El Capricho de Gaudí | Sabías que…
Portal dedicado a la didáctica de la Historia del Arte.
Enseñar y aprender Geografía e Historia
Portal dedicado a la didáctica de la Historia del Arte.
Parecía que el arquitecto francés Jean Nouvel había sido original creando un edificio lleno de curvas para la sede de la compañía de Aguas de Barcelona. Pero Antoni Gaudí se le adelantó casi un siglo, ideando no una, sino más de cinco torres redondeadas, que se habrían convertido, seguro, en el icono de la Colonia Güell de Santa Coloma de Cervelló, como le ha ocurrido al rascacielos de colores en Barcelona desde 2005.
Tras 10 años elaborando su proyecto, en octubre de 1908 Gaudí comenzó las obras, que no pudieron terminarse por el fallecimiento de Eusebi Güell, el mecenas del arquitecto. De este proyecto inconcluso, ya que solo se construyó la famosa cripta que hoy podemos visitar, apenas han quedado un par de dibujos que, tras una vida azarosa —en la que no han faltado pérdidas durante años, tras la Guerra Civil, y una recuperación casual— ahora se ponen a la venta, el 17 de mayo, en la sala de subastas Balclis. Serán para el mejor postor que esté dispuesto a pagar, al menos, los 275.000 euros en los que han sido valorados.
En el pasado mes de marzo el Ministerio de Cultura frustró la subasta de un objeto único, la tapa del pozo que Antoni Gaudí creó para la Sagrada Familia, tras declararla inexportable y acabar con el interés de comprarla de coleccionistas extranjeros, sobre todo japoneses. Pero esta medida tuvo un efecto positivo. Los dueños de los dos únicos dibujos que se conservan realizados por el genial arquitecto para la iglesia de la Colonia Güell, ubicada en Santa Coloma de Cervelló, han decidido ponerlos a la venta en la subasta de Balclis prevista para el mes de mayo en Barcelona.
Conocidas y publicadas desde el año 1928, se les había perdido la pista a estas dos obras de la perspectiva exterior y del interior de la iglesia proyectada por Gaudí. De 59 por 46 y 61 por 47 centímetros, están pintados con una técnica mixta de carboncillo, acuarela y aguada. Se creía que habían sido destruidos en 1936, en los incidentes que vivió la colonia en la Guerra Civil, pero de forma casual se recuperaron en 1967 en la carbonera de la masía Can Sol de la Colonia Güell —propiedad de Maria Teresa Farré— en bastante mal estado, por haber estado expuestos a la humedad y el efecto del humo. No hubo duda de que eran los dibujos originales dados por perdidos y así lo certificó en 2004 Joan Bassegoda, una de las máximas autoridades en Gaudí.
Los dibujos estuvieron en manos de la familia Farré hasta que, en 1975, se vendieron y fueron adquiridos por sus actuales propietarios, “una familia de anticuarios barceloneses que eran muy conscientes de las obras que tenían”, asegura Enric Carranco, responsable de pintura de Balclis. Desde ese año, los dibujos han participado en exposiciones como la que se pudo ver en el CCCB y el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, y se han publicados en libros y artículos sobre el autor de La Pedrera.
“El precio es bastante ajustado y muy idóneo. Son piezas que han pasado por solo tres propietarios: Gaudí, la familia Farré y los actuales”, explica el experto, pese a los 275.000 euros en que se ha establecido el precio de salida. “Son obras que no se pueden exportar. En caso contrario, su precio sería el triple. Son los dibujos más importantes de Gaudí”, argumenta Carranco.
Gaudí elaboró el proyecto de la iglesia entre 1898 y 1908. Durante esos años creó una original maqueta realizada con cordeles, que representaban las columnas y los arcos, y saquitos de perdigones que permitían ver cómo quedaría la estructura invertida. El ayudante de Gaudí, Vicente Villarrubias, fotografiaba la forma de la maqueta y luego, una vez invertida, el arquitecto las pintaba para ver el efecto resultante y así rectificar el modelo. Tras 10 años, el mecenas Eusebi Güell encargó el proyecto a Gaudí —que por entonces había terminado Bellesguard y la Casa Batlló, y construía la Casa Milà y el parque Güell— y comenzaron las obras, hasta que en 1915 Gaudí abandonó la dirección y los trabajos se interrumpieron en 1916, cuando solo se había construido la cripta que hoy se puede visitar.
En la misma subasta que los dibujos también se podrá adquirir otro objeto bien original: una de las jarras de loza esmaltada de Els Quatre Gats, donde se reunían Rusiñol, Casas, Nonell, Mir y Picasso. Hasta ahora solo se conocía una sola, en una colección privada. “Es una de las pocas cosas originales que quedan de este mítico local barcelonés, reconstruido actualmente. Los especialistas no sabían de su existencia, pero está comprobado que es auténtica”. En este caso el precio de salida es más económico: 4.000 euros.
José Ángel Montañés, Barcelona: No es Nouvel, es Gaudí, EL PAÍS, 25 de abril de 2012
La colonia Güell es una de las tantas ciudades industriales que se levantaron en Cataluña a finales del siglo XIX. Es también una de las obras cumbre de Gaudí. Su proyecto original incluía una iglesia, pero con el estallido de la I Guerra Mundial solo dio tiempo a terminar la cripta, pronto devenida en hoja de ruta para la construcción de la Sagrada Familia.
Gaudí Lab propone desandar ese camino, tratar de entender la genialidad de Gaudí a través del contacto con su forma de trabajar y sus herramientas, descubrir al científico, al geómetra, al autodidacta exigente y casi obsesivo que hubo detrás del arquitecto. O, como sugiere Marià Marín, comisario del Espacio Gaudí del Museo Diocesano de Barcelona, que ha cedido las piezas de la muestra: “Se trata de descubrir a un Gaudí mucho más complejo de lo que imaginamos, una suerte de Da Vinci, un artista que crea a partir de conceptos y que nunca improvisa.
Un profundo pensador”.
¿Cómo se sostiene la enorme estructura de la Sagrada Familia? ¿Cómo hizo Gaudí para calcular las proporciones de una torre de 170 metros? ¿Cómo supo de qué tamaño debía ser cada una de las piedras? Allí están los pequeños sacos de algodón rellenos de perdigones y las marcas que ayudan a responder. Son las piezas clave de la famosa maqueta funicular, ese juego de hilos, pesos y distancias en el que Gaudí se basó para concebir su obra maestra.
Compuesta por más de 40 piezas inéditas, la exposición incluye herramientas de Gaudí que, en otra muestra de su habilidad para aprovechar instrumentos de todas las épocas, van desde un compás medieval de picapedrero hasta un conjunto de compases suizos de máxima precisión. Hay también tricromías en vidrio, que explican parte de la magia que ha hecho con la luz, y uno de los bancos de la cripta hecho con el roble de las cajas en las que llega el algodón a las fábricas de la colonia.
Hay además documentos que dan testimonio de los contactos de Gaudí con Madrid durante su búsqueda de financiamiento para la Sagrada Familia que, por ser un templo expiatorio, debía erigirse solo con limosna o sacrificio. Entre los papeles, cartas y croquis se destaca la factura de un donativo por 16 pesetas que la Junta de la Sagrada Familia entregó a la Junta de la Catedral de la Almudena en 1916. Las piezas se intercalan con vídeos explicativos, las fotos con frases de Gaudí y con definiciones que de él y su obra hicieron Dalí, Miró, Le Corbusier y Maragall, entre otros.
Respuestas, solo algunas, para el mar de interrogantes que despierta la mente de un genio.
Lucrecia Bullrich, Madrid: La trastienda del genio de Gaudí, EL PAÍS, 18 de abril de 2012
El arquitecto Antoni Gaudí experimentó sus obras maestras, como la Sagrada Familia o el parque Güell, en los jardines del antiguo psiquiátrico de Sant Boi, hoy convertido en el parque sanitario de la ciudad.
Así se desprende de la investigación que han llevado a cabo durante los últimos nueve años el arquitecto David Agulló y el geólogo Daniel Barbé y que ahora publica la revista «Sàpiens».
En declaraciones a EFE, Agulló ha dicho que «una profesional del centro psiquiátrico nos puso en alerta sobre la presencia de elementos en los jardines del psiquiátrico que imitaban la técnica de Gaudí». Pero a raíz de la investigación, ha añadido Agulló, se ha podido demostrar que son obra suya y anteriores a sus proyectos de Barcelona.
El conjunto artístico modernista está integrado por una gruta, dedicada a la Virgen de Lourdes, rodeada de jardines con bancos decorados con mosaicos, que datan del año 1912. «Son unos bancos muy similares a los del parque Güell, que datan de 1913 y 1914», ha recordado Agulló, que ha apuntado que la ejecución de la obra la llevaban a cabo los propios pacientes del centro de salud mental.
David Agulló ha indicado que en el psiquiátrico había un taller de construcción «porque se utilizaba el trabajo como terapia para los enfermos».
Del conjunto modernista de Sant Boi también destaca un grupo de estructuras que, finalizadas en 1906, presentan un evidente paralelismo con los techos de las naves de la Sagrada Familia, que comenzaron a proyectarse en 1915.
Los responsables de la investigación recuerdan la presencia de Gaudí en esta zona de la comarca barcelonesa del Baix Llobregat, ya que en la época en la que se construyeron estas obras el arquitecto modernista dirigía las obras de la Cripta de la Colònia Güell, que sirvió de prueba para la posterior construcción de la Sagrada Família. «Cada día pasaba por esta zona procedente de Barcelona» apunta Barbé, que recuerda que los terrenos del psiquiátrico eran colindantes con los de esa colonia.
EFE, Sant Boi de Llobregat: Gaudí experimentó sus obras maestras en el psiquiátrico de Sant Boi, La Vanguardia, 11 de agosto de 2011
El 10 de junio de 1926 un tranvía atropellaba al genial arquitecto catalán. Moría dos días después
De joven simpatizó con el socialismo utópico y hasta imaginó los planos de un falansterio. Pero la fe se impuso y quien en su juventud también había ejercido de distinguido dandi en la noche barcelonesa adoptó un modo de vida espartano: comidas frugales, caminatas de diez kilómetros diarios, sencillez y hasta ayunos que le pusieron a las puertas de la muerte.
Las obras que hizo para su amigo y mecenas Eusebio Güell, El Capricho de Comillas, el Palacio Episcopal de Astorga, la Catedral de Santa María de Palma de Mallorca, la Casa Batlló y la Casa Milà son todavía testigos de la profunda huella del genio. Pero a partir de 1915 se entregó en cuerpo y alma (sobre todo alma) al Templo de la Sagrada Familia, la única catedral del siglo XX construida como las medievales, con tanto esfuerzo físico y material como ingentes cantidades de fe. Cambó y Prat de la Riba le tentaron para sus proyectos catalanistas, pero el edificio de la política se le quedaba pequeño.
Un 10 de junio de 1926 cuando iba a visitar a su confesor en la iglesia de San Felipe Neri un tranvía lo atropelló. Confundido por su aspecto y por ir indocumentado con un mendigo, la asistencia médica se retrasó. Murió dos días después. Desde entonces, los arquitrabes del cielo nunca habían sido tan sólidos.
Manuel de la Fuente: Gaudí, el arquitecto de Dios, ABC, 12 de junio de 2011
La retransmisión televisiva de la consagración de la Sagrada Família, presidida por Benedicto XVI, causó honda impresión entre los fieles católicos. Y, de paso, ha provocado un pequeño pero significativo seísmo entre la intelligentsia arquitectónica local, tradicionalmente crítica y recelosa ante la continuación de las obras del templo ideado por Gaudí. Un tercio de los veinte profesionales consultados por La Vanguardia han atemperado ahora sus opiniones adversas y, en algún caso, incluso se han retractado. El mayoritario resto sigue comulgando con los principios de la carta publicada el 9 de enero de 1965 en este diario, señalando que no había justificaciones sociales ni urbanísticas ni pastorales ni artísticas para proseguir la obra. Fue una carta firmada, entre otros, por Le Corbusier, Pevsner, Zevi, Moragas, Coderch, Bohigas, Rubió i Tudurí, Miró, Tàpies o Subirachs (quien a la vuelta de los años se convertiría en escultor del templo); una carta que tendría ecos en la ruidosa manifestación contraria a la continuación del templo de 1990. Para estos opinantes críticos (y para algún converso), la Sagrada Família de hoy, lejos de ser un punto de referencia del arte occidental, es quizás más espectacular, pero al tiempo menos gaudiniana. Por ello, su arquitectura merece epítetos nada amables, como horrorosa, anabolizada, siliconada, forzada, robótica, más propia de Calatrava que de Gaudí, desvirtuada, monstruosa y –peor aún– ajena al genio de su creador. Siguen las respuestas a la pregunta de esta encuesta.
A FAVOR
EN CONTRA
Enric Massip, Autor de la torre Telefónica ZeroZero. Era mejor dejar la Sagrada Família como estaba, pero ahora ya no hay marcha atrás y lo procedente es acabarla. En tal caso, creo imprescindible que quede claro qué parte del templo ideó Gaudí y cuál han desarrollado sus seguidores. Por las imágenes que he visto, a la nave central le falta textura. Es un espacio anabolizado, siliconado, carente de alma. Las soluciones aplicadas me parecen automáticas. Quiero decir que no están pasadas por el filtro de prueba y error, que era el método de trabajo de Gaudí. Estoy convencido de que Gaudí hubiera ido variando sus planes sobre la marcha. Es lo que hizo siempre. Las soluciones aplicadas ahora me parecen forzadas, incluso técnicamente, con el objetivo de acabar pareciéndose a lo poco de lo que se disponía: las fotos de una maqueta. El hecho, además, de que algunas soluciones constructivas necesiten hormigón armado ya indica que algo falla. La idea de Gaudí era trabajar por compresión: quería levantar la última catedral de piedra. Es cierto que Gaudí ya usó hormigón en su día, pero lo hizo en lo alto de las torres, donde el hormigón era como una piedra ligera. Ahora es al revés: está en la base de las columnas, cuyo macizo muscula. La imagen final resultante es una imagen congelada, fantasmagórica.
Llàtzer Moix, Barcelona: Sagrada Família, de la crítica a la aceptación,
La Vanguardia, 12 de noviembre de 2010