Marie Curie: 10 veces número uno

curieFuente: Muy Historia.

Inteligencia, rigor, voluntad, imaginación, pasión… Estas y muchas otras fueron las cualidades que describirían a Marie Curie a lo largo de su vida. Plagada de dificultades y piedras en su camino, Marie Curie demostró una constancia y compromiso para con la ciencia que la llevarían a luchar durante toda su vida por el derecho a seguir su sueño.

En 1895, dos años después de acabar la carrera de Física en la Sorbona, se casaría con el que fue su compañero en lo personal y en lo profesional: Pierre Curie. Mostrando gran interés por los trabajos sobre radiación de Roentgen y BecquerelMarie centró sus esfuerzos en medir las radiaciones de uranio en la pechblenda (uraninita) empleando para ello las técnicas piezoeléctricas inventadas por su marido. Esta investigación atrajo la atención de Pierre, que dejó sus estudios y se unió a su mujer para descubrir, en 1898, los elementos radiactivos polonio y radio.

A pesar de que ella había sido la principal responsable de la investigación, la sociedad de la época seguía rechazando la idea de que una mujer pudiese destacar en el mundo científico y Marie Curie quedó en un segundo plano hasta después de la muerte de su marido en 1906. Aun sin Pierre, Curie siguió dedicando su vida a la ciencia y obtuvo el reconocimiento que merecía. Muchos la conocen porque fue la primera mujer en ganar el Premio Nobel, pero hubo más cosas en las que fue pionera. Te las enumeramos a continuación:

 

1. La primera de su clase cuando terminó a los 15 años los estudios de bachillerato (1883). Le otorgaron una medalla de oro.

2. La primera mujer graduada en Física en la Universidad de la Sorbona. Aquel año (1893) solamente dos mujeres se graduaron en toda la Universidad de París. Marie fue, también, la primera de la clase.

3. La primera persona en utilizar el término radiactividad (1898).

4. La primera mujer en Europa que recibió el doctorado en Ciencias (1903).

5. La primera mujer en recibir un Premio Nobel de Física (1903). El galardón le fue otorgado, conjuntamente con su esposo Pierre y con Henri Becquerel, por el descubrimiento de la radiactividad.

6. La primera mujer que fue profesora y jefe de laboratorio en la Universidad de la Sorbona (1906).

7. La primera persona en tener dos Premios Nobel. El segundo sería de Química, en 1911, por haber preparado el radio e investigado sus compuestos.

8. La primera mujer que fue miembro de la Academia Francesa de Medicina (1922).

9. La primera madre Nobel con una hija Nobel. En 1935 su hija Irene obtuvo el galardón en Química.

10. La primera mujer en ser enterrada bajo la cúpula del Panteón por méritos propios (1995).

Nacida en una familia polaca de clase media e hija de un profesor de física y una maestra que falleció cuando Maria Sklodowska (su nombre de nacimiento) tenía 11 años, destacó desde muy temprana edad como una alumna brillante y que sentía gran interés por el mundo de las ciencias. En la Polonia de la época las mujeres no podían asistir a la universidad, por lo que decidió trasladarse a París con 24 años para tener la oportunidad de desarrollar una carrera científica y malviviendo con los ahorros que había ganado trabajando como institutriz y la escasa ayuda que le daban su padre y su hermana.

El Congreso Internacional Socialista de Mujeres de Marsella de 1925.

Sufragistas en Francia

Autor: Eduardo Montagut.

Fuente: nuevatribuna.es. 6/11/2018.

La década de los años veinte puede ser calificada de fundamental en la Historia del feminismo socialista, y también de la lucha, en general, por la reivindicación de los derechos de la mujer. El Congreso Internacional Socialista de Mujeres, que tuvo lugar de forma paralela al Congreso de la Internacional de Marsella del mes de agosto de 1925, constituye un momento clave por lo que allí se aprobó, y porque estimuló a las organizaciones femeninas socialistas europeas en la lucha por la emancipación de la mujer. Esta reunión se vio precedida en ese mismo año por una serie de reuniones de mujeres socialistas de distintos países: Suiza, Polonia, Gran Bretaña y Holanda.

En el Congreso de Marsella estuvieron presentes un centenar de delegadas, destacando la presencia de la diputada alemana Tony Sender, y M.P. Spack, senadora belga. Nutridas fueron las representaciones alemana y austriaca, dado el peso de sus respectivas socialdemocracias. Esta reunión destacó por la aprobación de una resolución fundamental en la que se pedía la creación de un Comité Internacional de Mujeres, que tendría que estar formado por representantes de las organizaciones femeninas, cuya misión sería ayudar a la Ejecutiva de la Internacional, pero, además, organizar Conferencias bianuales. Ese Comité debía estar constituido de la misma forma que el Comité Internacional Ejecutivo de la Internacional Obrera y Socialista, y debía reunirse, al menos, una vez al año. El trabajo administrativo de organización de las mujeres socialistas se aseguraría por el Secretariado Internacional de la Internacional Obrera y Socialista.

Pero la creación de ese Comité se encontraba al final de una resolución que comenzaba instando a los Partidos Socialistas a apoyar la organización de las mujeres en el movimiento obrero porque la realización del socialismo solamente se podría realizar con la cooperación de las masas para la reorganización de la sociedad, y esas masas estaban constituidas por hombres, pero también por mujeres. Los partidos socialistas debían considerar que la emancipación de las mujeres tenía que ser uno de sus objetivos fundamentales. Y eso pasaba por luchar porque los hombres y las mujeres tuvieran los mismos derechos políticos, especialmente el derecho al sufragio, tanto activo como pasivo. Pero también los partidos socialistas tenían que luchar por la igualdad jurídica, en el matrimonio, y por conseguir que no hubiera discriminación en relación con los hijos naturales, es decir, que desapareciese la ilegitimidad. Otras tareas fundamentales pasaban por la libertad de la mujer en la actividad profesional, y por la igualdad laboral y salarial.

El movimiento socialista debía tener en consideración en su política las necesidades de las mujeres, tanto como las de los hombres, por eso los partidos debían pedir a las organizaciones femeninas que trabajasen por estos objetivos porque el capitalismo había puesto a las mujeres en una posición de dependencia social y cultural, además de que su posición económica y política era más débil que la del hombre. La maternidad exigía una protección especial, debiéndose exigir todas las medidas necesarias para asegurar el bienestar de las madres y los niños.

No cabe duda que este acontecimiento es clave para que el socialismo europeo caminase ya claramente en favor de los derechos de la mujer, superando posturas ambiguas y paternalistas.


Como fuente hemos consultado los números de El Socialista del año 1925: 5135, 5164, 5165 y 5170.

La tragedia de la gripe española.

WELLCOME LIBRARY Image caption La gripe española mató a cerca de 100 millones de personas en todo el mundo en 1918-1919.

Un archivo extraordinario de cartas escritas por sobrevivientes de la pandemia de gripe española, que muestra cómo el miedo y el caos se adueñaron del Reino Unido en 1918-1919, está ayudando a entender cómo era vivir a la sombra de una enfermedad mortal.

Hannah Mawdsley, quien está investigando los documentos en el Museo Imperial de la Guerra, en Londres, describe las cartas como una «valiosa ventana a la experiencia humana de la pandemia» que mató a más de 250.000 personas en Gran Bretaña y de 50 a 100 millones en todo el mundo.

Legada al museo por el historiador y periodista Richard Collier, la colección se armó en la década de 1970 y está compuesta por cerca de 1.700 relatos de quienes presenciaron la pandemia de primera mano.

Uno de ellos recoge los recuerdos de una niña de nueve años de Coventry, cuya madre de 35 años y su hermana de 7 murieron con dos días de diferencia. La mujer le escribió a Collier en la década de 1970 sobre el impacto de la enfermedad.

«Fue muy impactante tener un doble funeral el 11 de noviembre de 1918, que fue el mismo día en que terminó la Primera Guerra Mundial«, escribió.

Pacientes contagiados por la gripe española
Derechos de autor de la imagen GETTY IMAGES Image caption Millones de personas de todo el mundo se contagiaron de gripe española.

«Puedo recordar muy bien cuando el cortejo se dirigía a la iglesia. Por todos lados sonaban las campanas, las sirenas y todos los sonidos de la celebración pero cuán silenciosa se quedaba la gente cuando se daba cuenta de nuestro funeral», se lee en la carta.

«Realmente fue un momento terrible, no sabíamos quién de nosotros sería el próximo en morir«.

Después de la guerra

En lo que fue un cruel giro del destino, la gripe española llegó a las costas británicas justo cuando los soldados regresaban a casa de los horrores de la guerra.

«Hay historias terribles de soldados que han sobrevivido a la guerra… están en el barco de regreso a casa y reciben una carta que les informa que su esposa murió», cuenta Mawdsley, investigadora de doctorado en la Universidad Queen Mary de Londres.

«Había toda esta celebración, alegría y alivio al final de la guerra que colisiona con la muerte y el dolor».

Celebraciones por el Día del Armisticio en Londres en 1918.
Derechos de autor de la imagen GETTY IMAGES Image caption. La alegría por el final de la Primera Guerra Mundial chocó con el dolor que provocó la pandemia, que dejó más víctimas a nivel mundial que el conflicto bélico.

El joven hijo de un ministro bautista en Leicester contó cómo su padre dormía en la capilla del cementerio mientras dirigía funerales desde el amanecer hasta el anochecer.

Quería evitar llevar el virus a la casa que compartía con su esposa y sus ocho hijos, todos los cuales sobrevivieron. Ellos fueron los afortunados: Leicester fue particularmente golpeado, con más muertes que nacimientos en 1918.

Aproximadamente una de cada cuatro muertes en la ciudad ese año se atribuyó a la influenza.

«Los cortejos fúnebres iban uno atrás de otro por la ciudad», le escribió el hombre a Collier el 19 de mayo de 1973.

«A menudo había más de un ataúd en una carroza fúnebre. Las tumbas se usaban para enterrar a más de una persona, especialmente cuando más de un miembro de la familia eran víctimas al mismo tiempo», relató.

Un extracto de las cartas
Image caption. Las cartas que relatan el horror vivido fueron recopilados por el historiador y periodista Richard Collier en la década de 1970.

Las cartas también describen los síntomas «espectaculares» de la gripe española, señala Mawdsley.

«Algunas víctimas sufrieron algo llamado cianosis heliotropo, que era un color azul que comenzaba en las yemas de los dedos, las puntas de las orejas y la nariz y los labios, pero se podía volver completamente negro», dice.

«A medida que progresaba, era cada vez más probable que murieras. Inmediatamente después de la muerte el cadáver se ponía completamente negro, lo que debe haber sido muy traumático para los seres queridos».

«Olor a muerte»

Las implacables procesiones de cadáveres por las calles eran un espectáculo que un hombre de Stepney, en el este de Londres, nunca podrá olvidar.

«Las funerarias no podían hacer los ataúdes lo suficientemente rápido y mucho menos pulirlos», escribió el 16 de mayo de 1973. «Los cuerpos cambiaban de color tan rápido después de la muerte que tuvieron que atornillarlos mientras esperaban el entierro».

«Los sepultureros trabajaban desde el amanecer hasta el atardecer, los siete días de la semana, para sobrellevarlo. El olor de esas muertes era indescriptible».

Bosque
Derechos de autor de la imagen GETTY IMAGES Image caption. Los soldados británicos en Dorset se quitaban la vida en un bosque debido a la influenza, señaló una de las cartas.

La gripe española también le provocó a algunas personas una psicosis que podía llevar a asesinatos y suicidios. Los informes periodísticos detallan algunas de estas muertes, que los tribunales atribuyeron al «delirio durante la influenza».

Un hombre que estaba en la Fuerza Aérea Real en Blandford Camp en Dorset escribió: «Un bosque pequeño cerca del campamento se apodó ‘el bosque de los suicidios’ debido a la cantidad de hombres que tenían gripe y se suicidaban allí».

«La gripe parecía dejar a las personas con la mente perturbada», relató.

Un panadero de Norfolk golpeó a su esposa y dos hijos hasta la muerte antes de ahorcarse, según informó el Hartlepool Northern Daily Mail el 6 de noviembre de 1918.

«Sitch fue atacado por la enfermedad la semana pasada y se obligó a toda la familia a permanecer en sus camas», relató el periódico.

«Ayer por la mañana un vecino descubrió el cadáver de Sitch colgando de una soga en el dormitorio y luego encontraron a su esposa e hijos muertos a golpes en otra habitación».

El artículo sobre la tragedia de los Shaw en el Aberdeen Evening Express.
Derechos de autor de la imagen ABERDEEN EVENING EXPRESS Image caption El artículo sobre la tragedia de los Shaw en el Aberdeen Evening Express.

Un tal James Sydney Shaw, de 33 años, cortó la tráquea de su hija Edith de dos años, según el Aberdeen Evening Express del 26 de noviembre de 1918.

«Los hechos fueron muy tristes porque el acusado quería mucho a su hija», reportó el diario.

«En la noche del 18 de octubre una vecina escuchó a la señora Shaw gritar: ‘¡Vengan rápido! ¡Mi marido se ha vuelto loco!‘ y ella encontró [al acusado] tendido en el piso con una herida en la garganta», se lee en el reporte.

«La pequeña Lucy… estaba sentada en la cama llena de sangre. Leonard también lloraba y la pobre Edith estaba tumbada en la cama con el cuello cortado».

Cuando fue examinado por un médico Shaw «no parecía saber nada sobre la tragedia». Fue declarado loco por «delirio durante la influenza«.

Números extraordinarios

Una cuarta parte de la población británica cayó enferma con la gripe española en algún momento durante la pandemia, y alrededor de 228.000 personas murieron, según la Biblioteca Wellcome.

Como contraste, la cantidad de muertes por influenza en Inglaterra y Gales en 2016 fue de 430.

En lugares como Leicester, Coventry Felixstowe y Malmesbury, alrededor del 25% de las muertes en 1918 se atribuyeron a la influenza.

En esa época no se sabía mucho sobre los virus y los médicos no sabían cómo tratar a las personas.

«Las ‘curas’ variaron desde el alcanfor estándar y la quinina hasta el alcohol; el whisky en particular fue considerado como el mejor remedio», explicó Mawdsley.

«Pero se usaron algunos productos más extremos como la creosota y la estricnina. Básicamente las personas estaban tan desesperadas que intentaban cualquier cosa«.

Un anuncio en el Northern Whig de Belfast aseguraba que el famoso caldo Oxo era muy efectivo «como medida de protección».

Publicidad de Oxo promocionando el caldo para protegerse contra la gripe.
Derechos de autor de la imagen BELFAST: NORTHERN WHIG Image caption La gente estaba desesperada por encontrar una cura e incluso un famoso caldo se promocionó como un protector contra la gripe.

«La enfermería fue una de las únicas cosas que realmente ayudó y hubo una gran convocatoria para enfermeras voluntarias en ese momento, ya que muchas habían sido enviadas al frente occidental», dice Mawdsley.

«Obviamente, las personas que aceptaban estaban más expuestas al virus y hay informes sobre enfermeras que sucumbieron a la gripe después de haberse ofrecido a ayudar».

Hoy en día los más vulnerables a la gripe son los más pequeños y los ancianos. Pero la gripe española demostró ser desproporcionadamente fatal para aquellos con 20, 30 y 40 años.

«El pico, sorprendentemente, era el rango de edad exacto de los hombres que sirvieron en la guerra y las enfermeras que trabajaron en el frente occidental», cuenta Mawdsley.

En familia

Un año después de su investigación, la historiadora descubrió que su tatara-tatara-abuela, Elizabeth Ann Mawdsley, de 57 años, murió de gripe el 14 de diciembre de 1918.

«Ella era una dama de aspecto formidable, bastante fornida y decidida», afirma.

Su antepasado era la esposa de un barquero del canal de Lancashire y su certificado de defunción declaró que murió de gripe y neumonía.

Elizabeth Ann Mawdsley
Derechos de autor de la imagen HANNAH MAWDSLEY Image caption Investigando sobre la pandemia, Mawdsley descubrió que un antepasado suyo, Elizabeth Anne, falleció a causa de la enfermedad.

«La tasa de mortalidad promedio de la gripe española fue de entre 2% y 5% en todo el mundo», dijo.

«Son muchas las personas cuyas familias fueron afectadas y sobrevivieron para contarlo».

«Mucha gente, como yo, debe tener vínculos personales aún no descubiertos con esta catástrofe global, que quizás puedan descubrir a través de diarios y cartas».

La gripe española no ha generado la misma cultura conmemorativa que la Primera y Segunda Guerra Mundial y, en consecuencia, Inglaterra no tiene monumentos conmemorativos específicos para las víctimas de la pandemia.

En el Reino Unido el período más mortal de la gripe española fue entre octubre y diciembre de 1918 y se pueden encontrar grupos de tumbas de ese período en los cementerios de todo el país.

«Para mí estos sepulcros sirven como una especie de memorial no oficial para aquellos que murieron, e ilustran con qué velocidad nos golpeó la enfermedad y nos ayudan a comprender cuán aterrador debe haber sido«, señala Mawdsley.

«Estas cartas dan un paso más y son uno de los únicos recursos de memoria física de lo que fue la realidad de la gripe española».

Informes adicionales de Faye Hatcher.

Gorki, los ingenieros del alma y el nuevo hombre soviético.

Contra las vacaciones, el absentismo y la embriaguez. Por un rápido ritmo de trabajo. Cartel de 1930. (Detalle).

Autor: Javier Bilbao.

Fuente: jotdown.es

Si bien la empatía no era uno de los puntos fuertes de Stalin, no se le daba nada mal juzgar la psicología de quienes le rodeaban, ya fuera para detectar traidores o para servirse de ellos con más eficacia. A Máximo Gorki lo caló enseguida: «Es un hombre vanidoso, debemos atarle con cadenas al partido». Así, un escritor que pasó un tiempo autoexiliado de la URSS, fuera del alcance represor del régimen, alguien que había mostrado en ocasiones un criterio independiente y que pudo haberse convertido en todo un símbolo de la disidencia ante los ojos del mundo, terminó siendo pastoreado de vuelta al redil, donde tendría lugar una relación simbiótica entre el intelectual y el poder extraordinariamente provechosa para ambos. De manera que su ciudad natal Nizhny Novgorod pasó a llamarse Gorki, así como una de las principales calles moscovitas, recibió la Orden de Lenin, una mansión y una dacha junto a sustanciosos emolumentos, fue investido presidente de la Unión de Escritores Soviéticos y tras su muerte el mismo Stalin fue uno de los que portaron a hombros el ataúd (aunque durante los posteriores juicios de Moscú de 1938 se dijera que en realidad fue asesinado por el servicio secreto). Alcanzó oficialmente el estatus de «alma de la literatura soviética»… y supo corresponder de manera proporcional en su función de ideólogo y propagandista de lo que Leninllamaba el Nuevo Hombre Soviético, pues un nuevo sistema político debía ser capaz de crear un naturaleza humana a su altura. Por tanto la figura de Gorki es un buen hilo conductor para conocer las circunstancias de su época y del nuevo régimen que trajo consigo la revolución rusa. En ello nos centraremos a continuación.

Desde su nacimiento en 1868 sufrió tantas calamidades que hubiera sido un niño dickensiano de no ser porque él mismo las describió más adelante en Días de infancia. Con cuatro años perdió a su padre y con once presenció la muerte su madre, pasando a ser criado por unos abuelos y tíos que lo maltrataban, incluso llegó a apuñalar a su padrastro en cierta ocasión. De hecho el libro citado concluye con su abuelo diciéndole a los doce años «ahora, Léxei, no eres una medalla que yo me pueda colgar al cuello… Ya no tengo sitio para ti… Sal al mundo. Y salí al mundo». Y salió y lo que encontró fue aún peor si cabe, deambulando por diferentes trabajos hasta que con diecinueve años, tras ser despedido como pinche de cocina de un barco, intentó suicidarse de un disparo sin que la bala llegara al corazón.

Todas esas duras vivencias que fue acumulando se convirtieron poco a poco en material literario que publicó con creciente éxito bajo el seudónimo de «Amargo» (Gorki, en ruso). Para comienzos del siglo XX ya era toda una figura pública, conocido tanto por su obra como por su activismo contra el régimen zarista. La represión ejercida por este hizo que Gorki fuera radicalizando su postura, lo que le llevó a trabar amistad con Lenina quien definió certeramente como «una guillotina pensante», y a continuación a exiliarse primero a Estados Unidos (donde escribió La madre, a la que luego volveremos) y posteriormente a Italia.

Tras su regreso a Rusia en 1913 continuó conspirando contra el poder, aunque en el momento en el que llega la revolución teme la violencia que está desatando, considera que Lenin y Trotski «no tienen ni la más remota idea de lo que significa la libertad o los derechos humanos, están ya intoxicados por el nauseabundo veneno del poder» y los califica de «incendiarios que someten al pueblo ruso a un cruel experimento». Incluso llega a organizar guardias junto a otros intelectuales frente a monumentos y palacios para proteger ese legado cultural de la barbarie de las masas. A continuación llega la guerra civil y en una sociedad empobrecida ejerce una actividad filantrópica con diversos escritores y artistas que se le acercan pidiendo ayuda, les proporciona dinero o intercede por ellos ante las implacables autoridades que los persiguen. En 1921, por motivos de salud, además de por ciertas presiones de Lenin («Me veo obligado a decirte: cambia radicalmente de circunstancias, de ambiente, de domicilio, de ocupación; de lo contrario, la vida te asqueará eternamente») regresa a Italia, donde permanecerá los años siguientes.

Allí recibía a sus amigos y vivía plácidamente en compañía de varias personas entre las que se incluían su amante, un secretario personal y su hijo adoptivo Maxim Peshkov. Posteriormente circularon rumores de que ese hijo fue seducido por un homosexual y ese sería supuestamente el motivo por el que años después, en 1934, al tiempo que Stalin proclamó una ley que prohibía esta práctica, Gorki escribiera «exterminad a los homosexuales y el fascismo desaparecerá. En los países fascistas la homosexualidad, que arruina a la juventud, florece sin castigo». Respecto al sexo heterosexual no mantenía la misma intransigencia, aunque le incomodaba que se tratase en público. Consideraba que debía mantenerse como un misterio: «Hay demasiadas ventanas abiertas», decía, de manera que la gente ya no confiaba en su intuición y todos los secretos humanos «han sido expuestos y aireados incluso en torno al sexo».

Esa actitud hacia la sexualidad coincidía con una de las dos corrientes que compitieron en la sociedad rusa durante los años veinte, la hedonista y la ascética podríamos denominarlas, hasta que finalmente se impuso la segunda. Inicialmente la llegada de la revolución trajo consigo una liberación de las costumbres, la legalización del divorcio y el aborto, e incluso el rechazo a toda forma de romanticismo. En un relato de Panteleimon Romanov de 1926 se decía «nosotros no tenemos amor, solo relaciones sexuales, porque despreciamos el amor como “psicología”, mientras que solo la fisiología tiene derecho a existir. Las chicas fácilmente se van juntas con sus camaradas masculinos, por una semana, por un mes, o espontáneamente por una noche. Y cualquiera que vaya en busca de algo más en el amor es ridiculizado como un idiota y una persona mentalmente deficiente».

Pero el propio Lenin rechazaba las teorías sobre amor libre como un pasatiempo con el que divagaban los intelectuales, eran algo además que podían desestabilizar la sociedad y hacer peligrar su reemplazo demográfico, así que al mismo tiempo surgieron teorías como las del psiquiatra Zalkind Arón Borissovich, quien propuso nada menos que «Los doce mandamientos del sexo revolucionario». En ellos se rechazaba la promiscuidad, la frecuencia excesiva, las perversiones, la coquetería, la precocidad o los celos y se reivindicaba la importancia de la concepción de un hijo como fin último. La recomendación favorita de las autoridades era clara: sublimar la energía sexual en el trabajo. El acelerado proceso de industrialización supuso adaptar a los hasta entonces campesinos a una actividad laboral diferente a la que estaban acostumbrados; el nuevo hombre soviético debía ser productivo y el consumo de alcohol, la lujuria, las festividades religiosas, el egoísmo y la indisciplina eran los demonios internos de los que exorcizar su alma.

Pero prosigamos con Gorki. Para 1928 contaba ya con sesenta años y quien gobernaba por entonces la URSS, Stalin, pensó que sería una buena idea traerlo de nuevo al país. La nostalgia hacía mella en él y sufría ciertos apuros económicos, así que quizá no hubiese que insistir demasiado. Pese a todo, varios agentes secretos recibieron la misión de enviarle cartas fingiendo ser admiradores de toda edad y condición que le preguntaban insistentemente cómo podía preferir vivir en la Italia fascista antes que en la Rusia socialista. Nuestro escritor tonto no era y algo se maliciaba, pues según comentó con un amigo «yo me carteo con esos niños y, por cada carta que les envío, recibo veintidós. Coincide exactamente con el número de tutores de los distintos departamentos. Curioso, ¿verdad?». Así que ese año inició una serie de cinco viajes hasta terminar instalándose definitivamente de vuelta. El recibimiento fue espectacular, fue todo un éxito propagandístico del régimen con alguien que de otra forma hubiera podido ser peligroso y Gorki… se dejó querer.

Gorki junto a Stalin, 1931. DP.

A partir de ahí abandonó cualquier escrúpulo moral. Al año siguiente, sin ir más lejos, se prestó a una visita guiada al gulag de Solovki con el fin de desacreditar un libro inglés en el que se describía en los tonos más crudos. Para recibirlo el centro se convirtió en lo que se conoce como una «aldea Potemkin», que viene a ser como lo que hizo Villar del Río para recibir a los americanos en la película de Berlanga. Él fue consciente de ello, pues según cuenta Solzhenitsyn los presos, como sutil forma de protesta, fingían leer los periódicos que momentos antes se les habían dado, pero lo hacían sujetándolos al revés, así que Gorki se acercó a uno de ellos y le dio la vuelta sin intercambiar palabra. También pudo mantener una conversación en privado con un cautivo, que le relató diversas formas de tortura a las que eran sometidos, y al parecer el escritor salió de la reunión con lágrimas en los ojos. Todo ello no le impidió deshacerse en elogios en la dedicatoria que dejó en el libro de visitas, tal vez revestida de cierta ironía que en todo caso no molestó a las autoridades. En otras ocasiones fue él mismo el organizador de actos para el régimen, como en 1932, cuando reunió en su casa a una serie de escritores que consideraba representativos de lo que debía ser el espíritu soviético en una cena que tuvo como invitado honorífico al mismo Stalin, quien les dedicó este brindis:

Nuestros tanques son inútiles cuando quienes los conducen son almas de barro. Por eso afirmo que la producción de almas es más importante que la producción de tanques. Alguien acaba de observar que los escritores no deben permanecer inactivos, que deben conocer la vida de su país. La vida transforma al ser humano y vosotros tenéis que colaborar en la transformación de su alma. La producción de almas humanas es de suma importancia. ¡Y por eso alzo mi copa y brindo por vosotros, escritores, ingenieros del alma!

Las utopías políticas, desde Platón, siempre han sido conscientes del obstáculo fundamental que expresa bien un dicho anglosajón: «Puedes llevar al caballo al abrevadero, pero no puedes hacerle beber». De poco sirve cambiar radicalmente las estructuras sociales si no cambias también a las personas, pues si no repetirán bajo ese nuevo modelo los viejos vicios. La esperanza del régimen soviético, como vemos, estaba depositada en el ámbito de la cultura. Los novelistas, artistas y cineastas, como modernos Pigmalión, debían esculpir un nuevo hombre que antepusiera el interés colectivo al individual, el futuro al presente y la obediencia a la autoridad antes que a su propio criterio. Para ello debían crear modelos de conducta, ejemplos morales, y el más destacado de todos ellos fue el de la obra La madre, esa que mencionamos anteriormente en relación al primer exilio de Gorki y que llegó a ser la cúspide del llamado realismo socialista.

Su historia podemos verla en la versión cinematográfica que se rodó en 1926 que se encuentra bajo estas líneas. En una familia el padre, un viejo borracho huraño y maltratador (el proletario alienado del pasado) encarna lo opuesta a su hijo, un comprometido sindicalista, cuando acepta ponerse del lado de la patronal durante una huelga. En los enfrentamientos el padre muere y la policía del zar acude a su casa para detener al hijo, sospechoso de haber encabezado los disturbios. La madre no quiere quedarse además de viuda sin hijo, así que se presta ingenuamente a colaborar con la autoridad. Pero el sistema está podrido hasta sus cimientos y los jueces no entienden de justicia, así que el hijo es finalmente condenado ante la mirada angustiada de una madre que toma conciencia de que lo ha traicionado sin pretenderlo. Ahora sabe que él tenía razón, de manera que son los padres quienes deben aprender de los hijos y estos deben estar dispuestos a repudiar a sus padres. Hay que romper la tradición, nos dice Gorki, antes de rematar la historia con un desgarrador final que nos muestra a madre e hijo como mártires de la causa revolucionaria. Y aquí la expresión «mártir» no es gratuita, pues lo irónico de todo esto es que el escritor encontró la inspiración en la iglesia ortodoxa rusa, en las vidas de santos y en el propio sacrificio de Cristo. Es algo que no deja de tener su gracia si tenemos en cuenta la ola antirreligiosa que sacudió el país desde comienzos de los años veinte, aquí podemos ver una serie de carteles ateos de la época bastante curiosos.

Por su parte, Gorki cada vez estaba más inmerso en su papel de padrino de las letras soviéticas. Al año siguiente de aquella cena en su casa, en 1933, lideró una expedición de ciento veinte escritores escogidos por él mismo para ver de cerca un método de transformación del alma más drástico: la reeducación mediante el trabajo del gulag. Concretamente debían dar cuenta de la construcción del canal Belomor, una gigantesca excavación que uniría el mar Báltico y el mar Blanco, cerca de la frontera con Finlandia, para la que se requirieron más de ciento veinte mil prisioneros que trabajaron en condiciones excepcionalmente duras, pues se estima que en torno a la décima parte de ellos murió en las obras. ¿Su delito? En unos casos eran presos comunes y en otros la disidencia política de cualquier tipo. De hecho circulaba una broma al respecto por entonces: «¿Quién cavó el canal? La parte derecha los que contaban chistes, y la izquierda, los que los escuchaban». El canal al final no tuvo la profundidad suficiente para ser utilizable por la mayoría de los barcos mercantes, pero lo importante era su uso propagandístico y para ello Gorki publicó Belomor, una selección de historias narradas por ese grupo de escritores que tomaban las vidas de aquellos trabajadores del gulag como ejemplos de superación.

Naturalmente, la propaganda no podía limitarse a un libro por prestigioso que fuera su responsable, y también contó con una película documental que puede verse aquí. Lo cual nos lleva a la importancia que el régimen soviético dio al cine. Trotski fue el primero en verlo: «Esta arma, que está pidiendo a gritos ser utilizada, es el mejor instrumento de propaganda técnica, educativa e industrial, propaganda contra el alcohol, propaganda para el saneamiento, cualquier tipo de propaganda que desees, una propaganda que es accesible a todos». Bien, la propaganda es necesaria para que la gente se adapte al sistema y no a la inversa, y el cine es una herramienta de propaganda muy útil, al facilitar la llegada del mensaje a todos, de acuerdo. Pero esto nos lleva de nuevo al problema de hacer beber al caballo del abrevadero. ¿Cómo lograr que la gente desee ver esas películas propagandísticas? Ahí entra el juego el talento artístico, la necesidad de contar con el espectador no ya como un receptor puramente pasivo sino como alguien que demanda ciertas emociones, narraciones y personajes que conecten con sus intereses. La propaganda en estado puro no es eficaz, tal como descubrieron algunos cineastas. Tal como señala Peter Kenez en Cinema and Soviet Society:

Ante el bajo número de películas que se hicieron con contenido dramático uno sospecha que los directores encontraron difícil hacer interesantes las películas sobre ese tema y por tanto procuraron evitarlas. Puede ser, aunque no lo podemos saber con certeza, que las audiencias prefirieran otros asuntos. Los trabajadores no querían verse a sí mismos en su tiempo libre. Ellos querían héroes más grandes que la vida, y contrariamente a la ideología eso no encaja bien en un ambiente de fábrica.

Para ello una buena opción es la de evitar la competencia extranjera. Prohibiendo o limitando el cine de otros países, particularmente de Hollywood, al final el espectador no tenía muchas más opciones de entretenimiento. Y si, por ejemplo, un género como el wéstern tenía mucho éxito fuera de las fronteras, siempre cabía hacer una adaptación en forma de «ostern»Así que con mayor o menor sutileza, de una u otra forma, la fórmula propagandística que se intentaba inyectar era fácilmente distinguible y emparentaba directamente con la novela. Giraba siempre en torno a la toma de conciencia del protagonista (lo que ahora los anglosajones en otro contexto político llaman «redpilling», remitiendo a Matrix) y tenía con frecuencia tres figuras arquetípicas, cada una con sus cualidades morales y psicológicas: el líder del partido, el hombre corriente y el enemigo. Un ejemplo curioso, visto hoy en día, lo tenemos en la comedia musical estalinista Tanya, cuyo director, Grigori Aleksandrov, tuvo trato directo con Stalin… y con Gorki, por supuesto, pues todos los caminos llevan a él. La historia es una versión libre de Cenicienta, con una empleada de una fábrica textil que a base de disciplina estajanovista logra ascender en el partido hasta llegar a hacer realidad sus sueños, esto es, ser miembro del Soviet Supremo. Merece la pena ver en particular esta escena con un coche volador mientras canta las grandezas de la URSS; ya sabemos donde se encontró la inspiración para cierto momento de Harry Potter y la cámara secreta

Retomando de nuevo a nuestro escritor, encontramos que pasa otro año, ya en 1934, y llega a su punto álgido como paladín de las letras y de la propaganda rusa: su nombramiento como presidente de la Unión de Escritores Soviéticos, cuyo primer congreso durará poco más de dos semanas. En su discurso inaugural, además de definir las vías por las que debía transitar el realismo socialista, Gorki retomó la expresión de «ingenieros del alma» para sí mismo y sus colegas. Él fue la gran estrella de un evento generoso en aplausos y en halagos a su persona. Quedaban muy lejos ya aquellos días de la infancia y adolescencia en los que tanto sufrió, aquel momento en que intentó suicidarse… aunque ahora en realidad la muerte acechaba más cerca que nunca.

En mayo de 1935 el avión más grande su tiempo, llamado Máximo Gorki, se estrelló en lo que podía entenderse como un mal augurio (curiosamente se trataba de un avión dedicado a la propaganda, con una imprenta a bordo y grandes altavoces en su fuselaje). En junio de 1936 la tuberculosis crónica que aquejaba a Gorki se agravó de forma que apenas podía salir de la cama. Pero quería seguir al tanto de la actualidad y dado su estado se decidió hacer con él algo parecido a lo que pudimos ver en la película Good Bye, Lenin!; para ello se editaron ejemplares del Pradva específicamente para él en los que se retiraron las malas noticias y se potenció su tono optimista. No sabemos si eso le mejoró el ánimo, pero desde luego no la salud, dado que fallece el 18 de ese mes.

Tras su muerte, entre sus papeles se encontraron textos extraordinariamente críticos con Stalin, a quien definía como una pulga gigante «con una sed insaciable de sangre de la humanidad». Quién iba a decir que hasta el más oficial de todos los escritores tendría pensamientos prohibidos, crimentales. Como gran zar de las letras soviéticas se ve que quiso cultivar todos los géneros, incluso el llamado«escribir para el cajón», tan practicado por otros escritores coetáneos y que solo verían la luz varias décadas después. ¿Por qué entonces había regresado de su exilio italiano y se había prestado a toda esa mascarada? Puede que, como dijo Stalin, se tratara de un hombre vanidoso y ese vicio —el pecado favorito del diablo, según aquella película donde lo interpretaba Al Pacino—  no hay ingeniería del alma que lo arregle.  

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El compromiso político de Emmeline Pankhurst

Fuente: muyhistoria.es

Autora: María Fernández Rei

Esta británica fue una de las mayores impulsoras del sufragismo europeo, el movimiento que luchó a favor del derecho al voto femenino.

Pankhurst (1858-1928) nació en una rica familia y,a pesar de crecer en la encorsetada sociedad victoriana, su madre la educó en los principios feministas. En 1879 se casó con Richard Marsden Pankhurst, una abogado que apoyaba públicamente el sufragismo.

Emmeline comenzó pronto su compromiso con la causa sufragista y fundó en 1892 la Liga a Favor del Derecho al voto de la Mujer y, en 1903, la Unión Política y Social de la Mujer (WSPU). Fueron partidos en los que militaron célebres sufragistas como Annie Kenney, Ethel Smyth o Emily Davison, que falleció en una acción de protesta, al lanzarse a los pies de un caballo durante una carrera hípica.

Por primera vez en la Historia, las mujeres reivindicaron sus derechos en la calle y encabezaron decenas de marchas y manifestaciones, que llevaron en numerosas ocasiones a Pankhurst a la cárcel. Sin embargo, su figura ha sido criticada en ocasiones porque, al pertenecer a la burguesía, recibía un trato deferente en prisión y no sufría las mismas privaciones que sus compañeras de lucha.

Falleció en Londres en 1928, el mismo año en que el Gobiernobritánico aprobaba su mayor ambición: el voto femenino en el Reino Unido.

 

Las claves del documento que revela cómo fue asesinado Lorca.

Documentos policiales de 1965 prueban el asesinato de Lorca por homosexual y masón

Autor: Diego Barcala,

Fuente: El Diario, 23/04/2015.

El relato que la Policía franquista hizo en 1965 de los últimos días de vida de Federico García Lorca, difieren poco de lo que los investigadores han revelado hasta ahora. Pero los detalles, en un suceso tan nebuloso, han revuelto el estómago del mundo lorquiano. El documento del Ministerio de Gobernación revelado en exclusiva por eldiario.espone sobre la mesa tres nuevos asuntos. Primero, resulta que el poeta fue fusilado solo con otra persona y no con otros tres como se creía. Segundo, fue enterrado «a flor de tierra». ¿Quién dijo esto al policía que tuvo que redactar este informe? ¿Fue Manolo Castilla el comunista al que ahora creíamos como su enterrador? ¿O había otras fuentes entre el piquete que le mató de madrugada en agosto de 1936? Y tercero, según la Policía, fue «pasado por las armas» tras «haber confesado», no sabemos qué, pero las especulaciones se disparan.

El informe elaborado en 1965 a petición de la Embajada española en París y con el permiso de Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo, es gasolina para la especulación, pero afianza los cimientos de la teoría del asesinato ideológico. Lorca fue asesinado por rojo y por homosexual. Nada de disturbios de guerra, ni balas perdidas, ni rencillas personales. Pese a lo que dijo durante 40 años el franquismo, Federico García Lorca, fue un asesinado ideológico. El documento, 29 años posterior a su muerte, sigue aludiendo como delito la homosexualidad que califica como «aberración». La propia sobrina nieta del poeta, enemistada con el hispanista Ian Gibson por el empeño de este en encontrar sus restos pese a la oposición familiar, aseguraba que la alusión a que el poeta fue detenido por homosexual «no tiene sentido».

La cuestión homófoba, que ahora conocemos en un documento oficial, afianza la investigación histórica y lo que apuntaban los miles de rumores de la ciudad nazarí. Una de los episodios sin confirmar, que los testigos granadinos fueron narrando uno a uno a los hispanistas extranjeros que acudieron en busca del poeta a lo largo del siglo XX, sitúa a uno de los asesinos en el bar Pasaje. Se trata del abogado derechista Juan Luis Trescastro que pocas horas después del asesinato le confiesa en voz alta: «Yo mismo le he metido dos tiros por el culo por maricón» (El hombre que detuvo a García Lorca. Ian Gibson. Editorial Aguilar).

Error en los nombres

La fiabilidad del documento ahora encontrado merma cuando se cita al Gobernador Civil de Granada en 1936, Juan Valdés Guzmán. El documento cambia su nombre por el de Miguel. Un error impropio puesto que Juan Valdés era un hombre famosísimo en Granada. «Al que conocía todo Dios», como resume el propio Gibson al conocer el hallazgo documental. Juan Valdés es a quien acusó Ramón Ruiz Alonso, el supuesto urdidor de toda la detención, de haber dado la orden.

Dicho esto, estremece la seguridad con la que la Policía de 1965 asegura que fue fusilado solo con otra persona. Hasta ahora, las diferentes investigaciones daban por ciertas las informaciones que decían que Lorca fue enterrado junto a dos banderilleros anarquistas (Joaquín Arcollas y Francisco Galadí) y el maestro republicano Dióscoro Galindo. Tan cierta fue tomada esta cuestión que toda la vía judicial y administrativa iniciada para encontrar los restos del poeta se ha basado en el derecho de los familiares de los supuestos acompañantes de fosa del poeta.

A flor de tierra

Desgraciadamente, el documento no aporta alguna pista clave sobre el paradero exacto de los restos. «A dos kilómetros de Fuente Grande», es toda la precisión que aporta la Policía. Pero el redactor del informe añade cuatro palabras inquietantes: «A flor de tierra». Es decir, según lo que se sabía en 1965 del entierro, no se hizo a gran profundidad. Este aspecto reabre multitud de especulaciones. Por ejemplo, la que a grito en cielo lanzó Gibson cuando fracasó la operación de búsqueda de Lorca junto al monolito. El hispanoirlandés alertó de que una investigación de los años 80 sobre las obras del parque Federico García Lorca en Alfacar (junto al lugar donde se buscó), incluía el testimonio de un albañil que aseguró haber guardado unos huesos bajo la fuente central después de haberlos encontrado en un movimiento de tierra. Y otro detalle más. Junto al monolito donde sólo se encontraron rocas en el subsuelo, fueron plantados en los años décadas después de la Guerra Civil unos cuantos pinos que todavía hoy crecen sobre lo que antes pudo ser un terreno propicio para cavar.

Por último, es interesante el relato de los supuestos delitos cometidos por el autor de La casa de Bernarda Alba. Masón, socialista y homosexual. Hasta ahora, la versión de la historia oficial decía que el diputado Ruiz Alonso ordenó el registro de la Huerta de San Vicente (el hogar de los García Lorca) en busca de una radio que Federico tenía para conectar con Moscú. Cierto es que la acusación de comunista era habitual en las detenciones de entonces, pero que la policía no cite este hecho en el informe y que asegure que Lorca confesó antes de morir, es el ingrediente definitivo del terremoto lorquiano.

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Noticia relacionada.

El frente español de los artistas británicos.

Creación del artista Joan Miró en la exposición ‘Conciencia y conflicto: Artistas Británicos y Guerra Civil española’ ELMUNDO.es

Fuente: El MUndo, 11/11/2014.

Autora: CONXA RODRÍGUEZ.

Está documentado que 2.500 británicos se alistaron a las Brigadas Internacionales para luchar en la guerra civil española en defensa de la II República. El número indica que el conflicto bélico tocó la fibra social de Reino Unido, donde los artistas se involucraron en la trágica división de España. La reacción de artistas y sociedad ante la guerra es el hilo narrativo que zurce la exposición «Conciencia y conflicto: Artistas Británicos y Guerra Civil española», abierta en Pallant House Gallery, de Chichester, sur de Inglaterra, hasta el 15 de febrero de 2015.

«Muchos artistas se vieron engullidos por la guerra en un país extranjero debido a sus convicciones políticas, preocupados por la expansión del fascismo en Europa y por lo que significaría para Gran Bretaña, y preocupados también por los refugiados y las víctimas de la guerra», explica Simon Martin, director artístico de Pallant House y comisario de la exposición. La galería ha logrado reunir unas 80 obras de unos 30 artistas entre los que destacan Henry Moore, Edward Burra, Wyndham Lewis, Roland Penrose, Francis Rose, William Russell Flint, Frank Brangwyn, Clive Branson, Ursula McCannell o Quentin Bell, cuyo hermano Julian murió en la contienda española, ambos hijos de Vanessa Bell y sobrinos de la escritora Virginia Woolf.

Pinturas, acuarelas, grabados, pósters, esculturas, tapices, fotografías y películas son los medios artísticos que surcan este recorrido británico-español en el lenguaje abstracto o figurativo. Los artistas como creadores de arte y como ciudadanos activos y llevados por sus convicciones ideológicas forman dos ventanas para mirar esta reunión de obras y material gráfico. Cuadros de Pablo Picasso o Joan Miró, como fuentes de referencia, alternan con los trabajos de los británicos. ‘Mujer llorando’, de Picasso de 1937, y fragmentos de la visita del ‘Guernica’ a Londres en 1938 se presentan junto a los dibujos de la desconocida Felicia Browne, la primera mujer voluntaria muerta en España. Felicia dejó un descriptivo cuerpo de dibujos de escenas de guerra españolas, captadas por la británica.

La llegada de los niños vascos refugiados en Gran Bretaña, la formación del grupo surrealista o de la asociación Frente Unido contra el fascismo y la guerra, que llegó a contabilizar 600 miembros, son algunas de las iniciativas paralelas a la reacción, puramente artística, que se produjo en Reino Unido ante la guerra española.

Las exposiciones ‘Artistas en ayuda de España’, de 1936, y ‘Retratos de España’, de 1938, se rememoran como las muestras precedentes a la actual que se presenta como la primera en Reino Unido que indaga en la implicación de los artistas británicos en el conflicto civil de alcance internacional. La mayoría de los artistas que reaccionaron ante la guerra se colocaron en defensa de la República, pero hubo también quién apoyó el golpe de Estado del general Francisco Franco. Wyndham Lewis, Francis Rose y William Russell Flint dieron su brazo a torcer en favor del fascismo mientras que Henry Moore o Quentin Bell lo condenaron.

Artículo completo en El Mundo.

 

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