EL JURAMENTO DE ANÍBAL – John Prevas
¿Es éste otro libro más sobre Aníbal y la Segunda Guerra Púnica o nos encontramos ante un novedoso y sesudo estudio con nuevos datos? Por desgracia, es otro libro más. Dejemos claro que no es un mal libro; tenemos aquí un relato divulgativo, ameno y extenso. A diferencia de otros relatos, que finalizan en Zama y pasan de puntillas por su etapa italiana —entre Cannas y Zama—, aquí el autor acompaña a Aníbal en todo momento, incluida su etapa “política” como sufete tras Zama (cargo parecido al consulado romano) y su periplo por Asia Menor, Tiro, Efeso, Creta, Armenia y Bitinia, hasta su muerte lejos de su patria, familia y amigos.
El libro contiene mapas, a mi entender pocos y mal ubicados (¿culpa de Edhasa?). En el mapa de Iberia, el autor solo sitúa cuatro ciudades, Gades, Cartago Nova, Sagunto y…. ¿¡Barcelona!? (no he encontrado una explicación lógica para esto).
El autor critica abiertamente la decisión de Aníbal a la hora de elegir el paso para cruzar los Alpes, lo que califica como la peor decisión militar de su carrera. Reconoce el mérito de tal hazaña, aunque a un coste demasiado alto. Perdió la mitad de su ejército, muchos elefantes y estuvo a punto de ser aniquilado por tribus galas. Para ello rememora cómo Asdrúbal repitió la hazaña años después en menos tiempo y sin pérdidas.
Otro acierto es cuando señala Metauro como el punto de inflexión de la guerra, el momento en que esta quedó irremediablemente sentenciada contra Cartago. También cuestiona la dirección de Aníbal en Zama porque desaprovechó la falange macedonia que Filipo le había enviado. Sobre los elefantes, el autor los admira pese a que su uso en batalla solía acabar, como él mismo reconoce, con efectos desastrosos.
Otro flagrante olvido es no explicar por qué Asdrúbal abandona España y decide marchar a Italia (los romanos le derrotaron en Baecula y lo echaron a patadas de la península). El papel de Magón, el hermano varón más joven, está reflejado: llegó a Italia en barco desde España pero cerca de Génova fue derrotado y mortalmente herido.
La parte militar no es el fuerte del autor. Obvia el uso del “pilum” romano (no lo menciona ni una vez), que era un elemento disruptor en la batalla al desorganizar el frente enemigo. Tampoco se molesta en contar la muerte de los Escipiones y cómo esto influyó en el joven Escipión “el Africano”.
Además, explica que en 15 años en el sur de Italia Aníbal solo recibió refuerzos desde Cartago una sola vez, puesto que la flota romana bloqueaba la costa (no sabemos mientras tanto qué hacían las 500 naves de guerra cartaginesas que Roma obligó a incendiar por el tratado de paz que puso fin al conflicto).
Al referirse a los aliados de Aníbal, no se preocupa en hacer distinciones: los llama “soldados españoles”, con apenas alguna referencia menor a sus honderos baleáricos, númidas, galos y ligures. A las tropas hispanas las califica de poco valor, como los galos, cuando es harto conocido que la infantería pesada íbera y los jinetes númidas eran el núcleo de su ejército. Ya en el sur de Italia, resalta el papel de los bruttios como sus tropas más fiables (serían estos los que le acompañaron de vuelta a África, si a esas alturas quedaba todavía algún hispano o númida de su ejército original). Y por último cree ver que Aníbal y sus mercenarios se “ablandaron” por el lujo y comodidades en sus invernadas en sitios como Capua.
El autor pasa de puntillas por el resto de personajes púnicos, con la excepción de sus dos hermanos. De los cónsules romanos sabemos algo más (esto es culpa de las fuentes, Tito Livio y Polibio principalmente, si bien hay algunas referencias menores a otras fuentes originales).
En la batalla de Magnesia fantasea con que Aníbal y Escipión volvieran a encontrarse (ninguno de los dos dirigía los ejércitos, Aníbal era “asesor militar” de Antíoco y Escipión acompañaba al cónsul romano, su hermano pequeño Lucio).
El autor ciñe la narración a su propia experiencia viajera tras los pasos de Aníbal. Que Aníbal se desplazó de tal a tal siguiendo el curso de la actual carretera X es algo irrelevante para el lector no italiano y que se habría resuelto de un plumazo mirando un mapa con la ruta señalada.
En el texto me ha parecido localizar algunas fechas erróneas y faltas menores. Si a eso añadimos que su precio no es barato (28 euros) y su escasa originalidad, lo recomendaría solo a aquellos que busquen una lectura sin pretensiones académicas.