¿Por qué la Unión Soviética desplegó misiles en Cuba? La crisis de 1962 desde la óptica soviética.

Alcance de los misiles desplegados por la URSS en Cuba. Imagen de Holt, Rinehart and Winston.

Autor:  · 25 ABR, 2015

Fuente: El Orden Mundial en el siglo XXI.

La crisis de los misiles en Cuba durante octubre de 1962 fue, sin duda alguna, el momento de mayor tensión durante la Guerra Fría y, seguramente también, el que más interés ha despertado. Cincuenta años después, y encontrándonos en el inicio de la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, sigue habiendo infinidad de preguntas que resolver sobre el suceso que marcó un antes y después en el transcurso de la carrera de hegemonía bipolar entre las dos potencias.

Aunque el episodio de escalada de tensión nuclear ha sido ampliamente estudiado, el análisis de la política exterior se ha centrado en el papel de los Estados Unidos, dejando de lado el estudio de las motivaciones y la acción del bando soviético. Así pues, la pregunta que nos hacemos es la siguiente: ¿qué llevó a la Unión Soviética a desplegar misiles en Cuba?

Antecedentes de la crisis

El análisis histórico de la crisis de los misiles en Cuba debe iniciarse dando cuenta del cambio de doctrina de Jrushchov tras la guerra de Corea de 1953, la cual suponía un acercamiento más pacífico entre las dos potencias. A la carrera armamentística se le añade la carrera espacial, que acrecentó las tensiones en la medida en la que la tecnología aérea avanzaba a pasos agigantados y situaciones como el conflicto U-2 sobre el espionaje americano en territorio soviético empezaron a ser habituales, lo cual terminó pisando aquello conseguido mediante la diplomacia y el soft-power. Además de esto, también fue fundamental la victoria de Kennedy, con un programa de apertura hacia América pero con una política efectiva distinta en el desembarco de Bahía de Cochinos, además del creciente interés soviético en la zona. En la tercera semana de octubre del 62 se inició el bloqueo estadounidense a la isla, justificado en base a la vulneración de la seguridad americana que suponía el traslado de misiles a la isla por parte de la URSS, del cual fueron informados por la inteligencia aérea desplegada. Como dijo John Reed, esos trece días estremecieron al mundo al tiempo que se ponía en juego la estabilidad del sistema bipolar y la seguridad mundial.

En este ‘huracán cubano’, quedan muchas preguntas por resolver. Una de esas dudas tiene que ver con los motivos que llevarían a la Unión Soviética, y en concreto a Jrushchov, a enviar misiles tan lejos del país. Una explicación sería la intención de romper la resistencia occidental en el Berlín oriental; otra se entiende en términos de equilibrios de poder y de afianzamiento de Jrushchov dentro de su propio partido. Incluso algunas explicaciones han seguido la narrativa de los modelos de actor individual y las aproximaciones psicológicas, mediante el análisis de las biografías de los líderes y entienden que las capacidades personales de estos mandatarios generan un modo de actuar específico que van a influir en sus decisiones de política exterior.

Jrushchov, tal y como aseguran algunos de sus biógrafos, era un líder con una personalidad impulsiva, que le llevaba a tratar de buscar constantemente un remedio para los desastres tanto de su política externa como de la doméstica. Sus motivaciones personales, además, le hacían tener siempre como objetivo final la victoria del comunismo, lo cual pasaba por proteger a Cuba de la agresión americana. Así, la explicación podría ser que no es que la Unión Soviética quisiera solamente sacar ventaja a los Estados Unidos en términos geopolíticos, sino sobre todo constreñir el imperialismo de Occidente, facilitar la descolonización y, en último lugar, promover el comunismo a lo largo y ancho del globo. En cuanto a lo primero, el reequilibrio de poder geopolítico, el despliegue americano de los misiles Minuteman y Titan jugó un papel fundamental, pues constituían una declaración de fuerza americana debido a la calidad intrínseca de los mismos (tecnológicamente superiores y producidos en grandes cantidades) y a su estratégica localización (formando un cerco a la Unión Soviética).

Análisis de la decisión política: la definición de la herramienta

El análisis de la acción gubernamental en términos de objetivos nos permite darnos cuenta de que el gobierno de la Unión Soviética tomó la decisión de desplegar misiles en Cuba con el fin de hacer notar al enemigo la potencial capacidad militar propia, y es el producto de una situación de autopercepción de una relativa inferioridad y de miedo a un potencial peligro. Las acciones soviéticas en base a sus objetivos se podrían dividir en dos de la siguiente manera: en primer lugar, consideramos que el objetivo de la URSS en último término es, como cualquier estado, asegurar su soberanía e integridad. En consecuencia, para asegurar su capacidad de garantizar la seguridad y unidad de su territorio y población es necesario que las amenazas sean minimizadas.

Para ello, habría varias posibilidades: un recorte de la diferencia de capacidad militar y balística entre EEUU y la URSS, o bien la implantación de lanzaderas en territorio cercano a la Unión Soviética (en concreto, Turquía), así como el aumento de la influencia soviética sobre Berlín, zona estratégica.

Ante la imposibilidad de eliminar las lanzaderas estadounidenses en suelo turco (derivada del alto coste en forma de una potencial mayor amenaza para su seguridad) y de la improbabilidad de recortar la diferencia militar a tan corto plazo, se decide instalar del mismo modo misiles en el territorio de un país aliado, en este caso Cuba, con el fin de justificar sus eventuales actuaciones en Berlín.

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Las cuentas pendientes de la antigua URSS.

Autor: JULIO MARTÍN ALARCÓN.

Fuente: El Mundo.  16/04/2015.

Cuando la mente curiosa se introduce, incauta, de forma superficial en uno de los innumerables conflictos armados civiles del siglo XX,es habitual encontrarse con una narración cronológica de tipo enciclopédico que acumula acontecimientos, causas y desarrollo, de una forma teóricamente aséptica, y en el caso de que sea una entrada de la Wikipedia, es fácil encontrarse el disclaimer: «Este artículo puede tener errores».

Lo que se puede esperar, en esencia, es un relato del estilo: «La organización NPO fundada para la preservación de la identidad nacional elaboró un documento por el que consideraba a los miembros de la antigua SSN responsables de la usurpación de la soberanía del pueblo, al tiempo que la SSN, escindida en una rama pro autóctona, se enfrentó a la NPO, aludiendo su falta de representación popular, por lo que dieron un golpe de Estado…».

Esta ficticia narración, en la que las siglas, acciones y desarrollo podrían ser trastocadas, sin muchas dificultades, por las de una guerra civil real fruto de la desintegración de la URSS, u otros procesos del siglo XX, es precisamente la impresión en negativo de lo que propone Tangerines (2013). Sobre la base de la guerra civil georgiana del periodo 1992-1993, tras la caída del bloque comunista y la formación de la Federación Rusa, la notable historia antibelicista que propone el director georgiano Zaza Urushadze, se debate, sin embargo, entre la sobria pero emotiva deriva de cuatro personajes antagónicos atrapados en un conflicto -que acaban trascendiendo con los lazos personales-, y la metáfora de la mediación exterior.

Chechenos pro rusos

Un combatiente checheno pro ruso -sí, es correcto- y un soldado de la milicia georgiana caen heridos en un enfrentamiento y son socorridos por un agricultor y su amigo, ambos de origen estonio, que les curan a ambos bajo la promesa de que no se harán daño mientras estén en su casa, al tiempo que tratan de recoger una cosecha de mandarinas, sin jornaleros suficientes, en mitad de una guerra.

Los mimbres del argumento hacen funcionar una historia en la que es imposible no atisbar un trasunto con los organismos internacionales, o las potencias mediadoras -en cierto modo paternalistas- en la figura del sabio estonio Ivo, o al menos de lo que podrían ser, cuando sienta a ambos enemigos a una misma mesa bajo un mismo techo y les obliga a compartir las mismas normas, sin diferencias de trato, para que observen la futilidad de la lucha.

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Así escondió Franco en España a Beria, el ‘carnicero’ de Stalin.

Beria, con la hija de Stalin en brazos y el dictador al fondo.

Fuente: El Confidencial, 13/03/2015.

Autor: Germnán Sánchez.

Torcuato Luca de Tena, director de ABC, soñó pasar a la historia con un titular de alcance mundial: Así escondió Franco en España a Beria, el carnicero de Stalin. Víctima de un aventurero internacional de nacionalidad nicaraguense y orígenes malagueños, llamado Fabio Gallo, que le vendió, estando de vacaciones en Torremolinos, la exclusiva de la presencia de Beria en España, Luca de Tena se atrevió a salir, sin pasar por la censura, y sin pruebas, afirmando que Beria estaba en España. Se lo hicieron pagar con su fulminante destitución.

La historia, que relata Juan Benet en su impagable Otoño en Madrid hacia 1950, sucedió hace 62 años y la protagonizaron dos personajes: Domingo Dominguín y Lavrenti Beria, quien controló la policía política de la URSS de Stalin entre 1938 y 1953. Su principal ‘logro’ fue la eliminación del rival del dictador, Trotski, antes de que en 1941 comenzase la invasión nazi de la URSS, y tejer la red de espías atómicos que, cuatro años después de Hiroshima, pondrían la bomba en manos de la Unión Soviética.

La muerte de Stalin en 1953 llevó a la destitución de Beria que, súbitamente retirado de la escena política, se hallaba en un lugar desconocido. Domingo, uno de los dos hermanos  de Luis Miguel Dominguín, fue torero, empresario y miembro del Partido Comunista de España. Los Dominguín eran cosa aparte. Su hermano Luis Miguel tenía acceso, a la vez, a un exiliado, caracterizado comunista, Pablo Picasso, y a Francisco Franco. Joaquín Jordá, amigo de Domingo Dominguín, contaba que en una cacería Franco le preguntó: “Dígame, Dominguín, ¿quién es el comunista de los tres?«. Y Luis Miguel contestó: «Los tres, mi general, los tres”.

Ucrania, de la independencia de Rusia a la invasión soviética de 1919.

 

Fuente: El Mundo, 5/02/2015.

Autor: FRANCISCO HERRANZ. Este artículo de Francisco Herranz fue publicado en el número 192 de La aventura de la historia

 

Como dijo Kant «la guerra es nefanda, porque hace más hombres malos que los que mata». Este adagio es perfectamente aplicable a los protagonistas, anónimos o no, del conflicto armado que se está desarrollando en el este de Ucrania entre las tropas regulares ucranianas y las milicias prorrusas secesionistas establecidas en Donetsk y Luhansk.

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Pol Pot y el genocidio de Camboya

Un cable diplomático estadounidense fechado el 17 de Abril de 1975 que puede leerse en la biblioteca de archivos revelados por de la organización Wikileaks, y calificads como confidenciales, afirma: «el FBI ha corregido el nombre del Primer Ministro camboyano de Tol Sat a Pol Pot». Ningún otro documento de los miles recogidos por Wikileaks (que cuenta con la colección de cables diplomáticos de Henry Kissinger, del ex presidente Carter, y con el Cablegate filtrado) hace alusión a Tol Sat – o Pol Pot – antes del 17 de Abril de 1975, un año después de que los Jemeres Rojos ocuparan la capital camboyana de Phnom Penh. Instauraron un régimen de terror cuyo legado sería el genocidio más grande de la Historia en términos porcentuales.

En el mismo telegrama, entre secciones tachadas como «secretas» que aún no han sido desclasificadas, se describe cómo, al enterarse de la nueva identidad del líder de los Jemeres Rojos, las autoridades estadounidenses en Bangkok, aliado tradicional de EEUU en el conflicto de Vietnam, preguntaron al coronel Bou Thit por la identidad del tal Pol Pot.

La respuesta del coronel fue inmediata: se debía de tratar de Phophat, quien había estudiado en Francia con Ieng Sary y Hou Yuon, líderes de los comunistas camboyanos. Pero tal como ocurre con las etiquetas ‘Pol Pot’ y ‘Tol Sat’, ‘Phophat’ no aparece en ningún telegrama norteamericano de la época, y tampoco ha sido confirmado que fuera uno de los apodos de Pol Pot, nacido Saloth Sar.

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