El Imperio austríaco en 1855.

 

Fuente: elordenmundial,com

El Imperio austríaco, luego reconvertido a Imperio austrohúngaro, fue uno de los entes políticos más heterogéneos en la Europa contemporánea. Tal era su multiplicidad étnica que apenas pudo resistir los embates del nacionalismo durante los siglos XIX y XX, acabando troceado tras la Primera Guerra Mundial en los países que podemos ver hoy en día.

Colonias de poblamiento en África. Las islas blancas.

Mujeres argelinas durante la colonización francesa.
Mujeres argelinas durante la colonización francesa.

Autor: Arturo Arnalte, 

Fuente: La Aventura de la Historia.

En Argelia, Túnez, Sudáfrica, Rhodesia, las tierras altas de Kenia, Angola y Mozambique unos pocos millones de europeos -franceses, italianos, ingleses y portugueses- establecieron desde mediados del siglo XIX hasta el último tercio del XX colonias de población, una experiencia de proyección exterior europea que presenta más similitudes que diferencias, según el análisis que el historiador francés Joël Michel hace de lo que llama las “islas blancas” en África. Necesitados de la mano de obra indígena, pero ajenos a su cultura, los creadores de estas colonias acabaron construyendo sociedades claustrofóbicas y a la defensiva, condenadas a un fracaso estrepitoso en muy breve plazo.

En Colonies de peuplement, Michel lleva a cabo un estudio comparativo de estas colonias experimentales en tierras africanas, que atrajeron muchos menos emigrantes europeos por los mismos años que los que viajaron a Australia, EE UU, Canadá o algunos países de América del Sur. Deja el autor deliberadamente fuera del objeto de su estudio el caso de los italianos en Etiopía, de los belgas en el Congo y de los españoles en Guinea Ecuatorial por ser numéricamente muy modestos o muy breves en el tiempo.

El ensayo no analiza estas colonias caso por caso, sino que se centra en grandes ejes temáticosque estructuraron esas experiencias. La ocupación de la tierra tuvo que obligar a un proceso de expolio de los nativos que en todos los casos se llevó a cabo por extorsión, compra forzada o expulsión para a continuación obligarlos a emplearse para los nuevos ocupantes. El recurso al trabajo forzado será la constante en todas las colonias. Bien aprovechando la población reclusa, bien obligando a los jefes tradicionales a proporcionar trabajadores durante determinados periodos al año, bien restringiendo la libertad de movimientos para evitar las fugas y castigando con la cárcel o elevadas multas a quienes trataran de evadirse. Cuando la presión provocaba revueltas, como la de Maji Maji en el África Oriental alemana, la represión era sangrienta e iba seguida de la quema de cosechas y el desplazamiento forzoso de poblaciones.

Alfareros valencianos en Orán, hacia 1915,
Alfareros valencianos en Orán, hacia 1915.

Caso aparte es el de la Argelia francesa, uno de los mejor estudiados, donde también hubo miles de europeos más pobres que los franceses que acudieron a trabajar como aparceros en cultivos similares a los de sus países de origen. Es particularmente el ejemplo de losespañoles (y en menor medida de italianos y malteses), que suplieron inicialmente a la mano de obra árabe porque demandaban poco salario y eran de la misma cultura que la potencia colonial. La mayor parte de los españoles (procedentes de Menorca, Alicante, Murcia, Málaga, Almería y Valencia) se establecieron en el Oranesado. Una emigración favorecida por las autoridades españolas que firmaron un convenio con Francia en 1862 que facilitaba el desplazamiento. Así en los primeros años de la colonización, los españoles fueron punta de lanza de la ocupación del país, avanzando con el ejército incluso antes que los propios colonos franceses y constituyendo un proletariado rural indispensable. En la primera mitad del siglo XX los veremos mucho menor situados económicamente, gracias a su conocimiento de las técnicas de irrigación, especialmente a los valencianos, y empleando en una segunda generación a marroquíes, que los sustituyeron a partir de 1900 en las tareas más duras y peor pagadas. El estudio de este contingente es uno de los aspectos que más atraerá al lector español de la obra.

Familia de colonos británicos en las tierras altas de Kenia.
Familia de colonos británicos en las tierras altas de Kenia.

Pero si los europeos de segunda acababan integrándose y cruzando la barrera de casta en poco tiempo, los nativos siempre serán marginados en su propia tierra y esa frontera solo se podía mantener en las colonias mediante una violencia que el autor califica de “estructural”: exclusión racial, humillación colectiva, negación de las mismas posibilidades educativas, imposición del derecho europeo, control de la policía y de las cárceles y castigos corporales contemplados por la ley, lo que Michel denomina como “la política del látigo”, que se convierte en el “instrumento que regula las relaciones laborales” en las colonias, sea en las plantaciones de café de Angola o de Kenia, en las minas de Rhodesia o Sudáfrica o en el propio ámbito doméstico, una violencia que a largo plazo se convertirá en un bumerán.

Castigos corporales en el Congo belga durante el reinado de Leopoldo II.
Castigos corporales en el Congo belga durante el reinado de Leopoldo II.

Psicológicamente, las colonias implican a su vez la negación del otro, la puesta en duda de su humanidad, el racismo. Curiosamente, ese racismo obliga a los colonos a tratar de evitar la presencia de blancos pobres -que restan prestigio a su colectivo- y a resolver mal la situación de los mestizos, más producto de la explotación sexual que de la supuesta tolerancia y que tendrán en general un futuro difícil una vez se produzca la descolonización.

Las “islas blancas” imponen la segregación al océano de color que las rodea y del que se nutren. La discriminación en las colonias se refleja en el urbanismo, la creación de ciudades europeas donde el indígena solo entra a trabajar y que debe abandonar al finalizar la jornada laboral. Donde esa segregación se hizo más visible y odiosa es en Sudáfrica, pero Michel sostiene que el apartheid no fue un fenómeno exclusivo sudafricano, sino universal en todas las sociedades coloniales, aunque estuviera codificado de manera distinta.

El sueño de Cecil Rhodes: unir África de El Cairo al Cabo.
El sueño de Cecil Rhodes: unir África de El Cairo al Cabo.

Pretendidos reductos de Europa, las “islas blancas” pronto empiezan a estar lejos de la metrópoli, en su problemática y a su vez en su progresivo olvido o alienación de las sociedades de las que proceden. El colono veterano se queja de que es incomprendido en su país de origen, no quiere que la lejana patria le dicte qué hacer y a la vez es un espejo deformado de esa sociedad que no deja de ser su elemento de referencia, lo que le hace sentirse por encima de su mano de obra

Iguales entre sí y superiores a los nativos, los colonos crean“democracias de señores” que el autor compara a lasociedad espartanaun grupo de hombres libres que se hace servir por los ilotas mediante el terror. Una especie de socialismo de blancos que cultiva el espíritu de resistencia y vive en la claustrofobia moral y la vulgaridad intelectual.

A finales de los años 50 comenzó el proceso de emancipación que supone en dos décadas la desaparición de todas estas colonias. En Argelia, tras una traumática guerra colonial. En el caso portugués, tras unos largos conflictos en Angola y Mozambique que condujeron paradójicamente al fin de la dictadura en la metrópoli. En el de Kenia, a una retirada forzosa tras la represión tan brutal como a la postre inútil del Mau Mau.

Policías británicos custodiando a detenidos del Mau Mau.
Policías británicos custodiando a detenidos del Mau Mau.

Solo quedó Sudáfrica, un caso excepcional porque, recuerda el autor, mientras los demás colonos tenían un lugar al que volver, una patria lejana pero real, los boers habían perdido el contacto con su metrópoli siglos antes. Cuando se produjo el desmantelamiento del apartheid, bajo el mandato de De Klerk, los boers ya habían sufrido, sostiene Michel, un proceso de cambio por el que aceptaron en su mayoría desaparecer como tribu dominante a cambio de mantener su privilegio económico y su supervivencia física. Eso, y el liderazgo moral de Nelson Mandela con su capacidad contagiosa para superar el rencor, explica el “milagro” sudafricano, que ha desafiado hasta la fecha a las predicciones más pesimistas.

Mandela y De Klerk a principio de la década de 90.
Mandela y De Klerk a principio de la década de 90.

Original, bien argumentado, rigurosamente documentado y con todas su afirmaciones respaldadas por un denso aparato crítico, el libro merece sin duda ser traducido al español.

El Imperialismo.

ce785-imperialismo

Autor: Rafael Rodríguez Fernández.

Fuente: http://kappostorias.blogspot.com.es/2011/12/el-imperialismo.html

El término “imperialismo” comenzó a utilizarse a finales del siglo XIX para referirse a la expansión de las potencias europeas por el mundo, especialmente a partir de 1870, fecha en que comienza la Segunda Revolución Industrial. En 1916 Lenin publicó un libro titulado El imperialismo, fase superior del capitalismo en el que afirmaba que el imperialismo era una consecuencia lógica del capitalismo.

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En cuanto a los rasgos del imperialismo, destacan: la aparición de monopolios con un papel decisivo en la vida económica, el desarrollo del capitalismo financiero que supuso una unión entre la banca y la industria para buscar nuevos lugares de inversión, el impulso del comercio internacional de capitales frente al comercio de mercancías, la formación de cárteles y el reparto del territorio entre las grandes potencias capitalistas.

Factores que explican la aparición del imperialismo:

– Económicos: Los países europeos necesitaban materias primas, que buscaron en otros territorios del mundo, especialmente en África. De este modo, se repartieron gran parte de África de manera excluyente. Por otro lado, las potencias europeas buscaban nuevos mercados que les permitieran vender los productos que fabrica la metrópoli. El desarrollo del capitalismo financiero conllevó la búsqueda de nuevas salidas a las cantidades ingentes de capital obtenido durante la Segunda Revolución Industrial.

– Demográficos: El aumento de la población provocó una fuerte corriente migratoria de Europa a otros continentes. A pesar de no ser un factor determinante del imperialismo sí permite justificar la expansión colonial.

– Políticos: Razones de prestigio: Los países más importantes y poderosos eran aquellos que poseían más territorios. Por ello, España en el siglo XIX era un país empobrecido y débil, ya que tenía pocas colonias. Sin embargo, Alemania era un país fuerte y en expansión con un gran imperio colonial.

Razones estratégicas: Los países buscan territorios o enclaves geoestratégicos, lugares para el desarrollo de mercados o la explotación de materias primas, como Gibraltar, China o la India, para el Reino Unido,

Deseo de paz social: Las potencias europeas pretenden desviar la opinión pública de problemas graves, para centrarse en otros acontecimientos beneficiosos para el país: victorias, colonización de nuevos territorios, así, se evita el descontento de la sociedad y se previenen posibles sublevaciones.

– Ideología: El imperialismo se ve impulsado por el desarrollo del nacionalismo, un sentimiento que provoca la justificación de que una nación es superior a las otras y tiene más derecho a ocupar territorios. Además, el Romanticismo favorece un cambio de mentalidad y promueve la conquista de tierras exóticas y el contacto con nuevas culturas. Aparecieron grupos de presión vinculados a grandes intereses económicos que presionaron a los países para conseguir la ocupación de nuevos territorios. Por otra parte, grupos de misioneros se encargaron de evangelizar a los indígenas con el objetivo de salvarles. Por último, se defiende la superioridad de la raza blanca: Joseph Chamberlain sostiene la clara superioridad de la raza británica con derecho y deber de civilizar a las razas inferiores.

REPARTO DE ÁFRICA:

Hasta 1880, la presencia europea en África era mínima ya que se desconocía gran parte del continente. La conquista de África comenzó a partir de 1885: los países europeos se repartirían todos los territorios africanos, a excepción de dos países: Etiopía y Liberia. Entre 1884 y 1885 se celebró una Conferencia en Berlín convocada por Bismarck para tratar el problema del Congo.


Se pretendía decidir cómo repartir África sin dar lugar a una guerra. En esta Conferencia se toman una serie de decisiones importantes:

– El reparto de una serie de áreas de influencia, a partir de los paralelos y los meridianos, desde la costa hacia el interior. Se trata de una expansión condicional, ya que no es posible debido a que se cruzan las áreas de influencia de los distintos países.

– La primera nación que llegase a un territorio tenía derecho a colonizarlo. Se produjo una carrera por el reparto de África entre los países europeos.

El país con más territorios era Francia, ya que poseía el Sahara (territorio muy extenso pero poco productivo). Los países más beneficiados fueron el Reino Unido y Alemania puesto que poseían territorios estratégicos.

NORTE DE ÁFRICA:

El Norte de África era, en su mayoría, un territorio de dominio francés: Argelia (1830), Túnez (1881)

El lugar estratégico del Reino Unido era el Canal de Suez en Egipto (1885). Italia también poseía una zona estratégica: Libia (1912). Los franceses no consiguieron atravesar el eje este-oeste de colonización de áfrica ya que el Reino Unido ocupaba Egipto. En 1898 Francia y Reino Unido estuvieron a punto de llegar a la guerra por el incidente de Fachoda. El conflicto se solucionó vía diplomática: los franceses se retiraron y reconocieron el dominio británico de Egipto y Sudán a cambio de libertad de acción en Marruecos, posteriormente repartida con España (Algeciras 1906)

SUR DE ÁFRICA (África Subsahariana o África Negra):

Bélgica ocupó el Congo como una propiedad personal del rey Leopoldo. Los británicos poseían Sudáfrica, desde las guerras napoleónicas y después de dos guerras con los Boer, o Nigeria. Los portugueses dominaban Angola y Mozambique, Alemania ocupó Camerún, Namibia y Tanzania, mientras Francia dominaba la denominada Africa Ecuatorial Francesa (República del Congo, Chad y Gabón)

Ningún país logró completar ninguno de sus ejes: ni los franceses (eje este-oeste al Norte de África) ni los británicos (eje sur-norte: desde Sudáfrica hasta Egipto). Dos países permanecieron libres: Liberia (territorio creado por EE.UU. entre 1822 y 1847) y Etiopía, imperio cristiano que derrotó a los italianos en Adua en 1898).

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ASIA:

En Asia se reparten algunos territorios pero no el continente entero.


China: Era un gran territorio y los países no se ponían de acuerdo sobre cómo dividirlo. Tras dos guerras denominadas del opio, los británicos se hicieron con Hong Kong. Posteriormente las potencias se repartieron áreas de influencia pero China nunca fue completamente colonizada por los europeos. En 1900 tuvo lugar la “Revolución de los Boxer”: se trata de una revolución popular de nacionalistas chinos para atacar a los europeos, que fue tolerada por el gobierno chino.

Japón: Surgió como una potencia económica mundial tras derrotar a los chinos y a los rusos en las respectivas guerras. En 1895 los japoneses se hicieron con Corea, tras la Primera Guerra Chino-Japonesa Entre 1904 y 1905 tuvo lugar la guerra ruso-japonesa.

Cómo quedó repartida Asia de Oeste a Este:

– Imperio Otomano: Los Balcanes, la actual Turquía, las actuales naciones de Israel, Jordania, Libano, Siria, Kuwait y parte de la península de Arabia.
– Irán: país muy grande e importante. No fue colonizado aunque existían áreas de influencia de británicos y rusos.
– Afganistán: No pertenecía a ningún país aunque poseía áreas de influencia. (Tanto Irán como Afganistán pueden considerarse estados tapón).
– India: es uno de los principales países de Asia. Pertenecía a los británicos, que no querían tener frontera con territorios de otros países (Irán, Afganistán, Tíbet y Tailandia rodeaban a la India y eran países independientes).
– Indochina era un territorio francés.

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CONSECUENCIAS DEL IMPERIALISMO

– Economía dual: (dos economías): la economía europea era capitalista mientras que la de los países colonizados era de subsistencia.

– Demografía: Los europeos sanaron a los indígenas para que vivieran más. Como consecuencia, aumentó la población, que no podía sobrevivir con los recursos insuficientes del país. Los europeos se beneficiaron de la superpoblación salvaje, utilizándola como mano de obra. Se evoluciona de un ciclo de población antiguo (muchos nacimientos y muchas defunciones) a uno más moderno (muchos nacimientos y pocas defunciones).

– Cambios en la estructura social: La sociedad se divide en blancos europeos (raza superior), clases altas (ejemplo: Marajá), burguesía (comerciantes o funcionarios indígenas) y sociedad indígena.

– Aculturación: Los países se ven influidos por dos culturas. Aparecen grupos de “mestizos” que comparten ambas culturas: la tradicional y la europea. Se desarrollan zonas de mestizaje cultural.

Filmografía:

Amanecer Zulú
El Hombre que pudo reinar
La Guerra del opio
Kartum
Las cuatro plumas
55 días en Pekín

Textos:

Conferencia de Berlín 1885 
Discurso de Jules Ferry ante la Cámara, París. 1885.

Bibliografía:

Lenin El Imperialismo fase superior del capitalismo

El relato (y las muchas dudas) del primer magnicidio de EEUU.

Autor: VÍCTOR ÚCAR.

Fuente: El Mundo, 15/04/2015.

La noche del 14 de abril de 1865, Lincoln acudió a la representación Nuestro primo americano en el Teatro Ford de Washington acompañado por su esposa, el comandante Rathbone y su novia Clara Harris. De forma paralela, alguien había tramado aproximarse al palco presidencial para ejecutar una conspiración contra el hombre que había abolido la esclavitud. Su nombre John Wilkes Booth, un actor simpatizante de la causa confederada que pasaría a la Historia por llevar a cabo el asesinato de Abraham Lincoln. Durante los días que siguieron al magnicidio, Booth se convirtió en el hombre más buscado de Norteamérica.

Los hechos de una noche fatídica

Son muchas las incógnitas que todavía existen sobre lo que ocurrió ese 14 de abril de 1865. Mucho se ha escrito y con discursos variados. Uno de los relatos que más éxito ha tenido en la sociedad estadounidense lo escribieron el periodista y popular presentador de la Fox Bill O’Reilly y el historiador Martin Dugard: Matar a Lincoln, una obra que después el canal de televisión National Geographic adaptó en un documental televisivo a cargo de Ridley Scott.

La función estaba a punto de concluir, pero con un final que solo Booth y los conspiradores conocían

Según el relato de O’Reilly, en el momento del suceso, el escolta del presidente se encontraba en el bar, en lugar de estar protegiendo el acceso al palco presidencial. Tan solo un botones de la Casa Blanca -no armado- montaba guardia en la puerta. Booth entregó su tarjeta de visita y cruzó el umbral sin que nadie le hiciese ninguna pregunta.

La función teatral estaba a punto de terminar, pero con un final que solo Booth y los conspiradores esperaban. Tenían todo bajo su control. Conocían el Teatro Ford a la perfección, y habían comprobado todas las salidas, siguiendo un plan que les permitirá escapar tras ejecutar su misión. El reloj marcaba ya las 22:15. Había llegado la hora. Solo faltaba que el personaje de Harry Hawk, Asa Trenchard, pronunciase su frase «vieja busca-maridos». En ese instante todo habría acabado.

Booth sacó entonces, según O’Reilly, una Deringer cargada del bolsillo del abrigo, la empuñó con la mano derecha y con la izquierda desenfundó un largo y afilado cuchillo. Respiró hondo y abrió la puerta con la mano que sujetaba el cuchillo. Nadie sabía que estaba allí. «Vieja busca-maridos», se escuchó en el teatro. La frase hizo que el público comenzara a reírse a carcajadas. En ese instante, mientras Lincoln se inclinaba hacia adelante y miraba a la izquierda de la audiencia, una bala se introducía en su cráneo, provocando que el cuerpo del presidente se derrumbara hacia delante en su mecedora.

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¿Existe el nacionalismo español?

 

EVA VÁZQUEZ

Fuente: El País. 10 MAR 2015

Autor: Francesc de Carreras.

Mi viejo y querido amigo Luis Feduchi me reprochó hace unos meses que en mis artículos sólo tratara del nacionalismo catalán y muy poco, o nada, del español. Le prometí escribir sobre el tema. Ahí va el artículo, Luis.

Aclaremos el punto de partida. Nacionalismo deriva de nación, pero no de cualquier concepto de nación sino, al menos en el contexto europeo moderno, de uno específico: del concepto de nación identitaria (o cultural), muy distinto al de nación jurídica (o política).

Sin entrar en complejas disquisiciones, entendemos por nación identitaria aquella comunidad cuyo vínculo de unión entre las personas que la componen está basado en un sentimiento de pertenencia debido a compartir ciertos rasgos peculiares que condicionan o determinan su personalidad individual. Estos rasgos, de naturaleza más o menos objetiva, suelen ser una lengua, una religión, una raza, un pasado histórico común, una cultura, un territorio o unas arraigadas costumbres. Se considera que tales rasgos —todos, algunos o solo uno de ellos— confieren una identidad colectiva nacional que genera una corriente de afecto mutuo y de solidaridad entre sus miembros, capaz de crear una sociedad diferenciada respecto de su entorno.

Muy distinto es el concepto de nación jurídica (también denominada nación política). Desde esta perspectiva, la nación está formada por un conjunto de personas libres e iguales en derechos, es decir, por ciudadanos, que residen en un determinado territorio y cuyo vínculo de unión es una Constitución elaborada y aprobada por ellos mismos o por sus representantes. Su función consiste en delimitar el ámbito de libertad de estos ciudadanos mediante normas jurídicas y garantizarlo mediante órganos institucionales. A este conjunto de normas y órganos le denominamos Estado de Derecho y, si asegura la igual libertad de todos, le añadimos los calificativos de democrático y social.

 

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