La batalla de Stalingrado en imágenes.

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Rasputitsa
Soldados de la Wehrmacht tirando de un coche embarrado, noviembre de 1941. La rasputitsa desempeñó un papel crucial durante las diferentes guerras en Rusia, particularmente en la Segunda Guerra Mundial donde la Blitzkrieg fue casi detenida por el lodo, haciendo los tanques más poderosos prácticamente inutilizables.
Foto: German Federal Archives

Autor: Héctor Rodríguez

Fuente: National Geographic, 13/06/2018.

La primavera de 1942 en el frente oriental se había presentado mucho más tranquila que el año anterior. La escasez de recursos, el agotamiento de ambos contendientes, y un invierno especialmente duro al que seguía el correspondiente periodo de deshielo y embarramiento al que los rusos conocen como rasputisa, y que hace el terreno difícilmente transitable, hicieron que la guerra se tomara un pequeño respiro.

Russland, Kampf um Stalingrad, Luftangriff
Operaciones aéreas
Bombardeo aéreo de la Luftwaffe alemana sobre Stalingrado en septiembre de 1942.
Foto: German Federal Archives

No obstante, las batallas que se libraron durante los años 1942 y 1943, resultaron decisivas en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Así, fue en 1942 cuando el ejército alemán se planteo el dilema de dar el golpe de gracia la Unión Soviética antes de que Estados Unidos pudiera movilizar sus recursos económicos y militares. El 28 de junio del mismo año, Hitler pondría en marcha la que se conoció como la Operación Azul, cuyo objetivo se centró en las riquezas minerales y petrolíferas de Ucrania y el Caúcaso. Entre las contingencias estratégicas se encontraba la ciudad de Stalingrado, cuya conquista pretendía cortar el suministro de recursos del ejército rojo.

Stalin prefería ceder terreno a enfrentarse con los nazis en una batalla perdida de antemano.

Convencidos de que el ataque se produciría sobre Moscú de forma inminente, la ofensiva que los alemanes desplegaron por todo frente ucraniano cogió a los soviéticos completamente por sorpresa. De este modo, en una maniobra más que usual, el Ejercito Rojo se replegó. Los alemanes se internaban imparables en el corazón de Europa, sin embargo no hicieron otra cosa que conquistar territorio desierto.

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Stalingrado Sur
Mapa de ejercito alemán del flanco sur de la ciudad de Stalingrado, 1942.
Foto.: Library of Congress Geography and Map Division Washington

Stalin prefería ceder terreno a enfrentarse con los nazis en una batalla perdida de antemano. La progresión de los segundos avanzaba por el Caúcaso, no obstante las largas distancias que dificultaban el abastecimiento de suministros y las montañas hicieron que nunca llegaran a alzanzar los pozos petrolíferos con los que pretendían hacerse. Fue sí que Hitler pronto decidió, el 19 de junio de 1942, poner rumbo hacia Stalingrado.

La batalla comenzaría el 23 de agosto de 1942 y enfrentó al Ejército Rojo de la Unión Soviética y la Wehrmacht de la Alemania nazi y sus aliados del Eje por el control de la ciudad, la cual tenía una importante industria militar y se establecía como un importante nudo de comunicaciones ferroviarias. La urbe se extendía a lo largo de la orilla occidental del Volga y carecía de puentes para cruzar el río.

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Aliados nazis
Soldados del ejercito rumano, aliado del ejército de Alemania, en el frente de la ciudad de Stalingrado. Tropas rumanas, húngaras e italianas apoyaron la ofensiva del los nazis sobre la Unión Soviética.
Foto: German Federal Archives / Lechner

Poco antes, el 19 de julio Stalin ordenó que Stalingrado quedase en estado de sitio total, no permitiendo la salida de civiles, y disponiendo que se comenzaran los preparativos para resistir ante los alemanes, que se acercaban. Preocupado por el avance alemán hacia el Volga, que podía dividir a Rusia en dos, días despues, el 28 de julio, Stalin emitió la famosa orden 227, pronto conocida como la orden «¡Ni un paso atrás!«, por la que se prohibió la rendición bajo cualquier concepto, y se formó una linea de infantería en retaguardia con órdenes de fusilar a todo soldado o civil que retrocediese sin permiso. El 23 de agosto se acercaba y la batalla acechaba en el horizonte de la actual Volgogrado.

Como se preveía la lucha resulto terrible. Las tropas del Fürher llegaron a la ciudad, al frente de cuya defensa se encontraban los generales soviéticos Emerenko y Chuikov, y ante los que se tuvieron que enfrentar en un tipo de guerra hasta entonces desconocido para ellos: la lucha en una ciudad en ruinas y contra un enemigo que se conocía cada palmo del terreno.

Hitler, llegó a anunciar la conquista de Stalingrado el 8 de noviembre

Los soviéticos recibieron numerosas pérdidas, sin embargo a las orillas del Volga llegaban nuevos refuerzos cada noche. La situación parecía aun peor para Wehrmacht alemana, que contaba con un número aún más alto de bajas y pérdidas de armamento, pero que sin embargo parecía hacer retroceder al Ejército Rojo. El avance fue tal que de hecho Hitler, llegó a anunciar la conquista de Stalingrado el 8 de noviembre. Pero las tornas cambiarían muy pronto.

Russland, Kampf um Stalingrad, Soldat mit MPi
Barricadas urbanas
Un militar alemán armado con un subfusil soviético PPSh-41 vigila desde una barricada. Muchos alemanes tomaban armas soviéticas cuando las encontraban porque eran mejores para el combate en espacios cerrados.
Foto: German Federal Archives

Las tropas alemanas se encontraban flanqueadas por las de sus aliados rumanos, húngaros e italianos, mucho más débiles y peor armadas. Mientras, por el lado soviético, se estaba fraguando la que recibió el nombre de Operación Urano, mediante la cual, tras acumular tropas a ambos lados del frente alemán, se produciría el cerco al Sexto Ejercito de los nazis.

Fueron meses de sangre y pólvora que supusieron el gran punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial en Europa

En un error de cálculo y basándose en las predicciones de Göring de que la Luftwaffe alemana podría dar soporte aéreo a las tropas, Hitler ordenó que el Sexto Ejercito mantuviera las posiciones. Para ventura de los soviéticos aquellos aviones no resultaron suficiente. Una posterior ofensiva del ejercito rojo cercó por completo a las tropas alemanas, no dejando más opción mariscal Paulus, quien encabezaba a la facción nazi, de rendirse el 2 de Febrero de 1943 desaviniendo las órdenes del Fürher.

Russland, Kesselschlacht Stalingrad
Una ciudad destruida
Soldados soviéticos combatiendo entre las ruinas de la ciudad.
Foto: German Federal Archives

La Wehrmacht había sufrido su primera gran derrota y la balanza en el frente oriental se inclinaba a favor de la URSS por primera vez. Fueron meses de sangre y pólvora que supusieron el gran punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial en Europa, y que dió lugar al contraataque soviético e inicio del repliegue alemán. La Segunda Guerra Mundial, acababa de cambiar su rumbo.

Ver imágenes.

La batalla de Stalingrado en imágenes

Autor:  Héctor Rodríguez. 2 de febrero de 2018
Rasputitsa

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Rasputitsa

Soldados de la Wehrmacht tirando de un coche embarrado, noviembre de 1941. La rasputitsa desempeñó un papel crucial durante las diferentes guerras en Rusia, particularmente en la Segunda Guerra Mundial donde la Blitzkrieg fue casi detenida por el lodo, haciendo los tanques más poderosos prácticamente inutilizables.

Foto: German Federal Archives

Lodo sin fin

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Lodo sin fin

Ejército alemán detenido por el lodo sin fin en la primavera de 1942 en el Frente Oriental.

Foto: German Federal Archives

Operaciones aéreas

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Operaciones aéreas

Bombardeo aéreo de la Luftwaffe alemana sobre Stalingrado en septiembre de 1942.

Foto: German Federal Archives

Stukas sobrevuelan la ciudad

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Stukas sobrevuelan la ciudad

Un bombardero alemán Junkers Ju 87 Stuka atacando Stalingrado en octubre de 1942.

Foto: German Federal Archives / Opitz

Stalingrado Sur

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Stalingrado Sur

Mapa de ejercito alemán del flanco sur de la ciudad de Stalingrado, 1942.

Foto.: Library of Congress Geography and Map Division Washington

Aliados nazis

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Aliados nazis

Soldados del ejercito rumano, aliado del ejército de Alemania, en el frente de la ciudad de Stalingrado. Tropas rumanas, húngaras e italianas apoyaron la ofensiva del los nazis sobre la Unión Soviética.

Foto: German Federal Archives / Lechner

A las afueras

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A las afueras

Artillería de campaña alemana bombardeando posiciones soviéticas en el verano de 1942.

Foto: German Federal Archives / Thiede

Barricadas urbanas

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Barricadas urbanas

Un militar alemán armado con un subfusil soviético PPSh-41 vigila desde una barricada. Muchos alemanes tomaban armas soviéticas cuando las encontraban porque eran mejores para el combate en espacios cerrados.

Foto: German Federal Archives

Francotiradores soviéticos

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Francotiradores soviéticos

La de Stalingrado fue una batalla eminentemente urbana en la los francotiradores que diezmaron sin impunidad a las tropas enemigas de ambos bandos, tuvieron un papel protagonista.

Foto: Zelma

Tropas del ejército rojo entre las ruinas de la fábrica Octubre Rojo

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Tropas del ejército rojo entre las ruinas de la fábrica Octubre Rojo

La fábrica fue establecida el 30 de abril de 1897. La fábrica fue destruida totalmente durante la batalla de Stalingrado, pero fue restaurada poco después.Durante esta, la fábrica fue escenario de fuertes enfrentamientos entre las tropas alemanas y el Ejército Rojo.

Foto: German Federal Archives / Georgii Zelma

Una ciudad destruida

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Una ciudad destruida

Soldados soviéticos combatiendo entre las ruinas de la ciudad.

Foto: German Federal Archives

Centro de Stalingrado después de la liberación

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Centro de Stalingrado después de la liberación

Así lucía el centro de la ciudad de Stalingrado después de la liberación de la ocupación alemana.

Foto: Zelma

Soldados capturados

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Soldados capturados

Soldados alemanes capturados llevados a campos de prisioneros en Stalingrado, 1943. El elevador de grano y los silos están en el fondo

El contraataque soviético en Stalingrado

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El contraataque soviético en Stalingrado

En rojo: frente alemán el 19 de noviembre

En amarillo: frente alemán el 12 de diciembre

En verde: frente alemán el 24 de diciembre

En gris: avance soviético entre el 19 y el 28 de noviembre

Foto: iMeowbot

Katiusha

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Katiusha

Una batería de lanzacohetes Katiusha del Ejército Rojo abriendo fuego contra las tropas alemanas durante la batalla el 6 de octubre de 1942

Foto: RIA Novosti archive / Zelma

La rendición alemana

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La rendición alemana

Friedrich Paulus y los miembros de su Estado Mayor en el momento de rendirse a los Altos mandos soviéticos

Foto: German Federal Archives

Victoria soviética

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Victoria soviética

Un soldado soviético ondeando la Bandera roja tras la rendición alemana en febrero de 1943.

Foto: German Federal Archives / Georgii Zelma

La batalla de Stalingrado en imágenes

La primavera de 1942 en el frente oriental se había presentado mucho más tranquila que el año anterior. La escasez de recursos, el agotamiento de ambos contendientes, y un invierno especialmente duro al que seguía el correspondiente periodo de deshielo y embarramiento al que los rusos conocen como rasputisa, y que hace el terreno difícilmente transitable, hicieron que la guerra se tomara un pequeño respiro.

No obstante, las batallas que se libraron durante los años 1942 y 1943, resultaron decisivas en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Así, fue en 1942 cuando el ejército alemán se planteo el dilema de dar el golpe de gracia la Unión Soviética antes de que Estados Unidos pudiera movilizar sus recursos económicos y militares. El 28 de junio del mismo año, Hitler pondría en marcha la que se conoció como la Operación Azul, cuyo objetivo se centró en las riquezas minerales y petrolíferas de Ucrania y el Caúcaso. Entre las contingencias estratégicas se encontraba la ciudad de Stalingrado, cuya conquista pretendía cortar el suministro de recursos del ejército rojo.

Stalin prefería ceder terreno a enfrentarse con los nazis en una batalla perdida de antemano.

Convencidos de que el ataque se produciría sobre Moscú de forma inminente, la ofensiva que los alemanes desplegaron por todo frente ucraniano cogió a los soviéticos completamente por sorpresa. De este modo, en una maniobra más que usual, el Ejercito Rojo se replegó. Los alemanes se internaban imparables en el corazón de Europa, sin embargo no hicieron otra cosa que conquistar territorio desierto.

Stalin prefería ceder terreno a enfrentarse con los nazis en una batalla perdida de antemano. La progresión de los segundos avanzaba por el Caúcaso, no obstante las largas distancias que dificultaban el abastecimiento de suministros y las montañas hicieron que nunca llegaran a alzanzar los pozos petrolíferos con los que pretendían hacerse. Fue sí que Hitler pronto decidió, el 19 de junio de 1942, poner rumbo hacia Stalingrado.

La batalla comenzaría el 23 de agosto de 1942 y enfrentó al Ejército Rojo de la Unión Soviética y la Wehrmacht de la Alemania nazi y sus aliados del Eje por el control de la ciudad, la cual tenía una importante industria militar y se establecía como un importante nudo de comunicaciones ferroviarias. La urbe se extendía a lo largo de la orilla occidental del Volga y carecía de puentes para cruzar el río.

Poco antes, el 19 de julio Stalin ordenó que Stalingrado quedase en estado de sitio total, no permitiendo la salida de civiles, y disponiendo que se comenzaran los preparativos para resistir ante los alemanes, que se acercaban. Preocupado por el avance alemán hacia el Volga, que podía dividir a Rusia en dos, días despues, el 28 de julio, Stalin emitió la famosa orden 227, pronto conocida como la orden «¡Ni un paso atrás!«, por la que se prohibió la rendición bajo cualquier concepto, y se formó una linea de infantería en retaguardia con órdenes de fusilar a todo soldado o civil que retrocediese sin permiso. El 23 de agosto se acercaba y la batalla acechaba en el horizonte de la actual Volgogrado.

Como se preveía la lucha resulto terrible. Las tropas del Fürher llegaron a la ciudad, al frente de cuya defensa se encontraban los generales soviéticos Emerenko y Chuikov, y ante los que se tuvieron que enfrentar en un tipo de guerra hasta entonces desconocido para ellos: la lucha en una ciudad en ruinas y contra un enemigo que se conocía cada palmo del terreno.

Hitler, llegó a anunciar la conquista de Stalingrado el 8 de noviembre

Los soviéticos recibieron numerosas pérdidas, sin embargo a las orillas del Volga llegaban nuevos refuerzos cada noche. La situación parecía aun peor para Wehrmacht alemana, que contaba con un número aún más alto de bajas y pérdidas de armamento, pero que sin embargo parecía hacer retroceder al Ejército Rojo. El avance fue tal que de hecho Hitler, llegó a anunciar la conquista de Stalingrado el 8 de noviembre. Pero las tornas cambiarían muy pronto.

Las tropas alemanas se encontraban flanqueadas por las de sus aliados rumanos, húngaros e italianos, mucho más débiles y peor armadas. Mientras, por el lado soviético, se estaba fraguando la que recibió el nombre de Operación Urano, mediante la cual, tras acumular tropas a ambos lados del frente alemán, se produciría el cerco al Sexto Ejercito de los nazis.

Fueron meses de sangre y pólvora que supusieron el gran punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial en Europa

En un error de cálculo y basándose en las predicciones de Göring de que la Luftwaffe alemana podría dar soporte aéreo a las tropas, Hitler ordenó que el Sexto Ejercito mantuviera las posiciones. Para ventura de los soviéticos aquellos aviones no resultaron suficiente. Una posterior ofensiva del ejercito rojo cercó por completo a las tropas alemanas, no dejando más opción al mariscal Paulus, quien encabezaba a la facción nazi, de rendirse el 2 de Febrero de 1943 desaviniendo las órdenes del Fürher.

La Wehrmacht había sufrido su primera gran derrota y la balanza en el frente oriental se inclinaba a favor de la URSS por primera vez. Fueron meses de sangre y pólvora que supusieron el gran punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial en Europa, y que dió lugar al contraataque soviético e inicio del repliegue alemán. La Segunda Guerra Mundial, acababa de cambiar su rumbo.

Tres razones por las que el Ejército Rojo venció en Stalingrado.

UIG VIA GETTY IMAGES

Autor:  Alexéi Timoféichev

Fuente: Huffingtonpost.es , 18/02/2018.

El pasado 2 de febrero se cumplieron 75 años de uno de esos hitos que marcan la Historia: el final de la batalla de Stalingrado (actual Volgogrado, en Rusia). Este enfrentamiento armado supuso un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial: cambió totalmente su curso e hizo que Alemania saliese como perdedora del conflicto. Pero, dada la fortaleza del ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial, ¿cómo consiguió vencer la Unión Soviética? ¿Cuáles fueron las claves de la victoria?

Hemos resumido en tres los motivos por los que el Ejército Rojo acabó con las tropas nazis.

1. La dura resistencia soviética

En un primer momento fue prácticamente imposible evitar la ofensiva alemana sobre la ciudad en 1942. El ejército nazi quería cortar las vías de suministro rusas a través del Volga y quitarle a Moscú el petróleo del Cáucaso. En previsión de esta estrategia, los soviéticos acumularon todos sus recursos para contrarrestar la ofensiva.

Entonces, Stalin comenzó una dura estrategia de motivación en el frente. En el verano de 1942 lanzó la Orden 227 mediante la cual acusaba a «algunos miembros del ejército» de «relajarse hablando de que podemos retirarnos más hacia el este» y declaró que era el momento de «dejar de retirarse». De ahí el conocido lema: «¡Ni un paso atrás!«.

En agosto, la retirada soviética se detuvo en Stalingrado. Las autoridades pedían a los residentes de la ciudad que convirtieran «cada bloque de edificios, cada barrio, cada calle en un fortín inexpugnable». Las tropas alemanas continuaron bombardeando la región, a pesar de la energía de los habitantes soviéticos. Un oficial alemán recordaba así la batalla: «No entiendo de dónde sacan la energía los rusos. Es la primera vez en esta guerra que me encomiendan una tarea que no puedo cumplir…».

DEA / BIBLIOTECA AMBROSIANA
Soldados alemanes luchando en Stalingrado. Septiembre, 1942.

2. La importancia de los héroes y los símbolos

La resistencia del pueblo soviético tuvo su recompensa. Alrededor de 760.000 soldados recibieron la medalla «por la defensa de Stalingrado» y más de 100 obtuvieron el mayor premio de la época: ser condecorados como Héroes de la Unión Soviética.

Pero los símbolos de la resistencia rusa no fueron solo sus soldados. La casa de Pávlov, un edificio de apartamentos aparentemente normal, que se convirtió en un fuerte improvisado del Ejército Rojo. A pesar de que la defendieron solo 24 personas, los alemanes no pudieron tomarla en los tres meses que duraron las ofensivas contra la ciudad. Según Vasili Chuikov, uno de los principales generales soviéticos en Stalingrado, los nazis perdieron más hombres tratando de conquistar la casa de Pávlov que durante la toma de París.

Otro de los lugares simbólicos de la resistencia fue Mamáiev Kurgán, una colina en lo alto de la ciudad. Allí tuvieron lugar diversas batallas y desde ella se podía controlar prácticamente todo Stalingrado. Las tropas soviéticas se atrincheraron en las laderas de la misma, donde fallecieron decenas de miles de soldados. Tras la batalla, se comprobó que en el suelo de la colina había entre 500 y 1.250 piezas de metralla por metro cuadrado.

ROGER VIOLLET/GETTY IMAGES
Frente ruso en las calles de Stalingrado. Octubre, 1942.

3. Los errores alemanes

Tras la resistencia, comenzó la contraofensiva soviética. En el mes de noviembre las tropas de la URSS empezaron su estrategia y entonces, el conflicto estuvo en parte determinado por los errores de los comandantes alemanes.

El primero se debió a que la Wehrmacht (fuerzas armadas alemanas) sobrestimó su propio potencial y trató de alcanzar dos objetivos simultáneamente, dispersando así sus tropas. Por un lado, quería llegar hasta el Cáucaso para quedarse con el petróleo de Azerbaiyán y, por otro, tomar la ciudad. El general mayor Hans Doerr escribió tras la batalla: «Stalingrado ha entrado en la historia como el mayor error jamás cometido por comandantes militares».

El segundo se produjo en el mes de noviembre cuando las tropas nazis alargaron los flancos de su ofensiva sobre Stalingrado a lo largo de cientos de kilómetros. Esto se debió a que estaban convencidos de que, tras su ataque, el Ejército Rojo carecía de recursos para lanzar una contraofensiva. Además, para ello no contaron solo con tropas alemanas sino también aliadas: italianos, húngaros y rumanos, aunque en menor número que los nazis. Kurt Zeitzler, Jefe del Estado Mayor General de la Wehrmacht, recordó posteriormente que avisó a Hitler de que alrededor de Stalingrado «había un serio peligro que debía ser liquidado». Hitler lo llamó «pesimista desesperado».

Lo que también fue clave, según señaló Zeitzler, fue que en otoño de 1942 la efectividad de las tropas soviéticas, así como el nivel de los comandantes, aumentó de manera significativa. De esta forma, el Ejército Rojo tan solo necesitó cuatro días para romper el cerco de las tropas del Eje y rodear a unos 300.000 soldados alemanes. El resto, ya es historia.

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Soldados alemanes se rinden en Stalingrado. 1942.

Voces desde el infierno de Stalingrado.

Soldados alemanes hechos prisioneros en Stalingrado.  / ARCHIVO

 

Autora: Anna Abella. Barcelona – Sábado, 17/02/2018 | Actualizado el 19/02/2018 

Fuente: El Períódico.

“No veo forma de salir de este infierno (…) Todavía no me hago a la idea de la muerte, pero esa diabólica música de la batalla, que trae la muerte, no cesa de sonar y sonar”, escribió un anónimo soldado alemán (que probablemente murió) en su diario, hallado en el frente de StalingradoEl Ejército ruso infligió a Hitler la peor derrota militar de la historia de la Wehrmacht, que “marcó un punto de inflexión en la segunda guerra mundial. Durante seis meses, dos enormes ejércitos, cada uno con la orden de no ceder ni un palmo de terreno al enemigo, lucharon por el control de la ciudad que llevaba el nombre del dictador soviético”, recuerda el catedrático de Historia alemán Jochen Hellbeck en su monumental ‘Stalingrado. La ciudad que derrotó al Tercer Reich’ (Galaxia Gutenberg), que ha llegado esta semana a las librerías, pocos días después de cumplirse el 75º aniversario de la rendición germana.

El 2 de febrero de 1943 entregaba las armas en nombre del Ejército alemán Friedrich Paulus, a pesar de que el 31 de enero Hitler le había ascendido a mariscal de campo recordándole que nunca antes un militar de tal rango había sido hecho prisionero, en un claro mensaje de que se suicidara, cosa que no hizo. El balance de la sangrienta batalla habla de un millón de muertos y otro millón de heridos, desaparecidos o capturados de ambos bandos; de 40.000 civiles fallecidos; de 91.000 alemanes hechos prisioneros, de los que solo volvieron a casa (12 años después) 6.000.

Hellbeck (Bonn, 1966) rescata la voz de decenas de combatientes, enfermeras y civiles soviéticos, además de alemanes capturados y el diario antes citado, cuyos iluminadores testimonios fueron recogidos por historiadores rusos dirigidos por Isaak Mints, en un Stalingrado aún en batalla, en búnqueres, trincheras y puestos de mando, en diciembre de 1942. Las transcripciones de 215 relatos inéditos de testigos de primera mano habían quedado perdidas en archivos rusos. He aquí algunos de ellos:

Niños durante un bombardeo en Stalingrado. / L.I. KONOW

El francotirador más famoso, Vasili Zaitsev

Con su fusil mató a 242 alemanes, más que cualquier otro francotirador del 62º Ejército ruso. El cine se encargó de popularizar la figura de Vasili Zaitsev, condecorado héroe ensalzado por la propaganda soviética, en ‘Enemigo a las puertas’ (2001), aunque el enconado duelo con otro excelente tirador alemán solo existió en la ficción. Él mismo cuenta cómo, con 12 años, adquirió pericia “cazando ardillas” para hacerle un abrigo de piel a su hermana, antes de detallar sus tácticas de engaño y su “inventiva para burlar al enemigo” porque, “matarle no lleva mucho tiempo. Pero ser más listo que él, eso ya no es tan fácil”.

Le motivaba “el odio”. “Vi cómo los alemanes sacaban a rastras a una mujer (para violarla, sin duda). ¿Cómo no te afecta eso cuando no puedes hacer nada por salvarla? Estás en la línea del frente. No tienes suficienes hombres. Si sales corriendo a ayudarla te van a masacrar, sería un desastre. Y otras veces ves a chicas, jovenes o niños colgados de los árboles en el parque. ¿Te afecta? Te causa un tremendo impacto”. Por ello, afirma, “cada soldado, incluido yo  mismo, está pensando únicamente en cómo obligarles a pagar más caro su pellejo, en cómo matar todavía más alemanes. En cómo hacerles aún más daño”.

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Civil y cocinera en zona ocupada

Agrafena Pozdniakova era civil y trabajaba de cocinera. No se sumó a la evacuación porque sus hijos estaban enfermos y vio a dos de ellos y a su marido morir bajo las bombas alemanas en septiembre tras quedarse sin casa. Su testimonio de cómo sobrevivió hasta febrero desvela cómo fue la ocupación de los soldados de la Whermacht: saqueaban, violaban y buscaban judíos mientras ella y sus otros cuatro hijos se refugiaban en trincheras, sótanos y alcantarillas, luchando contra el frío y el hambre, que saciaban con carne de caballos muertos hasta que los alemanes se la quedaron para ellos dejándoles solo “las pezuñas y las tripas”.

Vasili Chuikov, el hombre al mando

Nada más tomar el mando del 62º Ejército soviético en Stalingrado, Vasili Chuikov mandó fusilar a dos comandantes y dos comisarios por abandonar su puesto (aunque en sus memorias reconoció que solo les dio una “dura reprimenda”). Esa medida anticobardía, ampliamente difundida entre la tropa, respondía a la orden de Stalin de no dar “ni un paso atrás”, pues “estaba permitido morir pero no retirarse” y los soldados, señala, eran conscientes de que “no podían rendirse porque defendían el honor de la Unión Soviética”. Aunque ello no quitaba que muchos, como confesaba Alexander Parjomenko, sintieran miedo: “Otros eran valientes, pero yo no. Yo era un cobarde de pies a cabeza, pero entonces no lo sabía”.

Cadáveres tras la batalla, en Stalingrado. / SERGUÉI STRUNNIKOV

 

El propio Chuikov daba ejemplo. “El enemigo nos bombardeaba sin cesar, intentaba echarnos de allí a bombazos”, contaba quien nunca se agachaba cuando caían proyectiles. “Mi orgullo no me lo permite (…) Me comportaría de una forma totalmente distinta si estuviera solo, pero nunca estoy solo (…) un comandante ve morir a miles de hombres, pero eso no debe afectarle. Puede llorar por ello cuando está a solas. Aquí puedes ver morir a tu mejor amigo, pero tienes que permanecer en pie como una roca”.

Chuikov, según el cual nunca se sintieron “olvidados” por Moscú, no pasaron hambre ni les faltaron suministros, da pistas sobre la voluntad que les impulsaba a aguantar. “Sabíamos perfectamente que Hitler no se iba a dar por vencido, y que iba a seguir lanzando más y más tropas contra nosotros. Pero debía sentir que era una lucha a vida o muerte, y que Stalingrado iba a seguir luchando hasta el final (…) No conocíamos la retirada. Hitler no había tenido eso en cuenta, y ese fue su error”.

Enfermeras heroicas

El propio Chuikov, y muchos otros militares, ensalzaron “el trabajo excepcional” de las mujeres (soldados, enfermeras, telefonistas…) además de su “fortaleza, heroísmo, honestidad y lealtad”, superando en muchos casos a los hombres. De las enfermeras destacan su “heroísmo excepcional” en primera línea de combate. El capitán Ivan Vasilievich recordaba cómo “bajo un fuego incesante” Liolia Novikova arrastraba a los heridos para ponerlos a cubierto hasta el punto de que tenían que “sacarla casi a rastras de lo más encarnizado de la lucha”. Vio cómo tres balas alemanas le destrozaban la cabeza.

Telefonistas del Ejército Rojo trabajando en Stalingrado, en diciembre de 1942 / GEORGI ZELMA

 

Otras pudieron hablar por sí mismas. Nina Kokorina admite que no fue “consciente de la gravedad de todo” hasta que nada más llegar a Stalingrado sufrieron un bombardeo y vio la primera baja de su compañía anticarros: “Se le salían todas las tripas fuera. Volví a metérselas dentro y lo vendé entero”. “La carnicería no tiene fin -explica Vera Gurova, de 22 años-. Nunca había visto semejante cantidad de sangre como hasta ahora. Sé que debería olvidarlo -es mi trabajo. Pero eso no significa que no sienta empatía con los heridos”. Sin embargo, Hellbeck indica que ella también alude a que las mujeres que sirvieron en el Ejército Rojo “tenían que afrontar con estoicismo las agresiones sexuales de sus superiores” y que cuando las condecoraban, algo que ocurría a menudo, soportar que los varones dijeran que era “al Mérito en la Cama”.

Alemanes derrotados

A juzgar por los interrogatorios a los alemanes capturados, según Hellbeck, estos habían seguido “luchando, a pesar del  hambre, el agotamiento y la muerte masiva, por una mezcla de rencor, obediencia y convicción ideológica” con el nacionalsocialismo. Varios presos muestran “sentimientos pronazis”, como su preocupación por la “pureza de la sangre”, e insisten en echar la culpa de la guerra a los judíos (alguno sin imaginarse que su interrogador lo es…). “Un factor peculiarmente motivador -añade- era el temor a caer prisionero”: como contó el oficial Ernst Eichhorn, se generalizó la idea de que “ser capturado por los rusos equivalía a un trato deficiente, a tortura y a muerte”.

Soldados rusos toman un edificio en Stalingrado, en noviembre de 1942.  / GEORGI ZELMA

Aunque según Eichhorn, “hasta el último momento, la mayoría de oficiales seguía esperando que llegara ayuda desde el exterior”, sobre los motivos de la rendición el teniente Herrmann Strotmann alude a “la falta de víveres, hombres y proyectiles de artillería” y al hecho de que les “era físicamente imposible seguir luchando”: “estábamos muertos de hambre y la mayoría habíamos sufrido daños por congelación. Lo que un hombre puede soportar tiene un límite, y nosotros llegamos a ese límite el 2 de febrero. Nos rendimos”.

El sargento Helmut Pist apuntaba que “aquellos últimos días fueron horribles: miles de cadáveres, y los soldados heridos muriéndose por las calles (…) y para colmo recibíamos un intenso fuego de su artillería y sus aviones”. En la misma línea anotaba el anónimo soldado en su angustioso diario, dando cuenta del “frío terrible”, las míseras raciones de comida y el combate constante. “Todo el mundo tiene los nervios destrozados (…) He perdido la fe en la humanidad”.

Soldados rusos en Stalingrado. / EFE)

Las crónicas de Vasili Grossman

De los relatos, Hellbeck concluye que “no estaban adoctrinados ni obligados” por el Estado soviético y que “la base de la defensa” era “la voluntad de todos los hombres del frente de no someterse a la violencia, a la tenebrosa fuerza de los esclavizadores e invasores alemanes”. Desmiente con ello vehementemente a uno de los historiadores de referencia, Antony Beevor, quien según él, en su ‘Stalingrado’ (Crítica), “se hace eco de una serie de clichés originados por la propaganda de la era nazi” y sostiene que los rusos “fueron coaccionados para alistarse”. Hellbeck cree que “el espíritu de Stalingrado, como lo entendía el famoso reportero de guerra Vasili Grossman, “consistía en la fuerza moral de unos soldados corrientes que alcanzaron el estatus de héroes al arriesgar sus vidas para cumplir con su deber cívico”.

Grossman, de quien Hellbeck ensalza su obra maestra, la novela ‘Vida y destino’, calificándola de “monumento a los soldados del Ejército Rojo que lucharon allí”, también forma parte de la bibliografía imprescindible de los 75 años del fin de la batalla. Las crónicas que escribió desde el frente de Stalingrado, oportunamente extraídas de ‘Años de guerra’, las relanza ahora Galaxia Gutenberg. En ellas, Grossman acoompaña a sus compatriotas, que combatían “24 horas ininterrumpidas”, casa por casa, “contra de un régimen feudal de dominación del mundo” y “por la libertad del mundo, contra la esclavitud, la mentira y la opresión”.

Del 2017, recordar las memorias de Paulus (‘Stalingrado y yo’, La Esfera de los Libros) y el primer volumen de la tetralogía de David M. Glantz, ‘A las puertas de Stalingrado’ (Desperta Ferro).