Etiquetado: 13. Arte del siglo XIX. Arquitectura

Gaudí, el arquitecto de Dios

Gaudí, el arquitecto de Dios

El 10 de junio de 1926 un tranvía atropellaba al genial arquitecto catalán. Moría dos días después

Gaudí, en 1878, a los veintiséis años de edad

Durante medio siglo ejerció un oficio del que muy pocos hombres pueden presumir: edificar sueños. Antonio Gaudí albergaba en su cabeza los paraísos de la geometría y de la física, su mente y su corazón nacieron abovedados y las hercúleas columnas de su vida y de su obra fueron el catolicismo, la pasión por la Naturaleza y su amor por Cataluña. Se cuenta que no fue un estudiante de relumbrón, y que la carrera de Arquitectura se le hizo más pesada que el hormigón armado. Porque Gaudí llevaba la arquitectura en las entrañas. Apenas levantaba planos, bullían en su cabeza y luego pasaban a una maqueta tridimensional y, si hacía falta, se corregía a pie de obra hasta el último detalle.

De joven simpatizó con el socialismo utópico y hasta imaginó los planos de un falansterio. Pero la fe se impuso y quien en su juventud también había ejercido de distinguido dandi en la noche barcelonesa adoptó un modo de vida espartano: comidas frugales, caminatas de diez kilómetros diarios, sencillez y hasta ayunos que le pusieron a las puertas de la muerte.

Las obras que hizo para su amigo y mecenas Eusebio Güell, El Capricho de Comillas, el Palacio Episcopal de Astorga, la Catedral de Santa María de Palma de Mallorca, la Casa Batlló y la Casa Milà son todavía testigos de la profunda huella del genio. Pero a partir de 1915 se entregó en cuerpo y alma (sobre todo alma) al Templo de la Sagrada Familia, la única catedral del siglo XX construida como las medievales, con tanto esfuerzo físico y material como ingentes cantidades de fe. Cambó y Prat de la Riba le tentaron para sus proyectos catalanistas, pero el edificio de la política se le quedaba pequeño.

Un 10 de junio de 1926 cuando iba a visitar a su confesor en la iglesia de San Felipe Neri un tranvía lo atropelló. Confundido por su aspecto y por ir indocumentado con un mendigo, la asistencia médica se retrasó. Murió dos días después. Desde entonces, los arquitrabes del cielo nunca habían sido tan sólidos.

Manuel de la Fuente: Gaudí, el arquitecto de Dios, ABC, 12 de junio de 2011

El secreto mejor guardado de la Torre Eiffel

El secreto mejor guardado de la Torre Eiffel

Investigadores franceses crean una simulación informática del monumento más visitado del mundo para averiguar cómo ha resistido 120 años

 La Torre Eiffel, el monumento más visitado del mundo, fue construida para durar sólo dos décadas. Pero ya lleva aguantando contra viento y marea 120 primaveras, y lo hace con un estado de salud insolentemente bueno. Para descubrir el secreto de esa eterna juventud y averiguar qué puede pasar en el futuro, los franceses han efectuado un trabajo de simulación informática de varios meses. Ahora, la Torre Eiffel ya tiene su avatar en 3D. La operación de modelización informática de la legendaria dama de hierro se está convirtiendo en el escaparate agradable de algo mucho menos conocido: un plan gubernamental de 500 millones de euros para estudiar los miles de infraestructuras críticas de Francia que, por viejas, amenazan con desmoronarse.

El Centro Técnico de las Industrias Mecánicas (Cetim), bajo contrato con el Ministerio de Industria francés, ha sido el encargado de efectuar la modelización 3D de la Torre Eiffel real, a la que se suben cada año unos 6,8 millones de turistas, es decir, más que los habitantes de la Comunidad de Madrid. Este es un considerable proyecto de ingeniería. Como explica el Cetim, ha habido que estudiar primero la Torre Eiffel verdadera, mediante análisis de materiales, para transformarla en fórmulas matemáticas y crear la Eiffel virtual que se presenta con sus «165.000 elementos, 148.000 nódulos y 900.000 grados de libertad», según los ingenieros, imitaciones perfectas de la realidad. Es decir, que no sólo es una imagen, sino que bajo esa imagen hay un conjunto de fórmulas matemáticas. Con el avatar así creado, los ingenieros pueden simular, por ejemplo, cuanto aguantaría la dama de hierro si se encadenaran 50 años de calentamiento climático en París, o qué pasaría si la capital fuera asolada por meses de vendavales. «Este sistema nos permite observar con precisión el impacto de cualquier intervención en la torre sobre cada una de las tuercas, el desgaste de las visitas, o qué pasaría si se modifica un restaurante o se retoca un ascensor», explica Alain Carcan, director técnico del proyecto.

La técnica de crear un avatar para examinar el efecto del clima o las inversiones, es ahora habitual en las infraestructuras nuevas. Para esos materiales modernos, ya existen las fórmulas. Con la Torre Eiffel hubo que ir a buscar los planos originales del genial ingeniero y arquitecto y estudiar materiales decimonónicos. Ahí se produjo la primera sorpresa de los seis ingenieros que trabajaron durante 14 meses con superordenadores y análisis químicos o mecánicos: las 7.300 toneladas de estructura metálica, los 2,5 millones de remaches y los 18.038 elementos de acero (hierro dulce) de la Eiffel van bien. Es como si por el total de 11.700 toneladas de la dama de hierro no pasaran los años. Según contaron los ingenieros de Cetim a la AFP, ese acero inventado a finales del siglo XVIII tiene un comportamiento idóneo, con una mejor resistencia a la oxidación que ciertos aceros del siglo XX. De cara al futuro, los ingenieros sometieron el modelo virtual a varios escenarios de viento, nieve o escarcha, y a elevadas cifras de visitantes y diferentes obras. «Incluso llegamos a imponer a la Torre el doble de su carga de peso: se movió, pero no fue destruida», explica Stéphane Roussin, responsable de estructura de la Torre Eiffel. No obstante, se niega a dar detalles sobre los escenarios en los que sí se cae la torre. Y añade: «Tenemos mucho margen».

La modelización 3D de la Torre Eiffel es el proyecto vitrina de un asunto mucho más delicado, bautizado como «prevención de riesgos y prolongación de infraestructuras». En enero pasado, el Gobierno aprobó un plan de 500 millones de euros para evaluar el estado de miles de infraestructuras críticas algo viejas, que necesitan «instrumentos de vigilia y de anticipación» como la simulación 3D. Es lo que tiene haber sido un país que muy pronto se industrializó y se modernizó: ahora lo moderno es viejo y en el siglo XXI no hay fondos públicos o privados como para renovar todo lo que nuestros bisabuelos y abuelos sí supieron financiar. Según un documento del Cetim, la edad promedio de las canalizaciones de agua potable de Francia es de 33 años y la de los oleoductos de 44 años. Entre 2006 y 2008, se registraron 64 fugas en canalizaciones de materias peligrosas, un 46% de ellas causada por la corrosión debida al envejecimiento.

Andrés Pérez, El secreto mejor guardado de la Torre Eiffel, Público, 16 de enero de 2011
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