PALMERA

Palmera. Phoenix dactylifera.

¿SABÍAS QUE…? El mayor palmeral de Europa está en Elche (Alicante) y está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Tiene más de 200.000 ejemplares y fue plantado por los musulmanes cuando se establecieron en la Península Ibérica. 

DESCRIPCIÓN

Esta planta puede alcanzar los 30 m, aunque su tronco es delgado, 20-50 cm de diámetro, y a menudo con brotes desde su cepa, lo que lo diferencia de la palmera canaria (Phoenix canariensis), con la que se confunde habitualmente aunque es siempre de tronco único y más grueso. El de la palmera datilera está cubierto con las bases de las hojas antiguas y después quedan sus cicatrices, cuando aquéllas ya se han desprendido. Las hojas son persistentes, coriáceas, arqueadas, muy grandes y salen en penacho desde la copa a modo de cabellera. Son de color verde azulado o verde grisáceo, a diferencia de las de su congénere. Miden 1-5,5 m de longitud y su estructura es pinnada. A cada lado del grueso eje se disponen numerosos segmentos (pinnas) plegados, rígidos y terminados en punta. Hay ejemplares macho, que producen el polen, y ejemplares hembra, que tras la fecundación forman los frutos (dátiles) que nacen en racimos en la base de las hojas. Cuando son verdes se asemejan a una bellota sin caperuza, pero al madurar se hacen carnosos, pardos y muy dulces. Tienen un hueso muy alargado en su interior con un surco longitudinal y, a menudo, con estrías transversales.

ECOLOGÍA

Crece en zonas secas, áridas o subdesérticas soleadas y arenosas, con frecuencia en suelos salinos, lo que indica la presencia de agua a gran profundidad.

DISTRIBUCIÓN

La palmera datilera habita de forma natural desde el sur de la cuenca mediterránea (Senegal y sur de Marruecos) hasta las costas de Pakistán. Es muy cultivada por sus frutos y por ser planta ornamental. Se ha naturalizado en el este y sur peninsular, sobre todo gracias a la dispersión de sus frutos que han propiciado aves y mamíferos, pero no se aleja mucho de la costa. No obstante, las hay plantadas incluso en Madrid, si bien estas especies que se encuentran en el interior peninsular están en el límite de resistencia a las heladas.