Etiquetado: Turner

LOS JACOBINOS NEGROS – C. L. R. James

LOS JACOBINOS NEGROS – C. L. R. James

El planteamiento principal del libro no es contar la historia de la independencia de Haití. Es contar cómo la codicia irracional de la burguesía francesa hizo esta inevitable. Frente al espectáculo permanente de la perfidia inglesa y de la doblez francesa, resalta la virtud de los nobles africanos, entre los que Toussaint, retratado como un […]

El pintor en el cine

El pintor en el cine

Viendo películas sobre pintores uno se da cuenta de lo difícil que es mostrar los procesos creativos en el cine, incluso los visuales, y también de que el mundo de ahora no sabe qué hacer con el trabajo del artista, y menos todavía con el oficio cada vez menos considerado de la pintura.
El cine es movimiento, y un pintor se pasa mucho tiempo no haciendo nada, solo mirando, o absorto en sus cosas. Una gran parte de la invención de una obra sucede a grandes profundidades en las que no se puede proyectar ninguna luz directa. Y la vida real de un artista no suele dar mucho de sí como materia novelesca o intriga cinematográfica, a no ser que se recurra al estereotipo del genio, a medias bruto y a medias visionario, atormentado, desquiciado, rondando la locura o sucumbiendo a ella, 
emborrachándose, tomando drogas, suicidándose. Está también el genio que actúa como manager y relaciones públicas de su propia genialidad, a la manera de Salvador Dalí y después de Andy Warhol, a la vez astuto y estrambótico, interrumpiendo de vez en cuando la tarea de contar dinero para dar unos cuantos volatines de circo que refuercen su personaje y lo que podría llamarse su imagen de marca.
Y viene por fin, ya en la completa sumisión del arte a las celebridades de la moda y al comercio de lujo, ese artista tan volcado en el suministro de artefactos para multimillonarios de la mafia rusa y similares que ya no tiene tiempo, ni ganas, ni necesidad, de cultivar ninguna extravagancia, y se presenta como un alto ejecutivo de sí mismo, como un gerente de fondos de inversión de máxima rentabilidad, aunque de carácter visiblemente especulativo: Damien HirstJeff Koons.
Vi en The New York Times un reportaje sobre Jeff Koons, en su casa del Upper East Side, y noté, examinando con cuidado las fotos, que tan solo un detalle la distinguía de las casas semejantes de megarricos que abundan en el vecindario: a diferencia de los dueños de cualquiera de ellas, Jeff Koons no colecciona perritos hinchables de aluminio, ni esculturas en porcelana de Michael Jackson y su chimpancé Bubbles,ni estanterías con botes y cajas de medicinas, sino cuadros al óleo de antiguos maestros, con marcos barrocos dorados, escenas de Watteau, paisajes impresionistas.
Timothy Spall, en el papel del pintor Turner en la película dirigida por Mike Leigh
Timothy Spall, en el papel del pintor Turner en la película dirigida por Mike Leigh
He ido a ver Mr. Turner, porque me gusta mucho el cine de Mike Leigh y la pintura de Turner, y me he dado cuenta de que, en un mundo en el que cada vez hay menos sitio para la pintura y para los pintores, una película sobre la vida de uno de ellos ha de ser más inverosímil que nunca, más aún que cuando Vincente Minelli intentó que Kirk Douglas se pareciera a Vincent van Gogh y Anthony Queen a Paul Gauguin, o cuando a Anthony Hopkins le añadieron una calva postiza y sobre ella una boina para disfrazarlo de Picasso.
En los años cincuenta, en los ochenta, la pintura aún despertaba expectativas, provocaba entusiasmo y respeto. Ahora un pintor, un pintor imaginado en una película, investido con el crédito de solidez documental de una suntuosa ambientación histórica, resulta ser un sujeto de maneras brutales y porte tosco de antropoide que se expresa con gruñidos roncos, y del que sabemos que es J. M. W. Turner sobre todo porque cuando mira el campo o el mar o el atardecer ve de antemano en ellos cuadros evidentes de Turner. Su talento es un don inexplicado e inmerecido, como el del Mozart risueño y medio idiota de la película de Milos Forman. De vez en cuando este Turner saca un cuaderno y hace un dibujo tan sumariamente como si tomara una foto con un teléfono móvil. De vez en cuando, para que admiremos su ruda autenticidad, corrige el óleo todavía fresco de un cuadro con los dedos, o escupe gruñendo sobre él. En un almuerzo formal come con la boca abierta y se le cae de la boca la comida, manchándole el chaleco. A una criada que pasa cerca de él la palpa groseramente sin dirigirle la palabra ni mirarla a los ojos. Le entra una urgencia sexual, como a un orangután en celo, y se arrima a la criada por detrás, siempre gruñendo, con gorgoteos de lujuria zoológica, y luego se aparta, concluido el acoplamiento, la cabeza baja y los brazos colgando.
Es cierto que Turner no tenía un aspecto refinado. En los retratos de sus contemporáneos, y en sus testimonios escritos, se perfila un hombre ancho, fornido, de rasgos duros, de nariz aguileña. Su padre había sido barbero, y su madre venía de una familia de carniceros. Se crió en las calles populares de Londres, en los mercados y en los muelles de la orilla del Támesis, y parece que tenía un fuerte acentocockney. Pero se educó desde niño en la Royal Academy y en sus viajes por Francia, Holanda e Italia estudió de cerca a los grandes maestros que le ayudaron a formar su estilo, mucho más enraizado en la tradición de lo que ahora nos gusta pensar.
Padecemos lo que el historiador A. J. P. Taylor llamó «condescendencia hacia el pasado»: para admirar a un artista de otra época le atribuimos el anacronismo de haber anticipado nuestro tiempo, como esos profetas bíblicos de los que se celebra no el coraje de sus predicaciones contra el abuso de los poderosos, sino el supuesto vaticinio del nacimiento de Cristo varios siglos después. Monet y Rothko no habrían existido sin Turner. Pero con quienes Turner se medía era con Tiziano, con Rembrandt y los paisajistas holandeses, con Veronés, con Watteau, con sus contemporáneos. Y aunque también es cierto que no tenía don de palabra, estaba muy lejos de ser un ignorante bendecido por el instinto, ese bárbaro genial de las leyendas románticas y de las películas en tecnicolor sobre pintores torturados. El punto de partida de su inspiración fue muchas veces la mitología y la literatura clásica. Leía a Virgilio, a Shakespeare, a Milton, a Lord Byron, y estudió con detalle los mármoles recién robados en el Partenón y llevados a Londres. Incluso planeó y escribió borradores de un poema épico con un título extraordinario: ‘The Fallacies of Hope’.

El secreto verdadero de Turner no es otro que el de la vocación y el oficio, la perseverancia del aprendizaje, la disciplina y la entrega y el disfrute pleno y exclusivo de esa tarea a la que alguien le dedica la vida entera. Fue un hombre retraído y con la edad se volvió más huraño, pero hay testimonios de que le gustaba cenar y conversar con amigos y de que tenía un gran talento para relacionarse con los niños. Un compañero de viaje en una diligencia, que al principio no sabía quién era, lo describió como un hombre menudo y jovial que no paraba de asomarse por la ventanilla para mirar el paisaje ni de dibujar en su cuaderno a pesar del traqueteo del camino. Dejó más de quinientos cuadros y miles de dibujos y acuarelas. En un mundo dominado por los especuladores y por los impostores, nada es más extraño, ni más inverosímil, que esa dedicación asidua y solitaria al trabajo en la que consiste la vida de un pintor.
Antonio Muñoz Molina, El pintor en el cine, EL PAÍS-Babelia, 29 de diciembre de 2014
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Turner Superstar: película, exposición… y ahora subasta

Turner Superstar: película, exposición… y ahora subasta

«Roma desde el Monte Aventino», de Turner
«Roma desde el Monte Aventino», de Turner
Una de las últimas obras maestras que queda en manos privadas del pintor Joseph Mallord William Turner (1775-1851)«Roma desde el monte Aventino», pintado en 1835, sale mañana a subasta en la sala Sotheby’s de Londres. Parte con una estimación de 15-20 millones de libras esterlinas (19-25,3 millones de euros). Según Alex Bell, presidente del Departamento de Pintura Antigua de Sotheby’s, «no existen más de media docena de grandes obras de Turner en manos privadas y ninguna tiene una procedencia tan excepcional como ésta ni está en tan buenas condiciones de conservación. Cada huella digital del artista, cada movimiento de su pincel, cada roce de su espátula todavía se pueden ver claramente en el lienzo. La exposición que puede verse en la Tate Britain, «El último Turner», y la película de Mike Leigh, «Sr. Turner», reafirman la poderosa modernidad del pintor británico. Esta obra es un ejemplo conmovedor de la atemporalidad de su obra».
Para los especialistas, las obras que Turner produjo desde finales de los años 20 y 30 hasta su muerte en 1851 constituyen los logros supremos del artista. «Roma desde el monte Aventino» estuvo expuesta en la Royal Academy en 1836, cuando el pintor tenía 61 años. Es una de las vistas más hermosas jamás pintadas de la Ciudad Eterna. Roma cautivó a Turner durante más de veinte años y la sutil atmósfera con que representó la ciudad en este cuadro es toda una proeza técnica, que da buena cuenta de su virtuosismo como paisajista. En 1836, el «Morning Post» describió la obra como «una de esas imágenes increíbles con las que el Sr. Turner deslumbra la imaginación y confunde a la crítica: está más allá de la alabanza».
Basado en los bocetos que Turner hizo durante su segundo viaje a Roma en 1828, este magnífico cuadro fue encargado por el principal mecenas y amigo íntimo del artista, Hugh Andrew Johnstone Munro de Novar (1797-1864). La pintura fue vendida en 1878, tras la muerte de Munro, y adquirida por el quinto conde de Rosebery, que llegaría a ser primer ministro de Gran Bretaña.
Además de la obra de Turner, salen a subasta mañana en Sotheby’sotras importantes pinturas. Es el caso de una vista de Venecia de Canaletto, el pintor que mejor supo retratar a la Serenísima. El lienzo«Venecia. La Plaza de San Marcos» se muestra por primera vez al público desde una exposición en 1857. La escena representa a la Plaza de San Marcos en un día típicamente soleado. El número de variantes de esta escena pintadas por el artista a lo largo de su carrera es una prueba de la popularidad de la que gozaba en el siglo XVIII. Importantes variaciones del mismo tema se hallan en museos como elMetropolitan de Nueva York o el Thyssen de Madrid. La obra que mañana sale a subasta parte con un precio estimado de 5-7 millones de libras (6,3-8,8 millones de euros).

Otra de las joyas es «The Faun Family», de Lucas Cranach el Viejo (1472-1553). No había salido al mercado 60 años. Fue pintada en 1531, en el apogeo de su carrera. Forma parte de una serie de representaciones mitológicas de gente salvaje, habitantes del bosque o semidioses. Su estimación: 1,2-1,8 millones de libras (1,5-2,3 millones de euros). La venta comprende un buen grupo de pinturas flamencas. Entre ellas, «El martirio de San Pablo», de Rubens (hacia 1637). Es el único boceto conocido de un retablo que el artista pintó para el altar mayor de la Iglesia de los Agustinos de Rood Klooster, cerca de Bruselas. El retablo fue destruido durante el bombardeo francés de Bruselas en 1695. Su precio estimado: 600.000-800.000 libras (765.000-1.000.000 de euros). De Pieter Brueghel el Joven salen a subasta dos obras, incluyendo una tardía, «Una calle del pueblo con los campesinos bailando».

Nativel Preciado, Madrid: Turner Superstar: película, exposición… y ahora subasta, ABC, 2 de diciembre de 2014
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El museo J. Paul Getty paga 35,7 millones por un paisaje romano de Turner

El museo J. Paul Getty paga 35,7 millones por un paisaje romano de Turner

Paisaje romano del artista británico J.M.W.Turner, titulado "Roma moderna-Campo Vaccino", por el que el museo J. Paul Getty ha pagado el precio record de 35,7 millones de euros

El cuadro, titulado «Roma moderna-Campo Vaccino«, se vendió el 7 de julio de 2010 en la subasta de «Viejos Maestros», de Sotheby’s, en la capital británica. El mayor precio pagado hasta ahora por un Turner correspondía a una vista de Venecia titulada «Giudecca, La Donna della Salute y San Giorgio», por el que se ofrecieron 28,3 millones de euros en abril de 2006.

«Roma Moderna-Campo Vaccino» era uno de los Turner más importantes que han salido al mercado últimamente, lo que explica el enorme interés que suscitó su venta en todo el mundo y el hecho de que el precio finalmente ofrecido superara ampliamente la estimación más alta de la casa de subastas. Turner lo pintó en 1838, cuando había alcanzado su plena madurez como artista. Esa obra monumental es como un compendio de todos los estudios previos que hizo el pintor británico durante sus dos visitas a Roma. En la misma subasta se pagaron casi 3 millones de euros por un estudio de la cabeza y los hombros de un hombre con barba, de Jan Lievens.

Asimismo, encontraron comprador tres obras de la famosa dinastía de pintores conocida como los Brueghel, así como una «Virgen con niño», de Bernard van Orley. El valor total de la subasta superó los 64 millones de euros, muy por encima de lo estimado inicialmente.

EFE, Londres: El museo J. Paul Getty paga 35,7 millones por un paisaje romano de Turner,
La Vanguardia, 8 de julio de 2010
El Prado recibe a Turner

El Prado recibe a Turner

El 22 de junio de 2010 abre sus puertas en el Museo Nacional del Prado de Madrid la exposición Turner y los maestros, la primera gran muestra dedicada en nuestro país al pintor británico y a los vínculos que mantuvo con otros artistas de gran relevancia histórica y al original modo en que asimiló su influencia. Tras su exitoso paso por Londres y París, esta exposición, organizada por la Tate Britain de Londres en colaboración con la Réunion des Musées Nationaux de Francia, el Musée du Louvre de París y el Museo del Prado, llega a Madrid, donde podrá ser visitada hasta el 19 de septiembre. Se da la circunstancia de que la obra de este gran paisajista es muy poco conocida en España, vacío que se intentará subsanar con una muestra que incluirá algunos de sus cuadros de mayor relevancia.

La muestra pone de manifiesto como J.M.W. Turner realizó su obra con perfecta conciencia de la pintura de los maestros antiguos, a los que estudió en profundidad, sin dejar de prestar atención a la aportación de algunos de sus contemporáneos. De esta forma, se plantea por primera vez un diálogo entre las obras más relevantes del artista, las de los maestros de otras épocas y los de la suya propia. La exposición arrojará luz sobre un aspecto menos conocido de Turner: su obsesión por demostrar que era tan bueno, si no mejor, que los viejos maestros a los que tanto admiraba.

Turner nació en una familia de clase trabajadora y luchó sin descanso desde los diez años para ver cumplida su ambición de convertirse en un gran artista: «Yo soy el gran león del día», problamó en una ocasión. Durante su trayectoria entró en feroz competencia con los artistas que él consideraba como rivales dignos de su propia fama, ya fueran del pasado o de su época. Los trabajos de investigación realizados en las últimas décadas, fundamentalmente por el equipo de expertos de la Tate Britain, la pinacoteca que alberga el mayor número de sus obras y las de mayor calidad, han puesto de relieve que, si bien Turner no se sintió directamente influido por aquellos maestros antiguos, sí que tomó en consideración su obra para sobresalir sobre ella, buscando con energía su lugar prominente en la historia del arte.

En el Museo del Prado, donde se expondrán un total de 80 obras procedentes de instituciones y colecciones europeas y estadounidenes, la mitad de ellas de Turner, se incluirán algunas novedades con respecto a las muestras de Londres y París, como Sombra y oscuridad: la tarde del Diluvio; Luz y color (la teoría de Goethe): la mañana siguiente al Diluvio y Paz. Entierro en el mar, tres obras maestras que el pintor británico realizó al final de su carrera. La muestra incluirá también la obra de Claude de Lorraine Puerto con el embarque de la Reina de Saba (1648), con la que el pintor afirmó haber llorado la primera vez que lo contempló porque «jamás sería capaz de pintar nada parecido».

Con voluntad de totalidad, Turner y los Maestros pretende que el visitante pueda percibir el alcance de los vínculos de artista con otros pintores muy destacados como Rembrandt, Rubens o Claudio de Lorena, entre otros, y el modo profundamente original en que asimiló su influencia desde el período inicial de su carrera a sus últimas composiciones.

Madrid. Turner y los maestros. Museo del Prado. Del 22 de junio al 19 de septiembre de 2010. Comisario: Javier Barón.

El Prado recibe a Turner, hoyesarte.com, 20 de Junio de 2010
El Prado descubre a Turner

El Prado descubre a Turner

Joseph Mallord William Turner, Entierro en el mar, óleo sobre lienzo, 870 x 867 mm. TATE MUSEUMEl Museo del Prado, la Comunidad de Madrid y la Fundación AXA han formalizado esta mañana la firma del convenio de colaboración por el que Gobierno regional y la fundación se comprometen a apoyar una vez más un importante proyecto de la pinacoteca. En esta ocasión, el patrocinio de la exposición Turner y los maestros, la primera gran muestra dedicada al pintor británico y a los vínculos que mantuvo con otros artistas de gran relevancia histórica y al original modo en que asimiló su influencia.

Tras su exitoso paso por Londres y París, esta exposición, organizada por la Tate Britain de Londres en colaboración con la Réunion des Musées Nationaux de Francia, el Musée du Louvre de París y el Museo del Prado, llegará a Madrid el 22 de junio, donde podrá ser visitada hasta el 19 de septiembre. Se da la circunstancia de que la obra de este gran paisajista es muy poco conocida en España, vacío que se intentará subsanar con una muestra que incluirá algunos de sus cuadros de mayor relevancia.

En el acto de hoy han participado Plácido Arango, presidente del Real Patronato del Museo del Prado; Miguel Zugaza, director de la pinacoteca; Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid; Javier de Agustín, consejero delegado del grupo AXA en España; y Javier Barón, comisario de la exposición.

Feroz competencia

La muestra pondrá de manifiesto como J.M.W. Turner realizó su obra con perfecta conciencia de la pintura de los maestros antiguos, a los que estudió en profundidad, sin dejar de prestar atención a la aportación de algunos de sus contemporáneos. De esta forma, se plantea por primera vez un diálogo entre las obras más relevantes del artista, las de los maestros de otras épocas y los de la suya propia. La exposición arrojará luz sobre un aspecto menos conocido de Turner: su obsesión por demostrar que era tan bueno, si no mejor, que los viejos maestros a los que tanto admiraba.

Turner nació en una familia de clase trabajadora y luchó sin descanso desde los diez años para ver cumplida su ambición de convertirse en un gran artista: «Yo soy el gran león del día», problamó en una ocasión. Durante su trayectoria entró en feroz competencia con los artistas que él consideraba como rivales dignos de su propia fama, ya fueran del pasado o de su época.

Los trabajos de investigación realizados en las últimas décadas, fundamentalmente por el equipo de expertos de la Tate Britain, la pinacoteca que alberga el mayor número de sus obras y las de mayor calidad, han puesto de relieve que, si bien Turner no se sintió directamente influido por aquellos maestros antiguos, sí que tomó en consideración su obra para sobresalir sobre ella, buscando con energía su lugar prominente en la historia del arte.

Voluntad de totalidad

En el Museo del Prado, donde se expondrán un total de 80 obras procedentes de instituciones y colecciones europeas y estadounidenes, la mitad de ellas de Turner, se incluirán algunas novedades con respecto a las muestras de Londres y París, como Sombra y oscuridad: la tarde del Diluvio; Luz y color (la teoría de Goethe): la mañana siguiente al Diluvio y Paz. Entierro en el mar, tres obras maestras que el pintor británico realizó al final de su carrera.

La muestra incluirá también la obra de Claude de Lorraine Puerto con el embarque de la Reina de Saba (1648), con la que el pintor afirmó haber llorado la primera vez que lo contempló porque «jamás sería capaz de pintar nada parecido».

Con voluntad de totalidad, Turner y los Maestros pretende que el visitante pueda percibir el alcance de los vínculos de artista con otros pintores muy destacados como Rembrandt, Rubens o Claudio de Lorena, entre otros, y el modo profundamente original en que asimiló su influencia desde el período inicial de su carrera a sus últimas composiciones.

En la imágen se aprecia un óleo sobre tabla titulado El estudio de Watteau por las reglas de Fresnoy pintado por Joseph Mallord William Turner en 1831

Óleo sobre lienzo Les Plaisirs du Bal (Le Bal Champêtre) Watteau 1717. DULWICH PICTURE GALLERY

Mar picada, obra del paisajista holandés Jacob van Ruisdael terminada en 1670. Óleo sobre lienzo, 107 x 125.8 cm. MUSEUM OF FINE ARTS (BOSTON)

'Naufragio de un carguero', por el pintor londinenese Joseph Mallord William Turner. Óleo sobre lienzo (172.7 x 241.2 cm) creado en 1805-1810. FUNDAÇAO CALOUSTE GULBENKIA

Madrid. Turner y los maestros. Museo del Prado. Del 22 de junio al 19 de septiembre de 2010. Comisario: Javier Barón.

Turner se acerca al Prado, hoyesarte.com, 24 de Mayo de 2010
Ángeles García, Madrid: El Prado descubre a Turner, EL PAÍS, 24 de mayo de 2010

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