Una escalera que sube y que parece volar

En nuestro Instituto hay valiosos tesoros que parecen ocultos como el que proponemos. Se trata de la escalera principal que sube a la primera planta. Una escalera que  resulta difícil de reconocer en la segunda foto que acompaño de la imagen actual que se ve desde la calle. A veces resulta penoso hablar de los tesoros ciertos de un centro que visto desde fuera ofrece una imagen degradada y necesitada de una rehabilitación urgentísima que nunca llega.

La escalera ya se reprodujo en una anterior ocasión, pero ahora merece la pena detenerse en una descripción técnica que me facilita el arquitecto FranK J. Moreno al que agradezco su colaboración

Exterior y abierta, -me escribe- la escalera proyectada por Miguel Fisac lleva al extremo el diseño estructural de hormigón armado con zanca central y formación de peldaño “in situ” que vuela sobre la zanca. Estructuralmente, se apoya en el arranque y en el desembarco, con un único apoyo en el extremo de la zanca de la meseta, quedando todo el desarrollo visible. Intrínsecamente, la barandilla de tubo circular minimalista pasa desapercibida, con escasa materialidad, pero funcional. Con arranque perpendicular al plano de la viga y resto de balaustres verticales, recuerda las escaleras minimalistas de barcos, incluso por la apariencia liviana de la misma.

Acorde con los elementos estructurales que configuran el vuelo, visible también en la imagen, Fisac diseñaba espacios incorporando los mismos elementos estructurales, sin obviarlos ni ocultarlos.  En este ejemplo, el volumen de la escalera se cierra junto con una prolongación del vuelo del edificio en una geometría perfecta de elementos también perfectos, propios del Movimiento Moderno de primeros de siglo.

Ahí es nada. ¡Y cómo se ve ahora!. Mejor, cómo no se ve.

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