Etiquetado: Gaudí

No es Nouvel, es Gaudí

No es Nouvel, es Gaudí

Dibujo con la perspectiva exterior de la iglesia de la colonia Güell, de Antoni Gaudí.Parecía que el arquitecto francés Jean Nouvel había sido original creando un edificio lleno de curvas para la sede de la compañía de Aguas de Barcelona. Pero Antoni Gaudí se le adelantó casi un siglo, ideando no una, sino más de cinco torres redondeadas, que se habrían convertido, seguro, en el icono de la Colonia Güell de Santa Coloma de Cervelló, como le ha ocurrido al rascacielos de colores en Barcelona desde 2005.

Tras 10 años elaborando su proyecto, en octubre de 1908 Gaudí comenzó las obras, que no pudieron terminarse por el fallecimiento de Eusebi Güell, el mecenas del arquitecto. De este proyecto inconcluso, ya que solo se construyó la famosa cripta que hoy podemos visitar, apenas han quedado un par de dibujos que, tras una vida azarosa —en la que no han faltado pérdidas durante años, tras la Guerra Civil, y una recuperación casual— ahora se ponen a la venta, el 17 de mayo, en la sala de subastas Balclis. Serán para el mejor postor que esté dispuesto a pagar, al menos, los 275.000 euros en los que han sido valorados.

En el pasado mes de marzo el Ministerio de Cultura frustró la subasta de un objeto único, la tapa del pozo que Antoni Gaudí creó para la Sagrada Familia, tras declararla inexportable y acabar con el interés de comprarla de coleccionistas extranjeros, sobre todo japoneses. Pero esta medida tuvo un efecto positivo. Los dueños de los dos únicos dibujos que se conservan realizados por el genial arquitecto para la iglesia de la Colonia Güell, ubicada en Santa Coloma de Cervelló, han decidido ponerlos a la venta en la subasta de Balclis prevista para el mes de mayo en Barcelona.

Conocidas y publicadas desde el año 1928, se les había perdido la pista a estas dos obras de la perspectiva exterior y del interior de la iglesia proyectada por Gaudí. De 59 por 46 y 61 por 47 centímetros, están pintados con una técnica mixta de carboncillo, acuarela y aguada. Se creía que habían sido destruidos en 1936, en los incidentes que vivió la colonia en la Guerra Civil, pero de forma casual se recuperaron en 1967 en la carbonera de la masía Can Sol de la Colonia Güell —propiedad de Maria Teresa Farré— en bastante mal estado, por haber estado expuestos a la humedad y el efecto del humo. No hubo duda de que eran los dibujos originales dados por perdidos y así lo certificó en 2004 Joan Bassegoda, una de las máximas autoridades en Gaudí.

Vista interior de la iglesia, según el arquitecto.

Los dibujos estuvieron en manos de la familia Farré hasta que, en 1975, se vendieron y fueron adquiridos por sus actuales propietarios, “una familia de anticuarios barceloneses que eran muy conscientes de las obras que tenían”, asegura Enric Carranco, responsable de pintura de Balclis. Desde ese año, los dibujos han participado en exposiciones como la que se pudo ver en el CCCB y el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, y se han publicados en libros y artículos sobre el autor de La Pedrera.

“El precio es bastante ajustado y muy idóneo. Son piezas que han pasado por solo tres propietarios: Gaudí, la familia Farré y los actuales”, explica el experto, pese a los 275.000 euros en que se ha establecido el precio de salida. “Son obras que no se pueden exportar. En caso contrario, su precio sería el triple. Son los dibujos más importantes de Gaudí”, argumenta Carranco.

Gaudí elaboró el proyecto de la iglesia entre 1898 y 1908. Durante esos años creó una original maqueta realizada con cordeles, que representaban las columnas y los arcos, y saquitos de perdigones que permitían ver cómo quedaría la estructura invertida. El ayudante de Gaudí, Vicente Villarrubias, fotografiaba la forma de la maqueta y luego, una vez invertida, el arquitecto las pintaba para ver el efecto resultante y así rectificar el modelo. Tras 10 años, el mecenas Eusebi Güell encargó el proyecto a Gaudí —que por entonces había terminado Bellesguard y la Casa Batlló, y construía la Casa Milà y el parque Güell— y comenzaron las obras, hasta que en 1915 Gaudí abandonó la dirección y los trabajos se interrumpieron en 1916, cuando solo se había construido la cripta que hoy se puede visitar.

En la misma subasta que los dibujos también se podrá adquirir otro objeto bien original: una de las jarras de loza esmaltada de Els Quatre Gats, donde se reunían Rusiñol, Casas, Nonell, Mir y Picasso. Hasta ahora solo se conocía una sola, en una colección privada. “Es una de las pocas cosas originales que quedan de este mítico local barcelonés, reconstruido actualmente. Los especialistas no sabían de su existencia, pero está comprobado que es auténtica”. En este caso el precio de salida es más económico: 4.000 euros.

José Ángel Montañés, Barcelona: No es Nouvel, es Gaudí, EL PAÍS, 25 de abril de 2012

La trastienda del genio de Gaudí

La trastienda del genio de Gaudí

El propio Gaudí no pudo haberlo explicado mejor: “Sin las experimentaciones a gran escala que hice en la colonia Güell, en sus formas alabeadas, en sus columnas helicoidales, en los paraboloides de las paredes y de las bóvedas, no me hubiera atrevido a aplicar esas geometrías en el templo de la Sagrada Familia”. Es justamente ese tránsito el que invita a recorrer Gaudí Lab, la exposición concebida en Barcelona que la pasada semana desembarcó en el Centro Cultural Blanquerna de Madrid (calle Alcalá, 44).

Uno de los sacos llenos de perdigones con los que calculó las alturas de la Sagrada Familia.

La colonia Güell es una de las tantas ciudades industriales que se levantaron en Cataluña a finales del siglo XIX. Es también una de las obras cumbre de Gaudí. Su proyecto original incluía una iglesia, pero con el estallido de la I Guerra Mundial solo dio tiempo a terminar la cripta, pronto devenida en hoja de ruta para la construcción de la Sagrada Familia.

Gaudí Lab propone desandar ese camino, tratar de entender la genialidad de Gaudí a través del contacto con su forma de trabajar y sus herramientas, descubrir al científico, al geómetra, al autodidacta exigente y casi obsesivo que hubo detrás del arquitecto. O, como sugiere Marià Marín, comisario del Espacio Gaudí del Museo Diocesano de Barcelona, que ha cedido las piezas de la muestra: “Se trata de descubrir a un Gaudí mucho más complejo de lo que imaginamos, una suerte de Da Vinci, un artista que crea a partir de conceptos y que nunca improvisa.

Un profundo pensador”.

¿Cómo se sostiene la enorme estructura de la Sagrada Familia? ¿Cómo hizo Gaudí para calcular las proporciones de una torre de 170 metros? ¿Cómo supo de qué tamaño debía ser cada una de las piedras? Allí están los pequeños sacos de algodón rellenos de perdigones y las marcas que ayudan a responder. Son las piezas clave de la famosa maqueta funicular, ese juego de hilos, pesos y distancias en el que Gaudí se basó para concebir su obra maestra.

Compuesta por más de 40 piezas inéditas, la exposición incluye herramientas de Gaudí que, en otra muestra de su habilidad para aprovechar instrumentos de todas las épocas, van desde un compás medieval de picapedrero hasta un conjunto de compases suizos de máxima precisión. Hay también tricromías en vidrio, que explican parte de la magia que ha hecho con la luz, y uno de los bancos de la cripta hecho con el roble de las cajas en las que llega el algodón a las fábricas de la colonia.

Hay además documentos que dan testimonio de los contactos de Gaudí con Madrid durante su búsqueda de financiamiento para la Sagrada Familia que, por ser un templo expiatorio, debía erigirse solo con limosna o sacrificio. Entre los papeles, cartas y croquis se destaca la factura de un donativo por 16 pesetas que la Junta de la Sagrada Familia entregó a la Junta de la Catedral de la Almudena en 1916. Las piezas se intercalan con vídeos explicativos, las fotos con frases de Gaudí y con definiciones que de él y su obra hicieron Dalí, Miró, Le Corbusier y Maragall, entre otros.

Respuestas, solo algunas, para el mar de interrogantes que despierta la mente de un genio.

Lucrecia Bullrich, Madrid: La trastienda del genio de Gaudí, EL PAÍS, 18 de abril de 2012

Gaudí experimentó sus obras maestras en el psiquiátrico de Sant Boi

Gaudí experimentó sus obras maestras en el psiquiátrico de Sant Boi

La investigación ha podido demostrar que los elementos modernistas son obra suya y anteriores a sus proyectos de Barcelona

Antoni Gaudí en la procesión del Corpus Christi frente a la escalinata de la catedral de BarcelonaEl arquitecto Antoni Gaudí experimentó sus obras maestras, como la Sagrada Familia o el parque Güell, en los jardines del antiguo psiquiátrico de Sant Boi, hoy convertido en el parque sanitario de la ciudad.

Así se desprende de la investigación que han llevado a cabo durante los últimos nueve años el arquitecto David Agulló y el geólogo Daniel Barbé y que ahora publica la revista «Sàpiens».

En declaraciones a EFE, Agulló ha dicho que «una profesional del centro psiquiátrico nos puso en alerta sobre la presencia de elementos en los jardines del psiquiátrico que imitaban la técnica de Gaudí». Pero a raíz de la investigación, ha añadido Agulló, se ha podido demostrar que son obra suya y anteriores a sus proyectos de Barcelona.

El conjunto artístico modernista está integrado por una gruta, dedicada a la Virgen de Lourdes, rodeada de jardines con bancos decorados con mosaicos, que datan del año 1912. «Son unos bancos muy similares a los del parque Güell, que datan de 1913 y 1914», ha recordado Agulló, que ha apuntado que la ejecución de la obra la llevaban a cabo los propios pacientes del centro de salud mental.

David Agulló ha indicado que en el psiquiátrico había un taller de construcción «porque se utilizaba el trabajo como terapia para los enfermos».

Del conjunto modernista de Sant Boi también destaca un grupo de estructuras que, finalizadas en 1906, presentan un evidente paralelismo con los techos de las naves de la Sagrada Familia, que comenzaron a proyectarse en 1915.

Los responsables de la investigación recuerdan la presencia de Gaudí en esta zona de la comarca barcelonesa del Baix Llobregat, ya que en la época en la que se construyeron estas obras el arquitecto modernista dirigía las obras de la Cripta de la Colònia Güell, que sirvió de prueba para la posterior construcción de la Sagrada Família. «Cada día pasaba por esta zona procedente de Barcelona» apunta Barbé, que recuerda que los terrenos del psiquiátrico eran colindantes con los de esa colonia.

EFE, Sant Boi de Llobregat: Gaudí experimentó sus obras maestras en el psiquiátrico de Sant Boi, La Vanguardia, 11 de agosto de 2011

Gaudí, el arquitecto de Dios

Gaudí, el arquitecto de Dios

El 10 de junio de 1926 un tranvía atropellaba al genial arquitecto catalán. Moría dos días después

Gaudí, en 1878, a los veintiséis años de edad

Durante medio siglo ejerció un oficio del que muy pocos hombres pueden presumir: edificar sueños. Antonio Gaudí albergaba en su cabeza los paraísos de la geometría y de la física, su mente y su corazón nacieron abovedados y las hercúleas columnas de su vida y de su obra fueron el catolicismo, la pasión por la Naturaleza y su amor por Cataluña. Se cuenta que no fue un estudiante de relumbrón, y que la carrera de Arquitectura se le hizo más pesada que el hormigón armado. Porque Gaudí llevaba la arquitectura en las entrañas. Apenas levantaba planos, bullían en su cabeza y luego pasaban a una maqueta tridimensional y, si hacía falta, se corregía a pie de obra hasta el último detalle.

De joven simpatizó con el socialismo utópico y hasta imaginó los planos de un falansterio. Pero la fe se impuso y quien en su juventud también había ejercido de distinguido dandi en la noche barcelonesa adoptó un modo de vida espartano: comidas frugales, caminatas de diez kilómetros diarios, sencillez y hasta ayunos que le pusieron a las puertas de la muerte.

Las obras que hizo para su amigo y mecenas Eusebio Güell, El Capricho de Comillas, el Palacio Episcopal de Astorga, la Catedral de Santa María de Palma de Mallorca, la Casa Batlló y la Casa Milà son todavía testigos de la profunda huella del genio. Pero a partir de 1915 se entregó en cuerpo y alma (sobre todo alma) al Templo de la Sagrada Familia, la única catedral del siglo XX construida como las medievales, con tanto esfuerzo físico y material como ingentes cantidades de fe. Cambó y Prat de la Riba le tentaron para sus proyectos catalanistas, pero el edificio de la política se le quedaba pequeño.

Un 10 de junio de 1926 cuando iba a visitar a su confesor en la iglesia de San Felipe Neri un tranvía lo atropelló. Confundido por su aspecto y por ir indocumentado con un mendigo, la asistencia médica se retrasó. Murió dos días después. Desde entonces, los arquitrabes del cielo nunca habían sido tan sólidos.

Manuel de la Fuente: Gaudí, el arquitecto de Dios, ABC, 12 de junio de 2011

Sagrada Família, de la crítica a la aceptación

Sagrada Família, de la crítica a la aceptación

Arquitectos que se opusieron a continuar el templo admiten ahora la potencia de su nave central, pero la mayoría de los encuestados lo consideran carente de alma gaudiniana

Interior del temple. Nave central


La retransmisión televisiva de la consagración de la Sagrada Família, presidida por Benedicto XVI, causó honda impresión entre los fieles católicos. Y, de paso, ha provocado un pequeño pero significativo seísmo entre la intelligentsia arquitectónica local, tradicionalmente crítica y recelosa ante la continuación de las obras del templo ideado por Gaudí. Un tercio de los veinte profesionales consultados por La Vanguardia han atemperado ahora sus opiniones adversas y, en algún caso, incluso se han retractado. El mayoritario resto sigue comulgando con los principios de la carta publicada el 9 de enero de 1965 en este diario, señalando que no había justificaciones sociales ni urbanísticas ni pastorales ni artísticas para proseguir la obra. Fue una carta firmada, entre otros, por Le Corbusier, Pevsner, Zevi, Moragas, Coderch, Bohigas, Rubió i Tudurí, Miró, Tàpies o Subirachs (quien a la vuelta de los años se convertiría en escultor del templo); una carta que tendría ecos en la ruidosa manifestación contraria a la continuación del templo de 1990. Para estos opinantes críticos (y para algún converso), la Sagrada Família de hoy, lejos de ser un punto de referencia del arte occidental, es quizás más espectacular, pero al tiempo menos gaudiniana. Por ello, su arquitectura merece epítetos nada amables, como horrorosa, anabolizada, siliconada, forzada, robótica, más propia de Calatrava que de Gaudí, desvirtuada, monstruosa y –peor aún– ajena al genio de su creador. Siguen las respuestas a la pregunta de esta encuesta.


A FAVOR

  • Juli Capella, Autor del hotel Omm. Ha merecido la pena llegar hasta aquí. Me retracto si antes dije lo contrario. Que conste que nunca afirmé –y no es para excusarme– que no debiera continuarse, sino que no debía continuarse diciendo que era una obra de Gaudí. Esto lo mantengo, porque creo que en la nave central queda una visión estructural de Gaudí, pero también hay mucho pegote, mucha idea de pacotilla. Sin embargo, el concepto es lo suficientemente potente como para que esa columnata arborescente, ese oasis de la nave central, esté logrado. Reconozco que su arquitectura me impresiona: me parece más poderosa incluso que la presencia del Papa. Personalmente, me equivoqué si dije que no había que seguir con las obras del templo. Ahora estoy a favor de que se acabe, en especial si se precisa que lo que se está haciendo no es obra de Gaudí. Es deplorable que se siga diciendo que Gaudí, que tuvo un papel decisivo en sus inicios, tiene mucho que ver con lo que se hace hoy. En cualquier iglesia de Roma te documentan los distintos autores que ha tenido a lo largo de los siglos.
  • Miquel Espinet, Presidente del FAD. La idea que yo tenía era dejar el templo intacto, como una ruina romántica. Pero he ido visitando la obra Exterior del temploy, ante lo visto el pasado fin de semana, ahora diría que dentro de cuarenta años la gente opinará que ha sido una gran idea acabarla. Eso es lo que yo pienso. Estoy entre la idea romántica del monumento inacabado y la del edificio terminado. Pero a la vista de lo que hay, me inclino por acabar la Sagrada Família. Las catedrales góticas también se demoraban siglos. ¿Que si soy un converso? Digamos que soy un converso práctico. La Sagrada Família será, seguramente, el principal edificio religioso completado en el siglo XXI.

  • Carlos Ferrater, Autor del Jardín Botánico. Siempre he pensado que la Sagrada Família ya es un tema que va más allá de lo arquitectónico, entra en lo simbólico, en el terreno de los emblemas de la ciudad. Gaudí ya no es patrimonio exclusivo de los arquitectos; lo es de la humanidad entera. Y ahora más. Nunca quise entrar en la discusión de si había que seguir con la obra, y menos teniendo en cuenta que no se paga con dinero público, sino con aportaciones voluntarias. Yo prefiero la cripta, pero reconozco que la imagen del bosque central resulta muy potente. Quizás no muchos colegas piensen como yo. Y lo comprendo, porque es un desastre trabajar sin planos. Pero el caso es que se ha hecho lo que se ha hecho, no me pregunte cómo.

  • Daniel Giralt-Miracle, Comisario del año Gaudí. Creo que hubo muchos juicios precipitados sobre la conveniencia de no seguir las obras. Pocos imaginaron que la construcción podía cristalizar en algo tan contundente como lo que ahora hemos visto. Se habló mucho del exterior del templo y poco del interior, salvo quienes conocían el proyecto de modo fehaciente. Los que han impulsado las obras son visionarios, casi utopistas, pero su tenacidad y convicción les permitía ver ya lo que ahora amuchos nos ha sorprendido. Me parece lógico que se sigan las obras: creo que la Sagrada Família podrá terminarse en pocos años.
  • Vicente Guallart, Director del Institute for Advanced Architecture of Catalonia. Hay que terminar la Sagrada Família. Dejarla inacabada es una idea romántica. Las catedrales siempre han pasado de generación en generación. Debemos asumir que somos capaces de trabajar incluso mejor que Gaudí. Si me encargaran la continuación, cambiaría algunas cosas, desde luego. Yo estuve en contra de la continuación. Pero luego entendí que era positivo seguir con la investigación en materia de geometría y construcción, a partir de las instrucciones de Gaudí. En términos históricos, no seguir meparecería un signo de decadencia.
  • Josep Llinàs, Autor de la biblioteca Jaume Fuster. A consecuencia de lo visto en la tele, me he propuesto visitar el templo con calma. Quizás ahora haya más dudas sobre la radicalidad de quienes defendían no terminar la obra. Siento un interés por conocerla al detalle que antes no sentía. He leído un librito de Perejaume muy interesante, que invita a ver la Sagrada Família con ojos alejados de la ortodoxia del movimiento moderno. Es otra posibilidad.
  • Jordi Ludevid, Presidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España. El espacio de la nave central es muy potente, y sé de colegas de diversa naturaleza a los que ha causado mucha sorpresa. Me llegan mensajes respetuosos con lo hecho. No sé de muchas críticas. Tengo que visitarla.

EN CONTRA

  • Jordi Badia, Autor de Can Framis. Estoy convencido de que habría valido la pena dejar el templo como estaba. Arquitectónicamente no tengo dudas: lo que se ha hecho está mal. Los intereses de la ciudad, en atención al turismo, quizá vayan por otro lado. Pero arquitectónicamente lo que se ha hecho ha sido manipular la obra de un genio. Eso está condenado al fracaso. Se ha construido más de lo que dejó Gaudí, y tiene poco que ver con lo que él hacía.
  • Oriol Bohigas, Inspirador de la transformación olímpica. La continuación de la Sagrada Família es un error. La prueba está a la vista: lo que se ha logrado es un falso Gaudí, totalmente discutible en términos de autoría. Hubiera sido mejor no comprometer la arquitectura de Gaudí, ahora desvirtuada. Ya dijimos en su día que hubiera sido preferible hallar un gran espacio exterior para reuniones multitudinarias. En la ceremonia del fin de semana se llenó el templo y hubo que cortar calles para colocar sillas y pantallas. En un espacio abierto, la ciudad habría absorbido mejor el flujo de asistentes.
  • Quim Español, Ex director de Plans i Projectes de Barcelona. Ya había visitado la nave central antes de la retransmisión televisiva. Este espacio es imponente, sin duda. Y más lo será la Sagrada Família en su conjunto cuando se levante la torre de Jesucristo, de 170 metros. Por sus dimensiones, será incluso monstruosa. El proyecto me hace pensar en La guerra de las galaxias. Hay mucha potencia, es verdad. Pero los acabados interiores, como suele pasar en estas películas espectaculares, tienen cierto contenido kitsch; la formalización del espacio tiene incluso tonos kitsch muy subidos. Continuar o no la obra ya no es una cuestión arquitectónica: se ha convertido en una cuestión social, religiosa o turística.
  • Sílvia Farriol, Presidenta de Arquinfad. No ha valido la pena seguir. Lo que se ha logrado es una desvirtuación total de la idea gaudiniana. El cambio de paradigma constructivo es tan grande como el alarde espacial. Gaudí trabajaba experimentando sobre la marcha. Quería hacer una catedral de piedra. Aquí se ha recurrido al hormigón revestido. Y los acabados y el pavimento… todo horroroso, epidérmico. Me ratifico: no debiera haberse hecho.
  • Dani Freixes, Autor del parque del Clot. No ha valido la pena continuar las obras. Es verdad que ahora se ha logrado un espacio arquitectónico antes inexistente, porque lo que no tiene techo no lo es. Antes sólo era una ruina. Pero, atención, una ruina con sentimiento propio. Una arquitectura tan personal como la de Gaudí es distinta a la de las catedrales medievales, que podía continuar cualquier arquitecto o constructor con cierta cualificación. En Gaudí todo es expresión personal. Como lo es en un pintor. ¿Nos atreveríamos a terminar el cuadro inacabado de un gran pintor? No, no lo haríamos. Continuar una obra como esta es posible. Pero insuflarle la expresión, la pasión y el talento de Gaudí no es posible. La Sagrada Família ya no es lo mismo que fue. Su ruina nos podía haber hablado de un genio y de su tiempo. Lo que tenemos ahora no nos habla de un genio ni de su tiempo. Ya hay demasiados parques temáticos en el mundo. Siempre se puede edificar sobre el pasado, pero hay pasados cuyo valor siempre será superior a lo que se construya encima.
  • Beth Galí, Autora de la biblioteca Joan Miró. Visité la Sagrada Família poco antes que el Papa. Y sigo diciendo que lo hecho no ayuda a comprender a Gaudí. Si los actuales arquitectos del templo hubieran entendido a Gaudí, la obra sería más refinada. Ahora parece robótica, producida por un robot. El tiempo ha corrido a favor de la continuación de las obras: la enormidad y el espacio son elementos impactantes. Pero no tienen nada que ver con la cultura gaudiniana. Gaudí es imposible de reproducir. Una obra de Mies se puede reproducir, milimétricamente. Una de Gaudí, no. Lo que se ha hecho ha sido armar un gran objeto kitsch para atraer a las masas turísticas. Nos hemos inventado un mito.
    Mónica Gili, Editora de GG. Sólo he visto unas imágenes televisivas, pero sigo pensando que hubiera sido mejor dejar el templo como Gaudí lo dejó, en plan ruina romántica. Algunos amigos me han dicho que les gustaba. No es mi caso. Prefería el templo como antes.
  • Emiliano López, Premio FAD Arquitectura 2008. No se tendría que haber continuado. Lo mejor haInterior del templobría sido usar la Sagrada Família como estación central del AVE en Barcelona. El tren pasa por ahí. En esta fase, el edificio parece más un Calatrava que un Gaudí. No tiene sentido. La nave central es espectacular y sorprendente, en especial cuando la vemos en televisión mediante una cámara voladora.

    Enric Massip, Autor de la torre Telefónica ZeroZero. Era mejor dejar la Sagrada Família como estaba, pero ahora ya no hay marcha atrás y lo procedente es acabarla. En tal caso, creo imprescindible que quede claro qué parte del templo ideó Gaudí y cuál han desarrollado sus seguidores. Por las imágenes que he visto, a la nave central le falta textura. Es un espacio anabolizado, siliconado, carente de alma. Las soluciones aplicadas me parecen automáticas. Quiero decir que no están pasadas por el filtro de prueba y error, que era el método de trabajo de Gaudí. Estoy convencido de que Gaudí hubiera ido variando sus planes sobre la marcha. Es lo que hizo siempre. Las soluciones aplicadas ahora me parecen forzadas, incluso técnicamente, con el objetivo de acabar pareciéndose a lo poco de lo que se disponía: las fotos de una maqueta. El hecho, además, de que algunas soluciones constructivas necesiten hormigón armado ya indica que algo falla. La idea de Gaudí era trabajar por compresión: quería levantar la última catedral de piedra. Es cierto que Gaudí ya usó hormigón en su día, pero lo hizo en lo alto de las torres, donde el hormigón era como una piedra ligera. Ahora es al revés: está en la base de las columnas, cuyo macizo muscula. La imagen final resultante es una imagen congelada, fantasmagórica.

  • Josep Lluís Mateo, Director del Barcelona Institute of Architecture. Se ha logrado un espacio grande, espectacular. Pero no me atrevo a decir que el esfuerzo haya valido la pena. Me parece un gran decorado de película. La retransmisión televisiva le daba ese toque cinematográfico, de irrealidad. Quiero decir que un espacio como el de la catedral de Palma, en el que también intervino Gaudí, me parece real, mientras que el de la Sagrada Família me parece más de cartón piedra.
  • Ignacio Paricio, Catedrático de Construcción de la ETSAB. Lo que se ha acabado ahora es horroroso. Los rosetones de las claves son de una vulgaridad increíble. El maravilloso equilibrio entre técnica y composición que lograba Gaudí no asoma por las patochadas que se han hecho ahora. Yo hubiera sido partidario de dejar la Sagrada Família como la dejó Gaudí; a lo sumo, se podría haber hecho algún elemento complementario. Para alcanzar este resultado no valía la pena seguir. Robert Terradas, Director ETS Arquitectura La Salle. Hubiera preferido dejar la Sagrada Família como estaba. Era realmente difícil saber cómo Gaudí hubieran continuado el templo. Y, tras su muerte, es imposible. Lo que él hizo está muy bien. Lo que se ha hecho ahora revela un esfuerzo constructivo real, sí, y resulta tremendamente efectivo en lo referente a promoción, a propaganda. Pero en la obra yo no sé ver el espíritu de Gaudí. Y aun suponiendo que la arquitectura tuviera un pase, la estatuaria es definitivamente ridícula. El conjunto es un pastel. Un pastel que gustará a otros, pero no a mí.
  • Elías Torres, Autor de la reforma del Park Güell. Creo que Jujol era el heredero natural y capaz de continuar el templo. Podría haberle añadido esa capacidad que tenía de transformar lo escaso y lo pobre en algo sutil y sublime. Hubiera contaminado las obras de soluciones inesperadas, extrañas y, casi seguro, emocionantes. Sus chispas creativas las habrían mejorado, iluminado o incluso chamuscado. Esto, a veces, puede provocar desconfianza y miedo.

Llàtzer Moix, Barcelona: Sagrada Família, de la crítica a la aceptación,
La Vanguardia, 12 de noviembre de 2010

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