Autor: Diego Caballero

PHILIP GUSTON: DE LO FIGURATIVO A LO ABSTRACTO Y VUELTA A EMPEZAR

PHILIP GUSTON: DE LO FIGURATIVO A LO ABSTRACTO Y VUELTA A EMPEZAR

París era, desde el comienzo de la contemporaneidad, el principal centro cultural a nivel mundial. Los grandes artistas europeos del Siglo XIX y de la primera mitad del XX habían tomado la ciudad como hogar y taller y la habían convertido en la cuna de las vanguardias de la época. De hecho, la urbe francesa dio nombre a una escuela de artistas a la que pertenecían genios como Picasso, Matisse  o Modigliani. Pero nada es eterno. El auge de los totalitarismos y la Segunda Guerra Mundial transformaron a Europa en un escenario en el que el arte quedaba relegado a un segundo plano. Con ello París se vio obligada a ceder el testigo de capital de la cultura a la pujante Nueva York.

Este cambio de centro de gravedad no se gestó solo. Quince artistas plásticos se dieron cita de manera casual en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX en La Gran Manzana. Estos pintores, que nunca se reconocieron como un grupo y que siempre reivindicaron su individualismo, conformaron la “Escuela de Nueva York”, una denominación más de carácter social que de uniformidad estilística y que pone el acento en la importancia de la ciudad de los rascacielos como nuevo centro de creación de las nuevas tendencias y gran mercado de arte.



Mark Rothko, Jackson Pollock o De Kooning fueron algunos de los artistas de primera línea que conformaron esta magnífica generación de la que nació el expresionismo abstracto. Philip Guston fue otro de sus miembros. Nacido en Montreal en 1913 pronto abandonó Canadá y se trasladó a Los Ángeles con sus padres, un matrimonio judío de origen ucraniano que había dejado atrás Europa huyendo del antisemitismo. Con catorce años ingresó en Los Angeles Manual Arts High School donde estudió junto a su amigo Jackson Pollock.


                                                                           
Gladiadores. Philip Guston.1940 Óleo sobre lienzo que
refleja la  etapa de influencia del muralismo
mexicano en el artista.

En los años treinta Guston comenzó a realizar trabajos de manera profesional. Sus primeras obras fueron murales con claras influencias de los mexicanos Siqueiros y Rivera pero también con alusiones a los renacentistas Giotto, Masaccio y Piero de la Francesca. Muchos de estos murales fueron financiados por la WPA, la agencia creada en el marco del New Deal, la política intervencionista del presidente Roosevelt que tenía como objeto sacar a Estados Unidos de la Gran Depresión a través de la ejecución de obras públicas. Los dibujos y pinturas que Guston realizó en esa época están marcados por sus ideas políticas y sociales, por su visión de la maldad del hombre.


Guston creó magníficas obras de
expresionismo abstracto
.
En 1937 se trasladó a Nueva York, donde ya residía su amigo Jackson Pollock. Pero no fue hasta diez años más tarde cuando la pintura de Guston evolucionó hacia el expresionismo abstracto que ya venían desarrollando sus colegas neoyorkinos desde el comienzo de la década de 1940.  Con una gama de cromática limitada de tonos blancos, grises, rojos y negros y con unas composiciones en las que la que los trazos tienden a agruparse en el centro del lienzo, Guston creó un estilo propio que muchos asociaron a la obra de Monet y describieron como impresionismo abstracto.  Durante más de quince años el artista se mantuvo fiel a esta manera de pintar pero la abstracción terminó frustrándole y retornó, entre clamorosas críticas, a lo figurativo. Las obras de esta nueva etapa eran más divertidas que las anteriores, cercanas al dibujo animado y al cómic, pero encerraban la frustración furiosa que Guston llevaba consigo desde su infancia. Con tan sólo once años encontró a su padre ahorcado con una soga y poco después sufrió la muerte de su hermano.


Pintor en la cama. Philip Guston. 1973
En esta obra el pintor aparece con sus útiles de trabajo sobre el cuerpo
mientras yace en la cama. Así solía dormir Guston cuando
trabajó en su serie One-Shot-Painting.
El artista renegó del expresionismo abstracto que había encumbrado a su generación y fue tratado como un desertor, como un hereje que abandona el camino marcado por la doctrina. Guston pensaba que el arte abstracto era falso y que se alejaba de la realidad de un mundo de brutalidad e injusticias. Se centró entonces en la cotidianeidad de la vida. Pintó bombillas, relojes, botellas, zapatos, cubos de basura, cuerpos, cabezas… y hombres encapuchados. Una clara referencia al Ku Klux Klan y a la cerrazón del hombre. En esta época también realizó la serie One-Shot-Painting, un trabajo íntimo en el que Guston trataba de eliminar el tiempo entre el pensamiento y la ejecución de la obra pintando por las mañanas, nada más despertar, lo que por la noche había imaginado.

Pasaron varios años hasta que la obra tardía de Philip Guston no fue justamente valorada. Murió en 1980 en Woodstock cuando volvía ser reconocido tras su ostracismo cultural. El postmodernismo revitalizó su último legado y hoy en día sus trabajos, tanto figurativos como abstractos, se consideran importantes obras de la pintura contemporánea americana.

Colección de algunos de los trabajos de la última etapa de Guston.
Una buena opción para conocer más sobre la obra de Philip Guston es visitar uno de los mejores museos de arte contemporáneo de Europa, el Museo Louisiana (o al menos su página web) donde se celebra una exposición de sus últimos trabajos. Además, grandes museos como el MoMA o la Tate Gallery muestran en sus sitios web las obras de Guston que forman parte de sus colecciones.

PHILIP GUSTON: DE LO FIGURATIVO A LO ABSTRACTO Y VUELTA A EMPEZAR

PHILIP GUSTON: DE LO FIGURATIVO A LO ABSTRACTO Y VUELTA A EMPEZAR

París era, desde el comienzo de la contemporaneidad, el principal centro cultural a nivel mundial. Los grandes artistas europeos del Siglo XIX y de la primera mitad del XX habían tomado la ciudad como hogar y taller y la habían convertido en la cuna de las vanguardias de la época. De hecho, la urbe francesa dio nombre a una escuela de artistas a la que pertenecían genios como Picasso, Matisse  o Modigliani. Pero nada es eterno. El auge de los totalitarismos y la Segunda Guerra Mundial transformaron a Europa en un escenario en el que el arte quedaba relegado a un segundo plano. Con ello París se vio obligada a ceder el testigo de capital de la cultura a la pujante Nueva York.

Este cambio de centro de gravedad no se gestó solo. Quince artistas plásticos se dieron cita de manera casual en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX en La Gran Manzana. Estos pintores, que nunca se reconocieron como un grupo y que siempre reivindicaron su individualismo, conformaron la “Escuela de Nueva York”, una denominación más de carácter social que de uniformidad estilística y que pone el acento en la importancia de la ciudad de los rascacielos como nuevo centro de creación de las nuevas tendencias y gran mercado de arte.



Mark Rothko, Jackson Pollock o De Kooning fueron algunos de los artistas de primera línea que conformaron esta magnífica generación de la que nació el expresionismo abstracto. Philip Guston fue otro de sus miembros. Nacido en Montreal en 1913 pronto abandonó Canadá y se trasladó a Los Ángeles con sus padres, un matrimonio judío de origen ucraniano que había dejado atrás Europa huyendo del antisemitismo. Con catorce años ingresó en Los Angeles Manual Arts High School donde estudió junto a su amigo Jackson Pollock.


                                                                           
Gladiadores. Philip Guston.1940 Óleo sobre lienzo que
refleja la  etapa de influencia del muralismo
mexicano en el artista.

En los años treinta Guston comenzó a realizar trabajos de manera profesional. Sus primeras obras fueron murales con claras influencias de los mexicanos Siqueiros y Rivera pero también con alusiones a los renacentistas Giotto, Masaccio y Piero de la Francesca. Muchos de estos murales fueron financiados por la WPA, la agencia creada en el marco del New Deal, la política intervencionista del presidente Roosevelt que tenía como objeto sacar a Estados Unidos de la Gran Depresión a través de la ejecución de obras públicas. Los dibujos y pinturas que Guston realizó en esa época están marcados por sus ideas políticas y sociales, por su visión de la maldad del hombre.


Guston creó magníficas obras de
expresionismo abstracto
.
En 1937 se trasladó a Nueva York, donde ya residía su amigo Jackson Pollock. Pero no fue hasta diez años más tarde cuando la pintura de Guston evolucionó hacia el expresionismo abstracto que ya venían desarrollando sus colegas neoyorkinos desde el comienzo de la década de 1940.  Con una gama de cromática limitada de tonos blancos, grises, rojos y negros y con unas composiciones en las que la que los trazos tienden a agruparse en el centro del lienzo, Guston creó un estilo propio que muchos asociaron a la obra de Monet y describieron como impresionismo abstracto.  Durante más de quince años el artista se mantuvo fiel a esta manera de pintar pero la abstracción terminó frustrándole y retornó, entre clamorosas críticas, a lo figurativo. Las obras de esta nueva etapa eran más divertidas que las anteriores, cercanas al dibujo animado y al cómic, pero encerraban la frustración furiosa que Guston llevaba consigo desde su infancia. Con tan sólo once años encontró a su padre ahorcado con una soga y poco después sufrió la muerte de su hermano.


Pintor en la cama. Philip Guston. 1973
En esta obra el pintor aparece con sus útiles de trabajo sobre el cuerpo
mientras yace en la cama. Así solía dormir Guston cuando
trabajó en su serie One-Shot-Painting.
El artista renegó del expresionismo abstracto que había encumbrado a su generación y fue tratado como un desertor, como un hereje que abandona el camino marcado por la doctrina. Guston pensaba que el arte abstracto era falso y que se alejaba de la realidad de un mundo de brutalidad e injusticias. Se centró entonces en la cotidianeidad de la vida. Pintó bombillas, relojes, botellas, zapatos, cubos de basura, cuerpos, cabezas… y hombres encapuchados. Una clara referencia al Ku Klux Klan y a la cerrazón del hombre. En esta época también realizó la serie One-Shot-Painting, un trabajo íntimo en el que Guston trataba de eliminar el tiempo entre el pensamiento y la ejecución de la obra pintando por las mañanas, nada más despertar, lo que por la noche había imaginado.

Pasaron varios años hasta que la obra tardía de Philip Guston no fue justamente valorada. Murió en 1980 en Woodstock cuando volvía ser reconocido tras su ostracismo cultural. El postmodernismo revitalizó su último legado y hoy en día sus trabajos, tanto figurativos como abstractos, se consideran importantes obras de la pintura contemporánea americana.

Colección de algunos de los trabajos de la última etapa de Guston.
Una buena opción para conocer más sobre la obra de Philip Guston es visitar uno de los mejores museos de arte contemporáneo de Europa, el Museo Louisiana (o al menos su página web) donde se celebra una exposición de sus últimos trabajos. Además, grandes museos como el MoMA o la Tate Gallery muestran en sus sitios web las obras de Guston que forman parte de sus colecciones.

ROMANOS EN EXTREMADURA: EL ARCO DE CÁPARRA

ROMANOS EN EXTREMADURA: EL ARCO DE CÁPARRA

La Vía de la plata a su paso por Cáparra

En la Hispania romana los distintos núcleos poblacionales estaban conectados por calzadas de diversa índole e importancia. Muchas de estas vías de comunicación que vertebraban la Península Ibérica eran verdaderas autopistas en el Mundo Antiguo. Hacia el oeste, la conocida como Vía de la Plata -cuyo nombre nada tiene que ver con el comercio argénteo- unía el norte con el sur, Astorga con Mérida, trazando un recorrido jalonado por poblaciones de cierta entidad. 


[foto_caparra_aerea%20(3).jpg]
Vista aérea del yacimiento de Cáparra

Hoy en día, alguna de esas ciudades o pueblos romanos, como Salmantica (Salamanca) son localidades destacadas en nuestra geografía.  Sin embargo, el devenir histórico tenía reservado un destino mucho más tímido a ciertos lugares que en la actualidad no son más que yacimientos rescatados del abandono al que un día fueron condenados. Es el caso de Cáparra -a pocos kilómetros de Plasencia-,  una ciudad romana situada en la provincia de la Lusitania con un posible pasado prerromano que adquirió el estatus de municipio de derecho latino durante el mandato de la dinastía Flavia (69-96 dC).


Pero antes de caer en el olvido en torno al siglo IX, Cáparra fue una ciudad que gozó de buena salud en gran parte debido a su condición de paso obligado. Su origen etimológico, que parece hacer referencia a un lugar de intercambio, nos da pistas de la importancia del municipio en transacciones comerciales en el contexto de la Vía de la Plata. Pero desde luego, lo que nos deja claro que Cáparra fue una ciudad notoria en tiempos romanos son sus espléndidas ruinasque ya empezaron a despertar el interés de eruditos locales y estudiosos nacionales hacia el siglo XVII.


Tetrapylum. Se observan en primer plano los
pedestales para esculturas.

De entre todos los restos localizados hasta el momento en la ciudad destaca por su magnificencia y singularidad el tetrapylum, un arco de cuatro caras situado probablemente en la unión del cardo y el decumano, las dos calles principales de la urbe romana. Los pilares de este monumento sustentan cuatro arcos de medio punto enfrentados dos a dos formando una bóveda de arista en su intersección. Los arcos están decorados por una moldura en el trasdós. Por su parte, los pilares se asientan sobre unos basamentos rematados por una cornisa. En las puertas norte y sur del tetrapylum, las que coincidirían con el decumano,  se encuentran pedestales de esculturas, hoy desaparecidas, que muy posiblemente debido al tamaño de estos podios fueran de carácter ecuestre. Toda esta sección de la construcción está formada por sillares bien tallados que encajan a la perfección entre sí.


La parte superior del arco, con la que se estima que alcanzaría trece metros de altura, cinco más que en la actualidad, ha desaparecido. Tan sólo se conserva un núcleo de opus caementicium que hoy en día corona en el monumento. Los arqueólogos suponen que ese tramo del edificio estuvo compuesto por  un arquitrabe, un friso con cornisa y quizás un ático. 


Gracias a las inscripciones epigráficas que se conservan en el arco sabemos que quien mandó erigir el monumento, Fidius Macer, cumplía los deseos testamentarios de sus progenitores, Marcus Fidius Macer, un destacado ciudano del municipio, y Bolosea. La inscripción rezaba lo siguiente:


BOLOSEA(E) FIDI(O)
PELLI F. MA(CRI. F)
M. FIDIVS MACE(R EX)
TESTAMENTO F (C)

«Marco Fidio Macer, erigió este monumento, según testamento, en honor de Bolosea, hija de Pellio y de Fidio, hijo de Macer»

Miliario hallado en Cáparra

Otros elementos arquitectónicos que nos ayudan a revelar la importancia pretérita de Cáparra son sus termas públicas, un edificio de planta cuadrada compuesto por varias dependencias. Asimismo, en el centro de la  ciudad, que estaba totalmente amurallada, se encuentra el foro al que se accedía a través de tres puertas y donde se encontraba la basílica, la curia y tres templos. También es posible que el municipio contara con un anfiteatro y un acueducto. Además en una campaña arqueológica se halló un miliario de época de Nerón que indica la distancia desde el lugar hasta Emérita Augusta. 


Cáparra comenzó a perder importancia a fines del Imperio romano, pero el tránsito de la Antigüedad a la Edad Media y los cambios poblacionales que se produjeron en este contexto asestaron el golpe definitivo a esta ciudad y  con él se inició la larga agonía que finalizaría antes de la llegada de los musulmanes a ese área de la Península. No obstante, posiblemente, el abandono del otrora destacado municipio romano ha permitido la conservación de su monumento más destacado, el arco cuadrifronte, único de esta tipología en España.

Las ruinas de Cáparra bien merecen una visita.  Cerca del yacimiento hay un centro de interpretación. En esta web encontraréis muy buenas fotos sobre de los restos arqueológicos y en este video podéis haceros una idea de cómo era el arco en época romana.

  
ROMANOS EN EXTREMADURA: EL ARCO DE CÁPARRA

ROMANOS EN EXTREMADURA: EL ARCO DE CÁPARRA

La Vía de la plata a su paso por Cáparra

En la Hispania romana los distintos núcleos poblacionales estaban conectados por calzadas de diversa índole e importancia. Muchas de estas vías de comunicación que vertebraban la Península Ibérica eran verdaderas autopistas en el Mundo Antiguo. Hacia el oeste, la conocida como Vía de la Plata -cuyo nombre nada tiene que ver con el comercio argénteo- unía el norte con el sur, Astorga con Mérida, trazando un recorrido jalonado por poblaciones de cierta entidad. 


[foto_caparra_aerea%20(3).jpg]
Vista aérea del yacimiento de Cáparra

Hoy en día, alguna de esas ciudades o pueblos romanos, como Salmantica (Salamanca) son localidades destacadas en nuestra geografía.  Sin embargo, el devenir histórico tenía reservado un destino mucho más tímido a ciertos lugares que en la actualidad no son más que yacimientos rescatados del abandono al que un día fueron condenados. Es el caso de Cáparra -a pocos kilómetros de Plasencia-,  una ciudad romana situada en la provincia de la Lusitania con un posible pasado prerromano que adquirió el estatus de municipio de derecho latino durante el mandato de la dinastía Flavia (69-96 dC).


Pero antes de caer en el olvido en torno al siglo IX, Cáparra fue una ciudad que gozó de buena salud en gran parte debido a su condición de paso obligado. Su origen etimológico, que parece hacer referencia a un lugar de intercambio, nos da pistas de la importancia del municipio en transacciones comerciales en el contexto de la Vía de la Plata. Pero desde luego, lo que nos deja claro que Cáparra fue una ciudad notoria en tiempos romanos son sus espléndidas ruinasque ya empezaron a despertar el interés de eruditos locales y estudiosos nacionales hacia el siglo XVII.


Tetrapylum. Se observan en primer plano los
pedestales para esculturas.

De entre todos los restos localizados hasta el momento en la ciudad destaca por su magnificencia y singularidad el tetrapylum, un arco de cuatro caras situado probablemente en la unión del cardo y el decumano, las dos calles principales de la urbe romana. Los pilares de este monumento sustentan cuatro arcos de medio punto enfrentados dos a dos formando una bóveda de arista en su intersección. Los arcos están decorados por una moldura en el trasdós. Por su parte, los pilares se asientan sobre unos basamentos rematados por una cornisa. En las puertas norte y sur del tetrapylum, las que coincidirían con el decumano,  se encuentran pedestales de esculturas, hoy desaparecidas, que muy posiblemente debido al tamaño de estos podios fueran de carácter ecuestre. Toda esta sección de la construcción está formada por sillares bien tallados que encajan a la perfección entre sí.


La parte superior del arco, con la que se estima que alcanzaría trece metros de altura, cinco más que en la actualidad, ha desaparecido. Tan sólo se conserva un núcleo de opus caementicium que hoy en día corona en el monumento. Los arqueólogos suponen que ese tramo del edificio estuvo compuesto por  un arquitrabe, un friso con cornisa y quizás un ático. 


Gracias a las inscripciones epigráficas que se conservan en el arco sabemos que quien mandó erigir el monumento, Fidius Macer, cumplía los deseos testamentarios de sus progenitores, Marcus Fidius Macer, un destacado ciudano del municipio, y Bolosea. La inscripción rezaba lo siguiente:


BOLOSEA(E) FIDI(O)
PELLI F. MA(CRI. F)
M. FIDIVS MACE(R EX)
TESTAMENTO F (C)

«Marco Fidio Macer, erigió este monumento, según testamento, en honor de Bolosea, hija de Pellio y de Fidio, hijo de Macer»

Miliario hallado en Cáparra

Otros elementos arquitectónicos que nos ayudan a revelar la importancia pretérita de Cáparra son sus termas públicas, un edificio de planta cuadrada compuesto por varias dependencias. Asimismo, en el centro de la  ciudad, que estaba totalmente amurallada, se encuentra el foro al que se accedía a través de tres puertas y donde se encontraba la basílica, la curia y tres templos. También es posible que el municipio contara con un anfiteatro y un acueducto. Además en una campaña arqueológica se halló un miliario de época de Nerón que indica la distancia desde el lugar hasta Emérita Augusta. 


Cáparra comenzó a perder importancia a fines del Imperio romano, pero el tránsito de la Antigüedad a la Edad Media y los cambios poblacionales que se produjeron en este contexto asestaron el golpe definitivo a esta ciudad y  con él se inició la larga agonía que finalizaría antes de la llegada de los musulmanes a ese área de la Península. No obstante, posiblemente, el abandono del otrora destacado municipio romano ha permitido la conservación de su monumento más destacado, el arco cuadrifronte, único de esta tipología en España.

Las ruinas de Cáparra bien merecen una visita.  Cerca del yacimiento hay un centro de interpretación. En esta web encontraréis muy buenas fotos sobre de los restos arqueológicos y en este video podéis haceros una idea de cómo era el arco en época romana.

  
RAYOS Y CENTELLAS: TINTÍN Y LA LÍNEA CLARA

RAYOS Y CENTELLAS: TINTÍN Y LA LÍNEA CLARA

¡Mil millones de rayos y centellas!

Siempre malhumorado andaba el Capitán Haddock, bebedor incorregible, mientras acompañaba a regañadientes a su amigo Tintín en sus aventuras alrededor del Mundo (Y de la Luna, todo sea dicho). Estos dos personajes de cómic a los que dio vida Hergé (Bélgica. 1907) son las cabezas más visibles de la Línea Clara, un estilo de historieta de origen francobelga creado en torno a los años treinta del siglo XX. 

A Hergé se le puede considerar el gran precursor de este estilo de cómic que se caracteriza por el trazo limpio de líneas bien definidas y por la utilización de colores planos que otorgan una gran viveza visual a las imágenes. Los autores de estas historietas suelen desarrollar una estructura narrativa lineal que con frecuencia gira en torno a grandes aventuras y viajes. Esta simpleza gráfica unida al guión bien estructurado tienen como fin la lectura fluida del cómic, en el que texto e imagen, como decía Hergé “nacen a la vez, el uno complementado y explicado por el otro”. Por tanto, la distribución regular de las viñetas, por lo general rectangulares, juega un papel importante en la claridad visual de las obras.


El Capitán Haddock. A medio camino
entre la caricatura y el retrato

Los personajes que recorren las páginas de éstos cómics de trazos claros se sitúan, en la mayor parte de los casos, entre lo caricaturesco y lo real. El propio Capitán Haddock, con su nariz abultada y prominente, sus ojos menudos, su barba sólida y su expresión tremendamente humana es un claro ejemplo de ello. Pero además de los personajes, los escenarios cobran también un protagonismo destacado, pues todos los planos tienen el mismo peso y están dibujados con claridad para evitar entorpecer la lectura.


Pero no sólo de Tintín vive la Línea Clara. Varios autores formaron parte de la conocida como ‘Escuela de Bruselas’ y crearon historietas como Blake y Mortimer (una saga de aventuras policíacas escritas y dibujadas por el belga Edgar P. Jacobs) o Alix (obra del francés Jacques-Martin que narra la historia de un joven galo en las postrimerías de la República romana).


Tintín in the New World. Roy Lichtenstein. 1993

La influencia de Hergé y de sus coetáneos ha marcado inevitablemente la historia del cómic desde la década de los treinta hasta nuestros días. Incluso hubo movimientos en los años ochenta que reivindicaban la recuperación y la puesta en valor de los planteamientos estéticos de estos autores. Pero no sólo dibujantes de cómics han reconocido estar marcados por la huella de Hergé; cineastas, músicos o pintores se han declarado herederos de la obra del genio belga. Andy Warhol llegó a explicar que Hergé había tenido tanta influencia en su trabajo como Walt Disney y que para él era mucho más que un creador de cómics pues su trabajo había alcanzado una gran dimensión política y satírica. Y es que Tintín ha sido un referente constante en el Arte Pop. Sus fuertes contornos, sus colores impactantes y sus onomatopeyas dentro de bocadillosresuenan en las obras de los artistas plásticos de esta corriente. De hecho, muchos de estos pintores, entre los que destaca Roy Lichtenstein, han permitido que Tintín se pasee por sus lienzos con la misma naturalidad que lo hace entre viñetas.


El cohete que llevó a Tintín a la
Luna. Un icono de la Línea Clara

En cualquier caso, la  vigencia de Tintín y sus compañeros de trazos marcados y colores impactantes es indudable: la historieta de Hergé se ha traducido a más de setenta lenguas y dialectos -¡hay ediciones hasta en esperanto!- ha vendido más de doscientos millones de ejemplares, tiene su propia línea de suvenires y Steven Spielberg dirigió –sin mucho acierto a ojos de los tintinófilos más puristas- una película de animación en 3D sobre las aventuras del joven reportero.  Y por si fuera poco, hace menos de un mes una de las planchas dibujadas por Hergé en 1937 fue subastada en París y alcanzó una cifra récord en el mundo del cómic: 2,65 millones de eurosParece ser que a Tintín, casi cuarenta años después de la publicación de su última aventura, le queda cuerda para rato.


Para indagar más sobre el tema conviene visitar la web ‘tintinólogo‘ en la que se explica de manera ejemplificada qué es la Línea Clara. Además, podéis leer esta noticia sobre el creador del término Línea Clara, Joost Swarte, un afamado dibujante de cómics holandés. Y por supuesto, la página web de oficial de Tintín tiene contenido muy interesante sobre la historieta.

RAYOS Y CENTELLAS: TINTÍN Y LA LÍNEA CLARA

RAYOS Y CENTELLAS: TINTÍN Y LA LÍNEA CLARA

¡Mil millones de rayos y centellas!

Siempre malhumorado andaba el Capitán Haddock, bebedor incorregible, mientras acompañaba a regañadientes a su amigo Tintín en sus aventuras alrededor del Mundo (Y de la Luna, todo sea dicho). Estos dos personajes de cómic a los que dio vida Hergé (Bélgica. 1907) son las cabezas más visibles de la Línea Clara, un estilo de historieta de origen francobelga creado en torno a los años treinta del siglo XX. 

A Hergé se le puede considerar el gran precursor de este estilo de cómic que se caracteriza por el trazo limpio de líneas bien definidas y por la utilización de colores planos que otorgan una gran viveza visual a las imágenes. Los autores de estas historietas suelen desarrollar una estructura narrativa lineal que con frecuencia gira en torno a grandes aventuras y viajes. Esta simpleza gráfica unida al guión bien estructurado tienen como fin la lectura fluida del cómic, en el que texto e imagen, como decía Hergé “nacen a la vez, el uno complementado y explicado por el otro”. Por tanto, la distribución regular de las viñetas, por lo general rectangulares, juega un papel importante en la claridad visual de las obras.


El Capitán Haddock. A medio camino
entre la caricatura y el retrato

Los personajes que recorren las páginas de éstos cómics de trazos claros se sitúan, en la mayor parte de los casos, entre lo caricaturesco y lo real. El propio Capitán Haddock, con su nariz abultada y prominente, sus ojos menudos, su barba sólida y su expresión tremendamente humana es un claro ejemplo de ello. Pero además de los personajes, los escenarios cobran también un protagonismo destacado, pues todos los planos tienen el mismo peso y están dibujados con claridad para evitar entorpecer la lectura.


Pero no sólo de Tintín vive la Línea Clara. Varios autores formaron parte de la conocida como ‘Escuela de Bruselas’ y crearon historietas como Blake y Mortimer (una saga de aventuras policíacas escritas y dibujadas por el belga Edgar P. Jacobs) o Alix (obra del francés Jacques-Martin que narra la historia de un joven galo en las postrimerías de la República romana).


Tintín in the New World. Roy Lichtenstein. 1993

La influencia de Hergé y de sus coetáneos ha marcado inevitablemente la historia del cómic desde la década de los treinta hasta nuestros días. Incluso hubo movimientos en los años ochenta que reivindicaban la recuperación y la puesta en valor de los planteamientos estéticos de estos autores. Pero no sólo dibujantes de cómics han reconocido estar marcados por la huella de Hergé; cineastas, músicos o pintores se han declarado herederos de la obra del genio belga. Andy Warhol llegó a explicar que Hergé había tenido tanta influencia en su trabajo como Walt Disney y que para él era mucho más que un creador de cómics pues su trabajo había alcanzado una gran dimensión política y satírica. Y es que Tintín ha sido un referente constante en el Arte Pop. Sus fuertes contornos, sus colores impactantes y sus onomatopeyas dentro de bocadillosresuenan en las obras de los artistas plásticos de esta corriente. De hecho, muchos de estos pintores, entre los que destaca Roy Lichtenstein, han permitido que Tintín se pasee por sus lienzos con la misma naturalidad que lo hace entre viñetas.


El cohete que llevó a Tintín a la
Luna. Un icono de la Línea Clara

En cualquier caso, la  vigencia de Tintín y sus compañeros de trazos marcados y colores impactantes es indudable: la historieta de Hergé se ha traducido a más de setenta lenguas y dialectos -¡hay ediciones hasta en esperanto!- ha vendido más de doscientos millones de ejemplares, tiene su propia línea de suvenires y Steven Spielberg dirigió –sin mucho acierto a ojos de los tintinófilos más puristas- una película de animación en 3D sobre las aventuras del joven reportero.  Y por si fuera poco, hace menos de un mes una de las planchas dibujadas por Hergé en 1937 fue subastada en París y alcanzó una cifra récord en el mundo del cómic: 2,65 millones de eurosParece ser que a Tintín, casi cuarenta años después de la publicación de su última aventura, le queda cuerda para rato.


Para indagar más sobre el tema conviene visitar la web ‘tintinólogo‘ en la que se explica de manera ejemplificada qué es la Línea Clara. Además, podéis leer esta noticia sobre el creador del término Línea Clara, Joost Swarte, un afamado dibujante de cómics holandés. Y por supuesto, la página web de oficial de Tintín tiene contenido muy interesante sobre la historieta.

LOS WOOD: DE TAL PALO TAL ASTILLA.

LOS WOOD: DE TAL PALO TAL ASTILLA.

Bath, una pequeña ciudad rural de sudoeste de Inglaterra con un importante pasado romano se había convertido en el nuevo objeto de deseo de la caprichosa y hedonista aristocracia inglesa del siglo XVIII. El redescubrimiento de las propiedades curativas de sus aguas termales convirtió a Bath en una ciudad balneario en la que los potentados británicos pasaban sus veranos disfrutando no sólo de los saludables baños sino también de la dinámica y sofisticada vida social en la que los bailes y las reuniones para tomar el té eran una excelente manera de tejer relaciones sociales entre la élite inglesa.


Vista aérea del Circus

El aumento progresivo del número de veraneantes requirió un desarrollo inmobiliario y urbanístico acorde a las posibilidades económicas de estos turistas aristocráticos. John Wood el Viejo, un arquitecto local muy influenciado por las ideas palladianas y marcado por el estudio de la historia antigua británica fue uno de los principales artífices de la reforma de la ciudad.  Wood quiso enlazar el nuevo proyecto con las raíces romanas de Bath y para ello diseñó un ambicioso plan urbanístico que contemplaba la construcción de tres grandes edificios que recordaran a tres grandes obras del mundo latino: el foro, el gimnasio imperial  y el anfiteatro. Los deseos e intereses de los promotores de la ciudad tan sólo permitieron la construcción del último de estos tres edificios, que recibió el nombre de Circus, y que fue la obra maestra de Wood, erigida al término de su carrera. Entretanto, el arquitecto había desarrollado un estilo propio y había dejado su impronta en la ciudad a través de majestuosos edificios y espacios como Prior Park, Queen Square y el Royal Hospital.


bath estate agents
Fachadas de casas en el Circus

El Circus es una perfecta circunferencia de casas adosadas que rodean un bello jardín central que cumple las funciones de una plaza en la que confluyen tres calles. Los inmuebles están compuestos por tres niveles en altura en los que se suceden columnas jónicas, dóricas y corintias rematadas por un friso y una balaustrada. Esta magna obra, construida fuera de los antiguos límites de la ciudad, se inspira en el Coliseo romano. El autor pretendía que la disposición de las casas y la decoración de sus fachadas recordaran al exterior del anfiteatro de la Ciudad Eterna. Pero, además de elementos clásicos, Wood insertó en los muros exteriores símbolos propios de la masonería, institución a la que al parecer estuvo estrechamente vinculado.

Tan sólo tres meses después del inicio de la construcción del Circus el arquitecto falleció y su hijo, John Wood el Joven tomó el testigo de su padre con quien ya había trabajado codo con codo. Tras finalizar la obra, el joven Wood se embarcó en un nuevo proyecto de grandes dimensiones, la construcción de un conjunto de treinta viviendas pareadas de corte palaciego que fue conocido como Royal Crescent. Las casas se erigieron siguiendo una curva elíptica abierta hacia una gran explanada de césped que hoy constituye el principal parque de la ciudad de Bath. En la fachada de estas residencias se despliega el orden jónico palladiano en contraposición a la sucesión de órdenes que se había diseñado para el Circus.


El Royal Crescent.

El estilo elegante y lujoso del Royal Crescent fue el mismo que caracterizó otro de los grandes diseños del joven Wood, las Assembly Rooms de Bath, un conjunto de salas de reuniones para la élite de la ciudad donde se celebraban importantes eventos sociales. Los escritores Charles Dickens y Jane Austen visitaron en varias ocasiones estas instalaciones y reflejaron en algunos de sus libros la pomposidad y la ostentación de estas citas de la flor y nata inglesa. El propio Dickens escribía lo siguiente en su obra Los papeles póstumos del Club Pickwick

“En la sala de baile, en el gran salón de juego, en la sala octogonal y en las escaleras y galerías se oía el murmullo constante de voces y el ruido de muchas pisadas. Rozaban las sedas, ondeaban las plumas, fulgían las luces y resplandecían las joyas”.


La obra del binomio Wood dejó su sello imborrable en el suroeste de Inglaterra. El campo de pruebas urbanísticas en el que la antojadiza aristocracia había convertido a Bath les permitió desarrollar a placer sus ideas arquitectónicas y asentar los pilares de eso que la Historia del Arte ha convenido llamar estilo georgiano, denominado así por los cuatro reyes George que gobernaron Inglaterra entre 1714 y 1830.


Para conocer más sobre la obra de los Wood en Bath conviene visitar esta página donde podemos encontrar un análisis detallado del Royal Crescent. Además, en la web oficial de la oficina de turismo de Bath hay información sobre los principales monumentos de esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987.
LOS WOOD: DE TAL PALO TAL ASTILLA.

LOS WOOD: DE TAL PALO TAL ASTILLA.

Bath, una pequeña ciudad rural de sudoeste de Inglaterra con un importante pasado romano se había convertido en el nuevo objeto de deseo de la caprichosa y hedonista aristocracia inglesa del siglo XVIII. El redescubrimiento de las propiedades curativas de sus aguas termales convirtió a Bath en una ciudad balneario en la que los potentados británicos pasaban sus veranos disfrutando no sólo de los saludables baños sino también de la dinámica y sofisticada vida social en la que los bailes y las reuniones para tomar el té eran una excelente manera de tejer relaciones sociales entre la élite inglesa.


Vista aérea del Circus

El aumento progresivo del número de veraneantes requirió un desarrollo inmobiliario y urbanístico acorde a las posibilidades económicas de estos turistas aristocráticos. John Wood el Viejo, un arquitecto local muy influenciado por las ideas palladianas y marcado por el estudio de la historia antigua británica fue uno de los principales artífices de la reforma de la ciudad.  Wood quiso enlazar el nuevo proyecto con las raíces romanas de Bath y para ello diseñó un ambicioso plan urbanístico que contemplaba la construcción de tres grandes edificios que recordaran a tres grandes obras del mundo latino: el foro, el gimnasio imperial  y el anfiteatro. Los deseos e intereses de los promotores de la ciudad tan sólo permitieron la construcción del último de estos tres edificios, que recibió el nombre de Circus, y que fue la obra maestra de Wood, erigida al término de su carrera. Entretanto, el arquitecto había desarrollado un estilo propio y había dejado su impronta en la ciudad a través de majestuosos edificios y espacios como Prior Park, Queen Square y el Royal Hospital.


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Fachadas de casas en el Circus

El Circus es una perfecta circunferencia de casas adosadas que rodean un bello jardín central que cumple las funciones de una plaza en la que confluyen tres calles. Los inmuebles están compuestos por tres niveles en altura en los que se suceden columnas jónicas, dóricas y corintias rematadas por un friso y una balaustrada. Esta magna obra, construida fuera de los antiguos límites de la ciudad, se inspira en el Coliseo romano. El autor pretendía que la disposición de las casas y la decoración de sus fachadas recordaran al exterior del anfiteatro de la Ciudad Eterna. Pero, además de elementos clásicos, Wood insertó en los muros exteriores símbolos propios de la masonería, institución a la que al parecer estuvo estrechamente vinculado.

Tan sólo tres meses después del inicio de la construcción del Circus el arquitecto falleció y su hijo, John Wood el Joven tomó el testigo de su padre con quien ya había trabajado codo con codo. Tras finalizar la obra, el joven Wood se embarcó en un nuevo proyecto de grandes dimensiones, la construcción de un conjunto de treinta viviendas pareadas de corte palaciego que fue conocido como Royal Crescent. Las casas se erigieron siguiendo una curva elíptica abierta hacia una gran explanada de césped que hoy constituye el principal parque de la ciudad de Bath. En la fachada de estas residencias se despliega el orden jónico palladiano en contraposición a la sucesión de órdenes que se había diseñado para el Circus.


El Royal Crescent.

El estilo elegante y lujoso del Royal Crescent fue el mismo que caracterizó otro de los grandes diseños del joven Wood, las Assembly Rooms de Bath, un conjunto de salas de reuniones para la élite de la ciudad donde se celebraban importantes eventos sociales. Los escritores Charles Dickens y Jane Austen visitaron en varias ocasiones estas instalaciones y reflejaron en algunos de sus libros la pomposidad y la ostentación de estas citas de la flor y nata inglesa. El propio Dickens escribía lo siguiente en su obra Los papeles póstumos del Club Pickwick

“En la sala de baile, en el gran salón de juego, en la sala octogonal y en las escaleras y galerías se oía el murmullo constante de voces y el ruido de muchas pisadas. Rozaban las sedas, ondeaban las plumas, fulgían las luces y resplandecían las joyas”.


La obra del binomio Wood dejó su sello imborrable en el suroeste de Inglaterra. El campo de pruebas urbanísticas en el que la antojadiza aristocracia había convertido a Bath les permitió desarrollar a placer sus ideas arquitectónicas y asentar los pilares de eso que la Historia del Arte ha convenido llamar estilo georgiano, denominado así por los cuatro reyes George que gobernaron Inglaterra entre 1714 y 1830.


Para conocer más sobre la obra de los Wood en Bath conviene visitar esta página donde podemos encontrar un análisis detallado del Royal Crescent. Además, en la web oficial de la oficina de turismo de Bath hay información sobre los principales monumentos de esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987.
VUELVE ENSEÑ-ARTE

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Hace justo ahora tres años, el autor de este blog, Juan Diego Caballero, escribió su última entrada. Desde entonces, todos los que le queríamos y admirábamos su labor docente hemos regresado de tanto en tanto, en un gesto casi automático, a aquellas últimas palabras. Siempre el muralismo mexicano y una letanía de comentarios de seguidores que reclamaban su regreso. Desde aquí os damos las gracias por vuestro interés y por vuestro cariño. 


Con el tiempo, para su familia, pasear por el blog se nos antojó como una vuelta al pasado, un mágico viaje en el tiempo que, de alguna manera, nos permitía volver a conversar con él. Hallar una entrada que desconocíamos porque en su día no la leímos, toparnos con un comentario divertido o con una matización a un alumno. Porque no hay que olvidar que esta bitácora nació como una herramienta para acercar la Historia del Arte a sus estudiantes, por los que nunca dejó de trabajar. Nosotros, sus hijos, también fuimos sus pupilos, en esta y en otras muchas materias de la vida. «Sois mis genes andando», solía decirnos. Y qué razón tenía. 

Este verano hará tres años que nos falta. Un tiempo en el que nos hemos dado cuenta de la presencia infalible de esos genes. En mí, que soy la mayor, late su amor por la escritura y su sensibilidad; en Gema, su valentía, su capacidad de decisión y su intuición. Pero es en Diego, el pequeño, en el que la consigna de los genes se repite de forma constante. Desde muy niño se interesó por la historia, el arte, la cultura… Como nuestro padre, Diego fijó la duda como máxima y una pregunta ¿Por qué? como pacto para comprender el mundo. Daba gusto escucharles discutir. 
Diego estudió Historia y sabemos bien que nuestro padre vivió con el orgullo de que su hijo siguiera sus pasos, aunque él nunca se lo hubiera pedido. Es hora de que los genes sigan andando y de que este blog salte el muro mexicano para llevarnos a otros lugares, culturas, corrientes artísticas… Desde hoy, Diego recoge el testigo de nuestro padre, como sabemos que él habría querido, para que Enseñ-arte tenga la continuación que merece, para seguir celebrando la memoria, la vida y el compromiso educativo de su primer autor, a través de los ojos también expertos de su hijo menor. 

Adelante, Diego, te esperamos.
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Hace justo ahora tres años, el autor de este blog, Juan Diego Caballero, escribió su última entrada. Desde entonces, todos los que le queríamos y admirábamos su labor docente hemos regresado de tanto en tanto, en un gesto casi automático, a aquellas últimas palabras. Siempre el muralismo mexicano y una letanía de comentarios de seguidores que reclamaban su regreso. Desde aquí os damos las gracias por vuestro interés y por vuestro cariño. 


Con el tiempo, para su familia, pasear por el blog se nos antojó como una vuelta al pasado, un mágico viaje en el tiempo que, de alguna manera, nos permitía volver a conversar con él. Hallar una entrada que desconocíamos porque en su día no la leímos, toparnos con un comentario divertido o con una matización a un alumno. Porque no hay que olvidar que esta bitácora nació como una herramienta para acercar la Historia del Arte a sus estudiantes, por los que nunca dejó de trabajar. Nosotros, sus hijos, también fuimos sus pupilos, en esta y en otras muchas materias de la vida. «Sois mis genes andando», solía decirnos. Y qué razón tenía. 

Este verano hará tres años que nos falta. Un tiempo en el que nos hemos dado cuenta de la presencia infalible de esos genes. En mí, que soy la mayor, late su amor por la escritura y su sensibilidad; en Gema, su valentía, su capacidad de decisión y su intuición. Pero es en Diego, el pequeño, en el que la consigna de los genes se repite de forma constante. Desde muy niño se interesó por la historia, el arte, la cultura… Como nuestro padre, Diego fijó la duda como máxima y una pregunta ¿Por qué? como pacto para comprender el mundo. Daba gusto escucharles discutir. 
Diego estudió Historia y sabemos bien que nuestro padre vivió con el orgullo de que su hijo siguiera sus pasos, aunque él nunca se lo hubiera pedido. Es hora de que los genes sigan andando y de que este blog salte el muro mexicano para llevarnos a otros lugares, culturas, corrientes artísticas… Desde hoy, Diego recoge el testigo de nuestro padre, como sabemos que él habría querido, para que Enseñ-arte tenga la continuación que merece, para seguir celebrando la memoria, la vida y el compromiso educativo de su primer autor, a través de los ojos también expertos de su hijo menor. 

Adelante, Diego, te esperamos.
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