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Arte de Córdoba

Leones ibéricos

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La obra del C4, en Córdoba, seleccionada para los premios Mies van der Rohe

Interior del C4 en una reciente visita | MADERO CUBERO
Interior del C4 en una reciente visita | MADERO CUBERO
El proyecto arquitectónico de construcción del Centro de Arte Contemporáneo (anteriormente conocido como C4) ejecutado en Córdoba por Nieto Sobejano Arquitectos ha sido seleccionado como uno de los 420 finalistas para el Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea Mies van der Rohe 2015. La comisión ha designado a un total de 420 proyectos construidos en todo el territorio europeo. De éstos, 35 están en España, según ha informado la propia Fundación. Iniciado en 1987 por el Ayuntamiento de Barcelona y la Comisión Europea, el premio de 60.000 euros es el más importante de la arquitectura Europea y se concede bianualmente a obras acabadas en los dos años previos a su entrega. Los principales objetivos del premio son reconocer y remarcar la excelencia en el campo de la arquitectura y dar a conocer la importante contribución de los profesionales Europeos en el desarrollo de nuevas ideas e investigación tecnológica, además de los clientes que permiten que estas obras sean posibles. El arquitecto español Rafael Moneo ganó este premio por la construcción del Kursall de San Sebastián.
El edificio del Espacio Andaluz de Creación Contemporánea, que se levanta en el Parque de Miraflores, en la margen izquierda del río Guadalquivir, se presenta como un gran contenedor multifuncional que será capaz de adaptarse a las continuas evoluciones técnicas y a las necesidades de los nuevos creadores. El proyecto surge como una factoría del arte, como un contenedor equipado y versátil destinado a las formas de expresión artística más innovadoras. El Espacio se configura así como una secuencia de recintos vinculados a una calle pública, en la que confluyen las distintas funciones del edificio.

La superficie del solar que ocupa el edificio es de 6.967 metros cuadrados y la superficie construida total es de 12.287 metros cuadrados, que se distribuye en plantas sótano, baja, primera y cubierta. Los arquitectos Nieto y Sobejano, ganadores del concurso internacional de ideas convocado por la Junta, basaron su propuesta en la reinterpretación de la arquitectura islámica, donde cada espacio es susceptible de transformarse y expandirse en secuencias de diferentes dimensiones y usos y donde se da especial relevancia a la geometría. El edificio se concibe a partir de un sistema de patrón geométrico, originado en una forma hexagonal, que contiene a su vez tres tipos diferentes de salas, de 150, 90 y 60 metros cuadrados. Como un juego combinatorio, las permutaciones de estos tres recintos generan secuencias de distintas salas que eventualmente pueden llegar a configurar un único espacio de exposición.

Asimismo, los materiales contribuyen a sugerir el carácter de factoría del arte que impregna el edificio. En el interior, muros y losas desnudos de hormigón y solados continuos, que establecen una estructura espacial susceptible de transformarse en una red de infraestructuras polivalente.

Por su parte, el exterior se ha realizado con paneles prefabricados de hormigón con fibra de vidrio (GRC) que revisten fachadas opacas y perforadas o cubiertas planas o con pendientes variables. Tanto en el exterior, como en el interior, del edificio la carpintería y cerrajería está realizada de acero galvanizado fosfatado
La fachada al río ofrece la imagen más característica del edificio, verdadera protagonista del inmueble hacia el exterior, ideada para la realización de intervenciones audiovisuales y luminotécnicas. Se concibe como una pantalla perforada por múltiples huecos hexagonales en cuyos interiores se alojan equipos de iluminación diseñados expresamente para este proyecto con el empleo de lámparas led.

El control, que se efectúa mediante software propio, de encendido-apagado y de potencia de cada lámpara, convierte la fachada en un conjunto de píxeles hexagonales que permite reproducir imágenes en movimiento, cuya mejor visión se tiene desde la margen derecha del Guadalquivir, con la ciudad histórica al fondo del nuevo edificio. En la planta sótano del edificio se sitúa el garaje, una zona de servicios de cafetería-restaurante, espacios de almacenamiento y locales técnicos. En la planta baja, que constituye la zona principal del Espacio e incorpora las distintas puertas de acceso a nivel de la calle, se emplaza el acceso al público, vestíbulo con control e información y taquillas, cafetería-restaurante, salas de exposiciones, talleres, salón de actos-caja negra y mediateca.

La planta primera está destinada al área de administración y dirección del centro. Asimismo, se ubican aquí los laboratorios y espacios complementarios a los talleres y mediateca. Por último, en la planta de cubiertas están los espacios técnicos destinados esencialmente a la climatización. La inversión total realizada en la construcción del edificio, que ha contado con financiación de fondos Feder dentro del programa operativo Andalucía 2007-2013, asciende a 27.300.336 euros.
Alfonso Alba: La obra del C4, seleccionada para los premios Mies van der Rohe, Cordopolis, 29 de diciembre de 2015
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Rita Rutkowski: “He tenido que escuchar muchas veces que pinto como un hombre”

La pintora nacida en Londres, de padres polacos, criada en Nueva York y residente en Córdoba desde hace más de medio siglo, Rita Rutkowski Wulfsztadt, escoge el Museo de Bellas Artes para encontrarnos una fría mañana aún de otoño. Es temprano y queremos estar a solas con ella, antes de que lleguen los primeros visitantes, ante su óleo Imágenes en la calle (Street images), que cuelga en la sala de arte contemporáneo. Una pintura que forma parte de las obras donadas por Rita al museo. Al llegar, el director, José María Palencia, la hace feliz al comunicarle que en primavera habrá una exposición monográfica con algunas de estas obras. “Será un gran regalo de cumpleaños”, expresa la pintora que cumplirá entonces 83 años.

La artista, formada en Nueva York y becada en su juventud para pasar largas estancias en Italia, bebió de las fuentes de la generación beat norteamericana y de los artistas más significativos del expresionismo abstracto que, junto a Francis Bacon, han ejercido una clara influencia en su pintura. El cuadro ante el que charlamos tiene fecha de 1964, pero ella aclara que se confundió. Que lo pintó en el 58 tras su primera visita a la ciudad, cuando paseaba por España y quedó fascinada por Córdoba, antes de conocer al que sería su marido e instalarse aquí definitivamente. En la pintura se ve una estructura abstracta que simula una torre y está pintado en colores plomizos. “Ese es el color de Córdoba”, explica. “El fondo tiene esas ventanas que se ven por toda la ciudad que parecen ojos negros”. La pintora asegura que está mezclado con un fondo neoyorquino. “Está teñido de mi óptica, de mi ánimo, del camino que decido tomar”.

Dotada de un profundo sentido ético y crítico, Rutkowski es una mujer embelesada por la cultura en el más amplio sentido de la palabra. En Córdoba es una verdadera activista cultural aunque, curiosamente, cuando habla de “mi ciudad”, siempre se refiere a Nueva York. Tal vez porque la traiciona el subconsciente o tal vez porque realmente esta ciudad no ha acabado de acogerla. Nuestra sensación es que tiene un interesantísimo corazón neoyorquino-cordobés.
Rita Rutkowski | MADERO CUBERO

Rita Rutkowski | MADERO CUBERO
P. ¿Qué tenía de fascinante la Córdoba de finales de los 50?
R. Bueno, aparte de fascinarme entonces sigue fascinándome ahora. Yo creo que es una ciudad muy bella, muy sugerente. Por ese motivo creo que es un marco para la cultura perfecto y sin embargo, las autoridades no apuestan por ella. No se dan cuenta de cómo la cultura podría beneficiar a la ciudad. Por otro lado, la industria no cuaja si hablamos de cómo vivir aquí y la cultura, que es menos apreciada, puede servir para mucho. Por ejemplo, Bilbao, que no es nada de bonito, cómo le está beneficiando su enfoque a la cultura. Es un municipio que no tiene deuda ninguna. El alcalde que murió este año estaba entre los mejores alcaldes del mundo por hacer una transformación de la ciudad basada en la cultura. Y Córdoba, que tiene la ventaja de tener todo puesto, no lo realiza. Los pintores sí creo que están trabajando mucho y la exposición 60 años de arte contemporáneo en Córdoba creo que lo refleja, muestra el talento que hay en esta ciudad.
P. En los 55 años que lleva usted en la ciudad, ¿percibe que Córdoba se haya culturizado?
R. No. Precisamente de ese tema estamos hablando últimamente en la galería CoMbO, en unas conversaciones que acompañan a la exposición de arte contemporáneo, y el otro día Hisae Yanase y yo hablábamos con otros pintores de que la trayectoria de esta ciudad es muy ondulante, alta y baja, a veces con momentos brillantes, de fuegos artificiales y luego otros de decaimiento. También falta espacio y creo que las artes plásticas son la pariente pobre del mundo cultural. Se ha hecho poco con respecto al esfuerzo que hacen los pintores. Así que la culturización va muy lenta y eso no es solo en la ciudad. El problema está en la educación.
 Las autoridades no apuestan por la cultura. No se dan cuenta de cómo podría beneficiar a la ciudad
P. Sin embargo, existen instituciones culturales en Córdoba que han creado hábitos culturales como la Orquesta de Córdoba o la Filmoteca, que acaba de cumplir 25 años
R. La Filmoteca es mi segundo hogar ¿pero la ciudad la apoya? Porque se está hablando de invadir la Filmoteca para beneficiar un espacio mayor que es el Palacio de Congresos y la Filmoteca se debería proteger porque merece mucho aprecio, así que no acabo de comprender que haya quien piense así, a ver si alguien me lo explica, veo mucha contradicción.
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P. ¿Cree que esa es la actitud de la ciudadanía?
R. Hay algunos fieles, va en aumento, lo noto, el público cada vez es más joven, aunque también hay personas mayores y, por ejemplo, los conciertos de la Orquesta del principio estaban llenos de espectadores mayores. La Filmoteca ofrece una salida al mundo del cine muy digna, amplia y bien elegida que está siendo reconocida. No sé si la ciudad lo aprecia y las autoridades muestran el mimo que merece. La respuesta es lenta y eso que por primera vez tenemos una concejal de cultura [Juan Miguel Moreno Calderón] que proviene del mundo de la cultura, fue director del Conservatorio, y ese es otro enfoque que se nota.
La Filmoteca es mi segundo hogar ¿pero la ciudad la apoya?
P. Estar incluida en la exposición que celebra seis décadas de arte contemporáneo en Córdoba ha debido hacerte feliz
R. Respeto mucho al comisario de la exposición [Ángel Luis Pérez Villén] y el trabajo que ha hecho. Estoy muy contenta de estar incluida porque está organizada de una manera muy lógica y muy profesional, a buena altura. Me ha gustado muchísimo y me gustaría que el público conociera cómo hablan los artistas.
P. Al verlo todo ordenado, aunque sea de modo subjetivo, una descubre el enorme patrimonio de artistas y obras de nuestro tiempo realizadas en la ciudad
R. Sí, es un patrimonio. Es una información muy valiosa, asombrosa y espero que el espectador se dé cuenta y reflexione sobre si esto se ha notado en la ciudad. Yo creo que es un patrimonio que no se aprecia lo suficiente. Creo que la ciudad merece lo mejor y en esta parcela de artes plásticas hay una gran riqueza, a pesar de no tener el apoyo suficiente. El artista sigue trabajando honestamente y avanzando a pesar de que la ciudad tenga otras prioridades.
El artista sigue trabajando honestamente y avanzando a pesar de que la ciudad tenga otras prioridades
P. Da la sensación de que este grupo de artistas plásticos es uno de los grupos de creadores más unidos de la ciudad, y aún más si los comparamos con otros creadores ¿Sois una red o un clan?
R. Bueno, clanes hay en todas las parcelas y yo los llamo “pequeñas mafias”. Existen en todas partes, en lo profesional y en lo íntimo, el endogrupo y el exogrupo, como dice un amigo mío. Como pintora a veces me siento en familia y, por ejemplo, la inauguración de esta exposición fue muy emocionante, unos abrazos grandes y mucho cariño. Y es que tenemos mucho en común.
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P. Pues eso no ocurre entre los poetas, por ejemplo
R. ¿Entre los poetas no? Pues yo pensaba que sí, qué pena. Entre los pintores creo que nos queremos. Hay un cariño artístico y nos une la comprensión de saber lo que hacemos aunque socialmente funcionemos de otra manera, pero en esto sí estamos de acuerdo. Es nuestro mundo y somos como una familia, doy cariño y lo recibo.
P. Imagino su mundo de la Córdoba de los 60 y a su grupo, con Carlos Castilla del Pino, Equipo 57, el grupo Cántico, Rafael de la Hoz, el Círculo Cultural Juan XXIII, los cineclubs… rodeada de las personas más interesantes de la época pero siendo una mujer artista en un  mundo de hombres
R. Era una Córdoba tan pobre y tan rica a la vez… Lo de ser mujer, se supone que debía estar agradecida, pero acabé siendo la cuota, por ejemplo, en las exposiciones. Y el ser el 0,1% como mujer, solamente por el género, como si fuera una propinilla, no me convencía a pesar de estar incluida. A lo largo de mi vida he tenido que escuchar muchas veces aquello de que pinto como un hombre y no como una mujer. En mi tierra [Nueva York] me presenté a un concurso y solo puse mi apellido, y cuando nos vimos cara a cara me dijeron “ay, que no sabíamos que eras una mujer” y yo eso no lo tomo como un piropo. Lo que importa es  la obra y desde entonces firmo solo con mi apellido, para que nadie vaya condicionado ni con ideas preconcebidas al mirar mis cuadros. Hasta he pensado en firmar, como hace Prince, con un número. Volviendo a aquella época, había muy pocas mujeres y en esta profesión era muy difícil evolucionar si eres mujer. Aquí había unos roles para cumplir que no iban conmigo y que con el tiempo se han ido superando. Aunque el grupo de artistas mujeres que hay me parece muy digno y cuando nos reunimos sintetizamos más y vamos más al grano porque tenemos pluriempleo en la vida. Los hombres, que tienen más tiempo libre, acaban decidiendo las cosas a las 3 de las mañana. Y no sé por qué ellos tienen más tiempo libre.
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P. ¿Puede ser porque nosotras, en parte, se lo hemos permitido?
R. Es culpa nuestra, pero no es fácil entrar en esta forma de moverse en la vida para una mujer. Mi propio hijo dice que vamos demasiado rápido, después de miles de años de no ir a ninguna parte, pero este es el momento. Me da mucho estímulo saber que a las mujeres aquí no se les ha regalado nada, nos hemos esforzado por avanzar cuando hace pocos años una mujer no tenía ni siquiera la patria potestad de sus hijos. Todo estaba diseñado para tener dependencia absoluta y la independencia se ha conseguido luchando.
(para la mujer) Todo estaba diseñado para tener dependencia absoluta y la independencia se ha conseguido luchando
P. ¿Estuvo alguna vez tentada a renunciar a la pintura para dedicarse a ser madre y esposa?
R. A veces estuve tentada a dejar los pinceles porque era demasiado. Tuve cuatro hijos en cinco años mientras intentaba no dar de lado a mi lado profesional, pero a veces esto es demasiado para un ser humano, el soportar tanto. Hay un dicho que dice que “uno soporta lo que puede”, pero a veces esto nos supera. Humanamente no es justo que una sola persona tenga tanta carga. Dentro de casa había una lucha constante, pero no solo me ha ocurrido a mí, si no a muchas mujeres. Lo he hablado con muchas de ellas y hay que reconocer su profesión tanto como la del padre de la familia que tenía ese reconocimiento automáticamente.
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P. Sin embargo nunca renunció a la pintura
R. Porque como dice Louise Bourgeois, “la pintura me mantiene cuerda”. Y no sé por qué porque nadie me obliga. Yo empecé a pintar a los ocho años, a esa edad ya lo tuve claro.
P. ¿Recuerda cómo descubrió la pintura?
R. Sí. En la escuela la maestra me encargó hacer un dibujo en la pizarra con tizas de colores. Creo que era por Thanksgiving (día de Acción de Gracias) y me encantó. Lo que hice era muy convencional, pero era una emoción tan especial que creo que me disparó todo. Era una pizarra grande e hice un dibujo de unas mujeres como en la casa de la pradera (risas), con esos sombreros y faldas largas y me encantó. En esa época también me gustaba mucho la música pero ganó la pintura, no sé por qué. Debe ser algo que va con uno. Y eso que no conviene ser artista porque una no vive de esto día a día. Yo aun no he conseguido vivir de mi pintura, como un fontanero o un electricista viven de su trabajo. Yo estaría en la calle si solo viviera de esto, pero me da muchas otras cosas, yo qué sé, como sentirme viva.
P. ¿Pinta cada día?
R. Eso me gustaría, debería pero a veces pierdo días y esto me hace sufrir. Hay que ser profesional y seria. Últimamente, por una serie de cosas personales, no he podido entrar con regularidad a mi estudio. Perdí como dos semanas y cuando volví a una obra que comencé con mucho entusiasmo ya no sabía qué hacer porque no había continuidad. Es empezar otra vez de cero, una lucha. En Navidad viene la familia y hay que estar en otras cosas que ocupan mucho tiempo. También tengo límites y mi vista no soporta la iluminación artificial, debo trabajar de día y ahora son más cortos, pero lo hago.
Rita Rutkowski | MADERO CUBERO
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P. ¿Es por eso que su estudio se encuentra en una azotea del Sector Sur, por la luz?
R. Bueno, está en la azotea porque he podido conseguir el sitio tras mucha lucha para salir de mi casa. Éramos seis y tener allí mi estudio era un desastre porque tener allí un rinconcito suponía que mis hijos toqueteaban cosas y el espacio era muy reducido para trabajar y almacenar. Así que después de buscar conseguí un espacio en una azotea que era la antigua casa de un portero. Es reducido, solo 50 metros, pero yo me apaño. Entro ahí y a veces cuando salgo le doy un beso al estudio porque estoy muy feliz allí.
P. Cómo explicaría su pintura de ahora, lo último que haya pintado
R. Pues no lo sé. Creo que todo el arte son ideas y mientras haya ideas en mi cabeza, éste va saliendo de una forma y una obra conduce  a otra y a otra y a otra, es lo que decimos en inglés a train of thoughts (una cadena de pensamientos). Hasta que me agota ese tema que ya no puedo decir más, sigo adelante. Es la obra la que tira de mí, yo no vengo con ideas preconcebidas. Aparte de esto, paseando por la calle e incluso durmiendo me vienenflashes de ideas constantemente. A cada paso que doy veo un montón de cuadros, salgo a la calle y no paro de  ver cosas. Eso nos pasa a todos los pintores, no es nada raro.
P. ¿Hacia qué lugar le gustaría que sus manchas de color llevaran al espectador?
R. Hablas de comunicar, ¿verdad?. Lo que pienso es que como el arte son pensamientos, en realidad, abre un diálogo con el espectador y hay muchas cosas, no solo en cuadros, sino en libros, poemas o música, que nos han acompañado a lo largo de la vida y nos explican cosas. Es otra vivencia más encajada en nuestras vivencias. Para mí la música, por ejemplo Shostakovich, cada vez que lo oigo me gustaría pintar como él hace música. Me gustaría ser tan expresiva y decir las cosas como él las dice porque me llega mucho. También veo imágenes de pintura que llevo dentro por todas partes. A veces paseo por el campo y me parece que estoy dentro de una obra de Gauguin, se mezcla la vida con el arte y hay momentos fuertes de la vida que un solo verso explica todo lo que está pasando. La cultura debería ayudar a formar tu cabeza, a entender lo que nos rodea.
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P. ¿Córdoba ha llegado a comprender su pintura?
R. Es curioso porque una mujer me dijo una vez aquí que al principio mi obra le parecía muy dura, pero que ya no le parecía así con el tiempo. El mundo ha cambiado y yo también, pero el hecho de esa mujer significa que ha tenido una evolución de consideración. Lo que quiero decir lo refleja mucha gente que me cuenta cosas sobre mi obra, mis intenciones y es una información muy interesante. No es pintar en solitario para uno mismo, algo con lo que yo no estoy de acuerdo. Plasmas tu pensamiento y das mucha información sobre ti mismo, que a veces se interpreta de forma acertada o no. Me pasa también a mí misma cuando veo un cuadro mío colgado en una exposición, pero me gusta la comunicación cercana con los espectadores. Creo que falta un  puente para llegar a la pintura en esta ciudad, eso es lo que pienso.
P. ¿Y ha llegado usted a comprender a esta ciudad?
R. Me sigue costando. Hasta cierto punto sí, pero hay otros momentos que no llegan a cuajar. Hay un acierto y una confusión.
P. Es curioso como históricamente las mentalidades extranjeras se han enamorado de esta ciudad a la vez que chocaban con su sociedad…
R. Sí. Hay un pequeño reportaje sobre El Greco que han puesto varias veces en la 2 (TVE) con motivo de su centenario que cuenta que no le fue nada fácil vivir en Toledo. Y sin embargo, ha dejado un patrimonio muy valioso a la ciudad y al mundo, pero le fue muy difícil.  Me gustaría poder hablar con él para que me contase en qué ha chocado aunque fuese otra época (final del XVI). Murió con 72 ó 73 años y yo tengo 10 más. Ambos tuvimos una vida plena y ha sido difícil encajar en un lugar en el que teníamos algo que ofrecer. Yo siempre he querido ser una más aquí, he luchado por serlo hasta en mi barrio y en mi propio edificio. Yo entré aquí como pintora a codazos, no con los brazos abiertos. Ahora estoy un poquito mejor, más integrada pero me ha costado demasiados años siendo un fantasma. Antes ni me saludaban mis vecinos, me consideraban un bicho raro escapado del zoológico y fue muy duro. Sin embargo, también he tenido muy buenas amistades que me han dado el calor que necesitaba pero no en la vida general.
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P. Me han contado que vive en un piso diseñado por Rafael de la Hoz desde el que se ve la Mezquita
R. Sí, bueno, elegí con mucho cuidado dónde quería vivir. Antes vivíamos en la misma calle en otro edificio y no estaba mal, pero era muy reducido y con poca comodidad para trabajar. Donde vivo ahora es más amplio y con una vista muy bonita y ningún bloque delante que me la estropee. Estoy muy cómoda. El bloque donde vivo, de Rafael de la Hoz, me da mucha pena. Está degenerando mucho y no hay manera de luchar para mantenerlo en su forma. Los vecinos han ido añadiendo parches de diferentes colores, cerrando locales con mucha dejadez. No hay uniformidad sobre cómo mantenerlo. Ahora lo van a pintar otra vez y hace unos años varios vecinos cambiaron la idea original de la Hoz, que, además, por ahorrar costes se ha llenado de hongos al no pintarse correctamente. Es coger una belleza y degradarla en un edificio a la entrada de Córdoba, que era muy elegante y que debería estar protegido y bien conservado. Esa es otra cosa despreciada, una actitud que se repite constantemente en la ciudad con tantas ruinas como hay. Pienso en la Pérgola, el kiosko de la música, que no sirve para nada, o el C4.
P. ¿Qué debería ocurrir con el Centro de Creación Contemporánea a su juicio?
R. En un lugar que refleje el mundo de las artes plásticas en todas sus formas y con el nivel que merece. Estuve en alguna reunión sobre cómo concebir aquello y se habló mucho del mundo virtual y de la imagen solamente. No interesaba nada hecho con las manos. Esto ha variado y me alegro, porque no hay que rechazar y que solo valga para la tecnología. En la muestra de 60 años hay video, fotografía, hay de todo y a un gran nivel. He oído que hay resistencias económicas y es una pena que esté abandonado. Creo que debería ser un sitio de exposición más talleres y no al contrario. Que sea para la ciudad y que haya otras muchas actividades. El Guggenheim de Nueva York tiene conciertos cada viernes, por ejemplo, de música clásica o contemporánea, o lectura de poesía. Ahora en Córdoba muchas salas de exposiciones se han convertido en oficinas. No hay continuidad y muchas exposiciones no muestran respeto a la obra por los espacios elegidos.
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P. ¿Continua siendo una mujer existencialista?
R. Ah, sí. Creo que en el fondo sí. Cuando llegué aquí en el 59 vestía de negro como las existencialistas de la posguerra de la II Guerra Mundial. Aquí pensaban que estaba de luto. Pero aparte de la apariencia, ahora se ha ampliado con el pensamiento oriental, que es un resumen del presente, que es lo único que existe. Me gusta la idea de esto es lo que hay, me parece muy interesante para captar de qué va la cosa. Ver a vista de pájaro lo de antes y cuáles son tus aspiraciones te lo va a decir el momento.
P. Y así no se tiene tiempo para nostalgias
R. ¿Tiempo para nostalgias? Es posible. Cuanto más mayor voy más sueño con mi infancia. La infancia es quizás un espacio engañoso y especial, porque implica menos responsabilidades. Solo tu propia evolución. Todo lo demás está solucionado por otros: cuándo comes, el techo, qué te cubre… los padres te lo proporcionan y en la vida adulta lo tienes que buscar tú. La infancia te lo da todo hecho y solo tienes que pensar en ti mismo. Es más onírica esa fase de la vida, que se ve de otra manera, y lo echo de menos. Todo parte de ahí, incluso la responsabilidad. Todos tenemos un poco de nostalgia ¿tú no tienes?
P. Supongo que sí
R. Pero mezclada con el existencialismo. El presente posee un verdadero bombardeo de impresiones que nos lleva a estar pendientes de él. El espectáculo mundial está ahí mismo.
P. Tengo un deseo de fin de año para terminar. Sueño con que esta ciudad se contagie de su absoluto disfrute y entusiasmo por la cultura
R.  Creo que el marco está ahí y si no se reconoce es un problema. Los pintores seguimos trabajando porque hay materia y aunque no nos hagan caso. Debería haber más cosas con continuidad, con programación que nos pueda interesar. Y no despreciar las cosas, que es una vergüenza, como, por ejemplo, el concurso internacional del centro de congresos, que eligió a Koolhas y se desechó. Y ahora se escoge otro lugar a dedo. Yo no lo entienco. Morandi dice que “todo lo que quieres saber del mundo está delante de tus ojos”, entonces cada día lo que tienes delante te va a decir todo lo que necesitas. La vida es muy interesante y las personas muy complicadas. El arte filtra y refleja todo lo que estamos viviendo. Y tenemos mucho en común.
Rita Rutkowski | MADERO CUBERO
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Romero de Torres cotiza a la baja

‘Autorretrato de joven’, de Julio Romero de Torres.
Autorretrato de joven’, de Julio Romero de Torres.

Hace solo siete años, en los estertores de la burbuja económica, las obras de Julio Romero de Torres disfrutaban de un auténtico subidón en los mercados de subastas. La pintura Fuensanta alcanzó más de un millón de euros en la sala Sotheby’s de Londres. La escalada de precios también se vivía entonces en España. Carmen de Córdoba, por ejemplo, se vendió por 425.000 euros en la sala Retiro, de Madrid. En solo un rato, el lienzo de 96 por 130 centímetros se revalorizó 125.000 euros con respecto a su precio de salida. Pero los tiempos han cambiado y mucho. Las últimas subastas demuestran que la apetencia por el pintor cordobés más representativo del siglo XX se ha comedido mucho. La sala de arte y subastas Fernando Durán, en Madrid, ofrece este jueves 23, otra pieza de Romero de Torres, La chica de la tanagra, por un precio de salida de 50.000 euros. Esa cifra marca la horquilla en la que se mueven ahora las obras del pintor de La chiquita piconera, muy alejados de los años del boom en la primera década del siglo XXI.

¿Qué ha sucedido? «Los nuevos centros de arte han cambiado y con ellos los paradigmas. Nueva York ya no es la capital y cada vez ganan más peso Pekín o Moscú. Con ello, cambian los gustos. Se busca algo más universal y menos localista. Algo más cercano a Picasso, Dalí, Miró, Velázquez, Goya o Zurbarán»; explica Enrique Carranco, jefe del departamento de Pintura y Escultura de la sala Balclis de Barcelona. Esta firma subastó el pasado 1 de octubre dos obras de Romero de Torres. Se trataba de Retrato de Matilde Vasconi, también conocido como La carta y Retrato de la condesa de Casa de Rojas, ambas procedentes de colecciones privadas, que tenían un precio de salida de 60.000 y 30.000 euros, respectivamente. La subasta quedó desierta, pero inmediatamente las obras fueron vendidas por el precio de salida a compradores particulares. «El mercado está muy mal, cuesta mucho vender y los precios han bajado», señala Mercedes Valverde, directora del Museo Julio Romero de Torres, perteneciente al Ayuntamiento de Córdoba. Valverde es la mayor experta en la obra del pintor cordobés y la persona a la que las galerías de arte, como Sothebie’s o Christie’s, encargan la catalogación de las piezas.  Una de las últimas en salir al mercado fue Autorretrato de joven, pintado por el artista cordobés cuando solo tenía 24 años. Este óleo sí ha logrado revalorizar algo su precio: si en 2012 Christie’s lo vendió por 43.300 euros, el 15 de octubre la casa barcelonesa Setdart lo subastó por 60.000 euros. Pero estas cifras quedan muy lejos del ideal estimado hace cuatro años cuando la casa de subastas Fernando Durán lo sacó con un precio de partida de 160.000 euros y terminó vendiéndolo por 170.000.

Está claro que los precios de Romero de Torres han bajado. Y mucho. Por eso, en Córdoba se han levantado voces reclamando que las instituciones públicas y, especialmente el Ayuntamiento, aprovechen el momento para adquirir obras con las que nutrir las pinacotecas municipales. Sobre todo aquella que lleva el nombre del pintor y que fue remodelada en enero de 2012. «Las arcas del Ayuntamiento tampoco están como para ir comprando cuadros», reconoce Mercedes Valverde. «Nuestra función ahora es más bien la de ir supliendo aquellas lagunas temáticas que podamos tener. Hay que ir a cosas muy específicas«, señala recordando por un lado la ingente producción del autor cordobés y por otro, las últimas adquisiciones del museo que dirige. Por un lado, Valverde recuerda la adquisición de un estudio masculino que fue dibujado cuando el pintor tenía 18 años y que fue adquirido en 2000 por 10.665 euros. «Es uno de los pocos dibujos que se conservan del artista con la particularidad de que es el desnudo de un modelo masculino. Solo conocemos dos obras más de modelos masculinos desnudos», explica Valverde. Esa compra se hizo en una época boyante. En solo los cinco primeros años del siglo, el Consistorio invirtió 700.000 euros en adquirir obra del pintor para su pinacoteca. Algo que no había hecho nunca desde que el museo abrió sus puertas en 1931. Otra de las piezas adquiridas por subasta fue el bodegón La comida del marqués, por el que se pagaron 65.000 euros en 2001. «Esta obra también la compramos por su singularidad, al tratarse del único bodegón que hizo el artista», concluye Valverde.
Manuel J. Albert, Córdoba: Romero de Torres cotiza a la baja, EL PAÍS-Andalucía, 22 de octubre de 2014
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