Un edificio de vanguardia
Ya hemos comentado que nuestro Instituto es, por sí mismo y por su diseño original, un valor de primer orden dentro del patrimonio arquitectónico de la ciudad y que es obra de quien pertenece a la historia de la arquitectura española, Miguel Fisac Serna (1913-2006), un arquitecto preocupado por igual por la innovación que por la habitabilidad y la estética de sus obras que, además, encajaban perfectamente en el paisaje donde se construían. Cierto es también que las sucesivas ampliaciones han desvirtuado su proyecto inicial, pero aún así se adivina su originalidad y su modelo constructivo.
El diseño del edificio “supuso un verdadero avance conceptual” en la arquitectura malagueña del final de la década de los años cincuenta “y un ensayo de las fórmulas después masivamente aplicadas por su autor”. El arquitecto descartó un proyecto inicial de corte clasicista con un sólo volumen arquitectónico y de proporciones simétricas. En el que habría de ser definitivo diseñó un complejo estructurado en torno a módulos-tipo y enlazado por galerías abiertas que se sustentan en unos originales pilares. Efectivamente, en la que fue su primera imagen antes de las ampliaciones, la construcción, compuesta por pórticos modulares de hormigón armado, ofrece al espectador la sensación de encontrarse en espacios abiertos, con patios y galerías de amplias dimensiones.
Su valor arquitectónico debiera invitar a una rehabilitación que nunca llega.