La creación de la SFIO.

 

Imagen tomada de la Biblioteca Nacional de Francia

Autor: Eduardo Montagut

Fuente: Diario digital Nueva Tribuna, 5/10/2018

El socialismo francés llegaba muy dividido al siglo XX, aunque estaba viviendo un proceso previo de unificación de los distintos grupos. A 1905 llegaba el Partido Socialista Francés, que se había creado en 1902 por la fusión de la Federación de Trabajadores Socialistas de Francia de Paul Brousse, el Partido Obrero Socialista Revolucionario de Jean Allemane, y un grupo de personalidades socialistas, entre las que destacaba, sin lugar a dudas, Jean Jaurès.

La Federación se había creado en 1879 en el Congreso de Marsella, bajo el liderazgo de Jules Guesde, pero llamándose Federación del Partido de los Trabajadores Franceses. En principio, defendía el colectivismo, pero en el Congreso de Le Havre (1880) adoptó el marxismo, con las elaboraciones de Guesde y de Paul Lafargue. Pero, muy pronto se vivió una clara división entre la fracción marxista de Guesde, y otra más posibilista de Paul Brousse. En 1882 se produciría la escisión. Por un lado, Guesde y Lafargue fundaban el Partido Obrero Francés, y la mayoría posibilista o reformista adoptaba durante un tiempo el nombre de Partido Obrero Socialista Revolucionario, para muy pronto pasar a ser la Federación de Trabajadores Socialistas de Francia. Pero la Federación sufriría una escisión, la liderada por Allemane, mucho más radical y con un gran acento sindicalista.

A 1905 también llegaba el Partido Socialista de Francia, aunque antes se había llamado Unidad Socialista Revolucionaria, una organización política nacida por el acuerdo de guesdistas y blanquistas, y la Alianza Comunista Revolucionaria. El Partido Socialista de Francia había nacido en 1902 cuando se unieron el Partido Obrero Francés de Guesde, que ya hemos mencionado y el Partido Socialista Revolucionario de tendencia blanquista, y liderado por Édouard Vaillant.

La creación de la SFIO, es decir, la Section Française de I’Internationale Ouvrière (Sección Francesa de la Internacional Obrera) en 1905, uniendo los partidos socialistas existentes, fue recibida con intensa alegría por parte del PSOE. Por fin, Francia contaba con un único Partido Socialista, como en los principales países occidentales.

Para que la clase obrera tuviera fuerza en su lucha contra el capitalismo se hacía indispensable que hubiera un único partido socialista en cada país

El Socialista constituye una fuente que nos interesa no sólo para ahondar en el momento fundacional de la SFIO, sino también porque nos permite ahondar en el conocimiento de las ideas del PSOE en ese momento. El periódico español informaba que esta fusión se había producido en el Congreso de París de los días 23, 24 y 25 de abril, gracias al trabajo de una comisión compuesta por miembros de todas las “fracciones”. En el Congreso se había votado la organización por la que debía de regirse, siguiendo lo dispuesto por el Congreso de Ámsterdam de la Segunda Internacional del año anterior. Como es sabido, en dicho Congreso se aprobó una resolución sobre la unidad. Para que la clase obrera tuviera fuerza en su lucha contra el capitalismo se hacía indispensable que hubiera un único partido socialista en cada país, enfrente de los partidos burgueses, como había un único proletariado. En consecuencia, todos los militantes, fracciones u organizaciones que se considerasen socialistas tenían el deber de trabajar para conseguir la unidad sobre la base de los principios establecidos por los Congresos internacionales. La Segunda Internacional y los Partidos de las naciones donde existiese tal unidad tenían el deber de ponerse a disposición para ayudar a que este acuerdo tuviese éxito.

Se informaba también que Le Socialiste, hasta ahora órgano del Partido Socialista de Francia, la fracción más numerosa, pasaba a ser el órgano de la nueva organización política. También se informaba de la composición de la Comisión Administrativa del Consejo Nacional.


Hemos consultado los números 965, 1001 y 1004 de El Socialista. Para ahondar en la compleja, pero, sin lugar a dudas, fascinante historia del socialismo francés previo a la creación de la SFIO es imprescindible acudir al tomo correspondiente de la Historia General del Socialismo, que trata de la etapa histórica entre 1875 y 1914, que coordinó en su día Jacques Droz, y que en España publicó Destino libro.

Las bases del programa socialista en 1888.

Autor: Eduardo Montagut. 30/10/2018

Fuente: nuevatribuna.es. 30/10/2018

Además de los objetivos y medios para alcanzarlos, que se debatieron y aprobaron en el primer Congreso que celebró el PSOE en el mes agosto de 1888, el mismo mes en el que se fundó la UGT, y que se plasmaron en un Manifiesto públicose tomaron tres grandes acuerdos que definirán su posición y estrategia política durante mucho tiempo.

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Sobre la estrategia política en la Historia del PSOE sigue siendo imprescindible la consulta de la obra de Santos Juliá, Los socialistas en la política española. 1879-1982, publicada en 1997 por Taurus

El primer acuerdo tenía que ver con la actitud a seguir con los “partidos burgueses”. Como el PSOE proclamaba la lucha de clases como medio para conseguir la emancipación del proletariado se colocaba en una posición frontal frente a los partidos que defendiesen el régimen social existente. Así pues, todos los partidos burgueses, según el acuerdo, desde los más conservadores a los más progresistas o avanzados representaban a la “clase explotadora”, porque defendían la esclavitud de los obreros, a través del mantenimiento del sistema del salario, obligando a la lucha para conseguir la abolición de la propiedad privada transformándola en colectiva, “social o común”.

Así pues, se acordaba que la actitud del Partido Socialista con estas formaciones políticas no podía ser, en ningún caso, conciliadora, sino de enfrentamiento constante.

Con este acuerdo se sancionaba la estrategia política del Partido, claramente inspirada por Pablo Iglesias, no sólo de combate contra los partidos dinásticos del turno de la Restauración -conservadores y liberales-, sino también y, muy especialmente, contra los republicanos de todo cariz, desde el posibilismo conservador hasta el federalismo más progresista. Este asunto generó en el Partido algunas polémicas importantes y disidencias, pero su línea de acción no se separó ni un milímetro de este acuerdo hasta 1909-1910 cuando las circunstancias derivadas de la Semana Trágica marcaron, junto con otros factores, el acercamiento hacia los republicanos, aunque una parte sustancial del Partido mantendría sus recelos, como se demostraría en el período previo al establecimiento de la Segunda República. Los socialistas lucharon con denuedo para intentar demostrar a los obreros que los republicanos no les representaban, y que su lugar se encontraba formando parte de una organización política plenamente obrera, la socialista. La propaganda política para fomentar la conciencia de clase fue siempre una prioridad para el Partido Socialista.

El segundo acuerdo tenía que ver con la posición del socialismo en las huelgas. Esta cuestión tenía que ver con el segundo objetivo del Partido. Si el primero era la emancipación de los trabajadores a través de la lucha de clases, el segundo se vinculaba con las mejoras de las condiciones laborales, salariales y de vida de los trabajadores mientras llegaba el final del capitalismo, y se derrocaba a la burguesía.

La huelga sería el medio que tenían los trabajadores en el terreno económico para combatir el “despotismo patronal” y hacer menos precaria su situación. Pero, además, la huelga era un medio para fortalecer la conciencia de clase. Por otro lado, como los gobiernos solían intervenir en el antagonismo entre el capital y el trabajo, las huelgas terminaban tomando un cariz político, en la lucha de una clase contra la otra. Por eso, el PSOE debía fomentar el movimiento de resistencia y apoyar con todas sus fuerzas las batallas que las organizaciones obreras librasen con los patronos. En todo caso, conviene recordar que la UGT, no fue, generalmente, partidaria de recurrir, como primer instrumento de lucha, a la huelga, si no se habían agotado antes todos los medios de negociación. Es más, la UGT aprobaría que sus órganos centrales podían desaprobar una huelga convocada por una Sociedad Obrera o una Federación si se consideraban que la organización pudiera correr un riesgo grave. Nunca se renunció a la huelga, pero los sindicalistas tuvieron siempre muy presentes las consecuencias de las mismas, especialmente, si no estaba clara la victoria.

El tercer acuerdo proclamaba la vocación internacionalista del PSOE, quizás el asunto menos estudiado por la historiografía. Para el año siguiente estaba convocado el Congreso en el que nacería la Segunda Internacional, y el Partido quería estar presente en ese acontecimiento porque era considerado como un deber, y creía en el internacionalismo de la lucha. Así pues, se acordó que estaría representado en el Congreso Internacional de París con un delegado propio.

Sobre la estrategia política en la Historia del PSOE sigue siendo imprescindible la consulta de la obra de Santos Juliá, Los socialistas en la política española. 1879-1982,publicada en 1997 por Taurus. Por su parte, los acuerdos pueden consultarse en el número 132 de El Socialista.