La ciencia que desmanteló Franco.

Franco visita el Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas, en 1954. UAM

Autor: MANUEL ANSEDE

Fuente: El País, 25/07/2015

“Al carro de la cultura española le falta la rueda de la ciencia”, sentenció Santiago Ramón y Cajal, único científico 100% español que ha ganado un premio Nobel. El investigador recibió el galardón en 1906 por descubrir las neuronas del cerebro y un año después predicó con el ejemplo y se transformó en el carretero del país: se puso al frente de la nueva Junta para Ampliación de Estudios (JAE), una institución que pagaba a los mejores científicos españoles estancias en las grandes universidades europeas y americanas.

La JAE contribuyó al florecimiento de la Edad de Plata de las letras y las ciencias en España durante el primer tercio del siglo XX. Hasta el físico Albert Einstein aceptó dirigir una cátedra extraordinaria en la Universidad Central de Madrid en 1933. Pero el golpe de Estado de 1936 y la Guerra Civil barrieron este progreso. El 8 de diciembre de 1937, el general Francisco Franco disolvió la JAE y creó otra institución para colocar la “vida doctoral bajo los auspicios de la Inmaculada Concepción de María”.

El libro Enseñanza, ciencia e ideología en España (1890-1950), editado por la Diputación de Sevilla y Vitela Gestión Cultural, repasa ahora el desmantelamiento de la ciencia en España ejecutado por la dictadura franquista. “A los que estudiamos en la Universidad española entre finales de los sesenta y principio de los setenta nos hacían creer que antes de 1940 la ciencia estaba atrasada y fue casi inexistente, que todo lo que se estaba haciendo entonces provenía del actual régimen, el cual había puesto los medios materiales y las personas adecuadas para que la ciencia española progresara y saliera del atraso en que se encontraba en la década de 1930. Pero nada más lejos de la realidad”, reflexiona el historiador Manuel Castillo, catedrático emérito de Historia de la Ciencia en la Universidad de Sevilla y coautor del libro.

De los 580 catedráticos que había, 20 fueron asesinados, 150 expulsados y 195 se exiliaron, señala el historiador Manuel Castillo

Castillo recuerda que José Ibáñez Martín, ministro de Educación entre 1939 y 1951, asumió la decisión de “recristianizar la sociedad”. La represión vació la universidad. De los 580 catedráticos que había, 20 fueron asesinados, 150 expulsados y 195 se exiliaron, señala Castillo. “La Iglesia supervisó o participó en cada una de estas denuncias”, afirma.

Uno de los primeros en huir fue el físico Blas Cabrera, un experto en magnetismo que había sido elegido miembro de la Academia de Ciencias de París en sustitución del fallecido Svante August Arrhenius, premio Nobel de Química. “A México llegaron medio millar de médicos e investigadores de ciencias biomédicas”, prosigue Castillo. También escaparon grandes figuras de las ciencias naturales, como Ignacio Bolívar, sucesor de Ramón y Cajal al frente de la JAE en 1934, y Odón de Buen, pionero de la oceanografía en España y un divulgador de la ciencia cuyos libros fueron prohibidos por el papa León XIII por defender las teorías de Darwin.

Las matemáticas españolas perdieron a Luis Santaló, uno de los padres de la Geometría Integral, que se exilió en Argentina y continuó investigando en la Universidad de Buenos Aires. En 1983, con 72 años, recibió el premio Príncipe de Asturias de investigación científica. La química también se resintió. Antonio García Banús, catedrático de Química Orgánica en la Universidad de Barcelona, se exilió en Colombia y allí creó la Escuela de Química en la Universidad de los Andes, en Bogotá. Enrique Moles, autoridad mundial en la determinación de los pesos atómicos, también fue depurado, como firmante del manifiesto “Contra la barbarie fascista” publicado tras el bombardeo aéreo de Madrid.

El CSIC nació para buscar “la restauración de la clásica y cristiana unidad de las ciencias destruida en el siglo XVIII”

Son solo algunos de los ejemplos que aparecen en Enseñanza, ciencia e ideología en España (1890-1950), cuyo segundo autor es Juan Luis Rubio, profesor de Historia de la Educación en la Universidad de Sevilla. El Decreto del 8 de noviembre de 1936, dictado por Franco en Salamanca, había ganado. Era una orden de eliminar “las ideologías e instituciones disolventes, cuyos apóstoles han sido los principales factores de la trágica situación a que fue llevada nuestra Patria”.

Sobre las cenizas de la JAE, y bajo la batuta de José María Albareda, miembro del Opus Dei más tarde ordenado sacerdote, se creó en 1939 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Albareda propuso en un primer momento que se denominase Nacional en lugar de Superior, pero en cualquier caso el CSIC nació para intentar “la restauración de la clásica y cristiana unidad de las ciencias destruida en el siglo XVIII”, según la ley que lo creó el 24 de noviembre de 1939.

Aquel texto criticaba la supuesta “pobreza y paralización” de la ciencia en España durante el primer tercio del siglo XX. Franco decretaba el olvido de la JAE, una falta de memoria que se repitió de manera sorprendente en 2014, en el 75 aniversario del CSIC, cuando el organismo pasó de puntillas por su pasado de exilios y depuraciones en los actos de celebración. El actual presidente del CSIC es Emilio Lora-Tamayo, hijo de Manuel Lora-Tamayo, ministro de Educación con Franco y también presidente del CSIC, entre 1967 y 1971.

El franquismo convirtió a España en uno de los países «más subdesarrollados del continente en ciencia», según Castillo

Con la llegada de la dictadura, El origen de las especies de Charles Darwin se convirtió en una obra totalmente prohibida. El ministro Ibáñez Martín incluyó pasajes del Génesis bíblico en algunos libros de Ciencias Naturales. La investigación de la evolución humana, que había empezado a despuntar gracias a la JAE, fue sustituida por Adán y Eva. La paleontología “se retrotraía hasta el Cuarto Concilio de Letrán”, organizado por el papa Inocencio III en el año 1215, según Castillo.

“Hay que reconocer que en esto el franquismo fue pionero: se adelantó decenas de años a la corriente creacionista tan en boga hoy en algunas universidades norteamericanas que afinan la inventiva para introducir sus teorías como avaladas por la ciencia”, ironiza el catedrático emérito.

“La falta de libertad de pensamiento y de expresión durante casi 40 años taró al país y lo convirtió en uno de los más subdesarrollados del continente en ciencia y en cultura general”, sentencia Castillo. El Auditorio de la Residencia de Estudiantes, una de las joyas de la JAE en Madrid y sede de importantes conferencias científicas internacionales, fue demolido parcialmente y se convirtió en una iglesia. “Si de las basílicas romanas surgieron las primitivas iglesias cristianas, por qué de un teatro o cine, en donde se pensaba ir ensuciando y envenenando, con achaques de cultura y de arte, a la juventud española, no puede surgir un oratorio, una pequeña iglesia para que sea el Espíritu Santo el verdadero orientador de esta nueva juventud de España”, escribió tras la Guerra Civil su arquitecto, Miguel Fisac, por entonces miembro del Opus Dei.

El informe olvidado que sacó las vergüenzas a Franco.

El dictador Francisco Franco inaugura el Sanatorio Militar del Generalísimo, en la sierra madrileña, en 1949. EFE

Autor: MANUEL ANSEDE

Fuente: El País, 6/07/2018

Un día de 2010, la historiadora Rosa Ballester se encontraba husmeando en los archivos de la Organización Mundial de la Salud en la ciudad suiza de Ginebra, en busca de informes antiguos sobre la poliomielitis en España. De pronto, entre la montaña de papeles descoloridos, apareció un documento de 43 páginas mecanografiadas en francés, con el título Informe sobre la organización de los servicios sanitarios en España. Misión efectuada entre el 28 de septiembre y el 15 de diciembre de 1967 por el doctor Fraser Brockington. Ballester se quedó con la boca abierta.

“Nadie conocía la existencia de este informe”, recuerda ahora. “Brockington inventó la medicina social y fue una de las grandes figuras de la salud pública en el siglo XX. Y nos descubrió las vergüenzas”, relata la investigadora, de la Universidad Miguel Hernández de Elche. Brockington, que había sido catedrático de Medicina en la Universidad de Manchester, visitó España durante casi tres meses como consultor de la OMS y logró un acceso inédito a los despachos que manejaban la sanidad franquista. Su diagnóstico, una bofetada a la propaganda de la dictadura, ve ahora la luz por primera vez, más de medio siglo después de ser redactado.

“Básicamente no existen consultas para protección de la infancia más que en las capitales de provincia”, denunciaba Brockington

El informe de 1967 denunciaba multitud de carencias. “Básicamente no existen consultas de especialidad ni consultas para cuidado prenatal, protección de la infancia, enfermedades venéreas y enfermedades pediátricas más que en las capitales de provincia”, sostenía Brockington. El médico también constataba “el fracaso de la Escuela Nacional de Sanidad en lo que respecta a la formación y a la investigación en Salud Pública” y alertaba del “desierto estadístico” que impedía conocer el estado real de la sanidad en España. “Los principios de la medicina social y preventiva”, escribía, “brillan por su ausencia”.

El denominado Informe Brockington deja claro que el estado de la sanidad española era “peor que el de muchos otros países en vías de desarrollo”, según subraya el historiador Esteban Rodríguez Ocaña, que acaba de publicar la traducción del documento en la revista especializada Gaceta Sanitaria. El expediente firmado por el médico británico era demoledor. Criticaba que Franco todavía no hubiese creado a esas alturas un Ministerio de Sanidad y que mantuviese descuartizadas las competencias en diferentes ministerios: la Dirección General de Sanidad pertenecía al Ministerio de Gobernación, pero la salud escolar dependía del Ministerio de Educación, los hospitales de la Seguridad Social se desarrollaban bajo la jurisdicción del Ministerio de Trabajo y la higiene ambiental recaía en los ministerios de Vivienda y Obras Públicas.

Fraser Brockington, en 1952.
Fraser Brockington, en 1952. NPG

Era un caos con “efectos desastrosos”, según advirtió Brockington en 1967. “El escalón central se esfuerza poco o nada por coordinar su política. No existe un diálogo habitual entre los distintos ministerios”, alertaba. “Urge con premura resolver esta situación”.

Rodríguez Ocaña ha estudiado el origen de este embrollo organizativo. Tras el fin de la guerra civil en 1939, las facciones del bando ganador pelearon por repartirse el poder. Los militares católicos se hicieron con el Ministerio de la Gobernación y su Dirección General de Sanidad. Los falangistas, por su parte, se quedaron con el Ministerio de Trabajo y con el Instituto Nacional de Previsión, desde el que continuaron el programa de seguros sociales diseñado durante la República. El seguro obligatorio de enfermedad se aprobó en 1942, dejando fuera a la gran mayoría de los trabajadores del campo y a los desempleados. Con esta cobertura sanitaria, «el trabajador ya no sería un pobre que debería acogerse a la Beneficencia pública y vivir el rubor de ser hospitalizado entre mendigos, sino que sería un soldado a quien la sanidad de su ejército de paz atiende cuando ha sido baja en el servicio», aseguró en 1944 el ministro de Trabajo, José Antonio Girón de Velasco.

El estado de la sanidad española era “peor que el de muchos otros países en vías de desarrollo”, según el historiador Esteban Rodríguez Ocaña

“La propaganda insiste en que el seguro de enfermedad lo inventó Franco, pero la ley del seguro de enfermedad estaba en julio de 1936 admitida en las Cortes. No se la inventaron los franquistas. Ya había fake news entonces”, explica Rodríguez Ocaña, de la Universidad de Granada. Tras el seguro de enfermedad se aprobaron el de vejez e invalidez, en 1947; el de desempleo, en 1961; y todos ellos se unificaron en un sistema de seguridad social en 1963, según relata Rodríguez Ocaña en su libro Salud pública en España. De la Edad Media al siglo XXI.

Otros expertos ya han mostrado que la propaganda franquista no coincidía con la realidad, como constató Brockington en 1967. “Los hechos no encajan con el interés mediático mostrado por la dictadura hacia el problema sanitario”, señalan la historiadora Jerònia Pons y la economista Margarita Vilar en su libro El seguro de salud privado y público en España. Su análisis en perspectiva histórica, publicado en 2014. “La partida de presupuestos destinados a la Dirección General de Sanidad como porcentaje del presupuesto total del Estado permaneció estancada entre 1943 (1,05%) y 1958 (1,02%)”, apuntan las autoras.

Primera página del 'Informe Brockington'.
Primera página del ‘Informe Brockington’. ESTEBAN RODRÍGUEZ OCAÑA
“Las recomendaciones de Brockington se quedaron en un cajón”, lamenta Rodríguez Ocaña. En 1936, el Ministerio de Sanidad era una bandera enarbolada por la República. La anarquista Federica Montseny había cogido las riendas del gabinete, convirtiéndose en la primera mujer ministra de un Gobierno español. Pero todo desapareció con la guerra civil. El Ministerio de Sanidad no se recuperó hasta 1977, dos años después de la muerte del dictador.

Durante su estancia en España, Brockington dispuso de un despacho en la Dirección General de Sanidad, en Madrid. Desde allí, viajó por varias provincias españolas para obtener información de primera mano. En su informe, el experto también denunciaba el pluriempleo de los médicos españoles. Rodríguez Ocaña ha encontrado unas notas autobiográficas en los archivos de la Universidad de Manchester en las que Brockington recuerda asombrado que el director de la Escuela Nacional de Sanidad, Valentín Matilla, compaginaba su empleo con otros 16 cargos. “Esa no era manera de trabajar”, sentencia el historiador.

Brockington alertó del “desierto estadístico” que impedía conocer el estado real de la sanidad en España

Rodríguez Ocaña y Ballester sí reconocen algunas mejoras llevadas a cabo por el régimen franquista, como la erradicación de la malaria y la disminución de la mortalidad infantil. Antes de la guerra civil, entre 1930 y 1934, de cada 1.000 nacidos vivos morían 120 niños antes de cumplir un año, frente a los 80 de Francia. El número fue cayendo durante la dictadura, llegando a 70 en 1950 (52 en Francia) y a 28 en 1970 (15 en Francia), según los estudios de la socióloga Rosa Gómez Redondo.

Ballester pone el foco en el “desierto estadístico” que confirmó Brockington. “Ni siquiera había estadísticas. ¿Cómo iban a actuar las autoridades?”, reflexiona Rosa Ballester. “En el caso de la polio, había niños pequeños que quedaban paralíticos o no podían respirar. Cuando algunos de los gerifaltes españoles acudían a congresos internacionales presumían de contar con respiradores, los llamados pulmones de acero, en todas las provincias, pero cuando venían los observadores de la OMS veían que había tan pocos aparatos que los médicos tenían que elegir qué niño moría y cuál vivía”.

Ocho exmilitares chilenos, condenados a 18 años de cárcel por el asesinato de Víctor Jara en 1973.

El cantautor chileno Víctor Jara, en una imagen sin fechar facilitada por la fundación que lleva su nombre. EFE

Autor: JAVIER SÁEZ LEAL

Fuente: El País, 04/07/2018

Ocho exmiembros del Ejército chileno han sido condenados este martes por el asesinato del famoso cantautor y director de teatro chileno Víctor Jara —militante comunista— en septiembre de 1973, cuando comenzaba la dictadura encabezada por el entonces comandante en jefe Augusto Pinochet. La decisión fue adoptada el martes por el ministro Miguel Vázquez Plaza, miembro de la Corte de Apelaciones designado para causas de violaciones a los Derechos Humanos. Además, al grupo de militares en retiro se les condenó por el homicidio de Littré Quiroga Carvajal, director de prisiones en esa época.

Hugo Sánchez Marmonti, Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana, Hernán Chacón Soto y Patricio Vásquez Donoso fueron condenados a penas de 15 años y un día como autores de los homicidios y a tres años de presidio como autores del delito de secuestro simple de ambas víctimas. Adicionalmente, el antiguo oficial Rolando Melo fue condenado a cinco años y un día de presidio como encubridor de los asesinatos y a 61 como encubridor de los secuestros. El Estado chileno, además, deberá pagar más 2,1 millones de dólares como indemnizaciones a las familias de las víctimas.

El fallo se conoce a casi 45 años del 11 de septiembre de 1973, día en que ocurrió el golpe de Estado liderado por las Fuerzas Armadas contra el gobierno socialista de Salvador Allende con un bombardeo al Palacio de La Moneda. Entre ese día y el siguiente, los militares intervinieron en la Universidad Técnica del Estado y entre los retenidos estaba el cantautor, director y docente del plantel Víctor Jara. Según consigna el documento judicial, cuando fue ingresado al centro de detención Estado Chile, Jara fue reconocido por los militares “siendo agredido verbal y físicamente desde su llegada (…) sin formulásele cargo alguno”. Días después, un grupo de detenidos fue trasladado al Estadio Nacional, pero Littré Quiroga y el propio Jara se mantuvieron en el Estadio Chile, donde fueron ejecutados. El informe señala que Jara recibió al menos 23 impactos de bala. Ambos cadáveres fueron lanzados a la vía pública con otras personas de identidad desconocida y terminaron siendo enterrados de manera clandestina por sus familiares.

Por largo tiempo la autoría de la muerte de Víctor Jara fue uno de los grandes misterios de la dictadura de Pinochet. En junio de 2009 el cuerpo de la figura emblemática de la cultura popular chilena fue exhumado para confirmar que fue acribillado en septiembre de 1973 gracias a los estudios realizados por el instituto Genético de Innsbruck (Austria). A fines de ese mismo año, la viuda Joan Turner encabezó junto a la fundación que lleva el nombre del artista un funeral público que congregó a más de 12.000 personas.

La histórica condena ha generado la reacción positiva de quienes admiran el legado de Jara. El diputado y presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, se felicitó por el fallo en su cuenta de Twitter: “Saludamos fallo que condena a militares que torturaron, asesinaron y tiraron los cuerpos de Víctor Jara y Littré Quiroga en terreno baldío de Lo Espejo. Un abrazo a sus familias y a tod@s quienes seguimos bregando por ¡verdad, justicia y reparación!”.

MÁS INFORMACIÓN

Rosa Parks, lucha contra la discriminación.

Fuente:  La Aventura de la Historia.

Autor: Redaccion Historia.  

Tras terminar su jornada laboral, el 1 de diciembre de 1955, Rosa Parks, una costurera negra de 42 años, subió a un autobús en Montgomery, Alabama, para regresar a su casa. Pagó 10 centavos y se sentó en la quinta fila, la primera de la sección de color, detrás de la zona de los blancos. Junto a un hombre y a la altura de otras dos mujeres, al otro lado del pasillo. Cuando el autobús ya estaba lleno, entró un pasajero blanco. Entonces, el conductor ordenó que las cuatro personas negras de la quinta fila se levantaran para que el nuevo pasajero se pudiera sentar. Las dos mujeres y el hombre, obedecieron. Rosa Parks, no. Decidió luchar contra la discriminación. “Voy a llamar para que la arresten”, dijo el conductor.

“Puede hacerlo”, respondió ella.

La rebeldía de Rosa Parks dio inicio a toda la lucha por los derechos civiles que desembocaría en la eliminación de la discriminación racial institucionalizada en EE UU. La decisión de la costurera fue espontánea, un acto reflejo. Vivía la discriminación de la población negra desde que nació. Había sido testigo, a diario, de casos de humillación racial. “Recuerdo irme a la cama cuando niña y sentir que pasaba a caballo el Ku Klux Klan por la noche y escuchar unlinchamiento y tener miedo de que la casa empezara a arder en llamas”. Esas experiencias hicieron nacer en ella el deseo de enfrentarse a aquella injusticia. Ya desde su adolescencia había librado pequeñas batallas personales. Prefería subir las escaleras de un edificio antes que entrar en un ascensor para “sólo negros”. O pasaba sed por no beber en la fuente que solamente utilizaban las “personas de color”.

A los 20 años se casó con Raymond Parks, del que tomó el apellido y con el que se fue a vivir a Montgomery. Tras lograr el título de enseñanza media, trabajó como costurera y ama de casa. Entonces se hizo miembro de la NAACP (Nacional Association for the Advancedment of Colored People), la asociación más relevante en defensa de los derechos de los afroamericanos contra la discriminación, fundada con la colaboración del escritor W. E. B. Du Bois.

En 1943, Rosa Parks fue elegida secretaria de esta agrupación en Montgomery. Desde este puesto, se esforzó en luchar contra el sistema de ciudadanía de segunda clase y la discriminación impuestos a los afroamericanos y que persistía desde el último tercio del siglo XIX.

 Es largo el camino 

Tras la Guerra Civil entre el Norte y el Sur, el gobierno federal de Estados Unidos trató de extender la igualdad a toda la población afroamericana. En 1865 se aprobó la 13ª Enmienda a la Constitución, que prohibía la esclavitud, seguida de la 14ª Enmienda, de 1868, que otorgaba la ciudadanía estadounidense de forma automática a cualquier persona nacida dentro de las fronteras del país o que hubiera pasado por un proceso de naturalización, y que ofrecía idéntica protección de las leyes para todos los ciudadanos. En 1870, se promulgó la 15ª Enmienda, que garantizaba el derecho al voto a todos los ciudadanos, independientemente de su raza.

Durante esa posguerra, conocida como Período de Reconstrucción (1865-1877), tropas del Norte ocuparon el Sur y obligaron a que estas enmiendas se cumplieran. Los negros empezaron a ascender en la escala social, alcanzando, incluso, cargos políticos.

El Compromiso de 1877 entre Norte y Sur llevó a la presidencia de EE UU a Rutherford Hayes, quien estableció que las tropas del Norte debían de ser retiradas del Sur. El esfuerzo de Hayes por borrar los agravios de la guerra de Secesión y por establecer una paz sobre el respeto al derecho y costumbres sureñas, reconstruyó el país, pero permitió, también, la persistencia del racismo y la discriminación tradicionales. Así pudieron abrirse paso las llamadas leyes Jim Crow(estereotipo popular del negro rural tosco e ignorante), que dieron lugar a la doctrina de “separados pero iguales”, base de la nueva organización social en el Sur, refrendada por la Corte Suprema de EE UU con el caso Plessy v. Ferguson (1896).

Homer Plessy, negro en una octava parte, desafió una ley del Estado de Louisiana, de 1890, que obligaba a la separación de negros y blancos en los trenes, sentándose en un lugar designado para blancos. Plessy fue arrestado y condenado, pese a sus 7/8 partes blancas y la sentencia legitimó el proceso de discriminación racial iniciado unos años atrás. Su esfuerzo por mantener separadas legalmente a las poblaciones blanca y negra convirtió el Sur en una sociedad estructurada en castas.

 Negros y perros  

A los afroamericanos no se les permitía compartir un taxi con blancos o utilizar la misma entrada para acceder a un edificio público. Tenían servicios separados, iban a diferentes escuelas, eran enterrados en cementerios distintos. Se les excluían de bibliotecas públicas y restaurantes. En muchos parques colgaban letreros de “Prohibido el paso a negros y a perros”. Las normas de etiqueta segregacionistas eran igualmente estrictas.

Los negros debían apartarse para dejar pasar a los blancos, y a los hombres se les prohibía mirar a los ojos a una mujer blanca. Mientras que los blancos debían recibir el tratamiento de Mr., Miss o Mrs., ellos tuteaban a los negros, utilizando directamente sus nombres propios: Tom, Jane, cuando no genéricos, como boygirl o, incluso despectivos, como nigger.

Esa discriminación incluía, también, una separación socioeconómica que confinaba a la gente de color a empleos precarios, no cualificados. El derecho constitucional al voto se negó también a los afroamericanos empleando algunas argucias como la “cláusula del abuelo” (que permitía votar sólo a quienes ya lo hubieran hecho antes de la guerra civil), impuestos electorales (exigidos a los negros), primarias blancas (sólo los demócratas podían votar, sólo los blancos pueden ser demócratas) o tests de lectura, escritura y preguntas capciosas sobre conocimientos, por ejemplo: “nombra todos los vicepresidentes y jueces del Tribunal Supremo de la historia de Estados Unidos”.

Para mantener ese estado de discriminación, los gobiernos del sur no tuvieron escrúpulos en recurrir a la violencia física y a castigar brutalmente cualquier incumplimiento de las normas impuestas. Durante las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX, miles de negros fueron impunemente linchados por grupos de blancos, en ocasiones con la colaboración de las fuerzas de seguridad. Hubo casos en que estos linchamientos fueron masivos como los de Elaine County, Arkansas, en 1917. o los de Tulsa, Oklahoma, en 1921. En el primer caso, las cifras oficiales, blancas, fueron de 25 víctimas, pero algunos historiadores las elevan hasta 800; en el segundo caso no existen cifras oficiales, pero se piensa que pudieron alcanzar los tres centenares. Los afroamericanos no tenían posibilidad de defenderse ya que se les excluía de cualquier cargo (jurados, jueces, policías o funcionarios de prisiones) en un sistema judicial compuesto íntegramente por blancos.

 Pequeños avances  

Esta situación de disparatada discriminación racial continuaba sin grandes modificaciones hace cincuenta años, cuando Rosa Parks se negó a ceder su asiento. Tras la II Guerra Mundial, se habían logrado algunos avances durante la administración de Truman. La Guerra de Corea forzó el fin de las unidades segregadas en el Ejército.

La política de ganar batallas judiciales, puesta en práctica por la NAACP, se había visto recompensada con algunos éxitos. El mayor de ellos fue el caso Brown v. Board of Education of Topeka (1954), en el que el Tribunal Supremo promulgó la ilegalización de la segregación en las escuelas públicas. La política de “separados pero iguales”, en vigor desde el caso Plessy (1896), era oficialmente rechazada en un caso que sentaba jurisprudencia y reconocía, como los líderes de la NAACP habían venido argumentando enérgicamente, que la igualdad prevista en la Constitución no se garantizaba con esta fórmula, ya que las instalaciones (escuelas, servicios, etc.) de los afroamericanos eran radicalmente más pobres que la de los blancos.

El autobús en que fue detenida Rosa Parks.
El autobús en que fue detenida Rosa Parks.

Esta dinámica de éxitos parciales y tímidos pasos hacia delante, cambió de forma radical el día que Rosa Parks se negó a ceder su asiento en el autobús de Cleveland Avenue.

Cuando llegó el policía, llamado por el conductor, Rosa Parks le espetó:

–¿Por qué nos intimidáis?

–No lo sé –replicó el policía–, pero la ley es la ley y usted queda detenida.

La llevaron a comisaría, le tomaron las huellas, fotos y la encarcelaron. Los líderes afroamericanos se reunieron para discutir el asunto, bajo el liderazgo de un joven de 26 años, pastor baptista de la Iglesia de Dexter Avenue, Martin Luther King. Decidieron convocar un boicot contra la empresa de autobuses de Montgomery. Hicieron un llamamiento a la población de color para que no usara el transporte público y lograron una respuesta masiva. La gente empezó a usar bicicletas, a ir a pie, a organizarse en automóviles o a coger los taxis negros que cobraban una tarifa de 10 centavos, la misma que un viaje en autobús.

A pesar de las presiones recibidas (la casa de King fue incendiada), el boicot se prolongaba todavía en diciembre del año siguiente, arruinando a la empresa de autobuses, cuyos clientes eran en un 75 por 100 negros. Finalmente, 381 días después del plante de Rosa Parks, en diciembre de 1956,el Tribunal Supremo decidió que la discriminación en los autobuses violaba la Constitución. Fue la primera victoria en la lucha por los derechos civiles.

La cobertura mediática que recibió la campaña a escala nacional fue tan intensa y esperanzadora que Martin Luther King fundó la Southern Christian Leadership Conference (SCLC), una organización que aspiraba a seguir luchando para superar las desigualdades en las que la comunidad negra vivía. La labor de este grupo se basaba en dos principios: la desobediencia civil (concepto básico del pensamiento político estadounidense, teorizado en 1849 por Henry D. Thoreau) y la resistencia pacíficainspirado en la lucha de Gandhi, figura admirada por el pastor baptista. Los líderes agrupados en la SCLC siguieron convocando protestas por los estados del Sur. En 1960, unos jóvenes crearon el Comité de coordinación estudiantil de la no violencia (SNCC) con el que llevaron a cabo acciones como los famosos “Viajes por la libertad” (freedom rides), en los que se trasladaban al Sur con objeto de realizar actos no violentos que perseguían terminar con la segregación en el transporte público interestatal.

 Respuesta violenta  

Todas estas actuaciones eran, generalmente, respondidas con violencia. Sin embargo, la publicidad mediática que recibían ejercía una gran presión sobre el Gobierno central para que éste tomara medidas y suscitaba la simpatía hacia el movimiento en el Norte de EE UU. La brutalidad con que las autoridades reprimieron una campaña del SCLC en 1963, en Birmingham, en la que llegaron a soltar perros o barrieron a los estudiantes de secundaria con potentes mangueras, o el asesinato de tres trabajadores por los derechos civiles en Mississippi, el verano de 1964, a manos del Ku Klux Klan, actos como la Marcha sobre Washington (1963), en la que unos 250.000 manifestantes se reunieron delante de la estatua de Abraham Lincoln para escuchar el famoso discurso de Martin Luther King, I have a Dream, llevaron a la administración liderada por Lyndon B. Johnson a promulgar, en 1964, el Acta de Derechos Civiles (Civil Rights Act), que ilegalizaba la discriminación en instituciones públicas, en el gobierno o en puestos de trabajo.

En 1965, se aprobó la Ley de los Derechos de Voto (Voting Rights Act), que prohibía cualquier tipo de test o argucia legal que impidiese el registro para el voto a los miembros de la población negra. Estas dos leyes significaron, desde el punto de vista legal, el ocaso del sistema creado por las Normas Jim Crow.

Martin Luther King fue asesinado tres años más tarde, en 1968, sospechándose, incluso, que se trató de un complot gestado por el FBI. Eran momentos en el que su doctrina de integración pacífica comenzaba a suscitar muchas dudas entre la comunidad negra. Las doctrinas violentas, nacionalistas y separatistas respecto a los blancos, sostenidas por líderes como Malcolm X o Stokeley Carmichael, iban calando cada vez más entre los jóvenes. En 1966, se fundó el movimiento de las Panteras Negras y cuando fue asesinado Martin Luter King, lo que se había puesto de moda era el Black Power.

A pesar de las campañas que trataron de desprestigiarle, exponiendo infidelidades matrimoniales o acusándolo de haber plagiado alguna de sus obras, como su propia tesis doctoral, Martin Luther King, ganador del Premio Nobel en 1964, fue el líder indiscutible de la lucha por los derechos civiles en los años sesenta y muchas encuestas le consideran una de las diez personas más relevantes de la historia de los Estados Unidos.

Rosa Parks con Martin Luther King.
Rosa Parks con Martin Luther King.

Tampoco ha sido olvidada Rosa Parks. Aunque en España sea prácticamente una desconocida, en Estados Unidos es una leyenda. En una encuesta de 1973, historiadores e intelectuales la designaron como la tercera mujer norteamericana más influyente del siglo XX. Recientemente, Rosa Parks ha sido incluida por la revista Time, entre las cien personas más influyentes del siglo XX.

 Precedentes fallidos 

Es verdad que la llamada “madre del movimiento por los derechos civiles” no fue la primera en negarse a levantarse de un asiento en un transporte público. Hubo casos anteriores. El propio jugador de béisbol Jackie Robinson, primer afroamericano en jugar en la liga profesional, se negó a trasladarse a la parte trasera de un autobús en 1944, cuando era oficial del Ejército en Texas.

A consecuencia de ello, tuvo que enfrentarse a un consejo de guerra que terminó absolviéndolo. Claudette Colvin, de 15 años de edad, y Mary Louise Smith, fueron detenidas por el mismo motivo tan sólo meses antes de la acción de Rosa. Sin embargo, ninguna de las dos presentaba el perfil suficientemente recio y decidido, imprescindible para llegar hasta el final en un proceso cuya sentencia sería histórica. Rosa Parks, sí.Gozaba del respeto de la comunidad afroamericana, estaba casada, trabajaba, era una activista de la NAACP y desde su niñez se había negado a plegarse a la discriminación sureña.

Ganadora de la Medalla de Honor del Congreso, en 1999, máximo galardón concedido por el gobierno de EE UU, Rosa Parks, falleció el 25 de octubre en Detroit. Hasta el último momento, trabajó en el Instituto Rosa y Raymond Parks para el Autodesarrollo, institución que había fundado en 1987, tras la muerte de su esposo. En él se ofrece ayuda y motivación a jóvenes afroamericanos.

Juan Antonio Sánchez Giménez

*Artículo publicado en La Aventura de la Historia, número 86.

 

Guerra de Corea: al sur del Paralelo 38.

Fuente: Diario El Mundo, 21/08/2015

En la madrugada del domingo 25 de junio de 1950, una llamada telefónica despertó a Douglas MacArthur, comandante en jefe de las fuerzas norteamericanas en el Pacífico, en su residencia de la Embajada norteamericana en Tokio. Malhumorado, recibió un mensaje del oficial de servicio en el cuartel general de las fuerzas estadounidenses en Japón, en el que se advertía gran nerviosismo: «Señor: acabamos de recibir noticias de Seúl. A las 4,00 de esta madrugada fuertes contingentes norcoreanos han cruzado el paralelo 38«.

MacArthur -general de cinco estrellas, vencedor de Japón en la Segunda Guerra Mundial, el militar más conocido, admirado y condecorado del Ejército de Estados Unidos- comenta en sus memorias: «Sentí como un escalofrío. Nueve años antes, el 7 de diciembre de 1941, también domingo, otra llamada me anunció el ataque japonés a Pearl Harbour, y ahora nuevamente escuchaba el son de guerra. No puede ser -me dije-. Tal vez sea sólo una falsa alarma». Corea del Sur, por debajo del paralelo 38, disponía de cuatro divisiones, integradas por hombres valerosos y fieles a su patria. Sólo tenían armas ligeras, sin aviación ni barcos de guerra, muy pocos carros y otros medios de combate.

El hecho era que una fuerza de policía -no pasaba de ser eso- instruida por nosotros, con algo más que fusiles, se hallaba frente al Ejército norcoreano, adiestrado por los soviéticos y dotado de armas modernas. Los soviéticos lograron disimular muy bien sus intenciones ofensivas. A lo largo del paralelo 38 desplegaron varias unidades con unos pocos carros de combate, una fuerza similar a la surcoreana. Pero más atrás tenían concentradas poderosas unidades con armas pesadas, entre ellas los más recientes modelos de carros de combate soviéticos. En primer lugar, las tropas ligeras cruzaron la línea divisoria y se desplegaron a derecha e izquierda. Luego, por el centro, avanzó el grueso de las fuerzas con las armas pesadas».

Las guerras enseñan geografía

En junio de 1950, muy pocas personas sabían por dónde pasaba el Paralelo 38. En pocas horas se hizo tristemente famoso, respondiendo a esa cínica afirmación, tópica en las relaciones internacionales, de que las guerras enseñan geografía. El Paralelo 38 era la demarcación provisional acordada en 1945 por Washington y Moscú para separar a las tropas de ambos países que combatían a los japoneses y evitar incidentes. A partir de entonces, los soviéticos fortificaron la frontera y colaboraron en el establecimiento de un régimen comunista en su zona; al tiempo que EEUU propiciaba un sistema parlamentario en el Sur e instruía a su ejército.

Truman dispuso inmediatamente la evacuación de todos los ciudadanos norteamericanos presentes en Corea y dio órdenes a Mac Arthur para que ayudase a los surcoreanos

El mismo 25 de junio se reunió, tal como había pedido Truman, el Consejo de Seguridad de la ONU, compuesto por cinco miembros permanentes con derecho a veto (Estados Unidos, la URSS, el Reino Unido, Francia y China) y seis no permanentes. Pero no acudieron todos sus componentes. De los once miembros del Consejo entonces, solamente acudieron diez. Faltó la URSS.

En cierto modo, la ausencia soviética estaba justificada. El 13 de enero de ese mismo año 1950, el jefe de la delegación de la URSS, Jacob Malik, había dicho con toda claridad que no tomaría parte en los trabajos del Consejo de Seguridad «mientras permaneciera en él el representante del grupo del Kuomintang». Con esto hacía alusión a la situación anormal de los miembros permanentes del Consejo -uno de ellos, China– después de que el 1 de octubre de 1949 se hubiera proclamado la República Popular, inmensa, en el continente, yChiang Kai-shek (presidente de China / Taiwan y líder del Kuomintang) representase solamente a Taiwan.

La ONU acordó declarar agresores a los norcoreanos y les ordenaron que retirasen sus tropas al otro lado del paralelo

En consecuencia, se presentaron a la convocatoria los seis países no permanentes y cuatro de los permanentes, en total diez. Los reunidos acordaron declarar agresores a los norcoreanos y les ordenaron que retirasen sus tropas al otro lado del Paralelo 38. La decisión fue adoptada por nueve votos y una abstención (Yugoslavia). Malik no pudo interponer su veto, lo que hubiera hecho, con toda seguridad, caso de estar presente.

Truman dispuso inmediatamente la evacuación de todos los ciudadanos norteamericanos presentes en Corea y dio órdenes a MacArthur para que ayudase a los surcoreanos. La única limitación fue la Séptima Flota -estacionada en Japón- que se reservaba, únicamente, para la defensa de Taiwan y no se quería crear una verdadera crisis internacional.

El presidente norteamericano y el general MacArthur se encontraron con un regalo cuando el Consejo de Seguridad de la ONU, reunido el 27 de junio a petición del delegado norteamericano, Warren Austin, decidió -por siete votos a uno (Yugoslavia) y dos abstenciones (Egipto y la India)- que todos los Estados miembros de la Organización tenían la obligación de ayudar a Corea del Sur.

Artículo completo.

Biografía de Helmut Kohl

Crédito fotográfico: © US Department of Defense/Helene C. Stikkel

Alemania, Canciller federal

Duración del mandato: 01 de Octubre de 1982 – 27 de Octubre de 1998

Nacimiento: Ludwigshafen, Renania-Palatinado , 03 de Abril de 1930

Partido político: CDU

Profesión: Historiador

Resumen

Hijo de un funcionario de finanzas profundamente católico sin ningún vínculo con el nazismo, como niño vivió el drama de la guerra y los estertores del III Reich. Su hermano mayor, Walter, murió en el frente en otoño de 1944 y él, junto con otros niños de su edad, fue evacuado a un campamento de instrucción en Austria. La rendición alemana en mayo de 1945 le salvó por poco de ser movilizado en el Ejército (en las últimas semana de la guerra los muchachos de 16 años fueron llamados a filas) y desde Austria regresó a pie a Ludwigshafen, que halló ocupada por las tropas norteamericanas.

Biografía

1. Del liderazgo de la CDU a la Cancillería Federal
2. Enre los euromisiles y la construcción europea
3. Papel central en la reunificación de Alemania
4. La resaca de la reunificación y nuevas incertidumbres
5. Definidor de la nueva política exterior alemana
6. Dificultades para entrar en la moneda común europea
7. Desgaste final y derrota en las urnas
8. El escándalo de la financiación ilegal de la CDU1. Del liderazgo de la CDU a la Cancillería Federal
En 1950 terminó el bachillerato e inició estudios de Derecho, Historia, Sociología y Ciencias Políticas en la Universidad de Frankfurt y, desde 1954, en la de Heidelberg. En 1958 obtuvo el doctorado en Historia y al año siguiente entró de director de sección en la Asociación de la Industria Química de Ludwigshafen, labor que desarrolló hasta 1969.Militante de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) desde los 17 años, en 1953 fue elegido miembro de la Junta Directiva de la Asociación regional de la CDU en el Palatinado, puesto que desempeñó durante las dos décadas siguientes pese a los cometidos más elevados que fue adquiriendo, y al año siguiente vicepresidente de la Joven Unión democristiana de Renania-Palatinado, labor que realizó hasta 1961.En este land o estado federado, Kohl hizo toda su carrera política antes de alcanzar posiciones de responsabilidad federal en Bonn. Sirvió como miembro de la Ejecutiva estatal de la CDU (1955-1966), diputado en el Landtag o Asamblea Estatal (1959-1967), presidente de la fracción de la CDU en el ayuntamiento de Ludwigshafen (1960-1967), vicepresidente (1961-1963) y presidente (1963-1969) de la fracción de la CDU en el Landtag, vicepresidente del partido en el Palatinado (1962), presidente del mismo en todo el estado (1966-1973) y, finalmente, ministro-presidente del land de Renania-Palatinado entre 1969 y 1976.

Miembro del Comité Ejecutivo o Presidium de la CDU desde 1964 y vicepresidente del mismo desde 1969, el 12 de junio de 1973 fue elegido presidente en sustitución de Rainer Barzel por 520 votos sobre 600. El Gigante de Maguncia, como se le conocía por su envergadura corporal (mide 1,90 metros de estatura), aportó una visión más pragmática y liberal en una CDU necesitada de renovar sus esquemas de política exterior, todavía presididos por el anticomunismo, en un momento en que la Ostpolitik de Willy Brandt estaba obteniendo éxitos diplomáticos en la Europa del Este. Ello le enfrentó inevitablemente con el derechista Franz-Josef Strauss, líder del ala bávara del Partido, la Unión Social Cristiana (CSU).

Kohl obtuvo la nominación a canciller federal para las elecciones legislativas del 3 de octubre de 1976. Aunque la CDU/CSU ascendió del 44,9% de los votos obtenido en las elecciones del 19 de noviembre de 1972 al 48,6% y recuperó la condición de primer partido del país, la coalición de socialdemócratas (SPD) y liberales (FDP) liderada por Helmut Schmidt mantuvo la mayoría absoluta. Kohl, no obstante, obtuvo el escaño en el Bundestag y la presidencia del grupo parlamentario democristiano. En los comicios del 5 de octubre de 1980 el cabeza de lista fue Strauss y la CDU/CSU perdió 17 escaños y un 4,1% de los votos.

La posición del canciller Schmidt parecía sólida, pero el 27 de septiembre de 1982 Kohl llegó a un acuerdo con Hans-Dietrich Genscher, líder del FDP, para votar conjuntamente en una moción de censura constructiva (con propuesta de un candidato a canciller alternativo) en el Bundestag y formar un gobierno de coalición. La sesión se desarrolló sin sorpresas el 1 de octubre y Kohl fue investido canciller con 256 votos, siete más de los necesarios, el primero democristiano desde la dimisión de Kurt Kiesinger en 1969. El día 4 presentó su gabinete, en el que Genscher continuaba en el Ministerio de Exteriores que venía ocupando desde 1974 con sus anteriores socios, los socialdemócratas.

Leer artículo completo en CIDOB. Biografía líderes políticos.

Selma, el triunfo pacífico y silencioso de Martin Luther King.

Fotograma de la película ‘Selma’ donde se representa la primera gran marcha de Selma a Montgomery. WANDA
Autora: CLARA FELIS.

Fuente: El Mundo. 04/03/2015.

Resistir. Luchar sin violencia. Protestar de manera silenciosa para hacer más ruido que el que grita. Esperar y vencer. Esos fueron los pasos que siguieron todas y cada una de las personas que se unieron al Movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos de Martin Luther King (1929-1968) cuyo legado aún perdura en la actualidad. Conseguir la igualdad social y acabar con la segregación racial fue la principal batalla del pastor, que convirtió en realidad los sueños que desde hacía décadas parecían inalcanzables. I have a dream. Ya saben.

Sobre ese largo camino hacia la libertad, a vivir sin miedo, al respeto mutuo trata Selma. La película de Ava DuVernay, que llegará a las salas de cine este viernes, se remonta y muestra con detalle aquel intenso 1965. El año de las grandes marchas de Selma. El año de la unidad americana. El año en el que los afroamericanos pudieron por fin votar.

Leer artículo completo en El Mundo

Cuba-Estados Unidos: el último capítulo de la guerra fría.

Sorpresa en la Calle Ocho de Miami tras el anuncio de diálogo con Cuba

Fuente: El Diario.es
Autor: Pascual Serrano, 17/12/2014.

Conversaciones secretas al más alto nivel, intercambio de agentes, mediación del Vaticano, preparación del ambiente mediante editoriales en los diarios más influyentes, comparecencias simultáneas (que no conjuntas) de los jefes de Estado enfrentados difundidas en directo… Ayer asistimos a uno de los últimos capítulos de la guerra fría, una parte de la historia que a los jóvenes europeos les resulta absolutamente ajena pero que en Cuba se vivía todos los días.

El acuerdo, además del tremendo impacto humanitario y político de la liberación de presos en ambos países, supone el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, si bien, en palabras de Raúl Castro, «esto no quiere decir que lo principal se haya resuelto. El bloqueo económico, comercial y financiero que provoca enormes daños humanos y económicos a nuestro país debe cesar».

Y Winston se convirtió en Churchill.

Churchill encarnó un tipo de conservadurismo paternalista.

Fuente: Diario «El Mundo«, 26/01/2015

Autor: ROBERTO VILLA, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Rey Juan Carlos

En el ocaso vital de su progenitor, un emocionado Randolph Churchill resumió su trayectoria de la siguiente forma: «Tu gloria está consagrada para siempre en el pedestal inmortal de tus logros; y jamás podrá ser destruida o manchada. Fluirá con los siglos».

Estas palabras quedarían como una simple demostración de amor filial si no fuera porque iban dirigidas al que, hoy por hoy, se considera el político británico más importante del siglo XX. Más aún, Winston Churchill es una de las figuras sin las que es imposible comprender la historia de la Europa de entreguerras y del mundo de la segunda postguerra.

Continuar leyendo «Y Winston se convirtió en Churchill.»