Etiquetado: 04.1. Arte romano. Arquitectura

El hallazgo de un sestercio cambia la edad del acueducto de Segovia

El hallazgo de un sestercio cambia la edad del acueducto de Segovia

Los arcos del Acueducto de Segovia. A. M.
Los arcos del Acueducto de Segovia. A. M.
Uno de los monumentos más emblemáticos de España es más joven de lo que se pensaba. Nuevos estudios arqueológicos sitúan la fecha de construcción del Acueducto de Segovia en el siglo II de nuestra era, a partir de los años 112 y 116. La datación tradicional de este Patrimonio Mundial se remontaba al siglo I, hacia el año 98. El área de Turismo del Ayuntamiento de Segovia ya ha encargado una nueva tirada de folletos turísticos con la nueva fecha. Los investigadores concluyen que la edificación de las monumentales arcadas se produjo o bien al final del gobierno de Trajano, o bien, con una probabilidad más elevada, en el gobierno de Adriano. Se trata de una época de gran esplendor de la Segovia romana, generalizada en la parte occidental del Imperio. Tras las grandes conquistas de Trajano en la Dacia y Mesopotamia, el dinamismo del sistema económico y las reformas militares de Adriano, que estabilizaron las fronteras imperiales, llevaron a una gran efervescencia en todos los órdenes en las provincias. Durante su mandato y el de Antonino Pío, en el siglo II, se desarrollaron grandes obras públicas.
Municipio de derecho latino, ya con Tiberio


Según los expertos, la intervención del arqueólogo Germán Prieto Vázquez también demuestra que el acueducto monumental, tal y como ahora se contempla en Segovia, no supone una restauración de obra precedente, en tanto que las arcadas se elevaron, tal como hoy se presentan, desde su origen, excavando una gran trinchera longitudinal. En ella, a su vez, se excavaron las fosas de cimentación de las pilas finales, a gran profundidad, debido a la existencia de un blando sustrato rocoso, de arcillas margas y calizas.

Los análisis de la documentación epigráfica de época romana de Segovia apuntan ahora a la consideración, según el profesor Juan Santos Yanguas, de la Universidad del País Vasco, de que Segovia tenía ya el rango de municipio de derecho latino en época de Tiberio (entre los 14 y 37). Esta constatación tampoco encaja con la propuesta de reconstrucción de la inscripción en la que se basó el prestigioso epigrafista de la Universidad de Heidelberg, Geza Alföldy, ya fallecido, para situar la construcción en el año 98, fecha canónica hasta ahora.

Los nuevos datos, sobre uno de los acueductos más famosos y mejor conservados, se han hecho públicos en el reciente encuentro Ciudades Romanas del valle del Duero, celebrado en Segovia en el mes de octubre. El trabajo de investigación fue presentado por el director del Museo de Segovia, Santiago Martínez Caballero; el profesor de la UNED Víctor Manuel Cabañero Martín, junto con el arqueólogo del Servicio de Cultura de la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León, Luciano Municio, y los arqueólogos segovianos Clara Martín García y José Miguel Labrador Vielva.
El estudio se fundamenta en el análisis de los materiales arqueológicos procedentes de la excavación efectuada en 1998 por el arqueólogo Germán Prieto Vázquez. Exactamente, en los tres pilares de la obra romana en la Plaza del Azoguejo de Segovia, donde se erige el monumento en su máximo esplendor, con su doble piso de arcadas o arcuaciones y sus 29 metros de altura. La evaluación de los materiales ha permitido detectar que el relleno de las fosas de fundación de estas pilas incluye materiales cerámicos (terra sigilata hispánica) fabricados en talleres riojanos de Trittium (Tricio) sobre el primer tercio del siglo II. Además, entre estos rellenos, se halló un sestercio de Trajano emitido entre 112 y 116, durante el sexto consulado del emperador. Estos materiales fueron recuperados por Prieto Vázquez en los estratos de cierre de esas fosas en el momento de construcción de la obra, donde se detectó un ingente volumen de restos de la talla del granito, del tallado de los sillares a pie de obra, según se iban elevando pilares y arcadas. Por tanto, pertenecen al momento de su construcción. Esas fosas solo pudieron cerrarse tras el periodo entre los años 112 y 116, asevera el director del Museo de Segovia.
Martínez Caballero analizó los restos arqueológicos y revisó la documentación junto con Cabañero Martín y Prieto Vázquez, quienes concretaron la nueva fecha. Gráficamente, Luciano Municio explica que no hay más remedio que reinterpretar la edad y la historia del acueducto aunque los años varían poco: “Nos colocamos en los primeros decenios del siglo II, pero cambiamos de emperador, ya no toca Trajano”. Por su parte, la concejala de Patrimonio y Turismo del Ayuntamiento de Segovia, Claudia de Santos, subraya que “hay que ajustar la información a la realidad científica en el ámbito turístico”.
Inscripción en el sotabanco
El director del Museo de Segovia e investigador sostiene que, con anterioridad, se había asentado en los estudios académicos la propuesta de que el acueducto había sido inaugurado al menos veinte años antes, en el año 98, a partir de la hipótesis de lectura que realizó el historiador y epigrafista de la Universidad de Heidelberg, Geza Alföldy, en los años noventa del siglo pasado. Se basó sobre todo en la inscripción que se colocó en el sotabanco, situado entre los dos pisos de arcadas, en su parte más monumental. De ella solo quedan los agujeros realizados en los sillares de granito donde iban encajados los pernos que se fijaban en el reverso de las grandes letras de bronce dorado (letterae inauratae) que componían la inscripción, letras perdidas por completo, aunque quedaban algunas todavía en el siglo XVI.
Para Martínez Caballero, este epigrafista, de gran prestigio, planteó su hipótesis de un texto que proponía una dedicatoria a Trajano en el año 98, durante su segundo consulado, realizada por los magistrados locales por la reconstrucción (restituerunt) del acueducto. Dato que llevaba a especular sobre una construcción original de la obra en época precedente, manifestando algunos investigadores una preferencia por los emperadores de la dinastía de los Flavios, en especial Vespasiano o Domiciano, entre 69 y 98, aunque sin datos contrastados.

Aurelio Martín: El hallazgo de un sestercio cambia la edad del acueducto de Segovia, EL PAÍS, 31 de octubre de 2016
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El hallazgo de un sestercio cambia la edad del acueducto de Segovia

El hallazgo de un sestercio cambia la edad del acueducto de Segovia

Los arcos del Acueducto de Segovia. A. M.
Los arcos del Acueducto de Segovia. A. M.
Uno de los monumentos más emblemáticos de España es más joven de lo que se pensaba. Nuevos estudios arqueológicos sitúan la fecha de construcción del Acueducto de Segovia en el siglo II de nuestra era, a partir de los años 112 y 116. La datación tradicional de este Patrimonio Mundial se remontaba al siglo I, hacia el año 98. El área de Turismo del Ayuntamiento de Segovia ya ha encargado una nueva tirada de folletos turísticos con la nueva fecha. Los investigadores concluyen que la edificación de las monumentales arcadas se produjo o bien al final del gobierno de Trajano, o bien, con una probabilidad más elevada, en el gobierno de Adriano. Se trata de una época de gran esplendor de la Segovia romana, generalizada en la parte occidental del Imperio. Tras las grandes conquistas de Trajano en la Dacia y Mesopotamia, el dinamismo del sistema económico y las reformas militares de Adriano, que estabilizaron las fronteras imperiales, llevaron a una gran efervescencia en todos los órdenes en las provincias. Durante su mandato y el de Antonino Pío, en el siglo II, se desarrollaron grandes obras públicas.
Municipio de derecho latino, ya con Tiberio


Según los expertos, la intervención del arqueólogo Germán Prieto Vázquez también demuestra que el acueducto monumental, tal y como ahora se contempla en Segovia, no supone una restauración de obra precedente, en tanto que las arcadas se elevaron, tal como hoy se presentan, desde su origen, excavando una gran trinchera longitudinal. En ella, a su vez, se excavaron las fosas de cimentación de las pilas finales, a gran profundidad, debido a la existencia de un blando sustrato rocoso, de arcillas margas y calizas.

Los análisis de la documentación epigráfica de época romana de Segovia apuntan ahora a la consideración, según el profesor Juan Santos Yanguas, de la Universidad del País Vasco, de que Segovia tenía ya el rango de municipio de derecho latino en época de Tiberio (entre los 14 y 37). Esta constatación tampoco encaja con la propuesta de reconstrucción de la inscripción en la que se basó el prestigioso epigrafista de la Universidad de Heidelberg, Geza Alföldy, ya fallecido, para situar la construcción en el año 98, fecha canónica hasta ahora.

Los nuevos datos, sobre uno de los acueductos más famosos y mejor conservados, se han hecho públicos en el reciente encuentro Ciudades Romanas del valle del Duero, celebrado en Segovia en el mes de octubre. El trabajo de investigación fue presentado por el director del Museo de Segovia, Santiago Martínez Caballero; el profesor de la UNED Víctor Manuel Cabañero Martín, junto con el arqueólogo del Servicio de Cultura de la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León, Luciano Municio, y los arqueólogos segovianos Clara Martín García y José Miguel Labrador Vielva.
El estudio se fundamenta en el análisis de los materiales arqueológicos procedentes de la excavación efectuada en 1998 por el arqueólogo Germán Prieto Vázquez. Exactamente, en los tres pilares de la obra romana en la Plaza del Azoguejo de Segovia, donde se erige el monumento en su máximo esplendor, con su doble piso de arcadas o arcuaciones y sus 29 metros de altura. La evaluación de los materiales ha permitido detectar que el relleno de las fosas de fundación de estas pilas incluye materiales cerámicos (terra sigilata hispánica) fabricados en talleres riojanos de Trittium (Tricio) sobre el primer tercio del siglo II. Además, entre estos rellenos, se halló un sestercio de Trajano emitido entre 112 y 116, durante el sexto consulado del emperador. Estos materiales fueron recuperados por Prieto Vázquez en los estratos de cierre de esas fosas en el momento de construcción de la obra, donde se detectó un ingente volumen de restos de la talla del granito, del tallado de los sillares a pie de obra, según se iban elevando pilares y arcadas. Por tanto, pertenecen al momento de su construcción. Esas fosas solo pudieron cerrarse tras el periodo entre los años 112 y 116, asevera el director del Museo de Segovia.
Martínez Caballero analizó los restos arqueológicos y revisó la documentación junto con Cabañero Martín y Prieto Vázquez, quienes concretaron la nueva fecha. Gráficamente, Luciano Municio explica que no hay más remedio que reinterpretar la edad y la historia del acueducto aunque los años varían poco: “Nos colocamos en los primeros decenios del siglo II, pero cambiamos de emperador, ya no toca Trajano”. Por su parte, la concejala de Patrimonio y Turismo del Ayuntamiento de Segovia, Claudia de Santos, subraya que “hay que ajustar la información a la realidad científica en el ámbito turístico”.
Inscripción en el sotabanco
El director del Museo de Segovia e investigador sostiene que, con anterioridad, se había asentado en los estudios académicos la propuesta de que el acueducto había sido inaugurado al menos veinte años antes, en el año 98, a partir de la hipótesis de lectura que realizó el historiador y epigrafista de la Universidad de Heidelberg, Geza Alföldy, en los años noventa del siglo pasado. Se basó sobre todo en la inscripción que se colocó en el sotabanco, situado entre los dos pisos de arcadas, en su parte más monumental. De ella solo quedan los agujeros realizados en los sillares de granito donde iban encajados los pernos que se fijaban en el reverso de las grandes letras de bronce dorado (letterae inauratae) que componían la inscripción, letras perdidas por completo, aunque quedaban algunas todavía en el siglo XVI.
Para Martínez Caballero, este epigrafista, de gran prestigio, planteó su hipótesis de un texto que proponía una dedicatoria a Trajano en el año 98, durante su segundo consulado, realizada por los magistrados locales por la reconstrucción (restituerunt) del acueducto. Dato que llevaba a especular sobre una construcción original de la obra en época precedente, manifestando algunos investigadores una preferencia por los emperadores de la dinastía de los Flavios, en especial Vespasiano o Domiciano, entre 69 y 98, aunque sin datos contrastados.

Aurelio Martín: El hallazgo de un sestercio cambia la edad del acueducto de Segovia, EL PAÍS, 31 de octubre de 2016
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Pompeya renace de sus cenizas

Pompeya renace de sus cenizas

El primer ministro italiano, Mario Monti, dio hoy vía libre al gran proyecto de conservación y relanzamiento del área arqueológica de Pompeya, en el sur de Italia, que contará con 105 millones de euros de financiación, tanto nacional como proveniente de fondos de la Unión Europea (UE).

Termas Stabiane, en Pompeya. EFE

El jefe del Ejecutivo tecnócrata de Italia compareció este jueves en la ciudad de Nápoles, próxima a Pompeya, para presentar las primeras cinco convocatorias de concurso público para las obras de este proyecto, con el que se pretende frenar el deterioro de las ruinas de Pompeya, agravado, sobre todo, por las fuertes lluvias caídas en los últimos años.Según explicó Monti en un acto retransmitido por televisión, la iniciativa, promovida el año pasado por el Gobierno de Silvio Berlusconi, pretende «asegurar todas las zonas en riesgo» y garantizar que el proyecto se lleva a cabo con «empresas y trabajadores capaces y honestos, manteniendo lejos a la criminalidad organizada», la mafia. Aseguró además que esta iniciativa tendrá en cuenta a los «más desfavorecidos», sobre todo los más jóvenes, en una región meridional que vive una situación económica «seria» y que sufre la crisis de forma «más acentuada» que otros lugares.Monti incidió en que la «estrecha colaboración» que tiene que haber entre cultura y desarrollo económico se tiene que dar en Pompeya no solo por el interés de las generaciones futuras de italianos, sino también por el de las de todo el mundo, pues esta área arqueológica recibe una media de 6.000 visitas diarias, con picos de hasta 20.000 en temporada alta turística.

Las cinco primeras licitaciones para el proyecto sobre Pompeya están destinadas a la conservación de la Casa del Criptopórtico (563.168 euros); de la Casa de Sirico (1,24 millones de euros); de la Casa del Marinero (1,01 millones de euros); de la Casa de las Paredes Rojas (192.298 euros), y de la Casa de los Dióscuros (1,45 millones de euros).

«Pompeya es un bien de la humanidad y es también símbolo, emblema de una de las más importantes raíces de la cultura occidental», dijo el Ministro de Cultura italiano, Lorenzo Ornaghi, durante la presentación. Ornaghi explicó que el plazo para la realización del proyecto es de tres años y que el modelo de cooperación entre instituciones propuesto por su Ejecutivo ha gustado «mucho» a la Unión Europea (UE).

El pasado 29 de marzo la Comisión Europea (CE) aprobó formalmente la concesión de ayudas del FEDER al proyecto de Pompeya, que contará con 41,8 millones de euros de financiación europea y 63,2 millones de euros de fondos italianos. Los restos arqueológicos de Pompeya, ciudad del antiguo Imperio Romano sepultada en el año 79 d.C. por una violenta erupción del vecino volcán del Vesubio, han sufrido un gran deterioro en los últimos tiempos, sobre todo con derrumbes parciales debido a las fuertes lluvias que azotaron la zona tanto en 2010 como en 2011.

EFE, Roma: Pompeya renace de sus cenizas, Público, 5 de abril de 201
La guerra en Siria castiga un patrimonio cultural clave

La guerra en Siria castiga un patrimonio cultural clave

Los ataques que agitan Siria desde hace más de un año han expuesto sus tesoros arqueológicos al pillaje y la destrucción, sobre todo la antigua ciudad de Palmira y las ruinas grecorromanas de Apamea, inscritas en la lista de Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Unesco. Las zonas más expuestas, según los expertos, son aquellas que a partir de ahora escapan al control del régimen donde los ladrones apuntan a museos, monumentos y áreas de excavación arqueológica, señalan las fuentes. «Desde hace tres o cuatro meses los actos de pillaje se han multiplicado. Hemos recibido un vídeo que muestra a gente arrancando mosaicos a martillazos en Apamea. En Palmira se están realizando excavaciones clandestinas», señala Hiba al-Sakhel, responsable de los museos de Siria.

Ruinas de la ciudad romana de Palmira (Siria), con el castillo árabe al fondo / Corbis

Los rebeldes, por su parte, basándose también en vídeos, afirman que muchos lugares, especialmente la Ciudadela de Saladino (al norte), que alberga una ciudadela medieval, y el célebre sitio de Apamea, han sido bombardeados por el Ejército que intenta castigar bastiones de la oposición. Los actos de pillaje, que ya existían en el país, han crecido con los enfrentamientos violentos que asuelan Siria desde el estallido el 15 de marzo 2011 de las revueltas contra el régimen de Bachar al-Assad.

«Los arqueólogos todavía no han explorado toda Siria, así que allí donde se excave, se pueden hacer descubrimientos», señala Sakhel. «Pienso que estos ladrones son ciudadanos atraídos por el beneficio y que no entienden la importancia de lo que encuentran», añade y asegura temer que se pierda «una gran parte de la Historia». Piezas del museo de Hama (en el centro del país) han sido robadas, según los expertos. Se trata de armas antiguas y una estatua que data de la era aramea.

Más al norte, en la ciudadela de Shaizar, encaramada sobre el río Oronte, ha sido perjudicada, mientras que al sur, en Apamea, una estatua romana en mármol has sido robada, según los expertos. Las piezas sustraídas, que transitan por Líbano y otros países vecinos, son en seguida vendidas en el mercado negro. También saqueada, la ciudad antigua de Ebla, en la provincia noroccidental de Idleb, ha sido arrasada por los combates entre el Ejército y los rebeldes.

En al castillo de Crac de los Caballeros, joya de la época de las Cruzadas e importante imán turístico, los guardias del lugar tienen prohibido el paso por hombres armados, según Sakhel. Para Michel al-Maqdiss, director general de antigüedades y museos de Siria, la zona en mayor riesgo es la región del macizo calcáreo, famoso por sus pueblos muertos próximos a Turquía. A finales de marzo la Unesco había pedido a las partes implicadas en el conflicto «asegurar la protección de su excepcional patrimonio», mientras que la oposición siria alzaba la voz de alarma, afirmando que los ataques del Ejército ponían en peligro los emplazamientos históricos.

Siria posee un importante patrimonio arqueológico e histórico. Su capital, Damasco, es una de las ciudades más antiguas del mundo. Seis lugares (la Ciudad Vieja de Damasco, Bosra, Alepo, Palmira, Crac de los Caballeros y la Ciudadela de Saladino) y los pueblos antiguos del norte están inscritos en la lista del patrimonio mundial de la Unesco. «Con Mesopotamia, Siria comparte las grandes etapas que han marcado los principales avances humanos, como el nacimiento de las primeras ciudades», explica Marc Griesheimer, director del departamento de Arqueología e Historia de la Antigüedad en el Instituto Francés de Oriente Próximo.

Las autoridades sirias han retirado ya numerosas piezas de los museos nacionales. La idea es que se ubiquen, en condiciones de seguridad, en la sede del banco central, indica Sakhel. «Espero que la comunidad internacional envíe un mensaje al pueblo sirio para decirle que es nuestro patrimonio lo que está en peligro. Es un patrimonio es todos los sirios, no del Gobierno ni del presidente, sino de la Humanidad», concluye.

Jocelyne Zablit (AFP) Beirut: La guerra en Siria castiga un patrimonio cultural clave, EL PAÍS, 6 de abril de 2012
Las cuatro columnas del Palau de la Generalitat, 1.900 años de historia

Las cuatro columnas del Palau de la Generalitat, 1.900 años de historia

La roca de granito que pica el cantero de Troya es una verdadera mole. Es lógico. De ella tiene que salir una columna de unos seis metros de altura y de unas veinte toneladas de peso. Su destino, al otro lado del Mediterráneo, es la Tarraco romana, donde dicha columna de granito, junto a otras, terminará por levantarse en el foro provincial coincidiendo, probablemente, con la estancia del emperador Adriano en la ciudad. Pero por todopoderoso que se creyera el emperador, ni él ni nadie podrían haber aventurado, en aquel siglo II d.C. que cuatro de esas mismas columnas llegadas de Troya seguirían presidiendo –unos 1.900 años más tarde– la fachada principal del palacio de una institución llamada Generalitat de Catalunya, en Barcelona.

Ésta es la historia de esas cuatro columnas que, esculpidas hace casi dos mil años, siguen cumpliendo su cometido en la plaza de Sant Jaume. Las investigaciones llevadas a cabo durante años por el Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC) han permitido reconstruir este largo viaje en el espacio y en el tiempo. «Este es un buen ejemplo de cómo, antiguamente, la reutilización de materiales arquitectónicos era la cosa más habitual del mundo y a nadie se le ocurría mandarse construir una columna si por allí cerca ya las había antiguas y en buen estado», razona Jordi López, investigador del ICAC.

Las columnas romanas que jalonan la entrada de Palau. Marc Arias Las columnas de granito de la región de Troya (la Tróade), en la actual Turquía, fueron, durante siglos, algunas de las manufacturas arquitectónicas más conocidas del Mediterráneo. «Se consideraba este granito un material perdurable y de mucha calidad, y no hay que perder de vista que los patricios romanos que aspiraban a un cierto estatus social siempre intentaban utilizar materiales que les sirvieran para poner de relieve su poder», reflexiona Isabel Rodà, directora del ICAC. Como sucede hoy en día, no todos los materiales tenían la misma consideración. No era lo mismo un cotizadísimo porfirio rojo egipcio que cualquier otro mármol. Según qué materiales –y el granito de la Tróade es uno de ellos– eran, pues, una verdadera exhibición de poderío social y económico.

De ahí que los 45 fustes de granito de la Tróade documentados hasta la fecha en Tarragona –todos ellos, además, de dimensiones similares– lleven a suponer a los investigadores que fueron importados para un mismo conjunto arquitectónico de una gran magnitud y relevancia institucional. No todos tenían la capacidad económica de costear el transporte, vía marítima, de una cantidad tan elevada de columnas de grandes dimensiones, que ya llegaban completamente terminadas (prefabricadas, que diríamos hoy).

La principal hipótesis de los investigadores del ICAC, a falta de pruebas concluyentes, es que todo este conjunto de columnas viajeras debió de llegar a Tarraco con motivo de la estancia del emperador Adriano en la ciudad, que tuvo lugar durante el invierno del 122-123 d.C.

El destino de los fustes habría sido el foro provincial y, más concretamente, el templo dedicado al emperador Augusto, restaurado en aquella época. Coronaban las columnas capiteles de mármol del Proconeso, en la actual Turquía.

Sea como fuere, Roma se vino abajo y con el paso del tiempo las columnas imperiales eran un material demasiado valioso como para ser desaprovechado. «Sabemos gracias a algunas noticias antiguas que algunas de ellas fueron utilizadas en la construcción de una iglesia, hoy desaparecida, en la zona de Sant Pere Sescelades, unos kilómetros al norte de Tarragona», cuenta Isabel Rodà.

Fue en el siglo XVI cuando las columnas troyanas de esta primigenia iglesia empezaron a ser reutilizadas y así fue como, en el año 1598, cuatro de ellas fueron trasladadas hasta Barcelona para presidir la fachada del palacio de la Generalitat.

«Es evidente que detrás del traslado a Barcelona se encuentra Pere Blai, que es el arquitecto a quien se encarga el diseño y las obras de la fachada del palacio que da a la plaza de Sant Jaume», asegura Jordi López. Hasta aquella fecha, pese a haber nacido en Barcelona, Pere Blai, considerado el mayor exponente de la arquitectura renacentista en Catalunya, había desarrollado la mayor parte de su carrera en las comarcas de Tarragona. Blai conocía bien la ciudad de Tarragona y la antigua iglesia de Sant Pere Sescelades, de donde, en 1582, ya había sacado dos de sus columnas romanas para colocarlas –y ahí siguen– en la puerta de acceso a la capilla del Santíssim de la catedral de Tarragona.

Así pues, unos años más tarde, lo único que hizo el insigne arquitecto renacentista fue repetir la operación, pero con cuatro de los fustes llegados desde Troya, en lugar de dos, y en esta ocasión, con Barcelona como destino. El traslado de los cuatro fustes gigantescos se hizo por mar tras recibir la correspondiente autorización del Consejo Municipal de Tarragona.

Según el relato del historiador local José Sánchez Real (en su libro Obra menor III): «El día 9 de diciembre de 1598 recibieron los cónsules de Tarragona una carta de los diputados en la que se les decía que necesitando cuatro columnas para la portalada y teniendo noticia de la existencia de algunas en Tarragona, pedían que se las cedieran». Según este mismo historiador, las autoridades municipales de Tarragona accedieron a la petición que les llegaba desde Barcelona, siempre y cuando no se tocara ninguna de las columnas que tuvieran alguna utilidad en las construcciones de la antigua iglesia de Sant Pere Sescelades que todavía se mantenían en pie.

«Pere Blai necesitaba columnas bien conservadas y nobles, que le fueran bien para una obra solemne como la que se le había encomendado, y las encontró en Tarragona, algo que además resultaba mucho más barato que construirlas de nuevo», reflexiona la directora del ICAC. Y ahí siguen, en una plaza de Sant Jaume que poco se parece, eso sí, a la de la época, que era mucho más pequeña.

En la Tarragona de hoy en día, columnas troyanas hermanas de las cuatro del palacio de la Generalitat pueden observarse en el Passeig Arqueològic y hasta en algún parterre, como elemento decorativo. Es el caso de los cuatro fragmentos de granito que decoran una gran rotonda frente al hotel Imperial Tarraco y con vistas al Mediterráneo y al anfiteatro. Testimonios todos ellos, ya sea de relleno en una rotonda o en palacios ilustres, de una historia que arrancó hace casi dos mil años en una cantera de la Tróade, cuando los romanos dominaban todo un imperio.

Toni Orensanz: Las cuatro columnas del Palau de la Generalitat, 1.900 años de historia, La Vanguardia, 30 de enero de 2012

La policía halla en Nápoles un mausoleo del siglo II d. C. oculto por un basurero ilegal

La policía halla en Nápoles un mausoleo del siglo II d. C. oculto por un basurero ilegal

Los agentes descubren una galería subterránea al excavar con una grúa entre las 58 toneladas de inmundicia

Un policía italiano ilumina con una linterna una pared de un mausoleo del siglo II d. C., cuyo acceso estaba oculto bajo la basura de un vertedero ilegal en Nápoles. (FOTOS: CIRO DE LUCA, AGN FOTO)

«Hay cosas que pueden pasar solo en Italia. En lo bueno y en lo malo». La voz de Michele Ciarla llega emocionada por el móvil. El Comandante de la Guardia di Finanza de Pozzuoli, macro pueblo de 80.000 habitantes arrimado a Nápoles, acaba de descubrir un mausoleo romano sepultado bajo los escombros de un vertedero ilegal. «Soy un gran estudioso y apasionado de arte antigua: todavía no me creo lo que vi», exclama. Lo que vio y que le dejó sin palabras es un local de unos 15 metros cuadrados, con vueltas y arcos, decorado con estucos y rastros de color en las paredes. Según la Superintendencia provincial se trata de un monumento funerario construido en el II siglo después de Cristo. En pleno estilo napolitano, el comandante cuenta con toda riqueza de detalles y concediéndose varios golpes de efecto teatral. Sin prisa y sin pausa.

«El área es un descampado donde hoy en día está prohibido construir porque sabemos que por allí pasaba una antigua calzada, la vía Domiziana, que llevaba a Roma, y aún se encuentra el arco Felice Vecchio perfectamente conservado». Los arqueólogos estiman que los ciudadanos de la antigua Roma solían construir sepulcros para sus muertos a lo largo de este camino, para encaminarles en el viaje hacia el otro mundo. Los vecinos de la Pozzuoli actual saben que bajo sus pies dormitan restos romanos, seguramente de gran valor, aunque de momento no hay excavaciones. Así que algunos se han organizado por sí solos. Es el caso de la señora de 64 años que, bajo el descampado de 1.700 metros cuadrados que posee, ha encontrado, saqueado y escondido, el mausoleo rescatado hoy por Ciarla y sus hombres. El área está ahora incautada y la señora ha sido denunciada.

Un policía indica el acceso a la galería subterránea que lleva al mausoleo.

«Fuimos a controlar la zona. Encontramos un montón de neumáticos viejos, residuos muy peligrosos que no pueden ser tirados así como así. Y al lado, estaba una gran casa de campo medio destruida. Pero se notaba que había sido derrumbada adrede. Sus ladrillos (58 toneladas) servían para esconder aún más el acceso al monumento subterráneo». Quitando los escombros, el comandante encontró una apertura y un zulo profundo unos tres metros que permitía bajar al local. «Hasta había una escala de madera. Me fue claro de inmediato que por allí habían pasado los tombaroli [ladrones de antigüedades]: muchas estatuillas de estuco habían sido removidas y el ambiente estaba vacío».

La Superintendencia de Pozzuoli confía ahora en que este mausoleo fue construido según las reglas arquitectónicas de la época, es decir con tres habitaciones. Si – como sostiene la superintendente – el local ‘salvado’ hoy es el atrio, faltan dos habitaciones más que llevar a luz. » Visto el antipasto, si hemos llegado antes que los tombaroli, van a ser preciosas. Todo un descubrimiento», dice Ciarla.

Los policías acudieron a la zona para acordonar un área de 1.700 metros cuadrados debido a la presencia de un basurero ilegal.
Un agente baja a la galería subterránea por una escalera.
Algunos bolsos de basura habían sido abandonados incluso dentro del mausoleo romano del siglo II después de Cristo.
En el interior del mausoleo los policías han hallado restos de estucos y decoraciones.
Un policía mira el acceso subterráneo al mausoleo, ante una gran masa de neumáticos.

La Historia se derrumba

La Historia se derrumba

Después de los derrumbes provocados por las lluvias recientes en la ciudad del Vesubio, el arqueólogo relata que el problema persiste desde que en el XVIII se comenzó a dejar a la intemperie

Los millones de visitantes que cada año entran en Pompeya y recorren sus calles, apenas ven una mínima parte de lo que hoy día emerge de la ciudad sepultada por la erupción del 79 d. C. La tragedia, descrita por Plinio el Joven en una carta a Tácito, tuvo lugar durante el principado del emperador Tito Flavio Sabino Vespasiano, más conocido como Tito. Modernamente, oleadas de viajeros de todo el mundo, en grupos numerosos y guiados a toda prisa, acceden por la Porta Marina, contemplan el Foro, transcurren por la Via della Abondanza, desde la que hacen un pequeño desvío para oír algunos comentarios pícaros en un minúsculo lupanar, vuelven al teatro, descansan en la cafetería… y ya han visto una de las ciudades antiguas más famosas del mundo. Sin duda, la visita a Pompeya, aunque solamente sea unas horas, deja multitud de recuerdos: las huellas de los carros en el pavimento de las calles, los perros vagabundos que acompañan a los turistas desde que llegan, los moldes en yeso de los que no pudieron huir o de quienes tuvieron la osadía de adentrarse en plena catástrofe para intentar el saqueo de una ciudad que estaba siendo abandonada. Todo es nuevo y desconocido para el visitante. Nunca hubieran podido imaginar que pasearían por las calles de una ciudad de hace dos mil años.

Pero detrás de la visita deslumbrante se esconde una tragedia poco conocida: gran parte de los edificios que quedaron protegidos bajo la «nevada negra» de ceniza volcánica han sufrido toda clase de daños con el transcurso del tiempo, después de excavados en época moderna. Las casas con sus paredes estucadas y decoradas con pinturas, que maravillaron a los estudiosos de la antigüedad desde el siglo XVIII, no se conservan de la forma en que salieron cuando fueron excavadas. De las pinturas murales apenas ha sobrevivido poco más de un diez por ciento. Los grafitos y carteles electorales que se veían en las fachadas de las casas, los conocemos hoy por dibujos y, en el mejor de los casos, por fotografías. Aquí y allá quedan restos arruinados de los toldillos que se ponían en los años treinta para proteger algunos estucos o carteles de la luz del sol, que acabaría por borrarlos. Poco a poco multitud de edificios se han ido disolviendo como terrones de azúcar, sin que se haya podido hacer apenas nada eficaz para su protección.

El origen de la destrucción

De vez en cuando —y la última vez fue en 2008— las autoridades italianas proclaman que este lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se encuentra en estado de emergencia. Pero la destrucción es imparable desde que empezó a excavase en el siglo XVIII.

El debate acerca de las medidas más eficaces para evitar la destrucción de Pompeya comienza ya en los inicios de las excavaciones. Por ello, la primera casa que se sacó a la luz en tiempos de Carlos III, que fue el complejo termal y residencial de Julia Felix, cerca del anfiteatro, volvió a cubrirse después de que fuera debidamente dibujada por los ingenieros militares que trabajaban en esta empresa. Pero ha sido en épocas recientes cuando se ha vuelto a desenterrar y desde entonces la lluvia, el calor intenso y las inclemencias del tiempo han ido degradando su estructura para convertirse en una de las zonas peligrosas para el visitante.

En casos como este tenemos el núcleo central del debate, que siempre ha estado flotando en la conservación de las ciudades sepultadas por el Vesubio. En un principio, cuando la corte de Nápoles estaba organizada en torno a un gran proyecto de excavación, se seleccionaban las pinturas, se cortaban y se llevaban enmarcadas y sobre losas de pizarra al museo que Carlos III había comenzado a reunir en el recién construido Palacio de Portici. Pero la ciudad entera no cabe en un edificio y pronto comienzan los cualificados viajeros del Gran Tour a emitir toda clase de juicios y opiniones sobre la manera más acertada de proteger la ciudad.

Uno de ellos es el vizconde de Chateaubriand, quien comenta en sus Viagesque «los edificios descubiertos en Pompeya se arruinarán pronto; pues, aunque las cenizas que los trabaron los han conservado, perecerán al aire si no se trata de mantenerlos o repararlos. Sólo los monumentos públicos, edificados a gran costa con granito y mármol han resistido en todos los países a la acción del tiempo; pero las habitaciones domésticas, las villas, propiamente dichas, se han desplomado, porque la fortuna de los particulares no les permite levantar obras que luchen con los siglos».

Las bombas en 1943

Desde entonces hasta nuestros días no ha cambiado gran cosa el debate, pero si se han agudizado, y mucho, las circunstancias. El visitante ocasional apenas conoce que una inmensa parte de la ciudad que él no ve fue excavada en los años veinte y treinta en un inmenso proyecto auspiciado por Mussolini, que quería mostrar en este y en otros lugares las grandezas del Imperio. Pero el exceso de superficie excavada hizo que Pompeya fuera, a partir de ese momento, mucho más difícil de conservar con la frescura e integridad con que había salido a la luz.

Tampoco conoce el visitante que durante la Segunda Guerra Mundial la ciudad romana fue bombardeada, dejando un panorama de desolación que superaba con mucho al producido por las inclemencias del tiempo. Todavía en la Casa del Fauno se ve —aunque suele pasar desapercibido— un enorme proyectil de hierro. Más de ciento cincuenta cayeron en la ciudad y algunas zonas están desde entonces acotadas e inaccesibles a los visitantes. Una de estas casas, en la que excava desde hace cuatro años la Universidad Complutense de Madrid y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, sufrió el impacto de nada menos que tres bombas el día 23 de agosto de 1943. El suma y sigue de la destrucción tiene toda clase de episodios, pero es difícil imaginar que una ciudad deshabitada, como era Pompeya, fuese un objetivo al que arrojar nada menos que 159 bombas de gran calibre.

Las palabras de Chateaubriand son válidas aún hoy día. Pero a ellas habría que añadir algunas reflexiones. Se trata de una ciudad sin habitantes, sin contribuyentes, sin que los propietarios de las casas estén continuamente reparando aquí una grieta y allí una gotera. Las casas están con sus paredes pintadas y sus enlucidos sometidas a la acción de las inclemencias naturales del tiempo. Pompeya es una ciudad sin habitantes que la conserven, pero acosada por millones de visitantes a los que a veces tienta el deseo de llevarse un recuerdo. Se arrancan estucos, se escriben nombres, fechas y toda clase de ocurrencias en las paredes romanas, sin que los vigilantes alcancen a evitarlo en todos los casos.

Una reflexión de los profesionales que trabajan en Pompeya nos trasmitía con desolación que había cien casas pompeyanas que necesitaban restauración urgente. Pero, si se quiere hacer un trabajo con las suficientes garantías, no se pueden concluir, con los actuales presupuestos, más de dos casas cada año. Es decir, a las últimas les llegaría el turno dentro de cincuenta años. Es cierto que se necesitan cuantiosas sumas para conservar las ciudades vesubianas. También se requieren arqueólogos, arquitectos, restauradores y operarios muy cualificados, y en Pompeya los hay. Además, son numerosos los países que contribuyen a estudiar y documentar unos lugares que son desde hace siglos el mayor referente de la arqueología romana. En los últimos días Pompeya ha sido noticia porque se han destruido dos paramentos murarios. Es triste, pero quizás este episodio sirva para incrementar unos presupuestos cada vez más menguados y aumentar el número de profesionales, que es a todas luces insuficiente.

Juan Luzón Nogué (arqueólog): La Historia se derrumba, ABC, 4 de diciembre de 2010
El Templo de Venus y Roma recupera su eslendor

El Templo de Venus y Roma recupera su eslendor

Vista general del Templo de Venus y Roma. | Tiziana Fabi El Templo de Venus y Roma, el impresionante monumento que el emperador Adriano ordenó construir en el año 121 d.C. en el corazón de Roma, ha reabierto al público mostrando todo su esplendor después de permanecer cerrado durante casi treinta años para ser restaurado. Sometido a las inclemencias del tiempo y a la acción del hombre desde hace siglos, el monumento reabre ahora por primera vez tal y como el propio Adriano lo concibió.

Los trabajos han permitido volver a unir las dos celdas originales del templo, la dedicada a Roma y la dedicada a Venus, que durante un largo período permanecieron separadas por un muro. Además, se han reconstruido parte de las paredes fracturadas y erosionadas por el paso del tiempo, se han afianzado los cimientos y se ha mejorado el sistema de desagüe en la zona para evitar que se produzcan filtraciones y desplazamientos de tierra a causa de las lluvias.

Situado en el lado sur de la colina Velia, a sólo unos metros del Coliseo, el Templo de Venus y Roma era considerado el más grande de la capital del Imperio. Aunque fue Adriano quien ordenó su construcción en el año 121 con la voluntad de unir en un mismo espacio las estatuas de la diosa Venus y de Roma, que personificaba el Estado Romano, no fue inaugurado hasta el año 141, bajo el mandato del emperador Antonino Pío.

Visitas fotografiando el Templo de Venus y Roma. | Tiziana FabiDe forma rectangular, el templo estaba rodeado en sus dos lados de mayor longitud por un doble pórtico de columnas de granito gris, mientras que en los dos laterales cortos se abrían sendas escalinatas que portaban al Coliseo y al Foro, respectivamente. En el interior, dos salas orientadas en sentido opuesto y precedidas por un vestíbulo servían para rendir culto a Venus y a Roma, unidas por un muro continuo. Sin embargo, ese mismo muro se convirtió en una forma de división a partir del siglo VII, cuando la zona dedicada a Roma pasó a formar parte del convento de Santa Francisca Romana y la de Venus, orientada hacia el Coliseo, quedó transformada en un jardín.

Gran parte de los restos que pueden contemplarse hoy, se atribuyen a una restauración llevada a cabo por Majencio en el año 307 después de que un incendio destruyera la parte central del Foro, entre ellos las columnas en pórfido situadas en las paredes o el pavimento de losas de mármol. Junto a estos restos, se ha recuperado también el jardín exterior del templo, en el que aún se conserva una parte de la columnata que rodeaba el monumento.

El Templo de Venus y Roma puede visitarse como parte del recorrido por los Foros Imperiales y su reapertura permite contemplar una de las construcciones más memorables de la antigua Roma en todo su esplendor.

Vista general del Templo de Venus y Roma. | Tiziana Fabi

Detalle del Templo de Venus y Roma. | Tiziana Fabi

Vista general del Templo de Venus y Roma. | Tiziana Fabi

Efe | Roma: El Templo de Venus y Roma recupera su eslendor, EL MUNDO, 11 de noviembre de 2010

La cultura se derrumba en Italia

La cultura se derrumba en Italia

Pompeya, la ciudad petrificada por la ceniza del Vesubio, ha aguantado 2.000 años en pie. En ese tiempo ha sobrevivido a terremotos, invasiones, expolios, los bombardeos de la II Guerra Mundial, la visita de los ricos viajeros del Grand Tour y la de los turistas de Ryanair, camorristas, guías ilegales, perros callejeros. La caída de la Casa de los Gladiadores, el sábado pasado, ha alarmado al mundo sobre el estado real del parque arqueológico más importante de Europa. Mucha gente, dentro y fuera de Italia, se pregunta: «¿Será que Pompeya lo ha resistido todo salvo a Silvio Berlusconi?».

Ruinas de la Casa de los Gladiadores de Pompeya tras su hundimiento el pasado sábado.- AFP

El ministro de Cultura, Sandro Bondi, compareció ayer en el Parlamento para tratar de explicar el desastre. Se mostró apesadumbrado, pero se negó a dimitir. «Si tuviera responsabilidad dimitiría. Pero no la tengo», dijo. Según Bondi, la culpa de lo ocurrido no es del Gobierno, sino de los superintendentes, es decir, de uno de los cuerpos más prestigiosos de la Administración italiana. Bondi, que además de ministro es coordinador nacional del Pueblo de la Libertad .y vate de cámara de Berlusconi-, aumentó la inquietud general al decir que el hundimiento «no se debió a la falta de recursos económicos, sino a la gestión de esos recursos», y al afirmar que «el Gobierno no puede garantizar que no se vayan a producir nuevos derrumbes».

Solo un día después de que la Comisión Europea declarara su «tristeza y estupor» y recordara a Roma que Pompeya «forma parte no solo de la historia de Italia sino de Europa y del mundo», el Gobierno respondía eludiendo toda responsabilidad. Cabe imaginar lo que habrá pensado el jefe del Estado, Giorgio Napolitano, quien la semana pasada reclamó, al borde de las lágrimas, «explicaciones sin hipocresías». El lunes, al conocer que la primera causa aducida por el ministro era la «intensa lluvia», Napolitano ya replicó: «El cambio climático no justifica desastres achacables a la incuria y la falta de respeto a las reglas».

Según Bondi, la degradación en la gestión del patrimonio existe, pero es más un problema de filosofía que de dinero. Quizá no le falte razón, aunque los recortes económicos aplicados a la cultura por su Gobierno son cualquier cosa menos suaves. Los fondos directos se han rebajado en unos 260 millones de euros a tres años. Y el tajo del gasto impuesto a los entes locales supondrá otros 800 millones adicionales.

Los Ayuntamientos de todo el país y la federación de entes culturales públicos han convocado mañana una jornada de movilización contra los recortes y para «defender el derecho a la cultura». Museos, teatros, sitios arqueológicos y bibliotecas cerrarán sus puertas o abrirán gratis. Con el Gobierno a punto de caer, el debate se ha hecho más candente. Según la Asociación Nacional de Arqueología, «la negligencia y la ausencia de un mínimo mantenimiento han causado ya daños irreversibles al patrimonio arqueológico». Para Alessandra Mottola, directora de la ONG Italia Nostra, que se ocupa de la protección del patrimonio paisajístico y cultural, «sin fondos ni manutención, el conjunto de los tesoros culturales está en peligro. Todos los monumentos corren el mismo riesgo que Pompeya, desde el Coliseo a la Domus Aurea o la catedral de Florencia».

El derrumbe de la Casa de los Gladiadores ha sido, en todo caso, una catástrofe anunciada. Como dijo ayer Walter Veltroni, escritor y dirigente del Partido Democrático, «es un síntoma más de una cultura abandonada». Profesionales, sindicatos, artistas y arqueólogos llevan tiempo criticando «el estilo populista» de la gestión cultural, que prima los grandes eventos, la propaganda y la figura del manager económico a la defensa efectiva del patrimonio y el trabajo lento y seguro del especialista.

Gianfranco Cerasoli, líder del sindicato UIL en Pompeya, explica que el sitio, como los Uffizi de Florencia y otros teatros, museos y parques arqueológicos del país, ha sido tratado por Berlusconi «como la basura de Nápoles: con el criterio de la emergencia permanente». En los dos últimos años, Pompeya ha dependido de un comisario especial, Marcello Fiori, que trabajó en la emergencia de la basura con la todopoderosa (y corrupta, según los fiscales) Protección Civil, el organismo fetiche de Berlusconi.

Las noticias de grandes y oscuros negocios, malversación e infiltración de las mafias (inmobiliarias y de obras de arte) en el sector cultural salen con frecuencia a la luz. Bondi nombró hace meses, por sugerencia de la Protección Civil, a un peluquero siciliano como director de las obras de restauración de la Galería de los Uffici. Cuando la prensa señaló que era cercano a ambientes de la Cosa Nostra, el ministro revocó el nombramiento.

Basta visitar Pompeya, Paestum, el Coliseo o las torres de Bolonia para darse cuenta de la incuria de la que habla Napolitano. Las señales son inexistentes cuando no contradictorias, hay suciedad por doquier, los aparcamientos no ofrecen seguridad… Mientras la Casa de los Gladiadores se venía abajo, en Isernia, un pueblo de 21.000 habitantes, el Ministerio está levantando un inmenso teatro para 700 personas, con un escenario de 300 metros cuadrados. Bondi inauguró las obras en 2009. Iban a costar cinco millones, luego 20, finalmente, 40.

Miguel Mora, Roma: La cultura se derrumba en Italia, EL PAÍS, 11 de noviembre de 2010

El secreto de Itálica

El secreto de Itálica

Quienes mejor conocen Itálica, por haberla investigado, amado o tenido a su cargo, revelan sus lugares favoritos en este conjunto arqueológico romano.

La Fundación Itálica acaba de emprender un ciclo de conferencias en el que los antiguos directores del conjunto arqueológico cuentan su visión del mismo, su experiencia allí. Es tan buena esta idea de dar voz a quienes conocen y aman aquello de lo que hablan, tan infrecuente, que El Correo ha querido seguir su estela. Sin pretensiones, sin sesudos afanes historicistas, sin azúcares añadidos. Una sola pregunta: ¿cuál es su lugar favorito de Itálica? Tomen nota, porque el resultado probablemente sea, gracias a todos ellos, una de las más emotivas y originales guías jamás publicadas sobre la antigua ciudad romana.

Rafael Ortiz, galerista y patrono de la Fundación Itálica: «Siempre me gustaron las vías y las calzadas romanas. Imaginar los desplazamientos por estas vías en la época en que se construyeron me parece algo tan revolucionario y que propició tanto las comunicaciones como el tren de alta velocidad en la actualidad. De la ciudad de Itálica, uno de mis lugares preferidos y que me resulta más sugerente es el cardo máximo, que la atravesaba de Norte a Sur.»

Myriam Seco, arqueóloga: «Mira, el lugar que más me gusta de Itálica es la summa cavea del anfiteatro, porque es la parte más alta y desde allí se tiene una visión del conjunto y se aprecia la grandiosidad del edificio y la espectacularidad del lugar. Además, si es al atardecer, mejor, con la mezcla de olores, colores y sonidos que acompañan a la puesta de sol.»

Javier Verdugo, ex director de Itálica: «Hay un punto junto al parque desde el que sólo se ve Itálica. Tener en un primer plano el anfiteatro y frente a ti toda la ciudad es una vista única que te abre todos los sentidos.»

Fernando Amores, del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, encuentra cierto reduccionismo en la pregunta aunque aprecia el que «te obliga a recordar recuerdos», y accede: «Quizás me decido por las Termas Mayores ya que el primer impacto que me produjo hace tantos años, cuando las visité, quizás en 1976, se mantiene vivo. Las Termas suponen para mí la ruina en su misterio; sus viejas osamentas se esconden bajo la tierra sin saber su final y su monumentalidad nos conecta con la idea de Imperio. Vislumbrar las bóvedas, oscuras, sugiere enigmas que sólo la ruina es capaz de transmitir. Allí habita la culebra, el conejo y el búho.»

Y prosigue: «Este lugar permanece aislado del resto de las edificaciones excavadas y en su visita nos envuelve el entorno rural, permitiéndonos el sueño de que somos nosotros quienes las descubrimos. Si a todo ello le añadimos una tarde de otoño a la caída del sol y con un grupo de amigos, privilegio que nos gustaría hacer extensivo a todos, entonces resaltan vivencias inolvidables de vacío, silencios y ecos del pasado.»

Enrique González Pol, vicesecretario de la Fundación Itálica: «El lugar del conjunto que más me impresiona y donde mejor me siento es la pequeña colina desde la que se contemplan las ruinas del anfiteatro; allí imagino el edificio en su integridad, las cáveas y el velario con sus mástiles y poleas; el sonido de los espectáculos, los vestidos de los asistentes, sus ovaciones o sus muestras de desagrado ante lo que se les ofrecía. Veo la Roma viva de cada día, la vida cotidiana, que también es Historia.»

He aquí el elemento preferido de María Luisa de la Bandera, del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla: «La planimetría de la ciudad. Es una muestra que abraza, de manera global, el desarrollo sociocultural de la sociedad romana», afirma.

José Luis Escacena Carrasco, del mismo departamento: «Los lugares que más me gustan de Itálica son aquellos que han conservado tablas de juego grabadas en sus piedras, sobre todo porque hablan
del calor humano en la vida diaria de la ciudad.»

María del Mar Martínez Moratalla, patrona de la Fundación Itálica: Para mí lo más especial es la Casa de los Pájaros. Es increíble cómo se ha conservado, es una belleza.»

Julio Mallén, secretario de la Fundación Itálica y enamorado confeso de ese conjunto: «Lo que más me llama la atención de Itálica son los arañazos en el umbral de una casa de la Cañada Honda, provocados por una puerta descolgada. Ese detalle, el día que me lo enseñó Javier Verdugo, me hizo ver que, aún hoy, allí sigue habiendo vida.»

También desde el seno de la misma Fundación, en su calidad de vicepresidenta primera, interviene Amalia Gómez: «Mi lugar preferido de Itálica es la vista del anfiteatro desde cualquier punto de la parte elevada, frente a la entrada. Es una sensación espacial muy interesante, porque se mezcla el recinto cerrado arquitectónico y la amplitud -que sólo limita el horizonte- de la zona viaria.»

Julio Domínguez, arquitecto: «El anfiteatro, especialmente la capilla donde se encontraba la tabula gladiatoria. Que por cierto, la tabula debe volver a Itálica, porque es la única que existe en el mundo y, sobre todo, porque donde la tienen es en el Museo Arqueológico Nacional, no la ve nadie y es de suma importancia el significado de la misma y debe volver donde se encontró, igual que lo ha hecho la Dama de Elche.»

Isabel Rodá, directora del Instituto Catalán de Arqueología Clásica: «El lugar que a mí más me gusta es el anfiteatro: tiene magia tanto el edificio en sí, su estado actual y el paisaje de alrededor. Y el que más emociona, aunque humilde: el pequeño taller del artesano que trabaja los mármoles reaprovechados del Traianeum.»

Ana María Reggiani, superintendente arqueológica de Los Abruzzos: «El monumento de la antigua ciudad romana de Itálica que prefiero es el anfiteatro, porque transmite aún hoy la idea del esplendor de esta antigua ciudad, cuna de los emperadores Trajano y Adriano.»

José María Raya, profesor titular de la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla: «La Casa de la Exedra, porque no sé exactamente lo que es. ¿Un colegio? ¿Un sitio para acceder a la milicia?»

De utilidad:
Qué: Conjunto Arqueológico de Itálica. Dónde: Avda. Extremadura (Santiponce). Cuándo: Mantiene su horario de verano hasta el próximo día 30: de martes a sábado, de 8.30 a 21 horas, y los domingos y festivos de 9 a 15 horas.
Apuntes breves: Fundada en el año 206 a.C. Tuvo murallas. Quedó deshabitada en el siglo XII. Fue devastada en la época árabe. Los primeros en protegerla fueron los invasores franceses (s. XIX). Fue la primera ciudad romana fuera de Italia.

César Rufino: El secreto de Itálica, El Correo de Andalucía, 25 de septiembre de 2010
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