Etiquetado: Pisarro

El ‘pissarro’ de la discordia

El ‘pissarro’ de la discordia

Un tribunal de EE UU abre la vía para que un judío reclame una obra del Thyssen expoliada por los nazis

Imagen del cuadro "Rue de Saint Honoré aprés-midi. Effet de Pluie" ("Calle de Saint Honoré por la tarde. Efecto de lluvia"), pintado por Camille Pissarro en 1897, que el estadounidense Claude Cassirer reclama a España.EFEParece una calle tranquila, se diría que lánguida. No tanto, si se atiende a su extraordinaria peripecia. Camille Pissarro retrató en 1897 un lluvioso paisaje parisiense en su Rue St. Honoré. Après-midi. Effet de pluie. Desde entonces, el cuadro ha pasado casi la mitad de su existencia de mano en mano, sin saber muy bien a quién pertenece. Sufrió la amenaza nazi, que provocó la separación de su dueña para que ella pudiera seguir viviendo. Ahora cuelga de una pared en el Museo Thyssen de Madrid, después de que el barón vendiera su colección al Estado español en 1993. Y desde Los Ángeles, un hombre llamado Claude Cassirer reclama desde 2001 el cuadro que los nazis obligaron a vender a su abuela. Un tribunal de esa ciudad le acaba de conceder el derecho a iniciar un litigio contra el Estado español y la Fundación Thyssen para recuperarlo, rechazando el argumento de España de que no se puede demandar a un Estado extranjero en EE UU.

La historia -que registra, con este, un inesperado giro- comenzó en realidad en 1939, cuando Lilly Cassirer, abuela de Claude, judía y adinerada, malvendió por 900 marcos el cuadro (heredado por su familia) a un marchante de arte afiliado al partido de Hitler. El cuadro de Pissarro se quedó en Alemania y ella escapó.

Explica el abogado de Claude Cassirer que tras la guerra Lilly buscó el cuadro, decidida a recuperar lo que los nazis le habían arrebatado. Nunca dio con él. En su ausencia pidió en 1958 al Estado alemán una compensación de 150.000 marcos (equivalente a aproximadamente 350.000 euros actuales teniendo en cuenta el paso del tiempo y el efecto de la inflación). Le fue concedida. El Gobierno la reconoció entonces como propietaria de la obra.

Los letrados de la Fundación Thyssen añaden que había otras dos personas que se proclamaban propietarias del lienzo de Pissarro; entre ellas, un marchante de arte, quizá uno de los que movieron el cuadro por Alemania después del expolio. Si fuera así, argumentan, en el caso de adjudicar la nueva propiedad actual del cuadro habría que incluir también a otros herederos.

Según los abogados de Claude Cassirer, la indemnización no implicaba la renuncia a recuperar el cuadro en un futuro -entonces estaba en paradero desconocido-. La defensa de los Thyssen sostiene lo contrario: el documento era vinculante y le privó del derecho a recuperarlo. En cuanto al valor actual, Cassirer tasa la obra en 13 millones de euros, mientras que el abogado de la Fundación Thyssen asegura que «vale mucho menos».

El Gobierno alemán, al conocer las intenciones de Cassirer, le ha avisado de que si recupera el cuadro, tendrá que devolver la indemnización cobrada por su abuela en 1958. Esta notificación es interpretada con matices diferentes. Mientras los abogados de los Cassirer opinan que Alemania asume implícitamente con ella la propiedad de la familia, para la fundación, el Gobierno alemán solo persigue la recuperación del dinero para el caso de que efectivamente el cuadro sea devuelto.

El museo Thyssen tiene ahora la opción de reclamar ante el Supremo estadounidense. Si no, el litigio contra el Estado español puede comenzar en un año. El Ministerio de Cultura español ha decidido no pronunciarse hasta que no reciba una notificación desde EE UU.

Para Claude Cassirer es importante que el proceso empiece cuanto antes; tiene 89 años, y teme no llegar a ver el cuadro de vuelta antes de morir. Según el fotógrafo jubilado, su deseo es recuperar aquella obra que vio colgada durante su infancia en la casa de su abuela en Múnich.

Cuando el caso llegue al tribunal, los argumentos legales se centrarán en la cadena de propiedad. Según los Cassirer, el cuadro nunca ha dejado de ser de la abuela, porque no se ha roto esa cadena. Sin embargo, Thyssen se declara poseedor legal del cuadro basándose en que la cadena de propiedad se rompió en el momento en el que Lilly Cassirer aceptó la indemnización y «renunció a sus derechos sobre el cuadro». Añaden también que el barón Thyssen compró la obra en 1976 «de buena fe», sin saber que provenía de un expolio nazi.

Además, se da la extraña circunstancia de que durante 40 años nadie haya buscado el cuadro. Por un lado, la Fundación Thyssen reprocha a Cassirer que no haya recurrido a ninguno de los registros de arte perdido desde que su abuela murió en 1962, y se defiende diciendo que el cuadro de Pissarro siempre ha estado expuesto y catalogado. Disponible para cualquier reclamación. Cassirer, por su parte, despacha este lapsus temporal aludiendo a las dificultades de buscar un cuadro a escala planetaria sabiendo solo el nombre en una era anterior a la de Internet.

Miguel Pérez / David Nelson, Madrid: El ‘pissarro’ de la discordia, EL PAÍS, 1 de septiembre de 2010

Subasta de »El Retrato de Ángel Fernández de Soto», de Pisasso

Subasta de »El Retrato de Ángel Fernández de Soto», de Pisasso

El Retrato de Ángel Fernández de Soto, un picasso de 1903, del periodo azul, objeto de litigios de propiedad en los últimos años, se confirmó anoche como estrella indiscutible de la gran subasta de arte impresionista y moderno de la casa londinense Christie’s, con una cotización de casi 42 millones de euros. La más que considerable cifra no estableció ninguno de los récords que ha venido flanqueando el mercado de pujas en los últimos meses, pero sobresalió a lo largo de una velada en la que el martillo de la sala no halló comprador para un cuadro de Claude Monet (Nymphéas, 1906), cuyo valor estimado era idéntico al de la obra del malagueño. El mercado del arte sigue emitiendo signos de recuperación, como revelaron las sólidas ventas de piezas de Matisse o Van Gogh o los números de la reciente feria de Basel, pero eso no significa que la era de las vacas gordas haya regresado definitivamente.

Un momento de la subasta del retrato pintado por Picasso, ayer, enAntes de la subasta se anunció: «Para la caridad, para la Fundación Lloyd Webber», destinada a la formación de nuevos actores e interpretes. A pesar de las expectativas y de la semana de grandes ventas y récords que llevan las dos grandes casas de subastas, Sotheby’s y Christie’s, el retrato de Ángel Fernández de Soto, también conocido como El bebedor de absenta, se vendió el 23 de junio de 2010 en Christie’s por 42,1 millones de euros en una puja recibida por teléfono. La casa era demasiado optimista, esperaba al menos dos millones de euros más. Sin embargo, en este caso, lo importante no era la cifra, sino el final de un litigio que arrastraba el cuadro desde 1995. La subasta, que incluía piezas de Monet, Renoir, Matisse,Magritte, Van Gogh y Klimt alcanzó los 186.297.898 euros. Todos para la FundaciónLloyd Webber

El retrato de Ángel Fernández de Soto, el amigo de juventud de Picasso, miraba impasible desde su marco de madera de purpurina a los potenciales compradores de la subasta en la casa Christie’s de Londres. Desde que el pasado 17 de marzo se anunciara su futura venta, a Ángel lo exhibieron en Londres, Nueva York y Hong-Kong como a un animal de feria. En Londres, Ángel no pudo beber absenta como hizo cuando le retrató su compinche malagueño, porque el consumo de esta bebida está restringido en Gran Bretaña. Por eso, quizás, tuerce los labios en gesto burlón, por el síndrome de la abstinencia.

Picasso retrató 18 veces a su amigo Ángel Fernández de Soto y Llasat, fallecido en accidente durante la Guerra Civil española, y algunos de estos retratos (en grupo o en solitario, a lápiz o tinta) pueden leerse como esbozos para el retrato en azul vendido; es el de mayores dimensiones y el más difícil por tratarse de óleo sobre lienzo. Picasso lo hizo en 1903 cuando los dos jóvenes compartían un destartalado cuchitril en la parte baja de Barcelona y sólo cenaban mientras duraba el sueldo de Ángel como mozo de recados de un almacén. Porque andaba todo el día por la ciudad, sus amigos le llamaban Patas’; era alto, delgaducho y tenía las piernas largas.

El retrato de un borracho con mucho recorrido

  • 1903. Picasso pinta el retrato de su amigo íntimo Ángel Fernández de Soto y Llasat cuando compartían apartamento en la parte baja de Barcelona.
  • 1904. Picasso se trasladó definitivamente a París y a la hora de hacer las maletas incluyó entre sus preferencias el retrato de Ángel en azul. Así fue a la capital francesa. Pasa completamente desaparecido entre esta fecha y el momento de su primera venta.
  • 1995. Lord Andrew Lloyd Webber compra el retrato por 29,1 millones de euros.
  • 2006. Se anuncia la venta del retrato de ‘El bebedor de absenta’ por un precio que oscilaba entre 40 y 60 millones de dólares, muy superior a la previsión por la que se ha vendido en esta ocasión en Londres.
  • 2006. El profesor de judaísmo, Julius Schoeps, reclamó la propiedad del cuadro aduciendo que había pertenecido a un hermano de su abuela, el banquero Paul Mendelssohn-Bartholdy. Este tuvo que venderlo de forma forzada por la persecución nazi, según el profesor alemán.
  • 2010. El pasado mes de enero Lord Andrew Lloyd Webber pagó una cifra secreta para que los herederos del banquero Mendelssohn-Bartholdy retiraran definitivamente sus reclamaciones sobre la propiedad de ‘El bebedor de absenta’, de Picasso.

En 1904, cuando Picasso se trasladó definitivamente a París, supo muy bien qué llevarse y qué dejar detrás. Ángel en azul fue empaquetado hacia la capital francesa hasta que fue vendido al compositor Lord Andrew Lloyd Webber por 29,1 millones de euros, en 1995. El retrato de Ángel residió, casi escondido. Giovanna Bertazzoni, jefa del departamento de Impresionismo y Arte Moderno de Christie’s, explica que para calcular el precio se basan en el interés que mostraron los coleccionistas cuando intentaron vender el cuadro en 2006, y desde entonces el mercado de las grandes obras de arte se mantiene firme. Las producciones del período azul de Picasso cuando hacía de pintor de la miseria humana no son habituales en el mercado. Comparado con Joven con pipa, de 1905, vendido por 104 millones de dólares en 2004, o Dora Maar con un gato negro, adjudicado por 95 millones de dólares en 2006, el precio pagado por el retrato parece prudente en época de crisis.

Desde que El bebedor de absenta entró en la pinacoteca de Lord Webber en 1995, el Patas no se encontró cómodo con los prerrafaelitas que formaban la colección. Él era el único bohemio del siglo XX. En 2006 se anunció la venta del retrato por un precio de 40 a 60 millones de dólares, muy superior a la previsión por la que se ha vendido esta vez. Ahí surgieron los problemas, cuando el profesor de judaísmo Julius Schoeps reclamó la propiedad del cuadro aduciendo que había pertenecido a un hermano de su abuela, el banquero Paul Mendelssohn-Bartholdy, el cual lo tuvo que vender de forma forzada por la persecución nazi, según el profesor alemán.

Ángel fue retirado de la venta unas horas antes de la subasta mientras empezaba un litigio en los juzgados de Nueva York y Londres. Julius Schoeps se enteró unos años antes de que su tío abuelo había poseído obras tan conocidas como El molino de la Gallete o Joven con pipa, de Picasso, o uno de Los girasoles, de Vincent van Gogh, e inició una cruzada legal para que museos y coleccionistas del mundo entero le compensaran por la incautación o venta forzada de arte a su antepasado. El pasado enero, Lord Webber pagó una cifra secreta para que los herederos del banquero Mendelssohn-Bartholdy retiraran sus reclamaciones sobre la propiedad de Patas, impasible al conflicto. Lucian Simmons, jefe del departamento de Restitución de Sotheby’s, lleva 13 años interviniendo en conflictos como este. «Nosotros siempre aconsejamos que se llegue a un acuerdo antes de litigar en los juzgados. Creamos el departamento para minimizar el riesgo, proteger a nuestros clientes y mantener limpio el mercado», asegura Simmons, cuyo departamento mira con lupa el paradero de obras de arte entre 1933 y 1945. El pago de una cifra compensatoria, como en el caso de este cuadro, es una de las soluciones que se aplican para restituir obras de arte expoliadas durante la persecución nazi.

Otro de los arreglos para resolver estos conflictos de propiedad histórica es la devolución de la pieza. En este sentido, Sotheby’s ha anunciado la venta, también para junio, del cuadro Joven en la fuente, de Jean Baptiste Corot (1796-1875). El retrato de una joven con un cántaro en una fuente de apariencia más inocente que Ángel ha sido devuelto por el museo holandés Kröller-Müller de Otterlo a los descendientes de Georg EduardBehrens, tras 66 años en la colección del museo. En este caso, el ministerio de Educación, Cultura y Ciencia holandés ha devuelto la obra de arte, valorada por Sotheby’s para la venta en un millón de euros.

Otra manera de resolver estos conflictos históricos y artísticos de propiedad de obras se plasmó el pasado febrero con la venta del paisaje de Gustav Klimt Iglesia de Cassone, un precioso cuadro, reclamado por los descendientes del magnate metalúrgico Victor Zuckerkandl. Sus propietarios anónimos hasta hace pocas semanas compraron el cuadro sin saber qué había sido de él en la década de 1930. Para resolver el litigio optaron por vender la obra y repartir el dinero, en proporción secreta, entre los reclamantes y los propietarios. Su preció se calculó en 10 millones de euros, y consiguió 30 millones, adjudicado a un comprador anónimo.

En el arte de las restituciones de cuadros, esculturas, manuscritos o antigüedades, Sotheby’s ha adelantado a su rival Christie’s creando en 1997 un departamento dedicado a investigar la historia o procedencia de obras de arte sospechosas de haber pasado por las manos o las listas de los nazis para requisar, robar, vender o incorporar a sus museos. En 13 años, Sotheby’s ha vendido más de 300 millones de dólares en arte restituido con devoluciones, compensaciones o distribuciones. «No hay una solución única para aplicar a los casos de restitución. A menudo hay dos inocentes, los compradores de buena fe y los reclamantes», explicaSimmons, quien ha hecho de intermediario en muchos de estos conflictos. El caso de Joven en la fuente, entregado por un museo a un ciudadano privado, es parecido a la reclamación que tiene el museo Thyssen de Madrid del cuadro La calle Saint Honoré, de Camille Pissarro, y que lleva nueve años de litigio judicial en EEUU. Simmons no quiere hablar de casos concretos, aunque en sus años de lidia en este campo ha visto que hay diferencias tratando con gobiernos o con ciudadanos privados. «Los gobiernos tienen una política pública y un status legal distinto al de los ciudadanos privados, pero al fin y al cabo todos tienes que resolver el litigio, y nosotros les aconsejamos que lo hagan evitando los juzgados, porque este es un campo único, todo depende de qué haya pasado en los últimos 70 años con la obra», explica el mercader del arte. En su opinión, «quedan centenares de importantes obras de arte, de las de museo, por reclamar, aunque hay muchos objetos personales, desde retratos de familia a manuscritos, que pasan por el mercado a 300 euros y no son reconocidos para ser restituidos».

Aparte de las vicisitudes de este lienzo, podemos comprobar que compradores procedentes de Estados Unidos, Rusia, los países del Golfo y potencias emergentes de Asia, además de europeos, han desfilado en los últimos días por la sede de Christie’s. Recientes hitos como la venta de una escultura en bronce de Giacometti, El hombre que camina por más de 84,7 millones han ejercido de acicate para que los coleccionistas y vendedores privados se animen a sacar a la luz sus propiedades y tesoros. «Vuelve a haber una gran demanda internacional de las obras de arte de máxima calidad», insiste Giovanna Bertazzoni, de Christie’s. Le da la razón la adquisición de un autorretrato de Manet con paleta (1878) a razón de 26,5 millones en la subasta organizada días antes por la competencia de Sotheby’s en sus locales londinenses, que registró una venta global de 136 millones. Quizá no haya llegado la hora de lanzar las campanas al vuelo pero, frente a lo volátil de los mercados financieros y los bajos intereses que hoy pagan los bancos, las obras de arte vuelven a asomar como una de las inversiones más sólidas.

Fuentes:

Descripción general de privacidad

Este sitio web utiliza cookies para que podamos brindarle la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en su navegador y realiza funciones como reconocerlo cuando regresa a nuestro sitio web y ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones del sitio web le resultan más interesantes y útiles.