VIAJE AL OESTE. LAS AVENTURAS DEL REY MONO – Anónimo

Si os hablara de un personaje súper conocido, con rabo de mono, con un bastón que se alarga a voluntad que usa para luchar con gran fiereza, que tiene una nube mágica para volar por los cielos, que es extraordinariamente poderoso, y que es rescatado de las montañas por alguien que va en busca de un gran tesoro de sabiduría, y que en su camino se encuentran con otro personaje con cara de cerdo, capaz de cambiar su aspecto durante un tiempo limitado, pues a cualquier occidental se le vendría a la cabeza Son Goku y las Bolas de Dragón.  Pero eso no tendría por qué ser así para los lectores orientales. Pues hoy vamos a hablar de una gran epopeya, en la que su protagonista no es ese famoso Son Goku, sino el Rey Mono, un personaje tremendamente popular en las tradiciones chinas, y que entronca con las tradiciones que la llegada del budismo forjaron en el país a partir del siglo VI y VII.

La mitología china es rica y variada, al igual que su historia,  y con solo echarle un ojo a algunos de sus textos principales, encontramos rastros de ella en numerosas obras y películas. Bola de Dragón, a pesar de ser un anime japonés, no deja de hacer referencias, al menos en su primera época, a este gran viaje al oeste protagonizado por el monje Tripitaka en busca de los textos más sagrados del budismo. Porque ese es el argumento principal de esta obra anónima llamada Viaje al oeste.

Desde China, el “Oeste” es la India. El budismo comenzó a introducirse en China en el siglo VI, cuando los emperadores Han enviaron diversas embajadas para traer textos sagrados budistas y traducirlos. Sería durante la dinastía de los Tang cuando alcanzaría su máxima relevancia. Pero los textos y las traducciones llegaron a ser confusas al principio, y es en el 627, cuando el “Tripitaka” real, un joven monje llamado Hsuan Tsang, en contra de la opinión del emperador, decidió emprender un peligroso viaje a través de la Ruta de la Seda para llegar a La India y recuperar varios centenares de rollos sagrados, que suponía contenían información y conceptos necesarios para complementar los que tenían en China. Hsuan Tsang viajó durante quince años, cruzando la llanura del Tarim, Bactria, Samarkanda y todo esos lugares, hasta La India, donde convivió con otros monjes budistas de La India en sus monasterios, y donde recopiló muchos rollos sagrados que llevaría de vuelta a su tierra.

A partir de este personaje real, durante los mil años siguientes, se fue creando un relato épico, con nuevos adornos y añadidos, casi del mismo modo que se fueron formando las tradiciones de la Ilíada o la Odisea, hasta que en el siglo XV, se escribió esta obra que fijó toda aquellas tradiciones. Más que anónima, Viaje al Oeste es la creación de cientos de escritores que a lo largo de las décadas fueron haciendo crecer este relato de boca en boca, de hoguera en hoguera, de rollo en rollo, hasta su forma actual.

El personaje principal, el más querido, es sin duda el Rey Mono, Sun Wu Kung. Con él empieza el relato.  Nacido en la Tierra, el Rey Mono consigue ascender al cielo, con los dioses, que en esta obra toma la forma de corte imperial, llena de funcionarios, de seres envidiosos que aspiran a un cargo importante con el que asegurarse la vida, y que no dejan de ver a Wu Kung como alguien indigno de ellos. Wu Kung, a partir de su astucia y su voluntad, conseguirá hacerse inmortal, vencer a todos los dioses, creando una revolución en el Cielo (toda una metáfora), y que al final solo podrá ser vencido por Buda, por el Patriarca Budista, que lo encierra en una montaña durante muchos años, hasta que le da para redimirse una misión: acompañar al joven Tripitaka en un peligroso viaje al oeste.

Desde ese momento, las aventuras se suceden: encontrarán nuevos amigos (como el Cerdo Chu Ba-Chie y el tercer compañero, otro inmortal caído en desgracia llamado Sha Wu-Ching, que devora en primera instancia el caballo de Tripitaka, pero luego lo sustituye), enemigos que pondrán todo tipo de obstáculos, peligrosos ríos, monstruos, etc., hasta culminar el viaje exterior, y con ello, el propio viaje interior de cada uno de los personajes, que ascienden así al final a la Iluminación interior. Estos personajes son muy representados en la ópera china, y podremos sin duda, tras leer esta reseña, identificar sus máscaras si alguna vez las vemos por ahí.

Viaje al Oeste es una de las grandes novelas chinas. Una verdadera ventana a un mundo que desconocemos en gran medida, y del que frecuentemente olvidamos que han mantenido una tradición continua durante milenios (no en vano acabamos de comenzar el año 4518 del calendario chino), que fue a su vez incorporando diferentes elementos como el budismo o el taoísmo, hasta conformar el riquísimo crisol actual. Conocer al “Rey Mono” nos enseñará tanto de su cultura como a ellos conocer a nuestro “Quijote” para saber de la nuestra.  Muy recomendable, por lo tanto, comenzar este viaje, que nada más poner el pie en el camino ya nos sitúa en una nueva referencia (esa India que nos “queda al oeste”, ya es una nueva forma de ver el mundo). La edición que ha hecho Siruela, además,  es excelente. Es una obra voluminosa (en casi mil años de elaboración del relato, sale a dos páginas por año, haced las cuentas), así que la calidad de la encuadernación es fundamental, y este libro la tiene. Su introducción es breve y rica (me gustan que sean breves, pues siempre espero comenzar el texto cuanto antes), y sitúa bien la obra en su contexto, explicando a demás los temas que toca y que podrían escapársenos. Es decir, enriquece la lectura sin cansarnos con cientos de páginas de sesudo análisis.

Tripitaka nos aguarda. Viajemos junto a él, y junto al Rey Mono, el Más Grande Héroe del Cielo y la Tierra. El viaje nos recompensará con creces.

Viaje al Oeste: las aventuras del Rey Mono: anónimo chino del siglo VI; prólogo de Jesús Ferrero, traducción de Enrique P. Gatón e Imelda Huang-Wang. Siruela, 2014, 2.214 pp.

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