Ignacio Escañuela romana
Constantemente, de forma individual y, también, colectiva, buscamos un relato. Es decir, un sentido o significado de lo que hacemos. Intentamos, pues, crear un hilo conductor de nuestras vidas personales y sociales. Creo que aquí se sitúa la filosofía posmoderna (finales del siglo XX, siglo XXI hasta ahora) como propuesta de la existencia de múltiples programas de sentido, inconmensurables o no medibles entre sí.
Lyotard, filósofo de la posmodernidad, nos dice: “Simplificando al máximo, se tiene por «postmoderna» la incredulidad con respecto a los metarrelatos” (La Condición Posmoderna, 1979) ¿Qué es un metarrelato? Es intentar fijar un relato de los relatos: un significado al conjunto de propuestas o intentos dar sentido a lo que pensamos y hacemos. Por ejemplo, Descartes, fundador de la modernidad: razonemos y, a partir de la duda metódica, lleguemos a la certeza absoluta como propuesta de vida individual y social. (Si bien es verdad que el mismo Descartes nos habla de una moral provisional: a establecer mientras alcanzamos esa certeza, si es que la logramos)
Entonces la modernidad y la Ilustración propondrían un sentido racional único, mientras que la posmodernidad nos conduciría a propuestas culturales y de identidad diversa.
Ahora bien, ¿llegamos al decisionismo como conclusión inevitable de la posmodernidad?. Esta es una postura según la cual, como no podemos comparar las propuestas ni determinar su validez final, sólo podemos elegir la que queramos o nos guste. No podríamos determinar si un proyecto es mejor que otro. Entonces: ¿relativismo ético? Pero esto significaría que no hay criterios de actuación universalmente exigibles.
Este debate seguirá en posteriores entradas del blog.