Los costes del nazismo alemán para Grecia (y para España)

Izado de la esvástica en la Acrópolis de Atenas en 1941. / SCHEERER (BUNDESARCHIV)

Autor: Vicenç Navarro.

Fuente: Diario El Püblico, 24/03/2015

Para entender la crisis existente en la Unión Europea, ayuda el conocer la que ocurrió en los años treinta en Europa, y como ambas crisis han afectado la relación de Alemania -el centro del sistema económico europeo- con la periferia, centrándonos en este artículo en Grecia, y con algunas notas también de la relación de Alemania con España en ambos periodos históricos.

En Alemania, la primera crisis, generada en parte por la enorme deuda pública acumulada, resultado de las exigencias de los países vencedores de la I Guerra Mundial de que este país pagara las reparaciones por los daños infligidos a los países enemigos durante el conflicto bélico, determinó la elección de un gobierno Nazi liderado por Hitler. La enorme austeridad de gasto público, con los grandes recortes realizados con el objetivo de pagar la deuda, y las reformas del mercado laboral que contribuyeron al crecimiento del desempleo generado por aquellos recortes, causaron un rechazo de la población hacia los partidos que impusieron tales medidas y llevaron a la primera elección de un gobierno Nazi en Europa. Hay que recordar que el nazismo alcanzó el poder en Alemania por la vía democrática debido a su atractivo electoral (y también a la división de las izquierdas, concretamente entre el Partido Socialdemócrata y el Partido Comunista).

El nazismo sacó a Alemania de la crisis económica mediante la militarización de su economía (keynesianismo militar) y al expolio de los países periféricos, incluyendo Grecia. La ocupación de Grecia (1941-1945) fue de las más brutales que hayan existido en Europa. Aquel periodo se caracterizó por un sinfín de atrocidades. Pueblos y ciudades fueron testigos de aquellas brutalidades. Mousiotitsa (153 hombres, mujeres y niños), Kommeno (317 hombres, mujeres y niños, donde incluso 30 niños de menos de un año fueron asesinados y 38 personas fueron quemadas vivas en su casa), Kondomari (60 asesinados), Kardanos (más de 180), Distomo (214 muertos), y así una larga lista. Más de 460 poblaciones fueron destruidas y más de 130.000 civiles fueron asesinados, además de más de 60.000 judíos que representaban la mayoría de la población judía en Grecia. El sacrificio humano fue enorme. Y la represión estaba encaminada a sostener una enorme explotación y latrocinio. En realidad, el III Reich robó el equivalente en moneda alemana de 475 millones de marcos, que significaría en moneda actual 95.000 millones de euros. Ante esta situación, ¿cómo puede pedírsele a las clases populares, que fueron las que sufrieron en mayor medida la represión, que olviden esta etapa de su vida? (ver Conn Hallinan: “Greece: Memory and Debt”, Znet Magazine, 18.03.15, de donde extraigo la mayoría de datos de este artículo).

Leer artículo completo en El Público,

Franco y Hitler: un odio interesado

Fotografiada (trucada por la dictadura) del encuentro de Hitler y Franco en Hendaya.

Fuente: El País, 14/03/2015.

Autor: Jesús Ruiz Mantilla.

El Eje fue un salón de desconfianza a tres bandas. Hitler, Mussolini y Franco. El trío quería dominar Europa y perpetuarse en el trono con poder absoluto. Para ello, se necesitaban. Pero, al tiempo que se enviaban telegramas de felicitación y agradecimiento, como el que publicamos hoy perteneciente a la Colección José María Castañé, se colaban espías por el patio trasero que realizaban informes sobre las mutuas debilidades y en cuanto se daban la vuelta se criticaban como porteras.

Hitler y Mussolini despreciaban a Franco. Los dos acabaron en el hoyo tragándose sus fracasos políticos y militares. El español murió en la cama tras haber jugado todas las bazas a su favor: las del fascismo y, después, dulcificando su imagen como el protector paterno para la patria que él jamás tuvo en casa, las de las democracias occidentales.

Leer artículo completo en: El País.

 

El incendio del Reichstag.

Fuente: Anatomía de la Historia. 27/02/2015

Autor:  Ignacio López Mulero

Antecedentes

Dos días antes del final de la Primera Guerra Mundial, el 9 de noviembre de 1918, el emperador alemán Guillermo II abandona la jefatura de Estado, después de que el amotinamiento de los marineros de Wilhelmshaven le afectara emocionalmente. Esta abdicación, que supone el final del II Imperio Alemán, daría lugar a la creación de la República de Weimar.

La República de Weimar se caracterizó por ser una República multipartidista, semipresidencialista y por una serie de problemas que analizo a continuación.

Leer artículo completo en Anatomía de la Historia

 

Alemania, destrucción o revancha: las cuentas invisibles de la II Guerra Mundial.

Conferencia de Potsdam, Alemania (1945)
Conferencia de Potsdam, Alemania (1945)
Autora: LIDIA GÓMEZ

Fuente: Diario El Mundo, 23/02/2015

Grecia y la deuda nazi.

Autor: HÉCTOR ESTEPA

Fuente: El Mundo, 17/02/2015  

Artículo publicado en el número 181 de La Aventura de la Historia

Atraviesa Grecia uno de sus momentos más difíciles. Los escaparates vacíos en Atenas son testigos de cinco años de recesión económica. El retroceso ha caído como una losa: los suicidios se han multiplicado. El sueldo medio ha disminuido en más del 23 por ciento. El 27 por ciento de los helenos no tiene trabajo. Parte de esa caída se debe a las durísimas medidas de ajuste. Grecia ha firmado dos pactos de austeridad con la Troika -la CE, el BCE y el FMI- para conseguir sendos rescates financieros por 240.000 millones de euros y así poder pagar sus facturas. La contrapartida son grandes recortes.

Alemania ha sido quien más dinero ha prestado. También el que más ha exigido: los medios germanos y los políticos han ejecutado una campaña mediática contra las disfuncionalidades del Estado deudor. La posición alemana ha levantado la germanofobia entre muchos helenos, que han contraatacado: ¿qué ocurriría si no fuera Grecia quien debe dinero a Alemania, sino al revés?

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El fascismo que sobrevivió a Hitler.

El general Franco y Adolfo Hitler durante su entrevista en Hendaya, en 1940

Fuente: El País, 1 de febrero, 2015.

Cuando acabó la Guerra Civil española, más de la mitad de los 28 estados europeos estaban dominados por dictaduras con poderes absolutos, que no dependían de mandatos constitucionales ni de elecciones democráticas. Excepto en el caso de la Unión Soviética de Stalin, todas esas dictaduras procedían del firmamento político de la ultraderecha y tenían como uno de sus principales objetivos la destrucción del comunismo.

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Y Winston se convirtió en Churchill.

Churchill encarnó un tipo de conservadurismo paternalista.

Fuente: Diario «El Mundo«, 26/01/2015

Autor: ROBERTO VILLA, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Rey Juan Carlos

En el ocaso vital de su progenitor, un emocionado Randolph Churchill resumió su trayectoria de la siguiente forma: «Tu gloria está consagrada para siempre en el pedestal inmortal de tus logros; y jamás podrá ser destruida o manchada. Fluirá con los siglos».

Estas palabras quedarían como una simple demostración de amor filial si no fuera porque iban dirigidas al que, hoy por hoy, se considera el político británico más importante del siglo XX. Más aún, Winston Churchill es una de las figuras sin las que es imposible comprender la historia de la Europa de entreguerras y del mundo de la segunda postguerra.

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Hiroshima, año cero

Fuente: El Mundo. Especial 70 aniversario fin de la II Guerra Mundial.

Autor:JULIO MARTÍN ALARCÓN

Cuando apenas ha despuntado el sol, y se empiezan a ver las primeras bicicletas y el trasiego de los tranvías en las calles de Hiroshima, el calor de la mañana de agosto es ya casi asfixiante. Roza unos 30 grados envueltos en una bruma de humedad que transporta el río Ota, cuyo delta desemboca en el Mar Interior de la preciosa bahía de donde surge la isla de Mijayima. Han pasado casi 70 años de aquel 6 de agosto de 1945 cuando a las 8.15 explotó la primera bomba atómica sobre una ciudad, la única de la Historia junto a su hermana Nagasaki.

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Los españoles que visitaron el epicentro de la locura: la División Azul.

Fuente: El Confidencial, 10/I/2015.

Autor: Álvaro Van den Brule

La conspiración contra Polonia tras el tratado Molotov–Ribbentrop (un tratado de no agresión que acabó como el rosario de la aurora), terminó con los dos socios firmantes, Alemania y la Unión Soviética, a la greña. Incluso más que eso todavía, por primera vez en la historia conocida –la que nos cuentan los libros a su manera y los vencedores a la suya–, el Apocalipsis se pudo apreciar en todo su dramático esplendor, con el agravante de que estaba ampliamente pronosticada su puesta en escena.

La Primera Guerra Mundial, cerrada en falso, había dado lugar a la mayor carnicería conocida hasta el momento. Agravios insuficientemente negociados y rencores de efecto retardado habían estallado en la cara de los durmientes y egocéntricos europeos.

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¿Y Polonia, no hemos luchado por Polonia?

 

Para el ensayista Tony Judt, el XX fue el siglo maldito de Europa. El continente tiende a la autodestrucción, pero nunca antes se afanó en la tarea con tamaña determinación y recursos. En Postguerra dedica un capítulo entero a las cifras de la catástrofe. Son espeluznantes. Como lo fue la «revancha aliada«, asunto sobre el que escribe en nuestras páginas David Solar. Mientras, en Yalta las tres primeras potencias vencedoras buscaban un acuerdo que solo podía ser de mínimos, las tropas de Stalin arrasaban el este de Alemania. Los testimonios que dejó la prensa y los debates parlamentarios son estremecedores. Hitler se refugió hasta el final de sus días en su búnker de la vergüenza, al tiempo que once millones de alemanes abandonaron sus hogares y quedaron al albur del enemigo.

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