Etiquetado: Arqueología

LA GUERRA DE TROYA – Eric H. Cline

LA GUERRA DE TROYA – Eric H. Cline

Son muchos ya los libros que sobre Troya puede encontrar el lector interesado en las librerías (si no los han descatalogado). Hace un año se reseñaba acá el libro de Michael Wood, En busca de la guerra de Troya (Crítica),  una puesta al día sobre la cuestión troyana para un público general. Y ayer, paseando […]

Zahi Hawass: «Voy a buscar el sarcófago de Micerino hundido en Cartagena»

Zahi Hawass: «Voy a buscar el sarcófago de Micerino hundido en Cartagena»

Zahi Hawass, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades Egipcias y viceministro de CulturaUn jeque le enseñó el arte de narrar y él lo contagia allá por donde va. Anoche, ante un auditorio repleto en el Palacio de Congresos (casi 13 euros la entrada), Zahi Hawass, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades Egipcias y viceministro de Cultura, cautivó con sus hallazgos en el Antiguo Egipto cual Howard Carter el descubridor de la tumba de Tutankamón redivivo. Temido y admirado en el mundo, nada más pisar suelo español fue recibido por los Reyes, a quienes regaló su monumental libro «Un viaje secreto», con fotografías de Sandro Vannini (700 ejemplares, a 2.900 euros), motivo de una exposición. Hawass no teme a la maldición de las Pirámides «morirá quien ose molestr a la momia del faraón» porque «yo convierto la vida en muerte». La muerte le teme a él: «¡La maldición de Hawass es más poderosa!», dice, y su voz retumba como si del gran Keops se tratara, mientras posa con su sombrero de arqueólogo a lo Indiana Jones.

—Del Valle de los Reyes al Palacio de la Zarzuela. ¿Qué le han comentado Don Juan Carlos y Doña Sofía?
—Ellos han estado muchas veces en Egipto visitando las Pirámides, y la Reina ha ido por su cuenta en un viaje turístico, en un autobús, junto a otras amigas suyas. Durante un día visitaron todas mis excavaciones. Doña Sofía fue en otra ocasión a Sakhara a ver todo mi trabajo. Muy pocas personas visitan los sitios arqueológicos de Sakhara. Hace once años yo pronuncié una conferencia, con la presencia de Doña Sofía, y ayer ella se puso muy contenta cuando le entregué mi gran libro de fotografías.

—¿Buceará en aguas españolas en busca del faraón Micerino?
—Sí. Nos gustaría cooperar con el Ministerio de Cultura español para intentar encontrarlo. Les proveeremos de fondos, si es necesario para ello.

—¿Dónde se hundió el barco que llevaba el sarcófago de Micerino?
—Estoy seguro de que está en aguas de Cartagena. Ahora estamos en conversaciones con National Geographic, que también podría proporcionar fondos para ese proyecto.

—¿Si Nefertiti no fue, sabe ya quién era la madre de Tuntakamón?
—Sí. Hemos descubierto su momia, pero desconocíamos el nombre. Era la hija de Amenhotep III y de la reina Tiye, que tuvieron muchas hijas. Una de ellas se casó con Akenatón: Kiya. Podría ser la madre de Tutankamón.

—Tutankamón tenía malaria, problemas óseos, no caminaba y cayó antes de morir. ¿De qué falleció?
—Debido a un accidente. Padecía de malaria debido al malestar causado porque su padre se había casado con su hermana. Localizaré en el Valle de los Reyes los restos de su esposa.

—¿Y esa tradición faraónica de casarse con sus hermanas podría explicar la cojera de Tutankamón?
—Sí. Exactamente.

—¿Ramsés III fue asesinado?
—En un mes lo sabrá.

—Va a rastrear las tumbas de Cleopatra y Marco Antonio a 15 kilómetros de Alejandría. ¿Las exhumará?
—Alejandro Magno está enterrado en Alejandría. Eso es seguro. Y su tumba será descubierta por casualidad.

—¿Qué secretos cobija Nefertiti, la Mona Lisa de la Antigüedad?
—Esta semana encontramos restos de una hermana de Nefertiti. Seguimos buscando la momia de Nefertiti.

—¿Las momias llegaban a El Cairo como pescado de salazón?
—Fueron llevadas a la orilla del Nilo, a Bulaq, para el despacho de aduanas. Pero el funcionario de aduanas denegó su entrada, lo cual desencadenó una acalorada discusión. El problema se solucionó cuando el funcionario encontró un impuesto para el pescado en salazón y decidió aplicar la misma tasa a las momias. Así fue como cuarenta gobernantes momificados procedentes de tiempos remotos entraron oficialmente en El Cairo como pescado en salazón.

—Aseguran que el busto de Nefertiti salió ilegalmente de Egipto para Alemania. ¿Se lo devolverá Berlín?
—Hemos solicitado esta semana oficialmente que así lo hagan.

—También ha exigido al Museo Británico que autorice el regreso de la piedra Rosetta a su lugar de origen. ¿Cree que le harán caso?
—No sé si tendré éxito o no en este empeño. Por lo menos lo he empezado. Estoy moviendo las aguas. Si no soy la persona que lo logre, espero que en el futuro vengan otros y lo consigan.

—Usted es tan poderoso que ha logrado que su Parlamento apruebe una nueva legislación que castigará con 15 años el tráfico y robo de antigüedades. Pero le parece poca pena.
—Deberían ser 25 años. Mire, robar un monumento es matar un país. Cuando una persona mata a otra le condenan a un cuarto de siglo de prisión. Por lo tanto, robar en un monumento debería tener la misma que asesinar a una persona. Porque se está matando a un país entero.

—¿En qué cantidad cuantificaría el daño causado al Patrimonio egipcio por robos, tráfico de piezas, etc…?
—¡Billions!

—Numerosas expediciones españoles están excavando en el Antiguo Egipto y sacando a relucir tesoros ocultos de su país. ¿Cómo valora el gran esfuerzo de prestigiosos arqueológos como José Manuel Galán, Miriam Seco, Carmen Pérez Die…?
—Me emociona mucho saber que hay tan buenos equipos españoles en expedición por Egipto. Algunas de las piezas que han hallado se van a exhibir en los museos de El Cairo.

—Usted alejó el tránsito de vehículos, caballos y camellos del Valle de los Reyes. ¿Afectará al turismo?
—El único tráfico que se permite es el de vehículos eléctricos. Nada más. Creo que es un cambio positivo porque se van a conservar las tumbas.

—¿Qué personaje le gustaría ser?
—¡Jufu! (en antiguo egipcio): Keops.

—¿Cuál es el misterio más importante de la Gran Pirámide de Keops?
—Uno de ellos se encuentra oculto tras una de las puertas de la galería sur. Con ayuda de un robot, diseñado por la Universidad de Leeds, trataremos de llegar a zonas inexploradas, como las cámaras que puedan esconderse tras las puertas segunda y tercera de la galería sur, y en la cara norte.

—¿Teme a la «maldición de las Pirámides» por excavar tanto en la vida de las momias, «faraón Hawass»?
—No.

—¿A qué teme, pues?
—¡La maldición de Hawass es más fuerte que la de los faraones

Antonio Astorga, Madrid: «Voy a buscar el sarcófago de Micerino hundido en Cartagena»,
ABC, 25 de septiembre de 2010

El mercado negro de la arqueología

El mercado negro de la arqueología

El mercado negro de la arqueología ABC habla con los dos arqueólogos italianos que descubrieron que parte de la colección Várez Fisa adquirida por España provenía de las arcas de uno de los principales mercaderes ilegales del mundo, Giacomo Medic

Una de las tres salas de la oficina de Medici en Ginebra.

El «rey del expolio» en Italia

Foto trofeo de Medici, en el Metropolitan de Nueva York, junto al Vaso de Eufronios, que el museo norteamericano tuvo que devolver

El padre de Giacomo Medici era un vendedor ambulante de restos arqueológicos, por lo que este empresario romano conocía desde pequeño el «arte» del mercado negro. Se conocen pocos aspectos personales de la vida de Medici, pero, según los arqueólogos italianos que lo conocieron, aseguraban que Medici era un hombre reservado que pocos podían decir haber visto en persona, ya que mandaba siempre a alguno de sus hombres de confianza a canjear los acuerdos de venta.

Medici se presentaba como un experto de arte, e incluso cuando el equipo de Daniela Rizzo y Maurizio Pellegrini contradijeron la procedencia de sus obras, el mercader rebatió cualquier teoría contraria a la suya.

Medici ha sido condenado en primer grado a una pena de diez años de cárcel y 10 millones de euros de multa por daños al Estado italiano. En segundo grado, la sentencia se redujo a ocho años, «pero sabemos que en apelación quedará libre, porque tiene más de 70 años», explicaban los arqueólogos italianos con una expresión de pesar en su rostro, ya que hasta ahora Medici no ha pisado la cárcel.

El problema es que Giacomo Medici no es el único. «Estas personas destruyen obras de arte y hacen perder documentación valiosa para las investigaciones, y estamos muy cerca de dar con alguno más», comentaron sonrientes los dos arqueólogos italianos, conscientes de que su trabajo a veces no recibe el apoyo que se merece.

Verónica Becerril, Roma: El «rey del expolio» en Italia, ABC, 12 de julio de 2010

Según cuentan a ABC los dos arqueólogos italianos, Daniela Rizzo y Maurizio Pellegrini, que descubrieron cómo 25 de las 180 obras de la colección Várez Fisa provenían de las arcas de uno de los principales mercaderes ilegales del mundo, Giacomo Medici, el mercado negro de la arqueología ha refinado su sistema de tal modo que museos como el Arqueológico Nacional de Madrid desconocen la procedencia ilegal de parte de sus obras. «Estamos convencidos de la buena fe del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, no como ha pasado con otros museos, que eran conscientes de las piezas que adquirían, porque en la documentación de Medici se lee con qué museos tenía relación y el español no aparece en ningún caso», afirmaron los dos arqueólogos responsables de la Oficina de Confiscación y Excavaciones Clandestinas italiana. Tanto Rizzo como Pellegrini reiteraron su pesar al descubrir la procedencia ilegal de ánforas, letkythos, cráteras, hidrias, kylix, y oinochoes de la colección española, y explicaron a este periódico cómo se produjo el descubrimiento y cómo consiguió engañar Medici al museo.

Medici era famoso entre los arqueólogos por disponer de dinero en efectivo. Según las investigaciones realizadas por el fiscal de Roma Paolo Giorgio Ferri, el mercader tenía a hombres de confianza en el interior de algunas excavaciones. Cuando se encontraba alguna pieza de notable valor, los arqueólogos llamaban directamente a Medici, enviándole una foto de la obra encontrada, o llevándole a la excavación en cuestión. Una vez Medici se cercioraba de la importancia de la pieza, pagaba en metálico, sin que nadie viniera a saber de la existencia de esa obra.

Daniela Rizzo y Maurizio Pellegrini conocieron en 1995 al juez Paolo Giorgio Ferri, que estaba investigando el caso de Giacomo Medici. Junto a él entraron a confiscar las naves industriales en las que el mercader italiano almacenaba las piezas de arte expoliadas en excavaciones. «Nosotros nos quedamos impresionados al entrar en las tres naves propiedad de Medici en Ginebra. Una estaba destinada a recibir a los compradores, otra era una oficina, y la última un almacén. En total, tenía más de 4.000 piezas. Nos encontramos una vajilla completa de veinte platos, una decoración funeraria completa, e incluso tres capiteles robados, dos en Ostia Antigua y uno en el parque público romano de Villa Celimontana», explicaron los arqueólogos.

Viajaban en cajas de fruta

Junto a las piezas, los investigadores encontraron numerosas imágenes y documentación. «Con todo ello nos pusimos a investigar mientras el juez solicitaba a las casas de subastas la documentación relacionada con Medici», comentó Pellegrini mientras mostraba a este periódico algunas de las imágenes de la «casa» del mercader ilegal. Rizzo y Pellegrini descubrieron entre las imágenes algunas piezas llenas de tierra, señal de que las obras habían pasado directamente de la «tierra» a las manos de Medici, que a su vez las enviaba a restaurar para poder redoblar el valor de la pieza. Las piezas compradas por Medici viajaban directamente a su depósito en Ginebra. «Para llevarlas —narraban los expertos italianos— las transportaban en cajas de fruta; lo sabemos porque encontramos algunas en el depósito, donde también había maletas con restos de obras únicas».

Para conseguir introducir estas piezas en un museo, Medici utilizaba las casas de subastas, en particular Sotheby’s, que, según el juez que se ocupó del caso, estaba al corriente de la actividad ilegal del propio Medici. «Nada más descubrirse el caso, museos como el Getty han devuelto a regañadientes algunas piezas», explicaron Rizzo y Pellegrini señalando que la batalla legal con los museos que sabían de la ilegalidad de las compras «es más moral que judicial».

El descubrimiento del museo español fue por casualidad. Rizzo había adquirido el catálogo de la exposición Várez Fisa y, mientras lo miraba, se empezó a dar cuenta de que algunas de esas obras las había visto antes. «Cuando mis dudas se transformaron en certeza, no me lo podía creer», comentó Rizzo. «Es impresionante ver cómo Medici y otros mercaderes han conseguido engañar y vender sus obras, por eso hay que mentalizar a los museos de la necesidad de controlar todas las obras que compran, porque este tipo de personas ponen en riesgo la reputación de museos tan importantes como el de Madrid, porque son personas a las que les da igual todo y sólo buscan la ganancia económica», sentenció Rizzo.

Ahora España tendrá que tomar una decisión en relación al caso, ya que, por ley, debería devolver las piezas expoliadas. En tanto, en el museo Etrusco de Villa Giulia, donde trabajan Rizzo y Pellegrini, se exponen algunas de las obras de arte recuperadas de museos de todo el mundo, entre ella el famoso Vaso de Eufronio con el que Medici posaba sonriente en Nueva York, como si fuera un trofeo de guerra.

Verónica Becerril, Roma: El mercado negro de la arqueología, ABC, 12 de julio de 2010
Vitoria: La última de Iruña-Veleia

Vitoria: La última de Iruña-Veleia

Una imagen de la muralla sur del yacimiento de Iruña-Veleia, donde se realizará la primera intervención.- PRADIP J. PHANSE

Cuando, a principios del mes de julio, los diez arqueólogos que forman el equipo de la Universidad del País Vasco que trabajará en Iruña-Veleia accedan al yacimiento se encontrarán con una desagradable tarea: recuperar para el patrimonio vasco su mejor representante de época romana, vapuleado por el anterior equipo, que salpicó de malas prácticas arqueológicas esta ciudad clave en la vía Astorga-Burdeos.

Buena parte de ellas procede de 2008, la última campaña que llevó a cabo la empresa Lurmen, S. L., la compañía que dirigían Eliseo Gil e Idoia Filloy, quienes habían presentado las inscripciones excepcionales que resultaron falsas dos años antes. En aquel año, la Diputación de Álava, desde el departamento de Cultura que dirige Lorena López de Lacalle, ya había puesto en marcha la comisión de investigación sobre la autenticidad de estos hallazgos mientras la presión de la empresa pública Euskotren, que financiaba con 600.000 euros anuales los trabajos, aumentaba.

Nueve Proyecto arquitectónico para la muralla sur

La apariencia de abandono, después de dos años con la excavación parada es evidente en todo el recinto, pero sobre todo en la muralla sur. «Esta será la primera intervención, de urgencia; ya tenemos el proyecto arquitectónico para empezar cuanto antes», adelantaba el viernes el profesor titular de Arqueología Julio Núñez, responsable del plan director de Iruña-Veleia. Además se retirará una valla metálica que la recorre, «para que el visitante disfrute sin barreras visuales del principal elemento constructivo de la ciudad». Una ciudad que más que militar, como se sostenía hasta ahora, tiene una impronta sobre todo comercial, «dada su condición de parada clave en la Astorga-Burdeos».

Entre las intervenciones previstas también se apuesta por recuperar para el disfrute el territorio donde se encontraba la colina en la que desde la Edad Media y hasta el XIX se ubicó un convento de la Orden de San Juan de Jerusalén. «Desde ahí se puede contemplar la salida de la vía por el norte y el poblado prerromano que se encontraba al oeste», añade Núñez. Sin olvidar la edición de una monografía anual que recoja los trabajos realizados.

En ese contexto, Eliseo Gil comenzó a intervenir de manera errática en algunos sectores que se habían descubierto entre los años 50 y los 70, que estaban parcialmente abandonados. Así se puede comprobar nada más entrar en el recinto, en una serie de muros correspondientes a una domus. Sin contar con el correspondiente proyecto arquitectónico, visado por el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro, el equipo de Gil y Filloy en lugar de despejar y consolidar la cabecera de los muros, comenzó a levantar hasta en más de un metro sobre la ruina arqueológica, sin ningún tipo de rigor constructivo e introduciendo azulejos de cocina como señal de separación entre la época antigua y la moderna.
El responsable del plan director, el profesor titular de Arqueología de la UPV, Julio Núñez, explicaba el viernes que esta intervención sin proyecto arquitectónico «ha llevado a que en dos años la parte inferior haya sufrido un notable deterioro; no sabemos qué hacer con estos muros para conseguir proteger la base de época romana». Otro reconocido arqueólogo apuntaba que «es de dudosa buena práctica arqueológica la prolongación de muros, pero lo que no tiene ninguna justificación es llevar a cabo ese trabajo sin el consiguiente proyecto».

El paseo continúa hasta llegar a la zona de la domus de Pompeya Valentina, cuyo mosaico, que se conservaba parcialmente, se ha reconstruido, algo que se entiende como una intervención excesiva. Pero un poco más allá, en otro sector en el que excavó en los años 50 Gratiniano Nieto, el descubridor de la muralla de la ciudad, se ha reconstruido completamente un mosaico que había sido expoliado, a partir de una fotografía tomada por el propio Nieto. Julio Núñez lo denuncia, pero otro de los veteranos arqueólogos alaveses que ha estudiado la ciudad lo califica como «algo intolerable». «Eso no es mala práctica, es simplemente intervenir en el patrimonio, para transformarlo, lo que es ilegal».

Julio Núñez confía en recuperar la dignidad de Iruña-Veleia que estas prácticas o los grafitos falsos han menoscabado. «No se conoce bien cómo se han tomado en el ámbito internacional estas falsificaciones y estas intervenciones, somos el cachondeo de los congresos de Arqueología; ahora tenemos que pasar página», zanja el experto.

Txema G. Crespo, Vitoria: La última de Iruña-Veleia, EL PAÍS, 13 de junio de 2010

La Casa de las Pavas (en Córdoba) exhibe su pasado

La Casa de las Pavas (en Córdoba) exhibe su pasado

Bajo la piscina Los arqueólogos, con la viga junto a la canalización y con el aljibe al fondo. Foto:SANCHEZ MORENO El hotel de cinco estrellas, ubicado en la Casa de las Pavas (denominado Las Casas de la Judería), muestra ya toda la riqueza patrimonial hallada en su interior, testimonio de los avatares de los siglos XV, XVI y XVII. El equipo que ha estado trabajando durante más de un año en la restauración de los restos arqueológicos encontrados, dirigido por la arqueóloga Fátima Castillo, ha terminado su labor, con lo que el pasado ha quedado ya totalmente integrado en el inmueble, pudiéndose observar ahora la interacción del tiempo. La mayoría de los vestigios, cuyo descubrimiento adelantó este diario el verano pasado, han sido conservados en el lugar en el que fueron hallados —in situ — y otros se han reubicado —in loco –.

Entre los restos puestos en valor en el edificio de la calle Tomás Conde, la responsable de Arqueoqurtuba, Fátima Castillo, destaca los silos del siglo XVII, «que fueron construidos con ladrillo y mortero de cal» y que, probablemente, servían para almacenar grano. Son estructuras de enormes dimensiones, ya que miden más de tres metros de altura, por lo que no pasan desapercibidas. Estos restos han quedado integrados in situ en la planta sótano del hotel y se pueden apreciar desde un pozo de uno de los patios.

Pero todo no queda ahí. Bajo la piscina del hotel, hay un acceso por medio de unas escaleras donde se encuentran los restos de un aljibe de gran tamaño del siglo XVI, que comparte espacio con una canalización hidráulica del siglo XV, una gran tinaja del XVII, y la solería y un muro provenientes del siglo XVI. Según Fátima Castillo, el aljibe «es de calcarenita y la bóveda, a cuatro aguas, de ladrillo con mortero de cal». Mide 5,05 metros por 3,80 y tiene una altura de 4,80 metros. Dentro puede albergar unos 92 metros cúbicos. La arqueóloga asegura que se encuentra «muy bien conservado tanto en su interior como en el exterior».

Un ejemplo Parte de los restos. Foto:SANCHEZ MORENO En cuanto a la solería del siglo XVI, los arqueólogos de Arqueoqurtuba han tenido que desmontarla en parte para poder ejecutar la obra de rehabilitación del hotel, aunque después ha regresado a su lugar. Según Castillo, la «fábrica de ladrillos que la forman es exquisita, con dos tonos de color rojo y amarillo, con olambrillas en verde, blanco y ocre».

Por otro lado, la canalización del siglo XV, que tuvo que ser desmontada, también ha sido restaurada por los arqueólogos y colocada en otro lugar distinto a donde se encontró. La responsable de la excavación asegura que se encuentra «soportada sobre una base de sillarejo y cuyo atanor, una pieza cilíndrica perfecta, es de cerámica y se conserva muy bien». A este espacio también se ha incorporado «una preciosa viga de madera tallada con motivos vegetales de época islámica», que ha sido otra de las sorpresas que deparaba la Casa de las Pavas. La viga ha sido restaurada.

Pero quedan más tesoros además de este, como «las pinturas de estilo mudéjar con tonos oscuros, ocres, verde y blanco formando motivos geométricos», que están en uno de los arcos del patio mudéjar. Allí se pueden contemplar también los pilares mudéjares de ladrillo con forma ochavada. A la vista de todos estos hallazgos, el hotel es, según Fátima Castillo, «un gran ejemplo a seguir por la cantidad de restos integrados y puestos en valor» y por su «originalidad».

La Casa de las Pavas tiene su origen en 1597, cuando el canónigo Juan Singler la construyó. Entonces, habilitó dos plantas en torno a uno o varios patios con grandes dependencias. Durante la segunda República fue una casa de vecinos, que realizaron grandes reformas. Hoy día es propiedad del Duque de Segorbe y forma parte de la cadena Hoteles, Casas y Palacios.

Isabel Leña: La Casa de las Pavas exhibe su pasado, Diario Córdoba, 7 de junio de 2010

El salvador de los tesoros de Mesopotamia

El salvador de los tesoros de Mesopotamia

El arqueólogo iraquí, en el Museo Metropolitan de Nueva York. | Foto: Victoria de la Torre «No puedo volver a Irak. Allí soy un hombre buscado». Donny George Youkhanna baja sus ojos grandes de largas pestañas y se pierde en algún pensamiento. Está a punto de empezar su conferencia sobre el legado arqueológico de Irak en el Museo Americano de Historia Natural, en Nueva York, pero su mente parece sumida en algún otro lugar. Lleva en un ‘pen-drive’ de su bolsillo algunas fotos de los tesoros de Mesopotamia. Son las últimas fotos que sacó antes de abandonar su país.

Donny George Youkhanna, hoy conocido como el hombre que salvó los tesoros de Mesopotamia, era director general del Museo Nacional de Irak, en Bagdad, cuando se produjeron los saqueos de abril de 2003. EEUU acababa de invadir el país y el caos de aquellos días también se cebó sobre el Museo. En unos pocos días, gran parte de la colección desapareció. Piezas de hasta 6.000 años de antigüedad fueron robadas en medio del caos por hombres desesperados, por milicias contrarias al régimen de Saddam, por profesionales que conocían el valor de lo que robaban.

Youkhanna empezó entonces su búsqueda activa de los objetos robados. Conocía como la palma de su mano cada una de las piezas de la colección: su historia, su antigüedad, su valor cultural. Movilizó a la Unesco, a las tropas aliadas, a la policía iraquí y a los países vecinos para confiscar todos los tesoros que estaban saliendo del país de forma ilegal. De las 15.000 piezas robadas, se recuperó la mitad. Fue un gran logro para quienes contribuyeron en el rescate, pero una gran pérdida para la Humanidad.

Paradero desconocido

Tablas de arcilla con inscripciones cuneiformes -las primeras evidencias de escritura en el mundo-, vasijas, estatuillas o joyas de oro y plata de las culturas asirias, sumerias, caldeas, babilonias, cristianas y musulmanas han quedado borradas del circuito oficial. Se desconoce su destino y su estado de conservación. Puede que muchas hayan terminado en manos de coleccionistas privados. Otras son rescatadas, ocasionalmente, en las casas de subastas.

Tener un alto cargo y ser católico, como es Donny George, es un doble riesgo en Irak. El arqueólogo cuenta cómo cada día cambiaba de coche y de ruta para ir a trabajar, y cómo nunca sabía si lograría volver a casa. Una noche de 2006, tras una amenaza directa de muerte, hizo las maletas y huyó con su familia a Damasco. Poco después le daba refugio EEUU con un puesto como profesor de arqueología en la Universidad de Stony Brook, en Nueva York.

Piezas escondidas en Irak

«Saddam Hussein era un dictador y había que complacerle. Pero si no tenías nada que ver con él, vivías tranquilo. Ahora, hay cien Saddam Husseines y no sabes a cuál complacer. Y ni siquiera tienes garantizado que vas a volver vivo a casa», dice a ELMUNDO.es durante una entrevista. Donny George se siente orgulloso de sus raíces asirias. Durante una sesión de fotos en el Museo Metropolitan de Nueva York, el arqueólogo posa bajo dos enormes ‘lamassu’, dioses protectores de los asirios (siglo IX a.C.) representados por una criatura con cuerpo de toro (a veces de león), el animal más fuerte sobre la tierra; alas de águila, el animal más poderoso del cielo, y cabeza humana, el ser más sabio. Al concluir, Donny George contempla con tristeza los monumentos que le rodean. «Todos los tesoros de Irak están esparcidos por el mundo», dice. «En Nueva York, en Washington, en Londres, en Berlín…».

La Mona Lisa de Nimrud.¿Pero estarían más seguros hoy en Irak?

Actualmente, algunas de las piezas más valiosas del (diezmado) patrimonio iraquí se hallan escondidas en el Banco Central de Bagdad. Otras permanecen en lugares secretos. Otras, al aire libre, como son los miles de monumentos de la larga lista de lugares arqueológicos que hay en Irak, la «cuna de la civilización occidental»: Ur, Warka, Nippur, Babilonia, Nimrud, Ashur, Nínive, Dur-Sharrukin, Hatra, Samarra, Basora, Wasit o Karbala. Ciudades que han vivido el ataque de las bombas y que siguen sumidas en las batallas sin tregua que asolan el país. «Irak está en guerra civil. No se dice en las noticias, pero es así», comenta el arqueólogo.

El Banco Central ya ha sido atacado varias veces, aunque de momento sin éxito. Los monumentos arqueológicos están expuestos al ataque. Nadie sabe por cuánto tiempo aguantará intacto el frágil legado de las antiguas culturas de Irak. «Ese patrimonio no es de los iraquíes, es de la Humanidad entera», dice Donny George con su tono pausado. «Son testimonios de las primeras evidencias de civilización, de nuestra civilización. Y se están perdiendo».

Un patrimonio artístico mutilado

  • La Mona Lisa de Nimrud (ver foto a la derecha), tallada en marfil, es una de las obras maestras de la cultura asiria tardía (siglo IX a. C.). La pieza ha sufrido varias adversidades de las que se tienen noticia. En el siglo VI a. C. fue arrojada a un pozo por los enemigos cuando la ciudadela de Nimrud fue atacada. El busto también sufrió graves daños durante los saqueos que siguieron a la invasión estadounidense en 2003.
  • Entre los objetos recuperados tras el saqueo destaca el famoso vaso de Warka, del 3.000-3.100 a. C., hecho en alabastro y considerado como una de las primeras evidencias de la religión en la antigua Mesopotamia. Se cree que se utilizaba durante los rituales para rendir culto a la diosa Inanna en los templos de la antigua ciudad de Uruk, hoy Warka, la capital más importante de Mesopotamia durante el cuarto milenio antes de Cristo.
  • Otra pieza importante rescatada dentro de las fronteras de Irak es la llamada estatua de Bassetki, una escultura acadia del año 2250 a. C. conocida por su valor tecnológico y artístico.
  • De muchas otras piezas no se han vuelto a tener noticias, como es el caso de La Leona de Nimrud, del siglo IX a.C.; una placa asiria de marfil en la que está representado el ataque de una leona a un nubio.

Tana Oshima | Nueva York: El salvador de los tesoros de Mesopotamia, EL MUNDO, 16 de mayo de 2010

Myriam Seco eleva las expectativas de las excavaciones del templo de Tutmosis III en Luxor

Myriam Seco eleva las expectativas de las excavaciones del templo de Tutmosis III en Luxor

La arqueóloga Myriam Seco durante sus trabajos de excavaciones en Luxor. / Myriam Seco (EFE)La sevillana Myriam Seco es la única arqueóloga española que dirige una excavación en Luxor, donde está al frente de las del templo del faraón Tutmosis III, en las que el próximo otoño se harán prospecciones para dar con su embarcadero, que sería el primero localizado en la zona. En este templo «hay muchas expectativas y mucho material por descubrir», ha asegurado. Seco excava en Luxor (Egipto) desde 2008 en el que fuera el templo funerario del faraón, que, según ha explicado en una entrevista, «estaba abandonado desde los años 30. El último arqueólogo estuvo allí en 1938».
En la primera campaña de 2008, el equipo que dirige Seco encontró un antiguo almacén que había quedado olvidado y del que extrajeron piezas que habían sido enterradas en la excavaciones de 1906 y de los años 30. «Encontramos casi 2.000 fragmentos con relieves y decoración de las paredes de las capillas del templo, algunos de ellos con la policromía original», apunta. En la segunda campaña, en 2009, la intervención arqueológica se centró en la entrada del templo, donde hay casas que eran factorías de alabastro, una área en la que «se encontraron las esquinas de los pilonos y de las fachadas y parte del suelo original, así como una serie de tumbas anteriores a la construcción del templo». El año pasado excavaron una de las cámaras funerarias, en la que hallaron restos de cuatro sarcófagos, del Imperio Medio.

En otoño de 2010, anuncia Seco, su equipo de arqueólogos estudiará la zona de entrada al templo y, «lo más importante», la zona situada frente a ella, donde «todos estos templos funerarios tenían unos embarcaderos». Para localizar esta zona del templo de Tutmosis III, Seco ordenará una serie de «sondeos y estudios con georradar para ver qué restos se conservan del embarcadero y eso dará una información muy valiosa, porque en pocos templos se ha podido excavar esta zona de embarcadero». Dado que la carretera pasa por encima del patio del templo, la arqueóloga sevillana ha programado asimismo hacer un estudio de georradar para ver qué hay debajo del asfalto.

Vista de los trabajos que realiza la arqueóloga sevillana Myriam  Seco en Luxor. / Myriam Seco (EFE)Considerado el «Napoleón egipcio», Tutmosis III es, recuerda Seco, uno de los faraones más importantes del Imperio Nuevo y, en su reinado, Egipto alcanzó un esplendor político y de expansión y las fronteras llegaron a su auge tanto por el norte como por el sur, después de diecisiete campañas militares. Desde 2006, Seco trabaja también en una excavación en el mar, a 4,5 kilómetros de la costa de Tiro (Líbano), donde se hundió un pecio con un cargamento de estatuas fenicias de terracota del siglo V a.C. «En las tres campañas arqueológicas realizadas desde entonces en Tiro hemos sacado del mar casi unas 300 estatuas», informa Seco, entre ellas diosas de la fertilidad, de sacerdotes y otras que son guerreros. Las estatuas, producidas en la misma Tiro, quedaron esparcidas a 34 metros de profundidad por el fondo del mar, en una zona de muchas corrientes. Hasta ahora, asegura la arqueóloga española, «nunca se ha hecho un estudio de la tipología estatuaria».

Vista del fondo submarino de Luxor, donde la arqueóloga sevillana  Myriam Seco está al frente de las excavaciones en el templo del faraón  Tutmosis III. / Myriam Seco (EFE)

Seco subraya que tanto en un proyecto como en otro se han volcado las autoridades académicas locales (los Servicios de Antigüedades de Egipto y Líbano), la embajada española en El Cairo, la Academia de Bellas Artes de Sevilla, el Ministerio de Cultura y la Junta de Andalucía. En el caso de Luxor, las campañas habían sido financiadas hasta ahora por Fecsa y a partir de 2010 se sumará la Fundación Emilio Botín, «lo que permitirá hacer campañas más largas, de tres meses», y, en Tiro, las tres primeras actuaciones fueron financiadas por Cajasol.

José Oliva (EFE): Myriam Seco eleva las expectativas de las excavaciones del templo de Tutmosis III en Luxor, El Día de Córdoba. 26 de abril de 2010

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