El agente naranja sigue pudriendo los suelos de Vietnam 50 años después.

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La imagen, tomada en noviembre de 1962, muestra el efecto del agente naranja en la margen derecha del río. ALAMY

Autor: Miguel Ángel Criado
Fuente: El País, 16/03/2019

En Vietnam, el ejército de EE UU mantuvo dos guerras: una contra el Viet Cong y otra contra la naturaleza. En esta, los militares estadounidenses usaron millones de litros de herbicidas contra la selva donde se escondían los comunistas y los cultivos de arroz que les alimentaban. El herbicida más usado fue el agente naranja. Una revisión de diversos estudios muestra que, 50 años después de que dejaran de rociarlo, aún hay restos altamente tóxicos de este defoliante en suelos y sedimentos, desde los que entran en la cadena alimenticia.

Fue el presidente Kennedy quien, en el marco de una nueva estrategia para impedir que Vietnam del Sur colapsara bajo la presión de los nacionalistas y comunistas del norte, abrió la puerta a la mayor guerra química de la historia. Los primeros herbicidas llegaron al sudeste asiático en enero de 1962 en una operación que acabaría llamándose proyecto Ranch Hand. Usaron diversos compuestos químicos, muchos de ellos desarrollados durante la guerra mundial para destruir las cosechas de alemanes y japoneses.

Diversos informes de las Academias Nacionales de Ciencia de EE UU (NAS) y agencias gubernamentales como la USAID estiman que en la Guerra de Vietnam se usaron más 80.000 millones de litros de herbicidas. El más usado fue el agente naranja, un defoliante. Los militares no se rompieron mucho la cabeza al nombrarlo: iba en barriles con una franja de ese color para diferenciarlo del agente blanco, el agente púrpura, el agente rosa o el agente verde (contra vegetación de hoja ancha) y el agente azul (usado contra los arrozales).

El 20% de las selvas del país y 10 millones de hectáreas de arrozal fueron rociadas al menos una vez con dosis 20 veces mayores a las recomendadas

La lógica militar era la siguiente: ya que los comunistas usaban la selva como un arma más contra ellos, había que neutralizarla. El trabajo recién publicado en una revista especializada en suelos muestra que el 20% de las selvas de Vietnam fueron fumigadas al menos una vez. Pero el arroz y otros productos agrícolas también fueron objetivos. Hasta el 40% de los herbicidas se usaron contra los cultivos. Aunque los militares intentaran diferenciar entre arrozales de amigos y enemigos, unos 10 millones de hectáreas fueron rociadas con agente azul, que acababa con la cosecha en horas. El tercer principal uso de los herbicidas fue el de acabar con todo el verde que hubiera en los alrededores de las bases militares estadounidenses, creando así un perímetro de seguridad.

Los efectos de todos los herbicidas eran temporales y había que volver a rociarlos cada cierto tiempo. Para ello usaban desde mochilas a la espalda hasta las lanchas para rociar las riberas. Pero fueron una flotilla de aviones C-123 Provider y helicópteros adaptados para levantar tanques de 3.800 litros los que protagonizaron el proyecto Ranch Hand, con más de 19.000 salidas entre 1962 y 1971.

El agente naranja era en realidad un compuesto a partes iguales de dos herbicidas, el ácido 2,4-diclorofenoxiacético (2,4-D) y el ácido 2, 4, 5- triclorofenoxiacético (2,4,5-T). Son reguladores hormonales del crecimiento y en unos días, semanas como mucho, dejan de actuar. Pero lo que no se sabía entonces era que el agente naranja contenía una dioxina altamente tóxica, la TCDD. Para acelerar la producción, se elevó la temperatura unos 5º y el cloro presente en el compuesto a altas temperaturas generaba entre 6.000 y 10.000 partes por millón (ppm) de TCDD más que en condiciones normales. Esta sustancia carcinogénica es hidrofóbica, así que no se disuelve en el agua. Tampoco se absorbe, sino que se adsorbe. Se quedaba pegada como una lapa a las hojas que, al caer, llevaban la dioxina hasta el suelo y la naturaleza se encargaba de propagarla.

La Fuerza Aérea de EE UU realizó unas 20.000 misiones herbicidas.
La Fuerza Aérea de EE UU realizó unas 20.000 misiones herbicidas. U.S. AIR FORCE PHOTO

«La dioxina contaminante se adhiere al carbono orgánico y partículas arcillosas del suelo en las zonas contaminadas y procesos de erosión mueven los sedimentos contaminados mediante escorrentías hasta los cursos de agua, ríos, estanques y lagos, donde las condiciones anaeróbicas protegen la dioxina de la degradación microbiana, extendiendo su vida media», comenta en un correo el experto en suelos y coautor del estudio Ken Olson, profesor de la universidad de Illinois (EE UU).

Expuesta a la acción del sol, la TCDD se degrada en menos de tres años. Pero en suelos protegidos por la vegetación tarda en degradarse hasta 50 y, si está en sedimentos fluviales o marinos, más de un siglo. «Los peces y camarones que se alimentan en el fondo atrapan los sedimentos contaminados y la dioxina se acumula en sus tejidos. Peces más grandes se comen a estos peces y los vietnamitas a ellos», recuerda Olson.

En uno de los informes más recientes revisados por Olson y su colega, la socióloga rural de la Universidad Estatal de Iowa Lois Wright Morton, los investigadores oficiales analizaron los suelos de la base aérea de Bien Hoa y sus alrededores. Fue una de las principales bases desde las que partían las misiones herbicidas y allí se acumularon los bidones sobrantes cuando se suspendió Ranch Hand. «Recogieron 1.300 muestras de suelo de 76 puntos diferentes de la base, tierras cercanas y lagos. Unas 550 muestras tenían niveles de dioxina por encima de la normativa para el uso de la tierra del Ministerio de Defensa Nacional de Vietnam», comenta el profesor estadounidense.

Treinta años después de ser usados en Vietnam, varios aviones aún tenían la dioxina pegada

Los suelos de otras 16 bases áreas estadounidenses tanto en Vietnam como Tailandia están contaminados y muchos de los vietnamitas y estadounidenses expuestos en su momento a estos productos desarrollaron enfermedades. Pero se sabe poco del impacto del agente naranja que queda más allá de las bases. Junto a la de Bien Hoa está la ciudad homónima, en la que viven unas 900.000 personas, y está prohibida la pesca en ríos y lagos de la zona aún hoy.

La persistencia de la TCDD es tal que varios de los aviones que se usaron para rociar el agente naranja tuvieron que ser retirados de una subasta e incinerados porque, 30 años después de volver de Vietnam, aún tenían la dioxina pegada. El último de los informes de las NAS sobre los efectos del agente naranja en los veteranos de guerra, publicado en noviembre pasado, añadía nuevas patologías que aparecían correlacionadas con la exposición al herbicida. Estos informes se publican cada dos años y son un mandato del Congreso de EE UU.

Aunque se estima que hay aún tres millones de vietnamitas que sufren los efectos de los defoliantes, no tienen un seguimiento similar al de los veteranos estadounidenses. «Los efectos negativos sobre la población y los veteranos vietnamitas nunca se determinaron bien y tampoco se han llevado a cabo estudios con la suficiente potencia estadística», asegura la profesora emérita de la Universidad de Columbia (EE UU) en salud pública y una de las mayores investigadoras del uso militar de los herbicidas, Jeanne Stellman.

Uno de sus trabajos, que fue portada de la revista Nature en 2003, usó los registros de la Fuerza Aérea de EE UU para determinar que al menos 3.000 aldeas y poblados fueron fumigados directamente con el agente naranja. Sus cálculos arrojan una cifra de entre dos y cuatro millones de personas expuestas. Además, para Stellman, es un error fijarse solo en la dioxina. «Los herbicidas del grupo fenoxi (el 2,4,5-T y el 2,4-D) en sí no son inocuos», recuerda.

De los pocos estudios internacionales sobre la persistencia de la TCDD en el ambiente destaca uno publicado hace ya 10 años por investigadores japoneses y vietnamitas. En él compararon los niveles de contaminación de los suelos de una de las aldeas rociadas con agente naranja con los de otras que se libraron. En la primera, la presencia de dioxina quintuplicaba a la de la segunda, aunque su concentración era más baja que la observada en la base aérea de Bien Hoa. El trabajo también halló mayores niveles de dioxina en la leche materna, pero no puede descartarse que se deban a la exposición más reciente a pesticidas agrícolas.

Olson cree que sería exagerado y sin base científica considerar que todos los suelos rociados hace 50 años sigan contaminados hoy. En todo caso, solo en Bien Hoa hay al menos 414.000 metros cúbicos de suelos que deberían ser tratados. Para Olson, el método definitivo para acabar con la dioxina sería incinerarlos, quemar la tierra.

“Viva el feminismo”: la foto de María Telo, la abogada que luchó por la igualdad jurídica de hombres y mujeres.

Feminismo, 1936

Autor: JAIME RUBIO HANCOCK , 8/03/2019

Fuente: El País,

El trabajo de María Telo para reformar el Código Civil llevó a que las mujeres pudieran abrir cuentas y trabajar sin permiso de su marido.

La fotografía muestra a tres mujeres colocando en la calle un cartel que dice: “Viva el feminismo. 1936”. Esta imagen acostumbra a recordarse, recrearse e incluso versionarse cada 8 de marzo.

La foto se tomó el primero de mayo de 1936, semanas antes de que comenzara la Guerra Civil, tal y como recoge el blog sobre las Sinsombrero de RTVE. Está hecha en Cantalpino, Salamanca. Quien está subida a la escalera es María Telo, a sus pies está Pilar Alonso y, de espaldas, Goya Telo. Solo María Telo sobrevivió a la Guerra Civil, según recoge el diario Salamanca al día.

María Telo nació en Cáceres en 1915 y falleció en Madrid en 2014. Como relata el obituario publicado en EL PAÍS, titulado La abogada de la igualdad, Telo estudió Derecho en Salamanca y fue entonces cuando leyó el Código Civil. «Me quedé horrorizada al comprobar que la mujer no pintaba nada de nada». Ya entonces se le metió “entre ceja y ceja” que tenía que cambiar este código, explicó en una entrevista publicada en 2008, poco después de ser nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Salamanca.

Por culpa de la guerra, Telo no pudo examinarse hasta 1940 de las dos asignaturas que le faltaban para licenciarse. Y, por culpa del franquismo, no pudo alcanzar su objetivo de ser notaria, como su padre, al estar esta carrera vedada a las mujeres. Sí ganó la oposición al Cuerpo Técnico de Administración Civil del Ministerio de Agricultura en 1944. Fue la primera mujer en hacerlo: “No sin fuertes obstáculos, por considerar aquel tribunal que ninguna mujer debía tener acceso”, escribió en sus memorias.

En 1952 abrió uno de los pocos despachos en manos de mujeres de Madrid, labor que compaginaba con su funcionariado y, en 1969, organizó el primer Consejo de la Federación Internacional de Mujeres de Carreras Jurídicas, desde el que impulsó la reforma del Código Civil. Sus propuestas no se materializaron hasta mayo de 1975, aún bajo el franquismo.

Gracias a sus iniciativas, las mujeres pudieron aceptar herencias, abrir cuentas en el banco, trabajar y disponer de su salario sin permiso del marido, además de ser cabeza de familia y administrar los bienes gananciales. Telo siguió trabajando hasta los 80 años y también participó en la elaboración de la ley del divorcio de 1981.

«Igualdad juríica no quiere decir igualdad de hecho -apuntaba Telo en su discurso como doctora de la Universidad de Salamanca, en 2008-; ahí queda un largo camino por recorrer, donde debe ser otra vez protagonista la mujer». Y añadía: «Después de prepararse para lo más, al casarse y tener hijos encuentra cerrados todos los caminos para promocionarse en su profesión, al tener que enfrentarse si se casa a la doble jornada o, en otro caso, contentarse con trabajos a tiempo parcial o de horario flexible de distinta naturaleza, que arruinan su formación. Todo por falta de estructuras sociales adecuadas».

En este vídeo sobre Telo aparece su hija hojeando un álbum. En el minuto 0:32 se puede ver la foto de la escalera.

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Cuando los cómics eran más peligrosos que el nazismo.

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Una página del cómic de 1952 ‘Teen-Age Dope Slaves’.

Autor: Eduardo Bravo.
Fuente: El País, 2 de marzo, de 2019.

A mediados de los cuarenta, los tebeos de 32 páginas con grapa, conocidos como comic-books, eran la forma de entretenimiento más popular en Estados Unidos. Sus ventas rondaban entre los 80 y 100 millones de copias semanales y lo habitual era que cada ejemplar pasase por seis o 10 lectores. Llegaban a más público que el cine, la radio o ese nuevo medio: la televisión.

Las buenas ventas permitieron desarrollar una floreciente industria que empleaba a más de un millar de profesionales. También fue notable la amplísima variedad de temas: hazañas bélicas, crímenes truculentos, narraciones gore, amor adolescente con toques de erotismo, historias de la mafia, venganzas por despecho, aventuras exóticas, sin olvidar el abuso de drogas. Un catálogo que pronto llamó la atención de los salvadores de la moral.

La persecución a la industria de los cómics y sus consecuencias han sido investigadas por David Hajdu, profesor de la Universidad de Columbia, en La plaga de los cómics, publicado por Es Pop en dos ediciones: una convencional y otra en la que se incluye un volumen con más de cuatrocientas cubiertas de tebeos. “Es difícil comprender la cultura estadounidense. Por un lado, promueve la libertad creativa. Por otro, la ataca en nombre de la virtud puritana. La polémica sobre los cómics a mediados del siglo XX es un buen ejemplo”, explica el autor.

Hogueras públicas

El psiquiatra estadounidense Fredric Wertham llegó a afirmar en su ensayo La seducción de los inocentes que, “comparado con la industria del cómic, Hitler era un principiante”. Sin embargo, los métodos de Wertham y sus seguidores no se diferenciaban demasiado a los empleados por el Tercer Reich. Como explica Hajdu, “algunos grupos religiosos organizaron protestas públicas en las que se recogían cómics que posteriormente eran quemados en hogueras. Igual que los nazis y, además, en el mismo periodo histórico”.

Además de amedrentar a la población y a los dibujantes, los grupos religiosos promovieron la creación de leyes que restringían la compraventa de cómics independientemente de la edad de los destinatarios. Hacia 1950 en EE UU había más de medio centenar de normas que limitaban la venta de esos títulos. Unas leyes que no solo afectaban a los tebeos de contenido más escabroso y violento, sino también a los de superhéroes, por considerar que contenían “valores estéticos y culturales contrarios a los de la cultura dominante porque sus protagonistas eran indisciplinados, inadaptados y marginados”, relata Hajdu.

Para resistir el embate, el mundo del cómic decidió organizarse. A diferencia de lo que había hecho Random House, que apeló a la libertad de expresión y creación para defender la publicación del Ulises de Joyce, los empresarios del tebeo optaron por la autorregulación. “Fundaron la Comics Code Authority (CCA) creyendo que una autocensura sería menos destructiva. Sin embargo, fue probablemente más restrictiva que la que hubiera impuesto el Gobierno”, analiza el investigador.

La CCA estuvo vigente hasta finales del siglo XX aunque, para entonces, su influencia era muy residual. Nada comparado con su época dorada, en la que muchos distribuidores se negaban a aceptar todo cómic que no contase con su sello impreso en la portada. De hecho, fue ese detalle el que hizo que surgiera en los años sesenta el cómic underground, cuyos autores nunca hubieran recibido el sello de aprobación. Como aclara Hajdu, “para ellos, el código era básicamente un manual de instrucciones: lo utilizaban para hacer totalmente lo contrario de lo que decía”.

 

La Guerra de Corea, el conflicto olvidado que nunca acabó.

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Autor: Dave Meler.

Fuente: queaprendemoshoy.com, 15/03/2018

 

El conflicto entre las fuerzas capitalistas y las fuerzas comunistas, durante la Guerra de Corea, escenificó a la perfección la rivalidad soviético-estadounidense durante la Guerra Fría y según muchos historiadores, perfiló el escenario político que vivimos hoy en día.

Sabías que… la Guerra de Corea a menudo ha sido llamada la “Guerra olvidada” en los Estados Unidos, ya que la cobertura del conflicto fue censurada y su memoria ha quedado ensombrecida por conflictos como la Segunda Guerra Mundial o la Guerra de Vietnam.

EL DETONANTE LA GUERRA DE COREA

El conflicto militar no podría entenderse adecuadamente sin considerar su contexto histórico. La península de Corea, había sido colonia japonesa desde 1910 hasta 1945, y fue ocupada por los Estados Unidos y la Unión Soviética al final de la Segunda Guerra Mundial. Cuando se propuso dividir temporalmente el país a lo largo del paralelo 38 para repartir la esfera de influencia en la península.

 “Una Corea dividida fue algo sin precedentes“.

Charles K. Armstrongprofesor de historia coreana en la Univ. de Columbia.

En 1948, la administración sureña anticomunista respaldada por los Estados Unidos, con sede en Seúl, se declaró a sí misma como la República de Corea. Y poco después, la administración del norte comunista respaldada por los soviéticos, con sede en Pyongyang, se declaró la República Popular Democrática de Corea. La inestabilidad fue constante, las escaramuzas fronterizas frecuentes y ambos bandos rechazaban la legitimidad del otro. Hasta que en el 25 de Junio de 1950 las fuerzas comunistas del norte cruzaron el paralelo 38 con la intención de ocupar el resto de la península e implantar una república comunista única.

BANDOS CONFRONTADOS

La guerra enfrentó básicamente a Corea del Sur y los Estados Unidos, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, contra Corea del Norte y China. Aunque otras naciones, en menor medida, también aportaron tropas. La Unión Soviética fue el apoyo principal de Corea del Norte al comienzo de la guerra, aportando armas, tanques y asesoramiento estratégico. Pero, pronto, China emergió como su aliado principal, enviando soldados para luchar en Corea, asegurándose así de mantener el conflicto lejos de su frontera.

En cierto sentido, esta fue la primera y única guerra entre China y Estados Unidos, hasta ahora

Bruce CumingsProfesor de Historia en la Univ. de Chicago.

EFECTOS DEVASTADORES

Corea del Norte fue arrasada. Hoy en día los norcoreanos consideran el bombardeo estadounidense como un Holocausto“.

Prof. Asmtrong

EL FIN DEL CONFLICTO

Técnicamente, la Guerra de Corea no terminó nunca. La lucha armada llegó a su fin en 1953, cuando Corea del Norte, China y los Estados Unidos firmaron un armisticio. Y la creación de una zona desmilitarizada de 4km de ancho a lo largo del paralelo 38. Pero Corea del Sur nunca aceptó el armisticio, y nunca se ha firmado un tratado de paz formal. Ni Corea del Norte ni Corea del Sur habían logrado su objetivo: la destrucción del régimen opuesto y la reunificación de la península dividida.

Sus generales siguen luchando en una guerra que para ellos nunca a acabado. Desde 1953 ambas Coreas han convivido en una situación incómoda bajo la supervisión de más de 20,000 soldados estadounidenses y fuerzas de la ONU.

Revolución cubana: 3 éxitos y 3 fracasos del movimiento que inició Fidel Castro hace 60 años.

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La revolución cubana comenzó el 1 de enero de 1959 tras la huida del entonces gobernante de facto, Fulgencio Batista.

Autor: Lioman Lima

Fuente: BBC. 01/01/2019.

Cuando la Revolución cubana comenzó, todavía Dwight Eisenhower era presidente de Estados Unidos, Adolfo López Mateos gobernaba México y la Unión Soviética era la segunda potencia del mundo.

Sesenta años después, Eisenhower, López Mateo y la URSS son apenas recuerdos en libros de historia, pero el proceso que inició Fidel Castro en la mayor isla del Caribe, todavía sigue dando de qué hablar y sembrando simpatías y detractores a lo largo del mundo.

No habrá grandes celebraciones en la isla por este aniversario cerrado en el que, por primera vez en décadas, no gobierna alguien de apellido Castro un 1 de enero.

Para los admiradores de la Revolución cubana, la fecha marca una jornada simbólica: por más de medio siglo Cuba ha sido el símbolo de la resistencia ante Estados Unidos, el icono de la soberanía política latinoamericana y la esperanza de un modelo alternativo para el caótico orden mundial.

Para sus detractores, la fecha marca un año más de perpetuación en el poder de un grupo que, en su criterio, ha coartado las libertades y los derechos de un pueblo y lo han sumido en la pobreza, la crisis y «uno de los mayores exilios de la historia».

En BBC Mundo repasamos 3 grandes logros y 3 grandes fracasos de ese movimiento político que ha marcado la historia de Cuba -y de América Latina- en los últimos 60 años.

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Logros

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Salud

A través de los años, uno de los elogios más reiterativos que consigue la isla en casi cualquier escenario es su sistema de salud, público y universal, que la ubica como un referente frente a la mayoría de naciones de Latinoamérica.

«Los éxitos de Cuba en materia de salud son reconocidos mundialmente y dan cuenta de un nivel de compromiso consecuente y sistemático con el desarrollo de la salud por parte de las más altas autoridades de ese país desde 1959″, señala la Organización Mundial de la Salud a BBC Mundo.

Esa institución destaca, entre otros, la colaboración médica de la isla en otras naciones, la baja mortalidad infantil y el hecho de que, recientemente, se convirtió en el primer lugar del mundo en eliminar la transmisión materno-infantil del VIH/Sida y la sífilis congénita.

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Derechos de autor de la imagenAFP Image caption Cuba también ha creado institutos de investigación científica que son referentes internacionales, como el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología.

Es importante señalar que ya antes de la Revolución, en 1957, Cuba ocupaba el primer lugar de la región con menor mortalidad infantil y con mayor número de médicos y camas en los hospitales por habitantes, cifras que todavía ostenta.

En las últimas dos décadas el servicio médico en Cuba se ha deteriorado dada la falta de medicinas, equipos médicos y las deficiencias estructurales severas en varias instituciones hospitalarias.

El gobierno cubano lo atribuye a las sanciones económicas impuestas por el gobierno de Estados Unidos por casi 60 años.

«Más allá de las críticas que puedan hacérsele, la revolución hizo posible la salud para miles personas y eso es un hecho«, asegura a BBC Mundo el politólogo cubano Carlos Alzugaray.

Educación

60 años después del triunfo de Fidel Castro, el país ha erradicado prácticamente el analfabetismo, cuenta con un sistema de educación público que abarcatodas las enseñanzas y ha creado modelos educativos que se han utilizado en el resto de Latinoamérica.

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Image caption En Cuba la educación, la salud y el deporte son derechos de la población.

«Antes de la revolución, si bien el analfabetismo en la ciudad era del 11%, en el campo era del 40%. Eso es algo que con la revolución se solucionó. Se eliminó además la educación privada y se hizo accesible para toda la población», cuenta Mesa-Lago a BBC Mundo.

Mark Brenner, especialista en Cuba de la American University, señala que el modelo educativo de la isla es un referente en la región y ha logrado formar por generaciones a una de las poblaciones más preparadas académicamente de América Latina.

Sin embargo Sebastián Arcos, director del Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad Internacional de Florida, cuestiona que el acceso a ciertos niveles de enseñanza se limita a la condición de «ser revolucionario» y recuerda casos de expulsiones de estudiantes por expresar criterios contrarios a los del gobierno o- hace unas décadas- por ser homosexuales o tener el pelo largo.

«Es un país donde las escuelas se utilizan para adoctrinar a la gente desde muy jóvenes y donde se ponen los valores comunistas por encima de los valores de la enseñanza«, le dice a BBC Mundo.

Seguridad

Un hecho que para muchos escapa en la cotidianidad de la isla es que, según varios organismos internacionales -e, incluso, según ha reconocido en decenas de alertas de viajes el Departamento de Estado de EE.UU.- Cuba es uno de los países más seguros de Latinoamérica y el Caribe.

Estadísticas de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen muestran que la tasa de homicidios en la isla entre 2012 y 2016 fue de 4,99 por cada 100.000 habitantes, lo que la convierte en el segundo país más seguro de la región, solo superado por Chile.

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Image caption En Cuba es muy común ver policías patrullando calles o cuidando esquinas. En La Habana hay un sistema de cámaras de vigilancia en varios barrios.

El portal Data World, que compila datos oficiales, la ubicó por años como el lugar más seguro para visitar por estadounidenses, en comparación con otros destinos turísticos populares cercanos a EE.UU.

Arcos, aunque reconoce los altos niveles de seguridad en la isla, considera que estos se deben al «sistema represivo, de vigilancia y control» que ha establecido el gobierno cubano.

«Es un estado policiaco, dedicado a la seguridad y al control de las personas. Han creado mecanismos para que la gente tenga miedo y han llegado a hacer que casi todos los cubanos sientan que son vigilados o que alguien les escucha cuando hablan por teléfono», sostiene.

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Fracasos

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Economía

Casi todos los expertos consultados por BBC Mundo coinciden en calificar a la economía como el mayor fiasco del proceso iniciado por Fidel Castro en 1959.

«Yo diría que es la gran falencia o lo que quedó pendiente de esos 60 años y es que todavía no se ha alcanzado esa sociedad próspera y sostenible que se planteó alguna vez, lo que significa que todavía haya muchos asuntos pendientes en materia de vivienda, en materia de alcanzar niveles de vida aceptables para todo el mundo», opina Alzugaray.

El economista cubano Mauricio De Miranda Parrondo, profesor de la Universidad Javeriana de Cali, considera que un error fundamental en este sentido fue «el desconocimiento de las leyes de la economía» por parte del gobierno.

«La dirección cubana pecó de excesivo idealismo y de voluntarismo en la conducción de la economía. Siempre se priorizó la razón política y el mantenimiento del poder sobre la razón económica, explica a BBC Mundo.

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Image caption ara sus críticos, la revolución cubana no ha logrado ofrecer la sociedad que prometió.

Mesa-Lago, destaca, no obstante, que pese a la crisis económica sostenida que vive, Cuba ha logrado continuar creciendo (aunque sea en números muy pequeños) y que realizó una transformación económica en la que pasó de ser una economía dependiente del azúcar a otra dependiente de los servicios.

«Pero no ha logrado un cambio estructural que permita tener ese crecimiento económico sostenido del que han estado hablando desde decenios y que le permita recuperar los estándares de vida que tenía cuando todavía vivía del dinero de la Unión Soviética», comenta.

Derechos humanos

Es uno de los temas más peliagudos y de los que más controversia generan entre quienes apoyan o critican la Revolución cubana.

A través de los años, organizamos internacionales y críticos del gobierno han denunciado lo que consideran violaciones sistemáticas de los derechos humanos en la isla, que van desde la falta de libertad de prensa hasta el encarcelamiento o la persecución de opositores políticos, algo que el gobierno y sus seguidores niegan.

En septiembre pasado, en su informe anual, el secretario general de Naciones Unidas incluyó nuevamente a Cuba entre los países que toman «represalias vergonzosas» contra quienes defienden los derechos humanos.

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Image captionUn grupo de mujeres opositaras, llamadas Damas de Blanco (una de ellas, en el centro de la foto), aseguran ser víctimas frecuentes de represión por parte de la policía de Cuba.

Otras organizaciones, como Amnistía Internacional o Human Right Watch también publican periódicamente informes en los que cuestionan el estado de los derechos humanos en la isla.

«Por 60 años se han dedicado a callar, a encerrar u obligar a salir del país a todo el que piense diferente«, opina Arcos.

El gobierno cubano asegura, por su parte, que pocas naciones del mundo respetan los derechos humanos como ellos y tilda a los opositores de ser «mercenarios» al servicio de Estados Unidos.

Brenner considera que al hablar de derechos humanos en la isla se debe tener en cuenta «las fuertes presiones» que ha vivido por parte de Washington, que, en su criterio, llevaron al gobierno de La Habana a sobreestimar la amenaza y a que varios derechos sucumbieran ante la aspiración de mantener a flote el sistema.

«La Declaración Universal de los Derechos Humanos tiene tres componentes: derechos políticos, sociales y económicos. Y el gobierno cubano han enfatizado en los derechos sociales y económicos, pero se han dado de lado los derechos políticos,» sostiene.

«El hombre nuevo»

En el paradigma del «hombre nuevo», el ideal de Ernesto «Che» Guevara de crear un nuevo sistema de relaciones humanas, muchos críticos ven el resumen de una serie de fiascos de todo tipo que han impactado en las esencias del cubano de a pie y que han llevado a algunos a notar una falta de compromiso con el país y su futuro.

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Image caption Los críticos de la revolución señalan que no fue capaz de crear una sociedad que comprometa a sus jóvenes con el futuro de la isla.

«¿Cuál es el resultado 60 años después? ¿Un país del que se calcula que han emigrado más de 3 millones de personas, que está devastado, con las familias separadas, con una economía que no funciona, con jóvenes que solo quieren irse a otro lugar? ¿Cuál ha sido el impacto en el ser humano? Pues algo catastrófico», opina Arcos.

Alzugaray, por su parte, si bien reconoce que del «hombre nuevo» no queda nada, considera que, pese a todo, aún existen notables niveles de apoyo hacia la revolución.

«No la apoyan igual que hace 60 años, porque lógicamente ha pasado el tiempo y se han presentado muchas dificultades y la gente se ha sacrificado mucho, pero yo diría que las cuotas de participación son altas», comenta.

En criterio de Brenner, su percepción tras más de 44 años viajando a la isla, es que la gente allí «está muy decepcionada» de no tener la oportunidad de colmar sus aspiraciones personales en su propio país.

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Image caption Para muchos cubanos, emigrar es una aspiración.

«Son personas con una gran capacidad y una gran preparación, pero no tienen oportunidad de ejercerlas en empleos que los hagan sentir satisfechos. Tienen una tremenda creatividad, pero muy pocos espacios donde puedan ponerla en práctica», señala.

El experto considera que se trata de una realidad «muy complicada», porque el nuevo presidente «no parece capaz de producir algo dramáticamente diferente y no veo que haya planes tampoco de hacerlo».

«Creo que es un punto muy crítico en la historia de la revolución: hay un liderazgo nuevo, pero no hay un plan nuevo para alcanzar, al menos parcialmente, lo que aspiran a alcanzar o para ofrecerle a la gente algo mejor de lo que han tenido hasta ahora», sostiene.

La crisis de los misiles que conmocionó al mundo.

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El presidente de los USA, Kennedy, anunciando el descubrimiento de los misiles en Cuba.

Autor: Victor Arrogante. 14/10/2018.

Fuente: nuevatribuna.es.

Se conoce como crisis de los misiles, a los trece días de octubre de 1962, en los que Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron a punto de comenzar una guerra nuclear por Cuba. El 14 de octubre de 1962, un avión espía de EEUU descubrió que la URSS había instalado secretamente sus misiles balísticos de medio alcance P-12 en la isla. Este hecho ocasionó un conflicto entre las dos superpotencias. La paz mundial estuvo seriamente en peligro, al borde de la Tercera Guerra Mundial.

Moscú había intentado restaurar el equilibrio nuclear en el mundo, después de que EEUU instalara en 1961 sus misiles balísticos en Turquía. Al descubrir los misiles soviéticos en Cuba, John Fitzgerald Kennedy, realizó un bloqueo militar contra la isla, creando un cerco con su flota y aumentando el número de sus tropas y aviones.

En marzo de 1962, la Comisión Taylor, planteó medidas para justificar la intervención militar en Cuba. En mayo, una delegación rusa llegó a la isla para proponer la instalación de cohetes con carga nuclear y garantizar que los norteamericanos no invadieran la isla. En junio, el Estado Mayor de la URSS aprobó la composición de tropas soviéticas que participarían en la operación. Todo se iba complicando, cuando en el mes de junio, el comandante Raúl Castro viajó a Moscú, para explicar los criterios de Fidel Castro de hacer público el acuerdo militar, como acto soberano entre dos estados. Los rusos insistieron en mantenerlo en secreto. Tres meses después, EEUU confirmaba la presencia de emplazamientos de misiles en Pinar del Río, Villa Clara y Camaguey.

Quedaban todavía días de intensas negociaciones para que la crisis de Octubre llegara a su fin. Entre los días 18 y 22 de octubre, el canciller Nikita Jruschov aseguraba que los misiles eran de carácter defensivo. Kennedy ordenó la máxima alerta y refuerza la base naval de Guantánamo, creando todas las condiciones para bombardear la isla caribeña. El 26 de octubre Fidel Castro ordena abrir fuego contra aviones enemigos en vuelos de baja altura y el 27, un avión de EEUU es derribado y muerto su piloto.

El 28 de octubre, Cuba presentó una declaración de cinco puntos, tras la reunión bilateral entre Estados Unidos y la Unión Soviética. El presidente Kennedy aceptó eliminar las medidas de bloqueo a Cuba; mientras que Nikita Jruschov aceptó retirar del territorio cubano las instalaciones de armas de defensa estratégica. El Gobierno Revolucionario de Cuba, declaró que: «No existirán las garantías de que habla el Presidente Kennedy contra una agresión a Cuba, si, además de la eliminación del bloqueo naval que promete, no se adoptan otras medidas».

Cuba exige: el cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen los EEUU en todas partes del mundo contra el país; cese de todas las actividades subversivas, lanzamiento y desembarco de armas y organización de invasiones mercenarias; cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde las bases existentes en Estados Unidos y Puerto Rico; cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval; y retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por los Estados Unidos. Algo se ganó, pero el bloqueo a Cuba se sigue produciendo y Guantánamo sigue siendo una base americana.

En el momento de la crisis de los misiles, Estados Unidos gozaba de una superioridad nuclear decisiva sobre la Unión Soviética. Poseía más de 400 misiles balísticos intercontinentales, en comparación con 78 en el arsenal de la URSS. La enorme ventaja estratégica incluía los sofisticados submarinos Polaris, con poder devastador para un golpe nuclear, y la abrumadora fuerza de choque de alrededor de 1.300 bombarderos nucleares, a diferencia de menos de 200 en el arsenal soviético. Además, en la década del 60 el tiempo para alcanzar el objetivo era un factor crucial. Se necesitaban unos 30 minutos para que los misiles soviéticos llegaran a Estados Unidos, un tiempo suficiente para que los estadounidenses tomaran represalias con un devastador contraataque. Desde Cuba los misiles soviéticos hubieran podido destruir la mayor parte de los centros militares y urbanos de Estados Unidos en 7 ó 10 minutos.

Anatoly Dobrinin, embajador soviético en Washington y figura decisiva junto a Robert Kennedy en la búsqueda de una solución a la crisis, declaró en sus memorias, que los motivos de Khrushchev fueron estratégicos: «la medida era parte de una estrategia geopolítica más amplia para lograr una mayor paridad con Estados Unidos». Un factor esencial para que el Kremlin decidiera introducir misiles nucleares en Cuba fue el fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos, donde Kennedy fue percibido como un presidente débil e indeciso que decaería bajo presión. El siguiente paso fue obtener la cooperación de Fidel Castro. El mensajero fue el embajador Alexander Alexeiev, un veterano agente de la KGB y estrecho colaborador de Raúl Castro.

Fidel Castro hizo suya la idea de los misiles nucleares en Cuba: «Es un movimiento muy arriesgado… pero si tomar tal decisión es indispensable para el bloque socialista, creo que estoy a favor del emplazamiento de los misiles en nuestra isla». Con el respaldo de Castro, el traslado secreto y el despliegue se puso en marcha.

Sin embargo, el 14 de octubre cambió el rumbo de la historia, cuando el avión espía tomó las fotos que proporcionaron a Washington la primera evidencia sólida de la presencia de misiles soviéticos en Cuba. El 16 de octubre el presidente Kennedy fue informado. Durante los siguientes cinco días, en absoluto secreto, el Presidente y sus asesores analizaron las opciones disponibles. Al final se decidió hacer frente, hasta sus últimas consecuencias, el desafío soviético.

En el contexto histórico, la crisis se produjo durante la Guerra Fría (1945-1991). Las dos superpotencias nunca se llegaron a enfrentar directamente, pero sí indirectamente en diversos puntos del Planeta. El armamento nuclear de ambos países significaba que siempre fuera posible una gran guerra apocalíptica. El 1 de enero de 1959 la revolución liderada por Fidel Castro triunfa en Cuba. El 20 de enero de 1961 Kennedy jura como presidente de Estados Unidos. En abril de ese mismo año, los Estados Unidos respaldan a un grupo de cubanos anticastristas que fallan en su intento de invadir Cuba en Bahía de Cochinos. En agosto de 1961 comienza la construcción del Muro de Berlín. En febrero de 1962 comienza el embargo estadounidense a Cuba.

Los historiadores reconocen que la crisis de los misiles en Cuba fue el momento más peligroso de la historia de la humanidad. Las gestiones del Secretario General de las Naciones Unidas, U Thant, contribuyeron notablemente a desactivar la crisis. El 24 de octubre, en su discurso ante el Consejo de Seguridad, instó a que se celebrarán urgentemente negociaciones entre las partes involucradas e informó de que había enviado exhortaciones al Presidente Kennedy y al Primer Ministro Khruschev para que establecieran una moratoria de dos a tres semanas de duración. Esa medida entrañaría, por parte de la URSS, la suspensión voluntaria de todos los envíos de armamentos a Cuba; y por parte de los Estados Unidos la suspensión voluntaria del cerco y en especial registro de barcos rumbo a Cuba. Hizo un llamamiento a las autoridades de Cuba para que suspendieran la construcción y el desarrollo de servicios e instalaciones militares importantes durante el período de negociación.

A modo de conclusiones: El domingo 28 de octubre, la dirección soviética envió un mensaje urgente a Dobrynin en Washington, indicando que Kruschev había aceptado las demandas del Presidente. El acuerdo incluía un pacto secreto para el desmantelamiento gradual de los misiles estadounidenses obsoletos en Turquía y el compromiso de no invadir a Cuba. Durante las negociaciones Castro fue ignorado, por lo que se sintió humillado. Kennedy fue asesinado un año después por un homicida procastrista. Kruschev fue destituido como primer ministro a los dos años, y Castro se mantuvo como presidente durante más de medio siglo, fiel aliado de Moscú a cuyos intereses expansionistas sirvió en los años setenta enviando cuerpos militares expedicionarios a Angola, Mozambique o Etiopía.

Con todo, la crisis se resolvió rápidamente y muestra la eficacia de la estrategia de la disuasión; la amenaza del holocausto nuclear frenó el aventurerismo de las potencias y la importancia del diálogo ente las dos superpotencias, instalándose una comunicación directa entre la Casa Blanca y el Kremlin para desactivar cualquier crisis o malentendido: el «teléfono rojo».


−JFK: «Dean, por favor, explícame cómo se llevaría a cabo todo el proceso.
−DA: «Su primer paso, señor, será darles a los soviéticos entre 12 y 24 horas para que retiren los misiles. Ellos, obviamente, se negarán. Entonces usted ordenará los ataques, seguidos de la invasión. Opondrán resistencia y serán vencidos».
−JFK: «Planes que requieren armas nucleares… [Silencio] ¿Y cuál sería el paso siguiente?».
−DA: «Esperemos que prevalezca la cordura… antes de llegar al paso siguiente».

Extracto de la conversación entre John F. Kennedy, presidente de los Estados Unidos y Dean Acheson, exsecretario de Estado en la película Trece días (2000)

La conferencia de Potsdam: el reparto del mundo entre los ganadores de la guerra.

Autora: Gabriela Liszt, 17/07/2018.

Fuente: laizquierdadiario.com

La Conferencia de Teherán se realizó entre noviembre y diciembre de 1943, entre Churchill (Gran Bretaña), Roosevelt (EEUU) y Stalin (URSS). Yalta en febrero de 1945, ya casi terminada la guerra. La conferencia de Potsdam se realizó en la ciudad del mismo nombre (cerca de Berlín, Alemania), entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945.

La Unión Soviética ya había derrotado al nazismo, primero en Stalingrado en febrero de 1943, y luego de su entrada a Berlín, por lo que tuvo que ser reconocida como ganadora por los imperialismos Aliados. EEUU aún no había entrado en la guerra, salvo en la zona del Pacífico. Recién haría su “entreda triunfal” en el “Día D”. En el caso de Potsdam, asistieron Truman, que reemplazó a Roosevelt dado su fallecimiento; Churchill (acompañado por Clement Atllee del Partido Laborista) y Stalin.

El reparto del mundo luego de la Segunda Guerra

Allí acordaron, entre otros, cómo administrarían Alemania, que se había rendido incondicionalmente nueve semanas antes, el 8 de mayo. El acuerdo establecía la división de Alemania en cuatro zonas de ocupación (ya acordada en la conferencia de Yalta), y una división similar de Berlín y Viena, y un Consejo Supremo de Control dirigido por EEUU, Francia, Gran Bretaña y la URSS, los 4 ocupantes). Viena, Austria y Polonia también fueron divididas en una forma similar.

Las colonias habían sido atraídas por EEUU, por ser la potencia en ascenso y permitir cierta libertad política, pasando a ser semicolonias. EEUU se convertía en el dominador principal económico, política y militarmente del mundo y las excolonias (inglesas, francesas, etc,) en general pasaron su órbita de influencia.

La Conferencia de Potsdam estudió los territorios que habían de someterse a la tutela soviética:

  •  Absorción de los países satélites (glacis).
  •  Intervención, por la fuerza, para liquidar regímenes contrarios a su visión de la política (consideración muy especial al caso de España, Francia, Italia).
  •  Estudio de los Mandatos de Siria y Líbano.
  •  Polonia y sus fronteras, a expensas del territorio alemán.
  •  Reparto de la Marina, de guerra y mercante, de los alemanes.
  •  Estudio de las reparaciones a pagar por Alemania.
  •  La ocupación de los bienes alemanes en el extranjero.
  •  El desmontaje de las fábricas, evaluándolas en el concepto de reparaciones. Se calculaban éstas, de acuerdo con el criterio de Stalin en Yalta, en 20.000 millones de dólares, repartidos así: 50 por 100 para la URSS; 14 por 100 para el Reino Unido; 12,5 por 100 para Estados Unidos; 10 por 100 para Francia y el resto, sin especificar.
  •  Austria. Los aliados eximen a Austria de reparaciones, pero queda sometida a la autoridad de una comisión aliada, con sede en Viena.
  •  Irán. Las tropas británicas y soviéticas, que ocupan Irán desde 1941, deben evacuarl inmediatamente. Pero Stalin, que quería establecer una República Soviética en el Azerbaiján, no evacuó el territorio hasta 1946.
  •  Marruecos. Las tropas deben evacuar Tánger, incorporada desde 1940 al Marruecos español, y la zona volverá a tener su estatuto internacional con la participación de representantes norteamericanos y soviéticos.
  •  La devolución de todos los territorios europeos anexionados por la Alemania nazi desde 1938 y la separación de Austria.
  •  La declaración de Potsdam subrayó los términos de la rendición para Japón, pocos días antes que EEUU tirara las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, luego de meses de bombardear Tokio y otras ciudades bajo la excusa de que el imperialismo japonés no se había rendido formalmente. Por otro lado, fue un aviso a la URSS y el resto del mundo de quién tenía el poder militar.
  •  Acuerdo para la reconstrucción. Los aliados estimaron sus pérdidas en 200 mil millones de dólares. Alemania fue obligada a pagar únicamente 20 mil millones en productos industriales y mano de obra. Sin embargo, la Guerra Fría evitó que se pagara esta deuda.“Baja composición orgánica del capital, necesidades de reconstrucción asociadas a la ‘tierra arrasada’ dejada por la guerra, masas de hombres hambrientos dispuestos a trabajar por un pedazo de pan, derrotas de los procesos revolucionarios particularmente en los países centrales y clara hegemonía mundial norteamericana, fueron todos factores que reestablecieron el equilibrio capitalista desde su ruptura en 1914 y crearon condiciones para la obtención de una alta tasa de ganancia para el capital. Sin embargo, las condiciones de la formación de un ‘pluscapital’, es decir, de la acumulación ampliada, nuevamente debieron ser sostenidas por una participación sin precedentes de los Estados en la economía. El Plan Marshall que data del año 1947 y constituyó una enorme inyección de capital por parte del Estado norteamericano sobre las destruidas economías de Europa, junto con la previa creación de organismos multilaterales tales como el FMI o el Banco Mundial, resultan sendos ejemplos de dicha participación. Las políticas keynesianas de estímulo de la demanda efectiva (gasto de consumo, gasto de inversión y gasto público) a través de la inflación del crédito, resultaron por vez primera verdaderamente exitosas en cuanto a garantizar mecanismos aceitados de producción y realización del plusvalor. Sin embargo, el “éxito” del “círculo virtuoso” que apelando a mecanismos keynesianos caracterizó a los llamados “30 años gloriosos” del capital debe considerarse en el marco de dos aspectos fundamentales. El primero es que los mecanismos keynesianos que habían arrojado resultados poco satisfactorios en los años ’30, funcionaron de manera efectiva sólo tras la destrucción de la guerra y las derrotas mencionadas. El segundo es que estos mecanismos, que fundamentalmente en los países centrales permitieron un boom de producción y consumo con fuertes ganancias y salarios en alza, hallaron su límite ni bien hacia fines de la década del ’60, una composición orgánica creciente del capital volvió a poner en escena la ley de la caída de la tasa media de ganancia que se puso de manifiesto a través de la disminución de la masa de ganancias del capital” (Paula Bach, La Verdad Obrera, 25 de septiembre del 2008).Es decir, la Guerra Fría se basó en pactos ultrarreaccionarios que partían del reconocimiento de EEUU como potencia hegemónica mundial (cedida por Gran Bretaña) y que Stalin dominaría el “socialismo real” en la tercera parte del mundo, pero sin tener injerencia (incluso ayudar) en la política imperialista. En 1968, con el Mayo Francés, la primavera de Praga, Tlateloco, el inicio del Cordobazo, las masas lucharían por derribar estos pactos contrarrevolucionarios.

 

Cómo la Stasi colocó a un espía de asesor del canciller de Alemania Occidental.

Willy Brandt y Günter Guillaume en una conferencia del partido, Düsseldorf, ca. 1972. Foto: Pelz (CC).

Autor: 

Fuente:  Jotdown.

Guillaume, Günter. Nace en Berlín en 1927. Es solo un adolescente cuando es reclutado para las fuerzas auxiliares de la Luftwaffe. Los nacidos entre 1926 y 1929 se conocen como la generación Flakhelfer, alemanes con la experiencia común de ser arrancados de la niñez para servir en reflectores y armas antiaéreas, uno de los objetivos prioritarios de los bombardeos aliados. A los diecisiete años ingresó en las Juventudes Hitlerianas. Después de la guerra, le tocó vivir en el área soviética. E ingresó en el Partido Comunista.

En 1955, Werner Sikorski, investigador de la Comisión Internacional de Juristas, según Stasi, the Untold Story of the East German Secret Police, de John O. Koehler, se encontró con un informante que respondía a las iniciales de M. A. Le habló de que en Berlín Este había un fotógrafo, Günter Guillaume, militante del Partido Comunista, que a menudo no se presenta a su puesto de trabajo en una editorial del Estado, Volk und Welt. Cuando su jefe empezó a investigar por qué no iba todos los días a trabajar, la jerarquía del partido le ordenó que no se metiera en lo que no le importaba. Después del incidente, Guillaume fue enviado a un curso de capacitación. Lo normal en esos casos era saber dónde iba a recibir los cursos, pero en este fue secreto. El informe de M. A concluía con que, al final, Guillaume había abandonado la editorial. Obviamente, entendía, para instalarse en el Oeste. Era importante seguir su pista. El dosier llegó a manos de un detective que trasladó el caso a la policía federal de la RFA, pero ahí se quedó. En el lance burocrático la carpeta se olvidó en los archivos centrales.

M. A. estaba en lo cierto. Guillaume y su mujer, Christel, habían sido reclutados por el coronel Paul Laufer del Servicio de Información Exterior de la Stasi. Antes de la Segunda Guerra Mundial, Laufer había sido militante en secreto del Partido Comunista y militante activo de la socialdemocracia. Un infiltrado. Ahora tenía planes semejantes.

En 1956, los Guillaume, como tantos otros fugitivos que huían de la RDA, se instalaron en Frankfurt. Quedaban cinco años para la construcción del Muro, tenían veintisiete y veintiocho años. En sus memorias, Markus Wolf, el director de la Stasi, explicó cuál era su coartada. La madre de Christel, Erna, era ciudadana holandesa, por eso pudo salir de la RDA y abrir un estanco en  Frankfurt. Por medio de la reagrupación familiar, el matrimonio se ahorró pasar por los campos de recepción para alemanes orientales donde se estudiaba quién era quién en las oleadas de emigrados que recibía la RFA aquellos días.

Wolf describió así a la pareja: «Christel siempre me recordaba la figura de una secretaria cabal, sólida, segura de sí misma, pero carente de imaginación. En cambio, Günter superaba un poco los límites del equilibrio y siempre se le veía desbordando afabilidad y capacidad para adaptarse a cualquier grupo».

Como estaba previsto, ambos se afiliaron al SPD, el partido socialdemócrata. El sur del estado federado de Hesse era uno de los caladeros de votos del partido. Como era habitual en los llegados del Este, entre la militancia se distinguieron por su anticomunismo y sus enfrentamientos con el ala izquierda de las Juventudes Socialistas.

Günter dejó el estanco de su suegra para montar una tienda de fotocopias. También hacía trabajos como fotógrafo freelance. Y tuvieron un hijo, Pierre. Cada miércoles recibían informaciones y órdenes por radio. Los servicios de inteligencia de Alemania Oriental tenían la cortesía de felicitar por sus cumpleaños a todos los miembros de la familia. Pero no se activaron realmente para la Stasi hasta 1959, cuando los socialdemócratas renunciaron al marxismo en la conferencia de Bad Godesberg de 1959. Markus Wolf reconoció en sus memorias que, desde ese momento, vieron que el SPD tenía posibilidades reales de llegar al Gobierno y les ordenaron que se involucraran más en el partido.

Christel fue la primera en tener un ascenso. Se convirtió en la jefa de gabinete de Willy Birkelbach, nada menos que miembro de la ejecutiva del partido, presidente del grupo socialista del Parlamento Europeo y secretario de Estado de Hesse. Tenía acceso a documentos secretos de la OTAN, explicó Markus Wolf, y a los planes de emergencia nuclear. Toda la información que recopilaba Christel, Günter se las arreglaba para microfilmarla e introducirla en cajetillas de tabaco que le vendía a un correo que se hacía pasar por cliente en el estanco de su suegra. Si no, él mismo llevaba la información a Berlín Este y recibía nuevas instrucciones.

Al mismo tiempo, Günter empezó a tomar fotografías de las reuniones y los eventos del partido hasta que en 1962 fue contratado por el periódico del SPD, Der Sozialdemokrat. En el libro de historia de la Stasi, Koehler diferencia entre el perfil de él y el de ella como espías. Günter acababa cada día en bares y restaurantes con sus colegas del partido, bebiendo duro y cotilleando. Pasándoselo muy bien. Y por eso era muy apreciado. Ella no tenía atractivo físico ni personal, solo una eficacia increíble trabajando. Cada uno llevaba una vía ascendente por diferentes medios. En 1964, Günter se convirtió en secretario del partido en Frankfurt.

Con lo primero que cortó la Stasi fue con los viajes de Günter al Este. Le podían reconocer dentro de la RDA. En una de las últimas entradas que había hecho, a su hijo le llevó al zoo un oficial con acento sajón. Cuando volvieron al Oeste, el chaval iba imitando esa forma de hablar, el acento más peculiar de Alemania del Este.

Willy Brandt en un acto oficial en Berlín con Günter al fondo, 1973. Foto: Ulrich Wienke / German Federal Archives (CC).
En 1969 Günter fue elegido concejal de Frankfurt y se encargó de la campaña electoral del diputado nacional Georg Leber, un líder sindical que después llegó a ministro de Defensa. Se enfrentaron en primarias a Karsten Voigt, situado en posiciones a la izquierda de Leber, y ganaron. El nuevo diputado ofreció a Günter que le acompañara a Bonn. Para el traslado, el asesor puso como condición que pudiera ir con él su mujer. Como estaba metida en el partido, le consiguieron un trabajo en la oficina del estado de Hesse en Bonn. Los dos espías se plantaron en la capital de la RFA. Y, al poco tiempo, Günter fue propuesto para asesor del canciller de Alemania, Willy Brandt.

Llegados a ese nivel, Markus Wolf les dio órdenes de no mostrar ambiciones ni la más mínima intención de trepar para no llamar la atención. El partido tenía que investigarles. Heribert Hellenbroich, que luego llegó a director de la inteligencia exterior de la RFA, confirmó que se había estudiado a Günter a fondo sin encontrar nada. Horst Ehmke, jefe de gabinete de Brandt, decidió interrogarlo directamente el 7 de enero de 1970. Günter contestó sin ponerse nervioso, algo para lo que había sido entrenado, y explicó su trabajo en la editorial de Berlín Este. Ehmke, tras escucharlo, decidió que estaba fuera de toda sospecha. Otro asesor de Brandt, Egon Bahr, siguió desconfiando. Le dijo a Ehmke, citado por Wolf: «Quizá cometa una injusticia con ese hombre, pero su pasado me parece muy peligroso».

Sin embargo, por esas fechas eran muy habituales las denuncias tanto anónimas como directas a todos los que habían sido residentes en la RDA. Por un lado, ellos mismos lo solían hacer para eludir las sospechas que pudieran recaer sobre ellos exagerando su anticomunismo. Lo que flotaba en el ambiente era que había mucho personaje más papista que el papa. Y ya había antecedentes de exciudadanos de la RDA en el Gobierno, como Hans-Dietrich Genscher, ministro del Interior de Brandt. El informe de la Comisión Internacional de Juristas se encontró y se volvió a poner en la mesa, pero consideraron que, pasado tanto tiempo, ya no se podía valorar la exactitud de esa información. El general Gerhard Wessel, director de los servicios de inteligencia federales, no pudo asegurar a los hombres de Brandt que Günter fuese un agente de la RDA con la documentación que tenían, pero sí que le pareció sospechoso y recomendó que no fuese incluido en el gabinete del canciller, sino en cualquier otro organismo del Gobierno menos delicado.

Pero Wessel topó con la política, el partido socialdemócrata buscaba una renovación. Con todo lo que eso significa a efectos de marketing. La necesidad de caras nuevas favoreció a Günter, que no provenía de ninguna familia tradicional dentro de la organización, ni había ostentado cargos importantes con anterioridad. Era el tipo de perfil que buscaban ascender y del que quería rodearse Brandt. Además, su protector era Leber, exlíder sindical, y el presidente necesitaba un enlace con los sindicatos. Ese librero metido a espía se convirtió en asesor del canciller federal de Alemania. Su mano derecha en las relaciones con la Iglesia y los sindicatos. Al espía se le proporcionó una radio A-1, lo último. El mensaje se grababa en una tira de celuloide, se giraba una manivela y era emitido por radio en una fracción de segundo. Era imposible localizar al emisor.

Es a partir de aquí donde hay que empezar a dudar de la naturaleza de los hechos tal y como han sido contados. El punto más importante del programa de Brandt eran las relaciones con la RDA, la Neue Ostpolitik (Nueva Política Oriental). Era partidario de rebajar la tensión. De un acercamiento no solo con la RDA, sino también con la URSS y sus países satélites más cercanos. Recibió el Premio Nobel de la Paz en 1971 por esta política. En El País se escribió años después que, aunque estuviera cargada de contradicciones, la Ostpolitik de Brandt era un verdadero cambio en el curso de la política exterior alemana y occidental.

Por eso, que terminara cayendo por culpa de una intriga de la Stasi dejaba en una posición comprometida la política exterior de la RDA. En ese sentido, hay que tener en cuenta que las memorias de Markus Wolf tienen pinta de ser más bien exculpatorias en este episodio. Su intención no era hacer daño a un hombre de su categoría y boicotear su línea política, viene a contar. Pero hay que ponerlo en duda. Aunque da detalles, como que para que Brandt no perdiera una votación sobornaron a un diputado democristiano, Julius Steiner, lo que demostraría que de algún modo sí estuvieron al quite.

Wolf aseguró que lo que buscaban con el espionaje de Günter era poder anticipar posibles crisis internacionales. También les sirvió para poder conocer de primera mano las intenciones y temores del canciller antes de su encuentro de marzo de 1970 con Willi Stoph, primer ministro de la RDA, quien, por cierto, tenía una Cruz de Hierro en casa por su valor en la invasión de la URSS en la Operación Barbarroja —aunque ya era militante comunista antes de ser reclutado por la Wehrmacht—.

Lo que no contó Wolf sí que aparece en el libro de Koehler. Gracias a esta misión, los soviéticos conocían no solo las estrategias de la RFA, también de sus aliados, como Estados Unidos. Eso les dejó en una gran desventaja en las negociaciones entre bloques de 1972. Y la Stasi había logrado rizar el rizo. Cuando se celebró el congreso del SPD en Saarbrücken a mediados de 1970, Günter Guillaume fue nombrado enlace entre la cancillería y los servicios secretos de la RFA.

No obstante, de esta etapa, lo que subrayó Wolf fue: «No era ningún secreto que Willy Brandt era un mujeriego incorregible». Esta debilidad fue determinante. Mientras iban de campaña electoral, viajaba con ellos la periodista Wibke Bruns. Si Rut, la esposa noruega de Brandt —el canciller había estado refugiado en Noruega y Suecia durante el nazismo— no le acompañaba a algún destino, Brandt instalaba a la periodista en su habitación. Günter estaba siempre en el dormitorio contiguo, suponemos que con la oreja aplastada contra la pared. «Las habitaciones ocupadas por Guillaume y Brandt solo estaban separadas por un delgado tabique, Guillaume se dio cuenta de que la práctica adúltera de Brandt era frecuente y variada». El espía lo aprovechó. No tardó en ganarse su confianza más íntima para convertirse en mamporrero del canciller y empezó a conseguirle mujeres. Aunque, sin duda, eso debió de ser más fácil que seguirle el ritmo de la ejecutiva del partido. En palabras de Wolf: «Por lo que sé, toda la estructura de la socialdemocracia parecía estar lubricada con vino tinto». Günter sufría para recordar después todo lo que averiguaba en esas borracheras con la cúpula del SPD.

Cuando Brandt ganó las elecciones en 1972, la dirección de la Stasi pudo ver a su espía en directo por televisión brindando con el flamante ganador de los comicios. Muy raro sería que no se partieran de risa. En aquel momento, la Stasi tenía miles de agentes en el Oeste. Muchos en cargos importantes. Tantos que su quebradero de cabeza era que no coincidieran y se estorbasen o confundieran los unos a los otros.

Willy Brandt, Walter Scheel, Horst Ehmke y Egon Bahr en su primera declaración tras la victoria electoral; en segunda fila se encuentra Günter Guillaume (1972). Foto: Lothar Schaack / German Federal Archives (CC).

Pero la clave estuvo en la cama del canciller. Según El País, los encuentros sexuales que Günter le facilitaba al presidente fueron pertinentemente notificados a la Stasi, que a la postre se los filtró en pequeñas dosis a la editorial Springer. Wolf ocultó este hecho. Admitió que los propios servicios secretos de la RFA, cuando descubrieron a Guillaume, elaboraron un informe sobre la vida privada del canciller en el que figuraba el espía como suministrador de «periodistas, conocidas casuales y prostitutas» con las que se acostaba el presidente.

El director de la Stasi negó expresamente en sus memorias que pretendieran de este modo extorsionar a Brandt: «Nunca intentamos tal cosa. En primer lugar, sabíamos que en el mundo político de Bonn, un ámbito cerrado y cuidadosamente protegido, la prensa ni siquiera tocaría la información. En todo caso, no nos serviría de mucho, pues no estábamos interesados en destruirlo, sobre todo porque habíamos aprendido a tratar con él, sabíamos mucho de su persona y aplicábamos la máxima de todos los servicios de inteligencia, consistente en trabajar con el demonio conocido antes que acostumbrarse a uno nuevo».

Por el camino, Günter Guillaume también echó alguna que otra cana al aire. Wolf dejó caer que tuvo una amante, pero en 1981 el corresponsal de El País en Bonn señalaba que había mantenido relaciones con varias secretarias en contacto con valiosa información.

Ni Christel ni Guillaume fallaron. Cayeron en cadena por un error ajeno. Cuando se descubrió al espía Willy Gronau, cuyo nombre en clave era «Felix», directivo de la asociación de sindicatos de la RFA, de seis millones de afiliados, los agentes de contrainteligencia se fijaron en su apellido francés. Ese fue el vínculo que establecieron entre ambos. Sobre todo porque, cuando detuvieron a Gronau, uno de sus colaboradores había cometido un error, se había saltado una norma sagrada, y tenía en su apartamento un papel apuntado con las tareas pendientes donde figuraba el apellido Guillaume. Era para no olvidar darle a Gronau la orden de cortar el contacto con él.

«El nombre peculiar de Guillaume representó un papel fatídico. Si se hubiese llamado Meyer o Schultz, podría haberse evitado el desastre», se lamentó Wolf. Cotejando la información, los agentes de la inteligencia federal también vieron que las felicitaciones de cumpleaños que habían interceptado quince años atrás, una de un 1 de febrero, otra el 6 de octubre y una más el 8 de abril, se correspondían con las fechas de nacimiento de Guillaume, su mujer Christel y su hijo Pierre.

Lo sorprendente fue la reacción de la inteligencia alemana. Decidieron no detenerle, dejarle hacer un año más. Informaron a Brandt y aceptó. No sin polémica y sospechas sobre ese extravagante modo de proceder. El mismísimo canciller de Alemania se convirtió en un cebo de los servicios secretos. Él único caso conocido en la historia. Pero no se sabe si Brandt llegó a ser consciente realmente. Hans-Dietrich Genscher y Klaus Kinkel, ministro del Interior y su mano derecha, según Wolf, avisaron a Brandt de una forma tan «indiferente» que el canciller apenas prestó atención y no volvió a darle vueltas a ese asunto. Ambos se justificaron después diciendo que Günther Nollau, jefe de contraespionaje de la RFA, les había hablado de una sospecha, no de una certeza. Nollau, sin embargo, «insistió hasta su muerte en que él había hecho una enérgica advertencia», citó Wolf, para quien la trampa se la tendieron los suyos.

De todos modos, el cebo no sirvió para nada, al contrario. En los siguientes once meses, tras ciento cincuenta operaciones de observación del espía, no lograron atraparlo nunca con las manos en la masa, aunque sí que comprobaron que su conducta era la propia de un agente secreto entrenado por cómo se movía.

Para que Günter no sospechara que le tenían detectado, el BND le dijo a Brandt que se lo llevara de vacaciones con su familia. Fueron al lago Mjosa, en Hamar, Noruega. Ahí, pese a que ya se sabía que era un agente de la Stasi, se las arregló para pasar al Este hasta una carta personal de Nixon a Brandt en la que le instaba a presionar a los franceses para que aprobasen un acuerdo sobre el futuro de la OTAN. En el viaje a Noruega, Guillaume le entregó una documentación al jefe de los servicios de seguridad diciéndole que no quería llevar material clasificado en su coche. En realidad, el sobre contenía papeles con chorradas. El espía logró encontrarse con un oficial de la Stasi en el trayecto y entregarle fotografías de la documentación.

Wolf contó que se le ofreció al matrimonio la oportunidad de huir cuando empezaron a albergar sospechas de que les seguían, pero ellos no quisieron dar el paso. Se les ordenó entonces interrumpir cualquier labor de espionaje. En un viaje a Francia, el BND pensó que Günter iría a encontrarse con su contacto con el Este, el modus operandi habitual de los espías de la Stasi. Le siguieron más de cien agentes. El ministro del Interior, Genscher, recordó años después que la operación fue «casi una segunda invasión de Francia». Pero Guillaume no iba a encontrarse con un enlace, sino con una amante.

Días después, intervinieron definitivamente. De madrugada, Pierre, el hijo de dieciocho años de Günter y Christel, escuchó que llamaron a la puerta con insistencia. Pensaba que era el panadero, que llevaba a primera hora el pan recién hecho, pero se encontró con cuatro oficiales de la policía criminal. Günter Guillaume se estaba afeitando cuando le anunciaron en el baño su detención bajo cargos de espionaje. Sorpresivamente, el espía admitió la acusación en el acto y gritó: «¡Soy capitán del Ejército Nacional Popular de la República Democrática Alemana y miembro del Ministerio de la Seguridad del Estado, les suplico que respeten mi honor de oficial!». Ahí se enteró su hijo de quién era en realidad su padre. En el registro encontraron una cámara microdot y un reloj de pulsera con cámara de fotos. Se llevaron a Günter, a Christel y a su madre Erna esposados.

Comisión de investigación del caso Guillaume, 1974. Foto: Lothar Schaack / German Federal Archives (CC).

Muchos años después, Pierre recordó en la BBC el día en que se enteró de esa manera de que sus padres eran espías: «Me dejaron solo en el piso con un montón de agentes federales y de la policía. Registraron el apartamento, tomaron fotos de las paredes, cortaron muestras de jabón y se llevaron parte de mi colección de discos. Pasaron horas antes de que nadie me dijera qué estaba pasando. Miembros de la embajada de la RDA se presentaron y me dijeron que todo era verdad sobre mis padres y que ellos me cuidarían».

Willy Brandt se enteró de la detención en un aeropuerto, cuando volvía de una visita a Egipto. La forma en que Guillaume admitió su culpabilidad dejó al canciller completamente vendido. También a su amante, que se suicidó. Markus Wolf tenía una hipótesis sobre por qué un agente que nunca había cometido ni el más mínimo error, en el momento de su detención hizo saltar todo por los aires. Por lo visto, Pierre, como es lógico, era muy importante para él y sufría día y noche por ocultarle quién era realmente su padre. La cosa pasó a mayores cuando Pierre, de adolescente, comenzó a interesarse por la política, se hizo de izquierdas, mucho, y empezó a criticar a su padre por socialdemócrata. Le llamaba «traidor al socialismo». Muy contrariado, en una discusión le llegó a contestar que no era lo que creía. Al delatarse, puede que estuviera manteniendo una especie de diálogo con su hijo.

Brandt dimitió. Le estaban machacando en la prensa, incluso en su propio partido. Wolf dejó entrever la sospecha de que en realidad, en el caso Guillaume, lo que le hicieron al canciller fue tenderle una trampa sus propios compañeros. Durante semanas, el escándalo ocupó las portadas de los periódicos. A golpe de titular, iban saliendo revelaciones sobre el espía, pero las que más impacto tuvieron fueron las informaciones sobre que ejercía también de proxeneta para el canciller. También se habló de la afición al alcohol que había en la cúpula socialdemócrata, se reveló el apodo que Brandt se ganó en su época como alcalde de Berlín Oeste, Weinbrand Willy (Brandy Willy). Mientras tanto, Nixon estaba atravesando los peores momentos en el caso Watergate. Era solo 1974, las consecuencias de la crisis del petróleo no habían llegado aún a las economías socialistas. Los comunistas sacaban pecho ante tanta degradación occidental, aunque Brézhnev Honecker manifestaron su desagrado por el caso Guillaume.

Wolf escribió que la caída de Brandt se consideró «un desastre» tanto en el Este como en el Oeste, y que la culpa se le atribuía injustamente a él: «Nuestro papel en la caída de Brandt fue tirar piedras a nuestro propio tejado. Nunca deseamos, planeamos, ni vimos con agrado su eliminación política. Pero, una vez que la cadena de los hechos se puso en movimiento, tuvo su propia dinámica. ¿En qué momento debí haber detenido la operación?».

El 6 de mayo de 1974, Brandt dimitió aludiendo a «las normas no escritas de la democracia» y para evitar que se destruyera su «integridad política y personal», pero calificó como «grotesco» que alguien pensara que se podía chantajear a un canciller federal. Le sustituyó Helmut Schmidt.

Durante el juicio a Günter Guillaume, el fiscal general acusó al espía de haber reducido el poder de disuasión de la OTAN informando a la URSS de las divisiones en el seno de la organización. La viabilidad de la alianza atlántica pasaba por «un poder basado en la determinación creíble de los Estados miembros a desarrollar una defensa conjunta, a demostrar una auténtica solidaridad en el seno de la Alianza y a obtener un equilibrio estratégico de las fuerzas militares». Sin embargo, «esa situación pudo inducir a la Unión Soviética, por consideraciones políticas y estratégicas, a adoptar medidas dirigidas a socavar la alianza occidental y más tarde a transformar esa nueva situación en una serie de medidas políticamente coercitivas».

En diciembre de 1975 fue condenado por alta traición a trece años de cárcel. Una pena muy alta para un espía. A Christel le cayeron ocho. En la cárcel, Guillaume se enteró de que le habían ascendido a coronel en la RDA y presumió de ello ante los presos; según El País, le dijo a otro recluso de la prisión de Colonia: «Ahora solo me tengo que cuadrar ante los generales».

Christel fue intercambiada por seis agentes occidentales. Se reunió con su hijo y con su madre en Berlín Oriental poco después del juicio. Pierre visitó a su padre en la cárcel con frecuencia, pero vivir en el Este no le gustaba. Años después, relató a la BBC: «En 1980 le dije a la Stasi que ya no quería vivir allí, el resultado fue que me retiraron el pasaporte, así que me convertí en un verdadero ossie, un verdadero alemán del Este».

Wolf tuvo a mucho personal, confesó, dedicado al bienestar de Pierre. A su integración en la vida de la RDA. Pero era tarea imposible, según escribió en El hombre sin rostro:

Se había educado en un medio completamente distinto y antiautoritario que fomentaba el individualismo en el vestido, en la expresión y la conducta. Felizmente, ese estilo no había desbordado el Muro de Berlín, y cierto tipo de orden prusiano prevalecía en las escuelas de la RDA. Descubrimos que el colegio más apropiado que podía utilizarse era uno en el que la directora estaba acostumbrada a tratar con niños bastante malcriados de familias de la élite de Alemania Oriental. Se pidió a varios activistas fieles de la Juventud Libre Alemana y voluntarios de familias de confianza, según los servicios secretos, que trabasen amistad con él. Todo fue inútil. Pierre, sencillamente, dejó de ir a clase y cuando asistía provocaba desórdenes. Poco después, nos anunció, para nuestro horror, que deseaba regresar a Bonn, donde tenía una novia cuyo padre pertenecía al partido conservador del Ministerio del Interior. Cada vez que Pierre viajaba a ver a su padre encarcelado, pensábamos que podríamos perderlo. Así, comenzamos a tomar medidas desesperadas para retenerlo, se había interesado en la fotografía, de modo que mi departamento le compró el equipo más moderno y le facilitó un aprendizaje en la mejor técnica de color que pudimos hallar. En el curso del tiempo, tuvo una nueva amiga socialista, una alemana oriental cuyo padre era funcionario de mi servicio. Nuestro alivio fue inmenso. Pero la situación mostró otra complicación, aproximadamente un año después supe que ambos habían solicitado permiso para salir de la RDA. Nada pudo hacerse para disuadirlos. Aceptamos la derrota y aceleramos la partida de la pareja. Los despedimos con cierto alivio.

Luchar por la repatriación de Günter Guillaume era una obligación moral para la RDA, sobre todo de cara a sus nuevas generaciones de espías. Ocho años antes de que cumpliera su condena, se le incluyó en un canje de múltiples agentes en otoño de 1981. A su regreso se le recibió por todo lo alto en una casa de campo secreta. Llevaba puesto un traje que le habían regalado los policías de la cárcel de Colonia, se los había ganado. Cuando se encontró con su jefe, con Markus Wolf, Guillaume le dio las gracias. Wolf le dijo: «Somos nosotros los que te damos las gracias». Todo se grabó para un documental para futuros agentes.

Willy Brandt y Günter Guillaume, ca. 1974. Foto: Ludwig Wegmann / German Federal Archives (CC).

Su esposa Christel estaba presente, pero esperaba a cierta distancia. Se abrazaron, pero su matrimonio ya estaba liquidado. Les facilitaron «una agradable residencia» para que arreglasen las cosas, pero Christel no quiso. Eso hundió a Günter. También esperaba convertirse en la mano derecha de Wolf, pero llevaba años fuera de juego. Estaba desactualizado. Es gracioso que, en las memorias del director de la Stasi, cuando este recuerda las conversaciones con el médico de Guillaume, Wolf le dijo: «Lo único que satisfaría a Günter sería un puesto en el Politburó». El galeno contestó al oír eso: «Bien, uno más o menos no cambiará la situación».

Honecker, presidente de la RDA, les concedió a él y a su exmujer la máxima condecoración de la Alemania Oriental, la Orden de Karl Marx, y se les asignó una casa con un terreno de mil metros cuadrados al lado de un lago al noroeste de Berlín. Los ahorros de Günter Guillaume, cuyo sueldo había entrado rigurosamente cada mes en su cuenta desde 1956, eran de medio millón de marcos. Era millonario en un país comunista.

Wolf también reconoce sin tapujos que le proporcionaron al exespía compañía femenina, a Elke. «Una agradable enfermera de edad madura». Y con intenciones claras: «Con el propósito ostensible de atender sus problemas renales y de circulación, pero también para ensayar las posibilidades de una relación sentimental». Y, según contó, funcionó. Se casaron. La marcha de su hijo a la RFA, que se produjo cuando Pierre tenía treinta y un años, mujer y dos hijos, fue otro duro golpe. Günter calificó a su hijo de «traidor», sin miramientos. Para comenzar una nueva vida al otro lado del Muro, Pierre tuvo que cambiar su identidad.

Hasta 1989, Guillaume dio conferencias a otros agentes de inteligencia. Se ha dicho que con el corazón dividido, ya que llegó a sentir verdadera admiración y amistad por Willy Brandt. Wolf también lo señaló, que tenía «una personalidad dividida» y que, mientras estuvo en la ejecutiva de los socialdemócratas, «estaba convencido de que a su modo estaba contribuyendo al nuevo entendimiento».

Brandt no. Estuvo destrozado durante muchos años. Wolf quiso disculparse personalmente con él una vez caído el Muro, pero el excanciller no aceptó verlo. Ni a él ni a Guillaume. Contestó que le «provocaría excesivo dolor». En sus memorias habló de que sentía «ira intensa» al recordar a Günter Guillaume. Se lamentó por no conocer mejor «la naturaleza humana», se preguntó qué clase de personas le hicieron eso cuando lo que intentó fue reducir las tensiones entre los dos Estados. Y el paso de los años no le hizo reducir su amargura. Murió en 1993.

Guillaume murió en 1995. Su hijo Pierre nunca pudo arreglar su relación con él. En una entrevista en Der Spiegel diez años después de su muerte dijo que nunca logró colocar en su memoria la figura de su padre. Sentía que tenía tres, el padre socialdemócrata de la RFA, el espía que replicaba los discursos del Gobierno comunista en la RDA y el anciano tras la caída del Muro. Tres personas distintas. Con su madre, que murió en 2004, sí que parece que tuvo más relación. Al menos él dio la noticia de su muerte a los medios.

Según The History of the Stasi: East Germany’s Secret Police, de Jens Gieseke y David Burnett, en este periodo, el diputado socialdemócrata —miembro del NSDAP antes de la guerra— Gerhard Fläming también fue colaborador de la Stasi. Bodo Thomas, que se ahorcó cuando salió su acusación, concejal de Berlín y miembro del equipo del alcalde, había trabajado para la RDA durante veintiséis años. Ruth Polte, que había colaborado estrechamente con Helmut Schmidt, sucesor de Brandt, también pasó información. Henning Nase, del Ministerio de Trabajo, desapareció en cuanto cayó el Muro y nadie sabía por qué. Fue condenado años después por espía. Josef Braun, otro diputado socialdemócrata del Bundestag, también fue descubierto. Rudolf Maerker, otro exmiembro del NSDAP convertido en socialdemócrata, envió más de mil doscientas informaciones. Por supuesto, también hubo espías en los demás partidos, hasta en Los Verdes desde su fundación. El caso más sonado fue cuando se descubrió que las escuchas de la Stasi a la CDU contenían muy bien detallada toda la financiación ilegal del partido. Kohl se pasó años luchando para que no saliera a la luz. Hubo un debate en Alemania sobre si debían ser aceptadas como prueba por la forma en la que habían sido obtenidas. Al final se reveló solo el contenido que ponía de manifiesto cómo operaba la Stasi.

Como dicen David Childs y Richard Popplewell en The Stasi: The East German Intelligence and Security Service los Guillaume causaron un terremoto político, pero su valor era menor que el de otros agentes. Con todo, a Günter no se le puede restar protagonismo. Un hombre sin estudios, arrojado a otro país para buscarse la vida, que se las arregló para acabar de asesor personal del jefe de Estado del país más desarrollado de Europa. Da pena que cayera por una casualidad remota. Te quedan ganas de imaginar qué hubiera pasado si hubiese seguido inmerso en las dinámicas de poder de la socialdemocracia, tal vez hubiera acabado presentándose a las elecciones y… ganándolas.

Primavera de Praga: la disidencia aplastada.

Los tanques del Pacto de Varsovia acabaron con el sueño reformista de Checoslovaquia la noche del 20 al 21 de agosto de 1968. La invasión se venía fraguando desde hacía semanas

Autor: Albert Garrido

Fuente: El Períodico. 21/07/2018

Algo flotaba en el ambiente de la Europa de 1968 que hizo posible la llegada de la Primavera de Praga. Más allá del deseo de activar los resortes para poner al día el socialismo real, la economía planificada y el Estado que todo lo puede, las sociedades europeas a ambos lados de la divisoria, bautizada telón de acero por Winston Churchill, reunían todos los ingredientes para un cambio de paradigma. Al mismo tiempo, la lógica aplastante de la guerra fría, el reparto en áreas de influencia y el equilibrio del terror –los arsenales nucleares– imponían un ‘statu quo’ sin resquicios para salirse de él. En este clima nació la Primavera de Praga, que generó una gran esperanza y sucumbió a la ‘realpolitik’.

Jóvenes checos con banderas acaban de subirse a  un camión volcado mientras otros rodean tanques soviéticos en el centro de Praga el 21 de agosto de 1968. / AP (LIBOR HAJSKY)

Cuando los tanques del Pacto de Varsovia cercenaron el experimento checo la noche del 20 al 21 de agosto de 1968, el proceso de liberalización del régimen, el socialismo con rostro humano defendido por la facción aperturista del Partido Comunista, encabezada por Alexander Dubcek, había emitido con generosa claridad suficientes señales de cambio como para alarmar a la Unión Soviética. Después de la desestalinización (1956) y de la caída en desgracia de Nikita Jruschov (1964), la ‘troika’ formada por Leonid Brézhnev, Alekséi Kosygin y Nikolái Podgorni instauró en la URSS un reparto de poder que acabó con las conspiraciones de palacio de la ‘nomenklatura’, consagró la doctrina de la soberanía limitada aplicada a los aliados –los socios del Pacto de Varsovia– y desoyó las advertencias de agotamiento del modelo. Frente a este muro, la Primavera de Praga tuvo los días contados.

Ota Sik, presidente de Eslovaquia –Checoslovaquia era entonces un Estado binacional–, señaló con insistencia durante 1967 la necesidad de abrir la economía y descentralizarla; Dubcek, primer secretario del partido desde el 5 de enero de 1968, remarcó que era preciso democratizar las instituciones; los jóvenes universitarios y una parte muy importante del profesorado, seguramente mayoritaria, los intelectuales que colaboraban en la revista ‘Literarni Noviny’ y los artistas que habían dejado a un lado el acartonamiento del realismo socialista reclamaban que se remozara el régimen y se asentara el pluralismo. François Fetjö (1909-2008), un clásico de la historiografía de los regímenes comunistas, escribió en 1969: «Otro de los crímenes checoslovacos consistió en las medidas adoptadas con el fin de transformar el Estado en algo verdaderamente jurídico».

La libertad de prensa y el apego de los jóvenes a la cultura pop alteraban el pulso de Moscú

Para Fetjö y otros estudiosos de su generación, desde Moscú se justificó la intervención de agosto como un movimiento en defensa del socialismo y de las «posiciones de clase», cuando en realidad la reforma promovida por el PC checo se ajustaba como un guante a una mano a aquello enunciado en el programa del PCUS: hacer del partido una organización representativa de todo el pueblo y no solo de la clase obrera. Medio siglo después de la liquidación de la Primavera es más verosímil entender que la reacción soviética obedeció a la incompatibilidad entre la iniciativa de los reformistas checos y la sumisión a toda costa que exigía el Kremlin (no tenían cabida el revisionismo, la disidencia y el pluralismo).

Lo mismo alteraba el pulso a Moscú la libertad de prensa que el apego de los jóvenes a las manifestaciones de la cultura pop, especialmente las musicales; la misma desconfianza provocaban los discursos de Dubcek que la libertad de circulación y la presencia en Praga de intelectuales extranjeros.

Miguel Delibes, invitado

Uno de invitados fue el escritor Miguel Delibes, que acudió a la capital checa para dar varias conferencias sobre novela española. De vuelta a Valladolid, publicó en el semanario progresista ‘Triunfo’ una serie de cinco reportajes a partir del 25 de mayo de 1968, donde puso de manifiesto sus dudas: «Praga –si no se pliega o no la pliegan– puede alumbrar unas bases de convivencia con una amplia perspectiva de futuro. Es decir, Checoslovaquia puede consumar su evolución hacia un socialismo humanista y democrático o puede fracasar, abrumada por las presiones de su poderoso enemigo».

Puede decirse que el eurocomunismo echó a andar como proyecto tras la ruptura del PCI con la URSS

Sucedió esto último. Los acontecimientos se precipitaron a partir del momento en que la URSS tuvo la seguridad de que en el congreso del PC checo que debía celebrase en septiembre de 1968 los delegados prescindirían de 73 miembros del comité central –los afectos al diktat soviético– de los casi 200 que formaban parte de él. Y se precipitaron asimismo a causa del temor de que el ejemplo checo cundiera en otros países, de manera especial en aquellos donde la implantación de regímenes comunistas careció desde el principio de apoyo social, especialmente Polonia y la República Democrática Alemana (la heterodoxia de Nicolae Ceaucescu, que apoyó la Primavera, nunca preocupó al Kremlin).

Señales de decadencia

Hoy resulta sorprendente que los gobernantes soviéticos no percibieran por aquel entonces que el modelo emitía las primeras señales de decadencia o desgaste a causa de dos costosísimas empresas: la carrera armamentista y la carrera espacial, acaso dos caras de la misma moneda, que dinamizaron la economía de Estados Unidos, pero proyectaron sombras sobre el futuro soviético. Para los ideólogos del socialismo realmente existente, Mijail Suslov entre ellos, el centralismo económico y el reparto de papeles en el Comecon, el mercado común del Este, eran innegociables y debían ser los motores de una economía moderna y competitiva. La llamada normalización checa, capitaneada por Gustav Husak, consistente en liquidar el programa primaveral, trajo consigo, entre otras cosas, la vuelta a aquel ruinoso modelo.

Un hombre ayuda a los heridos en el centro de Praga, en el primer día de la invasión del Pacto de Varsovia. / AP (LIBOR HAJSKY)

La URSS temía que el ejemplo checo cundiera en otros países vecinos, como Polonia y la RDA

¿Qué otras cosas incluyó la normalización? «La intervención en Checoslovaquia destruye la fe en la propia narrativa marxista, no solo en la Unión Soviética, ni solo en el leninismo, sino en el marxismo y su planteamiento del mundo moderno», afirma Tony Judt (1948-2010) en ‘Pensar el siglo XX’. En el análisis de los acontecimientos que hizo el gran historiador dominan dos ideas: la Primavera creó la ilusión de que había un espacio para la disidencia hasta que los tanques llegaron a Praga y, a partir de aquel momento, hubo una dinamización de la crítica del marxismo desde el marxismo.

Eric Hobsbawm (1917-2012) fue aún más lejos: la acometida del Pacto de Varsovia «demostró ser el fin del movimiento comunista internacional con centro en Moscú, que ya se había resquebrajado con la crisis de 1956 (el levantamiento popular en Hungría)».

La impresión de que algo se había desmoronado con la cancelación de la vía checa se puso de manifiesto en el discurso que Dubcek pronunció desde la sede de la presidencia, en el castillo de Praga, el 27 de agosto, después de tres días de dramáticas conversaciones en Moscú. La periodista Margita Kollarova, que trabajaba en la radio estatal, describió así el momento: «Comenzó a hablar. Se notaba que estaba sumamente agotado y emocionado. Trataba de explicar que la nación superaría la crítica situación. Exhortaba a la ciudadanía a mantener la calma. Cuando tocó el tema del desarrollo de las conversaciones en Moscú, casi no pudo hablar. Se confundía y hacía pausas. Dubcek lloraba y no podía concentrarse».

Desfondamiento

El convencimiento del líder de la Primavera de Praga de que era posible renovar el sistema desde dentro explica su desfondamiento. «Hacía vida social, iba a la piscina pública y se unía a la gente sencilla para asistir a los partidos de fútbol y de hockey sobre hielo. Pero ¿tenía una política clara? Era ante todo comunista y jamás quiso salirse de ese marco», explica el historiador Oldrich Tuma. Otros comunistas, militantes desde los días de la ocupación nazi como el propio Dubcek, sufrieron un parecido impacto emocional, agravado muchas veces por la experiencia del exilio. Si las reformas económica y política no las podía hacer el partido, quién estaba legitimado para hacerlas, quién tenía derecho a impedirlas, se preguntaba Ota Sik muchos años más tarde.

La repercusión de las fallidas reformas en toda la izquierda occidental fue enorme

La repercusión del drama checo en la izquierda occidental fue enorme. Al mismo tiempo que los gobiernos se limitaban a una retórica condenatoria, sujetos a la lógica de las áreas de influencia, se abrió un debate político en el que participaron todos los registros del pensamiento marxista y no marxista. Puede decirse que el eurocomunismo echó a andar como proyecto político a partir de la ruptura con la URSS, rotunda y sin reservas, del Partido Comunista italiano (PCI) dirigido por Luigi Longo; más tardía y contenida en el Partido Comunista francés (Waldeck Rochet); llena de complejas tensiones en el Partido Comunsita español, en la clandestinidad y con un pasado de dirigentes exiliados en la URSS al final de la guerra civil, incluidos Dolores Ibárruri y Santiago Carrillo.

Aún hoy, medio siglo más tarde, la reflexión abierta por el PCI sigue siendo motivo de análisis. Los herederos del pensamiento de Antonio Gramsci abrieron la caja de Pandora al reconocer la imposibilidad de realizar la revolución socialista en los países capitalistas, al renunciar a la tutela soviética, al poner sobre la mesa el hecho inapelable de que la izquierda estaba lejos de ostentar la hegemonía cultural. La decisión de Enrico Berlinguer, secretario general a partir de 1972, de sentar al partido frente al espejo de la realidad y de renunciar a los eslóganes de antaño impregnó a toda la izquierda, fuese o no comunista, y puso los cimientos del compromiso histórico, que Longo nunca apoyó y que frustró el asesinato de Aldo Moro (1978).

Un asunto interno

Al volver sobre los sucesos de hace 50 años adquiere especial relevancia la hipótesis desarrollada por el historiador y activista Tariq Ali, integrante del comité editorial de la ‘New Left Review’: la contención de los países occidentales durante la crisis se debió en gran parte a su temor a que un eventual éxito de la reforma checa pusiera en discusión su modelo social. Resulta más convencional, y quizá más cercana a lo sucedido entonces, la versión según la cual el presidente de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, en el ocaso de su mandato, se atuvo a las reglas del juego y entendió que el caso checo era un asunto interno del bloque del Este; entendió que una actitud más militante, entrañaba demasiados riesgos en plena efervescencia de la guerra de Vietnam. Este era el sistema de pesas y medidas de la guerra fría.

PROTAGONISTAS

Jirina Siklova
Socióloga (1935)

Depurada por reformista

Militante comunista desde su juventud, estudió Historia y Filosofía y emprendió una brillante carrera académica como socióloga, con una dedicación especial en los estudios de género en su país y en otras sociedades del Este. Fue una figura destacada de la facción comunista que apoyó a Alexander Dubcek, y abandonó el partido a raíz de la intervención soviética. Perdió su puesto en la universidad, trabajó de conserje y luego de trabajadora social en un hospital. En 1981 pasó por la cárcel y fue detenida con frecuencia en tanto que una de las impulsoras de la ‘Carta 77’, promovida entre otros por Vaclav Havel. En sus trabajos en la clandestinidad o publicados en el extranjero acuñó la expresión ‘zona gris’ para referirse a la colaboración entre los disidentes y los comunistas reformistas encuadrados en el partido.


Milan Kundera
Escritor (1929)

Desposeído de la nacionalidad

Hijo del pianista y musicólogo Ludvik Kundera, creció en un ambiente culto y abierto a la innovación. Como muchos otros intelectuales de su generación, la democratización impulsada por Alexander Dubcek aguzó su espíritu crítico y la revisión del socialismo real, tan presente en las páginas de la revista ‘Literarni Noviny’, que llegó a vender 300.000 ejemplares. En ‘La broma’ (1968) retrata con ironía la lógica de los regímenes totalitarios y en ‘La insoportable levedad del ser’ (1984), su novela más vendida, la peripecia nacional de Checoslovaquia. Se exilió en Francia en 1975, fue desposeído de la nacionalidad checa en 1979 y dos años después adquirió la francesa. En ‘El libro de la risa y el olvido’ (1978) ha dejado escrito: «La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido».


Gustav Husak
Político (1913-1991)

Piloto de la ‘normalización’ del país

Militante comunista desde 1933, estudió Derecho, formó parte de la resistencia contra la ocupación alemana, pero después de la guerra fue víctima de una de las últimas purgas stalinistas: juzgado y condenado a cadena perpetua, salió de la cárcel a raíz de la apertura que siguió al 20º congreso del PCUS. Combatió al presidente Antonin Novotny, apoyó las primeras iniciativas de Alexander Dubcek, pero a raíz de la intervención soviética se puso al frente de la llamada ‘normalización’. En 1969 fue nombrado secretario general del Partido Comunista y en 1975 sucedió en la presidencia del país a Ludvik Svoboda. Allí permaneció hasta el 10 de diciembre del año 1989, superado por los acontecimientos que siguieron a la caída del Muro de Berlín (9 de noviembre de 1989).


Alexander Dubcek
Político (1921-1992)

Condenado al ostracismo

Ingresó en el Partido Comunista checoslovaco durante la ocupación alemana del país. A partir de 1949 ocupó cargos de responsabilidad en el partido, estudio Derecho y entre 1955 y 1958 asistió a la escuela de cuadros en Moscú. El anquilosamiento político, la crisis económica y el ‘diktat’ soviético le llevaron a encabezar la corriente reformista del partido hasta alcanzar la secretaría general el 5 de enero de 1968, de la que desplazó al stalinista Antonin Novotny. La intervención del Pacto de Varsovia en agosto del mismo año le condenó al ostracismo –acabó de agente forestal–, aunque no cejó en su empeño renovador. En 1989 fue acogido como un héroe en Praga y ocupó la presidencia del Parlamento. Murió en un accidente de coche poco antes de la división de su país en dos estados.

 

La historia de una espeluznante foto: el primer hombre que murió en una misión espacial.

Fuente: grandesmedios.com. 17/05/2018

En la imagen: un grupo de agentes de la Unión Soviética se mantiene custodiando unos restos. Se trata de una escena triste y el final de un personaje histórico de la carrera espacial internacional. Vladimir Komarov fue el primer cosmonauta de ese país en volar al espacio exterior en más de una oportunidad. También fue el primer ser humano en morir en una misión espacial.

Junto con Yuri Gagarin, quien se convirtió en el primer ser humano en alcanzar el espacio exterior, Komarov dedicó su vida a la aviación y se hicieron grande amigos. En el año 1967 tanto Komarov como Gagarin fueron asignados a la misma misión en la órbita terrestre. Los 2 estaban al tanto de que la cápsula espacial no garantizaba un vuelo seguro. Komarov afirmó entre sus amigos que era muy probable que falleciera en el vuelo. No obstante, nunca desistió debido a que no quería de Gagarin muriera. Quien fuera su amigo sería su reemplazo.

Misión complicada

Meses antes el líder de la Unión Soviética, Leonid Brezhnev, propuso realizar una misión que sería una cita entre 2 naves espaciales.

El plan a ejecutar era el siguiente: lanzar la cápsula Soyuz 1 con Komarov en su interior. Un día después lanzar un segundo vehículo con otros 2 cosmonautas. La idea era que ambas naves se encontraran. Para ello Komarov iría de una nave a otra e intercambiaría lugares con uno de sus colegas para luego volver a casa en la segunda cápsula.

Vladimir Komarov
Vladimir Komarov estaba entre los mejores amigos de Gagarin. Aquí se los ve cazando juntos.

Lo que deseaba Brezhnev era celebrar un triunfo en medio del 50 aniversario de la revolución comunista. El líder dejó claro que la misión debía realizarse sin ningún tipo de negativa.

El deseo de Brezhnev enfrentaba diversos problemas. Gagarin, quien ya era un héroe en su país, y un grupo de especialistas evaluaron la Soyuz 1 y encontraron más de 200 problemas serios en la estructura de la máquina. En resumen, la cápsula era muy peligrosa para navegar en el espacio. Para Gagarin la misión debía al menos posponerse.

En un intento para que esto sucediera, Gagarin redactó un memo de 10 páginas y se lo entregó a su mejor amigo en la KGB, V. Russayev. Nadie quien tuvo conocimiento del memo se atrevió a enviarlo a la cadena de mando. De hecho, los militares o agentes que tuvieron acceso al documento fueron enviados a Siberia, degradados o despedidos. A 1 mes para el lanzamiento, Komarov se percató que la suspensión no sería algo viable. Entonces decidió reunirse con el ya degradado agente Russayev y le mencionó: “No regresaré de ese vuelo. Si me niego a volar entonces enviarán al piloto de respaldo”. Ese era Yuri Gagarin.

Día del lanzamiento

El 23 de abril de 1967 sería el lanzamiento. Ese día un periodista local dio a conocer que Gagarin llegó al lugar y exigió colocarse un traje espacial. Su actitud fue catalogada como un “capricho repentino”. Muchos pensaron que estaba tratando de salvar a su amigo de una muerte segura.

Al final la nave despegó con Komarov a bordo.

Vladimir Komarov
Nave espacial Soyuz 1 (representación artística), el sitio del accidente y Vladimir Komarov.

Una vez que la Soyuz inició su órbita sobre la Tierra los problemas comenzaron a aparecer. El primero fue que las antenas no abrieron de la forma correcta, lo que dejó sin energía eléctrica a la nave limitando la función de los equipos de navegación. Esto produjo que el lanzamiento del día siguiente fuera cancelado. Lo peor era que las posibilidades de que Komarov regresara con vida disminuían a cada hora.

Otros problemas que se presentaron fue la degeneración del sistema de control térmico, las comunicaciones con la Tierra eran irregulares y la nula orientación astronómica debido a la falta de energía eléctrica. En pocas palabras, había que regresar a Komarov en la primera oportunidad posible.

Durante unas 5 horas Komarov intentó sin éxito orientar el módulo. No obstante, a pesar de sus esfuerzos lo peor estaba por llegar. La nave reingresó a la atmósfera terrestre, pero cuando la cabina descendía, el paracaídas principal tuvo un despliegue errado, mientras que el segundo quedó enredado. Los 2 fallos fueron advertidos por Gagarin en el memo que había escrito.

Último minutos antes de morir

Komarov, sabiendo que iba a morir, se comunicó con los oficiales de control en Tierra. Alexei Kosygin, quien para ese entonces era el primer ministro soviético, lo llamó para decirle que era un héroe. La esposa de Komarov también estuvo presente durante la llamada para hablar sobre qué se les diría a sus hijos. Se trató de una escena llena de tristeza con el mismo Kosygin llorando.

Muerte de Vladimir Komarov
Valentina Komarov, la viuda del cosmonauta soviético Vladimir Komarov, besa una fotografía de su esposo muerto durante su funeral oficial, celebrado en la Plaza Roja de Moscú el 26 de abril de 1967.

Posteriormente, la nave se estrelló en la superficie terrestre a más de 200 kilómetros por hora con Komarov en su interior. Con el impacto la cápsula explotó. Cuando llegaron los equipos de la Fuerza Aérea Soviética solo había restos metálicos. Solo pudieron identificar la parte superior de la Soyuz.

Los restos fueron inmortalizados en la imagen con la que se abre el artículo. Al poco tiempo las cenizas de Komarov fueron enterradas en la necrópolis de la muralla del Kremlin en la Plaza Roja. Como homenaje a Komarov se le otorgó póstumamente una segunda orden Lenin y la Orden del Héroe de la Unión Soviética.

En cuanto a Gagarin, este murió en un accidente aéreo en 1968, un año antes de que los astronautas de los Estados Unidos llegaran a la Luna.