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La cuchillada de Joan Miró

La cuchillada de Joan Miró

El falso 'Personnage Oiseau', de Miró.
El falso ‘Personnage Oiseau’, de Miró.
En la bohemia literaria y artística de los años cincuenta del siglo pasado, tres golfos de renombre, el periodista César González-Ruano, el novelista Camilo José Cela y el pintor Manuel Viola, vivían en la misma finca de la calle Ríos Rosas 54, de Madrid. Viola pertenecía al grupo El Paso y solía aparecer simpático y agitanado por la barra del café Gijón con su novia Sandra, que se hacía pasar por hija de Negrín. Allí, con un vino en la mano y la voz desgañitada, este pintor proclamaba que en realidad él vivía solo de copiar al Greco. Le bastaba con agrandar las pinceladas y los colores de un pequeño fragmento de la manga de cualquier personaje de El entierro del Conde de Orgaz y la obra se convertía en el mejor ejemplo de expresionismo abstracto.
No se sabe de cuál de estos tres impostores partió la idea de falsificar obras de artistas famosos. De hecho, Viola tenía una excelente mano y la frivolidad suficiente para entrar en este juego insensato; por su parte, Cela y Ruano poseían la labia y el cinismo necesarios para colocar estos cuadros falsos a cualquier ricachón desprevenido. No consta el número de falsificaciones de Viola que lograron meter en el mercado. Se sabe que al final de esta peripecia Cela conservó un óleo falso de Joan Miró y después de los años, cuando el escritor se instaló en Mallorca, lo colgó en una de las paredes de su casa de la Bonanova.
Joan Miró, uno de los pintores más excelsos y quizá el más complicado del siglo XX, ha tenido que soportar que espectadores fatuos e incapaces de contemplar la pintura sin prejuicios le tomaran por un impostor. Sin duda, habrán sido innumerables las veces que ante un cuadro de Miró el correspondiente patán habrá exclamado: “Esto lo pinta mejor mi hijo”. Este juicio banal entre la risa y el escarnio se debe a que la simplicidad primaria de las formas de Miró, sus imágenes ingenuas y sus colores poéticos se confunden con la espontaneidad infantil si no se sabe distinguir entre las formas y su representación.
Los dones de la infancia son el color puro y la magia. Un círculo rojo, negro o amarillo, la luna, un pájaro, las estrellas, el sexo femenino, la difusión de las constelaciones con un equilibrio algebraico, las asociaciones surrealistas e ilógicas que se establecen entre la poesía y el ritmo casi musical de las formas, ese conjunto de signos que germinan espontáneamente al ser creados, es el lenguaje de Joan Miró reconocible en cualquier parte del mundo. Esa aparente simplicidad es muy engañosa y complicada, muy difícil de falsificar, pero no de robar.
La institución financiera de La Caixa, tan alejada del espíritu ingenuo e infantil, se ha servido de un logotipo de Miró para expresar una idea de felicidad a la hora de depositar confiadamente el dinero en sus arcas. Su círculo rojo ha pasado a ser la representación del sol de España asimilado al turismo. Los diseñadores han usurpado la estética de Miró, sus formas y colores, para ponerla a través de toda clase de anuncios y carteles a disposición de bancos, empresas multinacionales, marcas deportivas, agencias de viajes, compañías de petróleo, gasolineras, hospitales y ferias. La pintura de Miró ha atravesado todas las tragedias del siglo XX como un globo de colores y aún sigue fluctuando sobre un cúmulo de negocios limpios o sucios, contaminantes o ecológicos.
Parte trasera del falso 'Personnage Oiseau', de Miró, en la que el pintor escribió después una dedicatoria a Camilo José Cela.
Parte trasera del falso ‘Personnage Oiseau’, de Miró,
 en la que el pintor escribió después una dedicatoria
a Camilo José Cela.
En medio de aquella tropa enloquecida de surrealistas que surgió en París en la época de entreguerras, cada uno pugnaba por lanzar la proclama más detonante. Asociado a ese movimiento, durante una manifestación contra Dios, la patria y el patrón, Joan Miró se limitó a gritar: “¡Abajo el Mediterráneo!”. Era todo lo que se le ocurrió para expresar la congénita rebeldía, pero su pintura se ha alimentado de esas noches estrelladas del sur cuando el sexo femenino aparece colgado como una lágrima de un cuerno de la luna, y sus esculturas han partido de los troncos de los algarrobos, de las rocas y los cantos azules rodados entre la fantasía y el humor.
Frente a ese mar de Mallorca, en la partida de Son Abrines, tuvo su estudio Miró en los últimos años de su vida. Valiéndose de la amistad y del prestigio social, un día Camilo José Cela prepotente le llevó al taller el cuadro pintado por Viola para ver si pillaba al anciano dubitativo o desmemoriado y lo certificaba. Una golfería más. Joan Miró reclinó el cuadro contra el respaldo de una silla y lo contempló de cerca durante un silencio largo, que a Cela le hizo concebir esperanza. Mientras el escritor ya se relamía como un gato ante un veredicto favorable, Miró, sin decir palabra, se acercó a un tablero lleno de cachivaches del oficio y anduvo rebuscando el instrumento que necesitaba para emitir el certificado. Volvió hacia el cuadro, se sacó la espátula del bolsillo y rasgó el lienzo de arriba abajo de un solo y rabioso navajazo. El cinismo de Cela acudió de nuevo en su ayuda. “Joder, al menos la cuchillada es auténtica”, exclamó.
Muchos cocodrilos han entrado a saco en el mundo de Miró y se han apropiado de sus símbolos de la felicidad y de la alegría de vivir. Se trata de imaginar la cantidad de navajazos que habría que dar a todos esos falsos mirós que cubren con sus formas ingenuas y colores poéticos toda la miseria de la vida y la basura de la ciudad, como una ráfaga de aire incontaminado.
Manuel Vicent: La cuchillada de Joan Miró, EL PAÍS, 2 de febrero de 2015
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Miró y su lucha contra la dictadura

Miró y su lucha contra la dictadura

Ubu_roiLa Fundación Picasso-Casa Natal (Málaga) acoge hasta el próximo 2 de octubre Miró. Su lucha contra la dictadura, una exposición que recoge litografías originales y diseños relacionados con la crítica que el artista catalán hizo al general Franco y su régimen a través del personaje de Ubú Rey. Este personaje del surrealista y precursor del teatro de absurdo, Alfred Jarry, centra la muestra de las obras de Miró perteneciente al coleccionista mallorquín y amigo del artista, Pere A. Serra.

La exposición, comisariada por Dolores Durán, muestra, por primera vez en Andalucía, dibujos, grabados, documentos, esculturas y objetos de Miró que reflejan su lucha contra Franco. Además se ve enriquecida con un personaje del espectáculo, diseñado por Miró, Mori el Merma: “Le Chien d’Ubu”, un ninot-escultura que representa el espanto y rudeza de la dictadura. Figuran también varios dibujos preparatorios para los posteriores grabados y litografías, además de una completa carpeta con las fotografías, bocetos y anotaciones sobre los personajes de Ubú.

Ubú, el personaje

Esta muestra es un resumen de la conexión entre Miró y Alfred Jarry a propósito de Ubú, el personaje de diversas obras grotescas escritas por Jarry. El Merma (Ubú) es identificado como el dictador. En 1966 Miró dio forma a su primera serie litográfica en torno a la figura de Ubú, el libro de bibliófilo editado por Tériade, titulado Ubu Roi, que recoge el texto de la farsa central de Jarry y que Miró completó con trece grabados.

En 1971 vio la luz la segunda serie de litografías, la que llevaría el título de Ubu aux Baléares. Son 23 litografías junto a textos alusivos a la obra de Jarry y siete páginas de texto caligrafiado sobre piedra, en los que la temática de Ubú se mezcla con un repertorio de frases populares mallorquinas, que se adaptan al protagonista de esta historia. Cuatro años después, en 1975, Miró trabaja en su último libro sobre el personaje de Ubú. Es L’Enfance d’Ubu, que incluye una serie de 38 obras entre las que se cuenta un grupo de estampas con palabras y textos procaces alusivos a blasfemias y obscenidades propias del acervo mallorquín.

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Estos tres cuadernos o libros de bibliófilo se completan con Le Chien d’Ubu, la figura tridimensional realizada por Miró para la representación teatral Mori el Merma. La línea y el color toman el volumen en esta puesta en escena en la que Miró colaboraría con el grupo de teatro La Claca en 1977, bajo la dirección de Joan Baixas. Telón de boca, máscaras y personajes fueron pintados por el artista, como Le Chien d’Ubu, presente en esta exposición.

En la muestra figuran también varios dibujos preparatorios para los posteriores grabados y litografías; y una completa carpeta con las fotografías, bocetos y anotaciones de Joan Miró sobre los personajes de Ubú. Obras originales y poco conocidas que amplían la visión de un Miró polifacético y comprometido.

Picasso y Miró, puntos en común

No es la primera vez que la Casa Natal fija su atención en la temática ya que incorporó, en su primer año de vida, la carpeta de grabados de 1937 Sueño y mentira de Franco, un grito de rabia y dolor que Picasso concibió para denunciar la Guerra Civil española en la que Franco era un monigote ridículo, un monstruo ajeno a la razón. En ese mismo año, Joan Miró recogió la misma óptica de distorsión y burla en la ilustración que realizó para el programa de mano de la representación parisina de la obra bufa Ubú encadenado de Alfred Jarry.

Entre los muchos puntos en común existentes entre Picasso y Miró no sólo se encontraba un mismo posicionamiento para el arte y una amistad basada en el respeto mutuo por el trabajo, sino también un sentimiento político radical en contra de los sistemas fascistas.

En el punto en el que confluyeron sus ideas más rupturistas se encuentra la fascinación, también común, por Alfred Jarry y su personaje más conocido. Por ello, el malagueño realizó una serie de grabados con este personaje, e incluso, se inspiró en esta obra de teatro para la farsa Le Désir attrapé par la queue, escrita en enero de 1941. Por su parte, el mallorquín realizó tres libros ilustrados, con un gran número de grabados dedicados a este asunto y que son la base de esta exposición.

Málaga. Miró. Su lucha contra la dictadura. Sala de Exposiciones de la Fundación Pablo Ruiz Picasso. Hasta el 2 de octubre de 2011. Comisaria: Dolores Durán

Miró y su lucha contra la dictadura, hoyesarte.com, 26 de Junio de 2011

La Tate recupera al Miró político

La Tate recupera al Miró político

El museo presenta la mayor retrospectiva del pintor en 50 años

En 1973, el joven anarquista Salvador Puig Antich fue ejecutado. Se convirtió con su asesinato en el último muerto a garrote vil del franquismo. El pintor Joan Miró contaba entonces 80 años de edad y no quedó impasible ante el atroz acontecimiento: pintó La esperanza del condenado a muerte (1974), un tríptico de grandes dimensiones, un círculo de desgarrada línea negra sin cerrar en cada uno de los tres lienzos. El próximo 14 de abril, la Tate Modern de Londres inaugura la exposición con el título La escalera de la fuga, en la que se destaca la sensibilidad política del pintor catalán.

Según explica a Público Marko Daniels, uno de los dos comisarios de la muestra, hay una identificación de Miró con el joven anarquista y contra la represión de la dictadura: «Es un mensaje poderoso que acerca a Miró a su propio sentido de la mortalidad. Tiene 80 años y está al final de su vida, por eso reacciona con esta obra abstracta tan controlada». El efecto visual del tríptico también ha sido señalado por la relación con la caligrafía japonesa, tan admirada por el artista. La obra ha llegado a Londres desde la Fundación Miró de Barcelona, que aporta obras junto la National Gallery de Washington y la mencionada Tate. La exposición viajará en octubre a Barcelona y en 2012 a Washington.

La idea inicial de la exposición fue concebida por el anterior director de la principal institución inglesa de arte, el valenciano Vicente Todolí, que estos días remata la particular lectura que ha hecho de la obra de Miró. Sin embargo, nadie se percató hasta bien avanzado el diseño de la muestra que hasta por las fechas de inauguración y cierre será una exposición que definirá en todos los sentidos a Joan Miró: arranca el 14 de abril, el 80 aniversario de la proclamación de la Segunda República; y finaliza el 11 de septiembre, día nacional de Catalunya.

La guerra por su cuenta

«Fue puramente accidental, una coincidencia», asegura Marko Daniel, quien se muestra entregado a la trayectoria de Miró. El artista residió en París, al menos en los largos inviernos, hasta 1940, comprometiéndose desde allí con la defensa de la Segunda República Española en la Guerra Civil. La obra Aidez L’Espagne, un hombre con el brazo y el puño en alto, se ha convertido en un símbolo de la resistencia al golpe de Estado de 1936. De 1937 es Naturaleza muerta con zapato viejo, un retrato sublime de la Guerra Civil en la que la violencia está simbolizada en un tenedor clavado en una manzana.

«De las tres guerras que presenció, aunque no participó en ellas, la española fue la que más le afectó», cree Daniels. Cuando los nazis avanzaron hacia Francia en la Segunda Guerra Mundial, los personajes más ruidosos del grupo surrealista, Salvador Dalí y André Breton entre otros, huyeron a América. «Miró es, probablemente, el más surrealista de todos nosotros», escribió Breton. El artista catalán, más silencioso que su compatriota Dalí, se refugió, a partir de 1940, en Mallorca, de donde era su esposa, y continuó desarrollando su lenguaje pictórico, lo que él describió como «llevar la línea de paseo».

«El hecho de que evitase las guerras no significa que no cumpliese con su deber de ciudadano; participó, a su manera, con sus obras», añade Daniels. En Mallorca pintó Mayo 68, uno de sus trabajos más enérgicos, en el que plasmó con un festival de símbolos y colores la celebración de la libertad que reclamaban en París. En Barcelona le hacían la primera exposición retrospectiva y le colocaban una placa en su casa natal y, de paso, se reconciliaba con la simbiosis amalgamada entre un sustrato cultural y catalanista de la sociedad y el telón de la dictadura franquista.

Reencuentro en Londres

La exposición de la Tate Modern está integrada por unas 150 obras, la mayoría pinturas, media docena de dibujos y una docena de esculturas. Es la primera gran muestra del pintor en Reino Unido desde la retrospectiva que se le dedicó en 1964.

La figura de la escalera que da título a la muestra es recurrente en las imágenes creadas por Joan Miró. No sólo escaleras que conectan la tierra con el cielo o se encaraman al firmamento, sino que el artista hizo también una escultura, en 1971, de una escalera unida a la tierra que acaba con una cabeza: hombre y tierra. Para Marko Daniel, «la escalera es un símbolo muy visual y muy hermoso, con muchos significados; aquí nos permite abarcar toda la exposición porque Miró, a pesar de estar comprometido con todo lo que ocurría a su alrededor, de vez en cuando desconectaba y se escapaba o se fugaba».

Bajo las etiquetas de surrea-lista y abstracto, el pintor trabajó más de seis décadas, silenciosamente, un estilo vinculado a la naturaleza y al Mediterráneo. «Miró vivió casi todo el siglo XX; su obra es un testimonio de las convulsiones de ese tiempo, aunque la riqueza, la imaginería y la fuerza de sus cuadros van más allá de los acontecimientos históricos con los que tuvo que convivir», señaló Marko Daniels.

Conxa Rodríguez, Londres: La Tate recupera al Miró político, Püblico, 12 de abril de 2011
Las juventudes cruzadas de Picasso

Las juventudes cruzadas de Picasso

Florencia expone las influencias y encuentros entre los tres artistas

Brazos levantados. Pablo Picasso, Study for Girl with Raised Arms: Nudes with Raised Arms, Full-frontal Cahier 7, May-June 1907 pen and ink on paper, 220 x 170 mm Malaga, Collection of the Pablo Ruiz Picasso Foundation - Birthplace Museum, FPCN: 2037, c. 11r Picasso apareció en la escena artística en la primera década del siglo XX, Miró en la década de 1910, y Dalí a comienzos de los años veinte. La modernidad fueron ellos. Les separaba la edad, pero les unían muchas cosas. Sobre todas, la idea de que el arte genuinamente moderno no puede renunciar a las raíces y a la tierra. Picasso y Dalí vivieron su etapa madrileña. Y aunque Miró fue quizá el más catalán, los otros también se empaparon de ese aroma. Picasso fue maestro, pionero; Miró y Dalí le siguieron por los ismos y vanguardias hasta el más allá, los sueños y el surrealismo. Los tres fueron grandes buscadores de lenguajes nuevos. Sus encuentros e influencias cruzadas, a menudo invisibles o inconscientes, son el centro de la exposición Picasso, Miró, Dalí: tres jóvenes airados y los orígenes de la modernidad, que se puede ver en el palacio Strozzi de Florencia desde el sábado próximo hasta el 17 de julio.

La interacción entre los tres artistas españoles se explica a través de más de 60 pinturas de los tres protagonistas y más de 100 dibujos de Picasso. La exposición ha requerido dos años de trabajo, y se detiene sobre todo en las producciones juveniles de Picasso, Miró y Dalí para explicar cómo contribuyeron a la transformación creativa de su tiempo.

Eugenio Carmona, catedrático de la Universidad de Málaga, ha preparado la muestra con el suizo Christof Vitali, y sitúa la entrada definitiva de Picasso en la modernidad en 1907. La de Miró a partir de 1923. Y la de Dalí en 1929. Con anterioridad, sus «búsquedas, hallazgos y experimentaciones fueron continuas y comunes», explicaba ayer el comisario durante una visita con periodistas españoles. «Necesitaron muchas veces dar un paso atrás para luego dar el gran salto hacia delante».

La exposición comienza en abril de 1926 y luego va retrocediendo en el tiempo salteada en cuatro ideas, episodios o pensamientos. El primer La compañía de Arlequín. Pablo Picasso, The Two Saltimbanques (Harlequin and his Companion) [Les deux saltimbanques (Arlequin etsa compagne)], September-October 1901oil on canvas. Moscow, The State Pushkin Museum of Fine Arts.acto final detiene el tiempo en el año en que Dalí viaja a París y visita a Picasso en su casa, o al menos eso contó en su biografía La vida secreta de Salvador Dalí. Ese encuentro real o supuesto, que Carmona define como psicomaquia, muestra las obras de un Dalí mestizo, neoclásico, neocubista y freudiano, que acaba de dejar atrás el clasicismo y se debate entre dos mundos, el vicio de lo clásico y la virtud de lo moderno que luchan en Composición con tres figuras. Academia neocubista .

Dalí es aún muy joven -nació en 1904- pero ya refelxiona sobre Picasso y habla de Miró, que andan todavía en sus propias luchas. El segundo pensamiento se titula Miró-Dalí, genius loci, y resume la vivencia madrileña-catalana-parisina de los dos pintores catalanes entre 1915 y 1924. Épocas de ismos, de paisajes, retratos y bodegones (entre ellos, dos magníficas naturalezas muertas de Miró), en las que ambos, según Cardona, reflexionan sobre «la exigencia de la identidad, la pervivencia del clasicismo, el arte figurativo y la relación entre el arte nuevo y el arte de los museos».

El penúltimo salto atrás se llama «Cuando Miró se cruzó con Picasso. Barcelona, 1917». El genio malagueño ha vuelto de un viaje a Roma, Nápoles y Florencia impresionado por las esculturas de Miguel Ángel en la Capilla de los Medici de la capital toscana, y se dispone a hacer la escenografía para Parade, de Los ballets rusos de Dhiagilev. Picasso tiene 36 años, y Miró 24. El primero es cubista y neoclásico a la vez; Miró está empezando a ser, pero pinta su Autorretrato y unos estupendos paisajes catalanes.

El cuarto pensiero se decía al joven Picasso y tiene dos partes. La primera muestra el Álbum 7, con los bocetos para Les demoiselles d’Avignon procedentes de la colección de la Fundación Picasso de Málaga. La segunda son quince pinturas adolescentes que muestran su evolución desde que tenía 14 años hasta el año 1906.

El marinero de Dalí. Salvador Dalí, Neocubist Academy (Composition with Three Figures. The Sailor) [Acadèmia neocubista.(Composició amb tres figures. El marinero)], 1926, oil on canvas, 90 x 200 cm, Museu de Montserrat, Donated by Josefina Cusí, R. N. 201.390

Desnudez, según Dalí. Salvador Dalí, Nude [Desnudo], 1924. Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia, DE01566.

Bodegón con cuchillo. Joan Miró, Still Life with Knife [Nature morte au couteau], 1916. Switzerland, Nahmad Collection.

Lampara y naturaleza muerta, por Miró. Joan Miró, Still Life II (The Carbide Lamp) [Nature morte II (La Lampe à carbure)] Mont-roig and Paris 1922-3. New York, The Museum of Modern Art Purchase, 1939.

Miguel Mora, Florencia: Las juventudes cruzadas de Picasso, Miró y Dalí, EL PAÍS, 10 de marzo de 2011

El Miró político, en la Tate

El Miró político, en la Tate

A Joan Miró se le asocia con los puntos de colores y los trazos de apariencia infantil, pero la Tate Modern se propone presentar una faceta menos conocida: su implicación política, de la catalanidad al antifranquismo. “No es la exposición que el gran público espera, pero descubre un aspecto vital de Miró: que fue una persona de principios, con un sentido de la ética y la justicia”, según Rosa Maria Malet, directora de la Fundació Miró, entidad que ha colaborado con la Tate en organizar la muestra “Joan Miró: la escalera de evasión”. La exposición se inaugurará en Londres el 14 de abril, y luego viajará a Barcelona (a partir del 13 de octubre) y Washington.

«La escalera de la evasión», de Joan Miró

La que será la mayor cita con Miró en el Reino Unido desde hace 50 años, con 150 pinturas, obra en papel y esculturas, “quiere hacer explícito visualmente por primera vez lo que últimamente se ha estado diciendo en círculos de expertos al salir a la luz textos que ponen de manifiesto la implicación política del artista”, afirmó Matthew Gale, uno de los comisarios de la exposición. Pero esa implicación ni fue en términos de lucha pública -“no un Miró contra Franco, no queremos decir eso”, especifica Marko Daniel, el otro comisario- ni tuvo expresiones constantes, sino que hubo momentos más explícitos y otros de cierto distanciamiento. Esa oscilación es lo que quiere significar el título de la muestra, tomado de un elemento presente en algunas obras de Miró.

Para Malet, “fue alguien muy prudente y de pocas palabras, que no tuvo aspavientos; lo suyo fue más una actitud personal que una presencia o reacción puramente política”. La directora de la Fundació Miró considera que el hecho de que el artista regresara a España en 1940, no supone un “escapismo” respecto del compromiso, sino justamente elegir “la opción más difícil”. En el franquismo se centra precisamente la última de las tres partes de la exposición, en la que piezas destacadas son una serie de cincuenta litografías de 1944, de tonos lúgubres y figuras angustiosas; “Mayo1968”, que capta la atmósfera de la rebelión de esos años, y el tríptico “La esperanza del condenado a muerte” (1974), que coincide con el ajusticiamiento de Salvador Puig Antich.

La primera parte documenta el enraizamiento de Miró en Cataluña y su compromiso con aspectos identitarios, muchos de ellos presentes en los lienzos, como en “La masía” (1921-1922), que perteneció a Ernest Hemingway, amigo del artista, y “Cabeza de payés catalán” (1925-1925). En la segunda parte, la exposición se ocupa de la preocupación de Miró por las tensiones en España y Europa. Es el único momento en que su grado de compromiso llega a ser propiamente militante, con su cartel “Aidez l’Espagne” (1937) para recoger fondos destinados a la República, y “El segador” (1937), su contribución al pabellón republicano en la Exposición Internacional de París, que los comisiarios de la Tate califican de “el Guernika de Miró”. Precisamente la militancia política de Pablo Picasso, más manifiesta y orgánica que en el caso de Miró, fue objeto de atención en una reciente exposición organizada por la Tate en Liverpool, titulada “Picasso: paz y libertad”.

Emili J. Blasco, Londres: El Miró político, en la Tate, ABC, 19 de noviembre de 2010

Lo más caro de Juan Gris

Lo más caro de Juan Gris

La obra «Violin et guitarre», de Juan Gris, ha logrado un precio récord para la obra del pintor español al ser adjudicada por 25,5 millones de dólares, durante la primera gran subasta de la temporada de otoño en la sede neoyorquina de Christie’s. Con esa suma, la pintura, concebida durante el verano de 1913, batió el anterior récord conseguido en 2008 por «Livre, pipe et verres», una pieza de 1915 que se subastó entonces también en la sede neoyorquina de Christie’s por 20,8 millones de dólares. La pieza, una de las favoritas del propio pintor, pertenece a una serie de trabajos que Juan Gris (1887-1927) inició durante una estancia en el sur de Francia con la que halló «su lenguaje pictórico de una forma más fluida», explicó el director del departamento de arte moderno e impresionista de Christie’s, Conor Jordan.

«Violin et guitarre», de Juan Gris. EFE

La obra del considerado el tercer hombre del cubismo, junto a Pablo Picasso (1881-1973) y Georges Braque (1882-1963), ha sido una de las protagonistas de una puja compuesta por 85 lotes entre los que hay diversos óleos de Fernand Léger (1881-1955) y una majestuosa escultura de Henri Matisse (1869-1954). La escultura de Matisse, «Nu de dos, 4 état», valorada entre 25 y 30 millones de dólares, es una de las grandes esperanzas de los responsables puja de Christie’s. La pieza es un ejemplo de la trayectoria escultórica de Matisse, una de las facetas más desconocidas del artista francés, y una muestra de como «transformó gradualmente, en el curso de veinte años, nuestro lenguaje visual hasta lo abstracto», señaló la casa de subastas.

«Nu de dos, 4 état», de Matisse. EFE

Otra de las obras destacadas de la puja fue el óleo «L’Air», una pintura de Joan Miró realizada en 1938 y que ha sido expuesta en grandes retrospectivas sobre el artista español en París y Nueva York. La pintura fue adjudicada en la primera gran puja de Christie’s en la temporada de otoño por 9,1 millones de dólares, cuando partía con un precio estimado de entre 12 y 18 millones. Se trata, según explicaron los responsables de Christie’s, de «un paisaje surrealista con cielo azul y una montañas con tonalidades amarillas que evocan la España natal de Miró», y que cuenta con «los colores de la bandera española así como de la región natal del artista, Cataluña».

«L'Air», de Miró. EFE

EFE / Nueva York: Lo más caro de Juan Gris, ABC, 4 de noviembre de 2010
Cuadros de Dalí, Picasso, Miró y Goya, expoliados por los nazis

Cuadros de Dalí, Picasso, Miró y Goya, expoliados por los nazis

Este Picasso llegó a ser embarcado en 1944 en un tren, pero ya no llegó a salir de ParísObras de Picasso, Goya, El Greco, Dalí, Miró y Torres-García forman parte de esa larga lista de objetos de arte (pinturas, esculturas, muebles, cerámicas…) expoliados a 260 colecciones y a 269 propietarios judíos entre 1940 y 1944. Quienes consultan esa web pueden acceder a las fichas originales en alemán que se hicieron en el Museo Jeu de Paume de París, adonde eran trasladadas por el Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg (ERR), el servicio oficial de confiscación de bienes judíos y francmasones en la Europa ocupada. Estas fichas proceden de tres archivos distintos: el Ministerio de Asuntos Extranjeros de Francia, los archivos federales de Alemania y los archivos nacionales de Estados Unidos. Generalmente incluyen el título o la descripción de la obra, el autor, las dimensiones y la técnica y, si se conocen, otros detalles como la fecha de ejecución, la colección de origen y su posterior destino. Una de las novedades es que las fichas originales están digitalizadas e incluyen fotos en blanco y negro de las obras que facilitan su identificación. Algunas fueron devueltas a sus propietarios tras el triunfo de los aliados, otras fueron encontradas pero no así sus antiguos propietarios y un tercer grupo desaparecieron.
La web descubre tres obras de Salvador Dalí

Entre las 20.000 fichas de la base de datos, una única corresponde a Salvador Dalí (que aparece con el nombre erróneo de «Delli»). No hay foto del cuadro y sólo sabemos que se titulaba Personas en una meseta elevada de arena (en la versión alemana), que medía 38×46 centímetros y que estuvo en el Jeu de Paume entre 1941 y 1942. Ni por el nombre ni por las medidas se sabe de que obra se trata, ni si existe aún.

TRES OBRAS CATALOGADAS. En la misma ficha se da cuenta de otras obras de Dalí que fueron incautadas también por los nazis, que estuvieron en el Jeu de Paume y que han seguido trayectorias dispares. En la fotografía reproducida en estas páginas, aparecen hasta seis obras de Dalí en la llamada «sala de los mártires». De ellas sólo el óleo Cisnes reflejando elefantes (1937) reapareció en 1974, como propiedad de un llamado Cavalieri Holding, de Ginebra. Posteriormente fue subastada por Sotheby’s (primero en Londres, 1976, y luego en Nueva York, 1995). De las otras cinco obras se ignora el paradero, aunque se puede adivinar que una es la titulada Herodiades (citada en el catálogo de la Fundació Dalí y conocida sólo por una fotografía en blanco y negro). La ficha de la web da cuenta de otras cuatro obras de Dalí de las que se encontró su correspondiente anotación en el Jeu de Paume (y dos figuraban en la foto de la «sala de los mártires»). Sólo una es conocida a través de otra fotografía en blanco y negro y está catalogada por la Fundació Gala- Salvador Dalí, aunque se desconoce su paradero. Es el óleo Playa encantada o Sifón largo (1937). De las otras tres, la ficha de la web ofrece una foto en blanco y negro, el título, las medidas y la técnica pictórica. No se conoce nada más y no figuran en ninguna de las publicaciones conocidas sobre Dalí. Tampoco en el catálogo razonado de la Fundació Dalí.

TRES OBRAS INÉDITAS. De estas tres piezas hasta ahora desconocidas destaca el óleo La ruptura del planeta, de 60×73 cm, que contiene elementos dalinianos como el automóvil fosilizado o el esqueleto de una barca. En Estudio de caballos y mujeres aparece un juego de dobles imágenes entre el trasero de la mujer y el del caballo. La otra pieza, Paisaje montañoso meridional con cielo nublado, es una llanura con rocas y un fondo costero y dos personajes en primer término besándose. Estas dos últimas obras aparecen también en la «sala de los mártires». La duda es si forman parte de alguna colección escondida en Alemania o en Rusia, países a donde fueron a parar muchos de estos cuadros requisados, o si fueron destruidos por ser considerados «arte degenerado».

Diversos testimonios hablan de episodios de quema de obras de arte nunca aclarados. Hasta ahora sólo existía una web en Austria que permitía acceder al registro de unas 2.000 obras incautadas en ese país por los nazis.

Hitler se había propuesto crear un gran museo en su ciudad natal, Linz (Austria), como gran escaparate del arte ario, y el arquitecto Albert Speer llegó a preparar los planos. Para ello se creó en 1940 la ERR, bajo la dirección de Alfred Rosenberg y con el apoyo directo de la Wehrmacht. Las obras confiscadas en Francia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo eran trasladadas en camiones y trenes especiales hacia Alemania y Austria. También el mariscal Hermann Goering, un coleccionista compulso, intervino para quedarse algunas obras. Pero no todas emprendieron este viaje que ha dado pie a una película titulada precisamente El tren y protagonizada por Burt Lancaster. El propio Hitler desestimó lo que consideraba obras «inacabadas» o las más modernas, que calificó de «arte degenerado». En septiembre de 1940, el servicio del ERR ocupó el edificio del Museo Jeu de Paume, de París, para convertirlo en almacén de ese botín artístico. Se sabe que algunos marchantes holandeses, suizos y americanos intervinieron en confusas operaciones de intercambio de obras representativas del «arte germánico» (Cranach, Rembrandt…) por otras consideradas indignas (Picasso, Van Gogh,Matisse, Cézanne, Leger…).

En el Jeu de Paume emerge la controvertida figura de su conservadora, Rose Valland, que empezó a elaborar fichas sobre las obras confiscadas que pasaba a su vez a Jacques Jaujard, responsable de los museos franceses, para que este pudiera informar a la resistencia. Al finalizar la contienda, Valland intervino también en el proceso de recuperación de las obras trasladadas a Alemania. Se calcula que de las 100.000 obras robadas, unas 61.000 fueron devueltas a Francia y 45.000 se pudieron restituir a sus dueños. Más de dos mil obras importantes se quedaron sin destino, y acabaron confiadas a los museos nacionales a la espera de una eventual restitución.

Entre las muchas incógnitas del saqueo nazi está la destrucción de unas 600 telas que tuvo lugar en los jardines de las Tuilleries de París el 23 de julio de 1943. Rose Volland, una mujer discreta, nunca llegó a publicar sus memorias y se llevó a la tumba lo que pudo conocer de aquel episodio. Pero ahora a través de esta web se pueden apreciar obras de Picasso, Miró o Dalí, por citar sólo a los autores españoles, que nunca más han vuelto a aparecer y que quizás fueron pasadas a cuchillo y quemadas posteriormente en ese acto de «purificación» ordenado por el III Reich. En Berlín se calcula que fueron quemadas otras 5.000 obras requisadas de los propios museos alemanes.

Para Jules Berman, presidente de la Conferencia sobre Reclamaciones, «es responsabilidad de los museos, de los marchantes de arte y de las casas de subasta contrastar lo que tienen con estos registros para determinar si poseen obras de arte robadas a las víctimas del holocausto».

El misterio de las obras de arte requisadas por los nazis a los grandes coleccionistas judíos y nunca recuperadas cuenta ahora con una inestimable ayuda para su resolución. El Museo del Holocausto de Estados Unidos y la Conferencia sobre Reclamaciones materiales judías contra Alemania han abierto esta semana una base de datos en internet (http://www.errproject.org/jeudepaume/) que permite acceder a un registro de 20.000 obras de arte robadas en Francia, Bélgica y Holanda durante la Segunda Guerra Mundial.


Josep Playà Maset, Barcelona: Cuadros de Dalí, Picasso, Miró y Goya, expoliados por los nazis, La Vanguardia, 23 de octubre de 2010

La Tate anuncia la primera retrospectiva londinense de Miró en medio siglo

La Tate anuncia la primera retrospectiva londinense de Miró en medio siglo

La galería Tate Modern anunció hoy la primera gran retrospectiva sobre Joan Miró (1893-1983) que se celebra en Londres en cerca de medio siglo, que viajará luego a la Fundació Joan Miró de Barcelona (España), coorganizadora del evento, y a la National Gallery of Art, de Washington. 'Cabeza de campesino catalán', de Joan Miró (1925) La exposición, que se inaugurará 14 abril podrá visitarse hasta 11 septiembre en capital británica, lleva por título the ladder of escape (la escalerilla la fuga) reunirá 150 óleos, trabajos sobre papel esculturas del gran artista español procedentes museos y colecciones privadas de todo el mundo. Además de documentar la sorprendente amplitud de la producción artística del pintor, la muestra explorará el contexto de su trabajo, con respecto a su compromiso político y a la influencia de su identidad catalana, de la guerra civil y del régimen de Franco.

Miró es uno de los artistas del siglo XX más icónicos, gracias a un lenguaje de símbolos muy particular que comunica una sensación de libertad a través de imágenes fantásticas y de un cromatismo directo. Pero ya desde sus primeras obras se observa también una faceta más angustiada y comprometida en su práctica artística, que refleja los turbulentos tiempos políticos que le tocó vivir.

Sus obras tempranas están asociadas al paisaje y las tradiciones catalanas, con imágenes de la vida rural como «La Granja» (1921-22), que adquirió directamente al artista en París el escritor norteamericano Ernest Hemingway, o su magistral secuencia titulada «Cabeza de campesino catalán» (1924-5). Las tensiones que estallaron con ocasión de la Guerra Civil se reflejarían en protestas explícitas como sus famosas obras «Aidez l’Espagne» (Ayudad a España) y «Le Faucheur» (El segador), de 1937, así como en las respuestas más privadas y menos evidentes de su serie «Constelaciones», creada durante la Segunda Guerra Mundial. Bajo la dictadura franquista, según recuerda la Tate, Miró trabajó en una especie de exilio interior en España, mientras fuera crecía su fama de «héroe de la abstracción de posguerra».

La Tate mostrará también algunas obras maestras de esa época, incluido el soberbio tríptico «La esperanza de un condenado», de 1973, y documentará cómo el artista catalán captó el ambiente de protesta de finales de los años sesenta. Ennegreciendo o pasando sus obras por el fuego, como las tituladas «Mayo» (1968) y «Lienzo quemado II» (1973) o creando explosiones eufóricas de pintura en «Fuegos Artificiales 1974», Miró siguió reflejando el ambiente político con su pintura radical.

Joan Miró nació en Barcelona el 20 de abril de 1983 y se formó como artista en la academia Galí entre 1912 y 1915. A partir de 1923 comenzó a pasar parte del año en París y se convirtió en personaje clave del movimiento surrealista. Durante la Guerra Civil española, se quedó en Francia con su familia, pero cuando los alemanes invadieron ese país, se estableció en la isla mediterránea de Mallorca, donde viviría el resto de su vida hasta su fallecimiento el 25 de diciembre de 1983.

EFE, Londres: La Tate anuncia la primera retrospectiva londinense de Miró en medio siglo,
La Vanguardia, 9 de septiembre de 2010
La Tate anuncia la primera retrospectiva londinense de Miró en medio siglo

La Tate anuncia la primera retrospectiva londinense de Miró en medio siglo

La galería Tate Modern anunció hoy la primera gran retrospectiva sobre Joan Miró (1893-1983) que se celebra en Londres en cerca de medio siglo, que viajará luego a la Fundació Joan Miró de Barcelona (España), coorganizadora del evento, y a la National Gallery of Art, de Washington. 'Cabeza de campesino catalán', de Joan Miró (1925) La exposición, que se inaugurará 14 abril podrá visitarse hasta 11 septiembre en capital británica, lleva por título the ladder of escape (la escalerilla la fuga) reunirá 150 óleos, trabajos sobre papel esculturas del gran artista español procedentes museos y colecciones privadas de todo el mundo. Además de documentar la sorprendente amplitud de la producción artística del pintor, la muestra explorará el contexto de su trabajo, con respecto a su compromiso político y a la influencia de su identidad catalana, de la guerra civil y del régimen de Franco.

Miró es uno de los artistas del siglo XX más icónicos, gracias a un lenguaje de símbolos muy particular que comunica una sensación de libertad a través de imágenes fantásticas y de un cromatismo directo. Pero ya desde sus primeras obras se observa también una faceta más angustiada y comprometida en su práctica artística, que refleja los turbulentos tiempos políticos que le tocó vivir.

Sus obras tempranas están asociadas al paisaje y las tradiciones catalanas, con imágenes de la vida rural como «La Granja» (1921-22), que adquirió directamente al artista en París el escritor norteamericano Ernest Hemingway, o su magistral secuencia titulada «Cabeza de campesino catalán» (1924-5). Las tensiones que estallaron con ocasión de la Guerra Civil se reflejarían en protestas explícitas como sus famosas obras «Aidez l’Espagne» (Ayudad a España) y «Le Faucheur» (El segador), de 1937, así como en las respuestas más privadas y menos evidentes de su serie «Constelaciones», creada durante la Segunda Guerra Mundial. Bajo la dictadura franquista, según recuerda la Tate, Miró trabajó en una especie de exilio interior en España, mientras fuera crecía su fama de «héroe de la abstracción de posguerra».

La Tate mostrará también algunas obras maestras de esa época, incluido el soberbio tríptico «La esperanza de un condenado», de 1973, y documentará cómo el artista catalán captó el ambiente de protesta de finales de los años sesenta. Ennegreciendo o pasando sus obras por el fuego, como las tituladas «Mayo» (1968) y «Lienzo quemado II» (1973) o creando explosiones eufóricas de pintura en «Fuegos Artificiales 1974», Miró siguió reflejando el ambiente político con su pintura radical.

Joan Miró nació en Barcelona el 20 de abril de 1983 y se formó como artista en la academia Galí entre 1912 y 1915. A partir de 1923 comenzó a pasar parte del año en París y se convirtió en personaje clave del movimiento surrealista. Durante la Guerra Civil española, se quedó en Francia con su familia, pero cuando los alemanes invadieron ese país, se estableció en la isla mediterránea de Mallorca, donde viviría el resto de su vida hasta su fallecimiento el 25 de diciembre de 1983.

EFE, Londres: La Tate anuncia la primera retrospectiva londinense de Miró en medio siglo,
La Vanguardia, 9 de septiembre de 2010
Joan Miró regresa al Rijksmuseum

Joan Miró regresa al Rijksmuseum

Joan Miró (1893-1983) vuelve a Ámsterdam, en una suerte de eterno retorno al lugar de su inspiración. Paradójicamente, entre sus colegas de cabecera figuraron dos maestros holandeses del Siglo de Oro: se llamaban Jan Steen y Hendrick Sorgh y su especialidad era el costumbrismo de precisión fotográfica.

Los tres Interiores holandeses de Miró; de izquierda a derecha el I, el II y el III.-

A mediados del siglo XVII, convirtieron en éxito de ventas las escenas cotidianas de los hogares holandeses. Sus cuadros de bailes, banquetes de boda y serenatas caseras atrajeron de tal modo a Miró que les dedicó tres de sus obras. Estos lienzos, denominados Interiores holandeses, sus bocetos y los originales clásicos que los inspiraron se han reunido por primera vez en una muestra organizada por el Rijksmuseum de Ámsterdam hasta el próximo 13 de septiembre. Miró viajó en 1928 a la capital holandesa para contemplar las obras de Vermeer y de sus contemporáneos. El autor de La chica de la perla le emocionó, pero no así la quietud del resto de su obra. «Eran imágenes maravillosas, pero faltas de movimiento», según Panda de Haan, conservadora de la muestra, titulada Miró y Jan Steen. Los que sí le hicieron vibrar por sus escenas alegres con gente, música, gatos y perros fueron Steen y Sorgh. De su mano, Miró penetró en la intimidad doméstica de los Países Bajos en un momento dulce, tras la paz con España por la Guerra de Flandes. Para Miró, fue una visita muy emotiva porque estaba enamorado. Además de aprender, quería obsequiar con sus trabajos a Pilar Juncosa, su futura esposa.
Dos españoles en las tripas del nuevo ‘Rijks’

Las obras de remodelación del Rijksmuseum van a buen ritmo y el museo, uno de los más importantes de Europa, abrirá de nuevo al público en 2013. Las grúas operan sin descanso en el corazón de Ámsterdam, y han terminado casi las labores de excavación y drenaje del subsuelo. Los nuevos subterráneos de la sala están bajo el nivel del mar, y buzos especializados han comprobado de forma periódica el estado de las inyecciones de hormigón. Sin embargo, el proyecto lleva 12 años abierto y ha sufrido retrasos inesperados. Sus arquitectos, los españoles Antonio Cruz y Antonio Ortiz, no pensaron que el tráfico de bicicletas por el arco exterior del museo fuera a complicar el resultado final de su diseño.

«Cuando acabas una obra es como si te amputaran un miembro. Lo vives tan a fondo que luego, al regresar, hasta pareces un intruso. En este caso, además, el museo original era un proyecto casi wagneriano, en el sentido de obra total. Unía la ciudad vieja y la nueva. Luego fue faltando espacio, se levantaron pisos en lugares indebidos. Ha sido un centro maltratado, aunque nada hacía pensar que acabáramos chocando con los ciclistas», dice Antonio Ortiz. Tras muchas disputas, el acceso final para el público se abrirá a ambos lados del ya famoso pasaje. Las bicicletas mantendrán el uso exclusivo del centro, «y todo se unirá por debajo, con un gran sótano que resuelva los problemas de un museo actual», dice Ortiz.

«Las grandes salas mundiales se han quedado pequeñas, por eso hemos sacado del Rijksmuseum todas las oficinas y talleres ajenos a las exposiciones», dice Ortiz, y añade: «En Holanda se trabaja con gran precisión y una agenda clara. Nos han llegado a preguntar hasta el color de la piedra de las escaleras interiores». Ortiz cifra en unas 500 personas el equipo que renueva el museo.

Así que admiró los lienzos holandeses, compró postales e inició una laboriosa recreación en tres telas que acabó titulando Interiores holandeses I, II y III. Tomó Músico tocando el laúd (1661), de Sorgh, como punto de partida, y sometió el primero de sus Interiores a un intenso proceso de simplificación. El lienzo holandés recrea un instante del idilio entre un varón y su dama junto a la ventana. El tipo de composición se repite de Vermeer a Rembrandt durante el Siglo de Oro. La falta de luz natural era proverbial en los hogares holandeses, y las ventanas a la calle daban mucho juego. En el cuadro de Miró todo cambia. La cabeza del músico aparece dentro de un halo blanco. El bigote flota y alrededor del nuevo personaje todo baila. Un gato mira al espectador y un perro se fuma una pipa. «En el extremo derecho dibuja la huella del pie para decir que estuvo allí y vio los originales. La firma auténtica está detrás. El pie destaca asimismo en los bocetos, de los que parte se guardan en la Fundación Miró, de Barcelona», recuerda la conservadora.

El Interior II surge de La clase de baile (a un gato) (1660), de Steen. Aquí Miró distorsiona aún más los personajes y añade detalles. Donde el holandés pone niños tocando y riendo con el felino, que está sobre una mesa, él planta un gran rostro sin cuerpo. La niña, única figura femenina, lleva una falda azul. Miró la usa como fondo para colocar objetos sobre ella. Y un anciano barbudo que mira por un ventanuco, da paso a una araña. Vistos juntos en el museo, con el Interior I a la izquierda, el segundo a la derecha, y el tercero y más grande en el centro, parece un tríptico. Es como si un guitarrista tocara para su doncella en un espacio lleno de animales domésticos y objetos variados. «Hasta se permitió un juego con el Interior III».

Intrigada por una nota a pie de página sobre Interior III, la conservadora del Rijksmuseum llamó al Museo Metropolitan de Nueva York, que lo guarda en su colección (los otros dos están en el MOMA de Nueva York y en la colección Peggy Guggenheim, de Venecia). «Por fin sabemos que fue la suma de los otros dos, sin modelo holandés colgado en la pared», dice. Fue un homenaje al pasado para poder regresar al depurado futuro de su mundo expresivo.

Isabel Ferrer, Ámsterdam: Joan Miró regresa al Rijksmuseum, EL PAÍS, 18 de junio de 2010
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