Breve comentario a un texto de Aristóteles. Preguntas 1 y 2.

Breve comentario a un texto de Aristóteles (Ética a Nicómaco).

Ignacio Escañuela Romana. 28/05/2025.

Propuesta totalmente personal de resolución de la pregunta.

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“Es claro, no obstante, que necesita además de los bienes exteriores, como dijimos; pues es imposible o no es fácil hacer el bien cuando se está desprovisto de recursos (…) y por eso algunos identifican la buena suerte con la felicidad; pero otros la virtud..” Aristóteles, Ética a Nicómaco (1), 1099a 30 – 1099b 8).

Pregunta: Identificar el tema o problema del texto, así como la idea principal u otras ideas secundarias relacionándolas de manera argumentativa.

En este texto, Aristóteles discute el problema de si los bienes exteriores son una condición para lograr la felicidad. Al hacerlo, está planteando qué respuesta dar a la pregunta por antonomasia de la ética: ¿qué se debe hacer? Ahora bien, estos bienes exteriores pueden ser entendidos como recursos, pues, tal y como Aristóteles expone, son medios para lograr ese fin último. Este problema presenta, en todo caso, diferentes aspectos, algunos explícitamente expuestos en este texto, otros implícitos pero necesarios para comprender la posición filosófica del filósofo estagirita. Elementos que se van a exponer a continuación.

Por un lado, nos encontramos como presupuesto fundamental de las ideas aquí expresadas el que la conducta humana es intencionada, en cuanto que es teleológica (se plantea objetivos). El objetivo final es la felicidad o “Eudaimonia”, que ya no puede ser un medio para otra cosa: pues la felicidad es el bien supremo y “vivir bien (…) es lo mismo que ser feliz” (Aristóteles, Ética a Nicómaco (1), Libro I, 4, 1093a, 15-25). Por lo tanto, este filósofo griego está razonando de la siguiente manera, como la actividad humana se plantea finalidades, de manera racional, entonces valoramos a esa actividad en función de estos objetivos, y, de entre ellos, el máximo o último, que es la felicidad (“eudemonismo”).

Sin embargo, tal y como analiza en el texto planteado, lo anterior choca con la realidad de bienes exteriores que no dependen completamente de la voluntad. La volición humana tiende hacia el bien, afirma, pero hay multitud de cuestiones sobre las que no podemos decidir. En el texto pone algunos ejemplos: amigos, riqueza, linaje, poder político, belleza corporal. Ante las dificultades, el hombre delibera, se esfuerza, para lograr el fin propuesto, mas no todo depende de él y a esto le llamamos comúnmente “buena suerte”. Así lo recuerda este filósofo griego al final del texto.

En consecuencia, podríamos decir que Aristóteles nos habla de la tensión permanente entre la voluntad humana de lograr el bien como felicidad y los límites efectivos que se encuentra en la realidad. En relación con este problema, la cuestión moral es la tensión transformadora que se da como resultado de la pugna entre la voluntad de lograr, generando una deliberación racional, y las restricciones objetivas que se imponen.

Además, la cuestión analizada, la de la condicionalidad externa de la felicidad, la divide Aristóteles en el texto en dos problemas relacionados. El primero es si estos recursos son una condición parcial e imprescindible. Este filósofo contesta que sí, pues cabe la posibilidad que hagan imposible hacer el bien. El segundo es si es la misma posesión de estos bienes lo que define la felicidad completamente, como tal. Que es lo que afirman quienes consideran a la felicidad como producto de la buena suerte. Así, parece contraponer esa opinión a quienes piensan que la felicidad está en la virtud. El texto se para en esta cuestión, por lo que es preciso, para comprenderlo, ampliar algo más lo aquí expuesto y, de esta forma, enlazar con la pregunta 2.

En consecuencia, anticipo aquí algunos de los resultados que se desarrollan en la pregunta 2, mas son precisos para comprender de modo suficiente las ideas de este texto (pregunta 1). La actividad humana característica (“ergon”), señala el estagirita, es actuar con “logos” (racionalidad), tal y como señala Gómez-Lobo (2), p. 30. Ahora bien, la actividad con logos es aquella que puede producir diferentes resultados (Gómez-Lobo, op. cit.). Como se ve, por ejemplo, en la variedad de conductas que puedo sostener para comer o para arreglar un coche. Pero esas acciones con “logos” pueden ser buenas o malas, puedo utilizar la racionalidad para el bien o el mal (Gómez-Lobo, (2) pp. 31-32). Serán buenas si son virtuosas, si siguen las virtudes morales e intelectuales (Gómez-Lobo (2), p. 35). Como afirma Aristóteles: “Nuestro razonamiento está de acuerdo con los que dicen que la felicidad consiste en la virtud o en una cierta virtud” (1098b, 25-35). En la siguiente pregunta explicaré más extensamente estas cuestiones.

Referencias bibliográficas

(1) Aristóteles (2018). Ética a Nicómaco (ed. bilingüe y traducción M. Araujo y J. Marías). Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Escrita siglo IV a.C.

(2) Gómez-Lobo, A. G. (1999). La fundamentación de la ética aristotélica. Anuario Filosófico, 32(1), 17-37.

Pregunta 2. Relacione las ideas del texto con la filosofía del autor o la autora correspondiente.
 
Esta respuesta, a la pregunta planteada acerca de las ideas de la filosofía aristotélica presentes en el texto y sus relaciones con el pensamiento en general del filósofo, se estructura en las siguientes ideas. Se parte de los tipos de bienes en Aristóteles y su relación con la felicidad, para pasar a explicar las tres formas de la vida en libertad, la respuesta en la ética aristotélica al problema central acerca de qué se debe hacer, así como finalmente algunas consideraciones generales sobre su filosofía. En este sentido, es preciso recordar que cada uno de estos puntos de la exposición está conectado a las ideas presentes, de un modo u otro, en este texto. Éstas se han expuesto anteriormente y se refieren a la felicidad como bien supremo o fin en sí mismo, los medios para conseguirla y la funcionalidad de los bienes exteriores en la deliberación para obtenerla.

En primer lugar, los bienes exteriores son uno de los tres tipos de bienes que Aristóteles analiza en la Ética a Nicómaco (1). Son todos factores para lograr conjuntamente la felicidad. Sin embargo, los exteriores no dependen completamente de la persona y su racionalidad, tal y como afirma en el texto, y se trata de lograrlos en la medida de lo posible. Además, están los bienes del alma, como el conocimiento y la virtud. Así como los bienes del cuerpo, como la salud. Podemos comprender, pues, como ya se ha dicho, que la felicidad es el producto de todos ellos en este filósofo griego. Ahora bien, si analizamos lo que afirma en la Ética a Nicómaco (1) (Libro I, 8), los centrales son los del alma, pues son “los primarios y más propiamente bienes” (1098b, 10-20). Por lo anterior, añade Aristóteles, está de acuerdo con “los que dicen que la felicidad consiste en la virtud o en una cierta virtud, pues pertenece a ésta la actividad conforme a ella.” (1098b, 25-30). Pero, “el bien humano es una actividad del alma conforme a la virtud” (1098a, 15-20).

Asimismo, Aristóteles distingue tres formas de vida bella o en libertad, que, afirma, son los modos que no están condicionados por la necesidad. Ya que, conforme tenemos que trabajar para satisfacer las necesidades, piensa este filósofo, nos preocupamos por lo útil y perdemos la capacidad de decidir sobre nuestras vidas, dejando de ser libres (Arendt (2) expone a Aristóteles en este sentido, pp. 26-27). En consecuencia, no comprende que en el trabajo se pueda lograr virtud y, en consecuencia, la felicidad. En cuanto a las formas de la vida en libertad, en la belleza, siguiendo aquí la exposición que hace Arendt de sus ideas (2), nos dice Aristóteles que éstas son la vida de los placeres corporales, la vida de la virtud cívica (las hazañas), y la vida de la contemplación o conocimiento del mundo y su eternidad. En la obra Política, Aristóteles (3) retorna al tema de cuál sea superior, si la vida activa política o la vida contemplativa o filosófica (1324a, 5-6), ambas buscadas por quienes ansían la virtud (op. cit.).

 Por otra parte, es central en el pensamiento ético de Aristóteles el problema de la prudencia. Fue considerada por Aristóteles, como por otros filósofos de la Grecia clásica, como sinónimo de sabiduría, señala Vásquez Pereira (4). Pero no es comprendida en su pensamiento como un saber científico de todo, sino como la puesta en práctica racional de esa virtud de la prudencia (op. cit.).

Además, si el texto se centra en la felicidad, esto nos recuerda la concepción eudemonista de Aristóteles de la ética (“eudaimonia” significa felicidad). Esta felicidad se adquiere mediante el ejercicio de las funciones, tareas humanas o actividades específicas (Gómez-Lobo (5)). Como se apuntó en la anterior pregunta, la felicidad es el bien supremo o finalidad última que ya no es medio para otra cosa: “Tal parece ser eminentemente la felicidad, pues la elegimos siempre por ella misma” (1097b, 1-5). Es algo perfecto por sí mismo, y suficiente (1097b, 20-25).

Ahora bien, en la Ética a Nicómaco, Aristóteles (1) se pregunta por la cuestión que lógicamente surge a partir de que se proclama a la felicidad como objetivo último de la actividad humana. Ésta es: ¿qué es la felicidad? No si esto o aquello es condición, que también, sino más bien qué incluye todos los bienes de forma que define a la misma felicidad de manera completa. Tal y como señala Valero Cano (6), el hombre que vive bien y obra bien es feliz, actuando mediante la “recta razón” para lograrlo, establecida ya firmemente como hábito (p. 81).

Ahora bien, ¿cuál es el fundamento de la ética aristotélica? Una de las discusiones centrales en torno a esa base se da en relación con la llamada falacia naturalista, o inferencia de valores a partir de los hechos, es decir, llegar al deber ser desde el ser. Una inferencia que no es válida: ¿qué puede aportar al deber lo que se es?, como entre otros, criticó Moore (7). Si Aristóteles estuviese diciendo que el deber se basa en la naturaleza humana, entonces estaría cometiendo esta falacia. Ahora bien, una parte de las interpretaciones del pensamiento aristotélico le sitúan en esa falacia: habría fundado la ética en la metafísica, pasando de lo afirmado en De Anima, al decir que el ser humano está dotado de potencia racional, a la defensa de que el bien humano consiste en la actualización de la capacidad racional (Gómez-Lobo (5), p. 18-19). Ahora bien, la noción de naturaleza humana en el pensador estagirita no es una descripción, sino una valoración, la consideración de un debería ser (como afirma Gómez-Lobo (5), p. 19). La base de la ética no está ni en la metafísica, ni en la antropología o descripción del hombre. Sin embargo, esto lleva al problema de las bases para afirmar esos valores. Carmen Trueba (8) explica el punto en los siguientes términos, Aristóteles está haciendo una ciencia práctica que “versa sobre lo practicable y lo particular, lo contingente” (p. 8), lo que más arriba se ha llamado prudencia. Esto está relacionado claramente con su teoría del conocimiento de un empirismo moderado, con una confianza de base en los sentidos. Como afirma Carmen Trueba (op. cit.): “La perspectiva ética aristotélica es claramente empírica” (p. 8), pero como una praxis ordenada a través de la razón (p. 90).

Referencias
(1) Aristóteles (2018). Ética a Nicómaco (ed. bilingüe y traducción M. Araujo y J. Marías). Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Escrita siglo IV a.C.
(2) Arendt, H. (2005). La condición humana. Buenos Aires: Paidós. Publicación original 2005.
(3) Aristóteles. Política.
(4) Vásquez Pereira, H.M. V. (2019). Sobre la Moderación. En Teorías, Enfoques y Aplicaciones en las Ciencias Sociales, 12(25), 6-7.
(5) Gómez-Lobo, A. G. (1999). La fundamentación de la ética aristotélica. Anuario Filosófico, 32(1), 17-37.
(6) Valero Cano, J.G. (2017). Racionalidad, excelencia humana, phrónesis y belleza en la ética aristotélica. Murmullos Filosóficos, 3(6), 76-88.
(7) Moore, G. E. (1922). Principia Ethica. Cambridge: Cambridge University Press. Publicación original 1903.
(8) Trueba, C. (2003). La naturaleza de los principios de la acción, y el problema de la fundamentación de la ética en Aristóteles, Revista iztapalapa, Año 24, n. 54 (enejo-Junio 2003).

 

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