Ignacio Escañuela Romana.
Siguiendo a Sandel, en su libro sobre la Justicia (¿Hacemos lo que debemos?): Aristóteles mantenía una teoría de la justicia basada en dos ideas principales:
- La justicia es teleológica. Es decir una acción, norma o una institución sería justa dependiendo del objetivo o fin que se plantea.
- La justicia es honorífica: una norma o práctica social será justa si honra a una virtud, si es la recompensa a una acción meritoria (op.cit. p. 212-213).
Por ejemplo, si hacer horas de trabajo social no remunerado es socialmente beneficioso (objetivo: mejora el bienestar de una mayoría), entonces debería reconocerse públicamente esta acción, concediendo algún tipo de honor o reconocimiento. Si una conducta perjudica ese binestar de la mayoría, la sociedad debería sancionarla.
En consecuencia, Aristóteles no piensa en derechos originarios, sino en objetivos sociales y meritocracia. Siguiendo el ejemplo de Sandel, si disponemos de flautas y nos preguntamos a quién dárselas, entonces deberíamos entregarlas gratuitamente a quienes mejor las toquen, ya que lo merecen y, además, su música es socialmente beneficiosa.
¿Cuál es el objetivo de la institución de un instituto de enseñanza secundaria?. Dependiendo de esto, así debería organizarse y reconocerse como virtuosas las conductas. Si el objetivo es promover la excelencia académica, entonces las becas y honores deben ir a quienes mejores calificaciones logren. Si el objetivo es promover un nivel educativo mínimo en la sociedad, de la manera más amplia posible, entonces becas y honores deben ir a quienes viniendo de un nivel de renta más bajo, logran un estándar educativo mínimo. Si el fin es, por contra, conseguir una formación humana en la diversidad y comprensión de valores transversales, deberíamos becar y dar honores a quienes mantengan una mayor implicación en programas y proyectos sociales e, incluso, políticos.
“Al mismo tiempo, debe pensarse que ningún ciudadano se pertenece a sí mismo, sino que todos pertenecen a la ciudad, puesto que cada uno es parte de ella” (Pol 1337 a 27-29).
«¿Qué podemos hacer si se discrepa sobre el telos o propósito de la actividad en cuestión? (Sandel p. 217). Aristóteles creía que los objetivos sociales tendían a ser claros y que, razonando sobre la anturaleza humana, podemos llegar a conclusiones sobre los objetivos universalmente sostenibles.
¿Qué objetivos propondrías como socialmente beneficiosos?.
¿Qué virtudes crees que deberían premiarse socialmente?.
En mi opinión, una sociedad basada en la meritocracia trae bastantes beneficios a lo que es el conjunto de ciudadanos en sí,motiva a estos a desarrollar habilidades para destacar,lo cual provoca que mientras un individuo capacitado recibe honores por sus competencias,simultáneamente se da una mejora en el desarrollo general de la sociedad.(El hombre tiene un espíritu competitivo en mayor medida que un deseo de la prosperidad del conjunto).
Sin embargo, la meritocracia acrecienta las desigualdades sociales entre individuos que tienen los medios y las oportunidades necesarias como para desarrollar sus conocimientos o no. ¿No podrían estos últimos ser importantes para la sociedad porque puedan ser capaces de ofrecernos un servicio importante?¿Si así fuese no deberíamos darles también la oportunidad de hacerlo?
Sí,los beneficios que obtengamos son importantes,¿pero cómo somos capaces de medir la importancia de los distintos aportes de los seres a la sociedad si no los dejamos a todos aportar?
Según mi entendimiento,los servicios que calificaría como socialmente beneficiosos serían aquellos que desempeñasen una acción vital para la sociedad,como un@ médic@, un@ profesor@, un@ policía… A mi parecer,estas profesiones deberían ser mayormente compensadas que otras como un@ futbolista o un@ modelo,que aunque también le ofrecen un “beneficio” a la sociedad, comparado con los primeros oficios,debemos establecer prioridades (por ejemplo,es más importante transmitir conocimientos a las futuras generaciones o salvar una vida que marcar un gol por mucho beneficio económico que eso proporcione. )
El problema para regular esto es que hay veces que el beneficio económico que se puede aportar con una determinada actividad pesa más que el beneficio en bruto que se pueda obtener de otra verdaderamente necesaria e importante.
Veamos, tu posición genera varios problemas. Por ejemplo: ¿quién puede decidir qué actividades son más beneficiosas?. Con el sistema actual de precios y salarios, son, en último extremo, las personas individualmente, valorando su consumo (coste en dinero y tiempo), quienes deciden quién gana más. Propones cambiarlo por un sistema más centralizado de recompensas sociales. Pero, ¿cómo sabes que las personas que decidirán esas recompensas lo hacen de forma adecuada?.