Condiciones y significado de la revolución.

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Hannah Arendt en un retratao tomado en 1949. FRED STEIN GETTY

Autora: Hannah Arendt

Fuente: El País, 8/11/2018.

Revolución, como cualquier otro término de nuestro vocabulario político, puede utilizarse en sentido genérico, sin tenerse en cuenta ni el origen de la palabra ni el momento temporal en que el término se haya aplicado por primera vez a un fenómeno político concreto. El presupuesto básico de semejante uso es que, con independencia de cuándo y por qué apareciera el término, el fenómeno al que alude tiene la misma edad que la memoria humana. La tentación de usar esta palabra en sentido genérico es particularmente fuerte cuando hablamos de “guerras y revoluciones” a un tiempo, pues de hecho las guerras son tan antiguas como la historia de la humanidad desde que tenemos testimonio de ella.

Quizá cueste trabajo utilizar la palabra guerra en otro sentido que no sea el genérico, aunque solo sea porque su primera aparición no puede ser datada en el tiempo ni localizada en el espacio, pero no existe una excusa semejante para el uso indiscriminado del término revolución. Antes de que se produjeran las dos grandes revoluciones de finales del siglo XVIII y de que apareciera el sentido específico que adquirió luego, la palabra apenas ocupaba un lugar destacado en el vocabulario del pensamiento o la práctica políticos. Cuando encontramos el término en el siglo XVII, por ejemplo, va unido estrictamente a su significado astronómico original, que se refería al movimiento eterno, irresistible y recurrente de los cuerpos celestes; el uso político era metafórico y describía el retorno a un punto preestablecido por ende, un movimiento, el regreso a un orden predeterminado. La palabra se utilizó por primera vez no ya cuando estalló en Inglaterra lo que podemos llamar efectivamente una revolución y Cromwell se erigió en una especie de dictador, sino en 1660, con ocasión del restablecimiento de la monarquía, tras el derrocamiento del Parlamento Remanente (Rump Parliament). Pero incluso la Revolución Gloriosa, el acontecimiento gracias al cual el término supo encontrar su sitio, de forma harto paradójica, en el lenguaje histórico político, no fue concebida como una revolución, sino como la restauración del poder monárquico a sus antiguas rectitud y gloria.

El hecho de que la palabra ‘revolución’ significara originalmente restauración es más que una mera curiosidad semántica

El verdadero significado de revolución, antes de los acontecimientos de finales del siglo XVIII, queda expresado tal vez con la mayor claridad en la inscripción que lleva el Gran Sello de Inglaterra de 1651, según la cual la primera transformación de la monarquía en república significó: “Freedom by God’s blessing restored” [libertad restaurada por la bendición de Dios].

El hecho de que la palabra revolución significara originalmente restauración es más que una mera curiosidad semántica. Ni siquiera las revoluciones del siglo XVIII pueden entenderse sin advertir que estallaban ante todo con la restauración como objetivo y que el contenido de dicha restauración era la libertad. En Estados Unidos, en palabras de John Adams, los hombres que participaron en la revolución se habían visto “llamados [a ella] sin haberlo previsto y no habían tenido más remedio que hacerla sin tener una inclinación previa”; lo mismo cabe decir de Francia, donde, en palabras de Tocqueville, “habría cabido creer que el objetivo de la inminente revolución sería la restauración del Antiguo Régimen, no su derrocamiento”. Y en el transcurso de ambas revoluciones, cuando sus actores iban adquiriendo consciencia de que se habían embarcado en una empresa completamente nueva y no en el regreso a una situación anterior, fue cuando la palabra revolución adquirió, por consiguiente, su nuevo significado. Fue Thomas Paine, ni más ni menos, quien todavía fiel al espíritu pretérito propuso con toda seriedad llamar “contrarrevoluciones” tanto a la Revolución estadounidense como a la francesa. Quería librar a aquellos acontecimientos tan extraordinarios de la sospecha de que con ellos se había dado vida a unos comienzos completamente nuevos, así como del rechazo motivado por la violencia con la que dichos sucesos se habían visto irremediablemente unidos.

Es muy probable que pasemos por alto la expresión de un horror casi instintivo en la conciencia de aquellos primeros revolucionarios ante algo que era completamente nuevo. Esto es posible en parte porque estamos perfectamente familiarizados con el entusiasmo de los científicos y los filósofos de la Edad Moderna por “unas cosas que no se habían visto nunca hasta entonces y unas ideas que no se le habían ocurrido nunca a nadie hasta la fecha”.

Ninguna revolución, independientemente de con cuánta amplitud abra sus puertas a las masas y a los oprimidos, se ha iniciado nunca por ellos

También es así porque nada de lo sucedido en el curso de esas revoluciones resulta tan notable y tan sorprendente como el enfático hincapié hecho en la novedad, repetida una y otra vez por actores y espectadores a un tiempo, en la insistencia en que nunca se había producido hasta entonces nada comparable por su significación y su grandeza. La cuestión crucial a la par que compleja es que el enorme pathos de la nueva era, el Novus Ordo Seclorum, que aún aparece escrito en los billetes de un dólar, salió adelante solo cuando los actores de la revolución, en buena parte en contra de su voluntad, llegaron a un punto de no retorno.

Así, lo sucedido a finales del siglo XVIII fue en realidad un intento de restauración y recuperación de antiguos derechos y privilegios que acabó justo en lo contrario: en el desarrollo progresivo y la apertura de un futuro que desafiaba cualquier intento posterior de actuar o de pensar en términos de movimiento circular o giratorio. Y mientras que la palabra revolución se transformó radicalmente en el proceso revolucionario, ocurrió algo similar, pero infinitamente más complejo, con la palabra libertad. Mientras que con ella no se pretendía indicar nada más que la libertad “restaurada por la bendición de Dios”, seguiría refiriéndose a los derechos y libertades que hoy asociamos con el gobierno constitucional, lo que propiamente se llaman derechos civiles. Entre estos no se incluía el derecho político a participar en los asuntos públicos. Ninguno de los otros derechos, incluido el derecho a ser representado a efectos de tributación, fue resultado de la revolución, ni en la teoría ni en la práctica. Lo revolucionario no era la proclama de “vida, libertad y propiedad”, sino la idea de que se trataba de derechos inalienables de todos los seres humanos, al margen de dónde vivieran o del tipo de Gobierno que tuvieran. E incluso en esa nueva y revolucionaria extensión a toda la humanidad, la libertad no significaba más que la autonomía frente a todo impedimento injustificable, es decir, algo en esencia negativo. Los derechos civiles son resultado de la liberación, pero no constituyen en absoluto la auténtica sustancia de la libertad, cuya esencia es la admisión en el ámbito público y la participación en los asuntos públicos.

Lo sucedido a finales del siglo XVIII fue en realidad un intento de restauración y recuperación de antiguos derechos y privilegios que acabó justo en lo contrario

Ninguna revolución, independientemente de con cuánta amplitud abra sus puertas a las masas y a los oprimidos —les malheureuxles misérables o les damnés de la terre, como los llamamos en virtud de la grandilocuente retórica de la Revolución Francesa—, se ha iniciado nunca por ellos. Y ninguna revolución ha sido jamás obra de conspiraciones, de sociedades secretas o de partidos abiertamente revolucionarios. Hablando en términos generales, ninguna revolución es posible allí donde la autoridad del Estado se halla intacta, lo que, en las condiciones actuales, significa allí donde cabe confiar en que las Fuerzas Armadas obedezcan a las autoridades civiles. Las revoluciones no son respuestas necesarias, sino respuestas posibles a la delegación de poderes de un régimen; no la causa, sino la consecuencia del desmoronamiento de la autoridad política. En todos los lugares en los que se ha permitido que se desarrollen sin control esos procesos desintegradores, habitualmente durante un periodo prolongado de tiempo, pueden producirse revoluciones, a condición de que haya un número suficiente de gente preparada para el colapso del régimen existente y para la toma del poder.

Hannah Arendt (1906-1975) es una de las pensadoras más influyentes del siglo XX. Este texto forma parte del ensayo La libertad de ser libres, publicado por Taurus el 8 de noviembre. Traducción de Teófilo de Lozoya y Juan Rabasseda.

Rosa Luxemburgo, “La Rosa Roja”.

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Autor: Edmundo Fayanas Escuer

Fuente: Nueva Tribuna, 26/12/2013

Nace el cinco de marzo de 1871 en Zanosc, cerca de Lublin en Polonia, siendo en esta época territorio ocupado por el imperio ruso. Su origen es judío. Su padre fue Elias Luxemburgo III, un industrial de la madera y su madre Line Lowenstein. Dicho matrimonio tuvo cinco hijos, los cuatro primero fueron hombre, y la quinta fue Rosa.

Esta nació con un defecto en su desarrollo, que la incapacitara físicamente toda su vida. Esto le hizo estar postrada por una dolencia en la cadera, a la edad de cinco años, consecuencia de ello, tuvo una cojera permanente.

Su familia disfrutaba de un nivel económico alto y se desenvolvía en un ambiente culto. Rosa estudia en los mejores institutos polacos, conocían todo el mundo intelectual europeo, especialmente la cultura alemana. Destacaba por su inteligencia, lo que le permitió estudiar, a pesar de los prejuicios, que imperaban contra las mujeres de esa época y pese a la creciente discriminación antisemita que recorría toda Europa contra los judíos.

“La libertad no es nada cuando se convierte en un privilegio”

Su familia se trasladó a vivir a Varsovia en el año 1880, asistiendo a clase en un reconocido instituto femenino. A la edad de quince años se afilia al partido polaco izquierdista “Proletariat”, participando en la organización de una huelga general, que ocasionará una fuerte represión contra este partido, la cual provocó su desaparición. Siendo condenados a muerte cuatro de sus dirigentes.

Rosa termina su educación secundaria, en el año 1887, con un buen expediente académico, pero tiene que huir en 1889 a Suiza para evitar ser detenida por la policía polaca. Estudia en la universidad de Zurich, distintos campos del conocimiento como la filosofía, historia, política, economía y matemáticas, especializándose en “la teoría del Estado”, “la Edad Media” y “las crisis económicas”.  Trabajó como periodista. Destacaba por el hecho de que hablaba once idiomas, algo realmente excepcional y que nos indica su gran capacidad intelectual.

En el año 1893, fundó junto a Leo Jogiches y Julián Marchlewski el periódico “La causa de los trabajadores”, donde se oponía a las políticas de tinte nacionalista, que por entonces desarrollaba el partido socialista polaco. Rosa pensaba, que sólo era posible una Polonia independiente si surgía una revolución comunista en Alemania, Rusia y Austria.

Defendía que la lucha obrera debía centrarse en el capitalismo y no en una Polonia independiente, lo que le llevaba a negar el derecho de autodeterminación bajo el socialismo, planteamiento este, que le lleva a enfrentarse a Lenin.

En el año 1898, Rosa Luxemburgo se casa con el alemán Gustav Lubeck, por lo que obtuvo la ciudadanía alemana. Participa activamente en el Partido Socialdemócrata alemán, al mismo tiempo que apoya al partido socialdemócrata de Polonia y Lituania, siendo su principal teórica.

Rosa Luxemburgo denunció el conformismo de la socialdemocracia alemana, ante el peligro de que hubiera una guerra. Insiste en las diferencias entre el capital y el trabajo, proponiendo que los trabajadores deben de tomar el poder para producir un cambio en los medios de producción.

El debate  en el interior del Partido Socialdemócrata Alemán fue muy intenso. Al principio, se asoció con Kautsky para defender la ortodoxia marxista frente al revisionismo imperante en gran parte del partido que Bernstein encabezaba este sector.

Participa en debates con los socialistas franceses, que desarrollaban prácticas reformista, como las que estaba planteando Bernstein en el Partido Socialdemócrata alemán, bajo el lema ”el movimiento es todo, el fin es nada”. Para este sector reformista de la II Internacional, lo importante era la obtención de conquistas prácticas, ya que el fin de cualquier socialista es lograr una sociedad sin explotadores ni explotados.

Para Rosa Luxemburgo el papel que debe de jugar la socialdemocracia en la sociedad capitalista es el de la oposición y sólo debe ser gobierno, cuando el Estado burgués esté acabado. Es decir, solo debe ser poder por la vía revolucionaria y no a través del Parlamento. Rosa Luxemburgo dice que no se trata de conseguir reformas, sino con que métodos estas se consiguen. Si estas se logran a través de la lucha obrera, eso fortalece al partido, pero si se obtienen por métodos parlamentarios, o acuerdos entre partidos burgueses, esto sólo favorece al capitalismo

Más tarde se distancia también de Kautsky y de la mayoría del partido, a medida que estos se inclinan hacia los métodos parlamentarios, pasando a ser reconocida como la líder principal del SPD.

Rosa Luxemburgo plantea que el partido socialdemócrata alemán debe hacer agitación para la consecución de la huelga general política. Pero Kautsky se opone, argumentando que si el partido hace agitación dentro del parlamento sobre la huelga general política significaría, que se busca el derrocamiento del poder burgués. Para este dirigente era peligroso para la supervivencia del partido y para las conquistas ya logradas. Para el sector reformista era mejor seguir con la estrategia de desgastes y seguir organizando a la clase obrera en los sindicatos, aumentando el peso del partido en el Parlamento y seguir consiguiendo mejoras para la clase obrera

Creía en una opción internacional alejada de particularismos y nacionalismos, en la que las masas obreras, solidariamente, tomaran el poder hasta entonces en manos del capital, verdadero enemigo a combatir.

Son frecuentes sus críticas al militarismo e imperialismo alemán. Para ello, plantea la organización de una huelga general de los trabajadores para así evitar la guerra. El líder socialdemócrata alemán, Kautsky se opone y no se desarrolla tal huelga, acabando con la ruptura entre ambos.

Rosa Luxemburgo plantea que la II Internacional incluya en su proyecto político el objetivo de “Huelga general  política” y que la pueda llevar a cabo cuando surja el momento adecuado. Este proyecto nunca es aceptado y anticipa su reformismo político y su posterior posición en torno a la I Guerra Mundial.

La socialdemocracia europea siempre limitaba sus objetivos huelguísticos a huelgas parciales de corte económico. Para Rosa Luxemburgo es la clase obrera rusa la que demuestra la potencia de la huelga general como método de acción, que se puede ir mucho más allá de la lucha económica parcial, ampliándola a huelgas generales y revolucionarias, permitiendo que sectores sociales más atrasados se puedan unir a estas acciones.

La clase trabajadora rusa con el uso de la huelga general y la sublevación armada a través de los soviets de diputados obreros, marcan el camino para los sectores de la socialdemocracia europea más revolucionaria

A lo largo de los años 1904-1906, padeció tres encarcelamientos, debido a su actividad política. En 1907, participó en el V Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso celebrado en Londres, donde tuvo un largo encuentro con Lenin.

A finales de la primera década del siglo XX, impartió clases de economía y marxismo, y fue alumno suyo Friedrich Ebert (socialdemócrata), que fue el primer presidente de la República de Weimar, fue bajo su gobierno cuando la mataron las fuerzas que él dirigía.

En su obra “La acumulación del capital” hace una crítica profunda a Karl Marx y su argumentación parte de las predicciones de éste acerca de las crisis cíclicas  del capitalismo. Marx pensaba que el capitalismo, como sistema económico y político basado en el crecimiento y la búsqueda constante del beneficio, debía colapsarse en algún momento por saturación.

Sin embargo, mucho después de la muerte de Marx,  se da cuenta de  que las crisis periódicas del capitalismo parecen aplazarse o se solventan sin producir grandes sobresaltos en el sistema. Rosa Luxemburgo explica que esto se debe a la existencia del colonialismo tan de boga en ese momento histórico, hallando que el crecimiento de las potencias capitalistas encontró una vía de expansión en las colonias, que al mismo tiempo les daban una gran cantidad de materias primas a muy bajo coste y servían también de mercado donde colocar sus productos manufacturados.

[Lo más notable de esto es que todos los afectados, el conjunto de la sociedad, consideran y tratan a la crisis como algo fuera de la esfera de la voluntad y el control humanos, un golpe fuerte propinado por un poder invisible y mayor, una prueba enviada desde el cielo, parecida a una gran tormenta eléctrica, un terremoto, una inundación. (Rosa Luxemburgo)]

También trabajó en las primeras teorías sobre el imperialismo, que posteriormente también serían desarrolladas por Lenin. Pero lo que planteó Lenin sobre el imperialismo provocó fuertes críticas de Rosa Luxemburgo, sobre todo en aspectos como la democracia en el partido y la dictadura del proletariado. Este proponía un menor dirigismo y una mayor integración de las bases en la dinámica partidista. Plantea una feroz crítica a la concepción centralista y autoritaria del partido de revolucionarios profesionales, que defendía el comunismo ruso y Lenin a su cabeza

Tras el atentado de Sarajevo, del 28 de junio de 1914, donde fallecieron el archiduque Francisco Fernando y su esposa, la guerra parecía ya inevitable. Rosa Luxemburgo llama a los trabajadores a la objeción de conciencia al servicio militar y a no atender los llamamientos a filas del ejército. Esta propuesta le costó un año en las cárceles alemanas.

El 28 de julio de 1914, comienza la primera Guerra Mundial. Alemania declara la guerra, el 3 de agosto, siendo aprobada está declaración de guerra por unanimidad en su Parlamento, contando con el apoyo del Partido socialdemócrata alemán, el cual prometió abstenerse de declarar huelgas generales, mientras durase la guerra. Esto supuso un gran fracaso personal para Rosa Luxemburgo, que se oponía frontalmente a la guerra pues sabía perfectamente las consecuencias que esta tendría.

Junto con otros dirigentes socialdemócratas fundó, en agosto de 1914, el grupo político Internacional, que llevaría posteriormente a la creación, en enero de 1916, de la Liga Espartaquista.

En la constitución de la Liga Espartaquista pronuncia estas palabras: “La historia es el único maestro infalible, y la revolución la mejor escuela para el proletariado. Ellas aseguran que las pequeñas hordas de los más calumniados y perseguidos se conviertan, paso a paso, en lo que su visión del mundo les destina: la luchadora y victoriosa masa del proletariado socialista y revolucionario”.

Esta constante lucha por detener la Primera Guerra Mundial provocó, que en junio de 1916, fuera detenida, permaneciendo dos años y medio en la cárcel. Al principio en la cárcel de Poznan y posteriormente fue trasladada a la cárcel de Breslau. Este tiempo de reclusión fue aprovechado por Rosa para escribir varios artículos que serían su referencia doctrinal.  De ellos destaca “La revolución soviética”, donde critica ampliamente el modelo bolchevique advirtiendo, que este modelo acabaría en una dictadura. En este artículo, cabe destacar la frase “la libertad siempre ha sido y es la libertad para aquellos que piensan diferente”.

También cabe mencionar el artículo “la crisis de la socialdemocracia”.

A raíz de la intervención de los Estados Unidos en la primera Guerra Mundial en el año 1917, la situación bélica cambia de forma radical. La Liga Espartaquista de Rosa Luxemburgo pasa a formar parte del Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania. Momento en que se produce la abdicación del Kaiser Guillermo II.

En su obra “El comienzo”, empieza a agitar a las  masas para una revolución social “la abolición de la ley del capital, la implantación de un orden social socialista, esto y nada más, es el tema histórico de la presente revolución. Es una formidable empresa, que no puede desarrollarse en un abrir y cerrar los ojos simplemente mediante decretos desde arriba. Sólo puede llevarse a cabo a través de la acción consciente de las masas trabajadoras en la ciudad y en el campo, sólo mediante la más alta madurez intelectual y un inmarchitable idealismo puede ser conducida seguramente a través de todas las tempestades hasta arribar a buen puerto”.

El 4 de noviembre de 1918, se produce la llamada “revolución de noviembre”, que tiene su centro en la ciudad costera de Kiel, donde 40.000 marineros e infantes de marina toman el control del `puerto por negarse a que se produzca un nuevo enfrentamiento de la marina alemana con la británica, cuando la guerra se encuentra totalmente pérdida.

El 8 de noviembre de 1918, se crean Comités de trabajadores/soldados que controlan la mayor parte del oeste de Alemania y siguen con un modelo organizativo parecido a los sóviets rusos, creando la República de Consejos. En esta fecha, sale liberada de la cárcel Rosa Luxemburgo, que vuelve a reorganizar la Liga Espartaquista. Se edita el periódico “Bandera Roja”, que tiene como objetivos inmediatos la amnistía para los presos políticos y la eliminación de la pena de muerte.

Esta unión en torno  a la República de Consejos se rompe rápidamente por la postura del Partido Socialdemócrata alemán. Esto hace, que diversos grupos políticos formados por socialistas, comunistas y entre ellos la Liga Espartaquista, crearán el Partido Comunista de Alemania, el uno de enero de 1919, jugando un papel muy importante Rosa Luxemburgo.

En enero de 1919, vuelve nuevamente un proceso revolucionario, al que Rosa Luxemburgo se opone porque es consciente de que va a fracasar. Así sucedió e hizo que la República de Weimar practicara una fuerte y cruel represión dirigida por el líder socialdemócrata Friedrich Ebert, que provocó grandes redadas contra el Partido comunista alemán. Rosa Luxemburgo es detenida, el 15 de enero de 1919, siendo asesinada el mismo día, cuando un soldado le destroza el cráneo con un culatazo de su fusil.

Las últimas palabras conocidas de Rosa Luxemburgo, escritas la noche de su muerte, fueron sobre su confianza en las masas, y en la inevitabilidad de la revolución:

«El liderazgo ha fallado. Incluso así, el liderazgo puede y debe ser regenerado desde las masas. Las masas son el elemento decisivo, ellas son el pilar sobre el que se construirá la victoria final de la revolución. Las masas estuvieron a la altura; ellas han convertido esta derrota en una de las derrotas históricas que serán el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y esto es por lo que la victoria futura surgirá de esta derrota.’ ¡El orden reina en Berlín!’ ¡Estúpidos secuaces! Vuestro ‘orden’ está construido sobre la arena. Mañana la revolución se levantará vibrante y anunciará con su fanfarria, para terror vuestro: ¡Yo fui, yo soy, y yo seré!»

Su cuerpo fue arrojado aun canal. El 31 de mayo su cuerpo es encontrado y se le entierra el 13 de junio de 1919. Rosa Luxemburgo es conocida como “la Rosa Roja”.

Entre sus obras de referencia cabes destacar el libro de 1899 ¿Reforma social o revolución? Publicó “La acumulación del capital” en el año 1913 y posteriormente “La revolución rusa”. También hay que mencionar su activa participación en la prensa de la época, con numerosísimos artículos, que marcaron todo su pensamiento revolucionario.

Rosa Luxemburgo fue una de las pocas mujeres, que jugó un papel dirigente muy importante en la Segunda Internacional. Fundadora de la III Internacional, en un momento que lo masculino era lo dominante en estos instantes históricos, recordándonos como la misoginia, que era tradicional en movimientos burgueses y en todo tipo de instituciones también se daba en el movimiento obrero de aquella época.

Rosa es un personaje ya histórico muy reivindicado desde distintos sectores, porque su vida es de una total entrega y sacrifico. Nunca buscó su beneficio personal o una posición segura. Tiene convicciones y no las abandona ante los obstáculos. Se le identifica como una libertaria o una persona romántica, pero la realidad es que era una militante consciente. Así, cuando estalla la revolución rusa, se emociona, período que se encontraba encarcelada y reivindica el movimiento bolchevique como aquel que se atrevió a poner fin a la Primera Guerra Mundial y a tomar el poder por métodos revolucionarios.

Mujer de vasta influencia en el ámbito del socialismo, sus aportaciones teóricas, su lucha personal y su dramática muerte contribuyeron a hacer de ella uno de los referentes de la izquierda del siglo XX.

Rosa Luxemburgo: mujer, marxista, pacifista.

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Autor: Joaquín Estefanía.

Fuente: El País, 13/01/2019

En el hotel Eden de Berlín, el soldado Runge le destroza el cráneo y la cara a culatazos; otro militar, también al servicio del capitán Pabst, la remata de un tiro en la nuca. Atan su cadáver a unos sacos con piedras para que pese y no flote, y es arrojado a uno de los canales del río Spree, cerca del puente Cornelio. No aparecerá hasta dos semanas después. El Gobierno del socialdemócrata Friedrich Ebert acababa así con la vida de Rosa Luxemburgo (RL), la más importante dirigente marxista de la historia, antigua militante del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), la líder más significativa de la Liga Espartaquista y fundadora del Partido Comunista de Alemania.

Unos minutos antes, los mismos personajes habían asesinado al principal compañero de RL en su larga marcha. Karl Liebknecht, el único parlamentario que en primera instancia (año 1914) votó en el Reichstag (Parlamento) en contra de los créditos de guerra para financiar la presencia de Alemania en la Primera Guerra Mundial, iba a ser trasladado a la cárcel desde el mismo hotel, pero antes de abandonar el local donde había sido interrogado le dan dos culatazos que lo dejan aturdido y se desmaya; arrastrado hasta un automóvil, es trasladado al Tiergarten, el gran parque berlinés, donde es rematado a sangre fría con disparos de pistola y abandonado en el suelo hasta que alguien lo encuentra. “Intento de fuga”, dirá la nota oficial; la de Luxemburgo rezará: “Linchada por las masas”.

Era la noche del 15 de enero de 1919. Este martes se cumplirá el centenario de la detención y asesinato de los principales líderes de la Liga Espartaquista e iconos históricos de la revolución alemana de 1918-1919, que estalla inmediatamente después de que el Ejército germano fuese derrotado y humillado en la Gran Guerra. RL había pasado los cuatro años largos de la guerra en prisión, después de que en un mitin, en Fráncfort, hubiera pedido a los soldados, con su arrolladora oratoria, que se negasen a combatir, hermanos contra hermanos, y a los trabajadores de su país, que iniciasen una huelga general que se debía contagiar a los trabajadores de los otros países en el bando contrario, para que todos confluyesen bajo la misma bandera más allá de las patrias. Sale de la cárcel a principios de noviembre de 1918 y se une a la oleada revolucionaria que inunda las calles de las principales ciudades y, sobre todo, de Berlín. Dos años antes, en otro mitin, el 1 de mayo de 1916, en medio de la conflagración, Liebknecht finaliza su arenga al grito de “¡Abajo la guerra, abajo el Gobierno!”. También es detenido y pasa en prisión dos años y medio. Sale el 23 de octubre de 1918.

A partir de ese momento, a los dos dirigentes espartaquistas les quedaban apenas dos meses de vida, y dedican sus fuerzas a publicar un periódico (La Bandera Roja) y a fundar el Partido Comunista de Alemania (KPD). Se convierten en objeto del desprecio y del odio de sus antiguos compañeros de la socialdemocracia, que gobernaban en Alemania desde unas semanas antes. Odio mortal. El historiador Sebastian Haffner (La revolución alemana de 1918-1919; Historia Iné­dita) escribe que el asesinato de RL y de Liebknecht se planeó, como tarde, a principios de diciembre de 1918 y se ejecutó de forma sistemática. Aparecieron carteles en los postes de las calles que decían: “¡Obreros, ciudadanos! ¡A la patria se le acerca el final! ¡Salvadla! Se encuentra amenazada y no desde fuera, sino desde el interior, por la Liga Espartaquista. ¡Matad a sus líderes! ¡Matad a Liebknecht! ¡Entonces tendréis paz, trabajo y pan!”. Firmado: “Los soldados del frente”. A pesar de las generalizadas amenazas, ninguno de los dos abandonó Berlín ni llevaba guardaespaldas; simplemente cambiaban de domicilio.

¿Quiénes fueron los autores intelectuales del asesinato? El protagonista material fue el capitán Pabst (quien décadas más tarde, en 1962, protegido por la prescripción del delito, habló abiertamente de lo sucedido) y su escuadrón de la muerte, pero —según el historiador Haffner— no actuaron como simples ejecutores que obedecían con indiferencia una orden, sino como autores voluntarios y convencidos de lo que hacían. La prensa burguesa y socialdemócrata difundió sin pudor sucesivas incitaciones al asesinato, mientras que los responsables socialdemócratas —Ebert, Noske, Scheidemann…— miraban hacia otro lado y permanecían callados.

Cuando RL y ­Liebknecht salen de la cárcel, los frentes alemanes de la guerra se van desmoronando y se extiende la desmoralización en las trincheras. El káiser Guillermo II se refugia en Holanda. El mismo día en que RL es liberada, el socialdemócrata Scheidemann proclama la república alemana desde un balcón del Reichstag. Ebert ocupa la presidencia, forma un Consejo de Ministros socialdemócratas moderados y pide al pueblo que abandone las calles y vuelva a la normalidad. El ala mayoritaria del SPD quería la república y las libertades, mientras que los espartaquistas pretendían la revolución proletaria, como indican las proclamas: “Ha pasado la hora de los manifiestos varios, de las resoluciones platónicas y las palabras tonantes. Para la Internacional ha sonado la hora de la acción”. Ambas facciones, reformistas y revolucionarios, lucharán encarnizadamente en las calles de Berlín, a veces edificio por edificio. El Gobierno de Ebert confía la represión de los insurrectos al socialdemócrata moderado Noske, que organiza una fuerza militar en la que permite la integración de los oficiales del antiguo Ejército monárquico. El 13 de enero había sido sofocada la insurrección espartaquista. Dos días después, acaban violentamente con la vida de sus principales líderes.

Retrato de Rosa Luxemburgo.
Retrato de Rosa Luxemburgo. ROSA LUXEMBURG STIFTUNG

RL no llegó a cumplir los 50 años. Nacida en la Polonia rusa en el año 1871 en el seno de una familia judía, pronto se dio cuenta de que la lucha por su ideario marxista sería muy reducida si se quedaba en su país y que para tener influencia debía traspasar la frontera de Alemania, donde existía el Partido Socialdemócrata (SPD) más fuerte del mundo. Para ser ciudadana alemana legal, firmó un matrimonio de conveniencia con un socialista alemán, lo que le dio derecho a la nacionalidad de ese país. A partir de ese momento, Alemania fue su principal campo de acción. En el seno de la socialdemocracia y de la Segunda Internacional, aunó teoría (multitud de artículos y libros muy importantes) y praxis (intervención en congresos, debates con muchos de los popes del marxismo —su amigo Franz Mehring la definió como “la mejor cabeza después de Marx”—, clases en la escuela de formación del partido…). En cambio, no tenía dotes organizativas. Su presencia física era una mezcla de fuerza y de ternura, de decisión y de prudencia, dicen sus biógrafos. Un dirigente judío la describe del siguiente modo: “Rosa era pequeña, con una cabeza grande y rasgos típicamente judíos, con una gran nariz, un andar difícil, a veces irregular debido a una ligera cojera. La primera impresión era poco favorable, pero bastaba pasar un momento con ella para comprobar qué vida y qué energía había en esa mujer, qué gran inteligencia poseía, cuál era su nivel intelectual”.

De su vasta producción teórica destacan los temas que forman parte de su legado y que constituyen lo que, una vez muerta Rosa, se denominó “luxemburguismo”, una escuela marxista de características propias: su pacifismo, su lucha contra el revisionismo y la defensa de la democracia en el seno de la revolución. Sus posiciones, a veces intransigentes, le hicieron polemizar con las figuras más relevantes del socialismo marxista, como Lenin, Trotski, Bernstein, Kautsky…

Recomendaba preparar a las masas para aprovechar las crisis nacionales e internacionales y asaltar el poder

 

Reivindicándose del mejor marxismo (aunque también polemizó con algunas de las ideas del Marx economista en el libro La acumulación de capital), argumentó en favor del internacionalismo como forma de pensar y de vivir. El Manifiesto comunista terminaba con la célebre fórmula de “¡Proletarios de todos los países, uníos!”, y RL y Liebknecht la hicieron suya relacionándola con la Gran Guerra. Los partidos socialdemócratas habían defendido tradicionalmente que en caso de conflicto bélico entre potencias capitalistas, los trabajadores se negarían a combatir y llamarían a la huelga general (la “huelga de masas” en la terminología luxemburguista). Pero en el momento decisivo, el SPD, el partido más grande y más influyente de la Segunda Internacional (más de un millón de afiliados), votó a favor de los empréstitos de guerra, y el resto de los partidos socialistas siguió sus pasos. Cada uno de ellos se puso detrás de sus Gobiernos. Prevaleció la patria sobre la clase social.

Ya a principios del siglo XX, en un congreso de la Internacional en París, RL presentó una ponencia de convicciones profundamente antimilitaristas, las que mantendría hasta el final de sus días. En ella se defendía que los ataques armados entre potencias imperialistas devendrían en formidables coyunturas revolucionarias. Diecisiete años después, la revolución bolchevique fue un testimonio irrefutable de esta tesis. RL recomendaba no solo una crítica abierta al imperialismo, sino que se preparase a las masas con vistas a aprovechar las crisis internacionales y las eventuales crisis nacionales generadas por aquellas para asaltar el poder. Consideraba imprescindible intensificar la acción de todos los partidos socialistas contra el militarismo.

Siete años después, en otro congreso de la Internacional, RL presenta una enmienda firmada conjuntamente con Lenin y Mártov (que luego sería el líder menchevique) que sostiene que, si existe la amenaza de que la guerra estalle, es obligación de la clase trabajadora y de los representantes parlamentarios, con la ayuda de la Internacional como poder coordinador, hacer todos los esfuerzos por evitar los enfrentamientos violentos; en el caso de que a pesar de ello se multiplicase el conflicto armado, era su obligación intervenir a fin de ponerle fin enseguida y aprovechar la crisis creada por la guerra para agitar los estratos más profundos del pueblo para “precipitar la caída de la dominación capitalista”. Estas palabras suponían una llamada a la insurrección, que fue lo que hicieron los espartaquistas en 1919, con la participación de RL.

Esa Rosa Luxemburgo, asesinada por los soldados prusianos, más que posiblemente con la complicidad activa o pasiva de sus antiguos compañeros socialdemócratas, fue despedida en su entierro por su amiga Clara Zetkin (otra espartaquista) con las siguientes palabras: “En Rosa Luxemburgo, la idea socialista fue una pasión dominante y poderosa del corazón y del cerebro; una pasión verdaderamente creativa que ardía incesantemente. (…) Rosa fue la afilada espada, la llama viviente de la revolución”.

LENIN, STALIN Y LOS MARXISMOS

J. E.

El núcleo de aliados políticos de Rosa Luxemburgo fue siempre muy pequeño. Todo lo contrario que el de sus adversarios, entre los que se encontraron muchos de los dirigentes del ala derecha de la socialdemocracia y los sindicalistas burocratizados, a los que atacó sin piedad. Pero ambos núcleos fueron blancos móviles: dependían de los momentos y de los temas. Lenin, Trotski, Kautsky, Jaurès, etcétera, fueron algunos de los marxistas legendarios que compartieron y disintieron del ideario y la práctica política de la alemana. Un ejemplo de ello fue la relación con Lenin, el líder soviético; ambos se admiraron y pactaron, pero también se criticaron.

En 1918, apenas unos meses después del triunfo de la revolución bolchevique, RL publica un folleto titulado La revolución rusa que reivindica los acontecimientos de Leningrado y Moscú, pero que critica algunos aspectos que pueden torcer su futuro, sobre todo los relacionados con el terror revolucionario (que protagonizaría en buena parte un amigo polaco de RL, que dirigiría la Cheka y la sede de la Lubianka, el sangriento Félix Dzerzhinski) y la supresión de la democracia.

En el folleto citado, RL escribe que sólo la libertad de los que apoyan al Gobierno, sólo la libertad para los miembros de un partido, “no es libertad en absoluto. La libertad es siempre libertad para el que piensa de manera diferente”. Creía que el socialismo sólo puede ser resultado del desarrollo de la sociedad que lo construye, y para ello se requiere la más amplia libertad entre el pueblo (lo que no quiere decir que no sea necesario el control político). Si se sofoca la vida política, la parálisis acabará afectando a la vida de los sóviets; sin elecciones generales, sin libertad de prensa y de reunión, sin la libre confrontación de las opiniones, la vida de cualquier institución política perecerá, se convertirá en una vida aparente en la que la burocracia será el único elemento vivo.

En su libro sobre la revolución rusa, la revolucionaria RL acierta premonitoriamente con lo que iba a suceder en la Unión Soviética, sobre todo a partir del momento en que se inicia el futuro estalinista. Algunas decenas de dirigentes del Partido, animados por una energía inagotable y por un idealismo sin límites, dirigirán y gobernarán; el poder real se encontrará en manos de unos pocos de ellos, dotados de una inteligencia singular. La aristocracia obrera será invitada de cuando en cuando a asistir a las reuniones para aplaudir los discursos de los dirigentes y votar por unanimidad las resoluciones propuestas; en el fondo será un gobierno de camarillas, una dictadura en verdad, pero no la dictadura del proletariado, sino una dictadura de un puñado de políticos. En muchos casos la realidad superó a los pronósticos luxemburguistas.

A pesar de este severo cuestionamiento, reivindica el papel histórico del partido de Lenin, siempre en contraposición con sus camaradas alemanes: “Por eso los bolcheviques representaron todo el honor y la capacidad revolucionaria de la que carecía la socialdemocracia occidental. Su insurrección de octubre no sólo salvó la revolución rusa; también salvó el honor del socialismo internacional”.

Con esta idea de la democracia se explica que Stalin no subiese nunca a Rosa Luxemburgo al altar de la iconografía máxima del socialismo. Fue una heterodoxa hasta el final de su vida.

Ricardo Mella, el anarquista condenado al destierro a quien Durruti leía en el frente.

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El pensador anarquista y activista libertario Ricardo Mella Cea

Autor: HENRIQUE MARIÑO.

Fuente: Público, 13/12/2018

Quizás en su tierra lo recuerden por haber facilitado los desplazamientos de sus paisanos y en los ateneos por haber sido un libertario rebelde de formas exquisitas, pero la figura de Ricardo Mella Cea terminó difuminándose durante el franquismo, hasta que su currículo se vio reducido a la dirección de la Compañía Anónima de Tranvías Eléctricos de Vigo. “La represión que instauró la guerra civil y la posterior dictadura desfiguró su trayectoria y provocó que fuese más recordado como gerente de esa empresa, buena persona y lúcido escritor que como organizador, agitador y revolucionario”, explica la filóloga Iria Presa, quien no ha cejado en su empeño de reivindicar a uno de los teóricos patrios del anarquismo hasta dedicarle su particular homenaje: una web que nace con la vocación de reivindicar su legado y de recopilar su obra, dispersa en libros y colaboraciones de prensa.

“Es considerado, con razón, como el más profundo, el más penetrante, el más lúcido de los pensadores anarquistas españoles. Sus escritos, todos concisos, cortos en dimensión, lo equiparan a los mejores teóricos del anarquismo internacional”, bendijo la ministra republicana Federica Montseny. Sin embargo, Iria prefiere citar a otros autores que alabaron sus soflamas, como José Nakens, quien lo consideró “el ácrata que más vale de este país”, recuerda la investigadora viguesa, cuyo rescate también ha sacado a la luz algunos pasajes ocultos de otros gallegos ilustres, como el poeta vanguardista Manoel Antonio (Fomos ficando sós / o Mar o barco e mais nós), léase su expediente en la extinta Escuela de Náutica de Vigo.

Presa ha tirado de cabos e hilos, revelando con cada arrastre las vidas singulares de Alianza, Esperanza, Alba, Flora, Luz, Alicia y Urania, defensora de los derechos de las mujeres y de los valores de la Segunda República, lo que le valió una condena a muerte, conmutada por una pena de treinta años de cárcel. Su marido fue fusilado, ella encerrada en una prisión guipuzcoana y sus cuatro hijos, cuando volvieron a verla casi una década más tarde, sólo pudieron disfrutar de su calor durante un mes, el tiempo que medió entre la cadena y la muerte. Urania era feminista e hija de Ricardo y sobre ella también ha escrito la filóloga graduada en la Universidade de Vigo, quien hoy presenta la web en la Fundación Cuña Novas de Pontevedra y mañana hará lo propio en la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad, donde estarán presentes el abogado José Ángel Maquieira y el profesor Gonzalo Navaza, respectivamente.

Detalle de un retrato de Ricardo Mella pintado por Nicanor Pardo. / ARCHIVO DE LA FAMILIA MELLA

Detalle de un retrato de Ricardo Mella pintado por Nicanor Pardo. / ARCHIVO DE LA FAMILIA MELLA

“Hemos decidido regalarle a Ricardo por su cumpleaños un espacio donde se recojan sus escritos y se recupere el ideal anarquista que promulgó. El homenaje no consiste en ponerle su nombre a una calle —un atentado toponímico— ni a un instituto; no si antes no se le explica al alumnado quién era Mella y qué era para él la anarquía. El verdadero homenaje reside en leerlo y en practicar sus conceptos. Para eso es necesario editar sus textos e incluir su figura e ideal en los libros de texto”, defiende Presa, secretaria general del Comando RM, un “grupo de afinidad y acción libertaria” que se ha propuesto divulgar su vida y su obra en una página que permite descargar sus escritos originales. Y, de paso, ejercer de buzón de toda la documentación “perdida por el mundo” para, una vez recopilada, ponerla a disposición de los estudiosos y lectores.

Intelectual políglota e hijo de un sombrerero, Ricardo Mella (1861​-1925) trabajó de joven en una agencia marítima y, tras sacarse una oposición, ejerció como topógrafo en varias localidades y llegó a ser el director de la Compañía de Tranvías de Vigo. Ávido lector cuando niño, fue un adulto propagandista: de aquellos textos federalistas que le brindaba su padre a sus posteriores manifiestos anarquistas. No sólo escribió en numerosos periódicos y semanarios, sino que también los fundó y los dirigió. La lista es ingente, aunque sus cabeceras (La Anarquía, El Despertar, La Solidaridad, El Progreso, La Protesta, El Corsario, La Idea Libre…) son señales que conducen a su ideario: republicano, federalista y defensor de la clase obrera. Su firma no sólo fue solicitada por periódicos de Madrid o Barcelona, sino también por publicaciones extranjeras —de París a Nueva York, pasando por Roma o Buenos Aires—, de las que se valía para expeler su ardor revolucionario.

Su denuncia de un presunto desfalco cometido en el Banco de España motivó que el marqués José Elduayen, político canovista y exdirector de la institución, se querellase contra él por injurias, lo que le acarreó en 1883 una pena de destierro y una multa. Cuando toma la decisión de refugiarse en Madrid, pisa el acelerador ácrata. Juan Serrano Oteiza, director de La Revista Social, motiva su giro ideológico del federalismo al anarquismo, alimentado por las doctrinas de Proudhon y Spencer, sin perder nunca de vista el credo de Pi i Margall. Empapado por los contenidos de la citada publicación, la relación con su responsable —a quien había conocido durante el congreso de la Federación de Trabajadores de la Región Española, celebrado en Sevilla, cuando contaba con poco más de veinte años— se estrecha tras contraer matrimonio con su hija Esperanza.

Tras dos décadas de febril escritura, echa el freno, quizás desengañado, escéptico o deprimido ante las divisiones o luchas intestinas del movimiento. Sin embargo, la Semana Trágica de Barcelona espolea al pensador, quien se había volcado en el estudio y la meditación, mas sin dejar de prestar su pluma en alguna contada ocasión. Su reentré necesitaba de una nueva cabecera, que no duda en fundar con la ayuda de su seguidor Eleuterio Quintanilla: el semanario Acción Libertaria, al que sucedió El Libertario hasta que volvió a recuperar su nombre original. Ahí «está lo mejor que Ricardo Mella escribió con su pluma», en palabras de su discípulo Pedro Sierra, quien años después de su muerte le dedicaría una semblanza en Solidaridad Obrera, el órgano del movimiento libertario español en Francia. En ella, reflexionaba sobre su exilio interior, que le había llevado a perfilar sus tesis intelectuales, a madurar sus ideas y a pulir su estilo, antaño sencillo y claro. «Hasta su último folleto, Doctrina y Combate, sus razonamientos siguen siendo válidos, mientras que su estilo resulta ágil, claro, directo y con una gran dosis de retranca», añade Presa.

No dejó de ser «profundamente libertario», aunque cuando se olvidó de darle cuerda al reloj ya habitaba en «una suerte de escepticismo filosófico con gran fondo idealista». O, dicho de otro modo, «había evolucionado hacia una comprensión de las ideas por encima de todos los dogmas», escribía Sierra, quien ya en 1956 consideraba un deber publicar la obra completa del pensador, dispersa entre libros y colaboraciones en prensa. El mismo objetivo que persigue hoy Iria, quien profundizó en su figura gracias al fallecido Xosé Reigosa, bisnieto de Ricardo y activista enrolado en plataformas como Galiza non se vende. “Es el ideólogo del anarcosindicalismo español, que cuajó en diferentes pupilos, como José Villaverde Velo, el mayor impulsor de su ideario y de su obra, faro del anarcosindicalismo gallego y protagonista de El lápiz del carpintero, de Manuel Rivas”, afirma la secretaria general del Comando RM, quien derrocha anécdotas, desde “Durrutileyendo sus escritos en el frente” hasta “las peleas cara a cara con Pablo Iglesias”, pasando por “aquel texto que no fue galardonado en un concurso anarquista porque era demasiado revolucionario”.

El Palacio de Bellas Artes de Barcelona acoge en 1889 el Segundo Certamen Socialista. El tema propuesto por Unión Local de Resistencia de Sabadell, premiado con cincuenta y cinco pesetas, es el Deber del trabajador en la actualidad. El jurado no escatima en elogios, pero le niega la gloria: “El trabajo número 31 es bellísimo en la forma y en su fondo […], mas el carácter excitante del escrito le convierte más en un manifiesto revolucionario que en exposición de procedimientos que integren el deber del trabajador […]; y así juzgado, sin dejar de reconocer sus bonitas cualidades […], se le concede el accésit de la publicación”. Huelga decir que el título era Organización, agitación, revolución. “Más allá de ser topógrafo, publicista y pensador anarquista, fue un gallego rebelde, inadaptado y contestatario”, escribe Presa en su blog, Epifanías libertarias.

La filóloga gallega, aficionada a bucear en hemerotecas y archivos históricos, pretende traducir los contenidos de la web al castellano y al inglés para difundir la palabra de Mella urbe et orbi. Aunque aspira a ser un trabajo colectivo, abierto a los hallazgos de otros investigadores, su incansable labor ya permite consultar sus primeros artículos, publicados en 1880 en El Estudiante de Pontevedra, algunas rarezas y los dos volúmenes que abarcan parte de la producción del intelectual vigués, Ideario y Ensayos y conferencias. El proyecto de editar sus obras completas fue desbaratado por el golpe de 1936, si bien algunos libros han sido reeditados gracias al esfuerzo de sus incondicionales José Villaverde —responsable de la publicación en 1926 de la primera antología— y Eleuterio Quintanilla y Pedro Sierra —quienes posibilitaron la edición de la segunda en 1934—. “Sin embargo, el estudio de su pericia vital y la compilación de su trabajo continúan pendientes. Lo ideal sería crear una Biblioteca Ricardo Mella que albergase sus periódicos y folletos, así como un lugar de referencia del autor, del anarquismo y de los movimientos sociales”, apunta Iria Presa, quien ha dejado escrito que “Mella fue la voz del pueblo y el pueblo tiene su voz en Mella”.

El pensador vigués llevó a su terreno algunas teorías anarquistas. “Los que quieran conocer a fondo estas doctrinas habrán de estudiar la forma original en que las interpretaba, principalmente en lo que se refiere al concepto que tenía de los límites de la libertad individual, que le llevó a defender durante muchos años el colectivismo por oposición al comunismo, guardando en esto gran afinidad con Tucker”, recomendaba Pedro Sierra en Homenaje a Ricardo Mella, publicado en la revista Solidaridad Obrera, editada en París. Una obra que, a su juicio, conserva el “valor de perennidad”, es “rica en ideas y contenido”, abarca diversas temáticas y está escrita “con pluma de artífice”, por lo que “su brillante labor” debería ser plasmada en su conjunto para honrar su memoria “sin profanar así nada su espíritu iconoclasta”.

La secretaria general del Comando RM coincide en la conclusión de su admirador, consciente del silencio al que fue sometido dentro y fuera de nuestras fronteras, así como a su blanqueamiento por la dictadura, que lo despojó de una ideología que empapó su pluma en el tintero libertario. “Aparte de su base doctrinal y teórica desde un punto de vista organizativo y táctico, ejerció un activismo que no han permitido que pasase a la historia”, concluye Iria. “Así, mientras en México lo consideraban un pensador de salón, el régimen franquista diluyó su figura para que trascendiese como un gerente de tranvías demócrata, no como un agitador que convocaba asambleas revolucionarias. Y esa faceta se perdió, pero no puede olvidarse”.

 

La multimillonaria multa que Haití le pagó a Francia por convertirse en el primer país de América Latina en independizarse.

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Entre todos los pesares de Haití, hay uno que llama especialmente la atención por su incongruencia.

Fuente: BBC, 30/12/2018.

Hace 215 años Haití se convirtió en la primera nación independiente en América Latina, la república negra más antigua del mundo y la segunda república más antigua del hemisferio occidental después de Estados Unidos.

Todo esto se logró tras la única revuelta de esclavos exitosa en la historia humana.

Esas son muchas razones de orgullo para una nación que, desde hace mucho tiempo, encabeza otras listas mucho más dolorosas.

Haití es el país más pobre de América y uno de los más pobres del mundo, según cualquiera de los organismos que elabora esas clasificaciones, incluidos el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Las razones son tantas que quienes quieren ayudar se quedan atónitos.

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Haití es un país que ha sido golpeado por múltiples tragedias.

Haití ha sido escenario de esclavitud, revolución, deuda, deforestación, corrupción, explotación y violencia. Sin olvidar la colonización, la ocupación por EE.UU., revueltas, golpes de Estado y dictaduras hasta la llegada en 1957 de François «Papa Doc» Duvalier, quien impuso uno de los regímenes más corruptos y represivos de la historia moderna que duró 28 años y causó muchas atrocidades y malversaciones.

No sorprende que ni la infraestructura, ni la educación, ni la salud, ni ningún otro bien público haya sido prioridad.

Eso en un país con el infortunio de estar ubicado sobre la falla principal entre las placas tectónicas de Norteamérica y el Caribe y en la pista principal de huracanes de la región, lo que hace que los desastres naturales sean aún más desastrosos.

En medio de tantos pesares, hay uno que resalta por incongruente a ojos contemporáneos: por declarar su independencia Haití tuvo que pagarle una cuantiosa indemnización al poder colonial del que se liberó.

De Ayiti a La Española a Saint-Domingue

Cristóbal Colón llegó a la isla que hoy alberga las Repúblicas de Haití y Dominicana en diciembre de 1492.

Mapa de cuando era colonia española y francesaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionUno de los primeros lugares con los que se topó Colón.

Asumiéndola como territorio de la corona española, Colón bautizó la isla La Hispaniola o La Española, conoció a los nativos, que eran taínos, los llamó «indios» y con ellos pasó su primera Navidad en el Nuevo Mundo.

Aunque inicialmente la explotación de yacimientos de oro y la producción azucarera entusiasmó a los colonizadores, el descubrimiento de una enorme riqueza en el continente americano hizo que el interés por La Española menguara, particularmente el interés por la parte occidental de la isla.

Así, los bucaneros ingleses, holandeses y franceses se disputaron lo que los nativos taínos habían conocido como Ayiti.

Los que viajaban con la bandera de Luis XIV, «el Rey Sol» francés, asumieron gradualmente el control de esa esquina de la isla y en 1665 Francia la reclamó formalmente y la nombró Saint-Domingue.

30 años más tarde, Madrid le cedió formalmente un tercio de La Española a París.

La perla de las Antillas

Los franceses convirtieron Saint-Domingue en una de las colonias más ricas del mundo, y la más lucrativa del Caribe.

Llegando a Santo Domingo, grabado del siglo XVII.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLos bucaneros franceses llegan en la costa occidental de la isla española de Hispaniola, también llamada Santo Domingo/Saint-Domingue, en el Caribe.

Para 1789, el 75% de la producción de azúcar del mundo provenía de Saint-Domingue, así como gran parte de la riqueza y gloria de Francia.

La llamada perla de las Antillas producía además café, tabaco, cacao, algodón e índigo, y lideró el mundo en la producción de cada uno de estos cultivos en un momento u otro durante el siglo XVIII.

La enorme riqueza que producía la fabulosa colonia era extraída gracias a la importación de decenas de miles de esclavos al año y la implementación de un duro sistema de esclavitud.

Azúcar amarga

Es aquí donde los números se tornan amargos: a finales de ese económicamente exitoso siglo XVIII, la perla de las Antillas fue el destino de un tercio de todo el comercio de esclavos en el Atlántico.

La alta demanda era resultado de la alta tasa de mortalidad de los esclavos: su promedio de vida era 21 años, y muchos morían tan solo tres meses después de haber llegado.

Enfermedad, exceso de trabajo y el sadismo de los supervisores eran los causantes de la mayoría de las muertes.

Grabado de un boceto del soldado británico Marcus Rainsford que muestra cómo entrenaban a los sabuesos en Santo Domingo usando esclavos, 1791-1803.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionGrabado de un boceto del soldado británico Marcus Rainsford que muestra cómo entrenaban a los sabuesos en Santo Domingo usando esclavos, 1791-1803.

Un escrito del autor haitiano Pompée Valentin, a menudo citado por su rareza y su elocuencia, ilustra el tratamiento que se le daba a los esclavos en las plantaciones haitianas:

¿No han colgado hombres con la cabeza hacia abajo, los han ahogado en sacos, los han crucificado en tablas, los han enterrado vivos, los han aplastado con morteros?

¿No los han obligado a consumir las heces?

Y, después de haberlos desollado con el látigo, ¿no los han arrojado vivos para ser devorados por gusanos o sobre hormigueros, o los han atado a estacas en el pantano para ser devorados por mosquitos? ¿No los han echado en calderos de jarabe de caña hirviendo?

¿No han puesto hombres y mujeres dentro de barriles tachonados con púas y los han hecho rodar por las laderas de las montañas hasta el abismo?

¿No han consignado estos negros miserables a los perros que se comen al hombre hasta que estos últimos, saciados por la carne humana, dejaron a las víctimas destrozadas para ser rematadas con bayoneta y puñal?

La Revolución de les gens de couleur de Saint-Domingue

El eco de la Revolución Francesa de 1789 llegó a la rica colonia donde los denominados gens de couleur y los esclavos se empezaron a preguntar cómo aplicaba la Declaración de los Derechos Humanos del Hombre a su situación.

En 1791, un hombre de origen jamaicano llamado Boukman se convirtió en el líder de los esclavos africanos en una gran plantación en Cap-Français.

Siguiendo el modelo de la revolución en Francia, el 22 de agosto de ese año, los esclavos destruyeron las plantaciones y ejecutaron a todos los blancos que vivían en la región.

Levantamiento de esclavos en gran plantación en Cap-FrançaisDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionPrimer ataque de una lucha que se extendería por 12 años.

Fue la primera acción de un levantamiento que se convirtió en guerra civil y luego en batalla frontal contra las fuerzas de Napoleón Bonaparte, y que tardó 12 años en alcanzar su objetivo: expulsar a los franceses.

El 1 de enero de 1804, Haití declaró su independencia y Jean-Jacques Dessalines se convirtió en su primer gobernante, inicialmente como gobernador general, y después como emperador Jacques I de Haití, título que él mismo se asignó.

Dessalines dio la orden de que todos los hombres blancos fueran condenados a muerte.

Y así fue: desde principios de febrero hasta mediados de abril de ese año tuvo lugar la masacre de Haití, que se cobró la vida de entre 3.000 y 5.000 hombres y mujeres blancos de todas las edades.

Sin intención de ocultar lo sucedido, Dessalines hizo una declaración oficial: «Hemos dado a estos verdaderos caníbales guerra por guerra, crimen por crimen, indignación por indignación. Sí, he salvado a mi país, he vengado a América».

La cuenta de cobro

La larga lucha por la independencia les había dado a los esclavos autonomía, pero también había destruido la mayoría de las plantaciones y la infraestructura del país.

El costo humano era también enorme: se calcula que de los 425.000 esclavos quedaron sólo 170.000 en condiciones de trabajar para reconstruir el flamante país.

Dessalines con cabeza de blanco cortadaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionDessalines siguió el ejemplo de la Revolución Francesa, pero sin guillotinas.

La brutal venganza contra los blancos tomada después de que Francia se rindiera trajo el desprecio de muchas naciones.

ninguna reconoció a Haití diplomáticamente.

Sumado a esto, lo que había ocurrido en Saint-Domingue era la peor pesadilla de todos los poderes que tenían colonias en la vecindad, por lo que dejaron a Haití en «cuarentena» para prevenir el contagio.

Fue así que ocurrió lo difícilmente imaginable.

El 17 de abril de 1825, el presidente haitiano Jean-Pierre Boyer firmó la Real Ordenanza de Carlos X.

Callejón con una sola salida

La ordenanza le prometía a Haití reconocimiento diplomático francés a cambio de un arancel del 50% de reducción a las importaciones francesas y una indemnización de 150.000.000 francos (unos US$21.000 millones de hoy), pagadera en cinco cuotas.

¿Por qué una indemnización?

Porque el nuevo país tenía que compensar a los plantadores franceses por las propiedades que habían perdido, no sólo tierra sino también esclavos.

François-Dominique Toussaint L'ouverture, alias El Napoleón Negro, uno de los héroes de la Revolución que tan caro les costó. George De BaptisteDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionFrançois-Dominique Toussaint L’ouverture, alias El Napoleón Negro, uno de los héroes de la Revolución que tan caro les costó.

Y si el gobierno haitiano no firmaba el acuerdo, el país no sólo seguiría aislado diplomáticamente sino que sería bloqueado por una flotilla de buques de guerra franceses que ya estaba en la costa haitiana.

Esos 150.000.000 francos en oro equivalían a los ingresos anuales del gobierno haitiano multiplicados por 10, de manera que no sorprendió que cuando llegó el momento de hacer el primer pago Haití tuviera que pedir un préstamo.

Francia no tenía problema con que lo hiciera, siempre y cuando acudiera a un banco francés.

La deuda de la Independencia

Así empezó formalmente lo que se conoce como la deuda de la Independencia.

Dibujo de la bandera de 1838Derechos de autor de la imagen GETTY IMAGES
Image captionDibujo de la bandera de 1838, cuando ya el país estaba irremediablemente endeudado.

Un banco francés le prestó a Haití 30.000.000 francos -el monto de la primera cuota que debía- y le dedujo automáticamente 6.000.000 francos por comisiones.

Con lo que quedó, 24.000.000 francos, Haití le empezó a pagar reparaciones a Francia, lo que quiere decir que ese dinero pasó directo de las bóvedas del banco francés a las de la tesorería francesa.

En ese mismo instante, Haití quedó debiéndole 30.000.000 francos al banco francés y 6.000.000 francos más de la deuda total a Francia que lo que debía antes de hacer el primer pago.

Era una espiral sin fin para pagar una deuda inmensa que incluso cuando fue rebajada a la mitad en 1830 era demasiado alta para el país caribeño.

Tuvo que pedir enormes préstamos a bancos estadounidenses, franceses y alemanes con tasas de interés exorbitantes que le obligaban a destinar la mayor parte del presupuesto nacional en reembolsos.

Finalmente, en 1947 Haití terminó de compensar a los dueños de las plantaciones de aquella colonia francesa que fue la perla de las Antillas.

Le tomó 122 años pagar su deuda de la Independencia.

Henri Poincaré, el profeta del caos que probó que hay problemas imposibles de resolver.

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El francés Henri Poincaré (1854-1912), es considerado uno de los mejores matemáticos de todos los tiempos. Trabajó en mecánica celeste, topología, relatividad y es considerado el fundador de la teoría del caos. También planteó la Conjetura de Poincaré, en 1904, un problema de topología que no fue resuelto hasta 2003 por Grigori Perelman.

Autor: Marcus du Sautoy

Fuente: BBC. 16/09/2018

Henri Poincaré había verificado cada paso de su argumento. Su prueba acaba de recibir un premio matemático de la Academia de Ciencias en Suecia.

Pero uno de los jueces planteó una pregunta sobre uno de los pasos y Poincaré se dio cuenta de que había cometido un grave error.

Ese alarmante error, sin embargo, llevó a Poincaré a realizar un descubrimiento matemático extraordinario.

Destellos

Henri Poincaré es uno de los gigantes de las matemáticas y uno de los genios de la historia. Además de matemático, fue astrónomo y físico teórico.

En este sentido, su enfoque de las matemáticas no era diferente al de Sir Isaac Newton 200 años antes.

Poincaré era un gran creyente en la «intuición matemática».

«Un científico digno de su nombre, sobre todo un matemático, experimenta en su trabajo la misma impresión que un artista; su placer es igual de grande y de la misma naturaleza», dijo.

Con su portentosa memoria, solía resolver los problemas completamente en su cabeza y, una vez resueltos, escribía rápidamente los resultados.

Sobre cómo llegó a la respuesta al reto que le había valido el premio de la Academia de las Ciencias contó:

«Todos los días me sentaba en mi mesa de trabajo, me quedaba una o dos horas, probaba una gran cantidad de combinaciones y sin obtener resultados«.

«Una noche, contrariamente a mi costumbre, me tomé un café y no pude dormir«.

«Las ideas se levantaron en las multitudes; las sentí colisionar hasta que se entrelazaron en pares, por así decirlo, formando una combinación estable. A la mañana siguiente solo tuve que escribir los resultados, lo que me llevó unas horas.

«El pensamiento es solo un destello entre dos largas noches, pero este destello lo es todo«.

Antes de que todo se tornara caótico…

En 1885, el Rey Oscar II de Suecia y Noruega decidió celebrar su 60 cumpleaños ofreciendo un premio matemático.

Tres matemáticos eminentes fueron convocados para elegir un desafío matemático apropiado y juzgar las respuestas.

Rey Oscar II de Suecia y NoruegaDerechos de autor de la imagen GETTY IMAGES
Image caption ¿Qué le regalas a un rey que lo tiene todo? La solución a un problema matemático.

La pregunta que plantearon fue: ¿podemos establecer matemáticamente si el Sistema Solar continuará girando como un reloj, o es posible que en algún momento futuro, la Tierra se salga de órbita y desaparezca de nuestro sistema planetario?

Cuando Poincaré comenzó a explorar y encontró que estaba entrando en un territorio matemático increíblemente difícil.

Para simplificar un poco las cosas, comenzó estudiando un sistema con solo dos planetas. Isaac Newton ya había demostrado que sus órbitas serían estables. A partir de ahí, pasó a analizar qué sucede cuando se agrega otro planeta a la ecuación.

El problema es que, tan pronto como tienes tres cuerpos en un sistema, la Tierra, la Luna y el Sol, por ejemplo, la cuestión de si sus órbitas son estables se vuelve muy complicada, tanto que ya había dejado perplejo al poderoso Newton.

«Considerar simultáneamente todas estas causas de movimiento y definir estos movimientos mediante leyes exactas que admitan el cálculo fácil excede, si no me equivoco, el poder de cualquier mente humana», escribió el físico y matemático británico.

Sistema SolarDerechos de autor de la imagen GETTY IMAGES
Image caption¿Cuán estable es el Sistema Solar?

Sin inmutarse, Poincaré se puso a trabajar. Y aunque no pudo descifrar el problema por completo, el documento que presentó sobre el llamado «problema de 3 cuerpos» fue más que suficientemente brillante para ganar el premio del rey Oscar.

«A partir de ese momento, el nombre de Henri Poincaré se hizo conocido por el público, que luego se acostumbró a considerar a nuestro colega ya no como un matemático de particular promesa sino como un gran erudito del que Francia tiene derecho a estar orgullosa», señaló matemático Gaston Darboux, entonces secretario permanente de la Academia Francesa de Ciencias.

Al borde del caos

Fue cuando se estaba por publicar la solución de Poincaré en una edición especial de la revista de la Real Academia Sueca de Ciencias, Acta Mathematica, que salió a la luz el error en su trabajo.

Poincaré telegrafió al presidente de los jueces Gösta Mittag-Leffler para contarle la mala noticia, con la esperanza de limitar el daño.

«Las consecuencias de este error son más serias de lo que pensé en un principio. No voy a ocultarte la angustia que este descubrimiento me ha causado (…) No sé si todavía pensarás que los resultados que quedan merecen la gran recompensa que les has otorgado. Te escribiré extensamente cuando pueda ver las cosas más claramente», decía el telegrama.

Además, trató de evitar que la revista se imprimiera: publicar un documento erróneo en honor del rey sería un desastre.

Tierra, Luna y SolDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption El modelo simplificado lo llevó a cometer el error.

Mittag-Leffler estaba «extremadamente perplejo» al escuchar las noticias.

«No es que dude que tus escritos serán, en cualquier caso, considerados como la obra de un genio por la mayoría de los geómetras y que serán el punto de partida para todos los esfuerzos futuros en la mecánica celeste. Por lo tanto, no pienses que lamento haberle otorgado el premio», le contestó el matemático sueco.

«Pero lo terrible es qutu carta llegó demasiado tarde y su trabajo ya se ha distribuido», agregó.

La reputación de Mittag-Leffler estaba en juego por no haber recogido el error antes de que hubieran otorgado públicamente el premio a Poincaré.

«Por favor, no digas una palabra de esta historia lamentable a nadie. Te daré todos los detalles mañana», le pidió a su colega francés y pasí las siguientes semanas tratando de recuperar las copias impresas sin levantar sospechas sobre el embarazoso error.

Mittag-Leffler le sugirió a Poincare que pagara por la impresión de la versión original. Poincaré, que estaba mortificado, lo hizo, a pesar de que la cuenta llegó a más de 3.500 coronas, 1.000 más que el premio que había ganado originalmente.

El grave error de suponer

Como cualquier matemático diligente (o quizás obsesivo), Poincaré trató de corregir su error, de entender dónde y por qué se había equivocado.

Se dio cuenta que sencillamente no estaba bien aproximar de la forma que él había sugerido: su suposición de que un pequeño cambio en las condiciones iniciales resultaría en un pequeño cambio en el resultado era incorrecta.

Patos en línea con uno yendo para otro ladoDerechos de autor de la imagen GETTY IMAGES
Image caption Por pequeña que sea una desviación en el sistema, el cambio puede ser inmenso.

«Poincaré fue capaz de demostrar que es posible tener un sistema que se puede definir de manera muy sencilla y, sin embargo, puede producir movimientos realmente muy complicados, que se pueden entender pero no predecir. Y esa es una desviación radical del estándar que se tenía hasta entonces», explica el matemático y astrónomo Carl Murray.

En 1890, Poincaré escribió un segundo documento extenso en el que explicaba su creencia de que pequeños cambios podrían hacer que un sistema aparentemente estable se descompense repentinamente.

Esas mariposas

Lo que Poincaré demostró, tras sobreponerse de la angustia, es que existen ciertos problemas en el mundo para los cuales las matemáticas no pueden predecir la solución.

Efectivamente: esa poderosa disciplina que muchos consideran como la reina de las ciencias tiene límites.

Es el llamado «efecto mariposa»: la noción de que una mariposa agitando sus alas hace pequeños cambios en la atmósfera que posiblemente podrían causar un tornado en Tokio.

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Image caption Probablemente hayas oído hablar de que el batir de alas de una delicada mariposa puede tener consecuencias colosales en algún lugar del mundo.

Fue el nacimiento de la teoría del caos, uno de los conceptos más importantes del siglo pasado y una nueva rama matemática que está en el corazón de muchos sistemas naturales, desde cómo la población de una determinada especie varía con el tiempo hasta el ritmo de tu corazón, desde el Sistema Solar hasta nuestro clima.

Una teoría que cambió nada menos que nuestra comprensión del Universo.

El caos es la partitura en la que está escrita la realidad*

El caos hace que predecir el futuro sea tremendamente difícil.

Eso no quiere decir que el caos sea la matemática de la aleatoriedad o la probabilidad. Un sistema caótico sigue estando controlado por estrictas ecuaciones matemáticas pero, y esa fue la gran sorpresa, un cambio muy pequeño en las condiciones iniciales puede conducir a resultados muy diferentes.

Y en caso de que todavía te estés preguntando lo mismo que el rey Oscar hace 134 años –¿Es estable nuestro Sistema Solar?-, recientes modelos de computador señalan que a pesar de miles de años de estabilidad, es «posible» que una pequeña perturbación causada por un asteroide rebelde sea suficiente para despedazar nuestro sistema planetario.

Pero los modelos de computadora no son matemáticas. Y, hasta el día de hoy, una solución puramente matemática a este problema sigue eludiéndonos.

* «Trópico de Cáncer» (1934), Henry Miller

Revolución cubana: 3 éxitos y 3 fracasos del movimiento que inició Fidel Castro hace 60 años.

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La revolución cubana comenzó el 1 de enero de 1959 tras la huida del entonces gobernante de facto, Fulgencio Batista.

Autor: Lioman Lima

Fuente: BBC. 01/01/2019.

Cuando la Revolución cubana comenzó, todavía Dwight Eisenhower era presidente de Estados Unidos, Adolfo López Mateos gobernaba México y la Unión Soviética era la segunda potencia del mundo.

Sesenta años después, Eisenhower, López Mateo y la URSS son apenas recuerdos en libros de historia, pero el proceso que inició Fidel Castro en la mayor isla del Caribe, todavía sigue dando de qué hablar y sembrando simpatías y detractores a lo largo del mundo.

No habrá grandes celebraciones en la isla por este aniversario cerrado en el que, por primera vez en décadas, no gobierna alguien de apellido Castro un 1 de enero.

Para los admiradores de la Revolución cubana, la fecha marca una jornada simbólica: por más de medio siglo Cuba ha sido el símbolo de la resistencia ante Estados Unidos, el icono de la soberanía política latinoamericana y la esperanza de un modelo alternativo para el caótico orden mundial.

Para sus detractores, la fecha marca un año más de perpetuación en el poder de un grupo que, en su criterio, ha coartado las libertades y los derechos de un pueblo y lo han sumido en la pobreza, la crisis y «uno de los mayores exilios de la historia».

En BBC Mundo repasamos 3 grandes logros y 3 grandes fracasos de ese movimiento político que ha marcado la historia de Cuba -y de América Latina- en los últimos 60 años.

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Logros

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Salud

A través de los años, uno de los elogios más reiterativos que consigue la isla en casi cualquier escenario es su sistema de salud, público y universal, que la ubica como un referente frente a la mayoría de naciones de Latinoamérica.

«Los éxitos de Cuba en materia de salud son reconocidos mundialmente y dan cuenta de un nivel de compromiso consecuente y sistemático con el desarrollo de la salud por parte de las más altas autoridades de ese país desde 1959″, señala la Organización Mundial de la Salud a BBC Mundo.

Esa institución destaca, entre otros, la colaboración médica de la isla en otras naciones, la baja mortalidad infantil y el hecho de que, recientemente, se convirtió en el primer lugar del mundo en eliminar la transmisión materno-infantil del VIH/Sida y la sífilis congénita.

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Derechos de autor de la imagenAFP Image caption Cuba también ha creado institutos de investigación científica que son referentes internacionales, como el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología.

Es importante señalar que ya antes de la Revolución, en 1957, Cuba ocupaba el primer lugar de la región con menor mortalidad infantil y con mayor número de médicos y camas en los hospitales por habitantes, cifras que todavía ostenta.

En las últimas dos décadas el servicio médico en Cuba se ha deteriorado dada la falta de medicinas, equipos médicos y las deficiencias estructurales severas en varias instituciones hospitalarias.

El gobierno cubano lo atribuye a las sanciones económicas impuestas por el gobierno de Estados Unidos por casi 60 años.

«Más allá de las críticas que puedan hacérsele, la revolución hizo posible la salud para miles personas y eso es un hecho«, asegura a BBC Mundo el politólogo cubano Carlos Alzugaray.

Educación

60 años después del triunfo de Fidel Castro, el país ha erradicado prácticamente el analfabetismo, cuenta con un sistema de educación público que abarcatodas las enseñanzas y ha creado modelos educativos que se han utilizado en el resto de Latinoamérica.

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Image caption En Cuba la educación, la salud y el deporte son derechos de la población.

«Antes de la revolución, si bien el analfabetismo en la ciudad era del 11%, en el campo era del 40%. Eso es algo que con la revolución se solucionó. Se eliminó además la educación privada y se hizo accesible para toda la población», cuenta Mesa-Lago a BBC Mundo.

Mark Brenner, especialista en Cuba de la American University, señala que el modelo educativo de la isla es un referente en la región y ha logrado formar por generaciones a una de las poblaciones más preparadas académicamente de América Latina.

Sin embargo Sebastián Arcos, director del Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad Internacional de Florida, cuestiona que el acceso a ciertos niveles de enseñanza se limita a la condición de «ser revolucionario» y recuerda casos de expulsiones de estudiantes por expresar criterios contrarios a los del gobierno o- hace unas décadas- por ser homosexuales o tener el pelo largo.

«Es un país donde las escuelas se utilizan para adoctrinar a la gente desde muy jóvenes y donde se ponen los valores comunistas por encima de los valores de la enseñanza«, le dice a BBC Mundo.

Seguridad

Un hecho que para muchos escapa en la cotidianidad de la isla es que, según varios organismos internacionales -e, incluso, según ha reconocido en decenas de alertas de viajes el Departamento de Estado de EE.UU.- Cuba es uno de los países más seguros de Latinoamérica y el Caribe.

Estadísticas de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen muestran que la tasa de homicidios en la isla entre 2012 y 2016 fue de 4,99 por cada 100.000 habitantes, lo que la convierte en el segundo país más seguro de la región, solo superado por Chile.

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Image caption En Cuba es muy común ver policías patrullando calles o cuidando esquinas. En La Habana hay un sistema de cámaras de vigilancia en varios barrios.

El portal Data World, que compila datos oficiales, la ubicó por años como el lugar más seguro para visitar por estadounidenses, en comparación con otros destinos turísticos populares cercanos a EE.UU.

Arcos, aunque reconoce los altos niveles de seguridad en la isla, considera que estos se deben al «sistema represivo, de vigilancia y control» que ha establecido el gobierno cubano.

«Es un estado policiaco, dedicado a la seguridad y al control de las personas. Han creado mecanismos para que la gente tenga miedo y han llegado a hacer que casi todos los cubanos sientan que son vigilados o que alguien les escucha cuando hablan por teléfono», sostiene.

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Fracasos

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Economía

Casi todos los expertos consultados por BBC Mundo coinciden en calificar a la economía como el mayor fiasco del proceso iniciado por Fidel Castro en 1959.

«Yo diría que es la gran falencia o lo que quedó pendiente de esos 60 años y es que todavía no se ha alcanzado esa sociedad próspera y sostenible que se planteó alguna vez, lo que significa que todavía haya muchos asuntos pendientes en materia de vivienda, en materia de alcanzar niveles de vida aceptables para todo el mundo», opina Alzugaray.

El economista cubano Mauricio De Miranda Parrondo, profesor de la Universidad Javeriana de Cali, considera que un error fundamental en este sentido fue «el desconocimiento de las leyes de la economía» por parte del gobierno.

«La dirección cubana pecó de excesivo idealismo y de voluntarismo en la conducción de la economía. Siempre se priorizó la razón política y el mantenimiento del poder sobre la razón económica, explica a BBC Mundo.

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Image caption ara sus críticos, la revolución cubana no ha logrado ofrecer la sociedad que prometió.

Mesa-Lago, destaca, no obstante, que pese a la crisis económica sostenida que vive, Cuba ha logrado continuar creciendo (aunque sea en números muy pequeños) y que realizó una transformación económica en la que pasó de ser una economía dependiente del azúcar a otra dependiente de los servicios.

«Pero no ha logrado un cambio estructural que permita tener ese crecimiento económico sostenido del que han estado hablando desde decenios y que le permita recuperar los estándares de vida que tenía cuando todavía vivía del dinero de la Unión Soviética», comenta.

Derechos humanos

Es uno de los temas más peliagudos y de los que más controversia generan entre quienes apoyan o critican la Revolución cubana.

A través de los años, organizamos internacionales y críticos del gobierno han denunciado lo que consideran violaciones sistemáticas de los derechos humanos en la isla, que van desde la falta de libertad de prensa hasta el encarcelamiento o la persecución de opositores políticos, algo que el gobierno y sus seguidores niegan.

En septiembre pasado, en su informe anual, el secretario general de Naciones Unidas incluyó nuevamente a Cuba entre los países que toman «represalias vergonzosas» contra quienes defienden los derechos humanos.

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Image captionUn grupo de mujeres opositaras, llamadas Damas de Blanco (una de ellas, en el centro de la foto), aseguran ser víctimas frecuentes de represión por parte de la policía de Cuba.

Otras organizaciones, como Amnistía Internacional o Human Right Watch también publican periódicamente informes en los que cuestionan el estado de los derechos humanos en la isla.

«Por 60 años se han dedicado a callar, a encerrar u obligar a salir del país a todo el que piense diferente«, opina Arcos.

El gobierno cubano asegura, por su parte, que pocas naciones del mundo respetan los derechos humanos como ellos y tilda a los opositores de ser «mercenarios» al servicio de Estados Unidos.

Brenner considera que al hablar de derechos humanos en la isla se debe tener en cuenta «las fuertes presiones» que ha vivido por parte de Washington, que, en su criterio, llevaron al gobierno de La Habana a sobreestimar la amenaza y a que varios derechos sucumbieran ante la aspiración de mantener a flote el sistema.

«La Declaración Universal de los Derechos Humanos tiene tres componentes: derechos políticos, sociales y económicos. Y el gobierno cubano han enfatizado en los derechos sociales y económicos, pero se han dado de lado los derechos políticos,» sostiene.

«El hombre nuevo»

En el paradigma del «hombre nuevo», el ideal de Ernesto «Che» Guevara de crear un nuevo sistema de relaciones humanas, muchos críticos ven el resumen de una serie de fiascos de todo tipo que han impactado en las esencias del cubano de a pie y que han llevado a algunos a notar una falta de compromiso con el país y su futuro.

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Image caption Los críticos de la revolución señalan que no fue capaz de crear una sociedad que comprometa a sus jóvenes con el futuro de la isla.

«¿Cuál es el resultado 60 años después? ¿Un país del que se calcula que han emigrado más de 3 millones de personas, que está devastado, con las familias separadas, con una economía que no funciona, con jóvenes que solo quieren irse a otro lugar? ¿Cuál ha sido el impacto en el ser humano? Pues algo catastrófico», opina Arcos.

Alzugaray, por su parte, si bien reconoce que del «hombre nuevo» no queda nada, considera que, pese a todo, aún existen notables niveles de apoyo hacia la revolución.

«No la apoyan igual que hace 60 años, porque lógicamente ha pasado el tiempo y se han presentado muchas dificultades y la gente se ha sacrificado mucho, pero yo diría que las cuotas de participación son altas», comenta.

En criterio de Brenner, su percepción tras más de 44 años viajando a la isla, es que la gente allí «está muy decepcionada» de no tener la oportunidad de colmar sus aspiraciones personales en su propio país.

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Image caption Para muchos cubanos, emigrar es una aspiración.

«Son personas con una gran capacidad y una gran preparación, pero no tienen oportunidad de ejercerlas en empleos que los hagan sentir satisfechos. Tienen una tremenda creatividad, pero muy pocos espacios donde puedan ponerla en práctica», señala.

El experto considera que se trata de una realidad «muy complicada», porque el nuevo presidente «no parece capaz de producir algo dramáticamente diferente y no veo que haya planes tampoco de hacerlo».

«Creo que es un punto muy crítico en la historia de la revolución: hay un liderazgo nuevo, pero no hay un plan nuevo para alcanzar, al menos parcialmente, lo que aspiran a alcanzar o para ofrecerle a la gente algo mejor de lo que han tenido hasta ahora», sostiene.