Los acuerdos tripartitos de Madrid: papel mojado

Soldados marroquíes y de la Minurso observan con prismáticos desde el muro militar levantado por Marruecos en el Sahara Occidental. CHRISTIAN MARTÍNEZ

Autor: Equipe Media Sahara

Fuente: elsaltodiario.com 15/11/2020

A 45 años de la firma de los acuerdos entre Marruecos, Mauritania y España, con los que las potencias negaron el derecho de autodeterminación del pueblo Saharaui, Rabat insiste en su papel colonial violando el alto al fuego en la región fronteriza de Guerguerat.

l 14 de noviembre se conmemora el cuadragésimo quinto aniversario de la firma de los denominados acuerdos tripartitos de Madrid, que fueron el resultado de dos días de negociaciones entre España, Marruecos y Mauritania, y terminaron condenando al pueblo del Sahara Occidental al desplazamiento forzado,   obstaculizando su desarrollo durante medio siglo.

Las potencias imperiales competían a contra reloj, tras la resolución del Tribunal Internacional de Justicia dictada el 16 de octubre de 1975, para desvincularse de sus responsabilidades y conseguir ventajas políticas y económicas; para soslayar el enfrentamiento con un movimiento revolucionario de liberación que empezaba a desarrollarse y fortalecerse en el terreno del Sahara Occidental.

Pese al dictamen del Tribunal Internacional de Justicia que establece la necesidad de posibilitar al pueblo saharaui conseguir su inalienable derecho a la autodeterminación, y otorgarle la palabra para decidir su futuro, España estaba enfrascada en la formulación de un acuerdo a través del cual otorgaba lo que no le pertenecía a quien no se lo merecía.

Pese al dictamen del Tribunal Internacional de Justicia que establece el derecho saharaui a decidir sobre su autodeterminación, España estaba enfrascada en el que otorgaba lo que no le pertenecía a quien no se lo merecía

Los acuerdos de Madrid no tenían ningún valor legal porque se firmaron en ausencia de la parte saharaui; y no establecían el traslado de la soberanía sobre el territorio a dos países vecinos, solo establecían el traslado de la administración del mismo. Según lo dispuesto en los acuerdos de Madrid, la administración del territorio dependía de una serie de medidas cuya vigencia terminaría el 26 de febrero de 1976. Además, la Organización de las Naciones Unidas, que no reconoce los acuerdos de Madrid, tiene una postura diferente acerca del estatus del Sahara Occidental; ya que lo incluye en la lista de los territorios no autónomos y pendientes de descolonización.

Campamento Gdeim Izik

Durante la guerra entre el Frente Polisario, por un lado, y las dos potencias invasoras —Marruecos y Mauritania—, por otro lado, el vecino del sur se vio obligado a retirarse dadas la grandes pérdidas sufridas a causa del conflicto bélico, firmando un acuerdo de paz con la República Árabe Saharaui Democrática. Este hecho. que deja sin valor los acuerdos tripartitos de Madrid, dejó al descubierto otra vertiente de la naturaleza de la política expansionista de Marruecos, un estado que apuesta por la creación de guerras y tensiones para garantizar la existencia de una corona construida sobre las cadáveres de humildes personas que fueron esclavizadas y humilladas.

Ante los escollos que obstaculizan la resolución de la causa saharaui, que se deben en gran medida a la conspiración de Francia, España y Marruecos, el Frente Polisario, obligado a dolorosas cesiones, moderó sus objetivos pasando de reclamar directamente la liberación de la patria a la defender el derecho de su pueblo a decidir libre y democráticamente mediante un justo y trasparente referéndum de autodeterminación. 

En este escenario, surgieron soluciones y propuestas políticas entre las que se destacan el Plan de Paz para la autodeterminación del pueblo del Sahara Occidental, o el Plan Beker II que fue enterrado a pesar de ser admitido por el Consejo de Seguridad Internacional de la ONU, y el ayudante del exsecretario General de la ONU Hans Corriel, quien llamó a España a asumir sus responsabilidades en la administración del territorio en una fase transitoria tal y como pasó en la resolución del conflicto de Timor.

En una flagrante violación del alto el fuego, las fuerzas de ocupación marroquíes abrieron este viernes tres nuevas brechas en el muro marroquí de la vergüenza para dispersar y atacar a los manifestantes pacíficos saharauis que cerraron de forma pacífica en Guerguerat

Durante el aniversario de la firma de los acuerdos tripartitos, el pueblo saharaui, más organizado y más armado, hace frente a los intereses de las potencias imperiales que no quieren permitirle ejercer su soberanía sobre sus tierras. Así, el pueblo saharaui reitera, sus reivindicaciones legitimas conforme a los principios de las reglas del derecho internacional, tendiendo una mano para la paz y otra para la defensa armada. 

Por otra parte. en una flagrante violación del alto el fuego, las fuerzas de ocupación marroquíes abrieron este viernes tres nuevas brechas en el muro marroquí de la vergüenza para dispersar y atacar a los manifestantes pacíficos saharauis que que bloqueaban de forma pacífica Guerguerat.

Las fuerzas del Ejército Popular de Liberación saharaui respondieron a este ataque con firmeza para proteger a los civiles saharauis de esta agresión militar marroquí.

En respuesta a la brutal violación del Alto el fuego, el Frente Polisario declara la guerra necesaria de todo el pueblo.Según el Ministerio de Defensa de la RASD el ejército de liberación ha lanzado distintos ataques contra las bases marroquíes apostadas a lo largo del “muro de la vergüenza”, causando bajas y destruyendo las instalaciones en los sectores de Mahbes, Hausa, Auserd y Farsia, como respuesta a la violación del alto el fuego por parte de Marruecos en el Guerguerat.

Mandela, el último luchador por la dignidad humana

Nelson Mandela saluda a la multitud tras su liberación de la prisión (Victor Verster) (.)

Autor: Ramón Álvarez

Fuente: La Vanguardia 22/05/2020

EL CONTEXTO

¿Cómo pudo llegar hasta los albores del siglo XXI un régimen donde la segregación racial estaba amparada por la ley, las instituciones al servicio de una sola etnia y las libertades limitadas en función del color de la piel? Es uno de los mayores interrogantes del final de un siglo convulso, con el apartheid como una de las últimas grandes deudas pendientes de la humanidad en su garantía –al menos de iure– de los Derechos Humanos.

Tres siglos de aislamiento de la vieja metrópoli, hasta el punto de configurar una lengua propia, sumado al enclaustramiento culturalreligioso étnico frente a las poblaciones autóctonas, llevaron a los bóeres de origen neerlandés que se asentaron en el oeste y el sur de la actual Sudáfrica y las zonas fértiles de Namibia a constituirse como una de las sociedades occidentales más cerradas autosuficientes. Un fenómeno agudizado por hasta tres guerras –perdidas– con los colonizadores británicos entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. La relación de la población afrikáner blanca con los pueblos locales siempre fue de sometimiento, y cuando el Imperio Británico ilegalizó cualquier conato de esclavitud en todos sus dominios, las grandes explotaciones de los colonos siguieron manteniendo el mismo régimen de vasallazgo con sus trabajadores negros.

https://youtube.com/watch?v=pJiXu4q__VU%3Fenablejsapi%3D1

De mayoría afrikáner y una relación simplemente formal con la metrópoli británica, la entonces Unión Sudafricana tampoco vivió el proceso de descolonización de otros países africanos. Tres siglos de asentamiento y unos usos y costumbres arraigados llevaron a los descendientes de los primeros bóeres a controlar el país con una legislación propia que marginaba a la población negra y a proclamarse como República y romper sus lazos con Londres en 1961. Era el desenlance de la política nacionalista iniciada en 1948 por el presidente Daniel Malan, quien tras ganar las elecciones –limitadas a electores afrikáneres– sentó las bases del apartheid.

Frederik De Klerk y Nelson Mandela se saludan en el World Economic Forum de Davos en 1992 (Archivo)
Frederik De Klerk y Nelson Mandela se saludan en el World Economic Forum de Davos en 1992 (Archivo)

En este contexto aflora la figura de un joven Rolihlahla Mandela Nelson fue el nombre blanco que le pusieron en la escuela– que pudo estudiar Derecho en una de las universidades reservadas para los negros por su origen aristocrático en la etnia xhosa. El destino hizo que para evitar un matrimonio pactado que no era de su agrado huyese Johannesburgo, donde entró en un bufete de abogados e inició su activismo, primero en el Congreso Nacional Africano y más tarde en el Partido Comunista Sudafricano.

Tras liderar diversas protestas no violentas contra la segregación racial y por la igualdad , en 1962 fue arrestado y acusado de conspiración para derrocar al gobierno como uno de los fundadores del movimiento Umkhonto we Sizwe (La Lanza de la Nación), que llegó a convertirse en un grupo armado apoyado por el Gobierno socialista de Angola. Por ello fue condenado a muerte en 1964 en el denominado proceso de Rivonia. Una pena después conmutada por cadena perpetua ante la presión internacional. “He acariciado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan en armonía e igualdad de oportunidades. Es un ideal y espero vivir para lograrlo. Pero, si fuera necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”, alegó ante el tribunal.

Tras 27 años de cautiverio, el Ejecutivo presidido por Frederik de Klerk decidió liberarlo en 1990 en medio de una gran campaña internacional

En prisión, su figura se acrecentó y creció entre una comunidad internacional incapaz de entender el apartheid y la violencia gubernamental ante las constantes protestas de la población negra. Tras 27 años de cautiverio, el Ejecutivo presidido por Frederik de Klerk decidió liberarlo en 1990 en medio de una gran campaña internacional contra el régimen que había supuesto incluso un duro embargo económico. El hundimiento del bloque soviético liberó de carga política la figura de Mandela, quien no obstante dijo no arrepentirse de haber apoyado la lucha armada y quien siguió considerado oficialmente por Estados Unidos miembro de una formación terrorista hasta 2008.

La liberación de Mandela y las reformas impulsadas por De Klerk acabaron con más de cuatro décadas de apartheid y tras un período de gobierno de unidad que sentó las bases para cohesionar una sociedad absolutamente dividida, permitió la celebración de las primeras elecciones libres y universales del país. Nelson Mandela se convirtió así en 1994 en el primer presidente negro al frente de la candidatura del Congreso Nacional Africano y en su primer discurso oficial tras asumir el cargo, pronunciado el 10 de mayo de 1994 –que ofrecemos–, proclamó el nacimiento del país multicultural y multiétnico que es hoy en día Sudáfrica pese a la pesada losa que representa aún el pasado.

EL DISCURSO

“En el día de hoy, todos nosotros, mediante nuestra presencia aquí y mediante las celebraciones en otras partes de nuestro país y del mundo, conferimos esplendor y esperanza a la libertad recién nacida. De la experiencia de una desmesurada catástrofe humana que ha durado demasiado tiempo debe nacer una sociedad de la que toda la humanidad se sienta orgullosa.

”Nuestros actos diarios como sudafricanos de a pie deben producir una auténtica realidad sudafricana que reafirme la creencia de la humanidad en la justicia, refuerce su confianza en la nobleza del alma humana y dé aliento a todas nuestras esperanzas de una vida espléndida para todos. Todo esto nos lo debemos a nosotros mismos y se lo debemos a los pueblos del mundo que tan bien representados están hoy aquí.

”Sin la menor vacilación digo a mis compatriotas que cada uno de nosotros está íntimamente arraigado en el suelo de este hermoso país, igual que lo están los famosos jacarandás de Pretoria y las mimosas del Bushveld. Cada vez que uno de nosotros toca el suelo de esta tierra, experimentamos una sensación de renovación personal. El clima de la nación cambia a medida que lo hacen también las estaciones. Una sensación de júbilo euforia nos conmueve cuando la hierba se torna verde y las flores se abren.

De la experiencia de una desmesurada catástrofe humana que ha durado demasiado tiempo debe nacer una sociedad de la que la humanidad se sienta orgullosa”

NELSON MANDELA

”Esa unidad espiritual y física que todos compartimos con esta patria común explica la profundidad del dolor que albergamos en nuestro corazón al ver cómo nuestro país se hacía pedazos a causa de un terrible conflicto, al verlo rechazado, proscrito aislado por los pueblos del mundo, precisamente por haberse convertido en la sede universal de la ideología y la práctica perniciosas del racismo y la opresión racial.

”Nosotros, el pueblo sudafricano, nos sentimos satisfechos de que la humanidad haya vuelto a acogernos en su seno; de que nosotros, que no hace tanto estábamos proscritos, hayamos recibido hoy el inusitado privilegio de ser los anfitriones de las naciones del mundo en nuestro propio territorio. Damos las gracias a todos nuestros distinguidos huéspedes internacionales por haber acudido a tomar posesión, junto con el pueblo de nuestro país, de lo que es, a fin de cuentas, una victoria común de la justicia, de la paz, de la dignidad humana.

”Confiamos en que continuarán ofreciéndonos su apoyo a medida que nos enfrentemos a los retos de la construcción de la paz, la prosperidad, la democracia, la erradicación del sexismo y del racismo. Apreciamos hondamente el papel que el conjunto de nuestro pueblo, así como sus líderes de masas, políticos, religiosos, jóvenes, empresarios, tradicionales y muchos otros, tanto hombres como mujeres, han desempeñado para provocar este desenlace. De entre todos ellos, mi segundo vicepresidente, el honorable F. W. de Klerk, es uno de los más significativos.

Nos enfrentemos a los retos de la construcción de la paz, la prosperidad, la democracia, la erradicación del sexismo y del racismo”

NELSON MANDELA

”También nos gustaría rendir tributo a nuestras fuerzas de seguridad, a todas sus filas, por el distinguido papel que han desempeñado en la salvaguarda de nuestras primeras elecciones democráticas, así como de la transición a la democracia, protegiéndonos de fuerzas sanguinarias que continúan negándose a ver la luz.

”Ha llegado el momento de curar las heridas. El momento de salvar los abismos que nos dividen. Nos ha llegado el momento de construir. Al fin hemos logrado la emancipación política. Nos comprometemos a liberar a todo nuestro pueblo del persistente cautiverio de la pobreza, las privaciones, el sufrimiento, la discriminación de género así como de cualquier otra clase.

”Hemos logrado dar los últimos pasos hacia la libertad en relativas condiciones de paz. Nos comprometemos a construir una paz completa, justa y perdurable. Hemos triunfado en nuestro intento de implantar esperanza en el seno de millones de los nuestros. Contraemos el compromiso de construir una sociedad en la que todos los sudafricanos, tanto negros como blancos, puedan caminar con la cabeza alta, sin ningún miedo en el corazón, seguros de contar con el derecho inalienable a la dignidad humana: una nación irisada, en paz consigo misma y con el mundo.

”Como muestra de este compromiso de renovación de nuestro país, el nuevo Gobierno provisional de la unidad nacional, puesto que es apremiante, aborda el tema de la amnistía para gente nuestra de diversa condición que actualmente se encuentra cumpliendo condena. Dedicamos el día de hoy a todos los héroes y las heroínas de este país y del resto del mundo que se han sacrificado de numerosas formas y han ofrendado su vida para que pudiéramos ser libres. Sus sueños se han hecho realidad. La libertad es su recompensa.

Nunca jamás volverá a suceder que esta hermosa tierra experimente de nuevo la opresión de los unos sobre los otros, ni que sufra la humillación de ser la escoria del mundo”

NELSON MANDELA

”Nos sentimos a la par humildes y enaltecidos por el honor y el privilegio que vosotros, el pueblo sudafricano, nos habéis conferido como primer presidente de una Sudáfrica unida, democráticano racista no sexista, para conducir a nuestro país fuera de este valle de oscuridad.

”Aun así, somos conscientes de que el camino hacia la libertad no es sencillo. Bien sabemos que ninguno de nosotros puede lograr el éxito actuando en solitario. Por consiguiente, debemos actuar en conjunto, como un pueblo unido, para lograr la reconciliación nacional y la construcción de la nación, para alentar el nacimiento de un nuevo mundo. Que haya justicia para todos. Que haya paz para todos. Que haya trabajo, pan, agua y sal para todos. Que cada uno de nosotros sepa que todo cuerpo, toda mente y toda alma han sido liberados para que puedan sentirse realizados.

”Nunca, nunca jamás volverá a suceder que esta hermosa tierra experimente de nuevo la opresión de los unos sobre los otros, ni que sufra la humillación de ser la escoria del mundo. Que impere la libertad. El sol jamás se pondrá sobre un logro humano tan esplendoroso. Que Dios bendiga África. Muchas gracias.”

Haití y República Dominicana: cómo se dividió en dos países la isla más poblada de América

Fuente: Santo Domingo. Mapas generales.. Biblioteca Nacional de España

Fuente: BBC 12/01/2020

En este video te contamos cómo la isla más poblada de América acabó dividida en dos países que hoy son muy diferentes, Hatí y República Dominicana.

Haití es el país más pobre del hemisferio occidental y República Dominicana, una de las economías de América Latina que más rápido crece.

Los dos comparten la misma isla y siglos de explotación colonial, pero hablan idiomas distintos y tienen culturas diferentes, aunque no siempre fue así.

Presentación: Ana María Roura; Investigación y guion: Inma Gil y Ana María Roura; Edición de video y gráficos: Agustina Latourrette; Editora: Natalia Pianzola.

40 años de ‘The Wall’ de Pink Floyd: ¿Seguimos anestesiados?

Fotografía tomada en Sarajevo durante el invierno de 1992-93. Christian Maréchal / Wikimedia CommonsCC BY-SA

Autor: Antonio Fernández Vicente

Fuente: The Conversation, 24/09/2019

¿Vivimos en un mundo donde cada cual busca su interés más mezquino sin preocuparse por los demás? ¿Permanecemos insensibles al dolor ajeno? ¿Nos sentimos cómodos en nuestro aislamiento respecto a los que no son como nosotros?

Son preguntas que sugiere el álbum The Wall, de la banda británica de rock progresivo Pink Floyd. Se trata de uno de los hitos de la cultura contemporánea. 40 años después de su publicación, su temática parece ser premonitoria de hacia dónde íbamos. Y de dónde nos encontramos hoy.

La música, nos dice el filósofo Vladimir Jankélévich, tiene el poder de evocar lo que con palabras sería imposible de comunicar. Nos hace ver lo invisible a través de los sonidos. Nos ayuda a percibir con más nitidez. A sentir plenamente. A veces, nos golpea para despertarnos. Es una forma de conocer más profunda que cualquier discurso.

Así es The Wall. No hay referencias explícitas al amor. No es un disco para enamorarse en el acostumbrado sentido banal. Pero sí nos obliga a reparar en las barreras que nos separan: los muros que construimos.

Esos muros erigen cercas que tan pronto nos protegen de un imaginado enemigo como nos aprisionan en nuestra fortaleza. Vuelven imposibles los lazos de solidaridad, los vínculos afectivos: en definitiva, el amor en el sentido que le daba el psiquiatra Erich Fromm.

Muros para la intolerancia

Más allá de los ideales y las utopías, la llamada política de “realidades” nos incita a la intolerancia. Habrá muros físicos. También muros mentales, quizás más dañinos y perniciosos. A medida que nos sentimos más vulnerables, añadimos otro ladrillo a nuestro muro de incomprensión, como escuchamos en “The Thin Ice”.Roger Waters & Ute Lemper, ‘The Thin Ice’.

Son las consecuencias del odio a lo que no es como uno mismo, a lo diferente cuando carecemos de anclajes sólidos a los que agarrarnos. Vivimos en precario. Es lo que el sociólogo Zygmunt Bauman ha llamado sociedad líquida.

Esta es la atmósfera adecuada para el germen de fascismos como los criticados en The Wall. Y para lo que Pier Paolo Pasolini llamaba el nuevo fascismo: el consumismo como ideal de vida.

Es lo que el historiador de la economía Karl Polanyi advirtió como origen de los fascismos europeos. En tiempos inciertos y sin sentido, desesperados, donde el afán de lucro aplasta los vínculos sociales de reciprocidad, triunfan las ideologías totalitarias porque reconfortan: dan seguridad al precio de perder la libertad. Seducen sus eslóganes y recetas fáciles. Encandilan a los desamparados y benefician a las elites.

¿Por qué no expulsar lo distinto? El tema que abre el álbum, “In the flesh?”, denuncia la ira etnocéntrica que designa y estigmatiza a nuestros chivos expiatorios.Roger Waters, ‘In the Flesh’.

Insensibles y cómodos

Mientras contemos con nuestras satisfacciones consumistas, o sus promesas de felicidad, nos encerraremos en nuestros propios paraísos hedonistas. Nos volvemos insensibles y egocéntricos: disfrutamos de un confort paralizante, siempre siguiendo al rebaño.

Continuamente el disco pregunta si hay alguién ahí fuera. ¿Podemos sentir a los demás? ¿Les escuchamos? The Wall es una llamada de auxilio para destruir los muros que nos separan: “Juntos, aguantamos. Divididos, perecemos”.

Pink Floyd, ‘Hey, you’.

Podría parecer que una canción titulada “Mother” hablaría sobre el amor materno. Pero, en su lugar, representa una metáfora acerca de la sobreprotección y el infantilismo de nuestra sociedad. “Madre, ¿debería construir un muro? ¿Debería confiar en el gobierno?”

Es ese amor sobreprotector lo que pondrá todos los miedos en su interior, y nunca le dejará volar: “Mantendrá al bebé cómodo y caliente” y le ayudará a construir el muro. Y le vigilará y controlará por su “bien”.

¿No es esto el paraíso soñado del consumismo? ¿El Edén por el que las gentes luchan y compiten entre sí? Se trata de una vida sin riesgos, sin voluntad propia, bajo el manto protector que el dinero nos pueda proporcionar. ¿Por qué no desear vivir en una de esas comunidades cerradas que representan el ideal de una vida acomodada?

Roger Waters & Sinead O’Connor, ‘Mother’.

Es una especie de profilaxis social: vivir en el seno de una comunidad purificada de todo elemento contaminante. Una sociedad homogénea y uniforme. Y lo que nos amenaza es el extranjero (sin poder adquisitivo, claro está), nos dicen los constructores de muros. Nosotros contra ellos. A salvo y en un estado de inminente paranoia que nos hace odiar y temer a los que expulsamos al otro lado del muro.

Una de las canciones más memorables del álbum, “Comfortably Numb” (Cómodamente insensible), nos habla sobre la posibilidad de escapar de las contradicciones de la vida a través de la anestesia total. Cuando nuestros sueños se han desmoronado, nos evadimos de la realidad sin afrontarla. Nos sumergimos en ilusiones narcóticas, químicas o mentales, en los espectáculos de las industrias de la cultura.

David Gilmour – ‘Comfortably Numb’, Pompeya 2016.

Fuera del muro

Los muros se multiplican hoy en forma de prejuicios, estereotipos y discriminaciones. Es la era de la incomunicación en la que todo el mundo habla pero nadie escucha.

The Wall fue mucho más que un álbum autobiográfico acerca del malestar del compositor principal, Roger Waters, ante la distancia moral que le separaba de los espectadores de sus conciertos. O el reflejo de las discrepancias irreconciliables que condujeron a la separación de la banda unos años después. O un disco a la memoria de su padre, fallecido en la Segunda Guerra Mundial.

Es el espejo en que una sociedad deslavazada puede reconocerse. Después de todo, si lo piensa usted bien, puede que no seamos más que otro ladrillo en el muro.

Pink Floyd, ‘Another Brick In The Wall’.

No obstante, alzar la voz contra el control mental, el conformismo y la indiferencia generalizada es el primer paso para derribar nuestros muros, materiales y mentales. El segundo paso es poner en práctica esos ideales para que no sean palabras vacías. Necesitamos salir al otro lado: al encuentro de los demás, sean quienes sean. Escucharles y ser escuchados. Es un camino incierto y complejo, pero es lo que nos hace humanos.

El siglo XXI cumple 40 años: por qué todo lo que ocurre hoy tiene su origen en 1979.

15463589079384

Autor: Pablo Pardo.

Fuente: El Mundo, 02/01/2019

«Periodo de cien años». Así es como define la palabra «siglo» el Diccionario de la Academia. Pero, en Historia, un siglo no siempre dura lo mismo. Hay siglos de más de cien años. Y siglos de menos.

Por ejemplo, el siglo XX fue, políticamente, muy corto. Para muchos, fue desde el principio (en 1914) o el final (en 1918) de la Primera Guerra Mundial, hasta la caída del Muro de Berlín (en 1989) o la desintegración de la Unión Soviética (en 1991). O sea, entre 71 y 77 años. Todo lo anterior a esas fechas pertenece al siglo XIX. Todo lo posterior, al XXI.

La Primera Guerra Mundial liquidó el orden político del XIX al acabar con «cinco emperadores, ocho reyes y dieciocho dinastías menores», según enumera con precisión notarial el marqués de Salvatierra, Rafael Atienza, en su ensayo Heredar el Mérito, que fue su discurso de ingreso en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Y la caída del Muro y el colapso de la URSS -nacida, precisamente, durante la Primera Guerra Mundial- concluyó la Guerra Fría y, con ella, con el terror al Holocausto nuclear.

Pero el siglo XXI político podría haber nacido diez años antes, en 1979. Y, durante una década, habría coexistido con el XX. Entre 1979 y 1989 el mundo vivió uno de los periodos más intensos de la Guerra Fría. Y, al mismo tiempo, las líneas de fractura que marcan la política mundial de hoy ya habían aparecido. Los 7.700 millones de seres humanos que poblamos la Tierra vivimos a la sombra de lo que pasó en 1979. Y eso también se aplica a los 2.400 millones de personas que aún no habían nacido.

Prácticamente todas las noticias internacionales de los últimos seis meses tienen su origen directo en acontecimientos que se produjeron en ese año: la retirada unilateral de EEUU de Siria y Afganistán, la negociación del Brexit, los disturbios de loschalecos amarillos en Francia, la guerra comercial entre EEUU y China, el asesinato y descuartizamiento en el consulado de Arabia Saudí en Estambul del periodista Jamal Khashoggi, y el bloqueo de las exportaciones de petróleo de Donald Trump a Irán.

La razón es que ese año explotó el islam militante (y terrorista) suní y la Revolución islámica chií. En EEUU surgió la coalición cristiana que forma el núcleo duro de apoyo a Trump, y en Gran Bretaña se sembraron las semillas de la desconfianza de ese país hacia lo que representa la Unión Europea. Brotó el neoliberalismo y, con él, la idea de que el individuo es más importante que la colectividad y que la estabilidad macroeconómica -es decir, una inflación baja- es prioritaria, aunque el precio que haya que pagar para lograrla sea paro, salarios bajos, o precariedad laboral. China se dio a conocer como una potencia política y militar y abandonó el comunismo en favor del capitalismo de Estado en el que el Gobierno decide quién gana y quién pierde en un sistema teóricamente de libre mercado que cada día gana adeptos en todo el mundo. Todo en un año.

La idea de1979 como fecha clave no es nueva. El historiador conservador Niall Ferguson ya la ha planteado. Y el jefe de la sección de Opinión del diario The Washington PostChristian Caryl, le dedicó en 2014 un libro, Strange Rebels: 1979 and the Birth of the 21st Century (Extraños Rebeldes: 1979 y el Nacimiento del Siglo XXI). Como explicó Caryl entonces a Public Radio International, 1979 fue «un punto de inflexión» que marcó el inicio «de una era conservadora».

Lo que sigue es un repaso de cómo, 40 años después, seguimos atascados en los conflictos de aquel año. Porque 1979 no fue un año en el que se produjera una ruptura clara o se creara un orden nuevo. Al contrario. Fue un año en el que se abrieron unas crisis que, tras cuatro décadas, siguen tan lejos de ser solucionadas como lo eran entonces.

IRÁN

En febrero una coalición liderada por el ayatolá Jomeiní derroca a la monarquía de ese país. En abril se proclama la República Islámica, a medida que los fundamentalistas van imponiéndose a sangre y fuego a sus antiguos socios. En noviembre, un grupo de seguidores de Jomeiní viola la inmunidad de la embajada de EEUU en Teherán y secuestra a 52 diplomáticos de ese país durante 14 meses.

Desde entonces, ambos países están en una guerra fría (y, a veces, caliente, como en 1987 y 1988), mientras Irán expande su revolución y entra en un estado de guerra no declarada contra las dos grandes potencias de la región, Israel y Arabia Saudí. Las guerras de Siria, Yemen, y Afganistán son, totalmente o en parte, consecuencia de esa Revolución. También lo es la decisión de Trump de reinstaurar las sanciones a la exportación de petróleo de Irán en noviembre.

ARABIA SAUDÍ

Casi olvidado, pero tan importante como la Revolución iraní, es lo que pasa en la Gran Mezquita de La Meca, en noviembre y diciembre, cuando 200 integristas la toman al asalto y empiezan a emitir mensajes diciendo que la familia real saudí es «una panda de borrachos, obsesos sexuales y adictos al juego que ha pervertido el islam», según recuerda el entonces corresponsal del New York Times en Líbano y hoy columnista, Thomas Friedman.

La crisis sólo se resuelve cuando Francia envía a Arabia Saudí un grupo de Fuerzas Especiales que son convertidas a toda prisa al islam -«estoy seguro de que se desconvirtieron inmediatamente», explica Friedman- para liquidar a los integristas. Pero las consecuencias duran hoy. «El régimen saudí, que ya había sido desafiado desde fuera por la recién creada República Islámica de Irán, pasa a serlo también desde dentro con la toma de la Mezquita. Así que Riad pacta con los clérigos radicales. Les dicen: «Vosotros bendecís nuestro poder político, y nosotros bendecimos vuestro poder espiritual, y cada uno tiene vía libre para hacer lo que quiera», concluye el periodista.

Según Friedman, hay un segundo trato: «Washington les dijo a los árabes: ‘Seguid bombeando petróleo y, sobre todo, no molestéis a los judíos. Si cumplís esa parte del trato, a cambio podéis hacer lo que os dé la gana: tratad a vuestras mujeres como queráis, mandad a radicales a combatir a donde sea…’». Para el periodista, «es un acuerdo que hoy, casi 40 años después, goza de una excelente salud. Y eso es muy deprimente».

AFGANISTÁN

En diciembre, la Unión Soviética invade ese país. Lo que sigue es una de las guerras más salvajes y olvidadas del siglo XX. Y el primer experimento saudí de expansión de su modelo de islam político. Los voluntarios y el dinero de ese país transforman a la resistencia antisoviética, que pasa de ser tribal y tradicionalista a integrista. En 1996, los aliados de Riad, los talibán, toman el poder en Kabul. Pronto se une a ellos un saudí millonario llamado Osama bin Laden. Cuatro décadas después de la invasión soviética de Afganistán, EEUU y sus aliados siguen combatiendo a los talibán y a Al Qaeda que, ahora, se ha metamorfoseado en un grupo mucho más radical que ha aterrorizado al mundo tanto o más que su predecesor: el Estado Islámico.

GRAN BRETAÑA

Fue sólo por un voto: 311 contra 310. Ése es, el 28 de marzo, el margen de victoria de la moción de censura contra el entonces primer ministro británico, James Callaghan, que tiene que convocar elecciones anticipadas. El resto es historia. Margaret Thatchergana, y en los siguientes 11 años pone en práctica un ideario cada vez más orientado hacia el liberalismo clásico. Los sindicatos que controlan el Partido Laborista serán pulverizados. Las empresas públicas, privatizadas.

Gran Bretaña no sólo es el lugar de origen, en el siglo XVIII, del capitalismo moderno; también se convierte, tras la Segunda Guerra Mundial, en el creador del estado del bienestar que protege a los ciudadanos «de la cuna a la tumba». Ahora, el Gobierno de ese país se está planteando desmontar, al menos en parte, ese sistema de protección social.

Thatcher, además, reforzará el nacionalismo británico en contraposición al superestado representado por la Comunidad Económica Europea del que saldrá la UE actual. Para ello, contrapondrá el capitalismo anglosajón, más liberal y abierto a la globalización (un término que había sido creado en la década de los años treinta), al capitalismo renano, de Alemania y Francia, que da un papel más grande al Estado. La semilla del Brexit, y también del neoliberalismo y del debate sobre la apertura de las economías a la competencia mundial, queda, así, sembrada. El 13 de noviembre, en Nueva York, el ex gobernador de California Ronald Reagan pronuncia cinco palabras: «Voy a presentarme a presidente». La revolución de Thatcher ha cruzado el Atlántico.

EEUU

La presentación de la candidatura de Reagan puede parecer lo más duradero de 1979 en la primera potencia mundial. Pero no lo es. Más relevancia tendrá la fundación, en junio, de la Mayoría Moral, una coalición de los cristianos evangélicos de ese país con un ideario claro: rechazo al aborto, a la homosexualidad y al comunismo, y defensa del patriotismo, de los valores tradicionales y del Estado de Israel. Su propio nombre es una declaración de principios, porque alude a la «Mayoría Silenciosa» de la que había hablado una y otra vez el presidente Richard Nixon a partir de 1969 para referirse a los votantes conservadores que, en teoría, no se encontraban representados por ningún partido, medio de comunicación, ni movimiento cultural establecido.

La Mayoría Moral sólo dura nueve años. Pero su impacto sigue en 2019. Desde 1979, cinco de los seis presidentes que ha habido en EEUU -la excepción es Barack Obama– han tenido que cortejar el voto evangélico para llegar a la Casa Blanca. Una de las primera figuras públicas de relevancia que apoyó a Donald Trump en la campaña de 2016 fue el reverendo evangélico Jerry Falwell, rector de la Universidad de la Libertad… e hijo del reverendo evangélico Jerry Falwell, el fundador de la Mayoría Moral.

El impacto político de los evangélicos no se circunscribe a EEUU. En 2016, el entonces congresista brasileño Jair Bolsonaro escenifica, pese a su declarada fe católica, una ceremonia de bautismo por inmersión típicamente evangélica en el río Jordán, en Israel. El 1 de enero de 2019, Bolsonaro se convierte en presidente de Brasil con el apoyo masivo de, entre otros, los evangélicos de su país.

CHINA

La China que hoy conocemos se forja en 1979. Por un lado, la China agresiva, que coacciona a sus vecinos y tiene ambiciones neocoloniales, da una muestra de esa nueva confianza en sí misma al invadir Vietnam en enero de 1979.

Es, en teoría, una disputa entre el comunismo soviético -representado por Vietnam, que ha invadido Camboya- y el chino -seguido por los Jemeres Rojos camboyanos-. Pero en realidad es el intento de Pekín de reafirmar que su esfera de influencia en Asia es intocable. Un intento que fracasará, porque Vietnam, igual que antes con Francia y con EEUU, derrota a China, que en marzo se retira del país, aunque los choques fronterizos seguirán una década.

Claro que la lucha ideológica entre las dos formas de comunismo -la soviética y la china- es sólo una excusa. Entre otras cosas, porque China ha decidido dejar de ser comunista. En 1979, las grandes empresas estatales del país son autorizadas por Pekín a producir por encima de la cuota fijada por el Gobierno, y a vender tanto a precios fijados por el Estado como por el mercado. Marx y Mao quedan para los museos. El país más poblado del mundo inicia su andadura hacia un capitalismo supervisado por un Gobierno que se autoproclama comunista.

Éstos son los cambios más dramáticos que se produjeron en 1979 y que en 2019 seguirán marcando la actualidad del mundo. Un mundo que, en realidad, nació hace 40 años.

La dama de hierro del islam

benazir-bhutto-2

Autor: Jordi Joan Baños

Fuente: Muy Historia.

El asesinato de Benazir Bhutto, el 27 de diciembre de 2007, a la salida de un mitin en Rawalpindi sacudió Pakistán y apenó al resto del mundo. Con ella moría la primera mujer que ha gobernado un país musulmán y la mejor baza para que, en vísperas de elecciones, la sofocada democracia pakistaní se liberara de una vez por todas de la tutela militar. Desde entonces, su nombre viene precedido por el adjetivo de respeto ‘mohtarma’. Una señal de que el martirio de la hija y hermana de mártires, así como su entrada en la Historia, parecen haberla exculpado de todo pecado. Y esto, a pesar de que su figura y sus dos mandatos -ambos recortados por el presidente de turno, alegando corrupción y desgobierno- tengan tantas sombras como luces.

En cualquier caso, Benazir demostró inteligencia política –excesivamente pragmática para algunos– y contribuyó decisivamente a que el mayor partido de Pakistán sobreviviera contra viento y marea, a pesar de los intentos del ejército de debilitar e incluso desmantelar el sistema parlamentario de partidos. También hizo gala de un coraje extraordinario hasta la muerte, algo reconocido por sus propios detractores, que eran muchos, sobre todo entre el establishment, eufemismo usado en Pakistán para referirse al ejército y los servicios de inteligencia.

La animadversión arrancaba de lejos. Por lo menos, desde el derrocamiento y ajusticiamiento de su padre, Zulfikar Ali Bhutto, a finales de los setenta, por orden del general Zia ul-Haq. Porque si Benazir Bhutto es la figura política más destacada del Pakistán de los últimos veinte años, su padre, fundador del Partido Popular de Pakistán (PPP), lo es de su historia entera (con el permiso, claro está, de Mohammed Ali Jinnah, ideólogo y fundador en 1947 del Estado propio reclamado por muchos musulmanes indios). Las «democracias» del subcontinente indio han heredado una cultura política dinástica: en India, con los Nehru-Gandhi; en Bangladesh, con los archirrivales Sheikh y Zia; en Sri Lanka, con los Bandaranaike; y en Pakistán, con los Bhutto.

Infancia y primeros años

Benazir Bhutto fue la mayor de cuatro hermanos. Nació en 1953, y pasó su infancia y primera juventud en Karachi con temporadas en la casa solariega de Larkana, muy cerca de los yacimientos arqueológicos de Mohenjo-Daro. Su familia, de grandes terratenientes, estaba y está al frente de un clan que suma más de 100.000 personas en la provincia de Sind. Su bisabuelo ya fue un alto funcionario al servicio de los británicos; luego, su abuelo fue uno de los artífices de la separación de Sind respecto a la región de Bombay y posteriormente, como Jefe de Gobierno del Estado principesco de Junagadh, impulsó su adhesión a Pakistán (algo que sería desbaratado por el Ejército indio).

Cuando Benazir era niña, su padre, Zulfikar Ali Bhutto, se convirtió en Ministro de Exteriores con apenas 30 años. Tras servir durante largo tiempo al general Ayub Khan, Ali Bhutto se desvinculó del régimen militar en 1967 para fundar el PPP. Su fuerza política recogía por primera vez las aspiraciones de la mayoría silenciosa de la población, bajo la consigna de » pan, vestido y techo», lo que le llevó a ganar las elecciones de 1971 en la parte occidental del país. No obstante, en el lado oriental, los soberanistas bengalíes se hicieron con casi todos los escaños, lo que desembocó en la Guerra de Independencia de Bangladesh con apoyo militar indio. Aunque las culpas estaban repartidas, el ejército descargaría posteriormente en Ali Bhutto la responsabilidad de la mutilación del país, por el fracaso de las negociaciones que condujo. En honor a la verdad, el PPP no había logrado ningún diputado en Pakistán Oriental, con lo que la secesión de Bangladesh facilitó que Ali Bhutto se convirtiera en líder indiscutible de lo que quedaba de Pakistán.

Zulfikar Ali Bhutto fue nombrado presidente poco después. Una Benazir de apenas 18 años fue luego testigo de excepción de la Conferencia de Simla en la que su padre e Indira Gandhi firmaron el acuerdo de paz y la repatriación de los prisioneros pakistaníes.

Siguiendo el camino de su padre

Ali Bhutto ganaría luego las elecciones legislativas, alcanzando el cargo de primer ministro. No obstante, su fraude -seguramente innecesario- en las urnas en 1977 sirvió de excusa a ul-Haq para su derrocamiento y arresto. A esto se sumó luego la acusación de asesinato del padre de un rival político, utilizado como coartada legal para su ejecución en la horca.

El caso de Bangladesh no sería el primero en que el ejército pakistaní intentaría lavar un fiasco militar echando la culpa a los civiles. En la siguiente guerra con India, la de Kargil (Cachemira), conducida en 1999 por Pervez Musharraf, la retirada sería tapada por el general con un golpe de Estado en contra del entonces primer ministro, Nawaz Sharif. En su último libro, ‘Reconciliación’, Benazir Bhutto remonta a la época de la secesión de Bangladesh el inicio de la santa alianza entre la jerarquía militar y los partidos religiosos que iban a perseguir al PPP en el futuro. Una alianza revitalizada por el dictador ul-Haq, entre 1978 y 1988, y por Pervez Musharraf, entre 1999 y 2008.

En el fondo subyace la resistencia del ejército a perder la tutela que ha ejercido sobre Pakistán desde su sangrienta creación. Benazir Bhutto, en sus dos mandatos (1988-1990 y 1993-1996)tuvo que librar la misma pugna por afianzar el predominio del poder civil. Perdió la batalla dos veces, como también lo haría su dos veces sucesor, Nawaz Sharif, de la rival Liga Musulmana de Pakistán (PML-N). No en vano, el conflicto de Cachemira -cuya soberanía se disputan India y Pakistán- y el temor del país a ser balcanizado y absorbido por la India de la que procede, han servido al ejército para justificar su predominio en la vida pública. De este modo, durante gran parte de la historia de Pakistán, los gastos militares y el pago de la deuda externa han absorbido más de la mitad de los presupuestos.

“Para hacer la paz, se debe ser un líder sin intereses. Para hacer la paz, uno debe comprometerse”.

Como consecuencia, Pakistán es un Estado socialmente subdesarrollado donde la mitad de la población sigue siendo analfabeta. En el haber de Benazir Bhutto está el tratar de mitigar estos déficits, por ejemplo, con la construcción de miles de escuelas y con la electrificación y extensión de la red telefónica, así como con campañas a favor de la escolarización de las niñas y de la planificación familiar. Su acercamiento a la India de Rajiv Gandhi en 1989 pretendía liberar recursos militares para gastos sociales.

La prometedora complicidad generacional y cultural entre los dos, huérfanos de dos grandes pesos pesados de la política del subcontinente, y que incluía a sus respectivos cónyuges (Asif y Sonia), se fue al garete por la disolución del gobierno de Benazir y el asesinato de Rajiv. La reactivación de la rivalidad regional culminaría en las pruebas nucleares de India y Pakistán a finales de los noventa, bajo los gobiernos del PML-N y del nacionalismo hindú, respectivamente.

Problemas familiares

En la saga de los Bhutto, como en todas, hay conflictos familiares. La herencia política de Zulfikar Ali Bhutto, como si de una corona se tratara, ha sido disputada por varios miembros de la familia en distintos momentos, lo que ha provocado sangrías en el PPP. En un primer momento, Benazir tuvo que competir con su tío y, luego, con sus dos hermanos varones, con su propia madre -alineada con Murtaza-, con su cuñada… Nadie descarta que el joven Bilawal Bhutto, estudiante de Historia en Oxford, tenga que pelear en el futuro por la «legitimidad» sucesoria contra su prima escritora o contra el resto de sus primos. Aunque las hijas de su tío Shah Nawaz desaparecieron en un momento dado en Estados Unidos sin dejar rastro, supuestamente de la mano de sus abuelos afganos.

De ahí las prisas del viudo de Benazir, Asif Ali Zardari, por declarar a su hijo Bilawal Zardari –inmediatamente rebautizado como Bilawal Bhutto Zardari– como jefe del PPP pese a sus 19 años, a los pocos días del magnicidio. Hasta su madurez, quien ejerció de hombre fuerte del partido sea Ali Zardari. Pocos dudaban en Pakistán que su objetivo era el cargo de primer ministro que ocupó su esposa  durante cinco años.

La sombra de la corrupción

En aquella época se acuñó para Zardari el denigrante apelativo de Mister 10%, en referencia a su cobro de comisiones. Aunque algo hay de hipocresía en querer ver en el advenedizo Zardari un comisionista inmoral y en la heredera Bhutto una política sin tacha. Lo cierto es que el matrimonio fue objeto de persecución judicial tras cada pérdida del poder. Y aunque Benazir siempre habló de infundios con motivación política, tuvo que tragarse la cólera cuando se probó que su marido poseía una mansión en las afueras de Londres.

Su exilio en Dubái y Londres a partir de 1998 está directamente relacionado con dicha persecución judicial, que su marido no eludió, cumpliendo más de ocho años de cárcel. Y en el caso de sus fondos millonarios congelados en cuentas suizas, solo la muerte ha librado a Benazir de la investigación. En cambio, logró escapar en vida de los casos abiertos en Pakistán, graciosamente anulados en 2007 por el General Musharraf. Efectivamente, uno de los puntos de la negociación -patrocinada por EE UU y Gran Bretaña– entre Benazir y el General era una amnistía a los políticos por delitos y faltas no juzgadas anteriores a 1999. Una decisión hecha a medida para beneficiar a la pareja pero no a Nawaz Sharif, que había sido ya efectivamente juzgado y condenado. En cualquier caso, casi nadie en Pakistán duda de la corrupción de Bhutto y su marido.

Otra cosa es que esta corruptela sea la regla entre la clase política, militar y burocrática del subcontinente. La negociación que permitió que Benazir regresara de Dubái en 2007 barajaba otros puntos a su medida, pero que Musharraf se reservó como as en la manga de cara al futuro. Por ejemplo, la derogación de la ley -aprobada bajo los auspicios de Musharraf- que prohíbe que un ex-primer ministro pueda ser reelegido por segunda vez.

Bhutto

El rostro de Benazir Bhutto, que era una buena oradora, reapareció como invitada habitual en la BBC a un año de las elecciones legislativas previstas para finales de 2007, luego pospuestas hasta enero de 2008por el infame estado de excepción decretado por Musharraf y finalmente celebradas en febrero, por temor al voto de simpatía hacia el PPP tras el magnicidio. Había conseguido que el Reino Unido y EE UU apoyaran el retorno de Pakistán a un gobierno civil, mediante un pacto entre el régimen militar de Musharraf y el PPP de Benazir Bhutto. No obstante, el pactismo de Benazir con un dictador cuya popularidad caía en picado sembró el desconcierto entre sus filas. El electorado premió, en cambio, el regreso teóricamente sin condiciones de Nawaz Sharif y es difícil predecir cuál hubiera sido el resultado del PPP sin el martirio de su carismática líder.

Todavía más improbable parece que el nuevo hombre fuerte del PPP, Asif Ali Zardari -que hasta ser contratado por su esposa Benazir Bhutto como Ministro de Medio Ambiente había sido más conocido como playboy, jugador de polo y hombre de negocios– dé algo a la imprenta, por mucho que sea un hombre de coraje y acción. Cabe recordar que, ya con 34 años, Benazir la feministadecidió casarse con el hijo de un terrateniente político del ANP, partido también antidictatorial y jefe de un clan baluchi establecido en Sind desde hacía siglos, no por amor, sino aceptando el matrimonio concertado por su tía y su madre. Se defendió diciendo que su vida estaba bajo una lupa por ser quien era y no podía permitirse devaneos ni romances. Pero en las memorias de Benazir, su época más feliz parece ser la de estudiante de Políticas en Harvard (EE UU) -donde se uniría a las campañas contra la Guerra del Vietnam– y Oxford, donde su elocuencia la convertiría en líder estudiantil. Conservó amistades occidentales de dicha época hasta el final.

Seguidores

Entre el poder y la prisión

Luego, la política activa la llevó de forma intermitente de la cárcel al palacio de gobierno, de la persecución judicial a la mesa de los poderosos del mundo y del exilio a los regresos más apoteósicos. En sus memorias ocupan menos espacio sus años de gobierno que los de arresto domiciliario y cárcelmientras su padre estaba en el corredor de la muerte y con posterioridad, o que los periodos de exilio. Recuerda como una fiesta, por ejemplo, el día que ul-Haq le permitió salir de su lóbrego calabozo para asistir a la boda de su hermana Sanam.

En sus memorias, Benazir también se extiende sobre su primer exilio, que culminó en 1986 con su multitudinario recibimiento en Lahore y su enfrentamiento con el ejecutor de su padre, Zia ul-Haq. En aquel entonces, los soviéticos ya habían decidido poner los pies en polvorosa de Afganistán, por lo que la democracia volvía a tener una oportunidad en Pakistán. Un ul-Haq nervioso se echó atrás en su convocatoria de elecciones, las pospuso, defendió que fueran no partidistas… y las convocó finalmente para el día que sus espías habían previsto que Benazir daría a luz a Bilawal. Pero la embarazada había engañado a todo el mundo sobre sus meses de gestación.

Entre tanto, un misterioso accidente de avión acabó con la vida de ul-Haq (y del embajador norteamericano) y dejó las puertas expeditas para elecciones libres. Benazir trajo al mundo a su heredero y aún le sobró un mes para hacer campaña en unos comicios en los que arrollaría y haría historia. Aunque más por ser la primera Jefa de Gobierno musulmana que por los resultados efectivos de su gestión. Eso sí, tanto en su primer mandato, como sobre todo, en el segundo, consiguió multiplicar las inversiones extranjeras y crear empleo, además de aumentar las políticas destinadas a la mujer.

Benazir no sólo libró a lo largo de su vida una guerra de declaraciones contra el establishment militarsino también otra, más silenciosa, dentro de su propia familia. Un enfrentamiento que llegó a su cénit cuando Murtaza, el hermano de Benazir, denunció al marido de esta por corrupción. Cabe recordar que, a principios de los ochenta, los dos hermanos de Benazir (Murtaza y Shah Nawaz) dirigían desde el Afganistán ocupado por los soviéticos una organización armada dedicada a derrocar la dictadura de Zia ul-Haq. De ahí que el general ul-Haq sostuviera durante mucho tiempo que Benazir y no sus hermanos era la jefa de una organización terrorista que, por cierto, llegó a secuestrar un avión.

Benazir, en su libro ‘Daughter of the East’, dedica muchísimas páginas a la misteriosa muerte de su hermano menor Shah Nawaz en la Costa Azul francesa, coincidiendo con su visita y la de su madre. La política no descarta que fuera un suicidio con veneno, pero deja abiertas las teorías conspirativas. La esposa de Shah -los dos hermanos Bhutto se casaron en Afganistán con dos hermanas-, de la que este se quería divorciar, no sale bien parada en su relato y, en realidad, fue investigada. Benazir, que prodiga los elogios a su «hermano favorito», es parca con su otro hermano cuyo asesinato liquida en apenas cuatro líneas. No en vano, Murtaza Bhutto fue asesinado por una veintena de policías apostados frente a la puerta de la casa familiar en Karachi, mientras Benazir era primera ministra. Las acusaciones cayeron de inmediato sobre el marido de Benazir. Cuando esta perdió el poder Zardari ingresó en la cárcel, donde su salud se deterioró a pesar de que su implicación nunca fue probada.

Mientras su progenitor fue un intelectual, autor de más de veinte librosBenazir no escribió ninguno de sus tres libros sin la ayuda de su padre (el primero) o de periodistas (los dos siguientes). El último e involuntariamente póstumo, ‘Reconciliation. Islam, democracy & the west’, parece tener como primer objetivo ganarse el favor de Estados Unidos y Reino Unido para su regreso a la jefatura de gobierno. En él, Benazir Bhutto parece haber aprendido la lección de sus dos defenestraciones y llega a la conclusión definitiva de que solo apareciendo más cercana a los intereses centrales de Washington que los propios uniformados tiene opciones de alcanzar el poder y mantenerlo.

Pero, a pesar de su apoyo a la sangrienta toma de la fundamentalista Mezquita Roja de Islamabad (108 muertos reconocidos) y sus ataques a la talibanización del país bajo Musharraf, nunca se sabrá si esa hubiera sido verdaderamente su política, una vez al mando. A día de hoy, el PPP liderado por su hijo y apoyado por la Liga de Nawaz Sharif y los pastunes del ANC actúa en una línea completamente distinta, anteponiendo la reconciliación con los talibanes pakistaníes a su erradicación. Zulfikar Ali Bhutto definía del siguiente modo el Pakistán que quería: “Nuestra religión, el islam; nuestra política, la democracia; nuestra economía, el socialismo”.

En el primer punto, Ali Bhutto defendió el panislamismo e implantó, por ejemplo, la estricta prohibición del alcohol. Y es cierto que, pese a las características feudales de su familia terrateniente, Zulfikar nacionalizó grandes empresas y la banca. Una década más tarde, su hija sería la primera jefa de gobierno que echó mano de la privatización. En las antípodas, pues, de su padre político y biológico. Por último, Ali Bhutto manifestó una voluntad creciente de desmarcarse de la tutela de Estados Unidos -incrementada por la oposición de Washington a su programa nuclear-, a favor de los no-alineados y del gobierno procomunista que acababa de tomar el poder en Kabul antes de la invasión soviética. Así lo indica su libro póstumo y testamento político escrito en el corredor de la muerte: ‘A mi queridísima hija

chapas

También en este punto, la política de Benazir sería una vuelta atrás respecto a la maduración ideológica del padre. Fue bajo el gobierno de la hija cuando los talibanes afganos, con apoyo pakistaní, estadounidense y saudí lograron hacerse con el poder en Kabul. Pese a lo cual, los dos libros de Benazir Bhutto, pensados para lectores occidentales, la sitúan en la primera línea de combate contra los talibanes, Al Qaeda y el fundamentalismo en general. ‘Reconciliation’ es, básicamente, una oportunista declaración de fe en este sentido y un tratado sobre la compatibilidad de Oriente y Occidente. Y, aunque tras su muerte, el PPP se apresuró a descartar la autoría de Al Qaeda en beneficio de la teoría de la conspiración del establishment, en sus libros, Benazir se presenta como víctima predilecta de la organización.

Talibanes, Al Qaeda y otras criaturas

Según explica, ya en 1989Osama bin Laden financió con diez millones de dólares una moción de censura fracasada contra su gobierno. Un lustro más tarde, los posteriores autores del primer atentado contra las Torres Gemelas o la decapitación del periodista Daniel Pearl atentarían personalmente contra su vida. Los libros de Benazir delatan un rasgo de su carácter comentado por quienes la conocieron a saber: la absoluta falta de autocrítica y de paciencia para escuchar recriminaciones. En sus páginas, Benazir Bhutto no va más allá de la apología de sus gobiernos, cuya corta duración atribuye a complots de nostálgicos de ul-Haq en una confabulación del presidente de turno, los servicios de inteligencia, la jerarquía militar y el elemento religioso.

Algo de verdad hay en todo esto -la suficiente para darle pábulo en un país que su historia ha hecho proclive a las explicaciones conspirativas– pero no se molesta en explicar el fracaso de sus gobiernos más allá de resaltar que en su primera toma de posesión contaba con apenas 35 años. La percepción de la mayoría de los pakistaníes es muy distinta. Benazir Bhutto y Nawaz Sharif -igualmente corruptos- habrían dilapidado los once años de democracia tolerados por los militares entre el final de la Guerra Fría y el inicio de la Guerra contra el Terror. Hasta el punto de que la mayoría de los ciudadanos celebró el golpe de Estado del General Musharraf. Dicho esto, ningún candidato parecía más idóneo en enero de 2008 para enderezar el rumbo de Pakistán que Benazir Bhutto.

Y los pakistaníes, que ahora ya critican abiertamente el poder omnímodo y los privilegios de los militares como colectivo le quisieron dar una victoria póstuma. El PPP, con una nueva mártir en su panteón, volverá a marcar los próximos años de la política pakistaní, aunque la ausencia de Benazir abre muchos interrogantes sobre su futuro liderazgo y cohesión.

El atentado

Entre todos la mataron y ella sola se murió. El dicho popular se acopla como un guante a las dramáticas últimas semanas de Benazir Bhutto, la primera mujer que gobernó un país musulmán en la época moderna. La dos veces Primera Ministra de Pakistán tuvo un caluroso recibimiento a su regreso al país, en octubre de 2007 y tras ocho años de exilio. Más de un millón de vecinos de Karachi salieron a recibirla ya en los accesos al aeropuerto, convirtiendo en un lentísimo  peregrinaje el avance de su caravana blindada hasta la megalópolis musulmana. A medianoche, todavía en las afueras, un artefacto explosivo sembró de muerte la comitiva. Benazir, que acababa de regresar al interior de su vehículo blindado -montado sobre una plataforma elevada- se salvó por los pelos. No así unos 180 voluntarios de su Partido Popular de Pakistán (PPP), la mayoría jóvenes, que acordonaban el progreso de la marcha. El equipo de Benazir había ido observando con angustia, desde hacía horas, cómo las farolas se iban apagando a medida que la comitiva se acercaba, dificultando las labores de seguridad. Algunos de los que viajaban con Benazir hablan del impacto de disparos, de dos explosiones y hasta de lanzallamas. Nada pudo ser probado, puesto que el escenario de la carnicería fue limpiado a las pocas horas. Desde su casa en Karachi, Benazir Bhutto pedía una investigación internacional, luego denegada por el gobierno del todavía general Pervez Musharraf.

Haciendo gala de su coraje, la misma mañana acudía al hospital a visitar a los heridos. Pocos días antes, había hecho llegar al dictador una lista de nombres a los que se debía investigar en caso de ser asesinada. Luego se ha sabido que se trataba de los primeros ministros de las provincias de Punyab y Sind -ambos de un partido que apoyaba a Musharraf-, del jefe de la inteligencia militar y del que fuera enlace con los talibanes en tanto que jefe del Inter-State Services cesado por ella, Hamid Gul.

Benazir se rebeló contra el estado de excepción decretado por el general Musharraf, reelegido presidente de forma dudosa, y las limitaciones que le imponía a la hora de hacer campaña en un país donde el baño de multitudes lo es todo. Sin embargo, las preocupaciones por su seguridad resultaron acertadas. El régimen también prohibió la marcha que pretendía realizar entre Lahore e Islamabad. Finalmente, el 27 de diciembre, Benazir pronunció un mitin en Liaqat Bagh, un céntrico descampado de Rawalpindi, sede del ejército donde ya fue asesinado un primer ministro, y a unos cientos de metros del lugar donde su padre fue ejecutado.

Disturbios

A la salida del acto, una Benazir conmovida por la acogida popular, alzó la trampilla de su coche blindado para saludar. Un pistolero esperaba ese momento y disparó tres vecesActo seguido, estalló una bomba que provocó más de veinte muertos. Entre ellos Benazir Bhutto, que falleció casi en el acto por la onda expansiva, según Scotland Yard, o por herida de bala, según sus allegados y su marido. Finalmente, la investigación ha confirmado el primer supuesto.

Y nació el mito. Al principio con dolor y con ira, ya que durante varios días sus seguidores se lanzaron a incendiar cientos de coches, gasolineras y entidades bancarias en unos tumultos antigubernamentales que provocaron 50 muertos. Tras estos dramáticos acontecimientos, pocos pakistaníes confían en que alguna vez se condene a alguien por el magnicidio, pero el sentido de su voto, cuarenta días más tarde (que barrió al partido pro- Musharraf) dejaba claro a quién consideran culpable.

altar

La patada que valió una guerra: incidentes de Zagreb (13 de mayo de 1990).

Autor: Fernando Torres Lara

Fuente: revistadehistoria.es.  28/09/2018

Zagreb, 13 de mayo de 1990, la violencia se apoderaba del deporte, una vez más los grandes focos de un estadio sirvieron de escenario al odio y el nacionalismo.

En el encuentro que enfrentaban a los equipos del Dinamo de Zagreb y el Estrella Roja de Belgrado se vivieron uno de los momentos más tensos de la historia del deporte y es que lo que para Boban fue un acto de justicia social sería uno de los desencadenantes de una guerra que se cobraría 145.000 vidas.

La patada que valió una guerra: incidentes de Zagreb

Croacia y Serbia eran las dos principales repúblicas de la antigua Yugoslavia, aquel país comunista atípico y neutral, gobernado con mano de hierro por el mariscal Broz Tito hasta su muerte en 1980 estaba formado por seis repúblicas y cinco nacionalidades, además de las ya nombradas la SFR Yugoslavia la conformaban Eslovenia, Macedonia, Bosnia y Herzegovina y Montenegro y tres religiones: católica, ortodoxa y musulmana. Algunas voces del nacionalismo croata incitaban al odio a través de las diferencias étnico-culturales y religiosas, añadían que Croacia, un país europeo y católico vivía secuestrado de un país ortodoxo y bizantino.

A la muerte de Tito, los Estados Unidos habían puesto su interés comercial en Yugoslavia, lo que había facilitado el acceso al capitalismo y que permitió que las regiones de Croacia y Eslovenia se enriquecieran fruto del comercio y la industrialización y que sintieran que su economía tenía un crecimiento por debajo de los esperado por las rémoras que representaban las estériles economía de las repúblicas meridionales de Montenegro y Macedonia, mientras que las clases serbias con mayor poder adquisitivo pensaban que el gobierno beneficiaba a los albanokosovares por lo que pronto se vería mermada las aportaciones al Fondo Común de Yugoslavia.

Hasta entonces la vida en la antigua SFR Yugoslavia parecía funcionar sin mayores problemas, sin embargo, a la muerte de Tito se unió el viraje político y el auge de los nacionalismos yugoslavos a esto se sumaba los intereses de la mayoría étnica serbia representada por S. Milosevic que pretendió la centralización yugoslava en el proyecto de una gran nación Serbia. El movimiento nacionalista croata obtuvo la victoria en abril de 1990 tras el fracaso de la XIV Liga de los Comunistas Yugoslavos, estos pretendían impulsar un proyecto de confederación yugoslava. Milosevic por su parte pretendía por todos los medios que el Partido Comunista conservara el poder en la totalidad del territorio yugoslavo por lo que pretendió convocar unas nuevas elecciones en la que el valor de cada hombre fuera el de un voto aprovechando la mayoría étnica serbia. Las manifestaciones de ambas facciones se habían saldado con víctimas mortales que no eran sino un síntoma más de la gangrena que consumía cada una de las extremidades de la malograda Yugoslavia.

Una semana antes del partido había tenido lugar las elecciones croatas y la crispación social invadía todos los ámbitos de la vida cotidiana y es que el nuevo gobierno del HDZ (Hrvatska Demokratska Zejednika) representaba un peligro para los intereses paneslavos de Serbia. La prensa pro-Serbia tomaron los resultados con cierto recelo y publicaron en la prensa artículos que incitaban al odio entre ambas etnias.

Tudman, el líder nacionalista croata del HDZ fue amenazado de muerte en los cánticos de ultras serbios que subían al tren al son del cántico “od topole”, surgido como canto nacionalista serbio contrario a la ocupación turca y utilizado en la Guerra de los Balcanes como canción patriótica,  que los llevaría hasta Zagreb para acudir a un partido que, si bien siempre fue de alta tensión por la máxima rivalidad entre dos de los clubes, en esta ocasión se sobrepasarían unos límites provocados por la tensión política entre ambas naciones. En los aledaños del estadio se habían producido incidentes entre los grupos ultras de los dos equipos. Sin embargo, los ultras de Delije Seber (grupo ultra del Estrella Roja de Belgrado que posteriormente conformarían el grupo paramilitar los Tigres de Arkan) en la zona del estadio que se les había asignado comenzaron a provocar destrozos y a lanzar asientos contra el resto de aficionados al grito de “Zagreb je Srbija” (Zagreb es Serbia) y “ubicémo Tudmana” (mataremos a Tudman). Los croatas por su parte acudieron al estadio cargados de piedras y comenzaron a quemar banderas yugoslavas a la vez que alzaban la “Trobojnika” (tricolor).

A la media hora del comienzo de los incidentes los BBB (Bad Blue Boys), ultras del Dinamo de Zagreb invadieron el campo y la policía intervino con gas lacrimógeno e intentaron inmovilizar a los invasores, ante la mirada de veinte mil personas que acudieron al Stadion Maksimir cuando Boban, quien llegara a ser posteriormente capitán del A.C. Milán de Italia, intervino con una patada voladora para ayudar a un ultra croata que estaba siendo atacado por la policía, fue ese el momento que desencadenaba la guerra de Croacia para muchos de los aficionados que acudieron aquel día al campo de fútbol.

Boban diría tiempo después:

“Ahí estaba yo, una cara pública, dispuesto a arriesgar mi carrera, todo lo que la fama puede comprar, por un ideal, por una causa: la causa croata”

Ese maldito 13 de mayo, no se jugó en Zagreb un solo minuto de fútbol, tiempo después autoridades del deporte yugoslavo admitieron que ese partido jamás debió haberse organizado, debido a la tensión política y social que vivían ambas naciones en tal momento. Los incidentes de aquel día dejaron más de 70 heridos por arma blanca e intoxicación por inhalación de humo. Sin embargo, este sería el entrante de una guerra que comenzaría en marzo del año siguiente y que se extendió por más de 4 años que acabaría con la muerte de 145.000 personas.

Bibliografía:

  • Boban, y la patada que originó el fin de Yugoslavia – Libertad Digital 11/08/2013.
  • La derecha nacionalista triunfó en las elecciones de Croacia – El País 25/04/1990.

Yugoslavia, de la grada a la trinchera – de Nacho Carretero en jotdown.es.

Más información.

 

100 años de un Estado que no existe.

Los primeros ministros de República Checa y Eslovaquía, Andrej Babis y Peter Pellegrini, respectivamente, se reúnen en Praga. (Michal Cizek/AFP/Getty Images)

Fuente: esglobal.org, 17/04/2018

Autora: Vera Zatopkova

¿Qué queda de la identidad checoslovaca con la celebración de su centenario?

El comienzo del año 2018 despertó muchas emociones entre los checos. No solo por entrar en el territorio simbólico de los años que terminan en 8, periodos marcados en la memoria colectiva del país centroeuropeo con demasiados significados históricos… También por la reelección del presidente euroescéptico Miloš Zeman, que una vez más dividió al país en dos y lo va a seguir haciendo durante todo su segundo mandato como ya demostró en su discurso inaugural el pasado 8 de marzo. Con sus palabras atacó, públicamente, a la prensa libre y la televisión pública. Para empezar.

No hay mejor momento para la autorreflexión sobre la identidad de una nación como un centenario. En este caso, se conmemora la creación de Checoslovaquia, por tanto, hablamos del aniversario de un Estado que no existe. Aunque parezca kafkiano, tiene mucha coherencia. La primera república (1918-1938) fue una época de entusiasmo, desarrollo cultural y crecimiento económico surgida del magma del Imperio austrohúngaro. En ella se plasmó toda la riqueza multicultural bajo el liderazgo del filósofo y presidente Tomáš Garrigue Masaryk. Las fechas de 1918 y de la Revolución de terciopelo, en 1989, reflejan dos momentos sociales muy positivos. Fueron dos hitos cruciales que se convirtieron en gritos democráticos muy significativos. Más a lo largo de la historia de un país que parece un catálogo de traumas nacionales y destinos frustrados con sus reversos. Por ejemplo, cuando en 1938 se produjo la invasión del nazismo, en 1948, la dictadura comunista y, en 1968, la invasión soviética.

No sorprende que en el recién publicado sondeo del centro de encuestas públicas (CVVM) sobre la valoración de los momentos históricos más importantes tanto en Chequia como en Eslovaquia, lo que mejor se valore de toda la historia conjunta sea el establecimiento de Checoslovaquia en 1918. Para el 83% de los checos y el 68% de eslovacos fue el momento más importante y positivo. La Revolución de terciopelo ocupa el segundo lugar. Sin embargo, sólo para el 42% de checos y el 40% de eslovacos está bien vista y valorada la separación de Checoslovaquia en 1992. La entrada en la Unión Europea en 2004, además, resalta como un hecho muy positivo e importante solo para el 44% de checos – dato muy bajo- frente al 53% de eslovacos.

El entusiasmo europeísta más bajo que en Eslovaquia muestra la realidad actual de la República. Refleja la década de la política euroescéptica de los dos últimos presidentes desde 2003. Tanto de Václav Klaus como de Miloš Zeman, ambos arropados por políticos populistas que buscan siempre enemigos fuera del país. Populismo xenófobo, falta del consenso político y ausencia de visión de un proyecto para el país son los síntomas principales de la era posterior a Havel. No existe ni un liderazgo constructivo ni planes a largo plazo. El humanismo de los presidentes Havel y Masaryk ha desaparecido del mapa.

Para variar, Eslovaquia se declaró a finales de 2017 la única isla proeuropea en el contexto de sus vecinos, los miembros del grupo Visegrad. Pero, de pronto, los diez años del gobierno populista del primer ministro Fico terminaron en la crisis política más profunda ocurrida después de la muerte del periodista de investigación Ján Kuciak. Este destapó varios escándalos de corrupción y conexiones entre el primer ministro con el crimen organizado que llevaron a su dimisión después de protestas masivas en las calles. Crisis de liderazgo por toda la zona y un paralelismo entre Chequia y Eslovaquia: dimisión de gobiernos.

janpraga

Fin de dos sueños: 1938 y 1968

Para entender mejor las líneas populistas actuales, conviene analizar otra sombra histórica omnipresente que sigue alimentando el euroescepticismo y la xenofobia hasta hoy. Lo que en el país se conoce como “el trauma de Múnich”, aquel que terminó con el sueño de la Primera República en 1938. Fue un acuerdo firmado en la conferencia de dicha ciudad alemana en septiembre de ese mismo año, que cedió a Alemania la región checoslovaca de los Sudetes, de habla germana. El acuerdo se celebró entre el Gobierno de Hitler e Italia, Gran Bretaña y Francia. Checoslovaquia no tuvo permitido concurrir a la conferencia, lo que creó una idea permanente: “Sobre nosotros, sin nosotros”. Además, Hitler no tardó mucho en violar este pacto y devoró a todo el país seis meses después. Algo que dejó una cicatriz y que se activa dentro de la identidad checa a través de varias campañas políticas a lo largo de la historia moderna. Sin hablar de la expulsión de los alemanes: si en 1921 formaban un 30,6% del país, en 1950 representaban menos de un 1,8%. Las consecuencias de la guerra y los decretos de Beneš cambiaron la demografía de la sociedad checa para siempre. La multiculturalidad donde convivían alemanes, judíos y checos conformaba una esencia natural que transformó sin esa savia a la sociedad en un conglomerado hermético y sin mestizaje dentro de los muros de la dictadura comunista.

El trauma de Múnich sigue muy presente en la política nacional después de la Segunda Guerra Mundial. El mismo presidente Beneš declaró en 1944: “Nuestro pilar principal es Rusia. ¡Múnich no se va repetir nunca!”. El sueño de permanecer entre Rusia y Alemania –Oriente y Occidente-, sin pertenecer a ninguna parte construye una esencia muy fuerte para la identidad checa. Según los últimos sondeos del Centro de estudios empíricos (STEM), el 50% de la población checa prefiere mostrarse imparcial entre ambas zonas de influencia sin adscribirse a ningún bloque. Es una visión romántica -o más bien utópica- que se perpetúa como un hilo rojo en la historia del país desde el siglo XIX. Explica, perfectamente, la posición de Beneš en agosto 1945: “No volveremos a 1938 porque sabemos que la sociedad liberal es un anacronismo en la teoría y en su praxis”. Y tenía razón Beneš, aunque se refería a otra cosa: tardó mucho en volver el país al año 1938. Si en aquel año Checoslovaquia superaba el crecimiento económico de Bélgica, Italia y Austria, en 1956, ya rezagado, disminuyó en su productividad a 20 años atrás.

Además, la nueva ilusión de una sociedad liberal debía esperar hasta los 60. “Socialismo con cara humana”, el programa político de Alexander Dubček para la democratización y la reformas del “comunismo real”, fue un lema lanzado en enero 1968. Cristalizó en la esperanza de la Primavera de Praga. Pero terminó traumáticamente con la invasión del Ejército del Pacto de Varsovia, liderado por la Unión Soviética en la madrugada del 21 de agosto. Ocho meses después, 500.000 soldados, 6.300 tanques y 800 aviones de los 5 países formalizaron un gobierno de colaboradores domésticos y comenzó una época de duras persecuciones por parte de la policía secreta.

Más de 200.000 personas emigraron (o fueron obligadas a emigrar) después de 1968. Entre ellas, referencias culturales y voces importantes como el escritor Milan Kundera o el cineasta Miloš Forman. Mientras continuaba el éxodo del país, el Ejército ruso se instaló allí hasta 1991. Y pasaron aún 20 años antes de que el régimen comunista comenzara a desmoronarse en Europa del Este. En los años de la considerada “normalización”, después de 1968, las palabras perdieron su significado y el poder comunista introdujo su lenguaje, sus códigos de propaganda y su propia interpretación del pasado y el presente. Así siguen presentes algunos frutos envenenados de aquella era sin moral.

Una de las principales esencias de la relación de Chequia con la Unión Europea se forja a través de su relación con Alemania. A pesar de que hayan pasado casi 29 años desde la caída del comunismo, sigue siendo uno de los temas donde continúa presente la propaganda del antiguo bloque. Pero no solo, porque ya en el siglo XIX era popular un dicho despectivo: “Quien quiere tener buenas relaciones con Alemania es un sirviente de Berlín”. Tomáš Garrigue Masaryk tuvo que enfrentarse bastante a este prejuicio en su época. Fue la crítica principal que recibió. Recientemente, ha sucedido también. Ese recelo hundió las expectativas presidenciales de Karel Schwarzenberg, en 2013. Su rival de entonces, Zeman, sacó tajada del tema alemán. Esgrimió los decretos de Beneš como una alarma en plena campaña política y le desacreditó con otra mentira más sobre la colaboración con los nazis. Fue así como cambió el voto a su favor.

Con este clima político y una campaña antieuropea permanente por parte de los principales líderes políticos, no sorprende que el apoyo actual de la Unión Europea haya quedado en el punto más bajo de los Estados miembros. Todo esto, a pesar de que la economía crece (4,4%, en 2017) y el paro baja a mínimos históricos (3,7% en febrero 2018 versus 5,1% en febrero de 2017). Mientras en España no existen apenas reticencias y el 88% de su población se siente ciudadano de la Unión, según el último Eurobarómetro, en Chequia la cifra alcanza el 56%, frente al 75% de una Eslovaquia mucho más proeuropea.

Prohibido olvidar

Aunque la fecha exacta de la declaración de la fundación de Checoslovaquia cae en la segunda mitad del año 2018 –concretamente el 28 de octubre–, el Gobierno checo destinó 410 millones de coronas checas (16 millones euros) para las celebraciones desde principios de 2018, con una intensa agenda de los eventos.

El viceministro del Ministerio de Asuntos Exteriores, Jakub Dürr resume a esglobal los principales impulsos del año conmemorativo: “Se trata de valores que queremos restablecer. Deseamos ser lo que éramos hace 100 años. Con todo respeto y dignidad conmemoramos la fecha del 1 de enero de 1993, cuando concluyó casi un siglo entero juntos y las dos naciones decidieron ir por su propio camino. La nación joven regresó no solamente a los principios del Estado del presidente Masaryk sino también a la tradición de San Venceslao, considerada como base de la estatalidad checa. Es decir, a principios que dan sentido auténtico a nuestra nación y forman la base de la identidad contemporánea”.

Hasta hoy día, a causa de la lobotomía comunista, cuesta reivindicar a esta región el legado de todo un siglo. Sobre todo la riqueza cultural que surgió del Imperio austrohúngaro y su mezcla de comunidades checa, alemana, judía y eslava que ha dado al mundo varios genios universales. Desde compositores como Janáček y Martinů, sin olvidarnos de Gustav Mahler, aunque muriera antes de la primera República, a escritores y pensadores como Sigmund Freud, Franz Kafka, Milan Kundera, Bohumil Hrabal, poetas de la altura de Holan y Seifert, pintores como František Kupka, Alfons Mucha, Emil Filla, Adolf Loos o cineastas reconocidos en todo el mundo como Miloš Forman… Sorprende la densidad de talento por metro cuadrado en los primeros estertores del siglo XX, hoy día cuesta encontrar ecos similares de aquella cosecha en un país sin visión ni memoria. Queda una buena base de gente muy trabajadora, dispuesta a aprender muy rápido todo lo que cruza la frontera y cuidar su patrimonio. Pero la grandeza multicultural es agua pasada y justo por eso viene bien reconstruir el mosaico de los acontecimientos y el legado de los últimos 100 años. Queda prohibido olvidar.

Las cuentas pendientes de la antigua URSS.

Autor: JULIO MARTÍN ALARCÓN.

Fuente: El Mundo.  16/04/2015.

Cuando la mente curiosa se introduce, incauta, de forma superficial en uno de los innumerables conflictos armados civiles del siglo XX,es habitual encontrarse con una narración cronológica de tipo enciclopédico que acumula acontecimientos, causas y desarrollo, de una forma teóricamente aséptica, y en el caso de que sea una entrada de la Wikipedia, es fácil encontrarse el disclaimer: «Este artículo puede tener errores».

Lo que se puede esperar, en esencia, es un relato del estilo: «La organización NPO fundada para la preservación de la identidad nacional elaboró un documento por el que consideraba a los miembros de la antigua SSN responsables de la usurpación de la soberanía del pueblo, al tiempo que la SSN, escindida en una rama pro autóctona, se enfrentó a la NPO, aludiendo su falta de representación popular, por lo que dieron un golpe de Estado…».

Esta ficticia narración, en la que las siglas, acciones y desarrollo podrían ser trastocadas, sin muchas dificultades, por las de una guerra civil real fruto de la desintegración de la URSS, u otros procesos del siglo XX, es precisamente la impresión en negativo de lo que propone Tangerines (2013). Sobre la base de la guerra civil georgiana del periodo 1992-1993, tras la caída del bloque comunista y la formación de la Federación Rusa, la notable historia antibelicista que propone el director georgiano Zaza Urushadze, se debate, sin embargo, entre la sobria pero emotiva deriva de cuatro personajes antagónicos atrapados en un conflicto -que acaban trascendiendo con los lazos personales-, y la metáfora de la mediación exterior.

Chechenos pro rusos

Un combatiente checheno pro ruso -sí, es correcto- y un soldado de la milicia georgiana caen heridos en un enfrentamiento y son socorridos por un agricultor y su amigo, ambos de origen estonio, que les curan a ambos bajo la promesa de que no se harán daño mientras estén en su casa, al tiempo que tratan de recoger una cosecha de mandarinas, sin jornaleros suficientes, en mitad de una guerra.

Los mimbres del argumento hacen funcionar una historia en la que es imposible no atisbar un trasunto con los organismos internacionales, o las potencias mediadoras -en cierto modo paternalistas- en la figura del sabio estonio Ivo, o al menos de lo que podrían ser, cuando sienta a ambos enemigos a una misma mesa bajo un mismo techo y les obliga a compartir las mismas normas, sin diferencias de trato, para que observen la futilidad de la lucha.

Leer artículo completo.