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La cuna del Cristianismo se salvará

La cuna del Cristianismo se salvará

Sus «copropietarios» (las iglesias ortodoxa griega, ortodoxa armenia y católica) olvidan sus enfrentamientos y dan luz verde a la rehabilitación

Una mujer cristiana y su hijo, en la basílica de la Natividad de Belén el pasado día 24. REUTERS

A los cristianos belenitas les gusta decir que Dios «les dio el gran regalo de que su hijo naciera en Belén hace dos mil años». La Biblia narra que lo hizo en un pesebre (Lucas 2:7), sobre el que Constantino erigió una iglesia en el siglo IV, que fue aniquilada por los samaritanos, y después el Emperador Justiniano (527-565) construyó una basílica, que ha llegado hasta nuestros días en un estado lamentable. La lluvia se cuela hace décadas por las cubiertas del siglo XV, como ha documentado la Unesco, hasta hacer charcos en el interior. Hay riesgo de que un cortocircuito provoque un incendio. La humedad se come la madera. Los frescos medievales pintados en las columnas de la nave central se borran, nublados entre la mugre y el humo de las velas, y los mosaicos se deshacen. Conmueven los estragos que en este edificio han causado el tiempo y la pobreza. Pero también el egoísta control —luego consolidado por el «statu quo» de los Santos lugares de 1852—, que desde las Cruzadas han ejercido sus «copropietarios»: las iglesias ortodoxa griega, ortodoxa armenia y católica, que, enfrentadas entre sí, han impedido reparar un templo que creen suyo.

«Esta basílica, muy antigua y necesitada de restauración, se había convertido en un símbolo de nuestra incapacidad de hablar», admitía en septiembre el franciscano Pierre Battista Pizzaballa, jefe de la Custodia de Tierra Santa, coincidiendo con el anuncio de que, por fin, las tres iglesias se han puesto de acuerdo y la Natividad va a ser renovada en profundidad. La Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha aportado el primer millón de dólares para pagar los estudios previos. Pero harán falta de 12 a 20 más para ejecutar el plan. Está asumido que habrá que pedir «apoyo internacional» financiero y donaciones a los cristianos de todo el mundo para conseguirlos. El deterioro del santuario es inexplicable. Lo dice el profesor de Análisis Estructural y Diseño del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Ferrara (Italia) Claudio Alessandro, que coordina el equipo científico internacional que desde octubre está ya realizando el diagnóstico anterior a las obras. «El edificio entero no está en riesgo de colapso, pero su tejado, sin duda, requiere una intervención rápida para evitar derrumbes parciales», ha explicado el experto a ABC. Preocupa la podredumbre de las vigas y sus cerchas de apoyo, particularmente en la estructura principal de la techumbre, que ya está registrando hundimientos localizados. Por encima, habrá que sustituir las planchas de plomo de la cubierta exterior para evitar que siga filtrándose el agua.

No más alentador es el estado de salud de los yesos interiores. «Desafortunadamente —señala el experto—, están gravemente dañados y muchas partes se han caído o se están convirtiendo en polvo». Los mosaicos, o lo que queda de ellos, han sufrido la misma mala suerte. Signo del antiguo esplendor de la basílica, la mayoría de ellos del siglo XII y trabajados con un primoroso fondo dorado, hoy es casi imposible distinguir las figuras de los antepasados de Cristo que representan. Las teselas «se han desprendido, están en peligro de ruina si no se consolidan ya y, además, han perdido su brillo debido a siglos de negligencia y abandono».

El único hallazgo positivo ha sido la ausencia de patologías severas en la estructura de mampostería. «Se ha conservado bastante bien, sin grietas significativas o deformaciones visibles», confirma Alessandri. El mérito es del «buen suelo de roca sobre el que descansa y la precisa técnica constructiva utilizada». Sus artífices fueron, en parte, los sucesivos ejércitos de musulmanes y cruzados que acabaron dando a la basílica un aspecto de fortaleza para defenderla, sin saber que con ello la estaban preparando para protegerse de los estragos y el olvido posteriores.

Incendios, terremotos…

La ministra de Turismo palestina, Khulud Daibes, reconocía este diciembre que en la Natividad —ese «gran regalo» divino que tiene Belén— «no se ha hecho nada en siglos…» Informes como el de Qustandi Shomali, de la Universidad local, recuerdan los arreglos de 1842, quizás los mayores practicados en el santuario después de que en 1834 fuera sacudido por un violento terremoto. En 1869 el edificio sufrió un incendio originado en el subsuelo, en la gruta del Nacimiento. En 1938 hubo reparaciones, pero nunca fueron integrales.

La cuna del Cristianismo se consume en la miseria por culpa de la negligencia, quizás inseparable de la turbulenta historia de guerras que siempre ha rodeado a este templo, uno de los Santos Lugares más disputado.

El veredicto del profesor Alessandri es más rotundo: «Por supuesto, los conflictos políticos, las ocupaciones y las condiciones económicas han jugado un papel significativo en el estado de abandono parcial de esta iglesia —advierte—, pero creo que la mayoría de los problemas vienen de la falta de consciencia de la población local sobre la importancia de su patrimonio y su falta de interés por preservarlo para futuras generaciones». Y añade: «He quedado muy sorprendido por la decadencia física de este Templo de la Cristiandad, cuya conservación debería ser una prioridad para el género humano, sin importar la religión el país, la raza y la cultura a la que pertenecen».

Laura L. Caro: La cuna del Cristianismo se salvará, ABC, 30 de diciembre de 2010

Los retratos de los apóstoles, con mayor antigüedad

Los retratos de los apóstoles, con mayor antigüedad

Vista general de la catacumba en la que están las imágenes de losLa catacumba de Santa Tecla -estructura funeraria cercana a la Basílica de San Pablo Extramuros, una de las cuatro basílicas mayores de Roma- se encuentra camuflada bajo un anónimo edificio de los suburbios, siendo una de las más pequeñas y desconocidas. pero durante siglos ha albergado en sus entrañas un tesoro pictórico completamente ignorado: las imágenes más antiguas de los cuatro Apóstoles más venerados de Jesucristo. El Vaticano sospechó de la importancia de los frescos escondidos en el pasadizo más profundo de la catacumba hace dos años, cuando inició un laborioso proceso de restauración. El extraordinario descubrimiento –ya reseñado en este blog– dataría las imágenes del siglo IV d. C.

El primero en salir a la luz fue San Pablo, azote de los primeros cristianos antes de convertirse en el mayor propagador del cristianismo. San Pablo aparecía representado siguiendo la iconografía tradicional de la época paleocristiana, con un rostro delgado, barba oscura a punta y calvo. La Comisión Pontificia de Arqueología Sacra declaró este icono como el más antiguo del apóstol. Lo dató a finales del siglo IV, poco antes de que las catacumbas, o cementerios cristianos subterráneos, dejaran la clandestinidad a favor de los muros y suelos de las iglesias. El retrato se hallaba a sólo medio kilómetro de sus restos, enterrados en la cripta de la Basílica de San Pablo Extramuros.

Sala en la que se ubican los retratos de los apóstolesY nada hacía pensar que junto al apóstol iban a aparecer otras tres iconografías. El descubrimiento ha sido posible gracias a la aplicación de las últimas tecnologías. Según explicó en rueda de prensa la responsable de la restauración, Barbara Mazzei, «gracias a un láser de gran potencia, pudimos ver que detrás de la gruesa capa de yeso se escondían otras imágenes que caracterizaban perfectamente a otros tres apóstoles»; el laser permite arrancar el carbonato de calcio sin arrastrar la película de pintura. Y así apareció el busto de San Pedro, reconocible gracias a la barba blanca y mandíbula cuadrada del Apóstol Pescador, el pescador a quién Jesucristo encomendó las riendas de la Iglesia, representado como un hombre anciano. Junto a él se encuentra Andrés, hermano de Pedro y caracterizado por la fuerza de su rostro, que contrasta con la delicadeza de aspecto del rostro juvenil de Juan, «el Apóstol amado», que aparece, en palabras de uno de los restauradores, con los habituales «labios carnosos».

La responsable de la restauración de los frescos, Bárbara Mazzei, explicó que los retratos de los Apóstoles son los más antiguos hallados jamás. En épocas anteriores los discípulos aparecen representados dentro de escenas mucho más amplias, mientras que en la catacumba aparecen como los cuatro vértices que rodean a Jesucristo, en la bóveda de una tumba. Este, representado como Buen Pastor, rodeado de ovejas, parece atraerles, «como un motor inmóvil», describió ayer uno de los arqueólogos, parafraseando a Aristóteles. Los paralelismos con el mundo clásico no acaban ahí. En la sala que antecede se halla el profeta Daniel completamente desnudo, a imitación de los héroes griegos. El pintor que decoró estas salas tenía todavía muy fresca la tradición pictórica dominante hasta entonces.

Rostro de San Pablo Las pinturas, de hecho, son las del fin de una época, los últimos testigos de la dominación romana. Han aparecido en un hipogeo privado de una rica matrona cristiana -se presupone que una «nobildonna» romana, es decir, perteneciente a una familia noble pero sin título nobiliario-, posiblemente mujer culta de las que rodeaban a San Jerónimo, el autor de la Biblia en latín conocida como Vulgata. El retrato de la dama y su hija surgen de una de las paredes de la cámara subterránea. Según la explicación de los expertos, la mujer conocía perfectamente las escrituras. Por eso, cuando en el siglo IV se daba inicio al culto de los apóstoles, esta mujer eligió a Pablo, Pedro, Andrés y Juan como sus protectores, de ahí la representación iconográfica. «El descubrimiento demuestra la introducción y la difusión del culto de los apóstoles en los orígenes del cristianismo», comentó Mazzei. En el caso de Andrés y Juan, se trata de las representaciones más antiguas que existen sobre ellos, mientras que de Pedro «existen ya imágenes de mediados del siglo IV, pero nunca solo en un icono, siempre en medio de otros apóstoles o en escenas colectivas», explicó por su parte Fabrizio Bisconti, responsable arqueológico de las catacumbas de Santa Tecla.

El buen estado de las pinturas sorprendió a los expertos, debido a que buena parte de la estructura de las catacumbas se encuentra cubierta por un edificio construido en los años 50. «Por suerte su construcción no ha dañado esta magnífica obra de arte», comentó Bisconti. No obstante, supone una amenaza a una estructura tan frágil como una flor. Los vecinos del edificio que cubre la catacumba, ignoraban el tesoro que tienen bajo sus pies, riegan cada día sus parterres y las gotas de agua se deslizan peligrosamente por las barbas subterráneas de los venerables apóstoles.

Representación de San PedroPara el presidente de la Comisión Pontificia de Arqueología Sacra, monseñor Gianfranco Ravasi, este descubrimiento es un signo más de la «necesidad de hacer hablar a todos los monumentos de este tipo. Hay que hacer que su voz suene en la plenitud de sus valores y belleza», sentenció. La Comisión Pontificia, que preside monseñor Ravasi, fue fundada por Pío IX en 1852 con el fin de «custodiar los cementerios sacros antiguos, para cuidar su conservación, proseguir con su investigación y estudio, y para tutelar la memoria de los primeros cristianos», escribió por aquel entonces el Pontífice. Gracias a esta premisa, se ha podido llevar a cabo la exhaustiva investigación en las catacumbas de Santa Tecla, que ha dado como fruto el descubrimiento de las primeras representaciones iconográficas de los apóstoles.

La ciudad de Roma alberga en su interior más de medio centenar de catacumbas que se remontan a los siglos II y III. La mayoría de estas construcciones se realizaba en toba, una piedra caliza y muy porosa que se encuentra sobre todo en el centro de Italia. Para acceder a las catacumbas se desciende por una vertiginosa escalera que conduce a las galerías donde están situados los «lóculos», las sepulturas de los cristianos más humildes. La visita a estas estructuras se suele realizar junto a un guía debido a la estructura laberíntica de las catacumbas que en el pasado ha dejado a algún turista con más de un susto.

Pero también en las catacumbas se enterraban a los primeros mártires asesinados por las violentas persecuciones cometidas por los emperadores Decio, Valeriano y Diocleciano. En torno a las tumbas de estos mártires se desarrolló una forma de culto por parte de los peregrinos que dejaban sus oraciones escritas en estos sepulcros, intentando colocar a sus seres queridos lo más cerca posible de estos mártires. Se espera que estos descubrimientos animen a los visitantes de la Ciudad Eterna a descubrir también bajo sus pies el patrimonio de las catacumbas de Roma.

Imagen de San Juan

San Andrés

Representación de Jesucristo


Fuentes:

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