Mi abuelo era nazi: por eso tengo claro por qué necesitamos a la Unión Europea

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Adolf Hitler en 1931, a la salida de la sede del partido Nazi en Munich (Alemania). FLICKR

Autor: Matthias Bergmann
Fuente: eldiario.es, 23/02/2019

Hasta el día de su muerte, a principios de los noventa, mi abuelo fue un nazi convencido. La mayoría de sus hermanos mayores murieron de golpe una noche de la Primera Guerra Mundial, durante la batalla de Hartmannsweilerkopf y él pasó la mayor parte de los años veinte sin empleo, en una Alemania de entreguerras terriblemente traumatizada y caracterizada por los delirios de grandeza y el odio hacia los extranjeros, los judíos y la democracia.

Mi abuelo se afilió muy pronto al partido nazi. En 1940 se ofreció voluntario para luchar y llegó a sargento mayor de la Wehrmacht. En el frente oriental dirigió una unidad de lucha contra la insurgencia y participó en la toma de Kiev. Creemos que participó en la masacre de Babi Yar de septiembre de 1941, durante la que más de 33.000 judíos de Kiev fueron asesinados a tiros.

Mi abuelo siempre despotricó contra los judíos, los franceses y la pérfida Albion. Nunca volvió a salir de Alemania. Se ponía muy nervioso cada vez que estaba cerca de la frontera.

Por el otro lado, mi abuelo materno fue un maestro de Duisburg. Cuando le tocó ir a la guerra dejó en casa su cámara, su biblioteca, su esposa, sus dos hijos y toda esperanza de sobrevivir. Pasó tres años en el frente oriental. Sobrevivió, pero nunca volvió a interpretar música ni a sacar fotos. Era un hombre roto. Mi abuela pasó en Duisburg toda la guerra. En tres ocasiones, su casa recibió el impacto directo de las bombas. Hasta que falleció, el sonido de una sirena le hacía entrar en pánico.

Mi padre nació en 1944. Creció en un hogar nazi de posguerra pero comenzó pronto a leer y se unió a los Boy Scouts. Descubrió los derechos civiles y las ideas de la democracia y se convirtió en un socialdemócrata acérrimo, al que exasperaba cualquier cosa mínimamente de derechas. Mi madre nació en 1947 y le conoció en 1968 en la universidad. En una Alemania Occidental todavía marcada por la gran cantidad de nazis no arrepentidos, la participación en protestas antinazis fue la experiencia política definitoria de la pareja. Construyeron un hogar compuesto por cinco niños, lleno de música, libros, arte y el claro entendimiento de que ser alemán venía con la responsabilidad de ser prudentes con la política.

Durante mi infancia fui evacuado cuatro veces por bombas de la Segunda Guerra Mundial que no llegaron a estallar. De adulto, me volvió a ocurrir en otras dos ocasiones. En nuestros años escolares visitábamos Verdun [donde tuvo lugar una de las batallas más terribles de la Primera Guerra Mundial] y el campo de concentración de Bergen-Belsen. Además de Goethe, Schiller y Mann, leíamos ‘El diario de Ana Frank’ y ‘El Sistema de los Campos de Concentración alemanes’, de Eugen Kogon. Algunas veces pensábamos que nuestros maestros exageraban con su insistencia sobre el Tercer Reich.

En 1989 mis padres nos despertaron a todos para ver la retransmisión de la caída del Muro de Berlín. Sentados frente a la tele, tomamos nuestra primera copa de champán y vimos llorar a nuestros padres. Ese era el día en que la Segunda Guerra Mundial terminaba de verdad, me dijo mi padre. Y que nuestros amigos europeos lo habían hecho posible.

Tanto a mi como a mis cuatro hermanos nos enviaron al extranjero en muchas ocasiones. Aprendimos idiomas y siempre nos animaban a viajar por todas partes. Mi mejor amiga es una judía de Manhattan que vive en Noruega. Cada vez que voy a verla disfruto pensando en mi abuelo revolviéndose en su tumba.

Una Europa unida es nuestro legado. La Unión Europea no es un proyecto económico sino la defensora de la paz y la prosperidad en el continente. Si bien es cierto que la OTAN se encargó de asegurar que no hubiera conflictos en Europa Occidental, ha sido la UE, también en sus formas pasadas, la que ha construido la paz. Y lo ha hecho integrando, en una pacífica alianza de culturas, a naciones ligadas por unos valores y futuro en común.

Un país marcado por la identidad nacional

La imagen de mi padre jugando con mi sobrino me hace pensar en las tres generaciones consecutivas de alemanes que, por primera vez, han vivido una paz ininterrumpida. Nunca había pasado algo así. Quien quiera que haga peligrar esa estabilidad se va encontrar con una resistencia.

La diferencia más notable entre las experiencias formativas de mi abuelo y mi padre reside en la narración en torno a sus identidades nacionales. Para el primero, fue un relato de nacionalismo revanchista y autocompasivo, basado en el mito de la «puñalada trapera», que absolvía de responsabilidad por sus actos a los dirigentes y a toda la nación. La narración con la que creció mi padre fue de un realismo que había costado conseguir, basada en el reconocimiento de los crímenes y en la aceptación de la responsabilidad, con el liberalismo y la democracia como núcleo de la identidad.

Esa identidad nacional moderna no es un complejo de culpabilidad sino el entendimiento de que identificarse como alemán requiere reconocer nuestra historia en su integridad. Identificarse sacando pecho con las victorias en el Mundial de Fútbol no sirve si no somos también cuidadosos en tener presente nuestro belicismo histórico. Asimismo, sentir responsabilidad por esos crímenes sólo tiene sentido cuando se combina con una orgullosa identificación con logros como el de la participación de Alemania en la formación de la Unión Europea.

La UE de hoy es la culminación de décadas de paz y de integración política. Lejos de ser perfecta, sigue siendo la única forma de integración internacional y democrática exitosa. En un mundo globalizado, otorga un grado incomparable de libertad y estabilidad a sus ciudadanos y refuerza a los Estados nación con el respaldo económico y político de sus miembros.

En los últimos años, una ola de partidos de extrema derecha ha irrumpido en la política de los Estados miembro, desde los Demócratas Suecos hasta la AfD de Alemania o el Frente Nacional de Francia. Ahora es cuando empiezo a pensar que el interés de nuestros profesores en hablarnos del Tercer Reich tal vez no era tan exagerado.

Combinada con décadas de una retórica antieuropea a la que casi nadie hizo frente, esta oleada de la extrema derecha ha sido determinante en el Brexit del Reino Unido. Un debate del Brexit no fundamentado en hechos (por no decir contrario a los hechos), con los extremistas aumentando y los moderados sin lograr nada, representa un aterrador paralelismo con la infructuosa lucha que libró la República de Weimar contra el extremismo.

No es la única lección. El Brexit también exige de la Unión Europea que se proteja a sí misma y a los Estados miembro de los riesgos que puedan correr sus instituciones y procesos políticos. Poner en peligro los logros políticos fundamentales por satisfacer intereses económicos sería el colmo de la irresponsabilidad política.

La única forma de construir un futuro europeo común, que reconozca nuestro pasado fracturado y marque nuestro camino colectivo, es mediante un proceso conjunto, basado en normas y responsabilidades. Dejar la Unión Europea significa dejar atrás ese proceso conjunto y una identidad construida en torno a la consolidación de la paz. Es triste. Aún peor que eso, es aterrador.

Traducido por Francisco de Zárate

La Guerra de Corea, el conflicto olvidado que nunca acabó.

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Autor: Dave Meler.

Fuente: queaprendemoshoy.com, 15/03/2018

 

El conflicto entre las fuerzas capitalistas y las fuerzas comunistas, durante la Guerra de Corea, escenificó a la perfección la rivalidad soviético-estadounidense durante la Guerra Fría y según muchos historiadores, perfiló el escenario político que vivimos hoy en día.

Sabías que… la Guerra de Corea a menudo ha sido llamada la “Guerra olvidada” en los Estados Unidos, ya que la cobertura del conflicto fue censurada y su memoria ha quedado ensombrecida por conflictos como la Segunda Guerra Mundial o la Guerra de Vietnam.

EL DETONANTE LA GUERRA DE COREA

El conflicto militar no podría entenderse adecuadamente sin considerar su contexto histórico. La península de Corea, había sido colonia japonesa desde 1910 hasta 1945, y fue ocupada por los Estados Unidos y la Unión Soviética al final de la Segunda Guerra Mundial. Cuando se propuso dividir temporalmente el país a lo largo del paralelo 38 para repartir la esfera de influencia en la península.

 “Una Corea dividida fue algo sin precedentes“.

Charles K. Armstrongprofesor de historia coreana en la Univ. de Columbia.

En 1948, la administración sureña anticomunista respaldada por los Estados Unidos, con sede en Seúl, se declaró a sí misma como la República de Corea. Y poco después, la administración del norte comunista respaldada por los soviéticos, con sede en Pyongyang, se declaró la República Popular Democrática de Corea. La inestabilidad fue constante, las escaramuzas fronterizas frecuentes y ambos bandos rechazaban la legitimidad del otro. Hasta que en el 25 de Junio de 1950 las fuerzas comunistas del norte cruzaron el paralelo 38 con la intención de ocupar el resto de la península e implantar una república comunista única.

BANDOS CONFRONTADOS

La guerra enfrentó básicamente a Corea del Sur y los Estados Unidos, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, contra Corea del Norte y China. Aunque otras naciones, en menor medida, también aportaron tropas. La Unión Soviética fue el apoyo principal de Corea del Norte al comienzo de la guerra, aportando armas, tanques y asesoramiento estratégico. Pero, pronto, China emergió como su aliado principal, enviando soldados para luchar en Corea, asegurándose así de mantener el conflicto lejos de su frontera.

En cierto sentido, esta fue la primera y única guerra entre China y Estados Unidos, hasta ahora

Bruce CumingsProfesor de Historia en la Univ. de Chicago.

EFECTOS DEVASTADORES

Corea del Norte fue arrasada. Hoy en día los norcoreanos consideran el bombardeo estadounidense como un Holocausto“.

Prof. Asmtrong

EL FIN DEL CONFLICTO

Técnicamente, la Guerra de Corea no terminó nunca. La lucha armada llegó a su fin en 1953, cuando Corea del Norte, China y los Estados Unidos firmaron un armisticio. Y la creación de una zona desmilitarizada de 4km de ancho a lo largo del paralelo 38. Pero Corea del Sur nunca aceptó el armisticio, y nunca se ha firmado un tratado de paz formal. Ni Corea del Norte ni Corea del Sur habían logrado su objetivo: la destrucción del régimen opuesto y la reunificación de la península dividida.

Sus generales siguen luchando en una guerra que para ellos nunca a acabado. Desde 1953 ambas Coreas han convivido en una situación incómoda bajo la supervisión de más de 20,000 soldados estadounidenses y fuerzas de la ONU.

Revolución cubana: 3 éxitos y 3 fracasos del movimiento que inició Fidel Castro hace 60 años.

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La revolución cubana comenzó el 1 de enero de 1959 tras la huida del entonces gobernante de facto, Fulgencio Batista.

Autor: Lioman Lima

Fuente: BBC. 01/01/2019.

Cuando la Revolución cubana comenzó, todavía Dwight Eisenhower era presidente de Estados Unidos, Adolfo López Mateos gobernaba México y la Unión Soviética era la segunda potencia del mundo.

Sesenta años después, Eisenhower, López Mateo y la URSS son apenas recuerdos en libros de historia, pero el proceso que inició Fidel Castro en la mayor isla del Caribe, todavía sigue dando de qué hablar y sembrando simpatías y detractores a lo largo del mundo.

No habrá grandes celebraciones en la isla por este aniversario cerrado en el que, por primera vez en décadas, no gobierna alguien de apellido Castro un 1 de enero.

Para los admiradores de la Revolución cubana, la fecha marca una jornada simbólica: por más de medio siglo Cuba ha sido el símbolo de la resistencia ante Estados Unidos, el icono de la soberanía política latinoamericana y la esperanza de un modelo alternativo para el caótico orden mundial.

Para sus detractores, la fecha marca un año más de perpetuación en el poder de un grupo que, en su criterio, ha coartado las libertades y los derechos de un pueblo y lo han sumido en la pobreza, la crisis y «uno de los mayores exilios de la historia».

En BBC Mundo repasamos 3 grandes logros y 3 grandes fracasos de ese movimiento político que ha marcado la historia de Cuba -y de América Latina- en los últimos 60 años.

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Logros

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Salud

A través de los años, uno de los elogios más reiterativos que consigue la isla en casi cualquier escenario es su sistema de salud, público y universal, que la ubica como un referente frente a la mayoría de naciones de Latinoamérica.

«Los éxitos de Cuba en materia de salud son reconocidos mundialmente y dan cuenta de un nivel de compromiso consecuente y sistemático con el desarrollo de la salud por parte de las más altas autoridades de ese país desde 1959″, señala la Organización Mundial de la Salud a BBC Mundo.

Esa institución destaca, entre otros, la colaboración médica de la isla en otras naciones, la baja mortalidad infantil y el hecho de que, recientemente, se convirtió en el primer lugar del mundo en eliminar la transmisión materno-infantil del VIH/Sida y la sífilis congénita.

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Derechos de autor de la imagenAFP Image caption Cuba también ha creado institutos de investigación científica que son referentes internacionales, como el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología.

Es importante señalar que ya antes de la Revolución, en 1957, Cuba ocupaba el primer lugar de la región con menor mortalidad infantil y con mayor número de médicos y camas en los hospitales por habitantes, cifras que todavía ostenta.

En las últimas dos décadas el servicio médico en Cuba se ha deteriorado dada la falta de medicinas, equipos médicos y las deficiencias estructurales severas en varias instituciones hospitalarias.

El gobierno cubano lo atribuye a las sanciones económicas impuestas por el gobierno de Estados Unidos por casi 60 años.

«Más allá de las críticas que puedan hacérsele, la revolución hizo posible la salud para miles personas y eso es un hecho«, asegura a BBC Mundo el politólogo cubano Carlos Alzugaray.

Educación

60 años después del triunfo de Fidel Castro, el país ha erradicado prácticamente el analfabetismo, cuenta con un sistema de educación público que abarcatodas las enseñanzas y ha creado modelos educativos que se han utilizado en el resto de Latinoamérica.

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Image caption En Cuba la educación, la salud y el deporte son derechos de la población.

«Antes de la revolución, si bien el analfabetismo en la ciudad era del 11%, en el campo era del 40%. Eso es algo que con la revolución se solucionó. Se eliminó además la educación privada y se hizo accesible para toda la población», cuenta Mesa-Lago a BBC Mundo.

Mark Brenner, especialista en Cuba de la American University, señala que el modelo educativo de la isla es un referente en la región y ha logrado formar por generaciones a una de las poblaciones más preparadas académicamente de América Latina.

Sin embargo Sebastián Arcos, director del Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad Internacional de Florida, cuestiona que el acceso a ciertos niveles de enseñanza se limita a la condición de «ser revolucionario» y recuerda casos de expulsiones de estudiantes por expresar criterios contrarios a los del gobierno o- hace unas décadas- por ser homosexuales o tener el pelo largo.

«Es un país donde las escuelas se utilizan para adoctrinar a la gente desde muy jóvenes y donde se ponen los valores comunistas por encima de los valores de la enseñanza«, le dice a BBC Mundo.

Seguridad

Un hecho que para muchos escapa en la cotidianidad de la isla es que, según varios organismos internacionales -e, incluso, según ha reconocido en decenas de alertas de viajes el Departamento de Estado de EE.UU.- Cuba es uno de los países más seguros de Latinoamérica y el Caribe.

Estadísticas de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen muestran que la tasa de homicidios en la isla entre 2012 y 2016 fue de 4,99 por cada 100.000 habitantes, lo que la convierte en el segundo país más seguro de la región, solo superado por Chile.

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Image caption En Cuba es muy común ver policías patrullando calles o cuidando esquinas. En La Habana hay un sistema de cámaras de vigilancia en varios barrios.

El portal Data World, que compila datos oficiales, la ubicó por años como el lugar más seguro para visitar por estadounidenses, en comparación con otros destinos turísticos populares cercanos a EE.UU.

Arcos, aunque reconoce los altos niveles de seguridad en la isla, considera que estos se deben al «sistema represivo, de vigilancia y control» que ha establecido el gobierno cubano.

«Es un estado policiaco, dedicado a la seguridad y al control de las personas. Han creado mecanismos para que la gente tenga miedo y han llegado a hacer que casi todos los cubanos sientan que son vigilados o que alguien les escucha cuando hablan por teléfono», sostiene.

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Fracasos

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Economía

Casi todos los expertos consultados por BBC Mundo coinciden en calificar a la economía como el mayor fiasco del proceso iniciado por Fidel Castro en 1959.

«Yo diría que es la gran falencia o lo que quedó pendiente de esos 60 años y es que todavía no se ha alcanzado esa sociedad próspera y sostenible que se planteó alguna vez, lo que significa que todavía haya muchos asuntos pendientes en materia de vivienda, en materia de alcanzar niveles de vida aceptables para todo el mundo», opina Alzugaray.

El economista cubano Mauricio De Miranda Parrondo, profesor de la Universidad Javeriana de Cali, considera que un error fundamental en este sentido fue «el desconocimiento de las leyes de la economía» por parte del gobierno.

«La dirección cubana pecó de excesivo idealismo y de voluntarismo en la conducción de la economía. Siempre se priorizó la razón política y el mantenimiento del poder sobre la razón económica, explica a BBC Mundo.

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Image caption ara sus críticos, la revolución cubana no ha logrado ofrecer la sociedad que prometió.

Mesa-Lago, destaca, no obstante, que pese a la crisis económica sostenida que vive, Cuba ha logrado continuar creciendo (aunque sea en números muy pequeños) y que realizó una transformación económica en la que pasó de ser una economía dependiente del azúcar a otra dependiente de los servicios.

«Pero no ha logrado un cambio estructural que permita tener ese crecimiento económico sostenido del que han estado hablando desde decenios y que le permita recuperar los estándares de vida que tenía cuando todavía vivía del dinero de la Unión Soviética», comenta.

Derechos humanos

Es uno de los temas más peliagudos y de los que más controversia generan entre quienes apoyan o critican la Revolución cubana.

A través de los años, organizamos internacionales y críticos del gobierno han denunciado lo que consideran violaciones sistemáticas de los derechos humanos en la isla, que van desde la falta de libertad de prensa hasta el encarcelamiento o la persecución de opositores políticos, algo que el gobierno y sus seguidores niegan.

En septiembre pasado, en su informe anual, el secretario general de Naciones Unidas incluyó nuevamente a Cuba entre los países que toman «represalias vergonzosas» contra quienes defienden los derechos humanos.

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Image captionUn grupo de mujeres opositaras, llamadas Damas de Blanco (una de ellas, en el centro de la foto), aseguran ser víctimas frecuentes de represión por parte de la policía de Cuba.

Otras organizaciones, como Amnistía Internacional o Human Right Watch también publican periódicamente informes en los que cuestionan el estado de los derechos humanos en la isla.

«Por 60 años se han dedicado a callar, a encerrar u obligar a salir del país a todo el que piense diferente«, opina Arcos.

El gobierno cubano asegura, por su parte, que pocas naciones del mundo respetan los derechos humanos como ellos y tilda a los opositores de ser «mercenarios» al servicio de Estados Unidos.

Brenner considera que al hablar de derechos humanos en la isla se debe tener en cuenta «las fuertes presiones» que ha vivido por parte de Washington, que, en su criterio, llevaron al gobierno de La Habana a sobreestimar la amenaza y a que varios derechos sucumbieran ante la aspiración de mantener a flote el sistema.

«La Declaración Universal de los Derechos Humanos tiene tres componentes: derechos políticos, sociales y económicos. Y el gobierno cubano han enfatizado en los derechos sociales y económicos, pero se han dado de lado los derechos políticos,» sostiene.

«El hombre nuevo»

En el paradigma del «hombre nuevo», el ideal de Ernesto «Che» Guevara de crear un nuevo sistema de relaciones humanas, muchos críticos ven el resumen de una serie de fiascos de todo tipo que han impactado en las esencias del cubano de a pie y que han llevado a algunos a notar una falta de compromiso con el país y su futuro.

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Image caption Los críticos de la revolución señalan que no fue capaz de crear una sociedad que comprometa a sus jóvenes con el futuro de la isla.

«¿Cuál es el resultado 60 años después? ¿Un país del que se calcula que han emigrado más de 3 millones de personas, que está devastado, con las familias separadas, con una economía que no funciona, con jóvenes que solo quieren irse a otro lugar? ¿Cuál ha sido el impacto en el ser humano? Pues algo catastrófico», opina Arcos.

Alzugaray, por su parte, si bien reconoce que del «hombre nuevo» no queda nada, considera que, pese a todo, aún existen notables niveles de apoyo hacia la revolución.

«No la apoyan igual que hace 60 años, porque lógicamente ha pasado el tiempo y se han presentado muchas dificultades y la gente se ha sacrificado mucho, pero yo diría que las cuotas de participación son altas», comenta.

En criterio de Brenner, su percepción tras más de 44 años viajando a la isla, es que la gente allí «está muy decepcionada» de no tener la oportunidad de colmar sus aspiraciones personales en su propio país.

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Image caption Para muchos cubanos, emigrar es una aspiración.

«Son personas con una gran capacidad y una gran preparación, pero no tienen oportunidad de ejercerlas en empleos que los hagan sentir satisfechos. Tienen una tremenda creatividad, pero muy pocos espacios donde puedan ponerla en práctica», señala.

El experto considera que se trata de una realidad «muy complicada», porque el nuevo presidente «no parece capaz de producir algo dramáticamente diferente y no veo que haya planes tampoco de hacerlo».

«Creo que es un punto muy crítico en la historia de la revolución: hay un liderazgo nuevo, pero no hay un plan nuevo para alcanzar, al menos parcialmente, lo que aspiran a alcanzar o para ofrecerle a la gente algo mejor de lo que han tenido hasta ahora», sostiene.

Quién era Leopoldo II, el rey belga que fue «dueño» de un trozo de África en el que se cometieron los peores abusos.

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Leopoldo II se declaraba «propietario» del Congo.

Autor-Fuente: BBC. 22/12/2018

Si el próximo domingo 30 de diciembre se logran celebrar las elecciones presidenciales previstas en la República Democrática de Congo (RDC) y después todo sale bien, ese país vivirá su primera transición democrática del poder en su historia.

No será un logro menor. Desde que se independizó de Bélgica en 1960, todos los cambios en el poder en ese país se dieron por la vía violenta.

El primer presidente del país, Joseph Kasa-Vubu, fue derrocado en un golpe de Estado en 1965 por el general Mobutu Sese Seko, quien gobernó hasta 1997, cuando fue desplazado del poder por Laurent-Désiré Kabila.

Este murió asesinado en 2001 a manos de uno de sus guardaespaldas y fue sustituido en la presidencia por su hijo Joseph Kabila, quien debía entregar el poder a un nuevo mandatario que debía ser elegido en 2016 en unos comicios que fueron postergados hasta ahora.

Pero si esta parte de la historia de la RDC parece rocambolesca y traumática, más aún lo fue su creación como país y su pasado colonial cuando estuvo bajo el mando del rey belga Leopoldo II.

«De los europeos que luchaban para hacerse con el control de África a finales del siglo XIX, se puede decir que el rey belga Leopoldo II dejó el mayor y más horrible legado de todos«, escribió en 2004 Mark Dummet, excorresponsal de la BBC en Kinshasa, en una nota sobre el monarca.

«Mientras las grandes potencias competían por conseguir territorios en otros lugares, el rey de uno de los países más pequeños de Europa esculpió su propia colonia privada de 100 kilómetros cuadrados en la selva tropical centroafricana», agregó Dummet.

Leopoldo II extendió sus dominios hasta controlar un territorio equivalente a 60 veces el tamaño de Bélgica.

Pero no sería tanto el tamaño de esas posesiones sino lo que allí ocurriría y las condiciones en las que sucedió lo que marcaría su legado.

Colonia privada

Leopoldo II, quien reinó en Bélgica entre 1865 y 1909, buscó convertir su pequeño país en una potencia imperial para lo cual lideró los esfuerzos para desarrollar la cuenca del río Congo.

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.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES. Image caption. Poco antes de morir, Leopoldo II entregó a Bélgica la administración de los territorios en el Congo
 

Argumentando su deseo de llevar a los nativos africanos los beneficios del cristianismo, de la civilización occidental y del comercio, el monarca convenció a las potencias euroasiáticas de permitirle tomar el control de esa extensa región a través de una organización que llamó Asociación Internacional Africana y que en 1885 transformó en el Estado Libre del Congo.

Esta institución privada no estaba vinculada con el estado belga sino que dependía directamente del monarca, quien se presentaba como su «propietario». Era la única colonia privada del mundo.

Pero detrás del discurso filantrópico de Leopoldo II había un gran interés en hacerse con las grandes riquezas del territorio.

Primero, del marfil, que era inmensamente apreciado en la época previa a la creación del plástico por ser un material que podía ser utilizado para crear infinidad de piezas, desde estatuillas hasta teclas de piano pasando por piezas de joyería y dientes falsos.

De allí surgió la mayor parte de la riqueza obtenida por el monarca durante los primeros años del Estado Libre del Congo. Los abusos y las extremas condiciones a las que eran sometidos los nativos africanos allí para obtener este preciado material fueron retratados por el escritor británico de origen polaco Joseph Conrad en su novela «El corazón en las tinieblas».

Manos mutiladas

Gradualmente, el interés por el marfil fue desplazado por la fiebre del caucho, cuando en la década de 1890 su uso se disparó para producir ruedas de bicicletas y de autos, para recubrir cables así como para fabricar cintas de transporte para automatizar el trabajo en las fábricas.

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Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES Image captionA inicios del siglo XX crecieron las críticas hacia lo que ocurría en el Estado Libre del Congo.

El negocio del caucho tenía sus complejidades, pues la materia prima se extrae de un árbol que tarda muchos años en crecer, por lo cual quienes controlaran territorios con abundancia de estos árboles tenían una fortuna entre sus manos. Y el Estado Libre del Congo tenía muchos de ellos.

También abundan los relatos sobre la crudeza con la que se explotaba este material en los territorios controlados por Leopoldo II.

«Él convirtió su ‘Estado Libre del Congo’ en un campo de trabajo masivo, hizo una fortuna para símismo con la recolección del caucho y contribuyó en gran medida a la muerte de quizá unos 10 millones de inocentes«, señaló Dummet.

La cifra de las posibles víctimas es controvertida.

En 1998, el historiador estadounidense Adam Hochschild publicó un libro en el que Leopoldo II quedaba señalado como el responsable de una suerte de holocausto africano, que superaría en cantidad de víctimas al número de judíos muertos a manos de la Alemania nazi.

En Bélgica, algunos expertos rechazaron las conclusiones del polémico texto. «Ocurrieron cosas terribles, pero Hochschild está exagerando. Es absurdo decir que murieron tantos millones«, le dijo entonces Jean Stengers, un historiador especializado en la época de Leopoldo II, al diario británico The Guardian.

Stengers reconoció que la población del Congo mermó de forma dramática durante los 30 años siguientes a la toma de control de ese territorio por parte de Leopoldo II, pero advirtió que era imposible saber cuántas víctimas hubo pues nadie sabía cuántas personas habitaban allí en ese momento.

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Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES Image captionEn los jardines del Palacio Real de Laeken, Leopoldo II ordenó construir este invernadero para celebrar la adquisición del Congo.

En lo que sí hay coincidencia entre los estudiosos fue en los métodos brutales utilizados por los representantes de Leopoldo II para obligar a la población nativa a explotar el caucho.

El Estado Libre del Congo estaba controlado por un ejército privado de unos 19.000 hombres conocido como Fuerza Pública.

Miembros de esta organización aterrorizaban a las poblaciones nativas para obligarlas a trabajar.

El método era el siguiente: entraban en una aldea por la fuerza, tomaban a las mujeres y a las niñas como rehenes y ordenaban a los hombres adentrarse en la selva para recolectar una cuota determinada de caucho.

Mientras los hombres cumplían con la tarea impuesta para salvar a sus esposas e hijas, estas morían de hambre o eran sometidas a abusos sexuales.

Además, quienes no fueran capaces de completar la cuota que les había sido impuesta estaban amenazados con la amputación de una de sus manos o de las de alguno de sus hijos.

Este castigo también era una práctica habitual por otros motivos. Los miembros de la Fuerza Pública tenían que demostrar que no «malgastaban» las balas de las que disponían, pues estas debían ahorrarse para ser usadas en caso de un motín.

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Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES Image captionAunque rigió sobre el destino de millones de personas en Congo, Leopoldo II nunca visitó ese territorio.

Entonces, por cada bala gastada se les exigía que presentaran la mano cortada a uno de los rebeldes muertos. Como resultado, cuando los soldados regresaban de una expedición para sofocar una revuelta traían consigo cestas repletas de manos cortadas.

Pero esta medida de «ahorro» también se prestaba a otros adicionales abusos. Así, cuando un soldado erraba el tiro o cuando simplemente usaba sus balas para jugar al tiro al blanco, en ocasiones le cortaba la mano a un nativo para poder justificarse ante su oficial a cargo.

La biógrafa británica de Leopoldo II, Barbara Emerson, asegura que el monarca se sintió consternado cuando escuchó sobre los terribles abusos que ocurrían en sus dominios africanos -los cuales, por cierto, nunca conoció personalmente. «Estos horrores deben terminar o me retiraré del Congo. No seré salpicado de sangre y lodo», le habría escrito a su secretario de Estado.

Sin embargo, también se refiere que comentó: «Cortar las manos. Es algo idiota. Yo les cortaría todo lo demás, pero no las manos. Eso es lo único que necesito en el Congo».

Un legado polémico

Durante la primera década del siglo XX se fueron acumulando las críticas en contra de los abusos que se cometían en el Estado Libre del Congo.

«Robo legalizado y ejecutado con el uso de la violencia», afirmó Dummet que era la forma como se describía en aquella época lo que ocurría en África bajo Leopoldo II.

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Algunos historiadores señalan que esas críticas eran, en parte, impulsadas por otras potencias coloniales europeas que buscaban desviar la atención de sus propios abusos.

En todo caso, la presión ejercida sobre el monarca derivó en la decisión de este de transferir en 1908 su «propiedad» en África a Bélgica, con lo cual el Estado Libre del Congo se convirtió en el Congo Belga.

Leopoldo II murió poco después, pero dentro de los proyectos que había dejado en marcha estaba la construcción del Museo Real de África, en las afueras de Bruselas, que se convirtió en el primer museo de Congo en el mundo.

Pensado, en parte, como un instrumento de propaganda sobre el proyecto colonial, esta institución fue reabierta a inicios de este mes luego de pasar cinco años cerrada en labores de adaptación de su colección a los nuevos tiempos.

Guido Gryseels, director general del museo, explicó en una entrevista concedida al diario The New York Times que parte del trabajo que hicieron tiene que ver con los esfuerzos para cambiar la visión positiva del colonialismo que ofrecía la institución.

«Generaciones enteras de belgas vinieron acá y recibieron el mensaje de que el colonialismo era algo bueno, de que trajimos civilización, bienestar y cultura al Congo», señaló.

Para combatir esa narrativa, el museo reorganizó la colección y colocó información que destaca los problemas causados por el colonialismo.

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Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES Image captionEl Museo de África, a las afueras de Bruselas, es parte del controvertido legado de Leopoldo II.

Pero ¿y qué hay del legado de Leopoldo II?

Mark Dummet, excorresponsal de la BBC en Kinshasa, señaló que el país nunca se había recuperado realmente de aquella experiencia colonial.

«Los soldados del Congo nunca se alejaron del rol que les atribuyó Leopoldo como una fuerza para ejercer la coerción, atormentar y violar a la población civil desarmada», apuntó en su texto de 2004.

Sin embargo, aquellos abusos al parecer sí tuvieron una consecuencia positiva aunque no buscada.

Según Dummet, la campaña para revelar lo que había ocurrido en el Estado Libre del Congo, liderada por el diplomático Roger Casement, se convirtió en el primer movimiento masivo moderno en defensa de los derechos humanos.

«La aparición de sucesores como Amnistía Internacional, Human Rights Watch o la organización con sede en Kinshasa Voix de San Voix (‘La voz de los que no tiene voz’) significa que en la actual República Democrática de Congo los abusos no pueden ocultarse por mucho tiempo», apuntó Dummet.

La dama de hierro del islam

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Autor: Jordi Joan Baños

Fuente: Muy Historia.

El asesinato de Benazir Bhutto, el 27 de diciembre de 2007, a la salida de un mitin en Rawalpindi sacudió Pakistán y apenó al resto del mundo. Con ella moría la primera mujer que ha gobernado un país musulmán y la mejor baza para que, en vísperas de elecciones, la sofocada democracia pakistaní se liberara de una vez por todas de la tutela militar. Desde entonces, su nombre viene precedido por el adjetivo de respeto ‘mohtarma’. Una señal de que el martirio de la hija y hermana de mártires, así como su entrada en la Historia, parecen haberla exculpado de todo pecado. Y esto, a pesar de que su figura y sus dos mandatos -ambos recortados por el presidente de turno, alegando corrupción y desgobierno- tengan tantas sombras como luces.

En cualquier caso, Benazir demostró inteligencia política –excesivamente pragmática para algunos– y contribuyó decisivamente a que el mayor partido de Pakistán sobreviviera contra viento y marea, a pesar de los intentos del ejército de debilitar e incluso desmantelar el sistema parlamentario de partidos. También hizo gala de un coraje extraordinario hasta la muerte, algo reconocido por sus propios detractores, que eran muchos, sobre todo entre el establishment, eufemismo usado en Pakistán para referirse al ejército y los servicios de inteligencia.

La animadversión arrancaba de lejos. Por lo menos, desde el derrocamiento y ajusticiamiento de su padre, Zulfikar Ali Bhutto, a finales de los setenta, por orden del general Zia ul-Haq. Porque si Benazir Bhutto es la figura política más destacada del Pakistán de los últimos veinte años, su padre, fundador del Partido Popular de Pakistán (PPP), lo es de su historia entera (con el permiso, claro está, de Mohammed Ali Jinnah, ideólogo y fundador en 1947 del Estado propio reclamado por muchos musulmanes indios). Las «democracias» del subcontinente indio han heredado una cultura política dinástica: en India, con los Nehru-Gandhi; en Bangladesh, con los archirrivales Sheikh y Zia; en Sri Lanka, con los Bandaranaike; y en Pakistán, con los Bhutto.

Infancia y primeros años

Benazir Bhutto fue la mayor de cuatro hermanos. Nació en 1953, y pasó su infancia y primera juventud en Karachi con temporadas en la casa solariega de Larkana, muy cerca de los yacimientos arqueológicos de Mohenjo-Daro. Su familia, de grandes terratenientes, estaba y está al frente de un clan que suma más de 100.000 personas en la provincia de Sind. Su bisabuelo ya fue un alto funcionario al servicio de los británicos; luego, su abuelo fue uno de los artífices de la separación de Sind respecto a la región de Bombay y posteriormente, como Jefe de Gobierno del Estado principesco de Junagadh, impulsó su adhesión a Pakistán (algo que sería desbaratado por el Ejército indio).

Cuando Benazir era niña, su padre, Zulfikar Ali Bhutto, se convirtió en Ministro de Exteriores con apenas 30 años. Tras servir durante largo tiempo al general Ayub Khan, Ali Bhutto se desvinculó del régimen militar en 1967 para fundar el PPP. Su fuerza política recogía por primera vez las aspiraciones de la mayoría silenciosa de la población, bajo la consigna de » pan, vestido y techo», lo que le llevó a ganar las elecciones de 1971 en la parte occidental del país. No obstante, en el lado oriental, los soberanistas bengalíes se hicieron con casi todos los escaños, lo que desembocó en la Guerra de Independencia de Bangladesh con apoyo militar indio. Aunque las culpas estaban repartidas, el ejército descargaría posteriormente en Ali Bhutto la responsabilidad de la mutilación del país, por el fracaso de las negociaciones que condujo. En honor a la verdad, el PPP no había logrado ningún diputado en Pakistán Oriental, con lo que la secesión de Bangladesh facilitó que Ali Bhutto se convirtiera en líder indiscutible de lo que quedaba de Pakistán.

Zulfikar Ali Bhutto fue nombrado presidente poco después. Una Benazir de apenas 18 años fue luego testigo de excepción de la Conferencia de Simla en la que su padre e Indira Gandhi firmaron el acuerdo de paz y la repatriación de los prisioneros pakistaníes.

Siguiendo el camino de su padre

Ali Bhutto ganaría luego las elecciones legislativas, alcanzando el cargo de primer ministro. No obstante, su fraude -seguramente innecesario- en las urnas en 1977 sirvió de excusa a ul-Haq para su derrocamiento y arresto. A esto se sumó luego la acusación de asesinato del padre de un rival político, utilizado como coartada legal para su ejecución en la horca.

El caso de Bangladesh no sería el primero en que el ejército pakistaní intentaría lavar un fiasco militar echando la culpa a los civiles. En la siguiente guerra con India, la de Kargil (Cachemira), conducida en 1999 por Pervez Musharraf, la retirada sería tapada por el general con un golpe de Estado en contra del entonces primer ministro, Nawaz Sharif. En su último libro, ‘Reconciliación’, Benazir Bhutto remonta a la época de la secesión de Bangladesh el inicio de la santa alianza entre la jerarquía militar y los partidos religiosos que iban a perseguir al PPP en el futuro. Una alianza revitalizada por el dictador ul-Haq, entre 1978 y 1988, y por Pervez Musharraf, entre 1999 y 2008.

En el fondo subyace la resistencia del ejército a perder la tutela que ha ejercido sobre Pakistán desde su sangrienta creación. Benazir Bhutto, en sus dos mandatos (1988-1990 y 1993-1996)tuvo que librar la misma pugna por afianzar el predominio del poder civil. Perdió la batalla dos veces, como también lo haría su dos veces sucesor, Nawaz Sharif, de la rival Liga Musulmana de Pakistán (PML-N). No en vano, el conflicto de Cachemira -cuya soberanía se disputan India y Pakistán- y el temor del país a ser balcanizado y absorbido por la India de la que procede, han servido al ejército para justificar su predominio en la vida pública. De este modo, durante gran parte de la historia de Pakistán, los gastos militares y el pago de la deuda externa han absorbido más de la mitad de los presupuestos.

“Para hacer la paz, se debe ser un líder sin intereses. Para hacer la paz, uno debe comprometerse”.

Como consecuencia, Pakistán es un Estado socialmente subdesarrollado donde la mitad de la población sigue siendo analfabeta. En el haber de Benazir Bhutto está el tratar de mitigar estos déficits, por ejemplo, con la construcción de miles de escuelas y con la electrificación y extensión de la red telefónica, así como con campañas a favor de la escolarización de las niñas y de la planificación familiar. Su acercamiento a la India de Rajiv Gandhi en 1989 pretendía liberar recursos militares para gastos sociales.

La prometedora complicidad generacional y cultural entre los dos, huérfanos de dos grandes pesos pesados de la política del subcontinente, y que incluía a sus respectivos cónyuges (Asif y Sonia), se fue al garete por la disolución del gobierno de Benazir y el asesinato de Rajiv. La reactivación de la rivalidad regional culminaría en las pruebas nucleares de India y Pakistán a finales de los noventa, bajo los gobiernos del PML-N y del nacionalismo hindú, respectivamente.

Problemas familiares

En la saga de los Bhutto, como en todas, hay conflictos familiares. La herencia política de Zulfikar Ali Bhutto, como si de una corona se tratara, ha sido disputada por varios miembros de la familia en distintos momentos, lo que ha provocado sangrías en el PPP. En un primer momento, Benazir tuvo que competir con su tío y, luego, con sus dos hermanos varones, con su propia madre -alineada con Murtaza-, con su cuñada… Nadie descarta que el joven Bilawal Bhutto, estudiante de Historia en Oxford, tenga que pelear en el futuro por la «legitimidad» sucesoria contra su prima escritora o contra el resto de sus primos. Aunque las hijas de su tío Shah Nawaz desaparecieron en un momento dado en Estados Unidos sin dejar rastro, supuestamente de la mano de sus abuelos afganos.

De ahí las prisas del viudo de Benazir, Asif Ali Zardari, por declarar a su hijo Bilawal Zardari –inmediatamente rebautizado como Bilawal Bhutto Zardari– como jefe del PPP pese a sus 19 años, a los pocos días del magnicidio. Hasta su madurez, quien ejerció de hombre fuerte del partido sea Ali Zardari. Pocos dudaban en Pakistán que su objetivo era el cargo de primer ministro que ocupó su esposa  durante cinco años.

La sombra de la corrupción

En aquella época se acuñó para Zardari el denigrante apelativo de Mister 10%, en referencia a su cobro de comisiones. Aunque algo hay de hipocresía en querer ver en el advenedizo Zardari un comisionista inmoral y en la heredera Bhutto una política sin tacha. Lo cierto es que el matrimonio fue objeto de persecución judicial tras cada pérdida del poder. Y aunque Benazir siempre habló de infundios con motivación política, tuvo que tragarse la cólera cuando se probó que su marido poseía una mansión en las afueras de Londres.

Su exilio en Dubái y Londres a partir de 1998 está directamente relacionado con dicha persecución judicial, que su marido no eludió, cumpliendo más de ocho años de cárcel. Y en el caso de sus fondos millonarios congelados en cuentas suizas, solo la muerte ha librado a Benazir de la investigación. En cambio, logró escapar en vida de los casos abiertos en Pakistán, graciosamente anulados en 2007 por el General Musharraf. Efectivamente, uno de los puntos de la negociación -patrocinada por EE UU y Gran Bretaña– entre Benazir y el General era una amnistía a los políticos por delitos y faltas no juzgadas anteriores a 1999. Una decisión hecha a medida para beneficiar a la pareja pero no a Nawaz Sharif, que había sido ya efectivamente juzgado y condenado. En cualquier caso, casi nadie en Pakistán duda de la corrupción de Bhutto y su marido.

Otra cosa es que esta corruptela sea la regla entre la clase política, militar y burocrática del subcontinente. La negociación que permitió que Benazir regresara de Dubái en 2007 barajaba otros puntos a su medida, pero que Musharraf se reservó como as en la manga de cara al futuro. Por ejemplo, la derogación de la ley -aprobada bajo los auspicios de Musharraf- que prohíbe que un ex-primer ministro pueda ser reelegido por segunda vez.

Bhutto

El rostro de Benazir Bhutto, que era una buena oradora, reapareció como invitada habitual en la BBC a un año de las elecciones legislativas previstas para finales de 2007, luego pospuestas hasta enero de 2008por el infame estado de excepción decretado por Musharraf y finalmente celebradas en febrero, por temor al voto de simpatía hacia el PPP tras el magnicidio. Había conseguido que el Reino Unido y EE UU apoyaran el retorno de Pakistán a un gobierno civil, mediante un pacto entre el régimen militar de Musharraf y el PPP de Benazir Bhutto. No obstante, el pactismo de Benazir con un dictador cuya popularidad caía en picado sembró el desconcierto entre sus filas. El electorado premió, en cambio, el regreso teóricamente sin condiciones de Nawaz Sharif y es difícil predecir cuál hubiera sido el resultado del PPP sin el martirio de su carismática líder.

Todavía más improbable parece que el nuevo hombre fuerte del PPP, Asif Ali Zardari -que hasta ser contratado por su esposa Benazir Bhutto como Ministro de Medio Ambiente había sido más conocido como playboy, jugador de polo y hombre de negocios– dé algo a la imprenta, por mucho que sea un hombre de coraje y acción. Cabe recordar que, ya con 34 años, Benazir la feministadecidió casarse con el hijo de un terrateniente político del ANP, partido también antidictatorial y jefe de un clan baluchi establecido en Sind desde hacía siglos, no por amor, sino aceptando el matrimonio concertado por su tía y su madre. Se defendió diciendo que su vida estaba bajo una lupa por ser quien era y no podía permitirse devaneos ni romances. Pero en las memorias de Benazir, su época más feliz parece ser la de estudiante de Políticas en Harvard (EE UU) -donde se uniría a las campañas contra la Guerra del Vietnam– y Oxford, donde su elocuencia la convertiría en líder estudiantil. Conservó amistades occidentales de dicha época hasta el final.

Seguidores

Entre el poder y la prisión

Luego, la política activa la llevó de forma intermitente de la cárcel al palacio de gobierno, de la persecución judicial a la mesa de los poderosos del mundo y del exilio a los regresos más apoteósicos. En sus memorias ocupan menos espacio sus años de gobierno que los de arresto domiciliario y cárcelmientras su padre estaba en el corredor de la muerte y con posterioridad, o que los periodos de exilio. Recuerda como una fiesta, por ejemplo, el día que ul-Haq le permitió salir de su lóbrego calabozo para asistir a la boda de su hermana Sanam.

En sus memorias, Benazir también se extiende sobre su primer exilio, que culminó en 1986 con su multitudinario recibimiento en Lahore y su enfrentamiento con el ejecutor de su padre, Zia ul-Haq. En aquel entonces, los soviéticos ya habían decidido poner los pies en polvorosa de Afganistán, por lo que la democracia volvía a tener una oportunidad en Pakistán. Un ul-Haq nervioso se echó atrás en su convocatoria de elecciones, las pospuso, defendió que fueran no partidistas… y las convocó finalmente para el día que sus espías habían previsto que Benazir daría a luz a Bilawal. Pero la embarazada había engañado a todo el mundo sobre sus meses de gestación.

Entre tanto, un misterioso accidente de avión acabó con la vida de ul-Haq (y del embajador norteamericano) y dejó las puertas expeditas para elecciones libres. Benazir trajo al mundo a su heredero y aún le sobró un mes para hacer campaña en unos comicios en los que arrollaría y haría historia. Aunque más por ser la primera Jefa de Gobierno musulmana que por los resultados efectivos de su gestión. Eso sí, tanto en su primer mandato, como sobre todo, en el segundo, consiguió multiplicar las inversiones extranjeras y crear empleo, además de aumentar las políticas destinadas a la mujer.

Benazir no sólo libró a lo largo de su vida una guerra de declaraciones contra el establishment militarsino también otra, más silenciosa, dentro de su propia familia. Un enfrentamiento que llegó a su cénit cuando Murtaza, el hermano de Benazir, denunció al marido de esta por corrupción. Cabe recordar que, a principios de los ochenta, los dos hermanos de Benazir (Murtaza y Shah Nawaz) dirigían desde el Afganistán ocupado por los soviéticos una organización armada dedicada a derrocar la dictadura de Zia ul-Haq. De ahí que el general ul-Haq sostuviera durante mucho tiempo que Benazir y no sus hermanos era la jefa de una organización terrorista que, por cierto, llegó a secuestrar un avión.

Benazir, en su libro ‘Daughter of the East’, dedica muchísimas páginas a la misteriosa muerte de su hermano menor Shah Nawaz en la Costa Azul francesa, coincidiendo con su visita y la de su madre. La política no descarta que fuera un suicidio con veneno, pero deja abiertas las teorías conspirativas. La esposa de Shah -los dos hermanos Bhutto se casaron en Afganistán con dos hermanas-, de la que este se quería divorciar, no sale bien parada en su relato y, en realidad, fue investigada. Benazir, que prodiga los elogios a su «hermano favorito», es parca con su otro hermano cuyo asesinato liquida en apenas cuatro líneas. No en vano, Murtaza Bhutto fue asesinado por una veintena de policías apostados frente a la puerta de la casa familiar en Karachi, mientras Benazir era primera ministra. Las acusaciones cayeron de inmediato sobre el marido de Benazir. Cuando esta perdió el poder Zardari ingresó en la cárcel, donde su salud se deterioró a pesar de que su implicación nunca fue probada.

Mientras su progenitor fue un intelectual, autor de más de veinte librosBenazir no escribió ninguno de sus tres libros sin la ayuda de su padre (el primero) o de periodistas (los dos siguientes). El último e involuntariamente póstumo, ‘Reconciliation. Islam, democracy & the west’, parece tener como primer objetivo ganarse el favor de Estados Unidos y Reino Unido para su regreso a la jefatura de gobierno. En él, Benazir Bhutto parece haber aprendido la lección de sus dos defenestraciones y llega a la conclusión definitiva de que solo apareciendo más cercana a los intereses centrales de Washington que los propios uniformados tiene opciones de alcanzar el poder y mantenerlo.

Pero, a pesar de su apoyo a la sangrienta toma de la fundamentalista Mezquita Roja de Islamabad (108 muertos reconocidos) y sus ataques a la talibanización del país bajo Musharraf, nunca se sabrá si esa hubiera sido verdaderamente su política, una vez al mando. A día de hoy, el PPP liderado por su hijo y apoyado por la Liga de Nawaz Sharif y los pastunes del ANC actúa en una línea completamente distinta, anteponiendo la reconciliación con los talibanes pakistaníes a su erradicación. Zulfikar Ali Bhutto definía del siguiente modo el Pakistán que quería: “Nuestra religión, el islam; nuestra política, la democracia; nuestra economía, el socialismo”.

En el primer punto, Ali Bhutto defendió el panislamismo e implantó, por ejemplo, la estricta prohibición del alcohol. Y es cierto que, pese a las características feudales de su familia terrateniente, Zulfikar nacionalizó grandes empresas y la banca. Una década más tarde, su hija sería la primera jefa de gobierno que echó mano de la privatización. En las antípodas, pues, de su padre político y biológico. Por último, Ali Bhutto manifestó una voluntad creciente de desmarcarse de la tutela de Estados Unidos -incrementada por la oposición de Washington a su programa nuclear-, a favor de los no-alineados y del gobierno procomunista que acababa de tomar el poder en Kabul antes de la invasión soviética. Así lo indica su libro póstumo y testamento político escrito en el corredor de la muerte: ‘A mi queridísima hija

chapas

También en este punto, la política de Benazir sería una vuelta atrás respecto a la maduración ideológica del padre. Fue bajo el gobierno de la hija cuando los talibanes afganos, con apoyo pakistaní, estadounidense y saudí lograron hacerse con el poder en Kabul. Pese a lo cual, los dos libros de Benazir Bhutto, pensados para lectores occidentales, la sitúan en la primera línea de combate contra los talibanes, Al Qaeda y el fundamentalismo en general. ‘Reconciliation’ es, básicamente, una oportunista declaración de fe en este sentido y un tratado sobre la compatibilidad de Oriente y Occidente. Y, aunque tras su muerte, el PPP se apresuró a descartar la autoría de Al Qaeda en beneficio de la teoría de la conspiración del establishment, en sus libros, Benazir se presenta como víctima predilecta de la organización.

Talibanes, Al Qaeda y otras criaturas

Según explica, ya en 1989Osama bin Laden financió con diez millones de dólares una moción de censura fracasada contra su gobierno. Un lustro más tarde, los posteriores autores del primer atentado contra las Torres Gemelas o la decapitación del periodista Daniel Pearl atentarían personalmente contra su vida. Los libros de Benazir delatan un rasgo de su carácter comentado por quienes la conocieron a saber: la absoluta falta de autocrítica y de paciencia para escuchar recriminaciones. En sus páginas, Benazir Bhutto no va más allá de la apología de sus gobiernos, cuya corta duración atribuye a complots de nostálgicos de ul-Haq en una confabulación del presidente de turno, los servicios de inteligencia, la jerarquía militar y el elemento religioso.

Algo de verdad hay en todo esto -la suficiente para darle pábulo en un país que su historia ha hecho proclive a las explicaciones conspirativas– pero no se molesta en explicar el fracaso de sus gobiernos más allá de resaltar que en su primera toma de posesión contaba con apenas 35 años. La percepción de la mayoría de los pakistaníes es muy distinta. Benazir Bhutto y Nawaz Sharif -igualmente corruptos- habrían dilapidado los once años de democracia tolerados por los militares entre el final de la Guerra Fría y el inicio de la Guerra contra el Terror. Hasta el punto de que la mayoría de los ciudadanos celebró el golpe de Estado del General Musharraf. Dicho esto, ningún candidato parecía más idóneo en enero de 2008 para enderezar el rumbo de Pakistán que Benazir Bhutto.

Y los pakistaníes, que ahora ya critican abiertamente el poder omnímodo y los privilegios de los militares como colectivo le quisieron dar una victoria póstuma. El PPP, con una nueva mártir en su panteón, volverá a marcar los próximos años de la política pakistaní, aunque la ausencia de Benazir abre muchos interrogantes sobre su futuro liderazgo y cohesión.

El atentado

Entre todos la mataron y ella sola se murió. El dicho popular se acopla como un guante a las dramáticas últimas semanas de Benazir Bhutto, la primera mujer que gobernó un país musulmán en la época moderna. La dos veces Primera Ministra de Pakistán tuvo un caluroso recibimiento a su regreso al país, en octubre de 2007 y tras ocho años de exilio. Más de un millón de vecinos de Karachi salieron a recibirla ya en los accesos al aeropuerto, convirtiendo en un lentísimo  peregrinaje el avance de su caravana blindada hasta la megalópolis musulmana. A medianoche, todavía en las afueras, un artefacto explosivo sembró de muerte la comitiva. Benazir, que acababa de regresar al interior de su vehículo blindado -montado sobre una plataforma elevada- se salvó por los pelos. No así unos 180 voluntarios de su Partido Popular de Pakistán (PPP), la mayoría jóvenes, que acordonaban el progreso de la marcha. El equipo de Benazir había ido observando con angustia, desde hacía horas, cómo las farolas se iban apagando a medida que la comitiva se acercaba, dificultando las labores de seguridad. Algunos de los que viajaban con Benazir hablan del impacto de disparos, de dos explosiones y hasta de lanzallamas. Nada pudo ser probado, puesto que el escenario de la carnicería fue limpiado a las pocas horas. Desde su casa en Karachi, Benazir Bhutto pedía una investigación internacional, luego denegada por el gobierno del todavía general Pervez Musharraf.

Haciendo gala de su coraje, la misma mañana acudía al hospital a visitar a los heridos. Pocos días antes, había hecho llegar al dictador una lista de nombres a los que se debía investigar en caso de ser asesinada. Luego se ha sabido que se trataba de los primeros ministros de las provincias de Punyab y Sind -ambos de un partido que apoyaba a Musharraf-, del jefe de la inteligencia militar y del que fuera enlace con los talibanes en tanto que jefe del Inter-State Services cesado por ella, Hamid Gul.

Benazir se rebeló contra el estado de excepción decretado por el general Musharraf, reelegido presidente de forma dudosa, y las limitaciones que le imponía a la hora de hacer campaña en un país donde el baño de multitudes lo es todo. Sin embargo, las preocupaciones por su seguridad resultaron acertadas. El régimen también prohibió la marcha que pretendía realizar entre Lahore e Islamabad. Finalmente, el 27 de diciembre, Benazir pronunció un mitin en Liaqat Bagh, un céntrico descampado de Rawalpindi, sede del ejército donde ya fue asesinado un primer ministro, y a unos cientos de metros del lugar donde su padre fue ejecutado.

Disturbios

A la salida del acto, una Benazir conmovida por la acogida popular, alzó la trampilla de su coche blindado para saludar. Un pistolero esperaba ese momento y disparó tres vecesActo seguido, estalló una bomba que provocó más de veinte muertos. Entre ellos Benazir Bhutto, que falleció casi en el acto por la onda expansiva, según Scotland Yard, o por herida de bala, según sus allegados y su marido. Finalmente, la investigación ha confirmado el primer supuesto.

Y nació el mito. Al principio con dolor y con ira, ya que durante varios días sus seguidores se lanzaron a incendiar cientos de coches, gasolineras y entidades bancarias en unos tumultos antigubernamentales que provocaron 50 muertos. Tras estos dramáticos acontecimientos, pocos pakistaníes confían en que alguna vez se condene a alguien por el magnicidio, pero el sentido de su voto, cuarenta días más tarde (que barrió al partido pro- Musharraf) dejaba claro a quién consideran culpable.

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Colonias de poblamiento en África. Las islas blancas.

Mujeres argelinas durante la colonización francesa.
Mujeres argelinas durante la colonización francesa.

Autor: Arturo Arnalte, 

Fuente: La Aventura de la Historia.

En Argelia, Túnez, Sudáfrica, Rhodesia, las tierras altas de Kenia, Angola y Mozambique unos pocos millones de europeos -franceses, italianos, ingleses y portugueses- establecieron desde mediados del siglo XIX hasta el último tercio del XX colonias de población, una experiencia de proyección exterior europea que presenta más similitudes que diferencias, según el análisis que el historiador francés Joël Michel hace de lo que llama las “islas blancas” en África. Necesitados de la mano de obra indígena, pero ajenos a su cultura, los creadores de estas colonias acabaron construyendo sociedades claustrofóbicas y a la defensiva, condenadas a un fracaso estrepitoso en muy breve plazo.

En Colonies de peuplement, Michel lleva a cabo un estudio comparativo de estas colonias experimentales en tierras africanas, que atrajeron muchos menos emigrantes europeos por los mismos años que los que viajaron a Australia, EE UU, Canadá o algunos países de América del Sur. Deja el autor deliberadamente fuera del objeto de su estudio el caso de los italianos en Etiopía, de los belgas en el Congo y de los españoles en Guinea Ecuatorial por ser numéricamente muy modestos o muy breves en el tiempo.

El ensayo no analiza estas colonias caso por caso, sino que se centra en grandes ejes temáticosque estructuraron esas experiencias. La ocupación de la tierra tuvo que obligar a un proceso de expolio de los nativos que en todos los casos se llevó a cabo por extorsión, compra forzada o expulsión para a continuación obligarlos a emplearse para los nuevos ocupantes. El recurso al trabajo forzado será la constante en todas las colonias. Bien aprovechando la población reclusa, bien obligando a los jefes tradicionales a proporcionar trabajadores durante determinados periodos al año, bien restringiendo la libertad de movimientos para evitar las fugas y castigando con la cárcel o elevadas multas a quienes trataran de evadirse. Cuando la presión provocaba revueltas, como la de Maji Maji en el África Oriental alemana, la represión era sangrienta e iba seguida de la quema de cosechas y el desplazamiento forzoso de poblaciones.

Alfareros valencianos en Orán, hacia 1915,
Alfareros valencianos en Orán, hacia 1915.

Caso aparte es el de la Argelia francesa, uno de los mejor estudiados, donde también hubo miles de europeos más pobres que los franceses que acudieron a trabajar como aparceros en cultivos similares a los de sus países de origen. Es particularmente el ejemplo de losespañoles (y en menor medida de italianos y malteses), que suplieron inicialmente a la mano de obra árabe porque demandaban poco salario y eran de la misma cultura que la potencia colonial. La mayor parte de los españoles (procedentes de Menorca, Alicante, Murcia, Málaga, Almería y Valencia) se establecieron en el Oranesado. Una emigración favorecida por las autoridades españolas que firmaron un convenio con Francia en 1862 que facilitaba el desplazamiento. Así en los primeros años de la colonización, los españoles fueron punta de lanza de la ocupación del país, avanzando con el ejército incluso antes que los propios colonos franceses y constituyendo un proletariado rural indispensable. En la primera mitad del siglo XX los veremos mucho menor situados económicamente, gracias a su conocimiento de las técnicas de irrigación, especialmente a los valencianos, y empleando en una segunda generación a marroquíes, que los sustituyeron a partir de 1900 en las tareas más duras y peor pagadas. El estudio de este contingente es uno de los aspectos que más atraerá al lector español de la obra.

Familia de colonos británicos en las tierras altas de Kenia.
Familia de colonos británicos en las tierras altas de Kenia.

Pero si los europeos de segunda acababan integrándose y cruzando la barrera de casta en poco tiempo, los nativos siempre serán marginados en su propia tierra y esa frontera solo se podía mantener en las colonias mediante una violencia que el autor califica de “estructural”: exclusión racial, humillación colectiva, negación de las mismas posibilidades educativas, imposición del derecho europeo, control de la policía y de las cárceles y castigos corporales contemplados por la ley, lo que Michel denomina como “la política del látigo”, que se convierte en el “instrumento que regula las relaciones laborales” en las colonias, sea en las plantaciones de café de Angola o de Kenia, en las minas de Rhodesia o Sudáfrica o en el propio ámbito doméstico, una violencia que a largo plazo se convertirá en un bumerán.

Castigos corporales en el Congo belga durante el reinado de Leopoldo II.
Castigos corporales en el Congo belga durante el reinado de Leopoldo II.

Psicológicamente, las colonias implican a su vez la negación del otro, la puesta en duda de su humanidad, el racismo. Curiosamente, ese racismo obliga a los colonos a tratar de evitar la presencia de blancos pobres -que restan prestigio a su colectivo- y a resolver mal la situación de los mestizos, más producto de la explotación sexual que de la supuesta tolerancia y que tendrán en general un futuro difícil una vez se produzca la descolonización.

Las “islas blancas” imponen la segregación al océano de color que las rodea y del que se nutren. La discriminación en las colonias se refleja en el urbanismo, la creación de ciudades europeas donde el indígena solo entra a trabajar y que debe abandonar al finalizar la jornada laboral. Donde esa segregación se hizo más visible y odiosa es en Sudáfrica, pero Michel sostiene que el apartheid no fue un fenómeno exclusivo sudafricano, sino universal en todas las sociedades coloniales, aunque estuviera codificado de manera distinta.

El sueño de Cecil Rhodes: unir África de El Cairo al Cabo.
El sueño de Cecil Rhodes: unir África de El Cairo al Cabo.

Pretendidos reductos de Europa, las “islas blancas” pronto empiezan a estar lejos de la metrópoli, en su problemática y a su vez en su progresivo olvido o alienación de las sociedades de las que proceden. El colono veterano se queja de que es incomprendido en su país de origen, no quiere que la lejana patria le dicte qué hacer y a la vez es un espejo deformado de esa sociedad que no deja de ser su elemento de referencia, lo que le hace sentirse por encima de su mano de obra

Iguales entre sí y superiores a los nativos, los colonos crean“democracias de señores” que el autor compara a lasociedad espartanaun grupo de hombres libres que se hace servir por los ilotas mediante el terror. Una especie de socialismo de blancos que cultiva el espíritu de resistencia y vive en la claustrofobia moral y la vulgaridad intelectual.

A finales de los años 50 comenzó el proceso de emancipación que supone en dos décadas la desaparición de todas estas colonias. En Argelia, tras una traumática guerra colonial. En el caso portugués, tras unos largos conflictos en Angola y Mozambique que condujeron paradójicamente al fin de la dictadura en la metrópoli. En el de Kenia, a una retirada forzosa tras la represión tan brutal como a la postre inútil del Mau Mau.

Policías británicos custodiando a detenidos del Mau Mau.
Policías británicos custodiando a detenidos del Mau Mau.

Solo quedó Sudáfrica, un caso excepcional porque, recuerda el autor, mientras los demás colonos tenían un lugar al que volver, una patria lejana pero real, los boers habían perdido el contacto con su metrópoli siglos antes. Cuando se produjo el desmantelamiento del apartheid, bajo el mandato de De Klerk, los boers ya habían sufrido, sostiene Michel, un proceso de cambio por el que aceptaron en su mayoría desaparecer como tribu dominante a cambio de mantener su privilegio económico y su supervivencia física. Eso, y el liderazgo moral de Nelson Mandela con su capacidad contagiosa para superar el rencor, explica el “milagro” sudafricano, que ha desafiado hasta la fecha a las predicciones más pesimistas.

Mandela y De Klerk a principio de la década de 90.
Mandela y De Klerk a principio de la década de 90.

Original, bien argumentado, rigurosamente documentado y con todas su afirmaciones respaldadas por un denso aparato crítico, el libro merece sin duda ser traducido al español.

Guerra de Vietnam: sangre, napalm y lágrimas.

 

Autor: JULIO MARTÍN ALARCÓN29/04/2015

Fuente: elmundo.es

Matar más. La guerra es una cuestión de número y quien tenga una mayor lista de cadáveres acabará perdiendo la contienda. Básicamente, estas fueron las conclusiones del Mando Conjunto del Ejército de EE UU en Vietnam -MACV- y la consigna que aplicaron para afrontar una realidad bélica radicalmente distinta a la experiencia de la II Guerra Mundial.

El comandante en jefe de las tropas estadounidenses entre 1964 y 1968, el general William Westmoreland, formuló las claves del drama tras la decisión de Lyndon B. Johnson de incrementar la ayuda militar de EE UU al gobierno de Vietnam del Sur y comenzar, de facto, una guerra total en el Sudeste Asiático. Todo se precipitó el 12 de agosto de 1964, tras un incidente en la bahía de Tonkín entre dos lanchas lanzatorpedos norvietnamitas y el destructor Maddox, que patrullaba en la zona. El Pentágono elaboró un informe que lo calificó de agresión y que sirvió al presidente para una mayor implicación en la guerra civil entre el norte comunista y la Junta Militar del sur, con el resultado de la mayor escalada bélica desde la victoria sobre Alemania y Japón en 1945.

No podían invadir territorio enemigo, o se arriesgaban a una confrontación directa con China, sobre todo, aunque también con la URSS

Johnson aprobó en el Congreso para tal efecto la denominada Resolución del golfo de Tonkín, que desataría un infierno de prácticamente diez años, y la peor derrota de los norteamericanos en toda su historia.

La resolución facultaba al presidente para una casi total movilización del Ejército, aunque nunca se declarase formalmente la guerra, por cuestiones políticas. Estas serían las que determinarían decisivamente el contexto en el Sudeste Asiático: EE UU solo apoyaba a Vietnam del Sur en contra de los comunistas de Ho Chi Minh del norte y, por tanto, no tenía como objetivo recuperar terreno y traspasar el paralelo 17º por el que estaba divido el país desde el fin de la Guerra de Indochina en 1954. No podían invadir territorio enemigo, o se arriesgaban a una confrontación directa con China,sobre todo, aunque también con la URSS, que apoyaban de forma indirecta al régimen de Ho Chi Minh. Por tanto, no se practicó una guerra convencional consistente en recuperar territorio al enemigo para expulsarle, sino en una pura cuestión de desgaste humano.

Matar más, la estrategia del ‘Body Count’

La estrategia de Westmoreland se basó en aniquilar al Viet Cong -la guerrilla comunista survietnamita infiltrada- y el NVA -Ejército de Vietnam del Norte-, para que la población se echara en brazos del Gobierno de Vietnam del Sur y la amenaza comunista fuera neutralizada. La triste realidad es que, a pesar del difundido derrotismo sobre la campaña militar de Vietnam, el Ejército acertó en lo primero: EE UU salió claramente victorioso del Body Count -estadística de muertos-, pero se equivocó totalmente en lo segundo.

Aniversario Guerra de Vietnam

Al contrario, los comunistas ganaron cada vez más apoyo en el sur durante el desarrollo de la guerra, una realidad que constató la CIA, pero que el Ejército se negó a admitir. Prefirieron cifrar su éxito en pérdidas del enemigo respecto a las propias, el denominado Kill Ratio, otro de los principales argumentos de la época que filtró el Pentágono para convencer a los ciudadanos de que la guerra se estaba ganando. Si la estrategia era arriesgada, brutal y poco factible desde el punto de vista técnico, la táctica para llevarla a cabo resultó un auténtico calvario: había que localizar a un enemigo escurridizo en la jungla, su terreno, y eliminarlo.

El célebre Seek and destroy -buscar y destruir- se convirtió en el concepto referencial de la lucha durante la primera fase, de 1964-1968, denominada War of Attrition -guerra de agotamiento-. Cuando se localizaban unidades enemigas, un batallón o incluso un pelotón se trasladaba a la zona para acabar con el enemigo, se entablaba combate y se le bombardeaba. Después de cada operación regresaban a las zonas seguras. No había, pues, límites claros, ni frentes. La unidad básica de combate más usual fue el pelotón -la más pequeña en un ejército- y los helicópteros se convirtieron en la pieza básica, ya que transportaban y retornaban a los soldados en cada operación. Estos ascendían ya a medio millón hacia 1966. Jonhson, que había infravalorado la determinación norvietnamita, creía realmente que podría ganar la guerra con la alternativa de los números que le ofrecía Westmoreland y embarcó a la juventud norteamericana en una auténtica pesadilla.

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Pol Pot y el genocidio de Camboya

Un cable diplomático estadounidense fechado el 17 de Abril de 1975 que puede leerse en la biblioteca de archivos revelados por de la organización Wikileaks, y calificads como confidenciales, afirma: «el FBI ha corregido el nombre del Primer Ministro camboyano de Tol Sat a Pol Pot». Ningún otro documento de los miles recogidos por Wikileaks (que cuenta con la colección de cables diplomáticos de Henry Kissinger, del ex presidente Carter, y con el Cablegate filtrado) hace alusión a Tol Sat – o Pol Pot – antes del 17 de Abril de 1975, un año después de que los Jemeres Rojos ocuparan la capital camboyana de Phnom Penh. Instauraron un régimen de terror cuyo legado sería el genocidio más grande de la Historia en términos porcentuales.

En el mismo telegrama, entre secciones tachadas como «secretas» que aún no han sido desclasificadas, se describe cómo, al enterarse de la nueva identidad del líder de los Jemeres Rojos, las autoridades estadounidenses en Bangkok, aliado tradicional de EEUU en el conflicto de Vietnam, preguntaron al coronel Bou Thit por la identidad del tal Pol Pot.

La respuesta del coronel fue inmediata: se debía de tratar de Phophat, quien había estudiado en Francia con Ieng Sary y Hou Yuon, líderes de los comunistas camboyanos. Pero tal como ocurre con las etiquetas ‘Pol Pot’ y ‘Tol Sat’, ‘Phophat’ no aparece en ningún telegrama norteamericano de la época, y tampoco ha sido confirmado que fuera uno de los apodos de Pol Pot, nacido Saloth Sar.

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