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Tiziano, el poeta de Felipe II

Tiziano, el poeta de Felipe II

Dánae después de la restauración
Dánae después de la restauración

Dánae de la colección Wellington y Venus y Adonis de la pinacoteca. Ambas son obras que el maestro italiano pintó en 1553 y 1554 para el futuro Felipe II y que ahora se muestran al público, tras su reciente restauración, desde este miércoles y hasta el próximo 1 de marzo. La muestra presta especial importancia al proceso creativo, que está ilustrado mediante documentación técnica de estas obras que inauguran uno de los ciclos mitológicos más importantes e influyentes de la historia de la pintura occidental, sirviendo de inspiración a artistas como Veronés o Rubens. 

Se trata de obras que el artista pintó a mediados del siglo XVI y que pueden contemplarse reunidas por primera vez desde que Fernando VII regalaseDánae al duque de Wellington. Junto a ellas, se puede apreciar otra de las versiones de Dánae, conservada en el Prado, que fue realizada hacia 1565 y emparejada a Venus y Adonis en las «bóvedas de Tiziano» en el Alcázar. Inspiradas principalmente en las Metamorfosis de Ovidiolos temas elegidos por el artista para estas obras están interpretados para deleite de los sentidos y para demostrar la capacidad de la pintura para transmitir emociones. 
Estas tres composiciones reunidas revelan que la calidad del italiano no depende tanto de la cronología de la obra como del empeño del pintor, la identidad del destinatario y del precio pagado por su trabajo. De ahí que, a pesar de ser réplicas de composiciones anteriores, las dos Dánae y Venus y Adonis expuestas son de gran calidad pictórica. 

Las «poesías» de Tiziano

Dentro de su producción se denomina ‘poesías’ al conjunto de obras mitológicas que pintó para Felipe II entre 1553 y 1562, integrado por Dánae (Londres, Apsley House), Venus y Adonis (Madrid, Museo del Prado), Perseo y Andrómeda (Londres, Wallace Collection), Diana y Adonis y Diana y Calisto(Edimburgo, National Gallery/Londres, National Gallery) y El rapto de Europa(Boston, Isabella Stewart Garden Museum). 
Probablemente fue el propio Felipe II quien encargó a Tiziano en Augsburgo un conjunto de pinturas mitológicas, dándole libertad para elegir los temas y su plasmación pictórica, para exhibirse conjuntamente en un espacio, aún por determinar en el momento del encargo. Las ‘poesías’ son pinturas ajenas a las interpretaciones simbólicas o moralizantes. Así en estas obras, Tiziano se asimilaba a los poetas y proclamaba su libertad para interpretar los textos que visualizaba, principalmente en las Metamorfosis de Ovidio, pero también para representarlos con la imaginación cuando la lógica dramática lo exigía. 

Dánae y Venus y Adonis

Las primeras ‘poesías’ que recibió el príncipe Felipe fueron Dánae (1553) yVenus y Adonis (1554), versiones de otras anteriores, pero revestidas del prestigio de su propietario, y que se convirtieron a su vez en modelos para múltiples réplicas. Dánae ilustra el momento en que Júpiter la posee en forma de lluvia de oro. Pintó la primera Dánae en Roma en 1544-45 para el cardenal Alessandro Farnese y aludía a los amores del cardenal con una cortesana. Esta Dánae fue modelo para la de Felipe II, donde Cupido fue sustituido por una anciana celadora, cuya inclusión enriquece la pintura al brindar sofisticados contrapposti: juventud frente a vejez; belleza frente a fealdad; figura desnuda frente a vestida… 
Venus y Adonis después de la restauración
Venus y Adonis después de la restauración
Felipe II recibió esta obra en 1553 y permaneció en la colección real española, primero en el Alcázar y después en el Buen Retiro, hasta que, tras la Guerra de la Independencia, Fernando VII se la regaló al duque de Wellington. Su tamaño original era similar al de Venus y Adonis, pero a finales del siglo XVIII se eliminó el tercio superior por razones de conservación. Descripciones antiguas y una copia flamenca, revelan que en ese tercio superior se incluía el rostro de Júpiter y un águila con los rayos, atributos del dios. 
Años más tarde, en 1565, Tiziano pintó la Dánae que se conserva en el Prado con una factura más deshecha y una extraordinaria calidad, resultado del elevado precio que debió pagar su comitente, posiblemente Francesco Vrins, mercader flamenco residente en Venecia. Velázquez compró esta obra durante su primer viaje a Italia y la vendió a Felipe IV con destino al Palacio del Buen Retiro, pero más tarde, en 1666, sustituyó a la Dánae de Felipe II en las «bóvedas de Tiziano» en el Alcázar, emparejándola con Venus y Adonis. 
Tiziano pintó el primer Venus y Adonis, perdido y conocido por copias, a finales de la década de 1520. Ninguna otra obra suya ilustra mejor la asimilación de pintura y poesía, pues el episodio del vano intento de Venus por retener a Adonis, ausente en las fuentes escritas, fue de su invención.Tiziano retomó el asunto veinte añosdespués en varias composiciones, una de las cuales fue el punto de partida de la conservada en el Prado.

En esta obra, realizada en 1554, presenta a la diosa de espaldas para demostrar, mediante la contemplación conjunta de Dánae y Venus y Adonis, que la pintura podía representar distintos puntos de vista, equiparándose así con la escultura. La restauración El proceso de restauración, realizado por la técnico del Museo Elisa Mora con el apoyo de la Fundación Iberdrola, ha consistido en eliminar todo aquello que interfería en la lectura correcta de las obras, y permitir de esa forma entenderlas en toda su fuerza e integridad. Para conseguirlo se ha realizado una limpieza de los barnices oxidados yuna eliminación de los repintes. 
En Dánae no se podía reconocer la mano de Tiziano a causa de antiguas intervenciones, no muy acertadas, que habían alterado su planteamiento y ejecución. El lienzo, por otra parte, está cortado en sus cuatro lados y fue reentelado en dos ocasiones. La capa pictórica presentaba numerosos y burdos repintes que se distinguían a simple vista y que tapaban partes de la pintura original. En otras zonas se apreciaban abrasiones y pérdidas puntuales de materia pictórica. La superficie mostraba además un aspecto mate apagado debido a un antiguo barniz de cera. 
El cuadro de Venus y Adonis fue ampliado y estos añadidos alteraron la composición ideada por Tiziano al crear un nuevo espacio a la izquierda del cuadro que reducía la inercia del conjunto de las figuras, que se mueven hacia el bosque, en el otro extremo de la pintura. Para recuperar el sentido original de la obra se ha ocultado la franja de tela añadida con la moldura del marco, sin necesidad de eliminarla. De esta forma, el eje central del cuadro coincide con la pierna que Adonis apoya firmemente en el suelo, dividiendo el espacio y la acción en dos mitades.
Con la restauración, la luz de ambas pinturas ha recuperado su valor y ha vuelto a definir los espacios, las formas y los volúmenes para comprender mejor los distintos planos que forman cada composición, recobrando así el sentido que Tiziano quiso darles.

Fuente: Tiziano, el poeta de Felipe II, ELCULTURAL.es, 19/11/2014 
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El Prado da a luz a un nuevo ‘tiziano’

El Prado da a luz a un nuevo ‘tiziano’

A partir del motivo religioso de 'San Juan Bautista' destacan dos versiones pintadas por Tiziano: la de la derecha se conserva en la Gallerie dell’Accademia en Venecia y la otra, en El Escorial.
A partir del motivo religioso de ‘San Juan Bautista’ destacan dos
versiones pintadas por Tiziano: la de la derecha se conserva en la
Gallerie dell’Accademia en Venecia y la otra, en El Escorial.

La competencia es dura estos días en el taller de restauración del Museo del Prado, pero incluso entre deslumbrantes rafaeles, goyas y van der weydens,
que reciben atenciones en distintos grados en esta suerte de Uvi del
arte antiguo, brilla con discreción, apagado por siglos de olvidos,
guerras y devastadores repintes, una pintura religiosa de Tiziano (1489-1576).
Se trata del último descubrimiento, que se sepa, efectuado por la
sección científica del Prado, un equipo de unos 15 conservadores y una
veintena de restauradores del más alto nivel que no paran de generar
expectación con sus investigaciones: ahora un bruegel inédito y fundamental, ahora una copia de La Gioconda realizada al mismo tiempo que el original.

La imagen del tiziano, que se conserva en el secreto del
taller hasta que no se termine de trabajar en él, resulta familiar; es
una versión del célebre San Juan Bautista, que el pintor
terminó allá por 1542 y que se conserva en la Gallerie dell’Accademia de
Venecia. Pero no la única, porque también está, claro, la que se
atesora en las salas capitulares del Monasterio de San Lorenzo del
Escorial desde su llegada a la colección en 1577 gracias a una donación
de Felipe II, fan declarado del pintor. La joya fue puesta a punto por
Patrimonio Nacional en 1999, junto a La última cena.

El santo que ahora recibe las atenciones de los restauradores de la
pinacoteca madrileña proviene de lo que se conoce como Prado disperso,
un conjunto de 3.100 obras que fueron saliendo con rumbo a los más
diversos puntos de España cuando la colección creció más de la cuenta
tras la anexión en 1872 de los fondos del Museo de la Trinidad. El
cuadro acabó en una iglesia de Almería (como consta en un inventario del
Boletín del Prado). Allí sobrevivió a la clase de calamidades
que le tenía reservado el ingrato siglo XX: del olvido a los cambios del
gusto o la Guerra Civil.

En ese insospechado hogar reparó en él Miguel Falomir, jefe del
departamento de pintura italiana y francesa, que se halla en el proceso
de la redacción de un catálogo razonado sobre Tiziano que promete para
final de año. Es una de sus especialidades, a la que dedicó una
exposición en 2003 que, todos coinciden en el museo, marcó un hito en la
ambición académica del Prado. El conservador pensó que un estudio
detenido podría aportar datos interesantes. Y acertó.


Radiografía obtenida durante la restauración de la del Escorial.

Sobre este descubrimiento se pueden entrever pistas en un boletín del
Centro de Estudios Avanzados de las Artes Visuales de la National
Gallery de Washington, donde Falomir escribió en 2010: “La restauración y
el análisis técnico de casi toda la colección del Prado ha coincidido
con la elaboración del catálogo razonado y ha contribuido poderosamente
a, por ejemplo, cambiar algunas atribuciones y fechas. Además, las
radiografías y las reflectografías infrarrojas, así como el análisis de
pigmentos han proporcionado nueva información que arroja luz sobre el
modo de trabajo de Tiziano y las variadas etapas de su trabajo creativo;
la presencia de los dibujos bajo la pintura, más abundante de lo que se
creía; los cambios constantes introducidos mientras hacía evolucionar
sus composiciones y la reutilización de lienzos en sus últimas décadas.
Este material técnico es particularmente útil para entender cómo
funciona el taller de Tiziano, especialmente en la producción de
réplicas, un tema del que el Prado está bien provisto de ejemplos”.

“Nadie sabía de la existencia”, reconocía ayer desde Venecia Matteo
Ceriana, director de la Gallerie dell’Accademia, que ha visto la versión
y no duda de que salió del genial pincel, informa Tommaso Koch. “Acabó en una iglesia en el ochocientos,
en virtud de una práctica que también era común en Italia. No es
exactamente como la nuestra, ni tampoco como la del Escorial, y aun así
las tres versiones están interconectadas. San Juan Bautista no es un
tema muy complejo. Y un artista como Tiziano, tan grande y que vivió
durante tanto tiempo, tuvo que afrontar varias veces los mismos temas.
Intentaba no repetirse nunca, por lo menos trataba de reinventarse”.

En efecto, afirman los expertos, era práctica común en los grandes
artistas de la época (y si se piensa en Damien Hirst, por ejemplo,
también de esta) volver sobre ciertos temas, a menudo, por los deseos de
los propios compradores, que deseaban la misma experiencia que habían
tenido otros antes que ellos.

Lo que un creador de la talla del pintor veneciano, fuerte
indiscutible del Prado, no podía permitirse era una burda repetición de
los logros pretéritos. Por eso, este San Juan Bautista —que
comparte con las otras dos versiones las imágenes del carnero y el
paisaje (en este caso destaca poderoso en un co0njunto que se halla en un
delicado estado de conservación)— es mucho más que una mera copia
efectuada por un taller, como también atestiguan los estudios que se han
realizado. Esto, lejos de poner en duda la autoría de Tiziano, la
refuerza.

Los detalles de esta importante restauración se guardarán, con todo,
hasta otoño, cuando se presente el proceso en una exposición y con el
aparato científico que hay detrás de él al completo. Luego llegará la
publicación del catálogo razonado, que por definición se trata de un
recuento pormenorizado sobre la colección de un artista y el trabajo de
su taller, que se presenta, y este es un ejemplo de ello, como una
ocasión única para ajustar cuentas sobre el catálogo, nuevas
atribuciones y otros difusos asuntos relativos a la autoría. Un concepto
que, según los últimos avances en las investigaciones, busca trascender
al mero hecho de encontrar una firma para orientarse a terrenos más
resbaladizos, pero mucho más estimulantes, sin duda, como la calidad o
el estilo.

Iker Seisdedos, Madrid: El Prado da a luz a un nuevo ‘tiziano’, EL PAÍS, 3 de mayo de 2012
Tiziano sale de viaje tras ‘pasar la ITV’

Tiziano sale de viaje tras ‘pasar la ITV’

La obra maestra emprende un particular grand tour tras pasar una buena temporada en la UVI del arte. Corría 1999 cuando el taller de restauración del Hermitage de San Petersburgo la retiró de sus salas para comenzar la laboriosa y complicada restauración de la que se considera la primera gran pieza de Tiziano: La huida a Egipto, un paisaje pintado en 1507, de 206 por 336 centímetros. La limpieza de lacas y de repintes ajenos a la mano del artista y los análisis infrarrojos han servido para devolverle todo su esplendor y recuperar la historia detallada a una obra cumbre del Renacimiento italiano. La expectación entre la comunidad científica de todo el mundo es tal, que la National Gallery de Londres ha decidido dedicar a la obra y al milagro de su restauración su próxima exposición temporal. Desde el 4 de abril, se expondrá junto a 26 telas de pintores venecianos que inspiraron esta singular obra. El lienzo viajará después a Venecia para por fin, tras ser agasajada por las audiencias europeas, retornar a las salas italianas de la colección permanente del museo petersburgués.

'La huida de Egipto', cuadro de Tiziano propiedad del museo del Hermitage, en San Petersburgo

Como ha ocurrido con recientes restauraciones de obras maestras (aquel fenomenal bruegel recobrado en Madrid, La Gioconda del Prado), la información aportada por el proceso resulta deslumbrante. Se puede saber mucho gracias a estos casi trece años de trabajo sobre las intenciones de Tiziano, la forma de su dibujo y la biografía de sus arrepentimientos. De La huida a Egipto constaba que fue hecha por encargo del noble Andrea Loredana para su palacio en Venecia, un impresionante edificio situado al borde del gran Canal convertido actualmente en el Gran Casino de la Serenísima. Pero en el currículo del cuadro constaban más lagunas que certezas. Si por ejemplo se sabe quién fue el pagador, se pierde la pista del lienzo hasta 1768, año en que la emperatriz Catalina la Grande lo compró de los herederos del conde Heinrich von Brühl, uno de los grandes coleccionistas de su época. Desde entonces, el cuadro ha permanecido a los fondos de Hermitage, museo que nunca había abandonado hasta ahora.Lo que convierte a esta exposición en todo un acontecimiento en el mundo de Tiziano es que las trazas de esta obra se despegan bastante de las habituales en el maestro italiano. Este hecho provocó que en algunos períodos se plantearan dudas sobre su autoría. Esa luz, los animales, la vegetación… parecían extraños a ojos de algunos expertos.

Ahora se ha podido determinar con precisión que fue una obra de juventud (nació hacia 1485 y murió en 1576), pintada cuando el prolífico y longevo artista contaba poco más de veinte años. Alumno de Bellini, echó los dientes de la mano de Giorgione, en cuyo taller trabajó y con el que colaboró en la decoración de varias iglesias. La muerte temprana de su mentor provocó que Tiziano rematara un alto número de trabajos pendientes sin que luego fuera posible distinguir dónde empezaba la intervención del maestro y dónde la de su ayudante.

Irina Artémieva, investigadora del Departamento de Arte de Europa Occidental del Hermitage, asegura que no hay dudas sobre la intervención directa de Tiziano en la obra. Al eliminar deformaciones y pinceladas posteriores, han aparecido con viveza los intensos colores propios de Tiziano. El estudio infrarrojo ha aportado una novedad inopinada: en origen, Tiziano quería pintar una Adoración, pero la fuerza del paisaje le llevó a arrastrar los personajes y eligió plasmar una huida en la que la naturaleza parece calcada de la forma en que los pintores del norte de Europa abordaban la flora y la fauna.

Artémieva recuerda textos de la Vidas de los pintores de Giorgio Vasari en los que se cuenta que Tiziano alojó en su casa a esos maestros para aprender de ellos, y que sus animales estaban pintados del natural.

Tanta explosión paisajística no le debió de resultar ajena. Originario de la región de los dolomitas, en los Alpes orientales, Tiziano volcó en su tela el hechizo de los animales que, creen los expertos, le habían fascinado en la infancia. Los rebecos, corzos, bellísimas mariposas o extraños coleópteros forman el paisaje ahora resucitado del lienzo. Porque si bien la exposición, comisariada por Antonio Massotta, tiene como primer objetivo detallar el proceso de restauración también se propone descifrar los arcanos del mundo original del gran maestro renacentista.

Ángeles García, Madrid: Tiziano sale de viaje tras ‘pasar la ITV’, EL PAÍS, 28 de marzo de 2012

Tiziano contra Tintoretto

Tiziano contra Tintoretto

Autorretratos de Tintoretto y Tiziano. «Es bueno, pero está claro que no es un Tiziano». Durante un tiempo eso fue todo lo que escuchó decir Tintoretto de sus cuadros. Y pese a que Tiziano, el Maestro, como él solía llamarlo, trató de alejarlo tanto como pudo de su taller (al parecer y como creyó el propio Tintoretto toda su vida, para que no le hiciera sombra), el hijo del tintorero jamás le odió. De hecho, hizo todo lo contrario: venerarlo. De pequeño, más que cualquier otra cosa, habría querido ser aceptado en su estudio (temblaba de emoción cuando traspasó el umbral), pero Tiziano debió de olerse su ambición y lo hizo a un lado. Corría el año 1533. Tiziano había cumplido los 56 años, Tintoretto apenas alcanzaba los 16.

«Ese hombre lo tenía todo, era el faro del siglo, y sin embargo no soportaba ni la sombra de una hoja». Melania G. Mazzucco pone en boca de Tintoretto una reflexión basada en años de estudio. La escritora italiana acaba de publicar ‘La larga espera del ángel’ (Anagrama), novela narrada por el mismísimo Tintoretto al final de sus días y que sirve de repaso a una vida marcada por la pobreza, la ambición y el amor desenfocado. Cuando tenía treinta y seis años se prometió a una niña de tres que apenas se llevaría ese tiempo con su propia hija (ilegítima), Marietta, la chica que vestiría como un chico y que se convertiría en el único orgullo del pintor.

Creía Tintoretto que Tiziano era inmenso. Y harto de escuchar una y otra vez que aquello que él pintaba parecía bueno pero que jamás sería un Tiziano, se dedicó a pintar Tizianos con sus propias manos. Alerta Mazzucco de que puede haber ‘tizianos’ dando vueltas por el mundo que sean en realidad ‘tintorettos’. Mientras, el Maestro se dedicaba a despreciarle. Ponía en contra a sus protectores y los obligaba a renegar de él. Habló mal de él a los poetas y los escritores de la época, que lo tachaban de mero artesano del pincel. Decía que su obra era «fácil y negligente». Y cuando le preguntaban por la nueva generación, esa a la que había ensombrecido su gigantesca sombra, decía que «el arte en Venecia estaba en decadencia y que ninguno de los nuevos era digno de sus padres». En ocasiones se propuso para hacer el mismo cuadro que ya había sido encargado a Tintoretto, y si alguien le preguntaba por él, fingía no recordar su nombre. Lo llamaba ‘Tintorello’.

De hecho, se cree que fue el propio Tiziano y su corte de admiradores y aprendices quienes decidieron que Jacomo Robusti jamás sería conocido por su propio nombre sino como el hijo del Tintorero. Por eso, Jacomo esperó con paciencia su muerte, porque creía que «la guerra la gana no el que gana una batlla sino el que vive una día más que su enemigo». Sólo con su muerte, Tintoretto consiguió entrar en el Palacio Ducal y dejar de pintar para la pequeña burguesía, aquella a la que había regalado sus cuadros pensando más en su fama (y en los futuros encargos) que en el dinero. Tintoretto nunca pensó en el dinero, Tiziano no podía pensar en otra cosa.

Reconocido entre sus contemporáneos como «el sol entre las estrellas», Tiziano, hijo de un distinguido concejal y militar, tuvo una vida fácil. Se trasladó a Venecia porque quería pintar, aunque en su familia nadie antes lo había hecho. Una vez allí ingresó en el taller de Sebastiano Zuccato, donde se formó la primera generación de la Escuela de Venecia, a las órdenes de Giovanni Bellini. Y Bellini fue la sombra que oscurecía el futuro del Maestro hasta que desapareció (en 1516). Entonces quedaban aún dos años para que naciera Tintoretto, que, al contrario que Tiziano, tuvo una vida bastante complicada. Para empezar, era el mayor de 21 hermanos. Vivió en la estrechez económica hasta el último de sus días (de hecho, dejó a su mujer, la niña a la que se había prometido, y a sus nueve hijos, en la ruina), fiel a sus principios, dio lo poco que tenía a quienes no eran tan afortunados como él, que se contentaba con pintar en una habitación sin ventanas y con dormir en un colchón en el suelo.

«A Tintoretto siempre le gustaron los desafíos, se crió como autodidacta cuando descubrió que no podía ser discípulo de Tiziano. Se formó con pintores menores y desde las altas esferas siempre se le reprochó esa parte artesanal», cuenta Mazzucco. «Le consideraban un plebeyo y nadie lo quería en palacio. Se limitaba a hacer cuadros para los pescadores, que le pagaban muy poco», asegura la escritora, y añade: «De hecho, cuando murió Tiziano y el Palacio Ducal le hizo su primer encargo, Tintoretto se lo pasó a su hijo, como una forma de desprecio». Cuando finalmente se le abrieron las puertas de la Gran Venecia «igualmente tuvo una relación ambigua con el poder» porque «él siempre prefería ayudar a los pobres que pintar para los ricos», concluye la escritora.

Laura Fernández | Barcelona: Tiziano contra Tintoretto, EL MUNDO, 14 de febrero de 2011

Empieza la puja por ‘La dama veneciana’ de Tiziano, valorada en 70 millones de euros

Empieza la puja por ‘La dama veneciana’ de Tiziano, valorada en 70 millones de euros

Momento de la presentación del cuadro este jueves en Valentia Gallery | Efe Coleccionistas de arte e instituciones oficiales lanzarán durante las próximas dos semanas sus ofertas para adquirir el cuadro atribuido a Tiziano ‘La dama veneciana’, que podrán visitar de forma privada en una galería de la ciudad de Valencia. El director de Valentia Gallery, Ricardo Beleret, ha explicado durante la presentación del cuadro a los medios de comunicación que, si se certifica que la obra es de Tiziano, sería el único cuadro de este pintor en el mercado y estaría valorado en 70 millones de euros.

‘La dama veneciana’ ha llegado este jueves a la galería en un furgón blindado y escoltada por dos policías nacionales, medidas de seguridad que se deben a que, según Beleret, se trata de una obra «muy golosa» que vuelve a Valencia tras 11 años fuera de la ciudad. El cuadro fue adquirido alrededor de 1940 por el ex director administrativo del diario Las Provincias y propietario de la editorial Argos, Vicente Aznar Gómez, a dos hermanas anticuarias de Valencia, y después pasó a manos de la hija de Aznar, actual propietaria del cuadro. Su dueña decidió sacarlo de la ciudad y llevarlo a un lugar más seguro en 1999, tras haber sido encontrado por el Cuerpo Nacional de Policía ocho años después de su robo en Valencia.

En la actualidad, ha relatado el director de la galería, la obra se encuentra en una fase de «expertalización» que consiste en que expertos venecianos en la figura de Tiziano contrasten los estudios realizados hasta ahora para certificar su autoría. Beleret ha indicado que se trata de un proceso «muy caro y lento» que podría demorarse hasta cinco meses, si bien existe la posibilidad de que el comprador lleve a cabo esa autentificación por su cuenta. Hasta el momento, la propietaria ha encargado diversos estudios que han conseguido certificar que la obra es del siglo XVIy que apuntan a que podría representar a la emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos V, si bien ese dato tampoco está certificado. Santiago Aliaga es uno de los conservadores que dan validez a esa tesis, según la cual Tiziano habría tomado como modelo para el retrato medallas con el rostro de la emperatriz, ya que se trata de un retrato «post mortem». Además, y según los estudios facilitados por la galería, una especialista del museo Hermitage de San Petersburgo atribuye una numeración que aparece en la esquina inferior derecha del cuadro a las Colecciones Reales de España, y asegura que se trata de una obra veneciana pintada entre 1535 y 1540.

El cuadro sólo podrá ser visitado por invitación personal durante las dos semanas que permanecerá en Valencia, ya que la propietaria ha decidido que sea la ciudad la que lo acoja, una decisión que Beleret ha considerado «ideal para convertir Valencia en una capital culturalmente famosa».

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