Primera Guerra Mundial: 5 grandes mitos sobre la Gran Guerra.

GETTY IMAGES Image caption La Primera Guerra Mundial tuvo lugar entre 1914 y 1918.

Autor: Dan Snow. 

Fuente: bbc.com11/11/2018

Ninguna guerra en la historia atrae más controversia y genera más mitos que la Primera Guerra Mundial.

Mucho de lo que pensamos que sabemos del conflicto que tuvo lugar entre 1914 y 1918 es errado.

Para los soldados que lucharon fue, en algunos aspectos, mejor que enfrentamientos anteriores y, en otros, peor.

Pero resaltarla como excepcionalmente horrible nos deja ciegos no sólo a la realidad de ese conflicto sino también a la de la guerra en general.

También nos puede llevar a no entender la experiencia de soldados y civiles atrapados en otros innumerables combates de ayer y hoy.

1. Fue la guerra más sangrienta en la historia hasta ese momento

Primera Guerra Mundial
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES Image captionLas muertes tanto de soldados como de civiles alcanzaron cifras de millones durante la Primera Guerra Mundial.

Estimados conservadores del número de muertos en los 14 años de la rebelión de Taiping empiezan entre los 20 y 30 millones de personas.

Unos 17 millones de soldados y civiles perdieron la vida en la Primera Guerra Mundial.

2. Nadie ganó

Grandes extensiones de Europa quedaron en ruinas, millones murieron o fueron heridos. Los sobrevivientes vivieron con severos traumas mentales. Es raro hablar de victorias.

No obstante, en un obtuso sentido militar, Reino Unido y sus aliados lograron una victoria convincente.

Los buques de guerra alemanes fueron contenidos por la Armada Real británica al punto que sus tripulaciones prefirieron amotinarse en vez de lanzar un ataque suicida.

El ejército alemán colapsó tras una serie de poderosos golpes de los aliados que segaron sus supuestamente inexpugnables defensas.

Primera Guerra Mundial.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES Image captionMuchos de los sobrevivientes de la llamada Gran Guerra padecieron severos traumas mentales.

Para finales de septiembre de 1918, el emperador alemán y su asesor militar Erich Ludendorff admitieron que no había ninguna esperanza de ganar y que Alemania debía rogar por paz. El armisticio del 11 de noviembre fue esencialmente una rendición alemana.

A diferencia de Adolf Hitler en 1945, el gobierno alemán no insistió en mantener una lucha inútil y sin sentido hasta que los aliados llegaran a Berlín, una decisión que salvó innumerables vidas pero que sirvió luego para alegar que Alemania nunca perdió realmente.

3. El tratado de Versalles fue extremadamente duro

El tratado de Versalles confiscó 10% del territorio de Alemania pero la dejó como la nación más grande y rica de Europa central.

No había casi fuerzas de ocupación, las reparaciones financieras fueron vinculadas a su habilidad de pagar y, en todo caso, en su mayoría no fueron reclamadas.

El tratado era marcadamente menos duro que los que le pusieron punto final a la Guerra franco-prusiana de 1870-71 y la Segunda Guerra Mundial.

Primera Guerra Mundial.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES Image captionEl Tratado de Versalles (1919) fue firmado por más de 50 países.

Los alemanes victoriosos en el conflicto franco-prusiano anexaron grandes trozos de dos ricas provincias francesas, en las que se producía el hierro francés. Además, le pasaron a París una enorme cuenta de cobro para pagar inmediatamente.

Respecto al final de la II Guerra Mundial, Alemania fue ocupada, dividida, las maquinarias de sus fábricas destrozadas o robadas y millones de prisioneros fueron forzados a quedarse con sus captores y trabajar como esclavos.

Alemania perdió todo el territorio que había ganado en la Primera Guerra Mundial y otro pedazo gigante.

Versalles no fue un tratado duro pero fue presentado como tal por Hitler, que buscaba crear una ola de sentimiento en contra del acuerdo que le impulsara hacia el poder.

4. Las tácticas en el Frente Occidental no cambiaron a pesar de repetidos fracasos

Nunca han cambiado las tácticas y tecnología tan radicalmente en cuatro años de lucha.

Fue un momento de innovación extraordinaria.

En 1914, los generales galopaban a caballo a través de los campos de batalla mientras que hombres con prendas de paño se abalanzaban contra el enemigo sin las defensas necesarias. Ambas partes estaban armadas más que todo con rifles.

Primera Guerra Mundial.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES Image captionLas armas de guerra estaban mucho más perfeccionadas hacia el final del conflicto.

Cuatro años más tarde, equipos de combate con cascos de acero avanzaban protegidos por cortinas de proyectiles de artillería.

Estaban armados con lanzallamas, metralletas portátiles y granadas que se disparaban con rifles.

Arriba, aviones, que en 1914 habrían sido inimaginablemente sofisticados, surcaban el cielo, algunos cargando radios experimentales y reportando en vivo.

Enormes piezas de artillería disparaban con precisión, pues usando tan sólo fotos aéreas y matemáticas lograban dar en el blanco con un sólo tiro.

Los tanques habían pasado de la mesa de diseño al campo de batalla en sólo dos años, cambiando la guerra para siempre.

5. Todo el mundo la odió

Como con cualquier guerra, depende de la suerte.

Puede ser que uno sea víctima de horrores inimaginables que lo dejan mental y físicamente incapacitado de por vida, o que no le pase nada.

Primera Guerra Mundial
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES Image captionDocenas de países se enfrentaron en esta sangrienta guerra.

Los soldados que tuvieron suerte en la Primera Guerra Mundial, no participaron en ninguna gran ofensiva y la mayor parte del tiempo estaban en mejores condiciones que en casa.

Los británicos, por ejemplo, comían carne todos los días -un lujo que no se repetía mucho en la vida civil-, tenían cigarrillos, té y ron, y una dieta diaria de más de 4.000 calorías.

Los índices de absentismo debido a enfermedades, un barómetro importante de la moral de las unidades, se mantuvieron -notablemente- casi iguales que en tiempos de paz.

Muchos jóvenes disfrutaron de los salarios garantizados, la intensa camaradería, la responsabilidad y una libertad sexual más grande que en tiempos de paz.

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Un siglo del fin de la Gran Guerra, una paz que avivó el nacionalismo.

Soldados británicos se refugian en una trinchera durante la Primera Guerra Mundial. EFE

Autor: Alberto León. 10/11/2018.

Fuente: rtve.es

El 11 de noviembre de 1918, a las 11.00 horas, los representantes de Francia y Reino Unido por un bando y de Alemania por el otro, firmaban en un vagón de tren en el bosque de Compiègne, en el norte de Francia, el armisticio que ponía fin a la Primera Guerra Mundial.

El ejército alemán estaba absolutamente agotado y la entrada de los aliados en Bélgica en agosto puso al Reich contra las cuerdas. Los socialdemócratas germanos se hicieron con el poder y forzaron un armisticio que se materializaría al año siguiente en el Tratado de Versalles.

Aquella paz, con unas cláusulas durísimas para Alemania, tuvo unas consecuencias nefastas para Europa, con la desaparición de cuatro grandes imperios y una nueva configuración territorial. En los años siguientes, el continente se vio inmerso en una enorme crisis.

Todo ello provocó un fuerte avance del nacionalismo y el nacimiento del nazismo. La solución a la Primera Guerra Mundial fue, paradójicamente, el germen de la Segunda.

Situación complicada

Un siglo después del final de la Gran Guerra, la Europa unida vive uno de sus momentos más complicados, coincidiendo precisamente con el auge de los nacionalismos y de la ultraderecha en países como Austria, Alemania, Francia o Hungría.

La presión migratoria está propiciando el incremento de mensajes xenófobos y radicales y algunos han querido ver un paralelismo entre aquella época y la actual.

Firma del armisticio entre Francia y Alemania, en un vagón de tren en el bosque de Compiègne.
Firma del armisticio entre Francia y Alemania Firma del armisticio entre Francia y Alemania, en un vagón de tren en el bosque de Compiègne. EFE
 

El presidente francés, Emmanuel Macron, ha sido una de las voces que ha comparado la situación de la Europa actual con la que se vivió tras la Gran Guerra y, con el fin de ponerlo en evidencia, ha realizado un peregrinaje a alguno de los escenarios del conflicto, como Morhange, Verdun, Péronne o Ablain-Saint-Nazaire.

«El nacionalismo asciende, pide el cierre de fronteras, preconiza el rechazo del otro», ha señalado el dirigente galo, quien considera que el mundo actual tiene rasgos del que surgió tras el Tratado de Versalles.

Sin embargo, la comunidad de historiadores no ve comparable ambos escenarios, según han declarado algunas voces cualificadas a la agencia EFE. En opinión de estos expertos, el ascenso del nacionalismo es más bien una consecuencia de los ciclos históricos que fruto de una situación internacional como la que se vivía a principios del siglo XX.

 Reportajes 5 Continentes - El balance estremecedor de la Gran Guerra - 08/11/18 - Escuchar ahorareproducir audio 

Un mundo dividido en dos bloques

Según señala a la agencia española la profesora de la Universidad de la Sorbona Isabelle Davion, «en 1914 los ciudadanos sentían una amenaza exterior real, tanto en un bloque como en otro».

Esta experta en diplomacia y estrategia durante la Primera Guerra Mundial considera que antes del conflicto el mundo se había divido en dos grandes bloques en base a alianzas defensivas contra un enemigo común, una situación que no da en el momento actual, en el que «el nacionalismo se articula como una forma de protección de una situación socioeconómica, no como la defensa de una frontera».

Davion cree que, a diferencia de lo que sucedía antes de la Gran Guerra, con el paso de los años se ha perdido «el darwinismo, el sentimiento de superioridad del siglo XIX».

 

Informe Semanal - 100 años de la Gran Guerra - ver ahora
Enlace a Informe Semanal – 100 años de la Gran Guerra

Otro historiador, Chirstophe Prochasson, de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de París, cree que «cada época tiene sus propios nacionalismos» y que estos no son comparables.

«El que vemos ahora florecer es una respuesta a la globalización que muchas capas de la población sienten que les excluye», asegura Prochasson a EFE.

El historiador francés opina que  «el sentimiento nacional de la población actual es inferior al de 1914» y que las diferencias entre los pueblos son «más pequeñas precisamente por el efecto de la globalización, que ha homogeneizado a las sociedades».

Isabelle Davion añade que, en la actualidad, la guerra es «una opción que la gente no se plantea», mientras que en 1914 era «una fenómeno normal que se producía de forma periódica en las relaciones internacionales» y que incluso se consideraba que los conflictos armados «eran necesarios».

Mensajes de alivio que no deben hacer bajar la guardia ante la fuerza disgregadora que supone el nacionalismo más radical, que en la última década ha logrado abrirse hueco en los Parlamentos de muchos países de la Unión Europea.

La Primera Guerra Mundial resumida en 15 imágenes.

Fuente: El País, 28/09/2018

La denominada Gran Guerra causó 10 millones de muertos, trastocó el mapa de Europa, tumbó tres imperios, contribuyó a la revolución soviética y fue una causa latente de la Segunda Guerra Mundial. El 29 de septiembre de 1918, Bulgaria firmó un armisticio con las potencias aliadas que desencadenaría el final de la Primera Guerra Mundial. Con motivo del centenario, repasamos en 15 imágenes las claves del conflicto

Fotografía tomada el 28 de junio de 1914 del terrorista serbio Gavrilo Princip (2º derecha) tras su arresto después del asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa en Sarajevo, uno de los episodios que desencadenaría el inicio de la Gran Guerra.
1. Fotografía tomada el 28 de junio de 1914 del terrorista serbio Gavrilo Princip (2º derecha) tras su arresto después del asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa en Sarajevo, uno de los episodios que desencadenaría el inicio de la Gran Guerra. AFP 

En esta foto de archivo tomada el 2 de agosto de 1914 y publicada por el Historial de Péronne, Museo de la Primera Guerra Mundial, muestra un cartel que llama a la movilización de la población civil en las paredes en Francia, al comienzo de la Primera Guerra Mundial.
2. En esta foto de archivo tomada el 2 de agosto de 1914 y publicada por el Historial de Péronne, Museo de la Primera Guerra Mundial, muestra un cartel que llama a la movilización de la población civil en las paredes en Francia, al comienzo de la Primera Guerra Mundial.AFP
En esta foto de archivo tomada en 1914, los taxis del Marne conducen en su camino hacia el frente.
3. En esta foto de archivo tomada en 1914, los taxis del Marne conducen en su camino hacia el frente. AFP
Una foto de archivo tomada durante la Primera Guerra Mundial muestra a soldados franceses cuidando a compañeros heridos, en una trinchera.
4. Una foto de archivo tomada durante la Primera Guerra Mundial muestra a soldados franceses cuidando a compañeros heridos, en una trinchera. AFP 

Una foto de archivo publicada por el Historial de Peronne, Museo de la Primera Guerra Mundial, muestra fuerzas de Triple Entente durante la operación de los Dardanelos en la Primera Guerra Mundial. El 25 de abril de 1915, las tropas británicas y francesas aterrizaron en la península de Gallipoli, en el estrecho de Dardanelos, en Turquía, aliada de Turquía. El imperio otomano cerró los estrechos al comienzo de la guerra, cortando a Rusia del Mediterráneo. La campaña aliada, presionada por Winston Churchill, apunta a atravesar los estrechos y más allá, atacar a Alemania y Austria desde el este y establecer un vínculo con Rusia.
5. Una foto de archivo publicada por el Historial de Peronne, Museo de la Primera Guerra Mundial, muestra fuerzas de Triple Entente durante la operación de los Dardanelos en la Primera Guerra Mundial. El 25 de abril de 1915, las tropas británicas y francesas aterrizaron en la península de Gallipoli, en el estrecho de Dardanelos, en Turquía, aliada de Turquía. El imperio otomano cerró los estrechos al comienzo de la guerra, cortando a Rusia del Mediterráneo. La campaña aliada, presionada por Winston Churchill, apunta a atravesar los estrechos y más allá, atacar a Alemania y Austria desde el este y establecer un vínculo con Rusia. STR AFP 

Una foto de archivo tomada en 1916 muestra a soldados franceses entrando en ataque desde su trinchera durante la batalla de Verdún, en el este de Francia, durante la Primera Guerra Mundial. El 25 de febrero de 1916, las fuerzas alemanas lanzaron una ofensiva en Verdún, al este de París, para "desangrar a Francia de blanco" y obligar al país a la mesa de negociaciones. Las fuerzas alemanas avanzan pero están contenidas. Cuando terminan los combates en diciembre, las líneas de frente apenas han cambiado a pesar de las bajas asombrosas.
6. Una foto de archivo tomada en 1916 muestra a soldados franceses entrando en ataque desde su trinchera durante la batalla de Verdún, en el este de Francia, durante la Primera Guerra Mundial. El 25 de febrero de 1916, las fuerzas alemanas lanzaron una ofensiva en Verdún, al este de París, para «desangrar a Francia de blanco» y obligar al país a la mesa de negociaciones. Las fuerzas alemanas avanzan pero están contenidas. Cuando terminan los combates en diciembre, las líneas de frente apenas han cambiado a pesar de las bajas asombrosas. AFP 

Una foto de archivo del 8 de octubre de 1916 muestra a un soldado francés y uno alemán, muertos en una zanja después de un duelo a muerte.
7 . Una foto de archivo del 8 de octubre de 1916 muestra a un soldado francés y uno alemán, muertos en una zanja después de un duelo a muerte. STR AFP 

Una foto de archivo, tomada el 1 de junio de 2016, muestra imágenes de archivo de los soldados de la Primera Guerra Mundial en el centro histórico dedicado a las batallas de la Primera Guerra Mundial del Somme en Thiepval, al este de Francia. La batalla de 141 días del Somme es la más sangrienta de la guerra, con más de un millón de bajas, incluyendo alrededor de 400,000 muertos o desaparecidos. El 1 de julio de 1916 las fuerzas aliadas, principalmente británicas, atacan a las tropas alemanas en el frente del río Somme para aliviar la presión sobre el ejercito francés en el frente de Verdún.
8. Una foto de archivo, tomada el 1 de junio de 2016, muestra imágenes de archivo de los soldados de la Primera Guerra Mundial en el centro histórico dedicado a las batallas de la Primera Guerra Mundial del Somme en Thiepval, al este de Francia. La batalla de 141 días del Somme es la más sangrienta de la guerra, con más de un millón de bajas, incluyendo alrededor de 400,000 muertos o desaparecidos. El 1 de julio de 1916 las fuerzas aliadas, principalmente británicas, atacan a las tropas alemanas en el frente del río Somme para aliviar la presión sobre el ejercito francés en el frente de Verdún. DENIS CHARLET AFP 

 Una foto sin fecha tomada durante la Primera Guerra Mundial muestra la mano de la víctima en un campo de batalla en el norte de Francia.  Las batallas más sangrientas y decisivas de la Primera Guerra Mundial se libraron en Europa, en el frente occidental atravesando los campos fangosos del norte de Francia y Bélgica. La línea del frente se extendía a más de 700 kilómetros (435 millas), desde el Mar del Norte hasta las montañas de los Vosgos, cerca de Suiza
9. Una foto sin fecha tomada durante la Primera Guerra Mundial muestra la mano de la víctima en un campo de batalla en el norte de Francia. Las batallas más sangrientas y decisivas de la Primera Guerra Mundial se libraron en Europa, en el frente occidental atravesando los campos fangosos del norte de Francia y Bélgica. La línea del frente se extendía a más de 700 kilómetros (435 millas), desde el Mar del Norte hasta las montañas de los Vosgos, cerca de Suiza STF AFP
Tropas estadounidenses en el frente francés durante la Primera Guerra Mundial. En enero de 1917, Alemania, bajo la presión de un bloqueo marítimo británico, intensifica una campaña de ataque a los buques mercantes británicos con submarinos, con el objetivo de estrangular la isla. Impulsa a los Estados Unidos a entrar en el conflicto, enojado por el torpedeo de barcos neutrales en el Atlántico y buques que transportan ciudadanos estadounidenses. Washington declara la guerra a Alemania el 6 de abril y el 26 de junio llega el primer despliegue estadounidense al puerto francés de Saint-Nazaire.
10. Tropas estadounidenses en el frente francés durante la Primera Guerra Mundial. En enero de 1917, Alemania, bajo la presión de un bloqueo marítimo británico, intensifica una campaña de ataque a los buques mercantes británicos con submarinos, con el objetivo de estrangular la isla. Impulsa a los Estados Unidos a entrar en el conflicto, enojado por el torpedeo de barcos neutrales en el Atlántico y buques que transportan ciudadanos estadounidenses. Washington declara la guerra a Alemania el 6 de abril y el 26 de junio llega el primer despliegue estadounidense al puerto francés de Saint-Nazaire. STR AFP
Junio 1917. Tarjeta postal publicada por el Historial de Peronne, Museo de la Primera Guerra Mundial, de John Joseph 'Black Jack' Pershing (Centro - derecha), el general del ejército estadounidense que dirigió la Fuerza Expedicionaria Americana, recibido en Boulogne, en el norte de Francia, por el general francés Peltier, miembro de la misión militar francesa para ayudar a la instalación del ejército de los EE. UU en Francia
11. Junio 1917. Tarjeta postal publicada por el Historial de Peronne, Museo de la Primera Guerra Mundial, de John Joseph ‘Black Jack’ Pershing (Centro – derecha), el general del ejército estadounidense que dirigió la Fuerza Expedicionaria Americana, recibido en Boulogne, en el norte de Francia, por el general francés Peltier, miembro de la misión militar francesa para ayudar a la instalación del ejército de los EE. UU en Francia STR AFP 

Una foto de archivo tomada en septiembre de 1918 durante la primera Guerra Mundial muestra a los artilleros estadounidenses golpeando a los soldados de las líneas alemanas cerca de Verdún.
12. Una foto de archivo tomada en septiembre de 1918 durante la primera Guerra Mundial muestra a los artilleros estadounidenses golpeando a los soldados de las líneas alemanas cerca de Verdún. AFP 

Una foto sin fecha publicada por la Biblioteca Internacional de Documentación Contemporánea (BDIC) muestra a un soldado francés sosteniendo un cráneo humano en un campo de batalla durante la Primera Guerra Mundial.
13. Una foto sin fecha publicada por la Biblioteca Internacional de Documentación Contemporánea (BDIC) muestra a un soldado francés sosteniendo un cráneo humano en un campo de batalla durante la Primera Guerra Mundial. STR AFP 

En octubre de 1918, Lenin se dirige a sus partidarios en Moscú durante el primer aniversario de la revolución bolchevique. Entre 1914 y 1917, Rusia pierde más de dos millones de soldados y oficiales en el Frente Oriental, donde sus fuerzas mal equipadas son diezmadas. El conflicto se vuelve altamente impopular.
14. En octubre de 1918, Lenin se dirige a sus partidarios en Moscú durante el primer aniversario de la revolución bolchevique. Entre 1914 y 1917, Rusia pierde más de dos millones de soldados y oficiales en el Frente Oriental, donde sus fuerzas mal equipadas son diezmadas. El conflicto se vuelve altamente impopular. AFP 

Esta foto de archivo tomada el 11 de noviembre de 1918, muestra en una foto de familia de los firmantes del tratado de armisticio entre los aliados y Alemania: el alemán Matthias Erzberger, el conde Alfred von Oberndorff, el capitán británico Ernst Vanselow, el primer marinero almirante Rosslyn Wemyss, el representante británico, el general francés Maxime Weygand, el jefe de personal de Foch, el mariscal Ferdinand Foch y el comandante supremo aliado, firmaron en el propio vagón de ferrocarril de Ferdinand Foch en el Bosque de Compiegne el tratado que marcó el final de la Primera Guerra Mundial en el frente occidental.
15 . Esta foto de archivo tomada el 11 de noviembre de 1918, muestra en una foto de familia de los firmantes del tratado de armisticio entre los aliados y Alemania: el alemán Matthias Erzberger, el conde Alfred von Oberndorff, el capitán británico Ernst Vanselow, el primer marinero almirante Rosslyn Wemyss, el representante británico, el general francés Maxime Weygand, el jefe de personal de Foch, el mariscal Ferdinand Foch y el comandante supremo aliado, firmaron en el propio vagón de ferrocarril de Ferdinand Foch en el Bosque de Compiegne el tratado que marcó el final de la Primera Guerra Mundial en el frente occidental. STR AFP

La Primera Guerra Mundial: Todo lo que necesitas saber.

Autor: Luis Martín Millán. 08/09/2018

Fuente: geopolitico.es

El ser humano es la criatura más inteligente del planeta tierra, y por eso su nombre científico es Homo Sapiens, pero, a pesar de esto, en la historia de la humanidad han existido desacuerdos y peleas que han llevado estas diferencias al siguiente nivel, llegando así al punto de matar con el propósito de cumplir su cometido. Una de las guerras más significativas de la historia fue La Primera Guerra Mundial que para su momento fue la más grande conocida y existente, que no solo dejo una historia que contar sino también una huella en el continente europeo y en el resto del mundo. Pero surgen muchas preguntas sobre esta guerra, sobre las razones por las cuales estalló, cuantas vidas se perdieron o quien gano finalmente esta sangrienta batalla. Aquí encontrarás respuesta tanto a estas como a otras preguntas sobre este amargo episodio de la historia mundial, ¡La Primera Guerra Mundial!

La Primera Guerra Mundial

Se le llamó Primera Guerra Mundial cuando surgió la Segunda Guerra Mundial, pero, cuando estalló solo se le conocía como La Gran Guerra o La Guerra Mundial, y fue básicamente una confrontación bélica ocurrida principalmente en el continente europeo, su duración fue de un poco más de cuatro años, desde el 28 de Julio de 1914 hasta el 11 de Noviembre de 1918 cuando Alemania se sujetó a las condiciones y términos del Armisticio.

El numero de muertes cobradas por la Primera Guerra Mundial no se sabe con exactitud, lo que los registros arrojan es que mas de nueve millones de combatientes y al menos siete millones de civiles perdieron la vida, lo que representa según la cantidad de personas en el mundo en aquel momento, que el 1% de la población mundial perdió la vida debido a la guerra, una cifra que resulta absurdamente elevada dada la sofisticación tecnológica e industrial de los beligerantes.

Por esta razón la Primera Guerra Mundial es considerada como el quinto conflicto más mortífero que ha experimentado el mundo en la historia de la humanidad.

Protagonistas de la Primera Mundial

Muchas de las naciones envueltas en la Gran Guerra, también forman parte hoy día de Europa, esto no significa que es algo que los enorgullece, pero sin duda alguna, si es algo que ha quedado plasmado para la historia internacional. Algo que caracterizaba la guerra eran las alianzas existentes entre naciones y una de ellas era la “Triple Alianza” que era conformado principalmente por las potencias centrales, es decir: El Imperio Alemán como principal protagonista, y así también junto con Alemania, Austria-Hungría. Por otro lado, el papel de Italia, figuraba sumándose a la Triple Alianza junto a Alemania, Austria y Hungría, pero la nación dio un giro inesperado al no se unirse a las potencias centrales, dando como razón que Austria, violando los términos pactados, fue la nación agresora que desencadeno el conflicto.

Por otro lado, se encontraba otra alianza de igual manera compuesta por tres naciones, a tal alianza se le llama La Triple Entente que era básicamente compuesta por El Reino Unido, Francia y también El Imperio Ruso.

Por supuesto estas alianzas experimentaron cambios y terminaron creciendo con la integración de otras naciones a las ya establecidas alianzas, sea a uno u otro de los bandos según como fuera evolucionando La Gran Guerra, como fue el caso por ejemplo de la Triple Entente a la cual se le juntaron El Imperio del Japón, los Estados Unidos y curiosamente después de haber formado parte de la Triple Alianza, Italia terminó sumándose a la Triple Entente.

No obstante, El Imperio Otomano El Reino de Bulgaria tiempo después de haberse desarrollado la guerra, se sumaron a la Triple Alianza, compuesta por las potencias centrales. La cuenta de los participantes en la guerra era más de 70 millones de combatientes, y al menos unos 60 millones eran militares provenientes de Europa, que se movilizaron y pasaron a ser protagonistas activos del conflicto mas grande de la historia.

El Inicio de La Primera Guerra Mundial

Cuando los austrohúngaros el 28 de Julio comenzaron los actos ofensivos al intentar invadir Serbia. A su vez Rusia estaba movilizándose cuando Alemania invadió Bélgica, que por su parte había tomado la decisión de declararse neutral, y Luxemburgo en vía a Francia.

Este primer acto hostil invadido sobre la soberanía belga, llevo al Reino Unido a tomar cartas en el asunto declarando la guerra a Alemania. Aunque la Gran Guerra o Guerra Mundial se desarrolló en múltiples locaciones terrestres y marítimas dentro y fuera del territorio europeo, uno de los más importantes y concurridos de ellos fue el Frente Occidental en el cual parte de los alemanes se encontraban detenidos por las autoridades francesas a 120 kilómetros de la capital París, luego de haber intentado tomar parte del país para transportar libremente su armamento balístico; comenzando de esta manera una guerra de desgaste en las cuales las líneas de trincheras, las cuales servían como protección y resguardo para los combatientes, fueran siquiera modificadas hasta el año 1917.

Por otro lado, en el Frente Oriental, el ejército de Rusia consiguió algunas victorias frente a los astro-húngaros, pero prontamente estos fueron detenidos por el ejercito de Alemania en su esfuerzo por apoderarse de Prusia Oriental. El Imperio Otomano se unió a la guerra en noviembre de 1914, lo que tuvo como consecuencia la apertura de diversos frentes en el Cáucaso, Mesopotamia y el Sinaí. Al año siguiente Italia y Bulgaria se sumaron al conflicto, luego en 1916 se anexo Rumania y un año más tarde en 1917 los Estados Unidos, como ultimo participante del atroz conflicto.

Una característica que hizo destacar a esta guerra o conflicto de todas las demás fue la implementación de armas químicas, su empleo o utilización fue masivo a pesar de estar prohibido en las conferencias de la Haya de 1899 y 1907. Durante la Gran Guerra fue utilizado una amplia gama de gases, entre los cuales podríamos mencionar el Cloro, gas Mostaza, y el Fosgeno; mientras que se iban implementando el uso ilegal de estas armas en la guerra, también se fueron creando junto con ellas contramedidas eficaces, como las mascaras de gas, lo cual hizo que se redujera el peligro y no solo eso, también obtuvieron beneficios de usarlos ya que solo una mínima parte de las victimas heridas mortalmente fueron por causa de tales agentes químicos, aproximadamente tan solo un 3% de las muertes durante la guerra.

El desenlace de la Guerra Mundial

La Gran Guerra la Guerra Mundial tuvo un periodo que se pudiera llamar estancamiento, en la cual solo se produjeron muertes, pero ningún avance significativo para los propósitos de ninguna de las dos alianzas. No fue sino hasta marzo de 1917 cuando comenzó el desenlace de la Gran Guerra, cuando cae el gobierno ruso tras la Revolución de Febrero, así como también la firma de un tratado o acuerdo de paz, pacto hecho entre la Rusia Revolucionaria y las Potencias Centrales luego de la Revolución de Octubre, en marzo de 1918.

En noviembre de 1918 fue solicitado un armisticio por parte del imperio astro-húngaro. Por todo el frente occidental Alemania demostró una gran ofensiva a comienzos de 1918, por lo cual los aliados hicieron retroceder a la línea alemana en una serie de victorias bélicas. Siguiendo este mismo marco de ideas, Alemania durante la Revolución, solicito de la misma manera un armisticio el 11 de noviembre de 1918, poniendo un punto final a la guerra con la victoria aliada.

Consecuencias de la Primera Guerra Mundial

Uno de los efectos más evidentes a largo plazo de La Gran Guerra fue la gran ampliación de los poderes y responsabilidades gubernamentales en Francia, Estados Unidos y Reino Unido, con el objetivo de aprovechar a cabalidad el potencial que tiene el país, con la formación de instituciones y ministerios nuevos. Se elaboraron nuevos impuestos y se promulgaron otras nuevas leyes, todas ellas pensadas para reforzar el esfuerzo bélico, algunas de las cuales siguen vigentes aun hasta nuestros días.

Estados Unidos desde el año 1919 exigió a Reino Unido la reintegración de los préstamos, que procedieron al menos en parte de las reparaciones de guerra alemanas, que de la misma manera podían pagar por préstamos de Estados Unidos a Alemania. Este sistema circular se destruyó en 1931 y los pagos pendientes cesaron de reintegrarse; razón por la cual, todavía para 1934, El Reino Unido seguía debiendo a EEUU 4400 millones de dólares, deuda que nunca ha sido saldada.

La Primera Guerra Mundial también produjo un desequilibrio en el número de habitantes por género, esto debido a la cantidad de hombres que se sumaron y murieron en el conflicto, dándose un número de mujeres mucho más alto que el de hombres. Casi un millón de hombres ingleses murieron durante La Gran Guerra, lo que hizo que aumentara la diferencia en número de género en esa nación de cerca de 670.000 a 1.700.000 mujeres más que de hombres.

La cantidad de mujeres solteras que buscaban independencia económica creció de manera impresionante, no obstante, la desmovilización y el declive económico de la posguerra trajo con ella altas tasas de desempleo, y a pesar que la guerra había aumentado el número de mujeres trabajadoras, el retorno a sus países de los soldados desmovilizados, muchos de ellos trabajadores antes de la contienda, y el cierre de muchas fábricas, provocaron un descenso en el empleo femenino.

 

La gripe española de 1918. Entrevista a Laura Spinney.

 

Autora: Marta Pérez Astigarraga

Fuente: La aventura de la Historia. 22/05/2018

La epidemia de gripe española de 1918 causó entre cincuenta y cien millones de muertes en el mundo. A pesar de su nombre, su origen no estuvo en España; se barajan varias posibilidades: Kansas, China y Francia, y no se cierra la puerta a otras. Cien años después de su irrupción todavía hay grandes incógnitas, pero también se ha avanzado mucho en su estudio. En El jinete pálido, la escritora y periodista especializada en temas científicos Laura Spinney bucea en la enfermedad con un texto divulgativo que aborda aspectos médicos, científicos, sociales, políticos e históricos.

Pregunta. El subtítulo de su libro indica que esta epidemia cambió el mundo. ¿Cuáles fueron los cambios más significativos?

Respuesta. Respuesta. Dejó toda una generación –la de aquellos que estaban en el vientre de su madre cuando la gripe golpeó al mundo– disminuida física y cognitivamente durante toda su vida. Tuvo un gran impacto en la forma en la que los científicos y los políticos se plantearon la salud pública. Y se podría decir que también dejó su huella en las artes.

P. ¿Cómo influyó la pandemia en la I Guerra Mundial y el proceso de paz?

Laura Spinney. Foto: Rudi Sebastian / Getty Images. Cortesía Editorial Crítica.
Laura Spinney. Foto: Rudi Sebastian / Getty Images. Cortesía Editorial Crítica.

R. Hay consenso entre los historiadores en que la gripe española aceleró el fin de la guerra. ¿Esto afectó al resultado? La mayoría de los expertos dice que no; sin embargo, otros han roto filas defendiendo que favoreció la victoria de los aliados. Los científicos creen que las condiciones en las trincheras pudieron incrementar la virulencia del virus, lo que explicaría que fuera tan grave. En cuanto al proceso de paz, el presidente norteamericano Woodrow Wilson cogió la gripey probablemente sufrió daños neurológicos por ello, disminuyendo su capacidad para defender una paz moderada. Todos sabemos lo que ocurrió después.

P. La gripe no se originó en España, ¿por qué se la llamó gripe española? ¿Está de acuerdo con las directrices de la Organización Mundial de la Salud que estipulan desde 2005 que los nombres de las enfermedades no deben hacer referencia a lugares, personas, animales o alimentos?

La enfermedad llevaba tiempo en EE UU, Francia y Gran Bretaña, pero la gente no lo sabía porque la noticia se mantuvo alejada de la prensa. España fue injustamente culpada

R. España era neutral en la guerra y no había censura en la prensa, así que cuando aparecieron los primeros casos en mayo de 1918 los periódicos locales informaron sobre ellos. La enfermedad llevaba tiempo en Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, pero la gente de esos países no lo sabía porque la noticia se mantuvo alejada de la prensa. Así que España fue injustamente culpada. Estoy de acuerdo en que los nombres de las enfermedades no deberían estigmatizar. Cómo conseguirlo y si las medidas de la OMS lo consiguen son dos cuestiones muy complejas.

P. En su libro muestra la actitud que prevaleció en Zamora ante la enfermedad. En otro capítulo explica la intervención en Nueva York. ¿Podría explicar brevemente la principal diferencia entre ambas?

R. Hubo muchas cosas que las diferenciaron, pero la principal fue que las autoridades de Nueva York comprendieron que se enfrentaban con un microbio, mientras que en Zamora la enfermedad se atribuía a la ira de Dios. Estas convicciones marcaron las consecuencias en cada lugar.

P. De los distintos perfiles que presenta en el libro, ¿destacaría alguno?

R. Es difícil señalar una historia en particular porque cada una arroja luz en un aspecto, pero la del obispo Álvaro y Ballano de Zamora me parece fascinante, simplemente porque muestra la poderosa influencia que una personalidad fuerte puede llegar a tener.

Enfermos de gripe española en un hospital de emergencia levantado en Fort Riley, Kansas, EEUU.
Enfermos de gripe española en un hospital de emergencia levantado en Fort Riley, Kansas, EEUU.

P. ¿Por qué esta ha sido la enfermedad olvidada? ¿Influyó la censura de la guerra?

R. La censura solo afectó a las secuelas inmediatas. Lo más interesante es por qué seguimos cien años después sin considerar la pandemia como un acontecimiento histórico a pesar de que ha matado más que cualquiera de las guerras mundiales y, quizá, más que las dos juntas. Hay muchas razones, pero una de ellas es que a la gente le gustan las historias con héroes y villanos, y con un principio, un desarrollo y un final. Difícilmente hay héroes en una pandemia, y el villano en 1918 no era humano. Barrió el mundo rápidamente; la gente no sabía qué les había golpeado. Así que era una historia difícil de contar.

P. En 2005 se reprodujo el virus de la gripe española de 1918 gracias a los trabajos de, entre otros, el científico Jeffrey Taubenberger, de quien usted habla en su libro. Está custodiado en el Centro para Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta, pero este avance tiene sus detractores, ¿qué temen?

R. Podría ser robado y utilizado en una guerra biológica. Es difícil sopesar los riesgos y beneficios de un estudio científico, pero este paso solo ha beneficiado a la humanidad. Ha facilitado información para desarrollar mejores vacunas contra la gripe, por ejemplo.

El alzamiento irlandés de 1916

Autora: 

Fuente: Muy Historia.

Esta rebelión irlandesa contra las autoridades británicas se puso en marcha el 24 de abril de 1916. Como era lunes de Pascua, coincidió con un día de celebración religiosa para la comunidad católica irlandesa que se ha vuelto simbólico. El objetivo de los sublevados era extender la revuelta a toda la isla, pero el levantamiento no se produjo en todo el territorio.

Mientras que en Belfast se optó por no actuar debido a la preeminencia unionista, la insurrección se centralizó en Dublín, donde se movilizaron más de un millar de personas armadas para ocupar posiciones estratégicas y simbólicas de la ciudad.

Un pequeño grupo de poetas, escritores y maestros socialistas revolucionarios que contaba con el apoyo tibio de Alemania ocupó la Oficina General de Correos de la Sackville Street (hoy O’Connell Street), reemplazó la bandera del Reino Unido por la tricolor (el verde nacionalista, el naranja unionista y el blanco de la paz y la reconciliación), y Patrick Pearse leyó con voz solemne la proclamación de la República que empieza así: “Irlandeses e irlandesas, en el nombre de Dios y de las generaciones muertas de las cuales recibió su vieja tradición y nacionalidad, Irlanda, a través de nosotros, convoca a sus hijos bajo su bandera y se rebela por su libertad”.

 

Fue un texto muy progresista para su tiempo, el primero de esta naturaleza que se dirigía por igual a los hombres y a las mujeres, prometía el fin de la discriminación religiosa, y abogaba por la igualdad de oportunidades y el sufragio universal.

Organizado por los siete miembros del consejo militar de la Hermandad Republicana Irlandesa y con el apoyo de únicamente 1.600 rebeldes en todo el país, el Alzamiento de Pascua fue portada de The New York Times ocho días seguidos.

Las autoridades de Reino Unido habían destinado la mayor parte de sus esfuerzos a la Primera Guerra Mundial y el Gobierno de Londres mantenía una presencia militar muy reducida en Irlanda. Esto hizo que las tropas inglesas no pudieran enviar suficientes efectivos para responder a la insurrección hasta dos días después. Aun así, una vez llegó con los batallones suficientes para actuar, la armada británica atacó con dureza y al cabo de cuatro días acabó con la rebelión.

Una semana más tarde, tras la llegada de veinte mil soldados británicos, la insurrección había sido sofocada con un balance de 450 muertos, más de la mitad civiles, y dos mil heridos.

Dos centenares de edificios del centro de la capital fueron destruidos por la artillería británica.

Poco después fueron fusilados todos los cabecillas de la sublevación.

La única excepción fue Éamon de Valera, cuya sentencia de muerte fue conmutada por haber nacido en Nueva York y tener pasaporte norteamericano, y que acabó siendo presidente del Gobierno irlandés.

En la fachada de la casa de correos de Dublín, que todavía perdura en el centro de la ciudad y que fue el cuartel general del levantamiento, pueden verse las marcas de los disparos y está considerado como un monumento nacional.

Irlandesas combatientes

Enfermeras, cocineras, mensajeras y también combatientes, las mujeres irlandesas también fueron protagonistas heroicas de aquella rebelión en la Pascua de 1916 que condujo a sus líderes ante el pelotón de fusilamiento, pero que levantó al pueblo irlandés hasta conquistar su independencia.

100 años de un Estado que no existe.

Los primeros ministros de República Checa y Eslovaquía, Andrej Babis y Peter Pellegrini, respectivamente, se reúnen en Praga. (Michal Cizek/AFP/Getty Images)

Fuente: esglobal.org, 17/04/2018

Autora: Vera Zatopkova

¿Qué queda de la identidad checoslovaca con la celebración de su centenario?

El comienzo del año 2018 despertó muchas emociones entre los checos. No solo por entrar en el territorio simbólico de los años que terminan en 8, periodos marcados en la memoria colectiva del país centroeuropeo con demasiados significados históricos… También por la reelección del presidente euroescéptico Miloš Zeman, que una vez más dividió al país en dos y lo va a seguir haciendo durante todo su segundo mandato como ya demostró en su discurso inaugural el pasado 8 de marzo. Con sus palabras atacó, públicamente, a la prensa libre y la televisión pública. Para empezar.

No hay mejor momento para la autorreflexión sobre la identidad de una nación como un centenario. En este caso, se conmemora la creación de Checoslovaquia, por tanto, hablamos del aniversario de un Estado que no existe. Aunque parezca kafkiano, tiene mucha coherencia. La primera república (1918-1938) fue una época de entusiasmo, desarrollo cultural y crecimiento económico surgida del magma del Imperio austrohúngaro. En ella se plasmó toda la riqueza multicultural bajo el liderazgo del filósofo y presidente Tomáš Garrigue Masaryk. Las fechas de 1918 y de la Revolución de terciopelo, en 1989, reflejan dos momentos sociales muy positivos. Fueron dos hitos cruciales que se convirtieron en gritos democráticos muy significativos. Más a lo largo de la historia de un país que parece un catálogo de traumas nacionales y destinos frustrados con sus reversos. Por ejemplo, cuando en 1938 se produjo la invasión del nazismo, en 1948, la dictadura comunista y, en 1968, la invasión soviética.

No sorprende que en el recién publicado sondeo del centro de encuestas públicas (CVVM) sobre la valoración de los momentos históricos más importantes tanto en Chequia como en Eslovaquia, lo que mejor se valore de toda la historia conjunta sea el establecimiento de Checoslovaquia en 1918. Para el 83% de los checos y el 68% de eslovacos fue el momento más importante y positivo. La Revolución de terciopelo ocupa el segundo lugar. Sin embargo, sólo para el 42% de checos y el 40% de eslovacos está bien vista y valorada la separación de Checoslovaquia en 1992. La entrada en la Unión Europea en 2004, además, resalta como un hecho muy positivo e importante solo para el 44% de checos – dato muy bajo- frente al 53% de eslovacos.

El entusiasmo europeísta más bajo que en Eslovaquia muestra la realidad actual de la República. Refleja la década de la política euroescéptica de los dos últimos presidentes desde 2003. Tanto de Václav Klaus como de Miloš Zeman, ambos arropados por políticos populistas que buscan siempre enemigos fuera del país. Populismo xenófobo, falta del consenso político y ausencia de visión de un proyecto para el país son los síntomas principales de la era posterior a Havel. No existe ni un liderazgo constructivo ni planes a largo plazo. El humanismo de los presidentes Havel y Masaryk ha desaparecido del mapa.

Para variar, Eslovaquia se declaró a finales de 2017 la única isla proeuropea en el contexto de sus vecinos, los miembros del grupo Visegrad. Pero, de pronto, los diez años del gobierno populista del primer ministro Fico terminaron en la crisis política más profunda ocurrida después de la muerte del periodista de investigación Ján Kuciak. Este destapó varios escándalos de corrupción y conexiones entre el primer ministro con el crimen organizado que llevaron a su dimisión después de protestas masivas en las calles. Crisis de liderazgo por toda la zona y un paralelismo entre Chequia y Eslovaquia: dimisión de gobiernos.

janpraga

Fin de dos sueños: 1938 y 1968

Para entender mejor las líneas populistas actuales, conviene analizar otra sombra histórica omnipresente que sigue alimentando el euroescepticismo y la xenofobia hasta hoy. Lo que en el país se conoce como “el trauma de Múnich”, aquel que terminó con el sueño de la Primera República en 1938. Fue un acuerdo firmado en la conferencia de dicha ciudad alemana en septiembre de ese mismo año, que cedió a Alemania la región checoslovaca de los Sudetes, de habla germana. El acuerdo se celebró entre el Gobierno de Hitler e Italia, Gran Bretaña y Francia. Checoslovaquia no tuvo permitido concurrir a la conferencia, lo que creó una idea permanente: “Sobre nosotros, sin nosotros”. Además, Hitler no tardó mucho en violar este pacto y devoró a todo el país seis meses después. Algo que dejó una cicatriz y que se activa dentro de la identidad checa a través de varias campañas políticas a lo largo de la historia moderna. Sin hablar de la expulsión de los alemanes: si en 1921 formaban un 30,6% del país, en 1950 representaban menos de un 1,8%. Las consecuencias de la guerra y los decretos de Beneš cambiaron la demografía de la sociedad checa para siempre. La multiculturalidad donde convivían alemanes, judíos y checos conformaba una esencia natural que transformó sin esa savia a la sociedad en un conglomerado hermético y sin mestizaje dentro de los muros de la dictadura comunista.

El trauma de Múnich sigue muy presente en la política nacional después de la Segunda Guerra Mundial. El mismo presidente Beneš declaró en 1944: “Nuestro pilar principal es Rusia. ¡Múnich no se va repetir nunca!”. El sueño de permanecer entre Rusia y Alemania –Oriente y Occidente-, sin pertenecer a ninguna parte construye una esencia muy fuerte para la identidad checa. Según los últimos sondeos del Centro de estudios empíricos (STEM), el 50% de la población checa prefiere mostrarse imparcial entre ambas zonas de influencia sin adscribirse a ningún bloque. Es una visión romántica -o más bien utópica- que se perpetúa como un hilo rojo en la historia del país desde el siglo XIX. Explica, perfectamente, la posición de Beneš en agosto 1945: “No volveremos a 1938 porque sabemos que la sociedad liberal es un anacronismo en la teoría y en su praxis”. Y tenía razón Beneš, aunque se refería a otra cosa: tardó mucho en volver el país al año 1938. Si en aquel año Checoslovaquia superaba el crecimiento económico de Bélgica, Italia y Austria, en 1956, ya rezagado, disminuyó en su productividad a 20 años atrás.

Además, la nueva ilusión de una sociedad liberal debía esperar hasta los 60. “Socialismo con cara humana”, el programa político de Alexander Dubček para la democratización y la reformas del “comunismo real”, fue un lema lanzado en enero 1968. Cristalizó en la esperanza de la Primavera de Praga. Pero terminó traumáticamente con la invasión del Ejército del Pacto de Varsovia, liderado por la Unión Soviética en la madrugada del 21 de agosto. Ocho meses después, 500.000 soldados, 6.300 tanques y 800 aviones de los 5 países formalizaron un gobierno de colaboradores domésticos y comenzó una época de duras persecuciones por parte de la policía secreta.

Más de 200.000 personas emigraron (o fueron obligadas a emigrar) después de 1968. Entre ellas, referencias culturales y voces importantes como el escritor Milan Kundera o el cineasta Miloš Forman. Mientras continuaba el éxodo del país, el Ejército ruso se instaló allí hasta 1991. Y pasaron aún 20 años antes de que el régimen comunista comenzara a desmoronarse en Europa del Este. En los años de la considerada “normalización”, después de 1968, las palabras perdieron su significado y el poder comunista introdujo su lenguaje, sus códigos de propaganda y su propia interpretación del pasado y el presente. Así siguen presentes algunos frutos envenenados de aquella era sin moral.

Una de las principales esencias de la relación de Chequia con la Unión Europea se forja a través de su relación con Alemania. A pesar de que hayan pasado casi 29 años desde la caída del comunismo, sigue siendo uno de los temas donde continúa presente la propaganda del antiguo bloque. Pero no solo, porque ya en el siglo XIX era popular un dicho despectivo: “Quien quiere tener buenas relaciones con Alemania es un sirviente de Berlín”. Tomáš Garrigue Masaryk tuvo que enfrentarse bastante a este prejuicio en su época. Fue la crítica principal que recibió. Recientemente, ha sucedido también. Ese recelo hundió las expectativas presidenciales de Karel Schwarzenberg, en 2013. Su rival de entonces, Zeman, sacó tajada del tema alemán. Esgrimió los decretos de Beneš como una alarma en plena campaña política y le desacreditó con otra mentira más sobre la colaboración con los nazis. Fue así como cambió el voto a su favor.

Con este clima político y una campaña antieuropea permanente por parte de los principales líderes políticos, no sorprende que el apoyo actual de la Unión Europea haya quedado en el punto más bajo de los Estados miembros. Todo esto, a pesar de que la economía crece (4,4%, en 2017) y el paro baja a mínimos históricos (3,7% en febrero 2018 versus 5,1% en febrero de 2017). Mientras en España no existen apenas reticencias y el 88% de su población se siente ciudadano de la Unión, según el último Eurobarómetro, en Chequia la cifra alcanza el 56%, frente al 75% de una Eslovaquia mucho más proeuropea.

Prohibido olvidar

Aunque la fecha exacta de la declaración de la fundación de Checoslovaquia cae en la segunda mitad del año 2018 –concretamente el 28 de octubre–, el Gobierno checo destinó 410 millones de coronas checas (16 millones euros) para las celebraciones desde principios de 2018, con una intensa agenda de los eventos.

El viceministro del Ministerio de Asuntos Exteriores, Jakub Dürr resume a esglobal los principales impulsos del año conmemorativo: “Se trata de valores que queremos restablecer. Deseamos ser lo que éramos hace 100 años. Con todo respeto y dignidad conmemoramos la fecha del 1 de enero de 1993, cuando concluyó casi un siglo entero juntos y las dos naciones decidieron ir por su propio camino. La nación joven regresó no solamente a los principios del Estado del presidente Masaryk sino también a la tradición de San Venceslao, considerada como base de la estatalidad checa. Es decir, a principios que dan sentido auténtico a nuestra nación y forman la base de la identidad contemporánea”.

Hasta hoy día, a causa de la lobotomía comunista, cuesta reivindicar a esta región el legado de todo un siglo. Sobre todo la riqueza cultural que surgió del Imperio austrohúngaro y su mezcla de comunidades checa, alemana, judía y eslava que ha dado al mundo varios genios universales. Desde compositores como Janáček y Martinů, sin olvidarnos de Gustav Mahler, aunque muriera antes de la primera República, a escritores y pensadores como Sigmund Freud, Franz Kafka, Milan Kundera, Bohumil Hrabal, poetas de la altura de Holan y Seifert, pintores como František Kupka, Alfons Mucha, Emil Filla, Adolf Loos o cineastas reconocidos en todo el mundo como Miloš Forman… Sorprende la densidad de talento por metro cuadrado en los primeros estertores del siglo XX, hoy día cuesta encontrar ecos similares de aquella cosecha en un país sin visión ni memoria. Queda una buena base de gente muy trabajadora, dispuesta a aprender muy rápido todo lo que cruza la frontera y cuidar su patrimonio. Pero la grandeza multicultural es agua pasada y justo por eso viene bien reconstruir el mosaico de los acontecimientos y el legado de los últimos 100 años. Queda prohibido olvidar.

El archiduque en Sarajevo, un atentado para detonar la guerra.

Fuente: El Mundo. La Aventura de la Historia. 28/06/2016

Autor: ÁLVARO LOZANO, Historiador y diplomático,

 

El domingo 28 de junio de 1914 amaneció caluroso y despejado sobre los Balcanes. Aquella mañana de verano, nada hacía presagiar que unas horas más tarde tendría lugar uno de los asesinatos políticos más decisivos de la Historia, magnicidio que a la postre sería el detonante de la Primera Guerra Mundial, aunque no su causa, en la que 13 millones de personas perderían la vida (contabilizando las víctimas civiles, 23 millones).

Para los serbios era un día muy especial: San Vitus (Vidovdan), patrón nacional de Serbia. En esa fecha se recordaba la trágica batalla de Kosovo Polje (el Campo de los Mirlos) de 1389, en la que el reino medieval serbio del príncipe Lázaro fue derrotado por los turcos. Para la Historia serbia, se iniciaba un largo período de sufrimiento bajo la opresión otomana, opresión que, para los nacionalistas serbios, era similar a la que, en 1914, representaba el Imperio Austro-Húngaro como sucesor del Imperio turco en los Balcanes.

Ese día era también especial, por razones diferentes, para el archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona de Austria-Hungría, ya que celebraba el decimocuarto aniversario de su matrimonio con Sofía Chotek. La pareja se encontraba en ese momento en Bosnia, asistiendo a las maniobras militares de verano y, terminadas estas, tenían programada una visita a la vecina ciudad de Sarajevo, donde serían recibidos con alto protocolo, algo impensable en Viena, puesto que la esposa del archiduque no era de sangre real.

Sofía, embarazada de su cuarto hijo, podría por fin acompañar a su marido en el mismo automóvil en un acto oficial, algo que le era vedado por el estricto protocolo de Viena, dirigido por el implacable gran maestro de ceremonias, el príncipe Montenuovo. También aquel 28 de junio era un día especial parta siete jóvenes serbo-bosnios.

Para ellos, la visita del Archiduque el día de la festividad del patrón nacional de Serbia constituía toda una provocación, por lo que representaba el momento oportuno para atentar contra él, representante y heredero del odiado Imperio, y un paso importante para alcanzar el sueño de la Gran Serbia, en la cual se integrasen la mayoría de los eslavos de los Balcanes. En ella debían incluirse, según las aspiraciones nacionalistas, las provincias de Bosnia-Herzegovina, que habían sido anexionadas por el Imperio Austro-Húngaro en 1908.

La Mano Negra

En Belgrado se habían formado diversas sociedades secretas, cuyo fin era atentar con todos lo medios disponibles contra el poder austro-húngaro, muy especialmente en las provincias que Serbia deseaba anexionarse. Una de tales sociedades era la llamada Ujedinjenje lli Smrt (Unión o muerte), popularmente conocida como La Mano Negra. Su misión era conseguir, a través de métodos terroristas contra personalidades y objetivos austríacos, la anexión de Bosnia a Serbia.

Entre la lista de objetivos no se encontraba el emperador de Austria-Hungría, Francisco José, ya que su figura era respetada en todo el Imperio y la causa serbia no ganaría ninguna simpatía con su desaparición. Por el contrario, el heredero al trono, su sobrino Francisco Fernando, constituía el mejor objetivo posible.

En la corte de Viena, el Archiduque no era muy popular. Por un lado, el emperador se había negado a dar a su enlace matrimonial otro carácter que el de morganático, lo cual excluía a sus descendientes de la sucesión monárquica. Por otro, eran bien conocidos sus proyectos de conceder más derechos a los serbios del Imperio, poniéndoles en pie de igualdad con austriacos y húngaros en el sistema dual, vigente desde el Ausgleich o compromiso de 1867.

Atentar contra alguien con proyectos favorables a los serbios parecería, a simple vista, una contradicción. Pero, para los nacionalistas serbios, las concesiones de Viena alejarían la posible insurrección, con lo que se perdería el objetivo de la Gran Serbia. Cuando se supo que el heredero del trono visitaría Sarajevo en junio de 1914, La Mano Negra decidió atentar contra él. Para ese fin se reclutó a siete jóvenes serbo-bosnios -se evitó reclutar directamente a terroristas serbios, para dejar a salvo la responsabilidad de Serbia-.

El entrenamiento y las armas para la misión provenían directamente de Serbia. La organización La Mano Negra estaba dirigida por el coronel Apis, cuya verdadera identidad era la del coronel Dragutin Dimitrevich, nada menos que la cabeza de la Inteligencia militar serbia. Los jóvenes, ligeramente adiestrados, llegaron a Sarajevo el 3 de junio.

Una vaga advertencia

Las conexiones de La Mano Negra con el ejército y la administración serbias, eran conocidas por casi todos los miembros del Gobierno de Belgrado. Cuando el primer ministro serbio, Nikoia Pasic, tuvo noticias indirectas de lo que se tramaba, se encontró con un dilema de difícil solución. Si dejaba actuar a La Mano Negra y ésta llevaba a cabo su plan con éxito, las numerosas conexiones de los terroristas con el Gobierno serbio no tardarían en salir a la luz, lo que llevaría sin duda a un conflicto con Austria-Hungría.

Por el contrario, si avisaba directamente al Gobierno austríaco, sus compatriotas le considerarían un traidor y se convertirla sin duda en el siguiente objetivo de La Mano Negra. Finalmente, decidió avisar al Gobierno de Viena en términos vagos, de forma que no se inculpase directamente a La Mano Negra. La persona elegida para trasladar el mensaje a las autoridades austríacas era el representante serbio en Viena, Jovan Jovanovic, un ardiente nacionalista que no era muy apreciado en la Cancillería austríaca.

Sin embargo, Jovanovic había cultivado una relación de amistad con el ministro de finanzas austríaco, Ritter Von Bilinski. La misión no era sencilla, ya que no podía dar la impresión de que Serbia estaba intentando intimidar a los austríacos hasta el punto de querer hacerles abandonar las proyectadas maniobras y la visita del heredero a Bosnia.

El día 5 de junio, Jovanovic se entrevistó con Von Bilinski, aconsejándole que el Archiduque renunciase a visitar Sarajevo y que las maniobras no se organizasen en Bosnia y mucho menos en junio, por la celebración del Vidovdan. Von Bilinski, totalmente ajeno al sutil lenguaje diplomático, no se percató de la advertencia y se limitó a responder: «Esperemos que no ocurra nada».

Al regresar a su embajada, Jovanovic comentó que su amigo Bilinski no se había dado cuenta del mensaje, pero no hizo más esfuerzos para avisar del grave peligro a las autoridades austríacas. La advertencia de Jovanovic a Bilinski nunca fue transmitida a los miembros de la Seguridad austríaca; en Sarajevo nadie fue detenido ni sometido a control. Europa se encontraba a tan solo un paso de la guerra.

Aquel año, el archiduque Francisco Fernando había sido invitado por el gobernador de Bosnia, el general Oskar Potoirek, a las maniobras militares de verano, que ese año tendrían lugar a las afueras de Sarajevo. La seguridad para la visita planeada dejaba mucho que desear. Al Archiduque le fastidiaba profundamente la presencia de miembros del servicio secreto en sus viajes y tampoco le gustaba que un cordón policial le separase de la gente en sus desplazamientos. Edmund Gerde, jefe de la Policía de Sarajevo, creía que existía un peligro real de atentado y pidió que se reforzaran las medidas de seguridad. La respuesta que recibió de los oficiales del Ejército fue que «estaba obsesionado con fantasmas». Los jóvenes terroristas nunca gozarían de una mejor ocasión.

Recepción con bomba

Francisco Fernando llegó el 25 de junio a Tarcin, localidad próxima a Sarajevo. Mientras, su mujer se entretuvo unas horas en esta ciudad. Su visita transcurrió sin novedad y es posible que comentara a su marido que nada había que temer. Comenzaba así la última etapa de su estancia en Bosnia. En tan sólo 30 horas calculaba estar de regreso en casa con sus hijos. A las 9 de la mañana del 28 de junio, una vez finalizadas las maniobras, la comitiva se dirigió en tren hacia Sarajevo. Allí les esperaban, a las 10 una recepción ofrecida en el Ayuntamiento y diversos actos, entre ellos la inauguración del museo local.

Posteriormente se dirigirían a almorzar con el general Potoirek en su residencia, e inmediatamente después partirían de regreso. La multitud esperaba a lo largo de la ruta para saludar a la pareja imperial. Entre la gente y apostados en diversos lugares del trayecto se encontraban los siete terroristas. El primero de ellos era un joven llamado Mehmedbasic y a pocos pasos se encontraba su compañero Cabrinovic.

Al acercarse la caravana, Mehmedbasic no actuó, porque un policía le bloqueaba el espacio por donde pensaba lanzar su bomba, pero al paso de la comitiva, Cabrinoviclanzó la suya hacia el vehículo del Archiduque. Francisco Fernando desde su asiento trasero se percató del objeto que volaba en su dirección y levantó el brazo para alejarlo de su mujer, que se encontraba a su derecha, entre él y Cabrinovic.

La bomba rebotó en el brazo del Archiduque y fue a parar al suelo donde estalló, hiriendo a una docena de personas. El conductor del vehículo resultó herido leve y la peor parte se la llevó el teniente coronel Erich von Merizzi, ayudante del general Potoirek, herido en la cabeza. Mientras tanto, el terrorista había ingerido el cianuro que llevaba y se había arrojado al río. Sin embargo, el veneno no hizo efecto y durante el verano el río Miljacka no tiene la profundidad suficiente para ahogarse. Unos minutos más tarde, Cabrinovic era detenido.

El asesinato que se pudo evitar

La comitiva siguió su camino sin que ninguno de los otros terroristas se decidiese a actuar, bien por falta de valor, bien porque pensaban que su compañero había tenido éxito. Cuando los vehículos llegaron al Ayuntamiento, el Archiduque estaba furioso y dirigiéndose al alcalde, quien había iniciado el discurso de bienvenida, le increpó: «¡Señor alcalde uno viene aquí de visita y es recibido con bombas! ¡Esto es un escándalo!».

El alcalde, ignorante de cuanto había sucedido, prosiguió el discurso. Se llegó así al momento más importante de aquel día: ¿cuáles deberían ser los planes para el resto de la jornada? Se discutió si no sería más conveniente que el Archiduque abandonase sin demora Sarajevo, pero él se negó a que se cambiaran los planes, pidiendo solo que se alterase su agenda para poder incluir una visita al hospital, donde se encontraban los heridos del atentado. Antes de partir, el gobernador Potoirek se dirigió al Archiduque, asegurándole que podía seguir su trayecto con toda tranquilidad, ya que se habían redoblado las medidas de seguridad y los controles en toda la ciudad.

A pesar de esta tranquilizadoras palabras, el Archiduque le pidió a su mujer que no le acompañase durante el resto de la jornada y que abandonase Sarajevo, a lo que ella se negó. A las 11 menos cuarto, los mismos vehículos de la mañana se ponían en marcha. El automóvil del Archiduque era conducido por un antiguo soldado llamado Leopold Sojka. A su lado se situó el general Potoirek. En la parte posterior, se sentaron Fernando y Sofía.

Para mayor seguridad, el conde Frantisek Harrach, dueño del vehículo y amigo personal del Archiduque, se apostó en el estribo por el lateral donde esa mañana habla caído la bomba.

Una casualidad para una guerra

Los vehículos debían dirigirse al Hospital siguiendo la avenida Appel, que bordea el río, sin adentrarse en las angostas callejuelas de la ciudad antigua.

El cambio de planes serviría de medida de seguridad, ya que nadie les esperaría por esta avenida y porque así se evitarían las calles más estrechas y concurridas de la ciudad. Sin embargo, ninguno de los conductores había sido informado de los cambios, por lo que pensaban seguir el camino originariamente trazado, por la calle Francisco José en dirección al Museo, para posteriormente dirigirse a la residencia del gobernador. El trabajo de alertar a los conductores sobre las rutas era responsabilidad del teniente coronel Merizzi, pero éste se encontraba herido en el hospital. Ese error iba a tener trágicas consecuencias.

Mientras tanto, los terroristas se encontraban desconcertados. Sin ninguna certeza de que el Archiduque fuese a seguir el itinerario previsto, se situaron en diversos puntos de la ruta. Uno de ellos, el estudiante de 19 años, Gavrilo Princip, deprimido por la falta de suerte de la misión, decidió comer algo mientras reflexionaba sobre lo que haría después. Se encaminó hacia la calle Francisco José, donde se detuvo para comprar un bocadillo en el establecimiento de un tal Moritz Schiller.

Al salir, se encontró con un amigo. Justo en ese mismo instante, ignorando el cambio de itinerario, el conductor del primer automóvil de la comitiva giró para adentrarse en la calle Francisco José, según las instrucciones que había recibido esa mañana. El general Potoirek se dio cuenta del error y le gritó para que rectificase: «¿Qué es esto? ¡Este es el camino equivocado, se supone que seguiríamos por la avenida Appel!». El conductor, sorprendido por los gritos del general, frenó en seco para dar marcha atrás. El automóvil se detuvo así a escasos pasos de Princip.

Pocas veces en la Historia un error ha tenido unas consecuencias tan graves. Princip se dio cuenta rápidamente de lo que estaba sucediendo. Apenas se lo podía creer: allí, a escasos metros se encontraba el Archiduque, el odiado enemigo. No se lo pensó dos veces, sacó su pistola del bolsillo y realizó dos disparos sin apenas apuntar. Tras ellos, el Archiduque y su mujer siguieron erguidos, Potoirek pensó que los terroristas habían vuelto a fallar y dio ordenes al conductor para que se dirigiera a toda prisa hacia la residencia del gobernador. Princip intentó suicidarse disparándose un tiro, pero un espectador le agarró el brazo y se lo impidió. Momentos después, estaba a punto de ser linchado por la multitud.

No es nada, no es nada…

Mientras el vehículo aceleraba a través del Puente Lateiner, un hilo de sangre comenzó a surgir de la boca del Archiduque. Había sido alcanzado en el cuello y la bala le había perforado la yugular, alojándose en la columna vertebral. Su mujer exclamó: «¡Por Dios! ¿Qué te ha sucedido?» y, acto seguido, se inclinó hacia delante. El general Potoirek pensó que se había desmayado e intentó ayudarla. Sin embargo, la duquesa Sofía había sido mortalmente alcanzada en el abdomen. Agonizando, su marido alcanzó a pronunciar: «¡Querida Sofía no te mueras, vive por nuestros hijos!», pero la duquesa Sofía estaba muerta y unos minutos después fallecería también el Archiduque. Sus últimas palabras fueron:

«No es nada, no es nada…» A las 11,30 de la mañana comenzaron a sonar todas las campanas de Sarajevo; los terroristas habían logrado su objetivo. En un primer momento pareció que nada iba a suceder en Europa tras el atentado; el asesinato de Sarajevo pareció ser algo distante y sin mayor importancia.

Al recibir la noticia en su central de Londres, la redacción de Reuter pensó que aquel mensaje urgente era el resultado de una carrera de caballos, con indicación de los vencedores: Sarajevo (1º), Fernando (2º), Asesinado (3º). En Viena se celebró un discreto funeral para el heredero; el origen plebeyo de la duquesa impidió su entierro en la iglesia de los Capuchinos en Viena, lugar reservado para la realeza de los Habsburgo. La pareja fue enterrada en el castillo de Arttesten, propiedad de Francisco Fernando.

Como señala Marc Ferro, «Viena siguió siendo Viena y la música no cesó de sonar». En Sarajevo, los terroristas, salvo uno, ya habían sido arrestados el 5 de julio. Dada la escasa simpatía que Francisco Fernando despertaba, Viena delegó la investigación policial a las autoridades de Sarajevo. Estas, únicamente pudieron establecer con claridad que las armas provenían de Serbia, pero nunca pudo probarse la complicidad del Gobierno serbio. Mas eso no salvaría a Belgrado, cuyas aspiraciones a la Gran Serbia atentaban directamente contra la supervivencia del Imperio Austro-Húngaro. Por eso, Viena decidió que el doble asesinato no podía quedar impune.

Así, tras recibir el acuerdo de su aliado alemán, dirigió el 23 de julio un ultimátum a Belgrado que, de haberlo aceptado en su totalidad, le hubiese reducido a un satélite de Austria. Serbia aceptó todas las condiciones, salvo la participación de investigadores austríacos en su territorio, por considerarla un atentado a su soberanía. La respuesta de Serbia no satisfizo a Austria, que le declaró la guerra el día 28 de julio.

La razón por la cual este atentado desencadenó un conflicto mundial estuvo en el funcionamiento automático de movilizaciones y en el sistema de alianzas establecidas en Europa desde hacía años. Rusia quería evitar el aniquilamiento de Serbia y así, el 26 de julio, el zar decretaba una movilización parcial para intimidar a Austria Hungría. El día 1 de agosto, Alemania declaraba la guerra a Rusia y el día 3, a Francia. Inglaterra entró en el conflicto el 4 de agosto. La Primera Guerra Mundial había comenzado, tal y como había previsto unos años antes el canciller Bismarck, «por alguna estupidez en los Balcanes».

Las claves del genocidio armenio.

Imagen del Instituto-Museo del Genocidio Armenio en la que se ve a un grupo de armenios ahorcados por las fuerzas otomanas en junio de 1915. / AFP

Fuente: El País Internacional.

Autor: Andrés Mourenza, 22/04/2015.

En 1915, el Gobierno otomano ordenó la deportación de los armenios, una comunidad cristiana, a los desiertos de Siria. En la persecución que siguió murieron cerca de un millón de personas. Estas son las claves de un genocidio que comenzó hace ahora 100 años.

El contexto. Un imperio en descomposición

A principios del siglo XX, entre 1,5 y dos millones de armenios habitaban el Imperio Otomano, y algunos miembros de la comunidad gozaban de posiciones respetables en el seno de la Administración —hubo incluso ministros armenios—, en los negocios financieros o como arquitectos de la corte del sultán, pues era notoria su fama de hábiles artesanos (la industria de los platillos de batería a nivel mundial tiene su origen en los armenios de Estambul).

Pero el estado del imperio era deplorable: en los 50 años previos a la Primera Guerra Mundial, los otomanos habían perdido vastas extensiones de su territorio ante las potencias europeas de la época, provocando un éxodo de varios millones de refugiados musulmanes hacia Anatolia, que llevaban consigo el odio a los cristianos que los habían perseguido y expulsado de los Balcanes, Crimea y el Cáucaso, algo que contribuyó al auge de movimientos nacionalistas turco-musulmanes.

La situación económica también era catastrófica, y el Estado Otomano se veía continuamente obligado a hacer concesiones a sus prestamistas: las mismas potencias europeas que lo derrotaban en el campo de batalla. En las provincias de Anatolia Oriental, los armenios eran sometidos al constante pillaje de las tribus kurdas y al maltrato de las autoridades otomanas, por lo que surgieron varias organizaciones como la Federación Revolucionaria Armenia (Dashnak) o el Partido Hunchak, que buscaban un levantamiento general y la intervención de las potencias en su auxilio, en especial de Rusia. La represión de las autoridades otomanas fue brutal y decenas de miles de armenios fueron masacrados en los pogromos de 1891-1896 y 1909.

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