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Manet, el ‘enfant terrible

Manet, el ‘enfant terrible

Una muestra en el Museo de Orsay revela la inesperada modernidad del pintor Una visitante de la exposición, junto al cuadro Dama en traje de noche'. afp

Antes de ser carne de merchandising, Édouard Manet fue un revolucionario. Mucho antes de decorar comedores y de resultar imprescindible en toda colección pública que se precie, el pintor francés logró contrariar profundamente a su época, poco abierta a sus reproducciones de la vida moderna a tamaño casi natural. Es la tesis de Manet, inventor de lo moderno, retrospectiva inaugurada ayer en el Museo de Orsay, que facilita al visitante un nuevo prisma para contemplar la creación de Manet. A los que hoy le tratan de vaca sagrada, la exposición les responde que antes fue enfant terrible.

La pintura decimonónica seguía persiguiendo una proyección platónica de la realidad, un momento de recreación sensorial que pudiera servir de antídoto contra la brutalidad del mundo. Al espectador ajeno a la abstracción y el expresionismo, los cuadros de Manet le parecieron pornografía pura. «Fusionó esa idea generalizada sobre la pintura con una inspección novedosa de la sociedad de la época, introduciendo la vida moderna dentro del marco de sus cuadros», afirma el comisario de la muestra, Stéphane Guégan. Por ejemplo, enmarcando sus retratos en cervecerías y cabarets, en los que se escucha el roce de la seda de sus cantantes callejeras, bailarinas de music hall y otras mujeres de vida más o menos alegre.

Heredero romántico

El escándalo estalló con Desayuno sobre la hierba, presentada en 1863 en el Salón de los Rechazados, donde exponían todos los parias arrinconados por el establishment. A esas alturas, a nadie le debía trastornar excesivamente un desnudo femenino, pero sí que junto a sus Venus de mirada ausente posaran señores vestidos hasta el cuello. Por si fuera poco, a Manet no le podía importar menos la perspectiva clásica. La crítica rechazó el cuadro por su «composición absurda». Gustó más a escritores como Baudelaire, Zola y Mallarmé, que vieron en Manet una traducción de su imaginario claroscuro y de las costumbres de la vida contemporánea, como demuestra ahora la exposición.

Pocos años después, el mismo salón parisiense se convertiría en laboratorio de ideas del impresionismo. Manet se distanció conscientemente de esa corriente pictórica, rechazando incluso exponer junto a sus colegas contemporáneos, hasta el punto de ser tratado de traidor por Degas. «Pese a lo que se suele decir, Manet fue un heredero del romanticismo, mucho más que un precursor del impresionismo», sostiene Stéphane Guégan. Sufriendo por su carácter marginal, el pintor se obstinó en ser reconocido, sin llegar a conseguirlo nunca del todo. A medida que se hacía mayor, alternó sus grandes obras casi experimentales con retratos más ligeros y banales, así como una larga serie de bodegones que terminaría despreciando.

Pese a todo, Manet nunca renegó de su propuesta. Un par de años antes de morir y 20 después de la polémica provocada por su lienzo más conocido volvió a generar revuelo con El bar del Folies-Bergère (1881), otro juego imposible de perspectivas y personajes desaparecidos. Demostró así que la pintura no tenía que seguir sujeta a la tradición y que podía inscribirse, por obra y arte del pintor, en una especie de universo paralelo.

La exposición también se detiene en la parte menos conocida de su obra, inspeccionando la pintura histórica y religiosa, poco vista en Europa y prestada para la ocasión por museos estadounidenses. Manet retrató a los grandes políticos de su época en el espacio público y pintó a Cristo como un vulgar fiambre que presentaba los primeros síntomas de descomposición.

Tal vez no sea extraño, tratándose de un hombre que calificaba la religión como «la mayor ficción del espíritu humano». Su madre había sido la ahijada del rey de Suecia. Él murió con una pierna amputada por la sífilis.

Álex Vicente, París: Manet, el ‘enfant terrible’, Público, 5 de abril de 2011

Elogio de las amantes

Elogio de las amantes

Resulta que el tópico fue verdadero: muchas de las musas que los pintores, generalmente varones, retrataban eran sus amantes. En las grandes obras de arte occidentales se pueden apreciar ya no solo a sus ‘queridas’ sino también a sus novias, esposas e incluso a las prostitutas que frecuentaban. Así, al menos lo explica Juliet Heslewood en su último libro, ’40 grandes artistas retratan a sus amantes’ (Blume).

'Le déjeuner sur l'herbe', Edouard Manet. | Musée d'Orsay, París

Y para que se conservara el misterio, los títulos de los cuadros nunca dejaban ver del todo quiénes eran en realidad sus modelos: ‘Mujer costurera’, ‘Chicas bañándose’ o, simplemente ‘Reposo’ son algunos de sus nombres, como si no fueran ellas las protagonistas de las obras. Obras que, en muchas ocasiones acaban teniendo gran renombre pese a que no sepamos a ciencia cierta quiénenes son esas figuras que se esconden tras el lienzo. Una clara característica es la intimidad que se aprecia en muchas de ellas. Esa complicidad que el artista sólo puede tener con compañeras de juegos y de alma.
'La ninfa sorprendida', Edouard Manet. | Museo Nacional Bellas Artes de Argentina
Estas relaciones ‘especiales’ se pueden apreciar en la obra de Edouard Manet, ‘La ninfa sorprendida’ (1861, dos años antes de la célebre ‘Olympia’). La pieza, de composición clásica, muy diferente a su chocante ‘Déjeuner sur l’herbe’ (‘Almuerzo sobre la hierba’), muestra una escena contemporánea de picnic campestre con una mujer desnuda que mira directamente al espectador.Todo en la obra gira en torno a la protagonista, que está mucho más iluminada que el resto de elementos y personajes de lienzo.

El cuadro, que se basa en hechos históricos, muestra a la modelo del artista, Victorine Meurend, sobre las telas de lo que podría ser su vestido. Se dice que en realidad Meurend era una pintora en ciernes que buscaba introducirse de cualquier forma en el mundo de la pintura y que mejor manera que trabajando – aunque fuera posando- con el maestro Manet. La mayor parte de la calidad erótica de la obra se debe a que, según los rumores, Manet era su amante pese a estar casado con Suzanne Leenhoff.

En ellibro de Juliet Heslewood que trata sobre artistas que pintaron a sus amantes, la autora habla de una de las historias más tristes: la de Francisco de Goya y su amante Leocadia Weiss (Leocadia Zorrilla), gran protagonista en sus cuadros, en especial en su época más negra, en la Quinta del Sordo. La mujer es la protagonista de ‘La Leocadia’ (1819-1823), realizada pocos años antes de morir, y que es considerada un auténtico rompecabezas.

En ella, la amante aparece vestida de manola, con velo y traje negro, y apoyada en lo que, según los estudios sería la (entonces futura) tumba del pintor. Según los análisis a través de rayos X, Goya habría dibujado en un principio una chimenea que luego cambiaría por la sepultura. La expresión de la mujer, de luto riguroso, denota tristeza. Tras la muerte de Goya, Weiss se vio excluida de la última voluntad del artista por herededos más directos por tanto, se presupone que, esta obra'Diana' de Auguste Renoir. | National Gallery de Washington era una advertencia a la propia Leoncia de que su viudedad no iba a ser un camino de rosas.

Otras amantes jugaron sus cartas con más inteligencia. Lise Tréhot tenía 17 años y unos cuántos kilos de más cuando conoció a Auguste Renoir en Fontainebleau. Tréhot fue una pieza clave en su obra, donde aparece desnuda en diversas ocasiones. Este ambiente pintoresco que se respiraba en los bosques de las afueras de París era el preferido de muchos de los artistas calificados como impresionistas. Una revolución de la época fue la pintura ‘en plein air’, que consistía en capturar la luz natural. Renoir comenzó a investigar este método con las pinturas que realizaba a Tréhot, aunque en muchas ocasiones no tuvo éxito.

Como su colega Manet, Renoir mitificaba en sus obras a su amante. Uno de sus cuadros, ‘Diana cazadora’, fue rechazado por los miembros del jurado en el Salón de París que, horrorizados, no permitieron que se mostrara el cuerpo desnudo de la joven, ya que reflejaba más a una adolescente que a una diosa. Pero Renoir no desistió. En la siguiente pintura de su amante, ‘Lise con un parasol’ (1867), el artista la dibujó de nuevo en el bosque; en esta ocasión vestida.

El cuadro, muestra una cierta distancia entre modelo y pintor, por lo que no se deduce que esta era su amante. Su piel blanca se protege del cálido sol con una sombrilla y, pese a que el vestido le cubre el cuerpo, se sigue apreciando la anatomía abundante de Lise. Pero, ¿le importaba a Renoir lo que opinara Tréhot? Su musa era aún poco más que una adolescente que acabaría dolidísima y humillada públicamente por su amante, por la prensa y por los artistas contemporáneos parisinos de la época. En 1872, la joven cortó todo contacto con el artista y se casó con un joven arquitecto con el que rehizo su vida.

Todos estos ejemplos construyen sospechas de cómo elegían los artistas a sus musas femeninas. Pintar a una mujer o a una hermana sería lo más obvio para evitar comentarios injuriosos. pero el problema era que, la respetable mujer que se colocara en el objetivo veía, en la mayoría de las ocasiones, su reputación empañada. Por tanto, la forma más fácil era buscar a mujeres que no tenían nada que perder y sí algo que ganar: acercarse al mundo de la pintura, tener el amor de un artista o simplemente obtener un plato de comida caliente en la mesa.

Con esto se aprecia que las amantes de los artistas tenían una gran habilidad para cuidar de ellas mismas. Uno de estos ejemplos sería el caso de Suzanne Valadon que tenía encuentros con Henri de Toulouse-Lautrec en París. La joven, pintora francesa, era hija de una lavandera y vivía en el mismo edificio que el artista. Durante años era su ‘favorita’ y el pintor la utilizaba como tema recurrente debido a que era asidua de los bares de mala reputación de Montmartre. Por tanto, era un claro reflejo de la vida más baja del barrio parisino, como se aprecia en su retrato, con cara triste, ‘La resaca’ (1888).

Paula Juan | Madrid: Elogio de las amantes, EL MUNDO, 28 de diciembre de 2010

‘Autorretrato con paleta’, de Manet, estrella de la subasta en Sotheby’s

‘Autorretrato con paleta’, de Manet, estrella de la subasta en Sotheby’s

Autorretato con paleta, de Manet, en la subastaUn autorretrato de Edouard Manet de 1878 se vendió el 23 de junio de 2010 por 22,4 millones de libras (27 millones de euros o 33,1 millones de dólares), en una puja de arte moderno e impresionista de la casa de subastas Sotheby’s. El «Autorretrato con Paleta» tenía un precio estimado de salida de entre 20 y 30 millones de libras, y fue pintado por el artista francés en el momento cumbre de su carrera. Antes de la subasta, el vicepresidente de Sotheby’s, Charles Moffet, justificó el alto precio de la obra al manifestar que se trata «del mejor autorretrato de la historia de la pintura». Este cuadro fue subastado en el marco de una importante puja en Londres con obras de Matisse, Derain, Picasso o Rodin, que se saldó con ventas por un valor total de 112,1 millones de libras (135,3 millones de euros o 166,1 millones de dólares), una de las cifras más elevadas conseguidas hasta ahora por Sotheby’s en Londres.

Autorretrato con paleta, de Edouard ManetLa obra, cuyo título completo es Portrait de Manet par lui-même en buste o Manet a la palette, es uno de los dos autorretratos del artista, considerado padre del impresionismo, y el único que sigue en manos privadas: el otro está en el museo Bridgestone, de Tokio. Este óleo sobre lienzo, de 83 x 67 cm, representa al artista con pose formal y elegante. Ha formado parte de varias exposiciones muy importantes, incluyendo la retrospectiva de Manet que se llevó a cabo en 1983 en el Grand Palais de París y en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York con motivo del centenario de su fallecimiento. Para Charles Moffet, vicepresidente ejecutivo de Sotheby´s en Nueva York y comisario de aquella muestra de 1983, «esta obra no es sólo un retrato, sino un tema de la vida moderna. Manet es un hombre en un mundo cambiante. Francia es una democracia en 1878, y aquí hay un muchacho que está en la cima de su profesión, vestido como un exitoso hombre de negocios, de calle pero elegante». Siguiendo a este experto, en la obra se aprecia una clara inspiración en los maestros de períodos anteriores. Así, «su actitud es muy parecida a la que muestran Las Meninas«, atribuyendo con estas declaraciones reminiscencias de Velázquez en la postura y expresión del lienzo. «Al mismo tiempo, está coqueteando con la abstracción en la forma en que pintó su mano». De esta manera, el lienzo tiene referencias claras a los viejos Maestros -entre ellos los españoles Velázquez, ya mencionado, y Goya, tan admirados por el francés- con un audaz y moderno tratamiento formal.

A lo largo de los años, Autorretrato con paleta ha pertenecido a grandes coleccionistas, entre los que están Auguste Pellerin, uno de los más importantes de principios de siglo XX y que llegó a reunir en su colección 50 obras de Manet. También perteneció a Jakob Goldschmidt, famoso banquero de Nueva York cuya colección se subastó en Sotheby´s Nueva York en 1958. Posteriormente, la obra fue adquirida por Juan Loeb, miembro de otra importante familia de banqueros neoyorquina, por 176.800 dólares. En 1997, Stephen A. Wynn, propietario de un casino en Las Vegas, adquirió la pieza en una subasta en Christie´s Nueva York por 18,7 millones de dólares, para después venderlo privadamente al coleccionista Steven A. Cohen. Ésta fue, hace diez años, una de las primeras adquisiciones de Cohen y los expertos estiman que pagó por el lienzo entre 35 millones y 40 millones de dólares.

Clave en el desarrollo del arte moderno, Manet procede de la escuela del realismo que dominó el arte francés de finales del siglo XIX y sus obras rompieron las convenciones, logrando la admiración y el seguimiento de los artistas más jóvenes de la época. Su famoso «Déjeuner sur l’herbe» (1862-1863) fue rechazado por el conservador Salon des Artistes Français, pero se exhibiría más tarde en el primer Salon des Refusés (Salón de los Rechazados). Casi inmediatamente, el elegante Manet se convirtió en héroe de la vanguardia, «un rebelde con sombrero de copa», y en mentor de toda una generación de artistas como Monet o Renoir. Cuando el autorretrato aquí comentado se subastó por última vez, en 1997, como parte de la colección del filántropo estadounidense John Loeb, se vendió por unos 14,3 millones de euros al cambio de hoy.

Matisse: Odaliscas jugando a las damas«Odaliscas jugando a las damas» del fauve Henri Matisse, y «Árboles en Collioure» de André Derain fueron las otras dos grandes obras que se subastaron en Sotheby’s de Londres. La primera se vendió por 11,8 millones de libras (14,2 millones de euros o 17,5 millones de dólares) y la segunda por 16,2 millones de libras (19,5 millones de euros o 24 millones de dólares). El trabajo de Matisse, pintado en 1929 y por primera vez a la venta en una subasta, es uno de sus trabajos más icónicos, perteneciente a la serie de trabajos realizados en su estudio de Niza (Francia) y caracterizados por los desnudos femeninos o por las representaciones de mujeres vestidas con prendas exóticas. Tanto en los vestidos como en los exuberantes interiores se aprecia la impronta de la cultura oriental que sirvió de inspiración a Matisse desde su viaje a Marruecos entre 1912 y 1913. Derain: Árboles de Collioure«Árboles de Collioure«, del también fauve André Derain, «representa la cumbre del estilo artístico del pintor, además de ser un hito en la evolución del arte del siglo XX», destacó Sotheby’s. El cuadro perteneció a Ambroise Vollard, el legendario marchante del París de comienzos de siglo XX, pero no se supo de su paradero hasta 1979, cuando se encontró en una caja fuerte de la Sociedad General de París junto a otros importantes cuadros. Al parecer los depositó allí en 1939, poco después de la muerte de Vollard, Erich Slomoic, un joven yugoslavo amigo del coleccionista que murió a manos de los nazis en 1942 al regresar a su país natal, sin que revelara a nadie el paradero de los cuadros.

De Picasso se pudo pujar por tres lienzos, de sus últimos años de vida, y por tres dibujos que representan en modo muy realista a la fotógrafa Dora Maar, que fue una de sus musas y amantes. El lienzo que alcanzó un precio más alto fue «Busto de Matador», pintado por el artista español en 1970, vendido por 5,3 millones de libras (6,4 millones de euros o 7,8 millones de dólares). Los dibujos de Dora Maar se vendieron por 2,9 millones de libras (3,5 millones de euros o 4,3 millones de dólares). Otras ventas millonarias fueron «Bouquet de Pivoines», de Manet, que se vendió por 7,6 millones de libras (9,1 millones de euros o 11,2 millones de dólares); «Le petit déjeuner. Radiateur», de Bonnard, que se vendió por 6,2 millones de libras (7,5 millones de euros o 9,2 millones de dólares); y «Étude pour ‘nu rose'», de Matisse, que se vendió por 5,8 millones de libras (7 millones de euros o 8,6 millones de dólares).


Fuentes:
El entusiasmo regresa al mercado,

El entusiasmo regresa al mercado,

Autorretrato de Manet. EFELas subastas de verano de este año en Londres, que comienzan esta semana, prometen buenos resultados, a tenor de la calidad de las colecciones y las obras que presentan tanto Christie’s como Sotheby’s. Además, llegan precedidas del entusiasmo del mercado por el récord de Modigliani hace unos días en París (su escultura «Tête» se vendió por 43,1 millones de euros), los excelentes resultados de Art Basel y las altas cotizaciones en las ventas de mayo en Nueva York, donde Picasso volvió a recuperar su trono gracias a «Desnudo, hojas verdes y busto», rematado en Christie’s por 106,5 millones de dólares. Optimismo, desde luego, no falta en el mercado.

Abre plaza el martes Sotheby’s, que ofrece la primera parte de la dos de que consta la subasta de la colección del marchante francés Ambroise Vollard, cuyas obras habían permanecido depositadas en una caja fuerte en un banco durante 40 años. En 1939 falleció Vollard en un accidente de tráfico. Eric Slomovic, un joven yugoslavo socio del marchante, depositó una colección con más de 140 obras en el Banco Societé Génerale. Poco después, Slomovic huyó a Yugoslavia, donde en 1942 falleció a manos de los nazis. La caja fuerte permaneció cerrada durante 40 años. El Banco la abrió en 1979 para ver si podía recuperar cuatro décadas de impago de alquiler y quiso sacarlas a subasta, pero antes de que iniciara la puja hubo una demanda legal y no llegó a celebrarse. Tras un acuerdo con los herederos, habrá dos ventas: la primera, mañana en Londres. El lote más destacado es «Arbres à Collioure», obra maestra de André Derain (10-15 millones de euros).

Además, hay otros dos cuadros muy destacados en la subasta de pasado mañana en Sotheby’s. Por un lado, un autorretrato de Manet con paleta y pinceles (1878-79). Su precio estimado: 24-36 millones de euros. Según el vicepresidente de Sotheby’s, Charles Moffet, «es el mejor autorretrato de la historia de la pintura». Por otro, el lienzo «Odaliscas jugando a las damas», de Matisse (12-18 millones de euros), que sale por primera vez a subasta.

El miércoles le toca el turno a Christie’s. Dado el número de piezas relevantes que saca a la venta, la firma decidió reunirlas en una exposición, bajo el título «Yuxtapuestas: obras maestras a lo largo de los tiempos», que pudo verse del 14 al 17 de este mes en Londres. Hay dos cuadros que destacan muy especialmente. Por un lado, cómo no, Picasso, con una de sus codiciadas pinturas de la época azul, «Retrato de Ángel Fernández de Soto», también conocido como «El bebedor de absenta» (valorado entre 36 y 48 millones de euros). Este cuadro llega precedido por la polémica. Lo compró la Fundación del compositor Andrew Lloyd Webber en 1995 por 29,2 millones de dólares (procedía de la colección Stralem) y lo quiso revender años después, pero se encontró con un escollo. Los herederos del banquero judío Paul Mendelssohn Bartholdy denunciaron que la obra se vendió a la fuerza bajo la presión nazi en 1934 a un marchante berlinés y paralizaron la venta. Tras meses de litigios, ambas partes llegaron a un acuerdo cuyos detalles son confidenciales. Eso sí, los herederos del banquero renunciaron a la propiedad del cuadro. No sabemos a cambio de qué o de cuánto.

Otra obra maestra indiscutible de la subasta del miércoles es «Nenúfares», de Monet. Parte con una estimación similar al picasso. Son muy escasos y a su vez cotizadísimos los cuadros de la serie de nenúfares que el francés pintó tomando como modelo el estanque de su jardín en Giverny. Es la mayor de las nueve obras que sobreviven de las que pintó en 1906. Es de esperar que no falten coleccionistas dispuestos a pujar por estas dos grandes joyas. Pero hay otras muchas obras importantes: «Retrato de Ria Munk III», de Klimt; «Parque del hospital de Saint-Paul», de Van Gogh… Las próximas semanas habrá más obras maestras en Christie’s: el día 30 sale a subasta un retrato que Warhol hizo a Elizabeth Taylor, «Silver Liz» (1963), que no se ha visto en público en dos décadas y cuya estimación es de 7,2-9,6 millones de euros. Y el 6 de julio, en la venta de arte antiguo, destacan cuadros de Rubens y Bellini. Si, como dicen, no faltan compradores para las grandes piezas ni siquiera en época de crisis, muchos millones cambiarán de manos en este animado arranque de verano.

Natividad Pulido, Madrid: El entusiasmo regresa al mercado, ABC, 20 de junio de 2010

‘Autorretrato con paleta’ de Manet, a subasta en Sotheby´s

‘Autorretrato con paleta’ de Manet, a subasta en Sotheby´s

La obra Autorretrato con paleta (1879) del maestro francés Eduard Manet (París, 1832-1883) se incluirá en el lote impresionista que Sotheby’s subastará el próximo 22 de junio en su sede londinense. Este óleo sobre lienzo de 83 x 67 cm, que representa al artista con pose formal y elegante, se ha convertido en un importante reclamo para los coleccionistas, no sólo por la escasa frecuencia con que salen a la venta obras de Manet, sino también porque es uno de los dos únicos autorretratos –el otro se encuentra en el Museo de Arte de Bridgestone de Tokio– del considerado padre del impresionismo.

Obra casi única

Autorretrato con paleta, que desde ayer se expone en Sotheby´s Nuev York, ha formado parte de varias exposiciones muy importantes, incluyendo la retrospectiva de Manet que se llevó a cabo en 1983 en el Grand Palais de París y en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York con motivo del centenario de su fallecimiento.

Para Charles Moffet, vicepresidente ejecutivo de Sotheby´s en Nueva York y comisario de aquella muestra de 1983, «esta obra no es sólo un retrato, sino un tema de la vida moderna. Manet es un hombre en un mundo cambiante. Francia es una democracia en 1878, y aquí hay un muchacho que está en la cima de su profesión, vestido como un exitoso hombre de negocios, de calle pero elegante».

Inspirado en los antiguos maestros

Para este experto, en la obra se aprecia una clara inspiración en los maestros de períodos anteriores. Así, “su actitud es muy parecida a la que muestran Las Meninas”, atribuyendo con estas declaraciones reminiscencias de Velázquez en la postura y expresión del lienzo. «Al mismo tiempo, está coqueteando con la abstracción en la forma en que pintó su mano”, añadió Moffet.

A lo largo de los años, Autorretrato con paleta ha pertenecido a grandes coleccionistas, entre los que están Auguste Pellerin, uno de los más importantes de principios de siglo XX y que llegó a reunir en su colección 50 obras de Manet. También perteneció a Jakob Goldschmidt, famoso banquero de Nueva York cuya colección se subastó en Sotheby´s Nueva York en 1958. Posteriormente, la obra fue adquirida por Juan Loeb, miembro de otra importante familia de banqueros neoyorquina, por 176.800 dólares.

En 1997, Stephen A. Wynn, propietario de un casino en Las Vegas, adquirió la pieza en una subasta en Christie´s Nueva York por 18,7 millones de dólares, para después venderlo privadamente al coleccionista Steven A. Cohen. Ésta fue una de las primeras adquisiciones de Cohen y los expertos estiman que pagó por el lienzo entre 35 millones y 40 millones de dólares.

Competencia con Picasso

Tras diez años en su poder, Cohen pone a la venta el cuadro para aprovechar el momento actual de grandes inversiones en obras de arte. Este autorretrato es un lienzo de gran valor para los conocedores del impresionismo, de ahí que las expectativas de Sotheby’s estén en alcanzar entre los 30 y los 45 millones de dólares (23,5 y 35,4 millones euros). En esa misma semana de junio, Manet rivalizará con otra firma de gran valor en las cotizaciones del arte, Pablo Picasso. Christie´s subastará, también en la capital inglesa, El bebedor de absenta, retrato de Ángel Fernández de Soto que el artista malagueño pintó en 1903 durante su período azul. La obra fue adquirida en Sotheby´s en 1995 por la Fundación Andrew Lloyd Webber por 21,9 millones dólares, aunque el próximo 23 de junio Christie’s espera alcanzar en la puja los 60,9 millones de dólares (47,9 millones de euros).

María Barreiro, Nueva York: ‘Autorretrato con paleta’ de Manet, a subasta en Sotheby´s, hoyesarte.com, 9 de mayo de 2010

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