beber en la otra vida.
El lugar ha sido descubierto por la misión del Instituto Francés de Estudios Orientales que excava desde hace más de una década Tabit el Gish, al sur de Saqara, en los alrededores de su emblema más conocido, la pirámide escalonada de Zoser, ha informado este jueves el ministerio de Antigüedades egipcio en un comunicado. Las investigaciones recientes llevadas a cabo por el equipo galo han confirmado la existencia de un importante cementerio de finales del Imperio Antiguo (alrededor de 2300 -2100 a.C.) en una zona que se extiende por 15 hectáreas.
El primero de los enterramientos sirvió para el descanso eterno de Ankhti. Su cámara funeraria fue localizada a 12 metros de profundidad. En cambio, en el segundo -dedicado a Sabi-, la tumba está situada a unos seis metros de profundidad. Según el director de la expedición, Vassil Dobrev, la parte superior de las sepulturas fue construida con ladrillos de barrio mientras que las cámaras funerarias fueron esculpidas en la caliza.
La tumba de Sabi. Ministerio de Antigüedades Egipcio.
La tumba de Sabi. Ministerio de Antigüedades Egipcio
En ambas -son muy similares- la misión ha rescatado los esqueletos de los sacerdotes y parte de su colección funeraria pero su estado -esparcidos por el suelo de las tumbas y fuera de los sarcófagos- parece indicar que las tumbas fueron saqueados en la antigüedad, posiblemente durante las dinastías VII o VIII. En el ajuar recuperado figuran tarros de alabastro y ofrendas de cerámica.
Los dos sacerdotes habitaron el Antiguo Egipto en tiempos de Pepi II (2278-2184), un faraón que llegó al poder siendo un niño y algunos textos le atribuyen 94 años de reinado. Tesis más recientes, sin embargo, sugieren que -si bien fue larga- su época superó las seis décadas. Un tiempo en el que el rey perdió autoridad ante la creciente influencia y poder de los nobles. A su muerte, Egipto se deshilvanó y se hundió en la anarquía.

Saqara es una caja de sorpresas. Los nobles de la dinastía I levantaron aquí las primeras mastabas y Zoser, monarca de la dinastía III, estrenó en su terruño la moda de las pirámides que alcanzaría la plenitud en la meseta de Giza. El pasado año un equipo de arqueólogos egipcios se topó con las tumbas del embajador Paser y el guerrero Ptahmes, de época ramésida (1292-1069 a.C.), un período en el que gobernaron once faraones bajo el nombre de Ramsés.

Francisco Carrión: Las coloridas tumbas de dos sacerdotes de hace 4.200 años, EL MUNDO, 2 de abril de 2015
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Las coloridas tumbas de dos sacerdotes de hace 4.200 años

Ankhti y Sabi vivieron hace 4.200 años y pertenecieron al clero de Pepi II, uno de los faraones que más décadas permaneció en el trono de un país que, con los nobles henchidos de poder, caminaba hacia la desintegración. Un equipo de egiptólogos franceses ha hallado las tumbas de los dos sacerdotes, hasta ahora desconocidos, al sur de Saqara, la gran necrópolis de la antigua capital de Egipto, Menfis. A pesar del tiempo transcurrido sus muros guardan aún las coloridas escenas que acompañaron a los dos sacerdotes en su vida de ultratumba. Estampas de rituales religiosos, entre ellos la entrega de ofrendas a los dioses, adornan los enterramientos horadados en el desierto que datan de la dinastía VI (2345-2181 a.C.).
La tumba de Ankhti. Ministerio de Antigüedades Egipcio.
La tumba de Ankhti. Ministerio de Antigüedades Egipcio
Con una frescura que -a juicio del ministro egipcio de Antigüedades, Mamduh el Damati– «es como si hubieran sido pintadas ayer a pesar de que son de hace 4.200 años». Y un sorprendente estado de conservación que permite recrear con todo lujo de detalles la lista de siete aceites sagrados usados en la Apertura de la Boca, una ceremonia en la que se animaba la estatua o momia del fallecido abriendo la boca y los ojos para que el difunto pudiese comer y beber en la otra vida.
El lugar ha sido descubierto por la misión del Instituto Francés de Estudios Orientales que excava desde hace más de una década Tabit el Gish, al sur de Saqara, en los alrededores de su emblema más conocido, la pirámide escalonada de Zoser, ha informado este jueves el ministerio de Antigüedades egipcio en un comunicado. Las investigaciones recientes llevadas a cabo por el equipo galo han confirmado la existencia de un importante cementerio de finales del Imperio Antiguo (alrededor de 2300 -2100 a.C.) en una zona que se extiende por 15 hectáreas.
El primero de los enterramientos sirvió para el descanso eterno de Ankhti. Su cámara funeraria fue localizada a 12 metros de profundidad. En cambio, en el segundo -dedicado a Sabi-, la tumba está situada a unos seis metros de profundidad. Según el director de la expedición, Vassil Dobrev, la parte superior de las sepulturas fue construida con ladrillos de barrio mientras que las cámaras funerarias fueron esculpidas en la caliza.
La tumba de Sabi. Ministerio de Antigüedades Egipcio.
La tumba de Sabi. Ministerio de Antigüedades Egipcio
En ambas -son muy similares- la misión ha rescatado los esqueletos de los sacerdotes y parte de su colección funeraria pero su estado -esparcidos por el suelo de las tumbas y fuera de los sarcófagos- parece indicar que las tumbas fueron saqueados en la antigüedad, posiblemente durante las dinastías VII o VIII. En el ajuar recuperado figuran tarros de alabastro y ofrendas de cerámica.
Los dos sacerdotes habitaron el Antiguo Egipto en tiempos de Pepi II (2278-2184), un faraón que llegó al poder siendo un niño y algunos textos le atribuyen 94 años de reinado. Tesis más recientes, sin embargo, sugieren que -si bien fue larga- su época superó las seis décadas. Un tiempo en el que el rey perdió autoridad ante la creciente influencia y poder de los nobles. A su muerte, Egipto se deshilvanó y se hundió en la anarquía.

Saqara es una caja de sorpresas. Los nobles de la dinastía I levantaron aquí las primeras mastabas y Zoser, monarca de la dinastía III, estrenó en su terruño la moda de las pirámides que alcanzaría la plenitud en la meseta de Giza. El pasado año un equipo de arqueólogos egipcios se topó con las tumbas del embajador Paser y el guerrero Ptahmes, de época ramésida (1292-1069 a.C.), un período en el que gobernaron once faraones bajo el nombre de Ramsés.

Francisco Carrión: Las coloridas tumbas de dos sacerdotes de hace 4.200 años, EL MUNDO, 2 de abril de 2015
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Hallada en Egipto la tumba de una reina desconocida

Justo cuando el perfil de los tres camellos se recorta ya en el horizonte una nueva reina nos llega desde Oriente. La noticia del hallazgo en vísperas de Reyes de una reina egipcia desconocida de 4.500 años de antigüedad ilumina las fiestas con un fulgor distinto de excitación y misterio. No es que sea completamente excepcional encontrar personajes desconocidos de la realeza faraónica —las listas están en algunos períodos muy incompletas (son listas abiertas) y la arena cubre aún muchas sorpresas—, pero añadir una reina a la historia del Antiguo Egipto es, además de un gran logro científico, algo maravillosamente estimulante.
Fotografía facilitada por el Ministerio egipcio de Antigüedades de la tumba de una reina de la V dinastía faraónica (2500-2350 a. C). / EFE
Fotografía facilitada por el Ministerio egipcio de Antigüedades de la tumba de una reina de la V
dinastía faraónica (2500-2350 a. C). / EFE
El Ministerio de Antigüedades de Egipto anunció ayer el descubrimiento de la tumba en Abusir de una reina hasta ahora desconocida y que es denominada en las inscripciones en los muros del recinto Khentakus III. La sepultura ha aparecido durante la campaña de excavaciones de Instituto Checo de Egiptología que dirige Miroslav Barta en la necrópolis de Abusir, uno de los cementerios de la antigua capital faraónica de Menfis, que componen además Guiza, Saqqara y Dashur. Abusir fue el cementerio principal de la V dinastía e incluye varias pirámides, aunque de menor altura y menos espectaculares que las de Giza, donde se enterraron los grandes faraones de la IV dinastía.
En declaraciones al Luxor Times Barta ha recalcado que el descubrimiento «revela una parte desconocida de la historia de la V dinastía y abre la puerta a futuros estudios sobre el árbol genealógico de esta reina de la que nada sabíamos”. En la tumba, cuya destinataria está identificada inequívocamente en las inscripciones que la decoran con los títulos de «Mujer del Rey» y «Madre del Rey», lo que quiere decir que fue una esposa principal que se casó con un faraón y alumbró a otro, se han hallado 23 vasijas de cerámica bajas y altas, incluida una jarra, y cuatro herramientas de cobre, parte del ajuar funerario de la reina. Nada se nos dice del sarcófago y la momia de la soberana lo que significa que probablemente desaparecieron hace mucho tiempo.
La tumba es una mastaba, la estructura sepulcral clásica del Antiguo Imperio junto con la pirámide, en forma de caja rectangular, y contiene una capilla de ofrendas y la cámara de enterramiento, a la que se accede por un pozo, en el subsuelo.“La tumba es parte de un pequeño cementerio al sudeste del complejo de la pirámide del rey Neferefre”, ha explicado Barta, “lo que nos lleva a pensar que la reina Khentkaus puede haber sido la esposa de ese faraón dado que fue enterrada cerca de su complejo funerario”. Jaromir Krejci, miembro del equipo checo que trabaja en el lugar subrayó que los títulos que se dan a la dama en la tumba acreditan la importancia histórica del hallazgo. “Si asumimos que la reina fue enterrada durante el reinado de Nyuserre (2445-2421 antes de Cristo), basándonos en el sello que lleva su nombre y hemos encontrado en la tumba, podemos decir que Khentkaus III es la madre del rey Menkauhore, que fue el sucesor de Nyuserre. Y puede revelar más información de ese rey del que tenemos muy pocos datos».
La dinastía V se suele considerar la pariente pobre de la IV, pues levantaron pirámides mucho más modestas que las de sus famosos predecesores como Keops, Kefrén y Micerinos. No obstante, fue la suya, con nueve faraones, una época de prosperidad y proyección de Egipto en el extranjero, tanto por campañas militares como por empresas comerciales. Los faraones se enterraron en Abusir, aunque al final de la dinastía, Isesi y Unas volvieron al cementerio real de Saqqara. Una curiosidad de la V dinastía es que el Papíro Westcar asegura que los tres primeros reyes fueron trillizos concebidos por Ra en otra Khentkaus, la primera. La famosa reina Khentkaus I, que luce el desconcertante título de «Madre de un rey dual», habría reinado efectivamente como faraón o regente durante la minoría de edad de sus hijos (los farones Userkaf y Sahure), pues se la muestra en su muy particular tumba en Giza con barba falsa. El faraón Neferirkare I, su supuesto tercer hijo, tuvo como esposa a otra Khentkaus (II), propìetaria de pirámide en Abusir. Otra Khentkaus más (A) es una hija de Unas enterrada en Saqqara.

Jacinto Antón, Madrid: Hallada en Egipto la tumba de una reina desconocida,EL PAÍS, 4 de enero de 2015
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Últimos misterios de la tumba de Djehuty

El proyecto español de excavación en Luxor cumple 10 años y seguirá «otro siglo»

José Manuel Galán, en la tumba del alto funcionario egipcio. ABC

El día en el que el pueblo egipcio se levantó contra el tiranosaurio Mubarak, el arqueólogo José Manuel Galán y su equipo iban a celebrar su décimo aniversario de excavación ininterrumpida en la tumba de Djehuty, necrópolis de Dra Abu el-Naga, orilla occidental de Luxor, antigua Tebas. Sobre el mantel de la casa rural (el mítico Marsam) que los acoge, tarta, sangría, jamón serrano y una gran amistad forjada tras una década de prodigiosos descubrimientos en el Atapuerca de Egipto. Los resultados de esta campaña, como el misterioso hallazgo de 80 figurillas de barro de 3.000 años de antigüedad, los presentó Galán en el CSIC, en un acto presidido por la ministra Cristina Garmendia.

Cuando surgieron las primeras revueltas egipcias, el equipo de Galán se vio obligado a interrumpir su extraordinario trabajo de rescate del antiguo Egipto: el nuevo Egipto se estaba levantando contra el opresor. Emoción y trascendencia: «Para la sociedad egipcia y para nosotros, era un cambio muy importante pasar de la dictadura a tratar de instaurar la democracia —explica Galán—. Aportaremos nuestro granito de arena para que haya paz y estabilidad». Durante diez años, Galán y su equipo han contratado a un centenar de trabajadores nativos de Luxor y alrededores que «más que amigos son parte de nuestra familia, por lo que nos preocupan y les deseamos lo mejor».

Doce tumbas desconocidas

En el cuaderno de bitácora de la excavación de Djehuty (www.excavacionegipto.com), fuente pionera en internet desde hace una década cuando apenas existían los blogs, José Manuel Galán y su equipo anotan: «…El mudir preparó una sangría versión West Bank, con vino Omar Khayyam y Sprite, salteado con pedazos de limones y naranjas de aquí buenísimas. Pero eso no fue nada comparado con el estupendo salmorejo de Angie, las tortillas de patata, y el “mullaor” de Joan (parecido a la escalibada). Dos fabulosas tartas endulzaron el final. Un festín, como si se tratara de la celebración de la “bella fiesta del valle” en honor a Djehuty. ¡Larga vida a Djehuty! Di-ankh-er-djet-neheh mi-Ra…». Sobre las cinco de la tarde del viernes 28 de enero, mientras degustan la tarta del X aniversario, saborean un ron Matusalem o un Macallam, o fuman una «shisha» de cereza, en Luxor las revueltas son más suaves que en El Cairo. Pero, aún así, arde en llamas un edificio del Gobierno, un par de estaciones de policía, se apedrea la biblioteca Suzanne Mubarak: «El epílogo, horas después, fueron gases lacrimógenos, carreras por las calles y disparos al aire… Era mejor perder la mitad de una campaña que lamentar pérdidas más graves». Galán y su extraordinario equipo volverán en 2012: «Nos esperan enterradas una docena de tumbas de Djehuty y Hery nuevas desconocidas».

Antonio Astorga, Madrid: Últimos misterios de la tumba de Djehuty, ABC, 13 de julio de 2011

‘Airbags’ para salvar a la madre de las pirámides de Egipto

Grandes bolsas de aire sujetan la estructura.| Cintec.

Todo son achaques cuando se cumplen 4.700 años entre los rigores del desierto. La pirámide escalonada del faraón Zoser (2687 a.C – 2668 a.C.), maltrecha tras sobrevivir a un terremoto en 1992, se mantiene en pie con la ayuda de unos enormes ‘airbags’ mientras un equipo de expertos británicos y egipcios trabaja en su estructura para curar las heridas.

La pirámide del faraón Zoser (2687 a.C - 2668 a.C.). | F. Carrión.La primera gran construcción en piedra del mundo lleva cuatro años postrada en un quirófano. Una prueba de rayos láser dictaminó que la pirámide, levantada en la III dinastía por el sumo sacerdote Imhotep, tenía un elevado riesgo de colapso. La edificación, menos majestuosa que el trío de la meseta de Giza, es el resultado de la superposición de seis mastabas, una estructura truncada de adobe en forma piramidal en cuya cámara subterránea estaba ubicada la tumba real.

Sita a unos 25 kilómetros al sur de El Cairo, la pirámide más popular de la necrópolis de Saqara se sometía desde 2007 a un lento lavado de cara al mismo tiempo que los ingenieros buscaban el modo de reforzar su castigado esqueleto.

Tecnología militar

«Nos enfrentábamos a un problema poco habitual: contar con toneladas de piedras irregulares dispuestas a presión en la abertura de 8 metros cuadrados que forma el techo de la cámara funeraria», explica a ELMUNDO.es el experto Peter James, director de Cintec, la compañía británica encargada de estabilizar su estructura. «La cuestión era cómo asegurar los bloques sin mover ni cambiar ninguna de las fuerzas que actúan sobre ellos. Cualquier modificación podría haber provocado un hundimiento inmediato», agrega.

La empresa de ingeniería, que ha trabajado anteriormente en el Palacio de Buckingham o la Casa Blanca, halló la solución en la innovación empleada por las tropas británicas en Afganistán. El invento consiste en una bolsa de agua que ayuda a amortiguar el efecto de los artefactos explosivos. Fabricadas con el mismo tejido y adaptadas a las diferentes formas de la cúpula de la cámara funeraria, 18 enormes bolsas de aire han sido colocadas en el interior de la pirámide con el objetivo de «impedir que la estructura ceda ante las cargas de compresión».

Proteger el esqueleto de la pirámide

La pirámida quedó maltrecha tras el terremoto de 1992. | Cintec.Una vez consolidado el armazón, este soporte provisional ayudará al equipo -que rehabilitó el castillo de Windsor tras el incendio de 1993- a restaurar el techo de la cámara funeraria que, debido a las fuerzas sísmicas, había perdido su forma plana hasta convertirse en «una cúpula invertida que carecía de apoyos y podría haberse desplomado en cualquier momento», relata James.

Según Hasam Iman, ingeniero del equipo egipcio, el proyecto rehabilitará un complejo sistema de galerías subterráneas y almacenes y once pozos de 32 metros, entre ellos, el que alberga la cámara funeraria del rey, de siete metros de anchura y construida en granito con revestimiento en yeso.

Recuperar a la madre de todas las pirámides aún necesitará tiempo. James enumera las siguientes fases: «Recolocaremos las piedras y, mediante la perforación en seco, instalaremos una red con anclajes de acero de 2 a 3 metros para evitar que las piedras caigan a la cámara funeraria incluso en caso de cargas sísmicas».

Con el corazón a salvo, el faraónico plan de restauración sólo finalizará cuando la pirámide luzca una apariencia remozada, resultado de un trabajo de ‘lifting’ a base de limo y piedra que permanece paralizado desde la revolución del pasado enero.

Francisco Carrión | El Cairo: Airbags’ para salvar a la madre de las pirámides de Egipto, ABC, 13 de julio de 2011

Piedras de un lago sagrado entre las ruinas de la antigua ciudad de Tanis

Bloque dedicado al rey Osorkon III o IV. | Fotos: Ministerio de Antigüedades de Egipto.
Herido por las crecidas del Nilo, Tanis es un enigma enclavado allá donde las venas del Delta enfilan el último tramo hacia el Mediterráneo. Fue capital de Egipto durante las dinastías XXI y XXII (1069-720 a.C.) y su eco real perduró hasta el siglo VI d.C., cuando su gloria fue abandonada por el miedo a una inundación. Tanis, su denominación en griego, fue Dyanet para los antiguos egipcios; San el Haggar en árabe y Zoán en el relato bíblico del éxodo de los judíos hacia la tierra prometida.

Lago sagrado en el Templo de Mut, en la antigua ciudad de Tanis.

La leyenda de Tanis -guardada por sus antiguos moradores, que levantaron a unos kilómetros de su ubicación el pueblo de Tennis- sobrevivió durante siglos y llegó incluso al celuloide. Un primerizo Indiana Jones descubrió entre los restos de su geografía el Arca de la Alianza, la preciada caja negra que debía albergar las tablas de piedra con los Diez Mandamientos.

Consagrada a Amón (símbolo del poder creador), su esposa Mut (la diosa madre) y el hijo de ambos Jonsu (dios lunar), las expediciones arqueológicas todavía horadan su tierra en busca de sus secretos. Una muralla, templos, colosos, obeliscos, esfinges o tumbas reales -algunas de ellas intactas y repletas de oro, joyas y otras piedras preciosas e incluso las máscaras funerarias de sus difuntos faraones- es el legado de la ciudad.

Un lago de 20 metros de largo

El alter ego de Harrison Ford, el ministro de Antigüedades egipcio, Zahi Hawas, anunció este lunes un nuevo hallazgo en Tanis. Arqueólogos franceses han descubierto cientos de bloques de piedra caliza coloreados y tallados que debieron emplearse en la construcción de las paredes de un lago sagrado ubicado en el templo de Mut. A juicio del egiptólogo, conservan algunos de los mejores relieves encontrados en la tierra de los faraones.

Según Hawas, las piezas podrían haber pertenecido al rey Osorkon II (872-837 a.C) y ser usadas en un templo o capilla. Se cree que la piedra fue reutilizada posteriormente en la época ptolemáica (332 a.C.-30 d.C.). Una vez completada la excavación y el estudio de los bloques, la misión gala reconstruirá el proyecto original para determinar si pertenecía a un templo o una capilla.

Bloque dedicado al rey Osorkon III o IV. | Ministerio de Antigüedades de Egipto.

La piedra permitió construir un lago sagrado que media 20 metros de largo, 12 metros de ancho y 6 metros de profundidad. De los 120 bloques que ya han sido desenterrados por el equipo de arqueólogos, 78 poseen inscripciones. Algunas indican su pertenencia al rey Osorkon III o IV e incluyen menciones a «la maestra Mut del lago Isheru».

Tanis, la ‘Tebas del norte’

Tanis, sita a 125 kilómetros de El Cairo, suma un nuevo hallazgo. Conocida como la ‘Tebas del norte’ por su enorme riqueza arqueológica, la ciudad ha recibido unos 6 millones de euros de las autoridades egipcias en un intento de bajar el nivel freático y controlar el agua superficial y subterránea. El objetivo es convertir las ruinas de una de las ciudades egipcias más antiguas en un museo al aire libre que disponga de centro de visitantes, instalaciones turísticas y un centro de exhibición de restos.

Un siglo y medio separa este último descubrimiento de las primeras incursiones arqueológicas. El pionero fue el célebre egiptólogo Auguste Mariette, que inició la excavación en 1860. Tras su muerte, Flinders Petrie halló el templo de Amón y entre 1928 y 1958 una misión francesa descubrió los templos de Mut y Horus y la necrópolis real, expuesta actualmente en el Museo Egipcio de El Cairo.

Francisco Carrión | El Cairo: Piedras de un lago sagrado entre las ruinas de la antigua ciudad de Tanis, EL MUNDO, 27 de junio de 2011

Una nueva barca solar de Keops emerge del fondo de la historia

Egipto desentierra la segunda embarcación del faraón que ha permanecido desmontada 4.500 años en su fosa original junto a la Gran Pirámide

Operarios retiran una de las losas que ocultaba hasta ayer la segunda barca solar de Keops, a las afueras de El Cairo. Zahi Hawass atiende a la prensa en el yacimiento.- KHALED DESOUKI (REUTERS)

Aún quedan misterios por desenterrar en Egipto. Ayer un rayo de luz tocó por primera vez uno que había permanecido bajo las arenas del desierto los últimos 4.500 años. Como dentro de un asfixiante onsen, baño termal japonés, se desarrolló ayer el alzamiento de la primera piedra de la fosa que ha guardado la segunda barca solar enterrada junto a la Gran Pirámide del faraón Keops. Húmedo, vaporoso, caliente. Repleto de cuerpos y cámaras que intentaban atisbar por las rendijas de la lona el movimiento de los trabajadores, mientras el sudor empapaba frentes y ropas.

El cubículo que ocultaba la embarcación se convirtió en el centro del país del Nilo por unas horas. Un lugar que volvía a reclamar la atención del mundo y de aquellos que han dejado de visitarle tras la revolución. Todo esto, en un clima y temperatura controlados. Científicos, ingenieros y operarios accedían cubiertos de pies a cabeza con trajes y máscaras especiales. Mientras el aluvión de periodistas, ávidos por inmortalizar el momento, se apiñaban frente al televisor y lanzaban miradas furtivas al sagrario de lona blanca. En su interior, el sonido de la radial y el olor de la piedra cortada, ahuecada, lo impregnaban todo.

Vigilados de cerca por el doctor Zahi Hawass, el ministro de Estado para las Antigüedades, los trabajadores alzaban un bloque de más de tonelada y media, centímetro a centímetro.

La expectación era mucha bajo la carpa donde el equipo del director de la restauración de la barca solar, Sakuji Yoshimura, profesor de la Universidad Wa-seda en Japón, ha trabajado los dos últimos años codo con codo con un equipo de egipcios. La embarcación fue descubierta en 1954 en un foso contiguo al de la primera barca solar, que se exhibe en el museo situado en la cara sur de la Gran Pirámide. Se decidió preservarla intacta bajo las 41 losas de caliza que la cubrían, para evitar daños.

Solo 30 años después, en 1987, se iniciaron estudios con ondas electromagnéticas y se tomaron muestras para ver su estado. Hawass explicó que la filtración de agua y los insectos que entraron tras una prospección de la National Geographic Society en aquella época con una pequeña cámara, introducida a través de un agujero perforado, contribuyeron al deterioro de las piezas. Por ese motivo «esperaba encontrar la madera en muy mal estado». Algo que al parecer no ha sucedido: «Al levantar la losa hemos podido ver que la situación no es tan grave y confiamos en poder restaurar la barca».

Del constructor de la Gran Pirámide, el segundo faraón de la IV dinastía, que reinó entre el 2609 y el 2584 antes de Cristo, apenas se conserva una imagen. Una pequeña estatuilla de escasos 10 centímetros que se conserva en el Museo de El Cairo. Ahora, además de un segundo barco, los arqueólogos han sacado a la luz un cartucho con su nombre, Keops, y un jeroglífico sin cartucho con el nombre de su hijo Kefrén.

La embarcación, de madera de cedro de Líbano y acacia egipcia, según explicó el ministro, será restaurada por el equipo de Yoshimura en un trabajo cuya conclusión esta prevista para dentro de cuatro años (montar la anterior llevó más de 20). Posteriormente, se expondrá en el nuevo museo en construcción en la meseta y que se inaugurará en 2015. Lo que verán los visitantes es una de las embarcaciones más antiguas del mundo. Una belleza estilizada de tonos marrones y remos como agujas que, si bien fue considerada un barco funerario para trasladar los restos del faraón a la capital, según el egiptólogo Zahi Hawass, «no lo es». En su opinión, «es un barco para el dios, no para el rey». Un barco solar para que Ra pueda recorrer el cielo cada mañana hasta la eternidad.

Nuria Tesón, El Cairo: Una nueva barca solar de Keops emerge del fondo de la historia, EL PAÍS, 24 de junio de 2011

Entre la utilidad práctica y el sentido simbólico

La extracción de la segunda barca de Keops nos devuelve, salvando las distancias (¡cuántas miradas y focos esta vez!), a uno de los grandes momentos de la historia de la arqueología en Egipto. «Como un gato… cerré los ojos. Con los ojos cerrados, olí incienso, un olor sacro. Percibí el olor del tiempo… de los siglos… de la historia. Entonces supe con seguridad que la embarcación estaba allí». Esto escribió -¡hay que ver cómo se emocionan los egiptólogos!- el entonces joven inspector del Servicio de Antigüedades Kamal el Mallakh al hacer un agujero el 26 de mayo de 1954 en lo que parecía una parte de los cimientos de la Gran Pirámide y resultó ser un foso cerrado por enormes lajas de caliza. Metió su antorcha y la luz iluminó lo que semejaba un montón de madera y luego ¡la punta de un remo! Fue un hallazgo colosal: una barca real de la dinastía IV, que pudo ser montada.

La barca de Keops sigue siendo una de las grandes atracciones de Egipto. Pese a que, desde luego, no es la única embarcación faraónica que ha llegado hasta nosotros (hay montones), ni la más antigua. Ese récord lo tienen los 14 barcos hallados en Abydos en 1991 y que datan de los tiempos de la primera dinastía (2950-2775 antes de Cristo).

Las barcas y barcos eran elementos omnipresentes en el Antiguo Egipto, cosa lógica en un país nacido alrededor de un río y con largas costas. Están representados por todas partes en templos y tumbas (recuérdense las numerosísimas maquetas funerarias). Al margen de su utilidad práctica, poseían un enorme significado simbólico: el dios Amón era paseado en una barca sagrada durante sus festividades y el dios solar Ra atravesaba los cielos cada día en el llamado barco del millón de años. El faraón, hijo de Ra, seguía ese celestial destino y, por tanto, necesitaba también su embarcación.

No se sabe a ciencia cierta para que servían los barcos de Keops. El primero está claro que navegó -aunque probablemente remolcado-, así que era un barco de verdad. Se cree que pudo ser empleado para transportar el cuerpo del faraón hasta la zona funeraria. Pero posiblemente también servía simbólicamente para conducir el alma del rey a reunirse con su padre divino. Lo que sí es seguro es para qué emplea ahora Zahi Hawass el segundo barco, que, pese a toda la emoción que nos provoca, estaría mejor dejándolo tranquilo en el sitio donde lleva años: para volver a poner las antigüedades egipcias (y a sí mismo) en el candelero y ayudar a remontar la caída del turismo.

La maldición de la tumba de Tut «sigue funcionando»

El director de Factum Arte, junto a una de las paredes de la réplica. A. ANTONIO

«La réplica de la tumba de Tutankamón es impresionante aunque está por ver si es la solución más adecuada», afirma Jaromir Malek, uno de los más prestigioso egiptólogos del mundo, que en la actualidad es conservador del archivo del Griffith Institute, en la Universidad de Oxford, donde se encuentra la correspondencia y diarios de Howard Carter, así como gran parte de la documentación —fotografías de Harry Burton— sobre el hallazgo de la tumba del faraón. Esto está recogido en el trabajo «Tutankamón: Anatomía de una excavación», al que se puede acceder de manera gratuita a través de la página www.griffith.ox.ac.uk/gri/4tut.html.

A. ANTONIO

Malek, que ofreció el lunes una conferencia en torno a la figura de Carter en la Residencia de Estudiantes, dentro del ciclo «Viajeros del Conocimiento» (en la misma sala donde el propio egiptólogo inglés explicó sus hallazgos en varias conferencias desarrolladas entre los años 1924 y 1928), subrayó la importancia de proteger «urgentemente» las tumbas en Egipto, «algo que no se han tomado muy en serio los egiptólogos», lamentó Malek, refiriéndose a las ordas de turistas que las siguen visitando diariamente. Debido a este problema, Zahi Hawass, presidente del Consejo Supremo de Antigüedades, y hasta hace unos días ministro de Antigüedades, anunció públicamente hace un par de meses la decisión de cerrar la tumba de Tuntakamón (la de Seti I y Nerfertari ya lo hicieron hace años), como medida para protegerla; además de revelar la intencion de abrir un centro, que será construido cerca de la casa de Howard Carter en el Valle de los Reyes, que acogerá esta réplica junto a otras copias de las tumbas de Nerfertari, Seti I y Tutmosis III, además de amplia documentación.

Ver la realidad

El tema levantó entonces un encendido debate sobre si era bueno cerrar las tumbas, y dejar que las réplicas ocuparan su lugar. El egiptólogo checo, en su discurso en la Residencia de Estudiantes, no se mostró muy inclinado a pensar que la creación de copias, como la que ha realizado en Madrid la empresa Factum Arte de la última morada de Tutankamón —«he podido verla, y es impresionante»—, y a la que tuvo acceso ABC la pasada semana, sea la solución. «Está bien combinar piezas originales con copias en algunas exposiciones para completarlas, pero la gente que viaja a Luxor no quiere ver una copia, quiere ver la realidad», argumentó a una pregunta de este periódico ante su reticencia a la fórmula por la que ha apostado Hawass, y que no es nueva. Basta recordar la neocueva de Altamira, u otras iniciativas de similares características en Francia y en Italia.

A. ANTONIO

Ante un público entregado, que abarrotó la sala y que incluso tuvo que permanecer de pie o sentarse en el suelo, Jaromir Malek fue desgranando la trayectoria de Howard Carter, a quien definió como «el triunfo de la perseverancia y el optimismo». Esto le permitió alcanzar metas —con la contribución, por supuesto, de Lord Carnarvor—, a las que otros, antes que él, tuvieron que renunciar. Un enfrentamiento con las instituciones inglesas —«la comunidad académica le toleraba, y él no hizo ningún esfuerzo por caer mejor»— le obligó a abandonar la arqueología. Durante siete años se dedicó a pintar acuarelas en Egipto. «Fue entonces cuando Lord Carnarvor decidió embarcarse en una ambiciosa aventura arqueológica en Egipto, y Carter estaba libre para unirse a él», recordó.

Años de demora

A. ANTONIO

El egiptólogo checo, que fue introducido por el especialista español José Manuel Galán, científico titular del CSIC y director del Proyecto Djehuty en Dra Abu el-Naga, además de detallar, con fotografías, en qué condiciones fue encontrada la tumba KV62 en 1922, aseguró que la maldición que planea sobre esta tumba, y de la que siempre se ha hablado, «sigue funcionando». «Transcurridos más de 80 años desde su descubrimiento todavía no se han podido catalogar todos los objetos encontrados, un total de 5.398. Queda alrededor del 60 o el 70% por publicar. Sólo se ha podido documentar el 30% de lo encontrado», indicó.

Malek atribuye esta laxitud a tres factores importantes: «Que Carter murió siete años después de terminar las excavaciones de la tumba (los trabajos duraron diez años, de 1922 a 1932); a la naturaleza del material de los objetos encontrados, muchas veces muy valioso y pesados, como el oro, lo que hace difícil manejarlos; y la naturaleza del hallazgo. No hay tanta gente que pueda estudiar, cómo se han hecho los muebles, las joyas… Hay que buscar expertos que no procedan de la egiptología, si no de otras áreas».

A. ANTONIO

A pesar de estas limitaciones, Malek considera que es «inaceptable» que falte tanto para concluir la catalogación. «Si se sigue a este ritmo de trabajo, el estudio completo no se podrá presentar hasta el año 2215. Nadie de los aquí presentes lo verá. El objetivo prioritario de los arqueólogos debe ser el de concluirlo lo antes posible», sentenció.

A. ANTONIO

Susana Gaviña, Madrid: La maldición de la tumba de Tut «sigue funcionando», ABC, 9 de marzo de 2011
Fotografías: Ángel de Antonio

Hawass exige que se restaure el gran obelisco de Nueva York

Traslado en barco del obelisco desde AlejandríaEl busto de Nefertiti, la Piedra de Rosetta… sí, pero cuando se piensa bien en cuál es el patrimonio del Egipto faraónico más impresionante que se encuentra fuera del país solemos olvidar lo más obvio: los obeliscos, las llamadas agujas de Cleopatra.

Hay varios repartidos por todo el mundo, pero los verdaderamente monumentales, de más de 20 metros, auténticos titanes de piedra, son ocho: cuatro en Roma (entre ellos el de la plaza de San Pedro), el de la plaza de la Concordia de París, el del muelle Victoria de Londres, el de Atmeidan en Estambul y el de Central Park en Nueva York.

Este último, mandado levantar precisamente por Tutmosis III, ha atraído la celosa mirada de Zahi Hawass. De momento, el poderoso señor de la arqueología egipcia no lo reclama directamente: eso, aunque consecuente con su agresiva política de retorno de la herencia faraónica, sería abrir una verdadera caja de los truenos patrimonial; ¿cómo despojar a las grandes capitales del mundo de esos monumentos que ya son emblemáticos de sus fisonomías urbanas, por no hablar del reto de ingeniería que sería abatirlos y transportarlos? -el de la plaza romana de San Juan de Letrán supera las 500 toneladas-.

¿Petición de devolución?

La maquinaria que se empleo  en la erección del obelisco en Nueva York (Dibujo)Hawass lo que pide de entrada es que se restaure urgentemente el obelisco americano que, denuncia, se encuentra en un injustificable estado de abandono y amenaza ruina. Si no se le hace caso, dice, exigirá la devolución a Egipto para cuidarlo allí debidamente. «La protección y conservación de las antigüedades egipcias es mi deber y considero necesario luchar por las de este obelisco», ha señalado Hawass, que ayer envió una carta al alcalde de Nueva York solicitando el cuidado del gigante pétreo, llevado a Estados Unidos en 1880.

El alto cargo egipcio señala especialmente daños en el texto en jeroglíficos que «ha desaparecido completamente en algunas partes». Y amenaza: «Si Nueva York no puede conservar adecuadamente este obelisco, seguiré los pasos necesarios para devolverlo a casa y salvarlo de la ruina».

De los grandes obeliscos egipcios que se conservan, solo cuatro permanecen en territorio egipcio -cinco si se añade el obelisco inacabado en la cantera de Asuán-: dos en Karnak, frente al cuarto pilono del templo; uno en Matarieh, en las afueras de El Cairo, y otro, cuya soledad fue cantada por Pierre Loti, en la entrada del templo de Luxor: su gemelo es el que fue llevado a París en 1836, mutilando la armonía del conjunto monumental. No hay precedentes de la devolución de un obelisco egipcio pero sí de uno etíope: el de Axum, en 2005.

El obelisco en la actualidad

Jacinto Antón, Barcelona: Hawass exige que se restaure el gran obelisco de Nueva York,
EL PAÍS, 6 de enero de 2011
Fotografía del traslado y erección del obelisco obtenidas en egipto.com
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