La Guerra de Corea, el conflicto olvidado que nunca acabó.

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Autor: Dave Meler.

Fuente: queaprendemoshoy.com, 15/03/2018

 

El conflicto entre las fuerzas capitalistas y las fuerzas comunistas, durante la Guerra de Corea, escenificó a la perfección la rivalidad soviético-estadounidense durante la Guerra Fría y según muchos historiadores, perfiló el escenario político que vivimos hoy en día.

Sabías que… la Guerra de Corea a menudo ha sido llamada la “Guerra olvidada” en los Estados Unidos, ya que la cobertura del conflicto fue censurada y su memoria ha quedado ensombrecida por conflictos como la Segunda Guerra Mundial o la Guerra de Vietnam.

EL DETONANTE LA GUERRA DE COREA

El conflicto militar no podría entenderse adecuadamente sin considerar su contexto histórico. La península de Corea, había sido colonia japonesa desde 1910 hasta 1945, y fue ocupada por los Estados Unidos y la Unión Soviética al final de la Segunda Guerra Mundial. Cuando se propuso dividir temporalmente el país a lo largo del paralelo 38 para repartir la esfera de influencia en la península.

 “Una Corea dividida fue algo sin precedentes“.

Charles K. Armstrongprofesor de historia coreana en la Univ. de Columbia.

En 1948, la administración sureña anticomunista respaldada por los Estados Unidos, con sede en Seúl, se declaró a sí misma como la República de Corea. Y poco después, la administración del norte comunista respaldada por los soviéticos, con sede en Pyongyang, se declaró la República Popular Democrática de Corea. La inestabilidad fue constante, las escaramuzas fronterizas frecuentes y ambos bandos rechazaban la legitimidad del otro. Hasta que en el 25 de Junio de 1950 las fuerzas comunistas del norte cruzaron el paralelo 38 con la intención de ocupar el resto de la península e implantar una república comunista única.

BANDOS CONFRONTADOS

La guerra enfrentó básicamente a Corea del Sur y los Estados Unidos, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, contra Corea del Norte y China. Aunque otras naciones, en menor medida, también aportaron tropas. La Unión Soviética fue el apoyo principal de Corea del Norte al comienzo de la guerra, aportando armas, tanques y asesoramiento estratégico. Pero, pronto, China emergió como su aliado principal, enviando soldados para luchar en Corea, asegurándose así de mantener el conflicto lejos de su frontera.

En cierto sentido, esta fue la primera y única guerra entre China y Estados Unidos, hasta ahora

Bruce CumingsProfesor de Historia en la Univ. de Chicago.

EFECTOS DEVASTADORES

Corea del Norte fue arrasada. Hoy en día los norcoreanos consideran el bombardeo estadounidense como un Holocausto“.

Prof. Asmtrong

EL FIN DEL CONFLICTO

Técnicamente, la Guerra de Corea no terminó nunca. La lucha armada llegó a su fin en 1953, cuando Corea del Norte, China y los Estados Unidos firmaron un armisticio. Y la creación de una zona desmilitarizada de 4km de ancho a lo largo del paralelo 38. Pero Corea del Sur nunca aceptó el armisticio, y nunca se ha firmado un tratado de paz formal. Ni Corea del Norte ni Corea del Sur habían logrado su objetivo: la destrucción del régimen opuesto y la reunificación de la península dividida.

Sus generales siguen luchando en una guerra que para ellos nunca a acabado. Desde 1953 ambas Coreas han convivido en una situación incómoda bajo la supervisión de más de 20,000 soldados estadounidenses y fuerzas de la ONU.

El asesinato del presidente Kennedy.

 

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Fotografía de Kennedy minutos antes de su asesinato

Fuente: historiaeweb.com, 22/11/2017

Un 22 de noviembre en Dallas

John Fitzgerald Kennedy es uno de los presidentes más mundialmente conocidos de la Historia de Estados Unidos. Su carisma, su juventud para ser presidente, sus relaciones sentimentales, y sobre todo, su magnicidio. han ayudado a acrecentar la leyenda urbana en torno a su persona. En las elecciones presidenciales de 1960, J.F. Kennedy había ganado por un escaso margen y contra todo pronóstico al candidato republicano, Richard Nixon. El que Kennedy estuviera en la ciudad de Dallas aquel 22 de noviembre de 1963 se debió a que formaba parte de su campaña para la reelección en las futuras elecciones de 1964. Los sondeos en los estados del Sur no le eran nada favorables, sobre todo en Texas, por lo que a finales de verano de 1963 el presidente decidió hacer un viaje allí para recaudar votos y aumentar su popularidad.

Kennedy inició una larga gira por 12 estados donde quería consolidar su candidatura. La campaña comenzó en Florida y de allí pasó a Texas. Kennedy se llevó con él a su vicepresidente, Lyndon B. Johnson, y a su esposa, Jacqueline Kennedy, con un mismo objetivo: aprovechar la buena fama e influencia que estos tenían en la sociedad en general, y en Texas en particular, ya que Johnson era tejano. En Texas, la gira comenzó el 21 de noviembre en las ciudades de Houston y San Antonio, con el objetivo de pasar a Fort Worth y Dallas al día siguiente.

El asesinato de J.F.K.

El presidente y su esposa recorrían el centro de Dallas en un coche descapotable con John F. Connnally, gobernador de Texas, y su esposa. Entre una multitud que los aclamaba a ambos lados, se oyeron tres disparos de un rifle, y dos de las balas dieron a Kennedy en la espalda y la cabeza, resultando herido también el gobernador. Los espectadores se dispersaron en busca de refugio, mientras el coche presidencial iniciaba una rápida carrera hacia el hospital Parkland Memorial, al mismo tiempo que Jackie Kennedy trataba de sostenerle la cabeza en su falda con gran angustia y horror. A pesar de todos los esfuerzos por salvarle la vida, la muerte de Kennedy era inevitable. Moría en el hospital a las 13:00 horas, sin haber recobrado nunca la consciencia.

Antes de las tres de la tarde, el vicepresidente Johnson prestó juramento como presidente de Estados Unidos en el avión presidencial en el vuelo de regreso a Washington D.C. Jackie Kennedy también estuvo en ese vuelo, aun con la ropa totalmente manchada con la sangre de su esposo fallecido. Hubo un luto nacional sin precedentes en la Historia estadounidense, y el presidente fue enterrado en el cementerio nacional de Arlington, el 25 de noviembre de 1963. Muy poco después del magnicidio, se arrestó a Lee Harvey Oswald, un ex soldado de la Infantería de Marina, como principal sospechoso de la muerte de Kennedy. Oswald trabajaba en una biblioteca situada en la calle de la agresión, y salió unos pocos minutos después del asesinato, declarándose inocente al ser detenido.

Lee Harvey Oswald al día siguiente de la muerte de Kennedy
Lee Harvey Oswald al día siguiente del magnicidio

Teorías conspiratorias sobre la muerte de Kennedy

A pesar de que el arma que fue identificada como el arma homicida pertenecía a Lee Harvey Oswald, hay varios factores que han hecho desarrollar a lo largo del paso del tiempo una serie de teorías de la conspiración. En primer lugar, el propio Oswald fue asesinado por Jack Ruby, propietario de una discoteca, al día siguiente del magnicidio. Ruby alegó que lo hacía para vengar al presidente, pero lo cierto es que también imposibilitó que se llevara a cabo un proceso judicial justo y una investigación policial completa.

En segundo lugar, por la ausencia de transparencia institucional que ha rodeado este acontecimiento desde hace décadas. Johnson, como nuevo presidente, designó rápidamente una comisión de investigación, presidida por el juez Warren, jefe del Tribunal Supremo, para aclarar lo sucedido. La comisión trabajó durante 10 meses y sus conclusiones fueron claras en el Informe Warren: el presidente Kennedy había sido asesinado por un solo asesino, Lee Harvey Oswald, que había actuado porque estaba loco, y no por razones políticas.

Este informe contiene contradicciones y no responde a todas las preguntas. Varios testigos afirmaron tener la certeza de haber escuchado disparos desde el otro lado de la calle, y tanto la personalidad de Ruby como su misteriosa muerte en la cárcel en 1967, levantaron y sigue levantando la sospecha de una conspiración política, cambiante a lo largo de las décadas entre la Cuba de Fidel Castro, la CIA, la mafia o la URSS.

Bibliografía

HOBSBAWN, E.J. (1995):  Historia del Siglo XX: 1914-1991. Ed. Crítica. Barcelona.

FURTADO, P. (2009): 1001 días que cambiaron el mundo. Ed. Grijalbo, Barcelona.

V.V.A.A. (2013): 365 días que cambiaron el mundo. Ed. Planeta, Barcelona.

Manifiesto del Partido Comunista.

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Autor: Víctor Arrogante.

Fuente: Nueva Tribuna, 17/02/2019

Un 21 de febrero de 1848, hace ahora 171 años, se publicaba el Manifiesto del Partido Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels. Una crítica a la sociedad y un programa de acción que marcaron el siglo XX e inspiraron muchos regímenes, desde la Revolución rusa en adelante. Desde su frase inicial «un espectro se cierne sobre Europa, el espectro del comunismo», hasta la convocatoria final: ¡Proletarios de todos los Países, uníos!, es un canto hacia la igualdad y la justicia social.

No pretendo hacer un análisis pormenorizado de la obra, pero si esbozar su fundamento, resaltando aquellas cuestiones que han ido moldeándose según las previsiones y doctrina marxista que hoy sigue estando vigente. El texto, escrito y publicado en alemán, fue el resultado del encargo de la Liga de los Justos; una sociedad secreta revolucionaria a la que los autores se habían afiliado un año antes. Aunque su difusión inicialmente estuvo limitada a grupos revolucionarios alemanes, en la segunda mitad del siglo XIX fue traducida a multitud de idiomas y alcanzó gran notoriedad a medida que el movimiento obrero socialista se difundía por Europa y sus áreas de influencia.

El Manifiesto del Partido Comunista se divide en un preámbulo y cuatro capítulos: «I. Burgueses y proletarios», «II. Proletarios y comunistas», «III. Literatura socialista y comunista» y «IV. Actitud de los comunistas ante los otros partidos de la oposición». Conocidos por sus obras anticapitalistas, que forman la base del marxismo, Marx y Engels, han sido los escritores políticos más influyentes de la historia. Sus libros más destacados son: El Capital (1867) y El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte (1852), que comienza con la frase: «La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa».

En 2018 se conmemoró el bicentenario del nacimiento de Karl Marx, padre del socialismo científico. Filósofo, teórico político y crítico de la economía política, cuyos escritos aspiraban a alterar el curso de las disciplinas económicas, sociales y científicas ya existentes en su época. Marx se declaró apátrida, ateo y revolucionario. Su investigación se centró en el campo de la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la economía. El marxismo, representa al comunismo moderno, al materialismo histórico y al socialismo científico.

Marx y Engels, dejan claro que los comunistas son parte del movimiento proletario y no se encuentran por encima de él. Lo que los distingue del resto del movimiento proletario es destacar en cada acción los intereses comunes que tienen los proletarios de todas las naciones. Los autores describen la teoría del comunismo en la fórmula: «abolición de la propiedad privada», pero aclarando que no se refieren a la abolición de la propiedad en general, sino de la propiedad privada burguesa, que resulta de la explotación capitalista, buscando abolir la forma burguesa que adoptan determinadas instituciones como la propiedad, el trabajo, la familia, la nacionalidad o la individualidad.

En el Siglo XIX, los nuevos modos de producción, comunicación y distribución habían creado una enorme riqueza, que no se distribuyó por igual. El 10% de la población poseía prácticamente toda la propiedad; el otro 90% no poseía nada. A medida que las ciudades y pueblos se industrializaban, a medida que la riqueza se concentraba más y los ricos se enriquecían, la clase media comenzó a hundirse al nivel de la clase trabajadora. A medida que desaparecían las ideologías, que habían hecho que la desigualdad pareciera natural y ordenada, era inevitable que los trabajadores de todo el mundo vieran el sistema como lo que era, se levantara y lo derrocara.

Marx era un verdadero revolucionario. Todo su trabajo fue escrito al servicio de la revolución que predijo en el Manifiesto Comunista. Después de su muerte, las revoluciones comunistas se cumplieron, no exactamente dónde o cómo él se imaginaba pero sí en su nombre. Una de las aportaciones fundamentales de Karl Marx fue el materialismo histórico. Consideraba que la sociedad estaba determinada por sus condiciones materiales o por las relaciones personales. Así, para el desarrollo de una sociedad, la producción de bienes materiales debía considerarse fundamental. El aspecto más importante en la teoría del materialismo histórico, es haber fijado la atención en la producción de material y en las leyes económicas de la sociedad, dejando como conclusión que la sociedad evoluciona al incrementarse sus producciones materiales.

Uno de los principios clave de Marx fue que la teoría siempre debía estar unida a la práctica. Ese es el punto de la famosa undécima tesis sobre Feuerbach: «Los filósofos hasta ahora solo han interpretado el mundo de varias maneras; la clave es cambiarlo». Marx no estaba diciendo que la filosofía fuese irrelevante, sino que los problemas filosóficos surgen de las condiciones de la vida real, y que solo pueden resolverse cambiando esas condiciones, rehaciendo el mundo. Y de hecho las ideas de Marx se utilizaron para rehacer el mundo, o una gran parte de él. El socialismo científico, se trata de un modelo sociopolítico que, según Karl Marx y Friedrich Engels, se diferenciaba de los demás socialismos del siglo XIX por incluir premisas científicas. Modelo a su vez basado en el materialismo histórico en el que la lucha de clases conduce a cambios en la sociedad regida por los humanos.

Diferenciándose de los «socialistas utópicos», Marx y Engels se propusieron formular los principios de un «socialismo científico», partiendo de una crítica al orden capitalista y a las leyes de su funcionamiento; leyes que llevarían al sistema a su destrucción. El Manifiesto fue mucho más que una simple proclama política. En él, Marx volcó una teoría de la historia y del progreso, del funcionamiento de la economía y de las clases sociales. Además, profetizó la revolución proletaria. Pese a ser caracterizado como materialista, pese a proclamar que las sociedades no cambiaban por las ideas sino por un determinismo basado en las contradicciones entre los sistemas y los intereses de clase, lo que se formula en el manifiesto es el orden de las utopías. La utopía de la igualdad, de la propiedad colectiva de los medios de producción, de todos los hombres trabajando a la par, no en beneficio propio e individual, sino del conjunto. Una utopía voluntarista.

Para Marx y Engels, «la historia de toda sociedad hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases», desde los patricios y los plebeyos en la antigua Roma, los siervos y los señores en el feudalismo, hasta los burgueses y los proletarios en el capitalismo. El burgués posee los medios de producción pero son los proletarios −que no los poseen− quienes generan el valor de las mercancías con esos medios. La burguesía es una clase dinámica que ha jugado en la historia un papel revolucionario al derrocar al poder feudal. Su prosperidad deriva del crecimiento de la industria y del comercio, potenciados por la apertura de nuevos mercados, como resultado del descubrimiento de América y la apertura de mercados en Asia.

Marx y Engels, esbozan un programa general con 10 propuestas: 1.- Expropiación de la propiedad de la tierra y empleo de la renta para gastos del Estado. 2.- Fuertes impuestos progresivos. 3.- Supresión del derecho de herencia. 4.- Confiscación de la propiedad de los emigrantes y sediciosos. 5.- Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional. 6.- Centralización del transporte en manos del Estado. 7.- Multiplicación de las fábricas nacionales, de los medios de producción. 8.- Proclamación del deber general de trabajar y creación de ejércitos industriales, principalmente en el campo. 9.- Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales. 10.-Educación pública y gratuita de todos los niños. Abolición del trabajo infantil fabril. Unificación de la educación con la producción material.

En el prólogo de la edición alemana de 1872, Marx y Engels declaran que la aplicación de estos 10 principios dependerá de las circunstancias históricas existentes, llegando incluso a admitir que: «Si tuviésemos que formularlo hoy (en 1872), este pasaje presentaría un tenor distinto en muchos respectos». Por último matizan que, si bien el proletariado en lucha contra la burguesía, se ve obligado a la conquista del poder político, una vez «hayan desaparecido las diferencias de clase y toda la producción esté concentrada en manos de la sociedad», la hegemonía política de clase del proletariado dejará de ser necesaria, «Y la vieja sociedad burguesa, será sustituida por una asociación en que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos».

En definitiva, El Manifiesto Comunista era un programa para la organización mundial del proletariado, y como tal, se fue actualizando en función de las lecciones extraídas de las experiencias históricas de la clase trabajadora. Desde esta perspectiva, Engels, tras la muerte de Marx, continuó la obra, no sólo completando la edición de El Capital, sino también revisando y corrigiendo, cada artículo que se publicaba. El Manifiesto Comunista es el segundo libro más vendido de la historia.

Karl Marx y Friedrich Engels, no pudieron verificar sus predicciones sobre el fin del capitalismo, pero el marxismo, sigue siendo válido para el análisis de la realidad social y económica, porque el marxismo ha penetrado profundamente en la historia. Entendieron la construcción de una ideología antihegemónica y el desmantelamiento de la ideología burguesa en la clase trabajadora. De hecho, el Manifiesto fue un esfuerzo consciente para moldear la ideología de los líderes de la nueva y creciente clase trabajadora, para convencerlos a que se organizaran. Cualquier comunista, socialista o progresista, que haya tratado de organizar a un colectivo de trabajadores, se ha enfrentado al poderoso rol desorganizador de la ideología burguesa.

La lucha contra los imperialismos y el poder económico capitalista, es la clave para conseguir el bienestar, la igualdad y la libertad: ¡Trabajadores y trabajadoras del mundo, uníos!

El infierno en el Congo de Leopoldo II.

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Autor: Eduardo Montagut

Fuente: Nueva Tribuna, 05/02/2019

El rey de los belgas, Leopoldo II, fue uno de los principales dueños de una porción del continente africano, conocida como el Congo, aunque luego terminara siendo colonia de Bélgica. Era una extensión de terreno, en la cuenca del río Congo, que superaba ochenta veces el país donde reinaba. El monarca ha pasado a la historia en sus páginas negras por la explotación sin piedad de los habitantes del Congo.

El explorador Stanley reconoció la zona en nombre de Leopoldo, hizo tratos con los poderes locales, muchos de ellos destacados esclavistas, y así nació el Estado Libre del Congo, aunque de libre tenía muy poco o nada. Se repartieron las riquezas naturales entre una serie de empresas y compañías privadas sin control alguno. El Congo era muy rico en minerales, maderas preciosas, marfil, y, sobre todo, del codiciado caucho, necesario para la naciente y pujante industria del automóvil.

Decía el monarca a la altura de 1897 lo siguiente:

“La tarea que los agentes del Estado han de cumplir en el Congo es noble y elevada. Está bajo su incumbencia la civilización del África Ecuatorial.

Cara a cara con el barbarismo primitivo, luchando contra costumbres, de miles de años de antigüedad, su deber es modificar gradualmente esas costumbres. Han de poner a la población bajo nuestras leyes, la más urgente de las cuales es, sin duda, la del trabajo.

En los países no civilizados, es necesario, creo yo, una firme autoridad para acostumbrar a los nativos a las prácticas de la que son totalmente contrarias a sus hábitos. Para ello es necesario ser al mismo tiempo, firme y paternal.”

Pero la realidad demostró que se fue más firme que paternal. Para sacar las materias primas se obligó a los nativos a trabajar en unas condiciones terribles. Los castigos físicos eran constantes para quiénes no obedecían, y se podía llegar a la mutilación de manos y pies. Había que cumplir una serie de objetivos y se podía castigar si no se alcanzaban. El terror era el método para producir y tener dominada a la población. Joseph Conrad nos ha dejado el testimonio literario de esta brutalidad en una de sus principales obras, El corazón de las tinieblas.

Esta situación llegó a la opinión pública occidental gracias a la multitud de pruebas que se amontonaban, mientras Leopoldo, que nunca visitó el Congo, negaba la brutalidad y el terror que se practicaba para que pudiera lucrarse. En el trabajo de aportar testimonios y pruebas de lo que se estaba haciendo en la zona destacaron Edmund Morel y W.H. Sheppard. Las evidencias fueron tales que hubo que formar una comisión de investigación. Se calcula que se redujo la población congoleña en un 20%, aunque algunos investigadores elevan muchísimo esta cifra.

Las conclusiones de la investigación hicieron que el Parlamento belga, ante el escándalo mayúsculo que se produjo, decidiera hacerse cargo del Congo.

El siglo XXI cumple 40 años: por qué todo lo que ocurre hoy tiene su origen en 1979.

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Autor: Pablo Pardo.

Fuente: El Mundo, 02/01/2019

«Periodo de cien años». Así es como define la palabra «siglo» el Diccionario de la Academia. Pero, en Historia, un siglo no siempre dura lo mismo. Hay siglos de más de cien años. Y siglos de menos.

Por ejemplo, el siglo XX fue, políticamente, muy corto. Para muchos, fue desde el principio (en 1914) o el final (en 1918) de la Primera Guerra Mundial, hasta la caída del Muro de Berlín (en 1989) o la desintegración de la Unión Soviética (en 1991). O sea, entre 71 y 77 años. Todo lo anterior a esas fechas pertenece al siglo XIX. Todo lo posterior, al XXI.

La Primera Guerra Mundial liquidó el orden político del XIX al acabar con «cinco emperadores, ocho reyes y dieciocho dinastías menores», según enumera con precisión notarial el marqués de Salvatierra, Rafael Atienza, en su ensayo Heredar el Mérito, que fue su discurso de ingreso en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Y la caída del Muro y el colapso de la URSS -nacida, precisamente, durante la Primera Guerra Mundial- concluyó la Guerra Fría y, con ella, con el terror al Holocausto nuclear.

Pero el siglo XXI político podría haber nacido diez años antes, en 1979. Y, durante una década, habría coexistido con el XX. Entre 1979 y 1989 el mundo vivió uno de los periodos más intensos de la Guerra Fría. Y, al mismo tiempo, las líneas de fractura que marcan la política mundial de hoy ya habían aparecido. Los 7.700 millones de seres humanos que poblamos la Tierra vivimos a la sombra de lo que pasó en 1979. Y eso también se aplica a los 2.400 millones de personas que aún no habían nacido.

Prácticamente todas las noticias internacionales de los últimos seis meses tienen su origen directo en acontecimientos que se produjeron en ese año: la retirada unilateral de EEUU de Siria y Afganistán, la negociación del Brexit, los disturbios de loschalecos amarillos en Francia, la guerra comercial entre EEUU y China, el asesinato y descuartizamiento en el consulado de Arabia Saudí en Estambul del periodista Jamal Khashoggi, y el bloqueo de las exportaciones de petróleo de Donald Trump a Irán.

La razón es que ese año explotó el islam militante (y terrorista) suní y la Revolución islámica chií. En EEUU surgió la coalición cristiana que forma el núcleo duro de apoyo a Trump, y en Gran Bretaña se sembraron las semillas de la desconfianza de ese país hacia lo que representa la Unión Europea. Brotó el neoliberalismo y, con él, la idea de que el individuo es más importante que la colectividad y que la estabilidad macroeconómica -es decir, una inflación baja- es prioritaria, aunque el precio que haya que pagar para lograrla sea paro, salarios bajos, o precariedad laboral. China se dio a conocer como una potencia política y militar y abandonó el comunismo en favor del capitalismo de Estado en el que el Gobierno decide quién gana y quién pierde en un sistema teóricamente de libre mercado que cada día gana adeptos en todo el mundo. Todo en un año.

La idea de1979 como fecha clave no es nueva. El historiador conservador Niall Ferguson ya la ha planteado. Y el jefe de la sección de Opinión del diario The Washington PostChristian Caryl, le dedicó en 2014 un libro, Strange Rebels: 1979 and the Birth of the 21st Century (Extraños Rebeldes: 1979 y el Nacimiento del Siglo XXI). Como explicó Caryl entonces a Public Radio International, 1979 fue «un punto de inflexión» que marcó el inicio «de una era conservadora».

Lo que sigue es un repaso de cómo, 40 años después, seguimos atascados en los conflictos de aquel año. Porque 1979 no fue un año en el que se produjera una ruptura clara o se creara un orden nuevo. Al contrario. Fue un año en el que se abrieron unas crisis que, tras cuatro décadas, siguen tan lejos de ser solucionadas como lo eran entonces.

IRÁN

En febrero una coalición liderada por el ayatolá Jomeiní derroca a la monarquía de ese país. En abril se proclama la República Islámica, a medida que los fundamentalistas van imponiéndose a sangre y fuego a sus antiguos socios. En noviembre, un grupo de seguidores de Jomeiní viola la inmunidad de la embajada de EEUU en Teherán y secuestra a 52 diplomáticos de ese país durante 14 meses.

Desde entonces, ambos países están en una guerra fría (y, a veces, caliente, como en 1987 y 1988), mientras Irán expande su revolución y entra en un estado de guerra no declarada contra las dos grandes potencias de la región, Israel y Arabia Saudí. Las guerras de Siria, Yemen, y Afganistán son, totalmente o en parte, consecuencia de esa Revolución. También lo es la decisión de Trump de reinstaurar las sanciones a la exportación de petróleo de Irán en noviembre.

ARABIA SAUDÍ

Casi olvidado, pero tan importante como la Revolución iraní, es lo que pasa en la Gran Mezquita de La Meca, en noviembre y diciembre, cuando 200 integristas la toman al asalto y empiezan a emitir mensajes diciendo que la familia real saudí es «una panda de borrachos, obsesos sexuales y adictos al juego que ha pervertido el islam», según recuerda el entonces corresponsal del New York Times en Líbano y hoy columnista, Thomas Friedman.

La crisis sólo se resuelve cuando Francia envía a Arabia Saudí un grupo de Fuerzas Especiales que son convertidas a toda prisa al islam -«estoy seguro de que se desconvirtieron inmediatamente», explica Friedman- para liquidar a los integristas. Pero las consecuencias duran hoy. «El régimen saudí, que ya había sido desafiado desde fuera por la recién creada República Islámica de Irán, pasa a serlo también desde dentro con la toma de la Mezquita. Así que Riad pacta con los clérigos radicales. Les dicen: «Vosotros bendecís nuestro poder político, y nosotros bendecimos vuestro poder espiritual, y cada uno tiene vía libre para hacer lo que quiera», concluye el periodista.

Según Friedman, hay un segundo trato: «Washington les dijo a los árabes: ‘Seguid bombeando petróleo y, sobre todo, no molestéis a los judíos. Si cumplís esa parte del trato, a cambio podéis hacer lo que os dé la gana: tratad a vuestras mujeres como queráis, mandad a radicales a combatir a donde sea…’». Para el periodista, «es un acuerdo que hoy, casi 40 años después, goza de una excelente salud. Y eso es muy deprimente».

AFGANISTÁN

En diciembre, la Unión Soviética invade ese país. Lo que sigue es una de las guerras más salvajes y olvidadas del siglo XX. Y el primer experimento saudí de expansión de su modelo de islam político. Los voluntarios y el dinero de ese país transforman a la resistencia antisoviética, que pasa de ser tribal y tradicionalista a integrista. En 1996, los aliados de Riad, los talibán, toman el poder en Kabul. Pronto se une a ellos un saudí millonario llamado Osama bin Laden. Cuatro décadas después de la invasión soviética de Afganistán, EEUU y sus aliados siguen combatiendo a los talibán y a Al Qaeda que, ahora, se ha metamorfoseado en un grupo mucho más radical que ha aterrorizado al mundo tanto o más que su predecesor: el Estado Islámico.

GRAN BRETAÑA

Fue sólo por un voto: 311 contra 310. Ése es, el 28 de marzo, el margen de victoria de la moción de censura contra el entonces primer ministro británico, James Callaghan, que tiene que convocar elecciones anticipadas. El resto es historia. Margaret Thatchergana, y en los siguientes 11 años pone en práctica un ideario cada vez más orientado hacia el liberalismo clásico. Los sindicatos que controlan el Partido Laborista serán pulverizados. Las empresas públicas, privatizadas.

Gran Bretaña no sólo es el lugar de origen, en el siglo XVIII, del capitalismo moderno; también se convierte, tras la Segunda Guerra Mundial, en el creador del estado del bienestar que protege a los ciudadanos «de la cuna a la tumba». Ahora, el Gobierno de ese país se está planteando desmontar, al menos en parte, ese sistema de protección social.

Thatcher, además, reforzará el nacionalismo británico en contraposición al superestado representado por la Comunidad Económica Europea del que saldrá la UE actual. Para ello, contrapondrá el capitalismo anglosajón, más liberal y abierto a la globalización (un término que había sido creado en la década de los años treinta), al capitalismo renano, de Alemania y Francia, que da un papel más grande al Estado. La semilla del Brexit, y también del neoliberalismo y del debate sobre la apertura de las economías a la competencia mundial, queda, así, sembrada. El 13 de noviembre, en Nueva York, el ex gobernador de California Ronald Reagan pronuncia cinco palabras: «Voy a presentarme a presidente». La revolución de Thatcher ha cruzado el Atlántico.

EEUU

La presentación de la candidatura de Reagan puede parecer lo más duradero de 1979 en la primera potencia mundial. Pero no lo es. Más relevancia tendrá la fundación, en junio, de la Mayoría Moral, una coalición de los cristianos evangélicos de ese país con un ideario claro: rechazo al aborto, a la homosexualidad y al comunismo, y defensa del patriotismo, de los valores tradicionales y del Estado de Israel. Su propio nombre es una declaración de principios, porque alude a la «Mayoría Silenciosa» de la que había hablado una y otra vez el presidente Richard Nixon a partir de 1969 para referirse a los votantes conservadores que, en teoría, no se encontraban representados por ningún partido, medio de comunicación, ni movimiento cultural establecido.

La Mayoría Moral sólo dura nueve años. Pero su impacto sigue en 2019. Desde 1979, cinco de los seis presidentes que ha habido en EEUU -la excepción es Barack Obama– han tenido que cortejar el voto evangélico para llegar a la Casa Blanca. Una de las primera figuras públicas de relevancia que apoyó a Donald Trump en la campaña de 2016 fue el reverendo evangélico Jerry Falwell, rector de la Universidad de la Libertad… e hijo del reverendo evangélico Jerry Falwell, el fundador de la Mayoría Moral.

El impacto político de los evangélicos no se circunscribe a EEUU. En 2016, el entonces congresista brasileño Jair Bolsonaro escenifica, pese a su declarada fe católica, una ceremonia de bautismo por inmersión típicamente evangélica en el río Jordán, en Israel. El 1 de enero de 2019, Bolsonaro se convierte en presidente de Brasil con el apoyo masivo de, entre otros, los evangélicos de su país.

CHINA

La China que hoy conocemos se forja en 1979. Por un lado, la China agresiva, que coacciona a sus vecinos y tiene ambiciones neocoloniales, da una muestra de esa nueva confianza en sí misma al invadir Vietnam en enero de 1979.

Es, en teoría, una disputa entre el comunismo soviético -representado por Vietnam, que ha invadido Camboya- y el chino -seguido por los Jemeres Rojos camboyanos-. Pero en realidad es el intento de Pekín de reafirmar que su esfera de influencia en Asia es intocable. Un intento que fracasará, porque Vietnam, igual que antes con Francia y con EEUU, derrota a China, que en marzo se retira del país, aunque los choques fronterizos seguirán una década.

Claro que la lucha ideológica entre las dos formas de comunismo -la soviética y la china- es sólo una excusa. Entre otras cosas, porque China ha decidido dejar de ser comunista. En 1979, las grandes empresas estatales del país son autorizadas por Pekín a producir por encima de la cuota fijada por el Gobierno, y a vender tanto a precios fijados por el Estado como por el mercado. Marx y Mao quedan para los museos. El país más poblado del mundo inicia su andadura hacia un capitalismo supervisado por un Gobierno que se autoproclama comunista.

Éstos son los cambios más dramáticos que se produjeron en 1979 y que en 2019 seguirán marcando la actualidad del mundo. Un mundo que, en realidad, nació hace 40 años.

Los socialistas frente al antisemitismo a principios del siglo XX.

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Pogromo de Kishinev

Autor: Eduardo Montagut.

Fuente: Nueva Tribuna. 26/01/2019

En abril del año 1903 se produjo uno de los más sangrientos pogromos en el Imperio ruso, acontecido en Kishinev, un hecho que se repetiría en octubre de 1905. Los muertos y heridos fueron centenares como informó The New York Times. El antisemitismo ruso fue intenso y extremadamente violento, alentado por las autoridades zaristas por dos motivos. En primer lugar, tenía que ver con desarrollo de una intensa política de rusificación y, en segundo lugar, porque el odio hacia los judíos podía canalizar el creciente malestar popular campesino. Recordemos que en Rusia fue donde se publicaron en 1902 Los Protocolos de Sión, obra de la Orjana, un alegato en favor de la persecución de los judíos, habida cuenta de la supuesta conspiración judeo-masónica para dominar el mundo, una manipulación que tuvo un éxito considerable entre determinados sectores políticos e ideológicos del universo de la extrema derecha, el fascismo, el nazismo y el franquismo. El propio término de pogromo es ruso (“devastación”), y ha pasado al vocabulario general.

Pues bien, el socialismo internacional reaccionó contra este pogromo. El Socialista informaba de la extrema violencia desatada en su número 900 de 5 de junio de 1903, denunciando que no era concebible que en el siglo XX se produjeran hechos de dicha gravedad. Se achacaba al fanatismo religioso y a la instigación de las autoridades zaristas en lo que se consideraba la “última batalla” que estaba riñendo por mantenerse. Recordemos que en 1905 estallaría la primera Revolución Rusa. Los socialistas españoles consideraban que ante este hecho el socialismo internacional no podía dejar de alzar su voz.

La cuestión del antisemitismo en el seno del socialismo es compleja y evolucionó en el tiempo. El Congreso de la Segunda Internacional de Bruselas del año 1891 trató la cuestión en un debate intenso, y que se solucionó con una resolución donde se criticó tanto el antisemitismo como el filosemitismo porque fueron considerados como manejos que la clase capitalista y los gobiernos empleaban para desviar el movimiento socialista y dividir a los obreros. La resolución partía del hecho de que los partidos socialistas no contemplaban lucha alguna de tipo racial o nacional, sino solamente la lucha de clases de “los proletarios de todas las razas contra los capitalistas de todas las razas”.

La cuestión volvió a surgir en relación con el affaire Dreyfus en Francia. Los socialistas franceses comenzaron por no decantarse por ninguna de las dos partes, ya que consideraban que era un conflicto entre dos sectores de la burguesía, la más reaccionaria y la más progresista. Las cosas cambiaron a raíz del famoso artículo de Zola, y los socialistas decidieron abrazar la causa anticlerical. La tesis de la Segunda Internacional fue la empleada por Pablo Iglesias, sin citar la persecución en sí de los judíos, cuando opinó en 1899 sobre la conducta de los socialistas franceses en el caso de Dreyfus, y que hemos estudiado en un reciente artículo, al considerar que el asunto no era especialmente relevante para los trabajadores, aunque aludía a la evidente injusticia ejercida contra el militar.

El periódico obrero español publicó el manifiesto que había aprobado el Comité Socialista Internacional. En el mismo se resaltaban las atrocidades cometidas sin que las autoridades intervinieran para frenarlas, tan prontas a hacerlo cuando había manifestaciones obreras o de estudiantes o para reprimir al pueblo de Finlandia cuando reclamaba sus libertades. El zarismo no había hecho nada para defender a los judíos.

Los socialistas denunciaban el sistema zarista. Lo que había ocurrido era un ensayo de intimidación y una venganza contra los judíos por la acción revolucionaria del “proletariado israelita”. Excitando el odio racial y religioso se pretendía distraer el descontento social y aprovechar para reprimir a los que luchaban por la emancipación.

La Internacional condenaba los hechos y hacia un llamamiento general al “mundo civilizado” para que intentase impedir la repetición de los horrores, porque se temía que se extendiesen por otras zonas del Imperio ruso. El llamamiento era especial para los trabajadores por si los gobiernos no querían actuar. Se insistía que las acciones zaristas iban encaminadas a exterminar al “proletariado consciente”. Había que alzar la voz, protestar, en suma.

En este sentido, se organizaron actos de protesta en Alemania, Bélgica y Francia, además de abrirse suscripciones para socorrer a las víctimas, un recurso muy propio del principio de solidaridad socialista.

Hemos consultado el número 286 sobre el Congreso de Bruselas, y el 900 sobre la postura ante el pogromo de Kishinev de El Socialista.

Para el caso concreto del antisemitismo en España es conveniente consultar la obra de Gonzalo Álvarez Chillida, La imagen del judío en España (1812-2002), con prólogo de Juan Goytisolo, Madrid (2002). Interesa, para nuestro caso, el capítulo dedicado al antisemitismo de izquierdas. Sobre la postura de Pablo Iglesias podemos consultar el trabajo que hemos publicado en El Obrero (2017), y que lleva por título, “Pablo Iglesias Posse y el socialismo francés en 1899”.

 

La diputación foral y provincial en el ‘sexenio democrático’

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Autor: Edmundo Fayanas Escuer

Fuente: Nueva Tribuna, 20/01/2019

La Diputación provincial que gobierna Navarra antes de producirse la sublevación, del diecisiete de septiembre de 1868 en Cádiz, es el resultado de las elecciones del veinticinco al veintisiete de noviembre de 1866. Es una Diputación de marcado carácter político carlista y conservador, que representa perfectamente a las clases terratenientes y de propietarios.

En una sucinta revisión de sus componentes, podemos constatar lo anteriormente expuesto:

– Alberto Calatayud Irigoyen: del distrito de Aoiz, de familia noble, era abogado y próximo al neocatolicismo, en las elecciones de noviembre de 1866 obtuvo 257 votos de 2153 electores. En julio de 1874, rechazó ser miembro de la Diputación carlista de Navarra. En el año 1882 por despacho de Alfonso XII consiguió el título de marqués de Jaureguizar.

diputacion-1– Gonzalo Fernández de Arcaya Bustamante: representa al distrito de Estella, era terrateniente. Fue alcalde de Allo y políticamente era carlista, en las elecciones de noviembre de 1866 obtuvo 833 votos de los 1.107 emitidos de un censo de 2.277 electores. En la primavera de 1872, fue nombrado por el general carlista Teodoro Rada, presidente de la Junta Gubernativa de Navarra y formó parte de la Diputación carlista de 1874. Se exilió a Bayona (Francia) en el año1876.

– Francisco Javier Baztán Goñi: representa al distrito de Estella, terrateniente y abogado, sale elegido de forma extraordinaria en las elecciones, del siete al nueve de agosto de 1868. Consiguió 168 votos de un censo de 2.133 electores. Tiene diversas publicaciones sobre Navarra y los Fueros. Era conservador foralista pero no carlista, el veinte de noviembre de 1871, fue nombrado secretario de la Diputación.

– Nicasio Zabalza Satrústegui: representa al distrito de Pamplona. Salió elegido en las elecciones del año 1866 formando candidatura conjunta con Juan José Barberena. Fue diputado a Cortes Constituyentes del año 1869 por el partido carlista. Votó a favor de la unidad católica, la confesionalidad del Estado, la indemnización y supresión de las regalías, en contra de la libertad religiosa y el mantenimiento del culto sólo para los católicos. Fue procesado por conspirar a favor de D. Carlos de Borbón. Participó en la Junta carlista de Vevey (Suiza) y fue miembro de la Diputación carlista del año 1874.

– Juan José Barberena Oyarzábal: representa al distrito de Pamplona, era terrateniente y prestamista. Próximo al neocatolicismo, formó parte de la candidatura con Zabalza, consiguiendo 1.163 votos de los 4.150 electores del distrito.

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– Demetrio Iribas Iriarte: del distrito de Tafalla. Aristócrata y carlista, salió elegido en las elecciones de noviembre de 1866, con 255 votos de 1250 electores. Participó en los sucesos de Tafalla de abril de 1869. Se exilió y participó en la Junta carlista de Vevey. Posteriormente amnistiado, se presentó a las elecciones de diputados a Cortes en marzo de 1871 y en abril de 1872, resultando elegidos en ambas por el partido carlista. En el año 1874 fue elegido secretario de la Diputación carlista de Navarra.

– Tomás Moreno Sola: del distrito de Tudela, abogado con buena posición económica, en las lecciones de 1866 obtuvo 260 votos de 1046 electores. Fue el que hizo las protestas más sonoras por la supresión de la Diputación por parte de la Junta gubernativa de Navarra, era de tendencia conservadora.

La Diputación, que afrontaba la septembrina, es pues de una tendencia carlista-conservadora, por lo que todo que suena a liberal, resulta peligroso.

El diecisiete de septiembre de 1868, se subleva el almirante Topete en Cádiz, bajo el lema ¡Viva España, con honra!

A lo largo de estos días se constituyen Juntas Gubernativas revolucionarias en cada provincia, Sevilla, Málaga etc. El veintisiete de noviembre, se produce la batalla de Alcolea, en el que las tropas sublevadas dirigidas por el general Serrano derrota a las fuerzas leales a Isabel II dirigidas por el marqués de Novaliches.

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Esta derrota origina el exilio de Isabel II que se encuentra de vacaciones con su Corte en San Sebastián, exiliándose en Francia.

Desde la sublevación del almirante Topete en Cádiz el diecisiete de septiembre, sucede que la Diputación ofrece su respeto y apoyo a la Reina Isabel II. Tanto el Gobernador militar como el Capitán General toman medidas para que se vigilen las líneas telegráficas y las vías férreas de Alsasua-Pamplona-Castejón-Zaragoza.

También es destacable que, el veintiocho de septiembre, una partida sublevada, provenientes de Logroño entran en Andosilla, llevándose los fondos del municipio y las contribuciones.

En Navarra, se constituye la Junta Suprema de Gobierno y en comunicación a la Diputación del treinta de septiembre, le comunica:

“Constituida en esta capital la Junta Suprema de Gobierno de Navarra que… ha sido elegida por la voluntad del pueblo para secundar y llevar a cumplimiento la gran revolución que con el lema de la Soberanía Nacional ha hecho casi toda España, ha acordado ponerlo en conocimiento de las autoridades por el presente oficio y del país entero en la alocución que esta redactando, esperando que desde luego la reconociera V.E. por tal poder Supremo en toda la provincia, dictando en su virtud las órdenes correspondientes, para el expuesto objeto. Pamplona treinta de septiembre de 1868”.

La Junta Suprema de Gobierno de Navarra estaba compuesta por: Domingo Moriones (presidente), Serafín Larrainza (vicepresidente), Agustín Sardá (secretario), todos los demás son vocales: Veremundo Ruiz de Galarreta, Francisco Azparren, Gregorio Zabalza, Baldomero Navascués, Tomás Azcaráte, José Martínez Morentin, Julio Ruiz, Lázaro Peruchena, Vicente Grados, Rafael Ripa, Anacleto Ardanaz, Tadeo Gandiaga, Antonio Corroza, Eusebio Martín. Gran parte de ellos tendrán un papel importante en el sexenio navarro.

La Diputación en la misma fecha contesta el escrito anterior:

“A la Junta Suprema de Gobierno de Navarra. Esta Diputación ha recibido el atento oficio que en esta fecha le ha dirigido esa Junta Suprema de Gobierno de Navarra en el que le participa las personas que la constituyen y en su virtud debe manifestarle que abriga la más profunda confianza de que todo cuanto se refiera a las atribuciones privativas y especiales de esta Corporación fundadas en sus antiguos y venerados fueros, continuarán en la misma integridad e independencia con que vienen ejerciéndose bajo tu Gobierno constituido”.

La Junta Suprema Gubernativa de Navarra decide, el dos de octubre, el cese de la Diputación, mediante la siguiente comunicación:

“Esta Junta atendiendo a las circunstancias anormales que atravesamos y en virtud de las extraordinarias facultades que posee, ha acordado por decreto de esta fecha que cesen en sus cargos los individuos que actualmente componen la Diputación Foral y Provincial de Navarra, disponiendo también que en interim se nombra otra nueva, se encargue de los negocios propios de las atribuciones de aquella, una comisión del seno de la Junta compuesta por los Señores: Anacleto Ardanaz. José Martínez de Morentin y Eusebio Martínez. Todo lo cual participo a V.E. a fin de que en debido cumplimiento de este asunto, decline las funciones que ejerce en la nombrada comisión, en cuanto se presente a tomar posesión de su cargo”.

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Nada más recibida esta comunicación en la Diputación, se convoca una sesión extraordinaria, mandando la siguiente contestación a la Junta Suprema de Gobierno de Navarra:

“Esta Diputación en vista de la comunicación que esa Junta le ha dirigido con esta fecha, debe manifestarla con verdadero sentimiento que los individuos que la constituyen no encuentran términos hábiles para someterse al acuerdo a que la misma se refiere, porque como diputados, juraron tomar posesión de sus puestos, defender los fueros de Navarra y creen que semejante medida los vulnera radicalmente”.

El diputado foral por Tudela, Tomás Moreno Sol, pide que se consignase en el acta la siguiente manifestación:

“El diputado que suscribe aceptó el cargo que desempeña como puramente administrativa y como tal ha procurado desempeñarlo. Protesta de la manera más solemne contra el acuerdo antiforal tomado en esta fecha por la Junta Suprema de Gobierno de Navarra y cediendo a la fuerza de las circunstancias anormales que atravesamos y declinando la responsabilidad, se retira tranquilo a la vida privada, haciendo fervientes votos por la verdadera libertad de la Nación y por los venerados Fueros de esta provincia”.

A esta manifestación se adhieren los diputados forales, Alberto Calatayud Irigoyen y Francisco Baztán Goñi, todos de tendencia conservadora. Merece destacar que los miembros reconocidos del partido carlista en esta Diputación no lo hicieron ¿Por qué?

El tres de octubre, la Junta Suprema de Gobierno de Navarra manda a la Diputación el siguiente escrito:

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“Con profundo disgusto ha visto esta Junta el contenido de la comunicación que V.E. le dirige, invocando para no someterse al acuerdo de aquella, la idea de que con su ejecución se vulneran radicalmente los fueros de Navarra.

Aún prescindiendo de la singularidad de las formas en que se desenvuelve esa comunicación, la manifiesta inexactitud de lo afirmado en ella, y el resultado práctico de no darse efectiva realización a una medida decretada por el Supremo y único orden que en Navarra existe, en virtud de una revolución unánime en toda España imprimen la necesidad de hacer entender a V.E. y de consignar muy alto que en manera alguna se afecta a la integridad de los Fueros provinciales, al adoptar una determinación solo concerniente a las personas de los Diputados sometidas como tales a las disposiciones del Poder Supremo en la organización, atribuciones y demás, análogo al ejercicio de su encargo, quedando luego al de los que les sustituyan el guardar en la vía administrativa al tenor de los verdaderos derechos de Navarra.

En su virtud y teniendo en cuenta que se hace innecesaria la intervención de la Comisión designada por haberse nombrado por decreto de este día una Diputación compuesta de los Sres.: Tomás Azcárate, Beltrán Azpárren, Julían Ruiz, Jose Javier Colmenares, Leonardo Urbiola, Manuel Pérez Colmenares. Rafael Ripa, de los cuales se hallan presentes los cuatro primeros, prevengo a V.E. que si para la hora de las diez de la mañana no manifiesta explícitamente que reconoce al Supremo Poder de Gobierno que reside en esta Junta y además no procede a resignar sus funciones en dichos diputados presentes, se adoptarán la medidas conducentes a la dación de posesión referida, quedando sujeto a las penas a que se hacen acreedores los que embarazan y resisten las acciones del Supremo Poder de esta Junta”.

Está claro el ultimátum que se da a la Diputación, la cual contesta el mismo día:

“Esta Diputación en vista de la comunicación que con esta fecha la ha dirigido esa Junta y teniendo en cuenta lo que final de la misma se previene la manifiesta explícitamente que reconoce el Supremo Poder del Gobierno que en ella reside y resigna en este momento sus funciones declinando toda responsabilidad. Lo que se participa a esa Junta para su conocimiento y efectos oportunos”.

2° LA NUEVA DIPUTACIÓN PROVINCIAL Y FORAL DE NAVARRA

El cinco de octubre, jura la nueva Diputación ante el gobernador civil, Antonio Corroza, jurando solamente José Javier Colmenares, Tomás Azcarate, Julían Ruiz, Beltrán Azparren. El día seis lo hacen Leonardo Urbiola y Manuel Colmenares y el siete Rafael Ripa.

diputacion-4En sucinta recensión de los componentes de la nueva Diputación podemos constatar:

– Julián Ruiz Sanzol (distrito electoral de Aoiz), abogado, de convicciones liberales. Fue vocal del Comité electoral del Partido Liberal Fuerista Monárquico. No tuvo una gran participación en la misma. Consiguió el acta de diputado por el distrito de Aoiz en las elecciones a Cortes, de 2.448 electores obtuvo el 33% de los votos. Era fuerista.

– Leonardo Urbiola Garin (distrito electoral de Estella), presenta una buena posición económica.

– Manuel Pérez Colmenares (distrito electoral de Estella), buena posición económica. Era liberal, se presentó a diputado a Cortes por Estella en las Constituyentes, no obteniéndola. Tuvo poca participación en la Diputación.

– Rafael Ripa Larrondo (del distrito de Pamplona), buena posición económica. S e presentó a diputado a Cortes Constituyentes de 1869, no obteniéndolo. Era de tendencia liberal republicana. Volvió posteriormente a la Diputación en el año 1874. A finales de ese año se ausentó de España para ir a América.

– Beltrán Azparren Iturria (distrito de Pamplona), comerciante, fue también concejal de Pamplona en 1873. Era liberal.

– José Javier Colmenares Vidarte (distrito de Tafalla), pertenecía a una de las familias más acaudaladas de Navarra. Fue vocal del Comité electoral del partido liberal, fuerista monárquico.

– Tomás Azcárate Fernández (distrito de Tudela), no era de familia acomodada. Fue gobernador interino de Navarra del cinco al veintidós de febrero de 1869. Era liberal.

– Antonio Morales Gómez de Segura (distrito de Tudela), fue diputado del 3 de julio de 1861 hasta el 22 de abril de 1864, posteriormente fue del 17 de diciembre de 1882 al 23 de febrero de 1883 que dimitió. En 1876 fue elegido diputado a Cortes por el distrito de Olza con sólo 77 votos, pues buena parte del territorio del distrito estaba bajo control carlista. Era abogado fue Decano del Colegio de Abogados de Pamplona. Académico de la Academia de Jurisprudencia de Madrid. Entre sus actividades destaca el informe elaborado sobre la Real Orden del 30 de abril de 1862, sobre el régimen de los montes de Navarra, considerando que atentaba sustancialmente a la ley de Modificación de Fueros de 1841.

Como podemos comprobar, la composición de esta Diputación es claramente liberal con algún elemento republicano, lo que hace que los acuerdos se tomen, en todo su periodo, prácticamente por unanimidad.

El diez de octubre, la Junta Suprema comunica a la Diputación que ha recibido una carta remitida por el exdiputado Antonio Morales en la que expresa su conformidad con la actuación de la Junta Suprema de destituir a la anterior Diputación y rebate las opiniones que la consideraban antiforal.

El 27 de enero de 1869, se presenta un escrito firmado por treinta y cinco notables entre ellos, Antonio Morales Gómez de Segura. Solicitan que las Cortes tuvieran en cuenta su protesta porque en Navarra una parte del Clero había influido en la población para que no votasen a los candidatos liberales, a los que presentaban como enemigos de la religión católica.

Antonio Morales Gómez de Segura fue uno de los cuatro asesores de la Diputación que dictaminó que la contribución de dos millones impuesta a los carlistas navarros por el gobernador, conculcaba la ley de Modificación de Fueros. Era un fuerista acérrimo. Tuvo una dilatada vida intelectual.

Una vez tomado el poder por el liberalismo, el Gobierno Provisional decide por Decreto, del trece de octubre, la supresión de los Consejos Provinciales.

El Consejo Provincial de Navarra es desde su creación bastante problemática, pues las atribuciones que le otorgan la ley del dos de abril de 1845, y el Real Decreto de uno de octubre de 1845, hacen peligrar el régimen específico de Navarra, proveniente de la ley de Modificación de Fueros de 1841.

La ley de Fueros de 1841 establece un acuerdo entre la Diputación y el Gobierno, con algunas discrepancias en lo relativo a las aduanas y sobre todo en el disgusto que produjo el nombramiento de su Consejo Provincial, que supuso un nuevo foco de conflicto al reciente equilibrio logrado con la ley de Fueros de 1841.

El Consejo Provincial de Navarra está compuesto por el jefe político que ejerce la presidencia y de tres a cinco vocales nombrados por el Rey, siendo dos al menos letrados. Había un vicepresidente nombrado por el Gobierno de entre los vocales. Los consejeros gozan de una gratificación que oscila entre los 8.000-12.000 reales anuales y deben ser abonados por los fondos provinciales.

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Las atribuciones que le otorga la ley, además de órgano consultivo tienen facultad decisoria y actúa en asuntos contencioso-administrativos. Sus competencias son:

. Uso y disfrute de los bienes y aprovechamientos provinciales y comunales.

. Repartimiento y exacción individual de cargas municipales y provinciales cuya cobranza no vaya unida a la de las contribuciones del Estado.

. Cumplimiento o rescisión de contratos y subastas de la administración civil.

. Sobre la insalubridad de las fábricas, talleres u otros establecimientos.

. El deslinde y amojamiento de los montes que pertenecen al Estado, a los Ayuntamientos o a establecimientos públicos.

. Sobre el curso, navegación y flote de ríos y canales, así como de obras hechas en su cauce y márgenes.

. En todo lo contencioso de los diferentes ramos de la administración civil, para los cuales no establezcan las leyes juzgadas especiales.

. No pueden elevar ni apoyar petición alguna al Gobierno ni a las Cortes, ni publicar sus acuerdos sin permiso del jefe político o del Gobierno.

. Los consejeros celebran siempre sus sesiones a puerta cerrada, pero cuando tienen que actuar como tribunal, el proceso siempre es público.

Para poder tomar un acuerdo, deben estar presentes la mayoría de los vocales o al menos un letrado de los dos que obligatoriamente forman parte del Consejo.

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En los cuatro meses de 1868 de gobierno de la nueva Diputación, cabe destacar como principales realizaciones:

. La solicitud al Gobierno de la nación del restablecimiento de la Capitanía General de Navarra, que ha sido suprimida en 1866. A su entender contraviene la ley de Modificación de Fueros de 1841. Propone para el cargo al general Domingo Moriones, en este tema se vería también apoyada por el Ayuntamiento de Pamplona.

Destaca la importancia que da a la educación, entre las medidas más destacadas:

La declaración del Instituto de Pamplona de segunda clase, que significa un paso importante para su mejora.

Decreto sobre el nuevo régimen de la enseñanza en Navarra.

Se organiza la educación secundaria y el pago a los maestros por parte de los Ayuntamientos, así como los nombramientos del profesorado de la Escuela Normal de Magisterio de Pamplona.

Se nombra la Junta de Instrucción Pública de Navarra de la Escuela Normal de Magisterio de Pamplona.

Como principales medidas económicas que se toman destacan:

– La participación en el empréstito, que el Gobierno de España ha solicitado por la cantidad de doscientos millones de escudos y cuya finalidad es poder hacer frente a la desastrosa situación financiera de la Hacienda. La Diputación acuerda participar en la compra de bonos de ese empréstito por la cantidad de quinientos mil escudos; destacando que también se solicita a los Ayuntamientos navarros su participación, el Ayuntamiento de Pamplona participa con la compra de 150 bonos.

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El Gobierno anula en todo el país el gravoso impuesto de consumos. Se recuerda que ha sido suprimido porque todavía se sigue cobrando. Esta es una de las medidas más populares del nuevo gobierno.

La Junta Suprema de Gobierno de Navarra cesa al gobernador civil, Manuel Moreno y nombra de forma provisional, el tres de septiembre, con carácter honorífico y sin sueldo a Antonio Corroza.

El veintiocho de octubre de 1868, se nombra gobernador civil de Navarra a Ramón Castejón, tomando posesión, el treinta y uno de octubre, de la presidencia de la Diputación. El dos de diciembre, presenta su dimisión, siendo nombrado gobernador interino, José Javier Colmenares. El veintitrés de diciembre, es nombrado gobernador José Gómez.

El carlismo antes del pronunciamiento liberal es la fuerza mayoritaria en Navarra con amplios apoyos en el mundo económico, la nobleza, iglesia etc., dirigiendo todas las instituciones navarras importantes.

El golpe militar le supone la perdida del poder institucional, por ello, lleva a cabo un debate de cómo enfrentarse al liberalismo, si por medio de la lucha armada como ya ha ocurrido anteriormente, o entrar en la lucha política contra el liberalismo, mediante los procesos electorales.

Triunfa la línea carlista que defiende la línea política. Sin embargo, en estos cuatro meses ya asistimos a continuas acciones desestabilizadoras, provocadas por elementos carlistas.

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Dentro de su acción política, definen su programa electoral, que se basa en una serie de valores tradicionales como son:

Rey. La salida de Isabel II, deja a España sin monarca. Teniendo en cuenta que amplios sectores del liberalismo español no cuestionan el sistema monárquico, proponen como alternativa a D. Carlos de Borbón, que a su modo de entender tiene dos ventajas, sigue la línea borbónica y soluciona las querellas dinásticas producidas desde Fernando VII.

Iglesia. Se presentan como defensores de las instituciones y doctrinas católicas, presentando al liberalismo como una doctrina laica, alejada del tradicionalismo católico del Estado.

Respecto al orden público en ese momento histórico, se producen alteraciones en algunos pueblos navarros provocados por el carlismo, como los sucesos de Sanguesa que origina que tengan que intervenir los voluntarios de la libertad de Sos del Rey Católico (Zaragoza).

De este período destacan dos alocuciones dirigidas a todos los navarros. La primera es del nueve de diciembre y en ella la Diputación liberal intenta contrarrestar el programa carlista haciendo:

. Profesión de fe del liberalismo navarro que siempre mantendrá el sistema foral como sistema político y la defensa de la ley de Modificación de Fueros de 1841.

. Intenta el liberalismo que el sistema foral navarro no sea utilizado como elemento de lucha política entre partidos, sino que el sistema foral es el unificador de la sociedad navarra.

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. Los liberales navarros ensalzan el derecho que todos los navarros tienen de ejercer su libertad, pero espera que no se sirvan de esta para sembrar la semilla de una nueva guerra civil. Entendiendo que entrar en esta dinámica, lleva a Navarra a una aventura política de difícil encauzamiento y en consecuencia debilita la defensa de sus derechos forales, poniendo en peligro su autonomía administrativa.

El veintidós de diciembre, la Diputación redacta un nuevo manifiesto a todos los navarros como consecuencia de los hechos ocurridos en la provincia y especialmente en Sangüesa.

Este manifiesto presenta tres características:

1° La preocupación que provoca en el liberalismo el orden público en la provincia, pues hay revueltas originadas por algunos sectores del carlismo.

2° Su reafirmación en la ley de Modificación de Fueros de 1841, proclamándose defensora del sistema foral.

3° El recuerdo de las consecuencias de las anteriores guerras carlistas y sus consecuencias, tanto a nivel personal como que del sistema foral se pueden originar.

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A lo largo de 1869, varios son los temas que aparecen de forma reiterada en la labor de la Diputación:

1° El orden público

Como veremos a lo largo del sexenio este es uno de los temas que más preocupan a los liberales, cuyos hechos más reseñables son:

– A finales de enero es asesinado el gobernador civil de Burgos.

– El diecisiete de febrero se produce un fuerte incendio en Orbaiceta, quemándose 17 casas y cinco graneros.

– A finales de abril hay graves disturbios en Tafalla. En febrero se había constituido una compañía de voluntarios de la libertad, que hacían un desfile diario. El 28 de abril numerosos carlistas increpan en el desfile a los voluntarios de la libertad.

Al día siguiente, se producen intercambios de disparos, ocasionando la muerte de un voluntario de la libertad; tras estos incidentes en el que toma parte el conocido carlista Radica, provoca la intervención del ejército liberal, a cargo del regimiento que manda el coronel Lagunero, produciéndose varios muertos y muchísimas detenciones en los participantes carlistas.

Hay que tener en cuenta que Tafalla es una plaza estratégica para los liberales, pues permitía la comunicación ferroviaria entre Pamplona-Tudela-Zaragoza. El gobernador civil, Serafín Larrainzar destituye al Ayuntamiento tafallés que ha salido del proceso electoral municipal, al considerarlo responsable de los sucesos por su poca beligerancia con los elementos carlistas del pueblo y restituye al anterior Ayuntamiento que había salido del movimiento revolucionario.

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– El veinticinco de julio, se produce un intento de sublevación carlista intentando la conquista de la Ciudadela, produciéndose varias muertos y numerosos heridos.

Este suceso hay que atribuírselo al sector carlista que veía la confrontación militar como única salida. La Diputación manda una carta, el veintiséis de noviembre, al Regente del Reino, para que cuando se produzcan las sentencias del Consejo de Guerra aplique medidas de gracia, fundamentalmente en los condenados a muerte:

“…..Por eso mismo, la Diputación de Navarra que ve en los sucesos de la abortada conspiración a hombres que no han convertido en hecho sus propósitos, a quienes considera absorbidos por una idea que se juzgó su espíritu y mira bajo el prisma del amor y de la humanidad, no puede menos de decir a V.A ¡Clemencia para los comprometidos en la conspiración de Pamplona! ¡Clemencia para los que fascinados quizá por la exaltación política intentaron perturbar el orden público!¡ Clemencia, en fin, para los que no se han manchado en la sangre de sus hermanos y para los que , si aparecen criminales políticos no aparecerán delincuentes de pervertido corazón!¡ Ah. Señor!: en las contiendas civiles que divorcian a los individuos de una misma familia, en las que se libran batallas entre padres e hijos y luchan quienes se profesan entrañable amor, es donde los crímenes se disipase con la victoria, es donde el vencedor los borra con su perdón y donde se provocan los más nobles sentimientos………… No, no se vence a los enemigos con el plomo, ni el acero, porque dominar tan solo por la fuerza es entronizar la tiranía, se les vence con la idea y la razón y aún se les vence más con el mágico e irresistible poder del sentimiento”.

Tras la aprobación de la Constitución de 1869, donde se declara la Monarquía como forma de estado, hubo una fuerte oposición de los republicanos que no acataron el acuerdo mayoritario de la coalición revolucionaria.

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Este desacuerdo origina numerosas protestas y algaradas, que llegaron a su máxima expresión en Tarragona, cuando el gobernador civil reprimió una manifestación republicana que se había organizado para recibir al general Pierrad, en la que se enarbolaron banderas republicanas. Los manifestantes, entre los que había numerosos voluntarios de la libertad, provocaron la muerte del secretario del Gobierno Civil.

El ministro de la Gobernación, Práxedes Mateo Sagasta ordenó el apresamiento del general Pierrad y la disolución de los voluntarios de la libertad de Tarragona y Tortosa. Estas medidas fueron consideradas muy duras, produciendo un fuerte malestar en el republicanismo, ocasionando airadas protestas de los diputados republicanos. Se desarrollaron manifestaciones de protestas en Barcelona, también siendo duramente reprimidas.

Este movimiento republicano, fue alcanzando mayor extensión, lo que provocó que el Gobierno provisional presentase en las Cortes Generales, un proyecto de Ley que declarase en suspenso las garantías constitucionales, mientras durase la insurrección y se le autorizase a declarar el estado de guerra en aquellos lugares del país, en los que se requiriese una intervención armada para restablecer el orden.

Esta ley fue aprobada, el cinco de octubre, con la oposición de los diputados republicanos. Mediante su aplicación, el general Prim, pudo reprimir los brotes republicanos en Zaragoza, Alicante, Valencia y Andalucía. A finales de noviembre, una vez restablecida la tranquilidad, la ley fue derogada y pudieron ser restablecidas las garantías constitucionales.

Algunos elementos carlistas de estas zonas también participaron en los incidentes y sublevaciones con la finalidad de debilitar al Gobierno provisional. Como consecuencia de ello, Sagasta recurre al decreto de 17 de noviembre de 1868 que supone el desarme y desaparición prácticamente de los voluntarios de la libertad.

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Se acoge a la regulación de la disolución de la fuerza ciudadana, cuando se dieran ”circunstancias graves”. Esto en Navarra no tuvo repercusión, es más, se fomento la creación de los voluntarios de la libertad, como una forma efectiva de lucha contra el carlismo y para favorecer el orden público. Se comunica en oficio de 28 de agosto que estas fuerzas de voluntarios dependerán de los establecimientos militares.

Estos hechos no tuvieron repercusión alguna en Navarra por la poca implantación del movimiento republicano y la no participación de los carlistas navarros. La Diputación dirigió el veintisiete de septiembre un telegrama al presidente del Gobierno diciendo:

“La Diputación de Navarra se lamenta profundamente de los sucesos de Tarragona y Barcelona, felicitándose de que el orden se hay restablecido y ofreciendo al Gobierno su más decidido apoyo para sostener el principio de autoridad y el respeto a la ley”.

Ante el aumento de la actividad subversiva del carlismo en Navarra el Gobierno provisional comunicó a la Diputación que se iba a proceder a un aumento de las fuerzas militares desplegadas en ella.

¿Eric Hobsbawm era un peligroso comunista?

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Eric Hobsbawm: probablemente el historiador más conocido del mundo. Fotografía: Karen Robinson para el observador

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Fuente: The Guardian, 17/01/2019.

(Original en ingles, traducción directa de Google)

Lo calificaron de estalinista, y fue espiado durante décadas por el MI5, pero ¿era el famoso historiador una persona de línea dura y renegada? Sus papeles privados cuentan una historia diferente.

El historiador Eric Hobsbawm , quien nació en 1917, el año de la Revolución Rusa, y murió en 2012 a la edad de 95 años, fue considerado como un estalinista impenitente, un hombre que, a diferencia de otros historiadores marxistas como EP Thompson y Christopher Hill , nunca renunció a su pertenencia al partido comunista, y nunca expresó ningún arrepentimiento por su compromiso con la causa comunista.

En la última parte de su larga vida, probablemente fue el historiador más conocido del mundo, sus libros se tradujeron a más de 50 idiomas y vendieron millones de copias en todo el mundo (alrededor de un millón solo en Brasil, por ejemplo). Sin embargo, cuando la BBC lo invitó al programa de radio Desert Island Discs en 1995, la presentadora Sue Lawley se dirigió a él de manera distante como «Profesor Hobsbawm», dejó sus libros más o menos sin mencionar y centró su atención en su compromiso permanente con el comunismo. que el programa pasó de la conversación cómoda habitual a una interrogación hostil.

Muchas de las críticas de su exitosa historia del siglo XX, The Age of Extremes, una obra traducida a 30 idiomas, lo acusaron de minimizar los males del estalinismo, y los influyentes historiadores franceses anticomunistas Pierre Nora y François Furet fueron tan logró impedir su publicación en Francia que finalmente fue traducido al francés por una oscura editorial con sede en Bélgica.

Los problemas de Hobsbawm con la BBC resurgieron después de su transmisión en 1971 sobre por qué Estados Unidos estaba perdiendo la guerra de Vietnam.
 Los problemas de Hobsbawm con la BBC resurgieron después de su transmisión en 1971 sobre por qué Estados Unidos estaba perdiendo la guerra de Vietnam. Fotografía: Archivo Bettmann

La etiqueta «Stalinista» persiguió a Hobsbawm a lo largo de su vida adulta y afectó su carrera de muchas maneras. Incluso antes de que la guerra fría hubiera comenzado adecuadamente, le impedía conseguir un trabajo en la BBC. En 1945, solicitó un puesto de tiempo completo haciendo transmisiones educativas para ayudar a los militares a adaptarse a la vida civil después de un largo período en las fuerzas. La BBC lo encontró «un candidato más adecuado», pero el MI5 vetó rápidamente el nombramiento. Hobsbawm advirtió que «no es probable que pierda ninguna oportunidad para difundir propaganda y obtener reclutas para el partido comunista».

Para 1947, había logrado obtener un empleo como profesor de historia en el Birkbeck College de Londres, algo así como un refugio para los izquierdistas cuyas carreras académicas habían tenido dificultades debido a sus puntos de vista políticos. Aunque había producido algunos artículos académicos especializados, sus otros planes de publicación se habían visto frustrados por el mismo tipo de sospecha que había bloqueado su carrera en la BBC. En 1955, su libro The Rise of the Wage-Worker fue rechazado por recomendación de dos revisores académicos anónimos que consideraron que carecía de objetividad porque era marxista. El libro permanece inédito hasta el día de hoy.

A pesar de su creciente reputación como historiador económico, Hobsbawm no pudo obtener un ascenso en Birkbeck durante mucho tiempo. Sus solicitudes para cargos académicos en historia económica en Oxford y Cambridge fueron rechazadas por motivos políticos. En 1972, sus problemas con la BBC resurgieron después de su transmisión sobre por qué Estados Unidos estaba perdiendo la guerra de Vietnam, como parte de una serie llamada A Personal View., se metió en problemas debido a su apoyo a la causa vietnamita. Los estadounidenses presionaron a la BBC para comisionar una refutación por parte de un ex oficial de inteligencia británico, quien argumentó de forma poco plausible que Estados Unidos no estaba perdiendo la guerra en absoluto. Por supuesto, la hostilidad al comunismo fue, como lo señaló el propio Hobsbawm, mucho más suave en Gran Bretaña de lo que era, digamos, en los Estados Unidos. Aún así, tuvo un efecto claramente discernible en su carrera.

¿Era Hobsbawm realmente el peligroso comunista, el apologista estalinista, el marxista de línea dura impenitente que tantos han asumido que es? Una lectura cuidadosa de su autobiografía, Interesting Times , publicada en 2002, así como de su otro trabajo publicado, hará mucho para disipar esta visión simplista. Pero es en la vasta masa de documentos privados, incluidos diarios, cartas y reminiscencias personales no publicadas, donde se encuentran las respuestas reales. Pueden complementarse con otras fuentes, incluidos los muchos archivos que el MI5 conservó durante varias décadas. ¿Cuál es la historia que cuenta este material?

Algunos de los prejuicios contra Hobsbawm se basaban claramente en la sensación de que, de alguna manera, no era del todo británico (en contraste con los enemigos reales del país, como los espías de Cambridge, graduados de escuelas públicas y, por lo tanto, por encima de toda sospecha). Nacido en Alejandría, había pasado su infancia en Viena. Esto despertó sospechas en los círculos del establecimiento. También era judío por origen, una marca negra adicional contra su reputación (un informe de la Sección Especial describía a su tío Harry, con quien vivió durante su adolescencia, como “una persona burlona y crítica, con lenguaje severo, mitad De apariencia judía, nariz larga, cabello fino y ojos azules ”).

Una manifestación nacionalsocialista en berlin, 1931.
Una manifestación nacionalsocialista en Berlín, 1931. Fotografía: Imagno / Getty Images

Se pensó, y aún se cree, que Hobsbawm era un refugiado que huyó con su familia de Alemania a Inglaterra en 1933 para escapar de Hitler. De hecho, su padre era británico, y por eso era un ciudadano británico de nacimiento. Su madre, una apasionada traductora anglófila y profesional, insistió en que se hablara inglés en su casa de Viena. Fue conocido por sus compañeros en la escuela como «el niño inglés». Sin embargo, no hay duda sobre su compromiso inicial con la causa comunista. En 1931, cuando fue enviado a vivir a Berlín con un tío y una tía después de la muerte prematura de sus padres (su padre de un ataque cardíaco, su madre de tuberculosis), se encontró con un ambiente político sobrecalentado que presentó a los jóvenes una cruda La elección entre el comunismo y el nazismo. Como un niño inglés de una familia judía liberal,

Pero había otras razones más personales para su elección, razones que ayudan a explicar por qué nunca abandonó los ideales comunistas que adquirió en Berlín. La pobreza refinada en la que creció en Viena y la miserable situación financiera de su tío en Berlín, que perdió su empleo en la Depresión como resultado de las leyes que restringen el número de empleados extranjeros en las empresas alemanas, contrastaron fuertemente con el La relativa prosperidad de sus compañeros en su escuela secundaria. Se sintió avergonzado de su aspecto lamentable y las circunstancias tensas en que vivió. «Solo cambiando esto completamente», confesó a su diario, «y sintiéndome orgulloso de ello, conquisté la vergüenza». La verdadera atracción de los comunistas era que convertían la pobreza en una virtud.

En estos, sus años de adolescencia, luego de la muerte de sus padres, Hobsbawm estaba involucrado en una búsqueda desesperada de un sentido de familia y pertenencia que solo estaba parcialmente satisfecho por vivir con su tío y su tía. Por un corto tiempo lo encontró en la forma improbable de los Scouts, pero fue el movimiento comunista el que realmente satisfizo todas estas necesidades emocionales profundas. Leyó algunos textos marxistas básicos, se involucró en las actividades de la Liga de Estudiantes de la Escuela Socialista y participó en la última gran manifestación del partido comunista en Berlín, el 25 de enero de 1933. Unos días después, Hitler fue nombrado canciller.. La vida se volvió cada vez más peligrosa para los comunistas y los judíos. Pero fue por razones económicas más que políticas que el tío Sidney de Hobsbawm decidió mudar a su familia a Gran Bretaña, luego del fracaso de otra empresa comercial, esta vez en Barcelona. Tantos de los parientes de Hobsbawm eran hombres de negocios fallidos que no es sorprendente que viera poco futuro en el capitalismo.

El partido comunista alemán había continuado creciendo incluso cuando, hacia fines de 1932, los nazis empezaban a perder apoyo. Aquí había un movimiento que tenía 100 representantes en la legislatura nacional. Cuando Hobsbawm se encontró con el partido comunista de Gran Bretaña, el contraste no podría haber sido mayor. Con no un solo MP en Westminster hasta 1935, y una membresía que lo convirtió en poco más que una secta, no impresionó a Hobsbawm en lo más mínimo. Además, era una organización de clase trabajadora agresiva que no tenía tiempo para intelectuales. Escribiendo sus diarios en casa, en alemán, todos los días, Hobsbawm concluyó que no era para él. Ya había decidido de manera bastante consciente de que, como decía, «soy un intelectual en todos los aspectos». Comenzaba a darse cuenta de que era inusualmente inteligente, pero ya estaba obsesionado por la sensación de que físicamente no era atractivo. Su primo Denis le dijo brutalmente que él era «feo como el pecado, pero tienes una mente». Hobsbawm comenzó a leer vorazmente, semana tras semana, todos los principales textos marxistas. «Ahógate en el leninismo», fue su nota para sí mismo. «Que se convierta en tu segunda naturaleza». Después de leer 12 páginas de Lenin, anotó en su diario: «Sorprende cómo eso me anima y aclara mi mente. Estuve de buen humor total después «. Esta no es la sensación que la mayoría de la gente tiene después de analizar trabajos como «Después de leer 12 páginas de Lenin, anotó en su diario:» Sorprendente cómo eso me anima y aclara mi mente. Estuve de buen humor total después «. Esta no es la sensación que la mayoría de la gente tiene después de analizar trabajos como «Después de leer 12 páginas de Lenin, anotó en su diario:» Sorprendente cómo eso me anima y aclara mi mente. Estuve de buen humor total después «. Esta no es la sensación que la mayoría de la gente tiene después de analizar trabajos comoMaterialismo y crítica empírica . En cuanto a Stalin, Hobsbawm apenas lo menciona.

También fue un realista político. El único movimiento de masas de la izquierda en Gran Bretaña en la década de 1930 fue el Partido Laborista, por lo que Hobsbawm rechazó a los comunistas y se ofreció como voluntario para ayudar al Trabajo en las elecciones locales de 1934 (como hizo en las elecciones generales de 1945). Y estaba lejos de limitar sus intereses, visitando las principales galerías y museos de Londres, y leyendo numerosas obras (en inglés, francés y alemán) de ficción, poesía y drama, además de desarrollar un entusiasmo por el jazz, en un momento en que Fue anatematizado por la política cultural oficial del partido comunista.

¿Una necesidad trágica?  ... La invasión de Hungría por la URSS en 1956 fue respaldada por el partido comunista británico
¿Una necesidad trágica? … La invasión de Hungría por la URSS en 1956 fue respaldada por el partido comunista británico. Fotografía: AP

Esta amplitud de actividades solo aumentó después de graduarse en King’s College, Cambridge, en 1936. Llegó a este punto, encontrando un número creciente de estudiantes comprometidos con el comunismo como resultado del fracaso del Partido Laborista en apoyar a la república en el Guerra civil española, que finalmente se unió al partido comunista, en la forma del Club Socialista de la universidad. Pero rápidamente se aburrió con el dogmatismo político del club. Encontró sus actividades y especialmente su Boletín regular, que se le encargó de editar, «estéril», por lo que lo abandonó por el periódico estudiantil no político El Granta, que se convirtió en su editor también. Aquí tenía posibilidades de escribir sobre cine, una pasión particular, pero también producir perfiles de personajes destacados de Cambridge y políticos visitantes.

Después de la guerra, continuó como miembro del partido e hizo algunos trabajos para apoyar a los partidos hermanos en Europa central, al menos hasta que comenzaron a ser víctimas de un proceso despiadado de estalinización a fines de los años cuarenta. Pero en verdad, Hobsbawm nunca se comportó como se suponía que era un comunista. No era un activista, no vendía literatura del partido comunista en la esquina y escribía regularmente para publicaciones no comunistas («burguesas»), ganando la desaprobación del partido. Se confesó un «forastero en el movimiento». Se centró principalmente en el trabajo del Grupo de Historiadores del Partido Comunista (CPHG), una organización de vida relativamente corta de finales de los años cuarenta y principios de los 50, en gran parte limitada a las «discusiones teóricas». Operarios del MI5, que monitorean conversaciones con errores en la sede del Partido Comunista en Londres,

Con lo que Hobsbawm estaba comprometido era con un ideal de comunismo con una pequeña «C», un ideal que había tomado como adolescente más leyendo los clásicos marxistas que tomando parte activa en la política real del movimiento. También se mantuvo convencido, como lo había estado en la década de 1930, de que los comunistas tendrían que cooperar con otros partidos de izquierda en la lucha por el poder: de ahí su entusiasmo por el Frente Popular francés, que estableció un gobierno socialista y liberal en 1936 con el apoyo del partido comunista.

En los años 50, sin embargo, las posibilidades de colaboración eran mínimas. El partido comunista británico era estalinista y sin apoyo de masas. Con el paso del tiempo, la desilusión de Hobsbawm con ella creció constantemente. ¿Cómo podría él, por ejemplo, apoyar las políticas de Stalin cuando estos involucraron juicios de «cosmopolitas», o en otras palabras, miembros judíos en Checoslovaquia y otros países dominados por los comunistas en Europa del Este? Después de todo, conocía a un buen número de ellos, y era consciente de que eran inocentes de los cargos presentados en su contra.

Poco después de la muerte de Stalin en 1953, el movimiento comunista internacional se vio sumido en una profunda crisis. El 25 de febrero de 1956, en el vigésimo congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, Nikita Khrushchev denunció a Stalin por el «culto a la personalidad» que había crecido a su alrededor y por los innumerables asesinatos y atrocidades que había cometido. Cuando el contenido del discurso llegó al oeste, la dirección del partido británico intentó ignorarlos. Pero en abril de 1956, el grupo de historiadores, liderado por Hobsbawm, Thompson y Hill, reprendió al partido por su incapacidad para expresar su pesar por su «pasado apoyo sin crítica a todas las políticas y opiniones soviéticas». Un debate apasionado estalló en el periódico World News del partido, con Hobsbawm en particular pidiendo una confrontación abierta con el pasado del partido, Sus errores y sus mentiras. Exigió que debía estar abierto al cambio democrático desde abajo; simplemente imponer una «línea de partido» desde arriba era inaceptable. Se encontró con tácticas dilatorias y ofuscación por parte de los líderes.

La crisis se intensificó en octubre de 1956, cuando un gobierno comunista liberal llegó al poder en Hungría a raíz de manifestaciones populares masivas después de meses de obstaculización del régimen estalinista en Budapest. El 4 de noviembre, Moscú respondió con una invasión militar, suprimiendo el nuevo régimen y matando al menos a 2.500 húngaros que habían tratado de resistir. Estos eventos, declaró Hobsbawm, sorprendieron a los intelectuales del partido y «traspasaron el núcleo de su fe y esperanza». Intentando evitar una confrontación abierta con el liderazgo en Londres, que había respaldado la invasión, reconoció que la invasión era «una necesidad trágica» en vista de la amenaza de un gobierno reaccionario de derechas que tomaba el poder, pero exigió que «la URSS debería retirarse». Sus tropas en cuanto sea posible ”.

Tony Blair, a quien Hobsbawm llamó 'Thatcher en pantalones'.
Tony Blair, a quien Hobsbawm llamó ‘Thatcher en pantalones’. Fotografía: Jane Bown para el observador.
 

Un debate furioso estalló dentro del partido cuando los líderes se negaron a ceder. «Hobsbawm», una conversación telefónica monitoreada por el MI5 registró a un miembro diciendo: «quiere pedir el derrocamiento del liderazgo y una nueva política». Su actitud hacia los líderes del partido fue descrita como «belicosa». Como los principales historiadores, como Thompson, renunciaron a la CPGB en su desesperación, Hobsbawm exigió el derecho a formar una oposición interna del partido. Una figura destacada en la fiesta lo llamó «un personaje peligroso». Él y los otros historiadores, dijo otro, eran «una gran cantidad de desdichas, potencialmente muy peligrosas». Las «libertades» que exigían conducirían a la «anarquía del partido». Hobsbawm respondió atacando la «complacencia monumental» de la CPGB. El partido se negó a ceder. Él y los otros historiadores eran «intelectuales sin espinas y sin espinas».

Hobsbawm los acompañó en muchos aspectos, contribuyendo a su periódico The New Reasoner y uniéndose a ellos en el New Left Club, fuera del partido. George Matthews, editor del periódico del partido, el Daily Worker, declaró que «en su opinión, sería algo bueno» si «provocaran a Hobsbawm a abandonar la fiesta». En todo caso fue un «forastero». Hobsbawm fue convocado al cuartel general de la fiesta y le dijo que «querían que permaneciera en la fiesta y no hiciera cosas que pudieran sacarlo de ella». Hobsbawm «, informó el monitor MI5,» había estado terriblemente molesto, jurando que nunca quiso irse «.

El intercambio fue revelador. Una vez más, el profundo compromiso emocional de Hobsbawm con los ideales del comunismo, simbolizado por él por su membresía continua en el partido, había llegado a primer plano. Si bien la mayoría de los intelectuales en el partido se habían convertido en comunistas como parte de la lucha contra el fascismo en la década de 1930, y así, una vez que se ganó la lucha, no le fue difícil salir, el compromiso de Hobsbawm fue mucho más profundo. Sin embargo, el obstinado estalinismo del partido británico ahora lo dejó afuera en el frío.

Antonio Gramsci, el teórico y político marxista italiano.
Antonio Gramsci, el teórico y político marxista italiano. Fotografía: Laski Diffusion / Getty Images
 

Después de mediados de la década de los 50, gravitó hacia un modelo muy diferente que fue forjado por los partidos «eurocomunistas» orientados hacia la reforma de España e Italia. Por los años 80, siguiendo las ideas de Antonio Gramsci., llegó a creer que el Partido Laborista británico tenía que llegar a una alianza con elementos de las clases medias, ya que la vieja clase trabajadora en la que había apoyado durante tanto tiempo ahora estaba en decadencia; de lo contrario, la democracia en Gran Bretaña estaba condenada. Lejos de ser un estalinista, ahora se había convertido en el profeta del Nuevo Laborismo. Neil Kinnock retomó sus ideas cuando se convirtió en líder del Partido Laborista, y Tony Blair lo puso en acción, aunque más tarde lamentó que Blair no haya desentrañado las políticas neoliberales implementadas por los conservadores en los años 80 («Thatcher en pantalones «Fue su veredicto sobre Blair).

¿Cómo afectó todo esto su práctica como historiador? ¿Hay alguna conexión entre el comunismo de Hobsbawm y la fama mundial y el éxito de sus escritos históricos?

Lo primero y quizás lo más importante a destacar es que su obra histórica nunca fue puramente marxista. Lejos de ser un «intelectual centroeuropeo», como algunos afirman, fue influenciado sobre todo por las ideas intelectuales francesas, en particular las del grupo de historiadores asociados con el periódico Annales. El mentor de Hobsbawm en Cambridge a fines de la década de 1930 y después, la historiadora económica Mounia Postan, le presentó el trabajo de los Anales, invitando a su figura principal Marc Bloch a Cambridge y compartiendo en muchos aspectos su creencia en la historia como una disciplina que abarca todo, tratar analíticamente no solo la política, la economía y la sociedad, sino también las artes y, de hecho, todos los aspectos de la vida en el pasado.

Hobsbawm profundizó su relación con la escuela histórica francesa en la década de 1950, cuando pasó largos períodos en París mezclando con intelectuales de izquierda disidentes. Su libro, The Age of Revolution , publicado en 1962, mostraba claramente la influencia de los Annales, al igual que sus sucesores The Age of Capital y The Age of Empire.. Sin embargo, lo que hizo que sus escritos fueran particularmente atractivos fue su endeudamiento con los modelos de interpretación marxistas, desplegados con claridad y poder, e ilustrados con ejemplos y pruebas extraídas de una amplia gama de fuentes en una variedad de idiomas. Aquí, su lectura profunda de la literatura europea, comenzando en su adolescencia, mostró su influencia en un estilo que combinaba elegancia e ingenio, involucrando al lector de una manera que ninguna exposición marxista convencional podría lograr.

Al mismo tiempo, al igual que otros historiadores marxistas ingleses como Thompson, Hobsbawm fue liberado intelectualmente por su distanciamiento del partido comunista británico en 1956. Después de escribir en la década de 1940 y principios de la década de 1950 sobre el ascenso de la clase trabajadora, se dirigió al estudio. Gente marginal y desviada en la historia, «rebeldes primitivos», milenaristas, luditas, bandidos, movimientos populares aparentemente irracionales que de hecho expresaron un alto grado de racionalidad en su rebelión contra las invasiones del capitalismo en su forma de vida. Por supuesto, los colocó en una teleología básicamente marxista (después de todo, eran rebeldes «primitivos», a diferencia de los rebeldes modernos supuestamente sofisticados de los movimientos obreros marxistas). Aun así, la simpatía con la que los trataba era evidente para todos los que podían leer entre líneas.

Las ideas marxistas dieron a su trabajo una coherencia y estructura que la historia simplemente empírica no pudo lograr; Le ayudaron a desarrollar conceptos que daban sentido al material incipiente de la historia y, al mismo tiempo, porque eran novedosos y controvertidos, proporcionaron temas para los debates y discusiones que todavía están teniendo lugar entre los historiadores en la actualidad. Siglo XVII «,» el nivel de vida en decadencia en la revolución industrial «,» bandidaje social «,» la invención de la tradición «,» el largo siglo XIX «y muchos más. Al mismo tiempo, los conceptos e ideas nunca forzaron la evidencia básica al margen. Cuando el hecho y la interpretación se enfrentaron, Hobsbawm fue casi siempre lo suficientemente escrupuloso como para rendirse al hecho, como, por ejemplo, en su abandono de las teorías marxistas del imperialismo en su libro.La era del imperio . Ni como intelectual comunista ni como historiador practicante fue nunca un mero propagandista.

En cuanto a su confrontación con el pasado comunista en las últimas dos décadas de su vida, tras la caída del Muro de Berlín, no hay indicios de que ocultara o pasara por alto los numerosos crímenes y atrocidades que lo habían desfigurado. Las agudas exigencias de arrepentirse y retractarse con las que fue confrontado con tanta frecuencia merecen ser tratados con desprecio. Más bien, lo que le da a The Age of Extremes gran parte de su fascinación es el espectáculo de un comunista de toda la vida que intenta, a menudo pero no siempre con éxito, llegar a un acuerdo con el fracaso de la causa que había servido durante tanto tiempo como intelectual.

 Eric Hobsbawm: Una vida en la historia de Richard J Evans es una publicación de Little, Brown el 7 de febrero (RRP £ 35). Para solicitar una copia por £ 30, vaya a guardianbookshop.com o llame al 0330 333 6846. P & p del Reino Unido gratis por más de £ 15, solo pedidos en línea. Pedidos telefónicos mín. p & p de £ 1.99.