Un polarógrafo es en esencia una celda electroliítica, por lo que necesariamente ha de estar compuesto por:
Un electrodo de trabajo de gotas de mercurio, compuesto por un capilar del que va saliendo, a velocidad constante y formando pequeñas gotas, el mercurio contenido en un recipiente.
Un electrodo de referencia, que puede ser simplemente un depósito de mercurio o bien un electrodo estándar de calomelanos o de platino.
Un electrolito de fondo, al que se le añade la disolución de las sustancias electroactivas que queremos analizar.
A esto hemos de añadirle, para poder obtener las curvas de intensidad – potencial:
Una fuente de alimentación, que nos permita suministrar un potencial variable a la celda.
Un microamperímetro, para medir la intensidad de la corriente generada durante la electrolisis de las sustancias electroactivas.