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Exposicións de Manuel Valcárcel

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Edgerton, la fotografía hecha ciencia

PHOTOESPAÑA | Exposición en Madrid

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En 1932, Doc hizo su primera fotografía de un chorro de agua. En aquel microsegundo que captó gracias a su flash estroboscópico (un ‘artilugio’ que hasta entonces había usado para fotografiar máquinas en funcionamiento) el chorro se transformaba en una traslúcida columna retorcida. «¿Qué es?», la tituló. Durante las seis décadas siguientes, Harold ‘Doc’ Edgerton (1903-1990) no dejaría de fotografiar el movimiento.
Bala atravesando tres globos, 1959. | Palm Press. EdgertonAgua, gotas de leche, balas en acción, tenistas en pleno saque, golfistas en pleno ‘swing’ e, incluso, explosiones atómicas quedaban congeladas en su objetivo. Una exposición en la Fundación BBVA exhibe casi un centenar de fotografías de este científico devenido en artista. Sus instantáneas son «un maridaje perfecto entre arte y ciencia. Pero, por su formación como ingeniero, siempre se definió como científico antes que como artista», explica José Gómez Isla, uno de los comisarios de la muestra, primera retrospectiva en España de Edgerton. Al ingeniero estadounidense le inquietaba desvelar los secretos de los movimientos. Sus imágenes permitieron descubrir que el colibrí bate sus alas 70 veces por segundo o ver, por primera vez, escenas hasta entonces ocultas al ojo humano, como el momento en que una bala atraviesa un objeto. En muchas de estas fotografías puede apreciarse el micrófono que permitía detectar ese instante preciso en que el flash tenía que activarse.

En el siglo XIX, pioneros de la fotografía como Eadweard Muybridge o Étienne Jules Marey ya habían usado las instantáneas para escudriñar los movimientos humanos y animales. Pero Edgerton partió de una estrategia totalmente diferente: «En lugar de tratar de fabricar obturadores fotográficos [la ‘compuerta’ que controla el tiempo durante el que llega la luz a la película] más rápidos, se centraría en sistemas de iluminación múltiple que, gracias a alcanzar una velocidad de destello de una millonésima de segundo, permitían congelar una escena rapidísima«, aclara Gómez Isla en el catálogo de la exposición. Este flash ultrarrápido (estroboscopio) no sólo le permitía congelar el movimiento, sino que si se daban múltiples destellos en un sólo segundo (multiflash) podía plasmar movimientos vertiginosos en diferentes fases de su ejecución, ya fuese el alegre coleo de su perro, un salto de trampolín o una flecha atravesando un globo (una instantánea que, con su habitual sentido del humor, tituló ‘Guillermo Tell’). Otra de sus famosas instantáneas de balas atravesando objetos (manzanas, velas, bombillas o naipes) se tituló ‘Cómo hacer zumo de manzana en el MIT’.

Desde los aires al mundo submarino
Corona de gotas de leche, 1957. | Palm Press. Edgerton Foundation
El MIT (el Instituto de Tecnología de Massachussets) era su ‘casa’. El centro donde se graduó como ingeniero eléctrico, donde dio clase durante décadas y donde falleció a los 89 años (estaba todavía en activo cuando sufrió un infarto en el comedor del centro). Según contaba uno de sus discípulos, Edgerton solía llevar en el bolsillo de su traje postales con reproducciones de sus instantáneas más famosas, con su teléfono escrito en el dorso. A todo aquel que conocía le daba una, e incluso le invitaba a pasarse por su laboratorio.

Por aquel laboratorio abierto a todo el mundo recalaron el coronel George Goddard y el oceanógrafo Jacques Cousteau. Su relación con el militar fructificaría en avances en la imagen aérea (durante la Segunda Guerra Mundial, Edgerton perfeccionó la iluminación para tomar fotografías aéreas nocturnas, unas aportaciones que «fueron cruciales en el desembarco de Normandía», según Gómez Isla), mientras que tras conocer a Cousteau trabajó en sistemas de registro submarino, que revolucionaron la arqueología marina. ‘Papa Flash’ (como le llamaba Cousteau) acompañó al oceanógrafo galo en varias de sus expediciones e, incluso, participó en los años 70 en una incursión en el lago Ness en busca del monstruo marino… o lo que fuera que había en el lago.

A lo largo de su carrera, Edgerton patentó 47 inventos, desde una cámara ultrarrápida para captar explosiones atómicas (Rapatronic) hasta un sistema de filmación ultrarrápido (una de estas cámaras puede verse en la exposición madrileña), que «hizo posible la creación de la cámara superlenta en cine y televisión» (la de las repeticiones a cámara lenta), según Gómez Isla. De hecho, sus investigaciones hicieron del flash electrónico ese artilugio barato y portátil que hoy día incorpora cualquier cámara amateur.

Sin embargo, Edgerton era algo más que un hombre de ciencia. Sus fotografías fueron portada de National Geographic, pero también se incluyeron en la primera exposición fotográfica del MoMA de Nueva York. Su nombre figura en el Hall de la Fama de los inventores estadounidenses, pero también ganó un Oscar (por un magnífico corto documental sobre sus métodos de trabajo, ‘Quicker than a Wink’, que sirve de colofón a la muestra). Sus fotografías son arte y ciencia a un tiempo. «Buscaba la geometría perfecta», explica el comisario, que recuerda que Edgerton fotografió durante años gotas de leche en busca de arquitecturas exquisitas. «Rechazaba los chapoteos deformes, esperando que la gota cayese formando una corona perfecta». En 1957, cinco lustros después de su primera fotografía de una gota de leche, lo consiguió.


Anatomía del movimiento. Fotografías de Harold Edgerton, del 08/06 al 25/07
en la Fundación BBVA (Castellana 81, Madrid). Entrada gratuita

Isabel Espiño | Madrid: Edgerton, la fotografía hecha ciencia, EL MUNDO, 9 de junio de 2010

Paseo por el Manhattan insólito

Un puzle de 400 imágenes que muestran un Manhattan no apto para turistas tópicos, ‘Manhattan, uso mixto’ refleja en palabras de Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, la ciudad que representa «el equivalente a esos espacios parisinos del siglo XIX de los que hablaba Walter Benjamin». Unos espacios heredados del pasado que continúan en pie en el presente y para los que artistas de toda naturaleza han encontrado nuevos usos. Lejos de la estética de postal y el afán documental, «se trata de una fotografía basada en el diálogo, de artefactos que se convierten en arte», afirma una de las comisarias de la muestra, Lynne Cooke.West Broadway New York/Tribeca (Thomas Struth, 1978) La exposición incluye artistas que trabajaron desde finales de los años 70, «un momento muy especial en Nueva York», según Cooke, y que coincide con la desindustrialización de la ciudad, hasta otros contemporáneos, «que continúan con el sistema de trabajo en series que caracterizó la fotografía conceptual de sus antecesores», desvela Douglas Crimp, el otro encargado de comisariar la exhibición.

Las fotografías trazan trayectorias atípicas, muestran «usos no autorizados», comenta Crimp, de los espacios públicos de la ciudad. Desde la serie nocturna de Peter Hujar, tomada en 1976 a lo largo de las calles comprendidas entre el Meatpacking District (repleto por entonces de bares underground y clubes de homosexuales) y el Financial District, hasta el retrato del deterioro del East Broadway capturado por el objetivo de Christopher Wool en sus paseos diarios hacia su estudio de pintura. Otros artistas huyen del retrato paisajístico para ensimismarse en los pequeños detalles que desvelan la personalidad de su ciudad. Ejemplos de ello son la serie ‘Bubblegum’ (‘Chicle’), d y en 1994.Menos prosaicas resultan las obras de Stefan Brecht, de quien se exhibe un libro de poesías sobreimpresas sobre imágenes de la agrietada acera del Hotel Chelsea, hasta los oníricos fotogramas en los que Cindy Sherman encarna diferentes papeles en escenarios desolados. Entre ellos, los muelles del Hudson en los que su coetáneo Alvin Baltrop reflejó los encuentros sexuales entre hombres que allí tenían lugar en su colección ‘Day’s End’.

Aunque abundan los escenarios más recónditos de la ‘city’, la muestra no obvia las imágenes más icónicas. Desde las fotografías extraídas de un vídeo de Steve McQueen que retrata la Estatua de la Libertad desde un helicóptero, «la obra más reciente de las expuestas», destacaba Cooke, hasta los famosos depósitos de agua (Bernd y Hilla Becher, 1988), «un ejemplo de arqueología urbana o industrial», explicó la comisaria. Una de las instalaciones más llamativas tiene como protagonista a Central Park. Concebida por el artista Donald Moffet, utiliza un lienzo sobre el que se proyecta un vídeo de ‘The Ramble’ (una zona, una vez más, frecuentada por homosexuales), de manera que el resultado final se asemeja a una pintura en la que las hojas de los árboles son movidas por el viento. Los hombres-pancarta y las manifestaciones, otra imagen recurrente de la ciudad, protagonizan la serie de diapositivas de Sharon Hayes (2005), instalada en una sala en las que nueve proyectores disparan sobre la pared hasta 729 instantáneas sobre la ciudad ‘In the near future’ (‘En un futuro cercano’).

Exposure 18: N.Y.C., 498 7th Avenue (Barbara Probst, 2003)

‘Manhattan, uso mixto’. Museo Reina Sofía (Edificio Sabatini). Del 9 de junio al 27 de septiembre

Laura Caso | Madrid: Paseo por el Manhattan insólito, EL MUNDO; 6 de junio de 2010

El fotógrafo que dejó el óleo y pintó con la luz

Estudio de la Bauhaus, en 1927.© Laszlo Moholy-Nagy, VEGAP.«Apenas hemos empezado a explotar las posibilidades asombrosas que nos ofrece la cámara fotográfica», escribe Laszlo Moholy-Nagy en 1925 en el arranque de su libro Pintura, fotografía, cine, donde deja asentadas las bases de la nueva visión fotográfica, en la que el motivo ha perdido importancia frente a las formas. «Mientras que la fotografía existe desde hace ya más de un siglo, su evolución sólo nos ha permitido, recientemente, tomar conciencia, más allá de su especificidad, de sus consecuencias para la creaciónóptica. Del mismo modo, hace poco nuestra forma de ver ha madurado lo suficiente para comprenderlas», concluía.

La manera de ver había cambiado. En 1921 Man Ray (pintor norteamericano afincado en París) y Laszlo Moholy-Nagy (pintor y fotógrafo húngaro que trabajaba en Berlín) comenzaron a realizar sus rayogramas y fotogramas, bastante similares entre sí. Colocaron objetos sobre papel sensible, con lo que no sólo registraban contornos, sino también las sombras arrojadas por estos. La solución experimental atrajo a las sensibilidades dadaísta y surrealista. Ambos eligieron ruedas de engranaje y pequeñas partes de maquinaria como materia prima de sus primeras composiciones, que tanto recuerdan a los diseños de Francis Picabia, cuando sumergía en resortes ruedas dentadas, piñones de un despertador y los presionaba luego sobre el papel. Los posteriores fotogramas de Moholy-Nagy (Hungría, 1895-EEUU, 1946) son ejercicios sobre la luz y la forma, casi arquitectónicos por su composición. Para el artista los objetos colocados sobre el papel sensible eran «moduladores de la luz», hasta que dejaban de ser objetos identificables.

El citado Pintura, fotografía, cine, publicado en la serie de libros de la Bauhaus (conoció a Walter Gropius en 1922), contiene no sólo una selección de fotogramas y fotografías, hechas por él mismo y por otros con la intención de hacer de ellas obras de arte. Hay en ellas fotografías astronómicas, fotomicrográficas, placas de rayos X, vistas aéreas, fotos periodísticas El rastro de un «artista total», como le calificó ayer Oliva María Rubio, comisaria de Laszlo Moholy-Nagy. El arte de la luz, la exposición retrospectiva más completa que se ha mostrado hasta el momento en España sobre la obra del húngaro, con la que arranca PHotoEspaña, en la sede madrileña del Círculo de Bellas Artes.

«No reproducía la realidad, la creaba», aseguró Oliva María Rubio para confirmar que se dedicó al vídeo, la escultura, cine, fotografía, collage, pintura… La exposición, con más de 200 piezas entre pinturas, fotografías en blanco y negro y color, películas y elementos de diseño gráfico, girará por Europa y tras el arranque de Madrid pasará por Berlín y La Haya. «Fue una pieza esencial de la Bauhaus, un intelectual del arte», apuntó Juan Barja, director del Círculo de Bellas Artes, para subrayar que se trata de una de las grandes figuras de la modernidad.

Para Moholy-Nagy la cámara fotográfica era un instrumento que permitía ampliar la visión. Su búsqueda radical de la forma le llevó a apreciar instantáneas realizadas con propósitos científicos o utilitarios. En ellas encontró y fundó una «nueva visión» del mundo. Pero incluso cuando se interesaba por la realidad movía encuadres, lo cambiaba todo, se esforzaba para que nada fuera como se esperaba. Los experimentos, como bien anunciaba el artista húngaro, habían ayudado a mirar de una nueva manera. Así es cómo los fotógrafos de la década de 1920 exploraron también el método de la doble exposición. Uno de los resultados más logrados es un retrato que Rodchenko hizo de AleksandrSchevtschenko en 1924, mostrando al pintor de perfil y también de frente. La irrealidad de los negativos de Moholy-Nagy enfatizó las formas y los contornos, dejó que la luz construyese el cuerpo.

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Peio H. Riaño, Madrid: El fotógrafo que dejó el óleo y pintó con la luz, Público, 5 de junio de 2010

Grupos de Flickr

Paseando polas fotos de Flickr deume por mirar nos grupos. Hai moitos que poden ser de utilidade nas clases de ciencias sociais. Aquí poño algúns dos que máis me chamararon a atención.Patrimonio de Galicia: 580 membros e máis de 10000 imaxes»Semp…

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