A diario estamos en constante evaluación propia o del entorno que nos rodea. Las acciones que cometemos en nuestra vida diaria, de la más simple hasta la más compleja, cada persona tiene su modo de llevarlas a cabo y esto puede generar, desde el punto de vista externo, opiniones al respecto.
Hay dos formas de expresar dicha opinión, con críticas constructivas o destructivas.
Mayormente, el escuchar la palabra crítica, pensamos en algo negativo, y las tomamos a la defensiva, aunque no tenga ese fin.
Hacer una crítica positiva, se le llama ‘crítica constructiva‘ que se caracteriza en ayudar a crecer y mejorar a una persona en cualquier ámbito de su vida.
Ejemplo de crítica constructiva: ‘Estás usando la pintura equivocada, es mejor emplear esmalte sintético para pintar este tipo de superficies ya que tiene mayor durabilidad’.
Ejemplo de crítica destructiva: ‘Estás usando la pintura equivocada, ya te has vuelto a equivocar, qué pasa, ¿no te das cuenta?
Como se puede apreciar en la crítica destructiva, su objetivo es dañar, sin contribuir a ningún aspecto positivo de mejorar algo en concreto. Tienden a ser generales y no aportan mucha información acerca de cómo rectificar o mejorar los posibles errores.
En conclusión, muchas veces nos perdemos la oportunidad de reflexionar y aprender acerca de críticas constructivas, por el hecho de que nos negamos a aceptar otra realidad diferente a la nuestra, y de inmediato replicamos y contradecimos sin darnos la posibilidad de la reflexión y la escucha hacia otras posibilidades.
Los elogios adormecen, las críticas enseñan.