Búsqueda actual tag

Duchamp

Duchamp, una vida entre el arte y el ajedrez

El ajedrez creado por Man Ray en 1944 que puede verse en la exposición de la Fundación Miró de Barcelona. CARLES RIBAS | ATLAS
La afición por el ajedrez del artista francés Marcel Duchamp (1887-1968) era tan grande que en 1923, tras concluir su obra El Gran Vidrio, anunció que se retiraba de la práctica artística para dedicarse a este juego de mesa de origen, quizá indio, y que propagaron en Europa bizantinos y árabes. Quería ser el mejor jugador de Francia, convencido de que el ajedrez era el ejercicio intelectual “más puro”. No lo consiguió, pero su vinculación y su pasión por el ajedrez fue tal que cuando falleció el diario Le Figaro publicó su obituario en la sección de ajedrez. La relación entre este juego con Duchamp y, por extensión, con las vanguardias artísticas del siglo XX es el leitmotiv, un fondo continuo que se extiende por toda la exposición Fin de partida. Duchamp, el ajedrez y las vanguardias que se inaugura este sábado en la Fundación Miró de Barcelona hasta el próximo 22 de enero.

'Gran tablero de ajedrez', de Paul Klee.
‘Gran tablero de ajedrez’, de Paul Klee.

La muestra reúne cerca de 80 obras creadas entre 1910 y 1972, año en el que puede verse una partida entre Duchamp y el poeta y compositor John Cage. Trece de las piezas son ajedreces creados por artistas como Alexander Calder, que realizó uno en 1944 con pomos y patas de madera, otro de figuras geométricas complejas y estilizadas de Max Ernst del mismo año, el metálico realizado en bronce y latón de Man Ray o el blanco impoluto de Yoko Ono en 1966. Pero el ajedrezado blanco y negro, o de múltiples colores, está presente en otras obras fundamentales de las vanguardias firmadas por estos mismos autores como el gigante Gran tablero de ajedrez, de Klee (1937) o el Damero surrealista, realizado con las fotografías de 20 surrealistas fotografiados (con fondo blanco y negro) por Ray en 1934; además de otros artistas como Vassily Kandinsky, del que puede verse Línea transversal, de 1923, René Magritte, El gigante, 1937, o en dos obras pictóricas ¡sorpresa! de la escritora Mercè Rodoreda durante su estancia en Ginebra o París, muy influida por Klee. El juego también está presente en documentos, libros, carteles, registros sonoros y películas de Octavio Paz, André Breton, Samuel Beckett o Ingmar Bergman que pueden leerse o verse proyectados y en los que es más que evidente su relación con el ajedrez en esta muestra que comisaría Manuel Segade, director del CA2M de la Comunidad de Madrid.

La exposición cuenta, además, con múltiples fotografías en las que todos estos artistas están relacionados personalmente con el juego. La mayoría de Duchamp, en el bar Melitón de Cadaqués (fotografiado por Oriol Maspons), en su estudio de Nueva York o en el Pasadena Museum en 1963 en la famosa imagen en la que aparece enfrentado a una jugadora desnuda. Entre los otros artistas, Salvador Dalí juega en un hotel americano con Gala. La crítica Estrella de Diego apunta en el catálogo que se ha publicado que pudo ser la musa que le inoculó la fiebre del ajedrez al pintor desde el primer momento en que se conocieron.
La exposición se articula en seis ámbitos o movimientos, que se extienden por toda la primera planta y parte de la planta baja del edificio creado por Josep Lluís Sert y repasa las pinturas de ámbito doméstico del postimpresionismo, entre ellas La partida de ajedrez, la primera obra creada por Duchamp en la que las figuras (sus dos hermanos) juegan al ajedrez, una obra de 1910 que ha viajado desde el Philadelphia Museum. Le sigue un apartado en el que se analiza al ajedrez como un elemento de educación del pueblo, donde se exhiben obras del constructivismo ruso y de la Bauhaus alemana, o los vestuarios de damero de la rusa Sonia Delaunay. La sala del surrealismo y el ajedrez explica cómo estos artistas convirtieron el juego en un método de psicoanálisis y muestra cómo ajedrecistas como Magritte, Ernst y Ray permeabilizaron en sus obras esta pasión, pero también una visión sexual asociada a los movimientos del contrincante en el tablero.
Marcel Duchamp jugando al ajedrez en el Pasadena Museum en 1963. ARXIU PERE VEHÍ, CADAQUÉS
Marcel Duchamp jugando al ajedrez en el Pasadena Museum en 1963. ARXIU PERE VEHÍ, CADAQUÉS
Tablero y figuras blancas
La exposición repasa cómo durante la Segunda Guerra Mundial este juego se convirtió en elemento clave de propaganda nacional y metáfora del triunfo en la batalla, con juegos como el ajedrez militar Tak Tik, donde la figuras habituales se sustituyeron por elementos de guerra del ejército nazi. Se expone al lado de un impresionante juego creado, de forma artesanal y en precarias condiciones, por un recluso del campo de concentración de Argelès en 1939. La muestra repasa algunas de las 32 piezas creadas en 1944 para la exposición La imaginería del ajedrez como las de Ray, Breton, Yves Tanguy, Isamu Noguchi o Alexander Calder. Concluye con obras de arte conceptual inspiradas en el ajedrez firmadas por Takako Saito, George Maciunas o Yoko Ono, de quien se expone una reproducción de Ajedrez blanco que expuso en 1966 en Londres, una metáfora de este juego en el que no hay marca visual del rival, basado en la confianza mutua, que plantea un estado de tablas permanente, metáfora de la Guerra Fría. En esta exposición la artista conceptual conoció a John Lennon.

José Ángel Montañés, Duchamp, una vida entre el arte y el ajedrez, EL PAÍS,28 de octubre de 2016
http://feeds.feedburner.com/blogspot/aSxe

Duchamp, una vida entre el arte y el ajedrez

El ajedrez creado por Man Ray en 1944 que puede verse en la exposición de la Fundación Miró de Barcelona. CARLES RIBAS | ATLAS
La afición por el ajedrez del artista francés Marcel Duchamp (1887-1968) era tan grande que en 1923, tras concluir su obra El Gran Vidrio, anunció que se retiraba de la práctica artística para dedicarse a este juego de mesa de origen, quizá indio, y que propagaron en Europa bizantinos y árabes. Quería ser el mejor jugador de Francia, convencido de que el ajedrez era el ejercicio intelectual “más puro”. No lo consiguió, pero su vinculación y su pasión por el ajedrez fue tal que cuando falleció el diario Le Figaro publicó su obituario en la sección de ajedrez. La relación entre este juego con Duchamp y, por extensión, con las vanguardias artísticas del siglo XX es el leitmotiv, un fondo continuo que se extiende por toda la exposición Fin de partida. Duchamp, el ajedrez y las vanguardias que se inaugura este sábado en la Fundación Miró de Barcelona hasta el próximo 22 de enero.
La muestra reúne cerca de 80 obras creadas entre 1910 y 1972, año en el que puede verse una partida entre Duchamp y el poeta y compositor John Cage. Trece de las piezas son ajedreces creados por artistas como Alexander Calder, que realizó uno en 1944 con pomos y patas de madera, otro de figuras geométricas complejas y estilizadas de Max Ernst del mismo año, el metálico realizado en bronce y latón de Man Ray o el blanco impoluto de Yoko Ono en 1966. Pero el ajedrezado blanco y negro, o de múltiples colores, está presente en otras obras fundamentales de las vanguardias firmadas por estos mismos autores como el gigante Gran tablero de ajedrez, de Klee (1937) o el Damero surrealista, realizado con las fotografías de 20 surrealistas fotografiados (con fondo blanco y negro) por Ray en 1934; además de otros artistas como Vassily Kandinsky, del que puede verse Línea transversal, de 1923, René Magritte, El gigante, 1937, o en dos obras pictóricas ¡sorpresa! de la escritora Mercè Rodoreda durante su estancia en Ginebra o París, muy influida por Klee. El juego también está presente en documentos, libros, carteles, registros sonoros y películas de Octavio Paz, André Breton, Samuel Beckett o Ingmar Bergman que pueden leerse o verse proyectados y en los que es más que evidente su relación con el ajedrez en esta muestra que comisaría Manuel Segade, director del CA2M de la Comunidad de Madrid.
La exposición cuenta, además, con múltiples fotografías en las que todos estos artistas están relacionados personalmente con el juego. La mayoría de Duchamp, en el bar Melitón de Cadaqués (fotografiado por Oriol Maspons), en su estudio de Nueva York o en el Pasadena Museum en 1963 en la famosa imagen en la que aparece enfrentado a una jugadora desnuda. Entre los otros artistas, Salvador Dalí juega en un hotel americano con Gala. La crítica Estrella de Diego apunta en el catálogo que se ha publicado que pudo ser la musa que le inoculó la fiebre del ajedrez al pintor desde el primer momento en que se conocieron.
La exposición se articula en seis ámbitos o movimientos, que se extienden por toda la primera planta y parte de la planta baja del edificio creado por Josep Lluís Sert y repasa las pinturas de ámbito doméstico del postimpresionismo, entre ellas La partida de ajedrez, la primera obra creada por Duchamp en la que las figuras (sus dos hermanos) juegan al ajedrez, una obra de 1910 que ha viajado desde el Philadelphia Museum. Le sigue un apartado en el que se analiza al ajedrez como un elemento de educación del pueblo, donde se exhiben obras del constructivismo ruso y de la Bauhaus alemana, o los vestuarios de damero de la rusa Sonia Delaunay. La sala del surrealismo y el ajedrez explica cómo estos artistas convirtieron el juego en un método de psicoanálisis y muestra cómo ajedrecistas como Magritte, Ernst y Ray permeabilizaron en sus obras esta pasión, pero también una visión sexual asociada a los movimientos del contrincante en el tablero.
Tablero y figuras blancas

La exposición repasa cómo durante la Segunda Guerra Mundial este juego se convirtió en elemento clave de propaganda nacional y metáfora del triunfo en la batalla, con juegos como el ajedrez militar Tak Tik, donde la figuras habituales se sustituyeron por elementos de guerra del ejército nazi. Se expone al lado de un impresionante juego creado, de forma artesanal y en precarias condiciones, por un recluso del campo de concentración de Argelès en 1939. La muestra repasa algunas de las 32 piezas creadas en 1944 para la exposición La imaginería del ajedrez como las de Ray, Breton, Yves Tanguy, Isamu Noguchi o Alexander Calder. Concluye con obras de arte conceptual inspiradas en el ajedrez firmadas por Takako Saito, George Maciunas o Yoko Ono, de quien se expone una reproducción de Ajedrez blanco que expuso en 1966 en Londres, una metáfora de este juego en el que no hay marca visual del rival, basado en la confianza mutua, que plantea un estado de tablas permanente, metáfora de la Guerra Fría. En esta exposición la artista conceptual conoció a John Lennon.
http://feeds.feedburner.com/blogspot/aSxe

Duchamp, una vida entre el arte y el ajedrez

La afición por el ajedrez del artista francés Marcel Duchamp (1887-1968) era tan grande que en 1923, tras concluir su obra El Gran Vidrio, anunció que se retiraba de la práctica artística para dedicarse a este juego de mesa de origen, quizá indio, y que propagaron en Europa bizantinos y árabes. Quería ser el mejor jugador de Francia, convencido de que el ajedrez era el ejercicio intelectual “más puro”. No lo consiguió, pero su vinculación y su pasión por el ajedrez fue tal que cuando falleció el diario Le Figaro publicó su obituario en la sección de ajedrez. La relación entre este juego con Duchamp y, por extensión, con las vanguardias artísticas del siglo XX es el leitmotiv, un fondo continuo que se extiende por toda la exposición Fin de partida. Duchamp, el ajedrez y las vanguardias que se inaugura este sábado en la Fundación Miró de Barcelona hasta el próximo 22 de enero.
'Gran tablero de ajedrez', de Paul Klee.
‘Gran tablero de ajedrez’, de Paul Klee.

La muestra reúne cerca de 80 obras creadas entre 1910 y 1972, año en el que puede verse una partida entre Duchamp y el poeta y compositor John Cage. Trece de las piezas son ajedreces creados por artistas como Alexander Calder, que realizó uno en 1944 con pomos y patas de madera, otro de figuras geométricas complejas y estilizadas de Max Ernst del mismo año, el metálico realizado en bronce y latón de Man Ray o el blanco impoluto de Yoko Ono en 1966. Pero el ajedrezado blanco y negro, o de múltiples colores, está presente en otras obras fundamentales de las vanguardias firmadas por estos mismos autores como el gigante Gran tablero de ajedrez, de Klee (1937) o el Damero surrealista, realizado con las fotografías de 20 surrealistas fotografiados (con fondo blanco y negro) por Ray en 1934; además de otros artistas como Vassily Kandinsky, del que puede verse Línea transversal, de 1923, René Magritte, El gigante, 1937, o en dos obras pictóricas ¡sorpresa! de la escritora Mercè Rodoreda durante su estancia en Ginebra o París, muy influida por Klee. El juego también está presente en documentos, libros, carteles, registros sonoros y películas de Octavio Paz, André Breton, Samuel Beckett o Ingmar Bergman que pueden leerse o verse proyectados y en los que es más que evidente su relación con el ajedrez en esta muestra que comisaría Manuel Segade, director del CA2M de la Comunidad de Madrid.

La exposición cuenta, además, con múltiples fotografías en las que todos estos artistas están relacionados personalmente con el juego. La mayoría de Duchamp, en el bar Melitón de Cadaqués (fotografiado por Oriol Maspons), en su estudio de Nueva York o en el Pasadena Museum en 1963 en la famosa imagen en la que aparece enfrentado a una jugadora desnuda. Entre los otros artistas, Salvador Dalí juega en un hotel americano con Gala. La crítica Estrella de Diego apunta en el catálogo que se ha publicado que pudo ser la musa que le inoculó la fiebre del ajedrez al pintor desde el primer momento en que se conocieron.
La exposición se articula en seis ámbitos o movimientos, que se extienden por toda la primera planta y parte de la planta baja del edificio creado por Josep Lluís Sert y repasa las pinturas de ámbito doméstico del postimpresionismo, entre ellas La partida de ajedrez, la primera obra creada por Duchamp en la que las figuras (sus dos hermanos) juegan al ajedrez, una obra de 1910 que ha viajado desde el Philadelphia Museum. Le sigue un apartado en el que se analiza al ajedrez como un elemento de educación del pueblo, donde se exhiben obras del constructivismo ruso y de la Bauhaus alemana, o los vestuarios de damero de la rusa Sonia Delaunay. La sala del surrealismo y el ajedrez explica cómo estos artistas convirtieron el juego en un método de psicoanálisis y muestra cómo ajedrecistas como Magritte, Ernst y Ray permeabilizaron en sus obras esta pasión, pero también una visión sexual asociada a los movimientos del contrincante en el tablero.
Marcel Duchamp jugando al ajedrez en el Pasadena Museum en 1963. ARXIU PERE VEHÍ, CADAQUÉS
Marcel Duchamp jugando al ajedrez en el Pasadena Museum en 1963. ARXIU PERE VEHÍ, CADAQUÉS
Tablero y figuras blancas
La exposición repasa cómo durante la Segunda Guerra Mundial este juego se convirtió en elemento clave de propaganda nacional y metáfora del triunfo en la batalla, con juegos como el ajedrez militar Tak Tik, donde la figuras habituales se sustituyeron por elementos de guerra del ejército nazi. Se expone al lado de un impresionante juego creado, de forma artesanal y en precarias condiciones, por un recluso del campo de concentración de Argelès en 1939. La muestra repasa algunas de las 32 piezas creadas en 1944 para la exposición La imaginería del ajedrez como las de Ray, Breton, Yves Tanguy, Isamu Noguchi o Alexander Calder. Concluye con obras de arte conceptual inspiradas en el ajedrez firmadas por Takako Saito, George Maciunas o Yoko Ono, de quien se expone una reproducción de Ajedrez blanco que expuso en 1966 en Londres, una metáfora de este juego en el que no hay marca visual del rival, basado en la confianza mutua, que plantea un estado de tablas permanente, metáfora de la Guerra Fría. En esta exposición la artista conceptual conoció a John Lennon.

José Ángel Montañés, Duchamp, una vida entre el arte y el ajedrez, EL PAÍS,28 de octubre de 2016
http://feeds.feedburner.com/blogspot/aSxe

Marcel Duchamp, modo de empleo

Imagen de juventud del artista Marcel Duchamp

Es casi imposible exagerar la importancia y la influencia de Marcel Duchamp en el arte del siglo XX. De ahí que el lanzamiento del libro Escritos (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores) resulte un verdadero acontecimiento editorial que contribuirá a descubrir al artista más allá de los tópicos de su teoría de los ready mades, del célebre urinario y del bigote sacrílego sobre la copia de la Mona Lisa.

La versión española, a cargo de José Jiménez, se basa en la de Paul Matisse y Michel Sanouillet de 2008 en Flammarion (que a su vez parte de la efectuada en los cincuenta por el segundo de los autores), y reúne entrevistas, reflexiones de Duchamp sobre su propio trabajo, semblanzas de sus contemporáneos y entradas accidentales en un diario inconcluso.

Aquí adelantamos algunos extractos de un todo de indudable efecto autobiográfico y que funcionan como viajes al universo de uno de los creadores más extravagantes y seguramente incomprendidos del pasado siglo.

A propósito de los ready mades

“En 1913 tuve la feliz idea de fijar una rueda de bicicleta sobre un taburete de cocina y de mirar cómo giraba. Unos meses más tarde, compré una reproducción barata de un paisaje de atardecer invernal, que llamé Pharmacie [Farmacia] tras haberle añadido dos breves toques, uno rojo y el otro amarillo, en el horizonte. En Nueva York, en 1915, compré en una quincallería una pala de nieve sobre la que escribí: ‘En previsión del brazo roto’ (Inadvance of the broken arm).

Fue por esa época cuando se me ocurrió la palabra readymade para designar esta forma de manifestación. Hay un punto que quiero establecer muy claramente y es que la elección de estos ready-mades nunca me vino dictada por ningún deleite estético. Esta elección se basaba en una reacción de indiferencia visual, adecuada simultáneamente a una ausencia total de buen o mal gusto… de hecho una anestesia completa.

Otro aspecto del ready-made es que no tiene nada de único…

La réplica de un ready-made transmite el mismo mensaje; de hecho casi todos los ready-mades que hoy existen no son originales en el sentido usual del término.

Una última observación para concluir este discurso de egomaníaco: como los tubos de pintura empleados por el artista son productos manufacturados y ya hechos, debemos concluir que todas las telas del mundo son ready-mades ayudados y trabajos de acoplamiento”.

Pinceladas vitales

“Lo que no va bien en el arte en este país [se refiere a EE UU, adonde Duchamp se trasladó por primera vez en 1915], y aparentemente también en Francia, es que no hay espíritu de rebeldía; no hay ideas nuevas que surjan de los artistas jóvenes. Estos pretenden lo mismo que sus predecesores, si bien intentando superarles. En arte, la perfección no existe. Y siempre se produce una pausa artística cuando los artistas de un período determinado se contentan con reanudar el trabajo de un predecesor en el punto donde éste lo ha abandonado y con intentar proseguir lo que hacía”.

“El Futurismo era un Impresionismo del mundo mecánico. Era la continuidad directa del movimiento impresionista. Eso no me interesaba. Yo quería alejarme del acto físico de la pintura. Estaba claramente más interesado en recrear ideas en la pintura. Para mí el título era muy importante. Me dedicaba a poner la pintura al servicio de mis objetivos, y a alejarme de la fisicalidad de la pintura. Para mí Courbet había introducido en el siglo XIX la influencia del aspecto físico. Yo me interesaba en las ideas y no simplemente en los productos visuales. Quería volver a poner a la pintura al servicio de la mente. Y, por supuesto, mi pintura fue inmediatamente considerada intelectual, literaria”.

Sobre otros artistas

“Matta, pintor. Unos años antes de la Segunda Guerra Mundial, Matta debutó como arquitecto, pero no tardó en orientarse hacia la pintura y hacia las teorías surrealistas que, aunque ya llevaran veinte años, se habían mantenido en vida gracias a la constante aportación de jóvenes y nuevos talentos. Matta figuró entre los últimos recién llegados. No tuvo que someterse a una rutina de escuela sino que de entrada supo imponer su visión personal. Su primera contribución a la pintura surrealista, y la más importante, fue el descubrimiento de regiones espaciales hasta entonces inexploradas en el campo del arte. Matta siguió a los físicos modernos en la búsqueda de su espacio nuevo que, aunque descrito en la tela, no debía confundirse con una nueva ilusión tridimensional. Su primer período se caracterizó por la lenta transposición de una exposición, el combate con todos los obstáculos de la pintura al óleo, medio que se presta a interpretaciones centenarias.

Ulteriormente, logró introducir en su espacio elementos descriptivos y figurativos que completaron aún más su importante realización. Aunque todavía joven, Matta es el pintor más profundo de su generación”. (M. D., 1946, recogido en Sociedad anónima).

“Joan Miró, pintor. Miró artista alcanzó su mayoría en el momento de terminar la Gran Guerra. Con el fin de las hostilidades llegó la terminación de todos los nuevos conceptos artísticos de antes de la guerra. Un joven poeta ya no podía empezar como cubista o futurista, y Dada era por entonces la única manifestación de importancia. Miró comenzó pintando escenas agrícolas del campo barcelonés, su país natal. Aunque realistas en apariencia, estos primeros cuadros se caracterizaban por un sentido notorio de intensidad irreal. Años más tarde, fue a París y se encontró entre los dadaístas que efectuaban por esa época su transmutación hacia el Surrealismo. Pese a tales contactos, Miró se mantuvo al margen de cualquier influencia directa y expuso una serie de temas donde la forma se hallaba sometida a un cromatismo acentuado y expresaba una nueva cosmogonía bidimensional, sin relación alguna con la abstracción. Realizó asimismo algunas construcciones en relación directa con el Surrealismo, pero el juego de elementos coloreados entre sí sería lo que mejor exteriorizaría su verdadera personalidad”. (M. D., 1946, recogido en Sociedad anónima).

“Pablo Picasso, pintor, escultor, grafista, escritor. El solo nombre de Picasso encarna la expresión de un pensamiento nuevo en el reino de la estética. Entre 1905 y 1910, Picasso, inspirado por las esculturas negras primitivas recientemente introducidas en Europa, llegó incluso a rechazar la herencia de las escuelas impresionista y fauve y a liberarse de cualquier influencia inmediata. La principal contribución de Picasso al arte habrá sido partir de cero y mantener esa frescura con respecto a todos los nuevos modos de expresión que marcarán las diversas épocas de su carrera. El Cubismo, en sí, fue un movimiento artístico en cuyo interior Picasso se limitó a ser un pionero. Nunca se sintió obligado a desarrollar una teoría del Cubismo, pese a haberla elaborado él mismo. Picasso, en cada uno de sus estilos, ha subrayado su intención de liberarse de todas las realizaciones anteriores. Una de las diferencias más importantes entre Picasso y la mayoría de sus contemporáneos, es que, hasta hoy, jamás ha manifestado ninguna señal de debilidad o de repetición en su caudal ininterrumpido de obras maestras. La única orientación permanente en su obra es un lirismo agudo, que, con el tiempo, ha adquirido crueles acentos. De vez en cuando, el mundo se busca una personalidad sobre la que descansar ciegamente –una adoración de esta índole puede compararse a una vocación religiosa y sobrepasa el razonamiento. Hoy en día miles de partidarios de las emociones artísticas sobrenaturales se vuelven hacia Picasso, quien jamás los defrauda”. (M. D., 1943, recogido en Sociedad anónima).

A propósito de mí mismo

Las citas que siguen están sacadas de notas redactadas por Duchamp para una conferencia ilustrada mediante diapositivas, titulada ‘Apropos of Myself’ y dada en inglés en el City Art Museum de San Luis (Missouri) el 24 de noviembre de 1964.

(Retrato del padre del artista)

Tras acabar mis estudios en el liceo de Ruán, fui a París a vivir algún tiempo con mi hermano Jacques Villon, y entré en la Academia Julian, escuela de arte privada, donde solo aprendí a despreciar cualquier formación académica. 1909 y 1910 fueron los años de mi descubrimiento de Cézanne, a quien por entonces solo reconocía una minoría. Este retrato se realizó en 1910 y es una ilustración típica de mi culto a Cézanne unido a mi amor filial. Gracias a… un continuado apoyo financiero de mi padre, pude concentrarme libremente en esa influencia de Cézanne que duró aproximadamente dos años y abrió nuevas perspectivas para mi desarrollo general.

(Aire de París)

A finales de… 1919, volví a América y, queriendo llevar un regalo a mis amigos los Arensberg, le pedí a un farmacéutico parisino que vaciara una ampolla de cristal llena de suero y que la volviera a precintar. Esta es la preciosa ampolla de 50 cm. cúbicos de Aire de París que llevé a los Arensberg en 1919.

Felicitación a Art News

“Bravo for your 60 ism-packed years»

Bravo por vuestros 60 años llenos de «ismos»

(Mensaje de felicitación por el sesenta aniversario de la revista neoyorquina

Art News en Art News, vol. LXI, n.° 8, diciembre de 1962, p. 26).

Invitación a una muestra de Jean Tinguely

Si la scie scie la scie

Et si la scie qui scie la scie

Est la scie qui scie la scie

Il y a Suissscide métalique.

[Si la sierra sierra la sierra

Y si la sierra que sierra la sierra

Es la sierra que sierra la sierra

Hay Suizcidio metálico.]

Tarjeta de invitación a la exposición «Homage to New York» de Jean Tinguely (nacido en Suiza), quien efectivamente se suicidó en el patio del Museo de Arte

Moderno de Nueva York el 17 de marzo de 1960.

Duchamp, entrevistado por James Johnson Sweeney en 1956.

J. J. S. – Este divorcio, esta liberación de toda intervención humana en la pintura y el dibujo, ¿acaso tienen alguna relación con el interés que usted mostró por los ready-mades?

M. D. – Naturalmente, fue mi intento de sacar una conclusión o una consecuencia cualquiera de esa deshumanización de la obra de arte lo que me llevó a concebir los ready-mades. Tal es, como usted sabe, el nombre que di a esas obras, que en realidad ya están hechas. He aquí por ejemplo mi ready-made Cage d’oiseau [Jaula de pájaro]: intente levantarla, es demasiado pesada, pues esos cubos blancos que hay dentro y que parecen terrones de azúcar son en realidad cubos de mármol. Es un ready-made en donde el azúcar se ha vuelto mármol, creando un efecto en cierto modo mitológico. Mire ahora un ready-made que data de 1916. Es un ovillo de cordel entre dos placas de cobre. Antes de que lo hubiera terminado, [el amigo y coleccionista de arte] Walter Conrad Arensberg metió algo en el interior del ovillo, sin decirme lo que era, y por mi parte nunca intenté saberlo. Era una especie de secreto entre nosotros y, como producía un ruido, llamamos al objeto Ready-made à bruit secret [Ready-made con ruido secreto]. Escúchelo. No sé, no sabré nunca si es un diamante o una moneda.

(…)

M. D. –He aquí una pieza que se remonta a la época Dada, la Gioconda adornada con bigote y perilla. Era por mi parte un gesto iconoclasta y violentamente…

J. J. S. – ¿Sacrílego?

M. D. – Sacrílego, blasfemo, todo lo que usted quiera. Pero, además de éste, me quedan del período Dada otros «gestos» del mismo género. Por ejemplo, este cheque desmesurado. Pagué a mi dentista por medio de este instrumento que yo mismo había dibujado, y que estaba emitido por un banco inexistente. ¡Y lo aceptó! Lo más curioso es que diez o quince años más tarde, volví a ver a mi dentista y le compré mi cheque para mi colección personal.

Mire ahora la martingala que concebí para hacer saltar la banca de la ruleta de Montecarlo. ¡Naturalmente, la banca sigue en pie! Pero yo creía haber encontrado un sistema. De modo que emití acciones que luego vendí a diversas personas a fin de constituir un capital destinado a explotar este sistema.

J. J. S. – ¿Llegó a ganar algo?

M. D. – Jamás… Por otra parte, como ya sabe, lo que me interesa es el lado intelectual de las cosas, aunque no me guste el término de «intelecto» demasiado seco, demasiado desprovisto de expresión.

Me gusta la palabra «creer». En general, cuando alguien dice «sé», no se sabe, se cree. Creo que el arte es la única forma de actividad por la que el hombre como tal se manifiesta como verdadero individuo. Sólo gracias a ella puede superar el estadio animal, porque el arte es una salida hacia regiones donde no dominan ni el tiempo ni el espacio. Vivir es creer; al menos es lo que yo creo.

Iker Seisdedos: Marcel Duchamp, modo de empleo, EL PAÍS, 23 de marzo de 2012

1957-1962, cinco años que cambiaron el arte para siempre

Hoy abre sus puertas en el Museo Reina Sofía de Madrid la exposición Nuevos Realismos: 1957-1962. Estrategias del objeto, entre readymade y espectáculo, que pretende iluminar a través de 230 obras de 29 artistas el punto de inflexión que se produjo en el arte de la segunda mitad del siglo XX precisamente en aquellos años.
Robert Rauschenberg, Yves Klein, Allan Kaprow, Martial Raysse, Christo, Piero Manzoni, Jean Tinguely y Andy Warhol, entre otros, son los protagonistas de esta muestra de gran envergadura, no sólo por el número de artistas que se han reunido para la ocasión, sino porque pone de manifiesto la importancia y el papel catalizador que jugaron todos ellos en un periodo muy concreto de la historia del arte.

Breve lapso de tiempo

Aunque la década de los sesenta ha sido catalogada con términos como pop, Fluxus, minimalismo y arte conceptual, el breve lapso de tiempo en que se generaron sus criterios clave se resiste a ser denominado bajo tales sustantivos. Esta muestra se ciñe a esos primeros años de creación y aunque hasta el momento se han realizado numerosas exposiciones con estos artistas como protagonistas, a menudo se han seleccionado en función de su nacionalidad o como retrospectivas. De ahí la importancia de ésta, porque, como recuerda su comisaria, Julia Robinson, “amplía su horizonte al reunir obras de artistas tanto europeos como americanos con trayectorias paralelas, superando los límites de la nacionalidad”.

En resumen, Nuevos realismos: 1957-1962 se define más por un marco temporal que por formatos o medios concretos, de forma que cartografía un campo internacional del arte en un periodo finito de importantes cambios. “Esta exposición –recuerda Robinson– no atiende a términos establecidos por galerías o canonizados por críticos. Busca retomar la historia de este periodo antes de que se enredase con nombres y categorías; invita al visitante a explorar, año a año, las obras de este momento finito, que se despliegan y transforman como si por primera vez ocupasen un lugar en la historia. Podemos ser testigos no sólo de las new forms y new media, sino también de las nuevas estrategias expresivas, acciones y perfomances que hicieron de aquellos años de experimentación proteica una de las etapas más fértiles del siglo XX”.

Estrategias de innovación

A comienzos de 1957, Marcel Duchamp, gran figura del dadaísmo e inventor del readymade, dio una conferencia en Estados Unidos titulada “El acto creativo”. En un momento en que parecía que la pintura moderna que había predominado durante las décadas 40 y 50 había muerto junto con Pollock, su protagonista más lúcido, Duchamp, señaló que la expresión directa había quedado obsoleta. En un contundente acto de desmitificación de la subjetividad artística, anunció que el espectador era quien “completaba” la obra de arte.

Para Duchamp, el artista desempeñaba el papel de un mediador que canalizaba los significados ya inherentes a los objetos y a los materiales, abocados a cambiar a lo largo del tiempo. La fuerza conceptual del readymade comenzó a comprenderse a finales de los 50 a través de diversas exposiciones y de la importante publicación de la primera monografía de su obra en 1959. Su proyecto, aún difícil, fue defendido por el compositor John Cage y puesto a prueba en la obra de Robert Rauschenberg, uno de los primeros en extender los límites de la pintura mediante la incorporación de objetos readymade en sus “Combines”.

El término Nouveau Réalisme fue acuñado en 1960 por el crítico francés Pierre Restany para describir a un grupo de artistas que estaban definiendo una serie de enfoques de la práctica artística radicalmente nuevos: desde la espectacularización de la pintura hasta la acumulación y la fijación de objetos cotidianos en nuevos marcos fortuitos, infundidos de temporalidad.

El término empleado en este caso, en palabras de la comisaria de esta muestra, Julia Robinson, pretende distanciarse de su carga específica original. El «nuevo realismo» que aquí se define constituye un objeto histórico de carácter híbrido, que sintetiza no sólo las iniciativas del grupo francés que se constituyó en 1960, sino un contexto más amplio que comprende figuras fundamentales en Estados Unidos desde Robert Rauschenberg, capaz de abarcar un interés persistente por la pintura y el retorno del readymade, hasta Allan Kaprow, quien introduce el happening como nueva estrategia artística.

Otro de los puntos clave de estas propuestas es el hecho de que huían de los museos y de las clasificaciones más tradicionales. Estos artistas se reunían en torno a exposiciones, performances y eventos, y se organizaban en pequeñas galerías comerciales punteras. Galerías de arte pequeñas regentadas, en su mayoría por mujeres, presentaban con entusiasmo el arte joven, rechazado por el establishment y en colaboración con los artistas, desarrollaban estrategias de innovación para dar rienda suelta a sus experimentos. Por ello, espacios como la Galerie Iris Clert de París, la Martha Jackson Gallery o la Anita Reuben Gallery de Nueva York tienen un lugar destacado en la muestra

Con la muerte de Jackson Pollock en 1956 se daba paso al fin definitivo del expresionismo abstracto americano y nuevos horizontes artísticos comenzaban a perfilarse. Tal y como señala la comisaria, en el paso a los años sesenta, una generación de artistas rompió la autonomía de lo moderno con un “nuevo realismo” que hacía uso del espacio real y el tiempo real.

Todos ellos tenían en común un intento por alejarse de la pintura expresiva y de retornar al objeto, inspirándose en sus determinaciones más avanzadas hasta la fecha. Estos creadores emergentes pretendían convertir los gestos grandilocuentes en acciones cotidianas y descubrir, entonces, una nueva práctica artística a través de la transformación de sus estrategias y contextos.

Intenso recorrido

El recorrido de la muestra comienza con una sala denominada “Fuera de abstracción” que supone la respuesta de toda una generación de jóvenes artistas que se alejaban de la pintura abstracta dominante en el panorama artístico en las últimas décadas. El influyente ensayo de Allan Kaprow, The legacy of Jackson Pollock (El legado de Jackson Pollock, 1958), argumentaba que la pintura debía convertirse en un entorno, un ambiente, a partir de la vida en la calle.

Estos artistas que dejan la pintura para pasar a la acción, transforman los grandes gestos en acciones cotidianas. El francés Yves Klein es un ejemplo claro de ello y su trabajo constituye una pieza fundamental en la muestra, por lo que se incluyen algunos de sus 11 monocromos azules que en 1957 presentó en cinco galerías europeas. Sus pinturas, idénticas en tamaño, estaban montadas a alturas escalonadas. Esta forma coreográfica de colgar los cuadros sugería cierta escenificación de la pintura. Las diferentes muestras realizadas por el artista no estaban exentas de elementos espectaculares como, por ejemplo, la liberación de 1.001 globos azules que llenaron de azul el cielo de París.

Otro de los autores fundamentales representados es Jean Tinguely, que colaboró junto a su amigo Yves Klein en varias exposiciones. En esta ocasión se incluye la obra Excavatrice de l’espace, que se expuso en la galería Iris Clert junto a los monocromos de Klein. La obra Ballet de pauvres (El Ballet de los pobres) de 1961, es una de las piezas claves del recorrido: diversos objetos colgados de una plancha metálica sujeta al techo, se mueven produciendo un ruido ensordecedor.

El escaparate de Iris Clert

Sin duda, otra de las obras más significativas de la muestra es la reproducción exacta del escaparate central de la galería Iris Clert, realizado por Arman en 1960. El artista recorrió las calles de París buscando objetos desechados y con ellos rellenó el escaparate de la galería.

Un año antes, en 1959, había empezado a trabajar en una serie de Poubelles (cubos de basura): desperdicios acumulados en vitrinas de cristal, también aquí presentes y que definían nuevos términos para la escultura y para la codificación del objeto.

La muestra finaliza con unas salas dedicadas a lo que serían los primeros pasos o primeras manifestaciones del Pop Art. La propia comisaria tiene un término para definir a este periodo: Popie, con el que se refiere al Warhol que todavía no es Warhol, o al Lichtenstein que está empezando, es decir a los “cachorros” del nuevo arte.

La exposición se ha organizado de manera cronológica, y aunque el grueso de las obras se exhiben en la primera planta del edificio Sabatini, hay piezas que sobrepasan las puertas de las salas y se muestran en diferentes lugares del Museo. En uno de los pasillos del claustro, por ejemplo, se ha reproducido una enorme instalación de Allan Kaprow, Yard, compuesta por más de mil neumáticos.

Y además…

Adicionalmente, la exposición recoge diversas instalaciones, obra gráfica, esculturas y pinturas, y se ve enriquecida con una selección de material documental que reúne escritos de artistas, fotografías, libros, prensa de la época o incluso libros de invitados de las galerías… Se proyectarán igualmente un total de doce películas, como documento esencial para activar y evocar las acciones que originalmente formaron parte del arte creado en este momento.

También se ha editado un catálogo que, además de reproducir las obras expuestas, cuenta con textos realizados por prestigiosos historiadores de arte y críticos; Ágnes Berecz (doctora por la Universidad Sorbona de París) Benjamín H.D. Buchloh (catedrático de la Universidad de Harvard), Emmelyn Butteerfiel-Rosen (doctora por la Universidad de Princeton), Hannah Felman (doctora por la Universidad de Columbia), y Julia Robinson (doctora por la Universidad de Princeton y comisaria de la muestra). Por otro lado, el catálogo cuenta con una amplia cronologia compilada por Billy Kliver y Julie Martin (investigadora, escritora y productora de películas documentales sobre Robert Rauschenberg y EAT–Experiments in Art and Technologie– entre otros).

Los artistas que se encuentran representados en la exposición son los siguientes: Arman, George Brecht, Robert Breer, Cesar, Christo, Jim Dine, François Dufrne, Gérard Deschamps, Öyvind Fahlström, Raymond Hains, Allan Kaprow, Yves Klein, Yayoi Kusama, Roy Lichtenstein, Piero Manzoni, Claes Oldenburg, Giusseppe Pinot Gallizio, Robert Rauschenberg, Martial Raysse, Mimmo Rotella, Niki de Saint Phalle, Daniel Spoerri, Jean Tinguely, Ben Vautier, Jacques de la Villeglé, Wolf Vostell, Andy Warhol, Robert Watts y Robert Whitman.

Madrid. Nuevos Realismos: 1957-1962. Estrategias del objeto, entre readymade y espectáculo. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Del 16 de junio al 4 de octubre de 2010. Comisaria: Julia Robinson.

Actividad paralela: Performance de Robert Whitman. El artista Robert Whitman realizará cuatro performances en el espacio Uno del Museo de la pieza American Moon cuya instalación y performance original fue mostrada al público por primera vez en la Reuben Gallery de Nueva York en 1960. Lugar: Espacio Uno. Fechas: 15 y 16 de junio. Hora: 18 h y 20 h. Entrada: gratuita, limitada a 60 personas por actuación.

Javier Suárez: 1957-1962, cinco años que cambiaron el arte para siempre, hoyesarte.com, 16 de Junio de 2010
Descripción general de privacidad

Este sitio web utiliza cookies para que podamos brindarle la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en su navegador y realiza funciones como reconocerlo cuando regresa a nuestro sitio web y ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones del sitio web le resultan más interesantes y útiles.