IMMANUEL KANT – 2/Ética

La teoría ética de Kant.

Ignacio Escañuela Romana.

  1. LA IDEA DEL BIEN. Platón.

La moral socrática (platónica) realizaba un análisis elemental de la conducta humana. La acción humana presenta una gran variedad de formas y de fines. “el de la medicina es la salud; el de la construcción naval, el barco; el de la estrategia, la victoria;…” (citas de diversos diálogos de Platón o del libro de Aristóteles “Ética a Nicómaco”). Platón decía que el objetivo de la acción ética es el bien. A lo que añadía el intelectualismo moral socrático: quien hace el mal, lo hace por ignorancia. Nadie hace el mal a sabiendas.

Por ello, “se pueden distinguir dos clases de bienes: los que son bienes en sí mismos y los que no son bienes más que en relación con los primeros”. Es decir, algunas acciones son buenas para alguna otra cosa, mientras otras son bienes en sí mismos. La salud parece buena por sí misma. El dinero parece bueno para satisfacer las necesidades, no por sí mismo. Si fuese posible definir un bien que lo sea absolutamente en sí mismo, ese bien constituiría el fin último de toda posible actividad. Un bien de esa naturaleza sería el bien mismo, lo que Platón denominaba la Idea de Bien o bien en sí mismo. El platonismo nos proponía la idea de bien como un modelo cuyo conocimiento nos permitiría alcanzar con facilidad los bienes particulares. Esa idea nos permitiría construir una ética universal e indudable.

  1. LA FELICIDAD. Aristóteles.

La crítica a que sometió Aristóteles, y con la que Kant estaba de acuerdo, a la ética fundada en la idea de bien, es la siguiente. No hay una definición unívoca del bien. Algunas cosas son buenas en sí mismas y otras lo son para algo. Hay, pues, al menos, dos posibles definiciones de bien, el bien absoluto y el bien sólo relativo (lo útil). Es posible separar lo bueno en sí de lo útil. Las ciencias definen los bienes particulares, lo útil, sin necesidad de referirse para nada a los bienes en sí mismos, últimos. “No se ve qué utilidad tendría para el zapatero o el albañil conocer el bien en sí mismo, ni como otro sería mejor médico o mejor estratega por haber contemplado la idea del bien en sí mismo”.

En el dominio de la acción práctica no hay, así pues, bien en sí mismo, sino sólo bienes diferenciados y particulares, por lo que resulta imposible mostrar si responden a una idea única del bien. No permite basar una ética universal.

Evidentemente, para Aristóteles, se puede comprender que el bien en sí mismo “no es otra cosa que la idea”: “una realidad separada que existe en ella misma y por ella misma”. Luego la idea del bien es una especie vacía, una categoría clasificatoria sin contenido efectivo. Por lo tanto, no puede ser ni objeto de acción, ni objeto de adquisición. La moral no puede basarse en esa idea sin contenido, un objeto al que no puede llegarse.

En consecuencia, si quiere definirse un bien que pueda ser obtenido a partir de los límites de la acción humana, es preferible referirse a la experiencia común y al acuerdo de los hombres. Todo ellos consideran inequívocamente a la felicidad como fin supremo de toda actividad. La felicidad es universalmente deseada: “todos los hombres tratan de ser felices, en esto no hay excepción”. Además, la felicidad aparece como el bien que, más que cualquier otro, es buscado por sí mismo y respecto del cual todos los otros no son más que medios. “nosotros lo buscamos siempre por sí mismo y nunca como medio de alguna otra cosa, mientras que la gloria, el placer, el pensamiento y toda virtud son ciertamente buscados por ellos mismos, pero los elegimos también por la felicidad, puesto que juzgamos que por ellos seremos felices”.

Aristóteles sitúa a la felicidad en el lugar que tenía para Platón la idea del bien, fijando con ella el fin supremo de la actividad individual y de la actividad política. La plenitud del ser humano se halla en el seno de la sociedad, donde el hombre puede ser feliz.

  1. El utilitarismo.

El utilitarismo de Bentham y Stuart Mill propone que el objetivo individual y social debe ser obtener la mayor felicidad o utilidad colectiva posibles. Lo que como sociedad y como individuos estamos obligados a hacer es lograr la utilidad colectiva mayor, por agregación de las individuales. La utilidad se entiende como la suma de los placeres, restado los dolores.

Un ejemplo lo encontramos en el libro de Sandel sobre la Justicia: Se atrapa a un presunto terrorista que puede poseer información crucial sobre un atentado que amenazaría la vida de 10.000 personas. ¿Es lícito torturarle para sacarle información?. Un utilitarista podría contestar que sí: que la infelicidad de ese hombre torturado está más que compensada por la felicidad de 10000 personas que no mueren y sus familias. Otra versión del problema es decir que no, por las posibles represalias de tortura y el hecho de que colectivamente esta práctica fuese admitida. Una postura anti-utilitarista afirmaría que los derecho individuales son positivo y no pueden

  1. DE LA MORAL DE LA FELICIDAD A LA MORAL DEL DEBER.

Existe un problema en el pensamiento aristotélico, dice Kant. Los hombres están de acuerdo en hacer de la búsqueda de la felicidad el contenido de la moralidad, pero es posible que no todos nos pongamos de acuerdo en la interpretación de la felicidad. Cuando intentamos definir felicidad, no nos ponemos de acuerdo. No sólo hay desacuerdo entre un individuo y otro, sino “incluso, a menudo, entre los juicios sucesivos de un mismo individuo que desearía la salud si está enfermo, la riqueza si es pobre”. Los hombres imaginan que podrían ser felices mediante la posesión de los que les falta, llamando felicidad al disfrute del objeto temporal y accidental de su deseo. Todos los hombres desean ser felices, pero no pueden determinar lo que verdaderamente desean y quieren.

Para Kant, la indeterminación del concepto de felicidad resulta de la contradicción entra la idea de felicidad, un estado absoluto válido para el presente y futuro, y el carácter empírico de nuestros conocimientos en relación con los elementos que producen la felicidad. Sólo la experiencia puede dar un contenido concreto a nuestra idea de felicidad. Enseñamos y aprendemos medios para llegar a la felicidad, pero no se puede determinar con precisión en qué medida son verdaderamente capaces de hacernos felices. “No es posible determinar, con una certeza completa, lo que verdaderamente podría hacernos felices, ya que para ello sería preciso ser omnisciente”.

Las limitaciones de nuestra experiencia y de nuestro conocimiento no nos permiten dar un contenido verdaderamente determinado a nuestra idea de felicidad. No hay reglas para ser feliz, no hay preceptos o normas de la razón que nos lleven hacia ella. Sólo es un ideal, para llegar al cual algunos consejos nos pueden ayudar. Del mismo modo que para hacer una casa me son necesarios ladrillos, o para que el coche funciones preciso de gasolina, debo seguir una serie de consejos para ser feliz (dieta sana, amistad, etc.). Los consejos, la determinación de medios que sólo pueden ser fijados de manera aproximativa y contingente, para lograr un objetivo, son “imperativos hipotéticos”.

“Por eso no es posible con respecto a ella un imperativo que mande en sentido estricto realizar lo que nos haga felices, porque la felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación, que descansa en meros fundamentos empíricos, de los cuales en vano se esperará que hayan de determinar una acción por la cual se alcance la totalidad de una serie, en realidad infinita, de consecuencias” (Kant, Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres).

Los medios no son ni buenos ni malos, sino que su razón de ser es el logro de unos objetivos: “los preceptos que sirven al médico para curar radicalmente a su paciente, y al envenenador para matarlo de modo seguro, son de igual valor en la medida en que sirven a cada uno para realizar perfectamente su intención”.  Dar una instrucción técnica e impartir una formación moral son dos cosas diferentes: las reglas técnicas prescriben medios con respecto a fines que son moralmente indeterminados.

 

  1. Filosofía ética de Kant y la idea de la justicia.

* Hay derechos humanos fundamentales que nacen de la dignidad se un ser racional. No son disponibles. Ni siquiera pueden cederse.

* Al tener derechos indisponibles, nadie, ni la mayoría, ni tan siquiera yo mismo, puede quitarlos.

* Los derechos no pueden depender de preferencias o disfrutes. Tampoco, pues, las obligaciones. Entonces, no serían preceptos universales: variarían de una persona a otra, de una circunstancia a otra.

* La ética dependen de la libertad y la racionalidad. Una razón que no esté afectada por preferencias o gustos,, impulsos o deseos.

* La ética consiste en que yo mismo trazo mi deber. Mi obligación. Si me viene de otro o de otra cosa, entonces no es propia y no forma parte de la ética. Lo importante es el motivo o intención, la razón, y no el contenido. No mentir puede ser por ética: porque debo. O puede no ser ética si lo hago porque me conviene, por ejemplo porque quiero pedirle después a la otra persona algo.

* Imperativo categórico: el deber por sí mismo. Imperativo hipotético: “si quiero tal o cual fin, entonces debo….”. Sólo el categórico es ética.

* Tres formulaciones o criterios del imperativo categórico:

  1. Haz de tu conducta un modelo de comportamiento universal. Que valga para todas las personas. Así, mentir no puede ser obligación ya que todos mentirían y ninguno escucharía. Asesinar no es un debe, pues todos asesinarían y naie estaría vivo para poder cumplir con la obligación. Sin embargo, si debo no mentir y nadie miente, entonces se cumple sin problemas. Si debo no asesinar y nadie debe, no hay problemas para cumplir y respetar universalmente el derecho a la vida.
  2. Trata a los demás como fines en sí mismo. Y a ti. Es decir, que un ser racional no sea nunca un instrumento para tu acción. Para tus fines.
  3. autónomo (libre) en tu conducta. Lo que implica que seas racional y tus fines sean precisamente universales (y los demás lo sean igualmente). Como se ve, las tres formulaciones significarían lo mismo: tres criterios para una idea igual.

* Conclusión: la acción ética es libre, autónoma, consciente, sin objetivos o preferencias, tomada por uno mismo en funciónde la propia racionalidad.

* Ejemplo de Sandel, en su libro sobre Justicia, p. 142: Una persona no debe suicidarse pues entonces se toma a sí misma como medio para aliviar su propio sufrimiento.

* Nuevo ejemplo de Sandel: la prostitución no es posible porque un ser racional no puede someterse a la instrumentación para el placer de otro.

* Ejemplo: si doy 500 euros a mi hijo porque le quiero no estamos en ética: la ética es sólo el deber sin inclinaciones. Lo que hago por lazos humanos no cuenta como imperativo categórico.

* Ejemplo: si la vida de otras personas dependiera en un caso hipotético de que yo mienta, la obligación sigue siendo no mentir. Las consecuencias no interfieren con mis obligaciones.

*Dos postulados de la razón práctica:

Que somos libres. No puedo demostrarlo por estar más allá de los límites de la experiencia posible. Pero lo supongo por necesidad ética.

Que existe un dios que premia y castiga, que hace que los seres éticos que viven infelices por las consecuencias de la acción, reciban un premio en otro mundo. No es demostrable, pero sí es una necesidad de la razón práctica.

 

 

Referencias.

* Gourinat, M., 1973. Introducción al Pensamiento Filosófico.

* Sandel, M.J. 2016. Justicia. Ensayo de Bolsillo

 

Publicado por

Ignacio Escañuela Romana

Interesado por la filosofía y la economía, que tiendo a mezclar a menudo. Es decir, seguir el lema kantiano: "Sapere Aude".

2 comentarios en «IMMANUEL KANT – 2/Ética»

  1. Si no lo interpreto mal, el imperativo moral kantiano vale para cualquier ideología: comunismo, fascismo, feminismo, capitalismo…porque todas consideran que estas son válidas a nivel mundial. Incluso puede valer para ciertas características personales, como el masoquismo o el sadomasoquismo, por ejemplo.

    1. Norma universal que sea racionalmente universal. No depende de la preferencias del sujeto que la defiende. Habría tres formas de pensarlo: racionalmente universal, tratar a las persona como fines en sí mismas, tratar a las personas como sujetos libres. Incluyendo a uno mismo.

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