La Operación Balmis y la verdad sobre la expedición contra la viruela

Autor: FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS

Fuente: La Vanguardia 01/04/2020

La viruela es la única enfermedad contagiosa que la humanidad ha conseguido erradicar, gracias a una campaña masiva de la OMS. La última vez que se contrajo de forma natural fue en Somalia, en 1977. Después, solo se contabilizó una víctima más: un año más tarde moría la fotógrafa médica Janet Parker, tras una deficiente manipulación del virus en un laboratorio británico. Finalmente, en 1980, la OMS anunció la eliminación del mal.

Concluía así una larga lucha que tuvo uno de sus hitos principales en la expedición española capitaneada por el médico alicantino Francisco Javier Balmis (1753-1819), destinada a difundir el uso de la vacuna. Es en homenaje a esta acción que el Ministerio de Defensa ha bautizado la operación puesta en marcha actualmente contra la epidemia de coronavirus.

El problema de la viruela

En el siglo XVIII, la viruela constituía una amenaza muy letal que no respetaba clases sociales. Tampoco a los reyes, como sucedió con el joven Luis I de España, desaparecido con tan solo diecisiete años. Cada año, unas doscientas mil personas morían en toda Europa, en su mayoría niños. Sin embargo, los campesinos advirtieron que los que ordeñaban vacas no sufrían el contagio. El médico británico Edward Jenner reparó en ello y, en 1796, introdujo el fluido de un animal infectado en un niño. Este quedó inmunizado con carácter permanente.

Carlos IV de España en un retrato de Francisco Bayeu, c. 1790-1791. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Carlos IV de España en un retrato de Francisco Bayeu, c. 1790-1791. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. (Dominio público)

El nuevo hallazgo no tardó en conocerse en España. Multitud de publicaciones de la época atestiguan el interés por la esperanzadora innovación. El rey Carlos IV se mostró sensible a la novedad porque la viruela había golpeado con dureza a su familia. Había perdido a una hija, María Teresa, de apenas tres años, y también a un hermano, el infante Gabriel. Por ello, no dudó en apoyar el proyecto para llevar la vacuna a los territorios de su inmenso imperio.

Pero la motivación principal no fue esa. En 1802, una epidemia de grandes proporciones se había desatado en el virreinato de Nueva Granada, que abarca las actuales repúblicas de Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá.

La situación era dramática y urgente. Eso explica que, tal como ha señalado Susana María Ramírez Martín, autora de varios estudios sobre la expedición de Balmis, España reaccione con una rapidez inusual. Entre la concepción del proyecto y su puesta en marcha solo transcurrieron ocho meses. Todo un récord para la época.

La decisión se justificó como una forma de llevar la protección del monarca a sus súbditos necesitados, sobre todo a los más pobres, porque se sabía que estos eran los que sufrían las peores consecuencias. La viruela podía afectar a todos, pero los que se hacinaban en viviendas miserables lo tenían más complicado para su recuperación. No obstante, esta motivación humanitaria coexistía con la voluntad política de fortalecer los recursos del Estado evitando las periódicas catástrofes demográficas.

El médico Francisco Javier Balmis, grabado, c. 1800.
El médico Francisco Javier Balmis, grabado, c. 1800. (Dominio público)

La iniciativa de la monarquía borbónica se enmarcaba en una política característica del siglo XVIII, destinada a impulsar el conocimiento científico. España promovió diversas expediciones dirigidas a los territorios ultramarinos, entre ellas, poco antes de la de Balmis, la de Alejandro Malaspina, entre 1789 y 1794.

A lo largo de este periplo, el marino italiano tuvo ocasión de observar los devastadores efectos de la viruela. En Isla Mocha (Chile), una epidemia “había arrebatado casi instantáneamente la vida a unas dos mil quinientas personas sin distinción de sexos”. En cuanto a los supervivientes, quedaban con secuelas físicas indelebles.

Un viaje durísimo

En 1803 partió de La Coruña la corbeta María Pita, con Balmis como director de la denominada Real Expedición Filantrópica. Un cirujano, Josep Salvany, era el subdirector. En aquellos momentos había que hacer frente al reto de transportar la vacuna a una gran distancia de forma que estuviera en condiciones de ser utilizada.

Hubo que recurrir a un método primitivo, pero ingenioso. Se reunió un grupo de veintidós niños y se inoculó el virus a dos. Cuando estos desarrollaron la forma atenuada de la enfermedad, se repitió la operación con otra pareja. A través de esta cadena, el fluido llegó fresco a territorio americano.

Para reclutar a estos niños, el gobierno ofreció mantenerlos y formarlos hasta que pudieran ejercer un oficio digno. Aunque la oferta era atractiva, los padres no deseaban entregar a sus hijos para un viaje tan largo y arriesgado. Por eso los elegidos fueron huérfanos procedentes de La Coruña y Santiago. Más tarde, ya en América, se buscarían nuevos niños para proseguir con la expedición.

Cicatrices producidas por la vacuna de la viruela en un tratado traducido por Balmis en 1803. (CC BY 4.0 / Wellcome Library)

Tras su llegada a Venezuela en marzo de 1804, la expedición se dividió para multiplicar los esfuerzos. Balmis se encaminó hacia el norte para vacunar México y, desde allí, dirigirse a Filipinas, en un largo viaje en el que los niños portadores de la vacuna pasaron por un sufrimiento atroz. El capitán del navío Magallanes había prometido al médico alicantino colocar a los pequeños en un compartimento amplio y ventilado, pero, pese a las indignadas quejas de este, los situó en un espacio lleno de inmundicias y ratas.

Por su parte, el segundo de Balmis, Salvany, marchó hacia América del Sur. Le esperaba un periplo lleno de penalidades en una geografía con distancias descomunales y todo tipo de obstáculos. Él mismo relató así, desde Cochabamba, Bolivia, las dificultades que él y sus hombres tuvieron que superar: “No nos han detenido ni un solo momento la falta de caminos, precipicios, caudalosos ríos y despoblados que hemos experimentado, mucho menos las aguas, nieves, hambres y sed que muchas veces hemos sufrido”.

La sorpresa

Según una visión tradicional, el remedio contra la viruela fue un descubrimiento europeo y América se limitó a recibirlo sin más. La reciente historiografía cuestiona esta visión a través de estudios como Viruela y vacuna (Santiago de Chile, 2016), de Paula Caffarena. Esta especialista señala que la vacuna se hallaba en muchos territorios americanos antes de la llegada de Balmis y su expedición. La opinión pública ya sabía de la existencia del tratamiento a través de la prensa local y otras publicaciones. En Guatemala, por ejemplo, se habían publicado diversas noticias entre 1802 y 1804.

El médico británico Edward Jenner.
El médico británico Edward Jenner. (CC BY 4.0 / Wellcome Library)

El descubrimiento de Jenner, por tanto, era una innovación que se aguardaba con impaciencia. Los criollos americanos pudieron obtenerla gracias al contrabando, ampliamente practicado en aquellos momentos, pese al monopolio comercial detentado por España. En Nueva Granada (actual Colombia), por ejemplo, la vacuna llegó a través de las relaciones comerciales clandestinas con las colonias inglesas.

En Lima sucedió otro tanto. Cuando Salvany se presentó en la capital peruana encontró un floreciente tráfico en torno al remedio: “Se vendían públicamente cristales con el pus (…) a precios muy subidos, y salían a vacunar a los pueblos comarcanos y exigían cuatro pesos a cada vacunado”.

Tomar la iniciativa

América estaba muy lejos de su metrópoli. Por eso, en situaciones de urgencia, las autoridades actuaban por propia iniciativa. En Puerto Rico, cuando se desató una epidemia de viruela, el gobernador autorizó al cirujano catalán Francisco Oller a marchar a la isla vecina de Santo Tomás, en manos danesas, para obtener la vacuna. Poco después llegó Balmis y montó en cólera al comprobar que el trabajo que él pensaba realizar ya estaba hecho. Dijo entonces que Oller había usado una técnica incorrecta.

La gran aportación de la expedición no fue llevar la vacuna, sino regular su difusión

Fue en Puerto Rico donde el médico Tomás Romay obtuvo la vacuna. La introdujo en La Habana antes de que la Real Expedición Filantrópica pisara Cuba. Cuando Balmis llegó a Veracruz, en México, se encontró con que Alejandro García de Arboleya, médico de la Armada, ya había introducido el descubrimiento de Jenner.

La gran aportación de la Expedición Filantrópica, en realidad, no consistió en llevar por primera vez el tratamiento contra la viruela, sino en regular su difusión, tal como señala Caffarena. Por toda América se crearon juntas encargadas de asegurar la conservación del preciado remedio y su extensión por el territorio. La extensión de la vacuna, por tanto, no se efectuó en un sentido unidireccional –España da, América toma–, sino que fue el resultado de la interacción entre la metrópoli y las diversas instancias locales.

William Ogilvie en el socialismo agrario

Autor: Eduardo Montagut

Fuente: nuevatribuna.es 4/10/2019

En esta pieza nos acercamos a la figura y obra de un socialista agrario británicoel escocés William Ogilvie de Pittensear (1736-1813 0 1819).

Nuestro protagonista fue profesor de literatura clásica en la Universidad de Aberdeen (Escocia), aunque su pasión fue la agricultura, tanto en lo referente a la estructura de la propiedad como a los aspectos más técnicos o agrícolas.

Ogilvie ha dejado una obra que condensa sus ideas, Ensayo sobre el Derecho de Propiedad sobre la Tierra, publicada de forma anónima en el año 1782, aunque luego se reeditaría en 1838. Para Ogilvie, la propiedad era el origen de la miseria de los campesinos, siendo la principal causa de la infelicidad de los hombres, más que la tiranía de los reyes, el poder del clero o los “enredos” de los hombres de leyes. Todos los hombres tenían un derecho inalienable a una parte igual del suelo. El Estado tenía la obligación de hacer respetar esta ley natural. Es evidente la influencia de Locke, pero también de la fisiocracia francesa, porque Ogilvie defendía que la agricultura era la fuente de la riqueza más que la manufactura, y porque valoraba el trabajo y las mejoras introducidas por el agricultor. Así pues, estaba conjugando o conciliando igualdad con trabajo. Esta sería su principal aportación a la Historia del socialismo.

Ogilvie no profundizó mucho más allá, y en sus formulaciones había un evidente arcaísmo, especialmente cuando no valoraba la producción industrial, pero estaba invocando un nuevo orden social porque defendía la distribución del suelo y de los productos de la tierra, acabando con el monopolio de los terratenientes. Ese orden estaría formado por agricultores con pequeñas propiedades inalienables y hereditarias. Algún autor ha señalado que Ogilvie no estableció ni un método revolucionario ni reformista para realizar lo que proponía; todo se cifraba en la voluntad.

Ogilvie tuvo gran influencia entre los cartistas unos decenios después. Recordemos que en plena implosión del cartismo se reeditó su obra.

El ludismo: la sublevación del hombre contra las máquinas.

Autor: Eduardo Montagut

Origen: nuevatribuna.es

La aplicación de los nuevos inventos de las máquinas en la industria textil provocó un claro empeoramiento de las condiciones laborales de los trabajadores en la Revolución Industrial: bajada de salarios y aumento del paro. Una máquina podía hacer más trabajo que el que hacían los trabajadores y se podían bajar los sueldos a los que no era despedidos. Así pues, no parece extraño que los trabajadores expresaran su descontento destruyendo la maquinaria, en la primera fase del movimiento obrero, en el proceso de toma de conciencia de clase. Se pretendía presionar a los patronos para evitar despidos, mejorar las condiciones laborales y buscar aumentos de salario. Hobsbawm denominó a esta etapa la de la “negociación colectiva a través del motín”. Estas acciones tenían algún grado de organización, aunque muy rudimentario. Los trabajadores enviaban comunicados amenazadores a los empresarios antes de una acción violenta contra las máquinas. Siguiendo una vieja tradición, eran firmados con el nombre de Ned Ludd, un legendario calcetero que, supuestamente, fue el primero en romper el bastidor de un telar. Ese es el origen del nombre de este movimiento- ludismo- y que se refiere, por tanto, a las acciones organizadas por los trabajadores ingleses en los últimos decenios del siglo XVIII y primeros años del siglo XIX, contra las máquinas. Acciones parecidas se produjeron en el resto de Europa.

La primera medida contra la destrucción de máquinas y fábricas se dio en 1769 con una ley aprobada por el Parlamento inglés. Estos delitos serían castigados con la pena capital. Los trabajadores elevaron protestas al parlamento para que se prohibiese el empleo de las máquinas. Al no conseguir ninguna respuesta positiva a sus demandas, se reanudaron las destrucciones en los primeros decenios del siglo XIX. Como el movimiento alcanzó una enorme dimensión, el gobierno inglés respondió con el empleo del terror. En 1812 se generó, al respecto, un intenso debate parlamentario. Lord Byronpronunció un discurso contra el proyecto de ley, pero de nada sirvió. La ley castigaría con la pena de muerte, como antes, las destrucciones.

En España también se dio el fenómeno de la destrucción de máquinas e incendios de fábricas en los albores del proceso de industrialización. Las primeras manifestaciones de ludismo en España tuvieron lugar en Alcoy en el mes de marzo de 1821, en plenoTrienio Liberal. Los tejedores ocuparon la ciudad y una multitud destruyó muchas máquinas, exigiendo al Ayuntamiento que se desmontasen las que quedaban. Estos hechos provocaron la intervención del ejército. Las Cortes tomaron la decisión de indemnizar a los fabricantes. Las autoridades quisieron ver la mano de la reacción absolutista detrás de esta violencia pero, en realidad, fue el primer episodio de odio hacia una tecnología que podía afectar al salario y al empleo. El siguiente episodio tuvo lugar en Camprodón, al destruirse máquinas de hilar y cardar. Se detuvo a algunos de los responsables y cuatro de ellos fueron juzgados. También se produjeron sucesos semejantes en Segovia y otras localidades.

Ante esta sucesión de acontecimientos y para evitar su reproducción se dictó la Real Orden  de 24 de junio de 1824, ya restaurado el absolutismo fernandino y que fue obra del ministro Luis López Ballesteros. La disposición establecía tres medidas. La primera de ellas podría ser calificada de pedagógica, ya que ordenaba a las autoridades locales, religiosas y militares de los distintos lugares que instruyesen a los parados sobre los beneficios que proporcionaba la introducción de la tecnología. La segunda medida era claramente punitiva porque advertía que si se repetían los desórdenes se abrirían procesos judiciales y se dictarían severas penas. Por fin, la tercera medida tenía un componente social. Había que procurar emplear a los parados en caminos, obras públicas y trabajos comunitarios.

Pero esta orden no frenó los incidentes. En aquel momento el problema tenía que ver con la cuestión del alargamiento de las piezas textiles. La introducción de la maquinaria permitía producir más piezas en menos tiempo. Los patronos pretendían que se aumentase el largo de las piezas y, de ese modo, pagar menos salario, ya que éste se abonaba por pieza, además de poder despedir a una parte de los trabajadores. Por eso el ludismo prendió tanto entre los obreros que seguían teniendo trabajo como entre los que se quedaban sin él. Ante el aumento de los conflictos a finales de los años veinte en Barcelona, las autoridades obligaron a imponer a los fabricantes un límite para el largo de las piezas. Esto ocurría en 1827, pero los empresarios no hicieron mucho caso a esta disposición. Los tejedores protestaron y la Comisión de Fábricas no atendió las demandas. Al final, en 1831 la autoridad intervino para intentar evitar los conflictos e impuso un máximo para el largo de las piezas.

Pero la medida del límite del largo tampoco frenó la conflictividad social, especialmente en Barcelona. En 1834, los obreros protestaron ante el capitán general por la bajada de los salarios y los despidos. Los patronos contestaron en la Comisión de Fábricas que no estaban bajando los salarios y acusaron a los obreros de holgazanería. Las quejas continuaron al año siguiente.

En 1835 se produjo uno de los hechos más conocidos de este fenómeno de destrucción de máquinas, aunque debe ser enmarcado en un contexto más amplio de fuerte agitación social y política, con el gobierno de Toreno y la Milicia Nacional enfrentados, en pleno auge de la guerra carlista y con la primera quema de conventos de la Historia contemporánea española. Nos referimos al incendio de la fábrica “El Vapor” de Bonaplata y Cía, el día 5 agosto. En los días sucesivos fueron ejecutados cuatro de los responsables y encarcelados otros muchos. Es curioso comprobar que la prensa de Barcelona se lanzó contra estos hechos y no tanto contra la quema de conventos. Muchos empresarios se asustaron y no instalaron las máquinas que habían comprado, aunque muchos otros decidieron aumentar de nuevo la longitud de las piezas. El jefe político de Barcelona dictó un Bando obligando a los fabricantes a cumplir lo que se había establecido sobre el largo de las piezas textiles en el año 1831, pero dejó muy claro que se arrestaría a los obreros que se moviesen bajo el pretexto de que el fabricante no cumplía lo estipulado. Además se creó una Comisión mixta que debía inspeccionar las fábricas y con el fin de resolver los conflictos laborales. Pero en junio de 1836 losobreros de Sabadell intentaron destruir máquinas. En estos momentos comenzó a superarse esta etapa del movimiento obrero español porque empezó a tenerse conciencia de la importancia de luchar por el reconocimiento del derecho de asociación, aunque siguió habiendo algunos episodios de ludismo.

Cómo ha cambiado el consumo de energía desde el siglo XVIII.

Imagen: JohnGreyTurner.

Autor:

Fuente: Think Big, Telefónica. 28 de julio de 2013

Desde los comienzos de la Revolución Industrial hasta ahora, las sociedades han cambiado mucho su forma de consumir energía. En el siglo XVIII no existían los combustibles fósiles, pese a que el petróleo se utilizaba desde hacía tiempo con fines médicos y militares, siendo la principal fuente energética la madera. Hoy en día, las renovables conviven al lado de la nuclear y las principales fósiles, mientras que la electricidad ha sido parte esencial en el desarrollo, facilitando el almacenamiento y el transporte.

Una de las agencias estadounidenses para la energía, la US Energy Information, ha publicado recientemente un gráfico en el que se puede ver la evolución del consumo energético desde 1776, fecha fijada por ser el año de la independencia del país. La información se refiere exclusivamente a Estados Unidos, pero no deja de ser un reflejo de los cambios que ha habido a lo largo del tiempo globalmente.

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Rutas comerciales coloniales.

Fuente de la imagen: http://www.movehub.com/blog/colonial-trade-routes

Fuente: El Blog Salmón y Movehub.

Autor: Max Holloway, Wednesday, 24 September 2014

Movehub es una interesante web de servicios a expatriados, de cuyas infografías nos hemos hecho eco más de una vez. Hoy vamos con unas de sabor histórico, concretamente una representación gráfica sobre las rutas comerciales coloniales de España, Reino Unido y Holanda.

Tras digitalizar los diarios de a bordo de navíos de estos tres imperios comerciales de 1750 a 1850 han construido la siguiente representación con las rutas desarrolladas por cada embarcación.

rutascomerciales.jpg

Vemos la existencia de unos claros patrones, de unas autopistas marítimas comerciales, aunque quizás en el caso español, los datos llegan un tanto tarde, ya que a partir de 1810 comienza el proceso independentista en buena parte de las colonias americanas.

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El desarrollo de la infraestructura ferroviaria en España: El ferrocarril de Mataró, una singularidad malinterpretada.

Fuente: El Mundo.

Autor: Carlos Guash, 6/03/2015.

Una profunda investigación recién concluida desvela numerosos aspectos desconocidos sobre los inicios del ferrocarril en España. Entre ellos algunos tan relevantes como los que se refieren al discutido ancho de vía adoptado en su momento (1844) para los ferrocarriles peninsulares. Dado su notable alcance y las numerosas cuestiones abordadas, hoy podemos contemplar la introducción del nuevo medio de transporte en nuestro país desde nuevas perspectivas.

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