La historia menos conocida del ‘fotógrafo de Mauthausen’.

Imagen tomada entre 1938 i 1939, que muestra a Francesc Boix con una ametralladora. (Cedida / Arxiu Nacional de Catalunya)

Autora: Agnérs LLorens

Fuente: La Vanguardia, 25/10/2018

El frío, la nieve, el hambre, el miedo, las cabezas rapadas, los números tatuados como una matrícula en el brazo. Los pijamas de rayas, salpicados de barro, pánico y vergüenza. Todas estas imágenes surgen en el imaginario colectivo cuando las palabras campo de concentración y campo de exterminio surcan la mente. En este contexto de prisioneros y trabajos forzados se alza la película El fotógrafo de Mauthausen , dirigida por Mar Targarona y basada en una historia basada en hechos reales, y que este viernes llega al cine.

La cinta tiene como protagonista al fotógrafo de Barcelona Francesc Boix que se valió de su trabajo forzado en el campo de Austria al servicio de las SS para esconder y conservar los negativos de las imágenes con las que inmortalizaban las condiciones de vida de los deportados. Las fotografías fueron de gran utilidad para conseguir una sentencia en los Procesos de Nuremberg, en 1946. De hecho, el libro de Benito de Bermejo -con el mismo título que la película y publicado en 2002- ya profundiza en la figura e imágenes capturadas por Boix en el campo de exterminio.

Junto a la popularidad de la historia de Francesc Boix, planea otra cuestión ligada al fotógrafo de TortosaAntonio Garcia, sobre la colaboración que pudo ofrecer para salvar los negativos. Pero para llegar hasta allí, es necesario empezar por el principio.

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La película protagonizada por el actor Mario Casas es un trampolín que acerca al gran público la figura de este fotógrafo que, años antes de contemplar en primera persona el horror del holocausto, fue uno de los principales cronistas visuales catalanes que tomó imágenes de las tropas que combatieron en la Guerra Civil, en el frente de Aragón.

Cuando se agotaron las opciones de los republicanos, Boix partió hacia un exilio que le trasportaría hasta Francia, a los campos de refugiados, a las brigadas de trabajo del ejército francés y, durante la Guerra Mundial (1939-1945), a la captura a manos del ejército alemán, que le trasladaría hasta Mauthausen.

Francesc Boix revive con el 80 aniversario de la Batalla de l’Ebre

El perfil de Boix como cronista de la Guerra Civil es un importante testimonio del conflicto que, en muchas ocasiones, se difumina por su estancia en Mauthausen. Por este motivo, los impulsores delCongrés Internacional 80 anys de la Batalla de l’Ebre que se ha celebrado este otoño en Tortosa han rendido homenaje a este joven, nacido el 1920 en el Poble Sec de Barcelona. Con apenas 16 años Boix se enroló para seguir con su cámara a los combatientes comunistas que participaron en la batalla hasta el fin del conflicto.

Los organizadores de la conmemoración de la efeméride que recuerda las ocho décadas de una de las batallas más sangrientas de la Guerra Civil han llevado hasta Tortosa la exposición Els trets de Francesc Boix, que recoge algunas de las imágenes que tomó entre 1936 y 1938, antes de su experiencia en los campos de concentración que se rememoran en el filme.

Una fotografia tomada por Francesc Boix, en 1938, muestra a un grupo de quintos de la quinta del 40 y del 28 de la 30ª División formando instrucción.
Una fotografia tomada por Francesc Boix, en 1938, muestra a un grupo de quintos de la quinta del 40 y del 28 de la 30ª División formando instrucción. (Cedida / Arxiu Nacional de Catalunya)
 

“Durante las últimas semanas, cerca de un centenar de personas han visitado la exposición, lo que creemos que es una cifra significativa”, explica Marc March, uno de los organizadores del Congrés Internacional 80 anys de la Batalla de l’Ebre. March recuerda que Boix tenía la misma edad que los combatientes de la Quinta del Biberón. Con este nombre se conoció la respuesta agónica y desesperada del bando Republicano para afrontar el avance de las tropas franquistas que hizo que con 18 años o menos participaran en las Batallas de l’Ebre y el Segre, a partir de 1938.

“Boix no participó en la primera línea del enfrentamiento porque ya estaba unido al conflicto desde hacía tiempo como voluntario, siguiendo a la 30ª División del ejercito republicano”, explica March, miembro de la asociación Amics i Amigues de l’Ebre, que ha organizado los actos del aniversario de la batalla que puso la cicatriz en las comarcas de l’Ebre.

Asimismo, el comisario de la exposición Els trets de Francesc Boix, Ricard Marco, destaca la “gran implicación” que el joven Boix demostró con diecisiete años recién cumplidos con la facción comunista de los combatientes, para quienes publicó fotografías durante la Guerra Civil en medios de esta inclinación política, como Juliol -relacionada con el PSUC- o medios revolucionarios, como Combate.

Soldados del Ejército Popular de la República con una metralleta en Sant Mamet, en una instantánea tomada por Boix en 1938.
Soldados del Ejército Popular de la República con una metralleta en Sant Mamet, en una instantánea tomada por Boix en 1938. (Cedida / Arxiu Nacional de Catalunya)

“Boix seguía la vida de los soldados desde la retaguardia y nos muestra a líderes del partido comunista y comandantes, especialmente Jaume Girabau o Nicanor Felipe, y también tenía relación con Teresa Pàmies y los hermanos Joaquim y Gregorio López Raimundo”, detalla Marco. Añade que la relación de Francesc Boix con este movimiento político “ya es estable en 1936 cuando el partido comunista establece su sede estable en la primera planta del antiguo Hotel Colon de Barcelona, ubicado en Plaça Catalunya”.

Un joven Francesc Boix (derecha) con el líder comunista Gregorio López Raimundo (izquierda).
Un joven Francesc Boix (derecha) con el líder comunista Gregorio López Raimundo (izquierda). (Cedida / Arxiu Nacional de Catalunya)
 

Las imágenes tomadas por Boix provenían de una cámara Leica “seguramente un regalo de un diplomático a las tropas comunistas” y de otra de medio formato, según explica Marco. Su incorporación de facto al batallón llegaría en 1937 y, en este período de tiempo, Boix retrató a los combatientes durante sus momentos libres.

“En cierto modo, las imágenes de Francesc Boix retratan el mismo ambiente que se ilustra en el libro de Orwell, Homenaje a Cataluny a, y muestra a los combatientes republicanos también en momentos de descanso con las carencias del momento”, detalla el comisario de la muestra que reúne las principales imágenes del fotógrafo de Barcelona en el frente del Segre.

Una imagen tomada por Boix, en 1938, muestra a Jaume Girabau, comisario de la 30ª División republicana, y dos soldados caminando entre edificios parcialmente derruidos en Vilanova de la Barca (Segrià).
Una imagen tomada por Boix, en 1938, muestra a Jaume Girabau, comisario de la 30ª División republicana, y dos soldados caminando entre edificios parcialmente derruidos en Vilanova de la Barca (Segrià). (Cedida / Arxiu Nacional de Catalunya)
 

Un hallazgo casual permitió identificar sus primeras fotografías

A menudo, las colaboraciones de Boix durante la Guerra Civil en revistas de la época aparecían sin firmar, por lo que identificar las imágenes que tomó en este período -que ilustran este artículo- es casi un hallazgo.

Las fotografías se consiguieron a través de la asociación cultural Fotoconnexió, entidad que localizó el paquete de negativos en una subasta por Internet. Cuando se supo que los negativos pertenecían al período histórico de la Guerra Civil, la Comissió de la Dignitat inició una campaña para la recogida de fondos para hacer una oferta por el lote, que sumó aportaciones de particulares y algunos medios de comunicación. A partir de esta iniciativa, Fotoconnexió adquirió los negativos por un importe de 7.500 euros en 2013.

El lote estaba compuesto por negativos de nitrato de celulosa, de 35 mm y de formato 127, que guardaban imágenes de la II República y de la Guerra Civil. El material se hallaba conservado en cajas de madera, latón y fundas de archivador de plástico. Los negativos estaban en buen estado y se acompañaban de anotaciones manuscritas. Un trabajo de investigación grafológico permitió identificar a Boix como el autor e las instantáneas, que desde 2016 se conservan en el Arxiu Nacional de Catalunya.

El joven fotógrafo Francesc Boix, con su cámara, en 1938.
El joven fotógrafo Francesc Boix, con su cámara, en 1938. (Cedida / Arxiu Nacional de Catalunya)
 

“De hecho, el libreto de la exposición Els trets de Francesc Boix, elaborada a partir de las fotografías del Arxiu Nacional fue la primera aproximación del equipo de guión de la película al personaje”, explica Marco.

¿Traicionó Boix a un fotógrafo de Tortosa?

Un personaje de mil caras. En el momento que la figura de Boix llega al celuloide, cobran también valor las voces que sugieren que su tarea de esconder los negativos del campo de exterminio de Mauthausen no fue un gesto individual sino que otros fotógrafos como Antoni García de Tortosa, le ayudaron sin que sus méritos hayan gozado de la misma notoriedad.

Así lo defiende el profesor emérito de historia contemporánea y política de la American University of Paris, David Wingeate Pike, que en su libro Dos fotógrafos en Mauthausen -editado en castellano por Ediciones del Viento- apunta que tanto Boix como García fueron los encargados del servicio fotográfico del campo y fue su actuación conjunta la que logró salvar las imágenes.

“¿Por qué acabaron enfrentados después de la guerra? ¿De qué se acusaban?”, se pregunta Pike en la sinopsis de su texto. De hecho, el mismo autor, en varias entrevistas, apunta que podría ser que Boix se hubiera atribuido el trabajo de más de una persona.

“Existe una polémica sobre quién salvó las fotos. Garcia salvó 200 copias Boix salvó 2.000 negativos. Antonio confió a Boix sus doscientas copias y permanecieron ocultas en el mismo sitio que los negativos pero, cuando Antonio salió del hospital donde fue internado después de la liberación de Mauthausen, las copias habían desaparecido, es decir, las había trasladado Boix”, explica el historiador en varios medios de comunicación, mientras añade que “Antonio se puso furioso y se sintió traicionado”.

Según sostiene Pike, “Garcia quedó resentido el resto de su vida y nunca perdonó a Boix”, aunque aclara que la primera versión que le dio Garcia -a quién el historiador conoció personalmente- puede ser “que estuviera distorsionada” y añade que, al parecer, “las imágenes de los dos fotógrafos están mezcladas desde 1945”.

La historia de Boix también recoge éxitos en versión comic

Lo cierto es que la película que se estrena este viernes no es el primer intento de llevar a la pantalla grande la historia del cronista visual del Poble Sec. Entre 2005 y 2006, el guionista e historiador Salva Rubio entró en contacto con el libro publicado por Benito de Bermejo y se planteó rodar una película con el mismo título. “Finalmente, por falta de financiación, en 2008 abandoné en proyecto, principalmente a causa de la crisis económica, que dificultó que siguiera adelante”, cuenta.

En su lugar, Rubio decidió contar la historia en formato de novela gráfica, un documento que se editó primero en Francia y posteriormente por la editorial española Norma Editorial, donde ya suma una segunda edición. “Además se ha traducido también al inglés y al italiano”, explica Rubio, que añade que la solución de reconvertir la historia en un cómic, del que él es autor y cuenta con ilustraciones de Pedro J. Colombo, permite “poder contar la historia con toda su fuerza y sin tener problemas de recursos económicos”.

Portada de la novela gráfica 'El fotógrafo de Mauthausen', editado por Norma i escrito por Salva Rubio, que ya ha llegado a la segunda edición.
Portada de la novela gráfica ‘El fotógrafo de Mauthausen’, editado por Norma i escrito por Salva Rubio, que ya ha llegado a la segunda edición. (Cedida / Arxiu Nacional de Catalunya)

 

Francisco Boix, el español que fotografió el horror nazi.

Francisco Boix, tras la liberación de Mauthausen.Autora: Montserrat Llor

Fuente: La aventura de la Historia. 23/10/2018.

Tras la liberación de Mauthausen (Austria), en mayo de 1945, el mundo tuvo noticia de las atrocidades cometidas por los nazis en el campo de concentración gracias a la iniciativa y la valentía de algunos deportados españoles, que arriesgaron sus vidas para sustraer del laboratorio fotográfico del complejo las imágenes que mostrarían la barbarie sufrida por los presos, esclavizados, torturados y asesinados por las SS.

Para ello, fue imprescindible la participación de unos jóvenes, todos españoles y menores de veinte años, bautizados como Poschacher, apellido del propietario de una cantera privada de las inmediaciones del pueblo, que lograron sacar de Mauthausen y poner a buen recaudo las fotografías conseguidas hábilmente porFrancisco Boix, en colaboración con Antonio García.

Ambos trabajaban en el Erkennungsdienst, el laboratorio fotográfico destinado oficialmente a los retratos de identificación de los presos. Allí revelaban, guardaban y clasificaban negativos y clichés de fotos que los nazis tomaban del campo: retratos, escenas cotidianas del trabajo de los presos, experimentos médicos, ejecuciones y, muy especialmente, las visitas de altos cargos. Este preciado material sería aportado, tras la liberación, por el propio Boix en los juicios de Nuremberg y Dachau como prueba de la crueldad nazi.

Portada del número 140 de la revista "La Aventura de la Historia".
Portada del número 140 de la revista “La Aventura de la Historia”.

En Mauthausen, Francisco Boix había sido un prominente, al igual que otros españoles que desempeñaban trabajos especiales. Consiguió un trato directo y habitual con algunos SS y, durante un tiempo, fue secretario del laboratorio. Pronto se dieron cuenta del valor histórico de las fotografías que pasaban por sus manos, la prueba que permitiría documentar en el futuro los crímenes cometidos en el campo de concentración desde el año 1940. Idearon la forma de sacarlas de él y, aunque en un principio fueron escondidas en diversos lugares por algunos presos, enseguida advirtieron el grave peligro de ser descubiertos. Por ello, Boix entró en contacto con un grupo de jóvenes que, desde 1942 y hasta finales de 1944, trabajaron fuera del campo: los Poschacher.

Fueron algunos integrantes de este comando, compuesto por unos cuarenta chicos de entre 13 y 19 años, los que llevaron a cabo la tarea. Jacinto Cortés y Jesús Grau sacaron las fotos fuera de los muros de Mauthausen y José Alcubierreconvenció a la austriaca Anna Pointner –vecina del campo– para que las escondiera en su casa hasta la liberación. Otros Poschacher colaboraron manteniendo absoluto silencio en un mundo en el que la traición era recompensada por los nazis. Aquel mutismo y el apoyo de todos los compañeros fueron armas decisivas para la misión.

Fotograma de "El fotógrafo de Mauthausen".
Fotograma de “El fotógrafo de Mauthausen”.

Francisco Boix, sobre cuya figura el viernes 26 de octubre se estrena la película El fotógrafo de Mauthausen(dirigida por Mar Targarona e interpretada por Mario Casas), había nacido en Barcelona, en 1920, en una familia modesta cuyo padre era un sastre de ideas izquierdistas, amante de la fotografía. Tenía 15 años cuando empezó la Guerra Civil. Ya era aprendiz de fotógrafo y había llegado a trabajar al lado de Gregorio López Raimundo y Teresa Pàmies en la revista Juliol, de las Juventudes Socialistas Unificadas de Catalunya, en las que militó. Desde entonces, su figura iría unida a una cámara.

Con talento innato para los idiomas –aprendió francés durante su exilio y, más tarde, alemán en un Stalag al caer prisionero de las tropas del Reich– fue conducido a Mauthausen con otros 1.500 republicanos españolesy llegó al campo el 27 de enero de 1941.

Consiguió trabajar en la tercera oficina del centro, el Erkennungsdienst, o servicio de identificación de los presos, donde se conservaban fotografías de altos mandos y actividades comprometedoras que tomaban los SS para su archivo. Junto con otro catalán destinado al laboratorio, Antonio García Alonso –llegaría después un tercer español, José Cereceda–, lograron esconder un verdadero tesoro: copias que ellos mismos hacían de las fotografías. En un primer momento, fueron sustraídas unas 200 fotos en papel y 800 negativos. Gracias a los Poschacher pudo esconderse el material.

Derribo del águila nazi a la entrada del campo de Mauthausen, una de las instantáneas tomadas por Francisco Boix tras la liberación del campo.

Ante la inminente derrota alemana, recibió la orden de destruir los archivos y los negativos, algo que hizo sólo parcialmente, pues efectuó una exhaustiva selección, salvando material histórico. Durante la liberación, logró hacerse con una Leica y tomó numerosas fotos de aquel momento pletórico: sus compañeros liberados; la muerte de Franz Ziereis (comandante del campo); el derribo del águila nazi en la entrada al campo, o la recogida del material de casa de Anna Pointner, entre otras. Se convirtió así en el reportero de la liberación de Mauthausen.

Durante el Juicio de Nuremberg, Francisco Boix afirmó que su tarea en el laboratorio fotográfico, dirigido por el suboficial SS Paul Ricken, consistió en revelar las películas Leica de los fusilados. Mostró y documentó algunas de las fotos más significativas, que probaban que Kaltenbrunner había ido a Mauthausen y conocía la existencia de los campos, visitas de altos mandos como Himmler, detalles de la cantera de Wienergraben, cadáveres lanzados desde lo alto de la cantera, el trabajo en las vagonetas, el ahorcamiento público del fugado Bonarewitz, judíos y otros presos colgados, etcétera.

Francisco Boix, declarando en los juicios de Nuremberg.
Francisco Boix, declarando en los juicios de Nuremberg.

Tras la liberación de Mauthausen, se estableció en París. Su salud estaba quebrantada a consecuencia del campo y, tras largas estancias hospitalarias, murió en 1951. Fue enterrado en el cementerio de Thiais, al sur de París.