Feminismo liberal y radical: la década de 1960 en EE. UU.

Autora:  Cristina Herrero Ferrer

Fuente: archivoshistoria.com 06/03/2020

La década de 1960 supuso la explosión, en Estados Unidos, de los feminismos. Las olas de feminismo liberal y radical nacen en un momento de boom económico que trajo consigo una etapa de nuevos cambios sociales. La sexualidad y la moralidad tuvieron un papel fundamental. Junto con la lucha por los Derechos Civiles (Ollhof, 2011), el movimiento en pro de la libre expresión (Ashbolt, 2013) o la incipiente cultura juvenil debido al baby boom de posguerra, surgió la segunda ola del feminismo (Horowitz, 1998). Esta incluyó tanto autoras y organizaciones que entroncaron con la tradición del feminismo liberal heredada desde el sufragismo de finales del XIX y principios del XX como un nuevo feminismo, el radical. El movimiento feminista despegó en estos momentos a partir del cuestionamiento de los roles sexuales tradicionales (Miles, 2006: 13).

Sin embargo, la cuestión femenina no comenzaba a tratarse ahora, sino que se trataba de una cuestión de largo alcance. Para comprender esta ola de feminismo se debe retroceder un poco en el tiempo. La Ilustración fue el periodo en el que se considera que nace el feminismo, con autores como Kant, John Stuart Mill o Condorcet que ya hablan de la exclusión «natural» de la mujer.

Pero su eclosión definitiva no es hasta la aparición de Mary Wollstonecraft, autora de Vindicación de los derechos de la mujer (1792), que busca una igualdad moral entre sexos. La obra rompe con los escritos realizados hasta ese momento  por mujeres. También se habla de la exclusión femenina en la educación. Para Wollstonecraft, las mujeres son las que educan a sus hijos, por lo que es necesario que reciban una educación acorde a esta responsabilidad. Con este antecedente, comienzan a surgir las conocidas como «olas» del feminismo.

La primera ola del feminismo cobró protagonismo en Estados Unidos e Inglaterra desde finales del siglo XIX y hasta mediados del XX. En un principio, su principal objetivo era la obtención de la igualdad frente al varón en términos de propiedad o de matrimonio, entre otros. Los derechos políticos y, especialmente, el sufragio femenino, fueron las reivindicaciones clave de esta lucha. La Convención de Séneca Falls de 1848 en Nueva York fue el momento culmen de esta primera ola. Tuvo trescientos participantes y espectadores y fue firmada por unas cien mujeres. A partir de este momento, el movimiento feminista comienza a extenderse, de forma que, a principios del siglo XX las mujeres comenzaron a obtener paulatinamente el derecho al voto.

Sin embargo, esto solo supuso un comienzo para el movimiento y así lo plasmó Simon de Beauvoir en El segundo sexo (1948). En este ensayó, Beauvoir reflexionó acerca de lo que significa ser mujer. Para la autora, la mujer es un producto cultural construido por la sociedad: ser madre, esposa, hija, hermana… En esta obra, Simone de Beauvoir sostivo una tesis que ha generado y genera debates extensos en la actualidad: No se nace mujer, se llega a serlo. Con ello, Beauvoir le daba un papel preponderante a lo social en la construcción de la feminidad y la masculinidad. Según esta autora, la sociedad ha separado al ser humano entre hombres y mujeres, excluyendo a estas últimas y encasillándolas en un papel determinado.

Es por ello que, cuando surgió la segunda ola del feminismo, ésta ya no se centraba en la búsqueda de la superación de los obstáculos legales como sí había hecho el feminismo liberal. Esta vez se incorporaba el punto de vista sexual, familiar, laboral. El derecho al aborto y al acceso a métodos anticonceptivos por ejemplo, pasó al centro del debate (Nash, 2007). No obstante, los primeros años sesenta son importantes como período de transición entre una era más conservadora, cauta, complaciente, y otra más desenfrenada (Rorabaugh, 2002).

Esta nueva revolución femenina comenzó con la introducción de la píldora anticonceptiva, aprobada por la Food And Drug Administration en 1961. Fue introduciéndose lentamente y permitiendo así a las mujeres elegir su pareja sexual, decidir su maternidad o planificar sus embarazos frente a la vida laboral. Hacia 1965, el 20% de las mujeres utilizaba la píldora u otros métodos anticonceptivos. A finales de los sesenta se redujo por primera vez de modo drástico el índice de natalidad (Rorabaugh, 2002: 183). Sin embargo, la ambición de la mayoría de los estadounidenses era casarse, comprarse una bonita casa con jardín en una zona tranquila y formar una familia (Soley, 2015).

Los avances tecnológicos también tuvieron mucho que ver en estas cuestiones. A medida que los electrodomésticos surgían o mejoraban, las tareas domésticas se hacían menos arduas para las amas de casa. Eso «permitió» una inclusión mayor de las mujeres en el mercado laboral. Muchas de ellas a tiempo parcial y con salarios escasos, pero las mujeres de clase media comenzaban a incorporarse al trabajo.

Las mujeres trabajaban con una finalidad concreta, como la de comprar una casa o pagar los estudios universitarios de los hijos. Hacia 1960 trabajaba (fuera de casa) el 37% de las mujeres solteras y el 30% de las mujeres casadas. Si bien las actitudes masculinas frente al trabajo femenino cambiaron, el modelo ideal de familia se mantenía. La familia ideal estadounidense guía siendo aquella en que solo trabajaba el varón. En 1960 pocas mujeres, incluso entre la minoría trabajadora, cuestionaban este estereotipo (Rorabaugh, 2002: 117).

La situación de la mujer: antes del feminismo liberal y radical

En los primeros años sesenta, las carreras profesionales femeninas no eran aún lo habitual. El matrimonio seguía sucediendo a una edad muy temprana y conllevaba, además, unos índices de natalidad muy altos. Las mujeres contraían matrimonio con una media de 20 años. Sus maridos, con 22 años de media. En esta época, además, el número de hijos por familia había pasado de 2 a 3 (Rorabaugh, 2002: 184-185).

A pesar de ser un momento de cambios acelerados en lo social (en el ámbito religioso, en el étnico, en cuestiones de clase social) la sociedad parecía anclada aún a viejas fórmulas. La libertad sexual iba abriéndose camino, creciendo incluso la libertad para hablar de sexo. Sin embargo, el matrimonio aún parecía una institución estable y relevante a nivel general en 1960. Pocas parejas se planteaban la posibilidad de convivir sin un vínculo matrimonial. Incluso los propietarios desalojaban por sistema a las parejas no casadas. En este sentido, prevalecía una doble moral (Rorabaugh, 2002: 184-185).

El sexo prematrimonial en la mujer estaba considerado como una inmoralidad. En casos más extremos, incluso como prostitución Las mujeres jóvenes solteras tenían terror al embarazo. No obstante, a falta de métodos anticonceptivos, este sólo se podía interrumpir por medio del aborto. Era, por otra parte, una opción ilegal, cara y peligrosa. Además, el tema era tabú y no se podía tratar en público (Rorabaugh, 2002: 184-185).

La palabra “embarazada” se consideraba tan subida de tono que los conservadores la evitaban. (Rorabaugh, 2002: 184-185)

El concepto de la monoparentalidad no existía, o más bien no se planteaba como una opción con normalidad. En el caso de las mujeres viudas o divorciadas, se consentía que constituyeran familias  monoparentales. Sin embargo, nadie osaba a imaginar que una mujer soltera y/o joven decidiera voluntariamente tener un hijo que naciera fuera de un matrimonio y educarlo sola (Rorabaugh, 2002: 184-185).

Imagen de Mad Men que ilustra el ideal de familia norteamericana criticado por el feminismo liberal y radical
Ideal de familia norteamericana plasmado en la serie Mad Men

El auge de los suburbios empeoró esta situación. Estas formas de población, tan arquetípicas en el modelo familiar estadounidense, alejaban a las mujeres de sus familias, amigos o instituciones. La distancia entre los suburbios y las zonas urbanas recluía a las mujeres en nuevas zonas residenciales. Era el lugar donde la clase media protestante, católica y judía buscaba el ascenso social.

Se plasmó el nuevo ideal de familia norteamericana en todas partes. Se trata de esa imagen arquetípica que series como Los Simpsons parodian. Una familia idílica, que vivía en zonas residenciales, con una clara estructura de familia nuclear en la que el padre o cabeza de familia trabajaba. Mientras la mujer, perfecta ama de casa, se ocupaba de la casa y de los niños. El feminismo liberal en Estados Unidos fue, en parte, una reacción a la extensión de este modelo de familia ideal y hegemónico que, aún hoy, copa los medios de comunicación.

Censura de Hollywood

Portada del Código Hays

La sociedad estadounidense, como puede observarse, seguía siendo bastante tradicional. Esa moral se extendió de facto hasta la industria del cine. La existencia del Código Hays, implantado entre 1934 y 1967, censuraba todo lo que se podía o no se podía ver en las producciones estadounidenses. Regularizó la sexualidad de forma que “el carácter sagrado de la institución del matrimonio y del hogar será mantenido”.

La infidelidad era también duramente censurada. “El adulterio y todo comportamiento sexual ilícito[…], no deben ser objeto de una demostración demasiado precisa, ni ser justificados o presentados bajo un aspecto atractivo”

Las demostraciones de afecto o de erotismo tampoco eran permitidas, evidentemente, puesto que el Codigo Hays marcaba que “no sé mostrarán besos ni abrazos de una lascividad excesiva, de poses o gestos sugestivos”. Por otra parte, afirmaba también que “las perversiones sexuales y toda alusión a éstas está prohibido”. La protección sobre los esquemas tradicionales de la sociedad, entre los que se incluía el matrimonio y la familia nuclear era extrema. No obstante, la producción cinematográfica era una forma de reproducción de las mismas esencial en ese contexto. El código marcaba, de hecho, que “no debe presentar la institución del matrimonio como antipática”. Incluso, en las noticias de la NBC, el uso de las palabras “violación” o “aborto” estaba prohibido.

La mayoría de esta censura afectaba específicamente al papel de la mujer y en su actuación ante las cámaras. Sin embargo, la existencia de unas restricciones tan estrechas  provocó que comenzaran a aparecer dobles sentidos, recursos y referencias para engañar al proceso de censura.

Primeros cambios

Estas cuestiones alimentaron un caldo de cultivo perfecto para la emergencia de un feminismo liberal y, posteriomente, uno radical. Quedaban lejos de conformarse con las reivindicaciones con las que habían comenzado a manifestarse las sufragistas y el feminismo liberal en general. La sexualidad, las libertades reproductivas o las cuestiones laborales saltaron al centro del debate. La píldora anticonceptiva supuso uno de los cambios fundamentales en esta revolución sexual y feminista, pero no el único de ellos.

La incorporación de la mujer al mundo laboral había tenido sus comienzos durante la Segunda Guerra Mundial. Comenzaron ocupando cargos anteriormente desempeñados por hombres, que en esos momentos se encontraban en el frente. Y, como se mencionaba, en estos momentos comenzaba a normalizarse, si bien con unas restricciones muy concretas. Con el auge económico de posguerra, además, habían llegado también los electrodomésticos. Estos, como se ha explicado antes, facilitaron las labores del hogar, por lo que a la mujer le quedaba más tiempo libre. Este tiempo libre permitía poder encontrar un trabajo a tiempo parcial y, además, con bajos salarios.

Ante esta extensión del trabajo femenino, con la llegada de John F. Kennedy a la presidencia de Estados Unidos se creó la Comisión Presidencial sobre el Estatus de la Mujer el 14 de diciembre de 1961. El 11 de octubre de 1963 se publicó un informe que reveló la existencia de desigualdad de género en el ámbito laboral. Proponía una serie de medidas para un mayor acceso a la educación, ayudas para el cuidado de los hijos o la baja por maternidad (Hunt, 2015).

También se impulsaron leyes como la Ley de Igualdad Salarial de 1963, y el Título VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964. Este prohíbe la discriminación de los trabajadores en base a su color, etnia, sexo, origen nacional o religión. También es relevante el fallo de la Corte Suprema Griswold v. Connecticut de 1965. En él, el estado de Connecticut prohibía el uso de anticonceptivos. Este fallo se acabó declarando inconstitucional. A su vez, se nombró a mujeres en altos cargos de su administración, como fue el caso de Esther Peterson. Muchas ciudades eligieron a mujeres como alcaldesas en los setenta (Jones, 1995: 536). Estas cuestiones supusieron un avance considerable. Sin embargo, quedaban aún lejos de todas las reivindicaciones del feminismo liberal.

Nace el feminismo liberal

La aparición de un movimiento femenino organizado llegó con la publicación de The Feminine Mystique (1963) por Betty Friedan. En él, hace referencia al “problema que no tiene nombre”. Betty Friedan criticó el carácter romántico que se le otorgaba a lo doméstico y a la idea de que la mujer solo podía sentirse realizada siendo madre y ama de casa. En 1966, y con ayuda de Friedan, se fundó la mayor organización feminista estadounidense, la Organización Nacional de Mujeres (National Organization for WomenNOW).

Esta organización tenía como fines principales la igualdad económica y de derechos y el derecho al aborto. A ello se le sumaban cuestiones como la lucha contra el racismo y la violencia de género, entre otros. Estos grupos y la existencia de algunas teóricas del feminismo liberal como la propia Friedan suponen los antecedentes más claros e influyentes sobre lo que después conformaría la segunda ola de feminismo, la del feminismo radical. La organización sirvió de inspiración para la creación de grupos de liberación de la mujer en otras partes del país.

“Para las mujeres, en las columnas, los libros y los artículos de expertos que les decían a las mujeres que su papel consistía en realizarse como esposas y madres. Una y otra vez las mujeres oían, a través de las voces de la tradición y de la sofisticación freudiana, que no podían aspirar a un destino más elevado que la gloria de su propia feminidad” (Friedan, 2009: 51).

Según Friedan, la salida de las mujeres del hogar produjo un agravamiento en su situación de desigualdad (Amorós coord., 1994: 132). Ahora la mujer tenía doble trabajo, el laboral y el del hogar. Y, en el primero de ellos, se acentuaban las desigualdades con respecto a los trabajadores masculinos. Para Betty Friedan era necesario redefinir el concepto de familia y las estructuras sociales (Amorós coord., 1994: 133-134).

Gloria Steinem trabajando como Conejita Playboy

La voz de Betty Friedan o de las teóricas del feminismo no fue la única en resaltar estas cuestiones. Puede mencionarse también el caso de Gloria Steinem, una periodista que se infiltró en la Mansión Playboy como Conejita Playboy. Pretendía documentarse para la realización de un artículo. Con ello dio a conocer las condiciones en las que se encontraban estas mujeres y las demandas sexuales que recibían, comúnmente al borde de la ley. Gracias a este artículo, se convirtió en una de las principales voces feministas del momento, junto con Betty Friedan o Jo Freeman.

Del feminismo liberal al feminismo radical: organización y radicalización

Pese a que NOW fue la primera organización feminista nacida en EEUU, surgieron muchas otras usando ésta como inspiración. Sin embargo, muchas mujeres abandonaron NOW por ser demasiado radical. Mientras, otras lo hicieron por considerarla demasiado conservadora (Ryan, 1992: 44). El aborto fue quizá el tema fundamental de estas escisiones. Las mujeres que estaban en contra del derecho al aborto formaron Women’s Equility Action League (WEAL).

Pero los derechos reproductivos no fueron la única cuestión que dividió al feminismo en estos momentos. El feminismo radical había mantenido unas premisas comunes, no sin discrepancias. Sin embargo, el movimiento se fragmentaba de forma más fuerte en estos momentos. La presencia del colectivo LGTB (concretamente, del lesbianismo) fue otro factor crucial que dividió a las feministas. No obstante, esta fue también una época de eclosión de la lucha del colectivo LGTB. A lo largo de 1968 y 1969, comenzaron a formarse pequeños grupos de liberación de mujeres en las principales ciudades del país (Ryan, 1992: 47). Paralelamente, en 1969, estallaba la mecha que prendió la lucha por los derechos de las personas homosexuales, bisexuales y trans, los disturbios de Stonewall

NOW, una de las organizaciones protagonistas de las olas de feminismo liberal y radical
National Organization for Women, NOW

Con Jo Freeman y Shulamith Firestone, autora de La dialéctica del sexo (1970) como pioneras, nace el movimiento de liberación de las mujeres (Women’s Liberation Movement, WLB). La rama WLM del feminismo radical, basada en la filosofía contemporánea, estaba compuesta por mujeres. Tenía, no obstante, trasfondos racial y culturalmente diversos. Estas plantearon que, para que las mujeres dejasen de ser ciudadanas de segunda clase en sus respectivas sociedades, era necesaria su libertad económica, psicológica y social (Bullock, Trombley y Lawrie, 1999: 314). La segunda ola de feminismo comenzaba a dejar paso, desde el feminismo liberal, al feminismo radical.

Kate Millet fue la escritora de otra de las grandes obras de esta segunda ola feminista, Sexual Politics (1969). Es un libro que une crítica literaria, antropología, economía, historia, psicología y sociología en una combinación propia de la Escuela de Frankfurt la cual inspiraba los movimientos contestatarios de la época (Amorós coord., 1994: 142). En un primer momento, Millet había militado en NOW, pero más adelante se unió al grupo de feministas radicales fundado por Pam Allen en 1967, el New York Radical Women. Paralelamente, surgieron otros grupos radicales por todo el país, como el New York Radical Feminists, entre otros. Estos tienen su apogeo ya en la década de los setenta, también en Estados Unidos.

El feminismo radical, en sus diversas ramificaciones y grupos, se originó en los movimientos contestatarios norteamericanos de los sesenta. En un contexto de eclosión de lo contracultural, la ola de feminismo radical fue resultado de la insatisfactoria respuesta que se había dado a las reivindicaciones feministas del feminismo liberal anterior. Para este feminismo radical, su lucha no se trata simplemente de ganar el espacio público. No es solamente una cuestión de igualdad en el trabajo, en la educación o en los derechos civiles y políticos.

El feminismo radical va a lo que considera la raíz del problema, como su propio nombre indica, por lo que pretende transformar también el espacio privado. Para este feminismo, el patriarcado es el sistema de dominación básico en la sociedad. Sobre él, se asientan los demás: la raza, la clase. Consideran, por lo tanto, que no puede haber una verdadera revolución si no se destruye (Amorós -coord-, 1994: 142-145). Con estas premisas, el feminismo radical va a ir ganando espacios, terrenos y capacidad de reivindicación.

Una oveja coronada Miss America 1969

Oveja coronada Miss América 1969

El 7 de septiembre de 1968, el movimiento feminista se presentó al mundo. Lo hizo interrumpir la retransmisión en directo para todo el país de la elección de Miss América 1969, celebrado en Atlantic City, Nueva Jersey (Miles, 2004: 45). Esta reivindicación fue orquestada por Robin Morgan, de la New York Radical Women y en ella participaron cientos de feministas de diferentes organizaciones y grupos defensores de los derechos civiles.Para las protestantes, los estándares de belleza y el certamen oprimían, degradaban y explotaban a la mujer.

Llamaron al desfile “el degradante símbolo de Mujer Imbécil con Tetas”. Simbólicamente, colocaron un cubo de basura al que nombraron Cubo de Basura de la Libertad (Freedom Trash Can). Arrojaron toda clase de productos considerados femeninos. Productos de higiene, pestañas postizas, fregonas, sujetadores, menaje de cocina, la revista Playboy o la Cosmopolitan, entre otros. Éstos eran objetos considerados como “instrumentos de tortura femenina” (Duffett, 1968: 4).

De esta forma y al grito de «¡No más Miss América!» (No more Miss America!) afirmaban que el concurso era comparable a una feria de ganado. Además, desde el inicio del concurso en 1921, solo habían sido aceptadas concursantes caucásicas como finalistas. Reclamaban el hecho de que nunca hubiera sido coronada una Miss América negra. Por último, decidieron coronar a una oveja como Miss América. A raíz de esta protesta surgió el mito de la quema de sujetadores, que eran símbolo de opresión femenino. La protesta fue cubierta por todos los medios de comunicación del país y fue un éxito para el movimiento.

Feminismo radical como «contracultura»

Cuando se habla de contracultura, se agrupa como tal a aquellos grupos sociales que van en contra de la sociedad establecida, del establishment. Este término fue acuñado por el autor estadounidense Theodore Roszak en su libro El nacimiento de una contracultura (1968). La contracultura de la década de 1960 en Estados Unidos se caracterizó por ser la cuna de diversos movimientos sociales. Estos irrumpieron en la sociedad norteamericana durante esta década. En esta amalgama de movimientos sociales que se opusieron a la cultura establecida pueden mencionarse el movimiento por los derechos civiles, el movimiento a favor de la libre expresión, la lucha por los derechos del colectivo LGTB la revolución sexual y el feminismo, entre otros.

Todos estos movimientos sociales se desarrollaron en un ambiente en el que dominaba la estética psicodélica. También la eclosión de nuevas fórmulas artísticas en todos los ámbitos, como la literatura, cuyo cariz contracultural puede rastrearse incluso en los poetas de la generación Beat de la década de los 50 o la música, lo cual se manifestó en la explosión de festivales como el de Altamont o Woodstock.

Angela Davis, una de las protagonistas de las olas de feminismo liberal y radical.
Angela Davis hablando ante una multitud

En su momento se consideró al movimiento feminista, incluso en sus orígenes como feminismo liberal, como un movimiento contracultural de los sesenta. Iba en contra de lo establecido por la sociedad tradicional estadounidense en lo relacionado con el rol de la mujer. Así mismo, los partidarios de los diversos movimientos sociales antes mencionados también podían vincularse a la lucha feminista o viceversa. Este es el caso de Angela Davis. Davis fue y es una de las grandes figuras de este contexto y del feminismo en general. No obstante, se trata de una mujer afroamericana, homosexual, comunista y miembro de los Black Panthers o Panteras Negras. Por todo ello, fue calificada por el FBI como una de los “criminales más buscados” del país.

En definitiva, durante los sesenta cualquier movimiento que fuera contra los valores tradicionales del país se leía como un movimiento «contra corriente» o «contra la cultura». El feminismo, en su paso desde el feminismo liberal al radical acabó siendo incorporado, junto con otros movimientos de carácter neo-izquierdista, a la lista de contraculturas.

Bibliografía

Libros

AMORÓS, Celia, coordinación: Historia de la teoría feminista, Madrid, Instituto de Investigaciones Feministas, 1994.

ASHBOLT, Anthony: A Cultural History of the Radical Sixties in the San Francisco Bay Area, Nueva York, Routledge, 2013.

BELTRÁN PEDREIRA, Elena; MAQUIEIRA D’ANGELO, Virginia; ÁLVAREZ, Silvina y SÁNCHEZ MUÑOZ, Cristina: Feminismos. Debates teóricos contemporáneos, Madrid, Alianza Editorial, 2001.

BRYSON, Valerie: Feminist Political Theory. An Introduction, Nueva York, Palgrave MacMillan, 1992.

BULLOCK, Alan; TROMBLEY, Stephen y LAWRIE, Alf: The New Fontana Dictionary of Modern Thought, Estados Unidos, HarperCollins, 1999.

BUTLER, Judith: Gender Trouble. Feminism and the Subversion of Identity, Nueva York, Routledge, 1999.

BUTLET, Judith, SCOTT, Joan W., editoras: Feminists theorize the political, Nueva York, Routledge, 1992.

FIRESTONE, Shulamith: La dialéctica del sexo. En defensa de la revolución feminista, Barcelona, Kairós, 1976.

FRIEDAN, Betty: La mística de la feminidad, Madrid, Cátedra, 2009.

HOROWITZ, Daniel: Betty Friedan and the Making of The Feminine Mystique. The American Left, The Cold War, and Modern Feminism, Estados Unidos, University of Massachusetts Press, 1998.

HUNT, Michael H.: The World Transformed: 1945 to the Present, Oxford, Oxford University Press, 2015.

JONES, Maldwyn A.: Historia de Estados Unidos 1607 – 1992, Madrid, Cátedra, 1995.

MILES, Barry: Hippie, Barcelona, Global Rhythm, 2004.

MILLET, Kate: Sexual Politics, Nueva York, Columbia University Press, 2016.

NASH, Mary: Mujeres en el mundo: Historia, retos y movimientos, Madrid, Alianza Editorial, 2007.

OLLHOF, Jim: The Civil Rights Movement, Minnesota, ABDO Publishing, 2011.

RORABAUGH, William J.: Kennedy y el sueño de los sesenta, Barcelona, Paidós, 2002.

RYAN, Barbara: Feminism and the women’s movement. Dinamics of change in social movement, ideology and activism, Nueva York, Routledge, 1992.

Artículos

DUFFETT, Judith: “WLM vs. Miss America”, Voice of the Women’s Liberation Movement, octubre de 1968, p. 4.

Cibergrafía

Food And Drug Administration: “For Women”. Disponible en: https://web.archive.org/web/20100819222628/http://www.fda.gov/ForConsumers/ByAudience/ForWomen/ucm118543.htm [Consultado el 19/11/2019].

Videografía

She’s Beautiful When She’s Angry (2014). Documental dirigido por Mary Dore. Disponible en HBO.

El concilio que trajo a la Iglesia al presente y la proyectó al futuro

Juan XXIII durante la sesión inaugural del Concilio Vaticano II en la Basílica de san Pedro (AP)

Autor: Ramón Álvarez

Fuente: La Vanguardia 10/01/2020

EL CONTEXTO

“Pronuncio ante sus eminencias temblando de conmoción, pero al mismo tiempo con humilde resolución de propósito, el nombre y la propuesta de la doble celebración de un Sínodo Diocesano para la Urbe y de un Concilio Ecuménico para la Iglesia Universal”. Cuando Juan XXIII se dirigió con estas palabras al Colegio Cardenalicio tras la celebración de la Conversión de san Pablo en la basílica vaticana no habían transcurrido aún tres meses desde su elección como Papa el 28 de octubre de 1958.

Con la misma sorpresa con la que había sido nombrado sucesor de Pío XII en la Cátedra de san PedroAngelo Giuseppe Roncalli daba un giro de timón a la Iglesia católica convocando el Concilio Vaticano II e invalidando la consideración de pontífice de transición que le había atribuido la prensa por lo que entonces se consideró una avanzada edad (estaba a punto de cumplir los 77 años).

La Iglesia, en aquel momento, estaba instalada en el debate teológico, doctrinal y pastoral que había dejado abierto el Concilio Vaticano I, convocado por Pío IX en 1869 y suspendido abruptamente menos de un año después de su inicio por el estallido de la guerra franco-prusiana y la ocupación de los Estados Pontificios. La reacción al modernismo planteada en aquel concilio, reforzada durante el Pontificado de Pío X (1903-1914) contrastaba con las corrientes teológicas que cuestionaban el literalismo bíblico y las prácticas de una Iglesia urbana y misionera que habían abierto la puerta a los movimientos laicos.

Portada de La Vanguardia del 2 de junio de 1963 , dedicada a Juan XXIII y al Concilio Vaticano II

Juan XXII respondió a ese aggiornamento o puesta al día que exigían diversos sectores de la propia Iglesia, que aún oficiaba la misa en latín, con los retos de “promover el desarrollo de la fe católica, renovar la vida cristiana de los fieles, adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de los nuevos tiempos y lograr la mejor interrelación con las demás religiones, principalmente las orientales”, en un novedoso llamamiento al ecumenismo.

Tras más de tres años de preparativos para el que ha sido el mayor concilio eclesiástico, el Pontífice inauguró el Concilio el 11 de octubre de 1962 con este Gaudet Mater Ecclesia que aparece ligeramente extractado bajo estas líneas y donde apunta todas las líneas de trabajo de las sesiones. El concilio reunió a 2.450 obispos, así como a superiores generales de las grandes congregaciones católicas, expertos y teólogos invitados por el propio pontífice y representantes de otras Iglesias cristianas.

Juan XXII no pudo cerrar el concilio ni promulgar ninguna de sus resoluciones al fallecer repentinamente el 3 de junio de 1963, cuando aún se celebraba su primera etapa. Su sucesor, Pablo VI, presidió las tres restantes hasta su clausura el 8 de diciembre de 1965. En cualquier caso, el Vaticano II siguió tanto el guión como el espíritu trazado por Roncalli, situó a la Iglesia en el presente y la reforzó ante un mundo en transformación.

Así informó La Vanguardia sobre la inauguración del Concilio Vaticano II (1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (y 8)

EL DISCURSO

“La sucesión de los diversos Concilios celebrados hasta ahora atestiguan claramente la vitalidad de la Iglesia católica y señalan los puntos luminosos de su historia. El gesto del más reciente y humilde sucesor de San Pedro, que os habla, al convocar esta solemnísima asamblea tiene la finalidad de afirmar una vez más la continuidad del magisterio eclesiástico para presentarlo, de una forma excepcional, a todos los hombres de nuestro tiempo, teniendo en cuenta las desviaciones, las exigencias y las oportunidades de la edad moderna.

”Mas, junto a estos motivos de júbilo espiritual, es cierto, sin embargo, que sobre esta historia se extiende, a través de más de diecinueve siglos, una nube de tristezas y de pruebas. Por algo el anciano Simeón dijo a María, Madre de Jesús: “Este Niño está puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, y como señal de contradicción”. Y el mismo Jesús, ya adulto, fijó bien claramente la postura sucesiva del mundo con respecto a su persona a lo largo de los siglo en aquellas misteriosas palabras: “Quien a vosotros escucha a mí me escucha”. Y con aquellas otras: “Quien no está conmigo está contra mí y quien no recoge conmigo desparrama”. El gran problema planteado al mundo queda en pie tras casi dos mil años. Cristo, radiante siempre en el centro de la historia y de la vida.

”Los hombres o están con él, y con su Iglesia, y en tal caso gozan de la luz de la bondad, del orden y de la paz, o bien están sin él, y deliberadamente contra su Iglesia con la consiguiente confusión y aspereza en las relaciones humanas y con persistentes peligros de guerras fratricidas.

Hay además otro argumento que es útil proponer a vuestra consideración. En el cotidiano ejercicio de nuestro ministerio pastoral llegan a veces a nuestros oídos, hiriéndolos, ciertas insinuaciones de almas que carecen del sentido de la discreción y de la medida. Tales son quienes, en los tiempos modernos, no ven otra cosa que prevaricación ruina.

Llegan a veces a nuestros oídos, hiriéndolos, ciertas insinuaciones de almas que carecen del sentido de la discreción y de la medida y en los tiempos modernos no ven otra cosa que prevaricación ruina”

Juan XXIII

”Van diciendo que nuestra edad, en comparación con las pasadas, ha empeorado, y, así, se comportan como quienes nada tienen que aprender de la historia, la cual sigue siendo maestra de la vida y como si en los tiempos de los precedentes Concilios Ecuménicos todo procediese próspera y rectamente en torno a la doctrina y a la moral cristiana, así como a la justa libertad de la Iglesia. Mas nos parece justo disentir de tales profetas de calamidades que siempre están anunciando infaustos sucesos, como si fuese inminente el fin de los tiempos.

”En el presente orden de cosas, en el cual parece apreciarse un nuevo orden de relaciones humanas, es preciso reconocer los arcanos designios de la Providencia Divina que, al través –muchas veces sin que ellos lo esperen– se llevan a término, haciendo que todo, incluso las adversidades humanas, reducen en bien para la Iglesia. Fácil es apreciar esta realidad si se considera atentamente el mundo moderno, ocupado en la política y en controversias de orden económico hasta el punto de no encontrar ya tiempo para preocupaciones de orden espiritual que son las que pertenecen al sagrado ministerio de la Iglesia. Tal modo de obrar no es recto y es, por tanto, justo desaprobarlo.

”Con todo, no se puede negar que estas nuevas condiciones impuestas por la vida moderna tienen al menos una ventaja: la de haber hecho que desaparezcan los innumerables obstáculos que en otros tiempos impedían el libre obrar de los hijos de la Iglesia.

”Lo que principalmente atañe al Concilio Ecuménico es esto, que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado enseñado en forma cada vez más eficaz.Tal doctrina comprende al hombre entero, compuesto de alma cuerpo, el cual –como peregrino que es sobre esta tierra– le enseña que debe aspirar al cielo. Esto demuestra que se debe ordenar nuestra vida mortal de modo que, cumpliendo nuestros deberes de ciudadanos de la tierra y del cielo, consigamos el fin establecido por Dios. Lo cual quiere decir que todos los hombres, particularmente considerados o reunidos socialmente, tienen el deber de tender sin treguas, durante toda su vida, a conseguir los bienes celestiales y a usar, llevados de este solo fin, los bienes terrenos sin que el empleo de los mismo comprometa la felicidad eterna.

Nos parece justo disentir de tales profetas de calamidades que siempre están anunciando infaustos sucesos, como si fuese inminente el fin de los tiempos”

JUAN XXIII

”Ha dicho el Señor: ‘Buscad primero el reino de Dios y su justicia’. Estas palabras, primero, expresan la dirección hacia la que deben moverse nuestros pensamientos y nuestras fuerzas, pero no han de olvidarse las otras palabras de este precepto del Señor: “Y todo lo demás se os dará por añadidura”.

”En realidad, hubo siempre en la Iglesia, y hay todavía, quienes buscando con todas sus energías la práctica de la perfección evangélica rinden una gran utilidad a la sociedad. Pero, a fin de que esta doctrina alcance a los múltiples campos de la actividad humana, referentes al individuo, a la familia, a la sociedad, es necesario, ante todo, que la Iglesia no se separe del patrimonio sagrado de la verdad, recibido de los padres, pero, al mismo tiempo, tiene que mirar al presente, considerando las nuevas condiciones y formas de vida introducida en el mundo moderno, que han abierto nuevas rutas al apostolado católico. Por esta razón la Iglesia no ha asistido inerte al progreso admirable de los descubrimientos del ingenio humano y ha sabido estimarlos debidamente. Mas, aun siguiendo estos desarrollos, no deja de advertir a los hombres para que, por encima de las cosas visibles, vuelvan sus ojos a Dios; fuente de toda sabiduría y de toda belleza y no olviden ellos, a quienes se dijo: ‘Sujetad la Tierra y dominadla’.

”Después de esto está claro lo que se espera del Concilio por cuanto a la doctrina se refiere. Es decir, el Concilio Ecuménico, que se servirá del eficaz e importante auxilio de aquellos que sobresalen por su ciencia en las disciplinas sagradas, por su experiencia en el apostolado y en la organización, quiere transmitir pura e íntegra, sin atenuaciones, la doctrina que durante veinte siglos se ha convertido en patrimonio común de los hombres. Patrimonio que aunque no haya recibido gratamente por todos, constituye una riqueza para todos los hombres de buena voluntad. Nuestro deber no es sólo custodiar este tesoro precioso como si únicamente nos ocupásemos de la antigüedad, sino también dedicarnos con voluntad diligente, sin temores, a la labor que exige nuestro tiempo, prosiguiendo el camino que la Iglesia recorre desde hace veinte siglos.

Las nuevas condiciones impuestas por la vida moderna tienen una ventaja: la de haber hecho que desaparezcan los obstáculos que en otros tiempos impedían el libre obrar de los hijos de la Iglesia”

Juan XXIII

”Ni la tarea principal del Concilio va a estar en discutir uno u otro artículo de la doctrina fundamental de la Iglesia. Para esto no era necesario un Concilio. Sin embargo, de la adhesión renovada, serena y tranquila a todas las enseñanzas de la Iglesia en su integridad precisión, como todavía aparecen en las actas conciliares de Trento y del Vaticano y, sobre todo, el espíritu cristiano, católico y apostólico de todos espera que se dé un paso adelante hacia una penetración doctrinal y una formación de las conciencias que estén en correspondencia más perfecta con la fidelidad de la auténtica doctrina, estudiando ésta y exponiéndola en conformidad con los métodos de la investigación y con la expresión literaria que exigen los tiempos actuales.

”Una cosa es la sustancia del depositum fidei, es decir, de las verdades que contiene nuestra venerada doctrina, y otra la manera cómo se expresa, y de ello ha de tenerse gran cuenta –con paciencia si fuese necesario– ateniéndose a las normas y exigencias de un magisterio de carácter predominantemente pastoral.

”Al iniciarse el Concilio Ecuménico Vaticano II, es evidente como nunca que la verdad del Señor permanece siempre.Vemos, en efecto, que las opiniones de los hombres se suceden excluyéndose mutuamente y que los errores se desvanecen como la niebla ante el sol. Siempre se opuso la Iglesia a estos errores, frecuentemente los condenó con la mayor severidad. En nuestros tiempos, sin embargo, la esposa de Cristo prefiere usar de la medicina de la misericordia más que de la severidad. Piensa que hay que remediar a los necesitados mostrándoles la validez de su doctrina sagrada más que condenándolos.

La Iglesia tiene que mirar al presente, considerando las nuevas condiciones y formas de vida introducida en el mundo moderno, que han abierto nuevas rutas al apostolado católico”

Juan XXIII

”No es que falten doctrinas falacesopinionesconceptos peligrosos que hay que prevenir disipar, pero ellos están así en evidente contraste con la recta norma de la honestidad y han dado frutos tan perniciosos que ya los hombres, por sí solos, hoy día parece que están por condenarlos, y, en especial, aquellos de la técnica dominadora o del bienestar fundado exclusivamente sobre las comodidades de la vida. Lo que más cuenta es que la experiencia les ha enseñado que la violencia causada a otros, el poder de las armas, el predominio político nada sirven para una feliz solución de los graves problemas que los afligen.

”Estando así las cosas, la Iglesia católica, al elevar la antorcha de la verdad religiosa, quiere mostrarse madre amable de todos benigna para con los hijos separados de ella. La Iglesia, pues, no ofrece riquezas caducas a los hombres de hoy, no promete una felicidad sólo terrena, sino que los hace participantes de los bienes de la gracia divina, que elevando a los hombres a la dignidad de hijos de Dios, constituye una poderosísima tutela y ayuda para una vida más humana, abre las fuentes de su doctrina vivificadora, que permita a los hombres iluminados por la luz de Cristo el comprender aquello que son realmente su excelsa dignidad, su fin.

Nuestro deber no es sólo custodiar este tesoro precioso como si únicamente nos ocupásemos de la antigüedad, sino también dedicarnos con voluntad diligente, sin temores, a la labor que exige nuestro tiempo

JUAN XXIII

”Ella, finalmente, por medio de sus hijos, extiende por doquier la amplitud de la caridad cristiana, que más que ninguna otra cosa contribuye a extirpar las semillas de las discordias y con mayor eficacia que con cualquier otro medio fomenta la concordia, la justa paz y la unión fraternal de todos.

”La solicitud de la Iglesia en promover y defender la verdad deriva del hecho de que, según el designio de Dios, ‘el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad’, no pueden los hombres, sin la ayuda de toda la doctrina revelada, conseguir una completa y firme unidad de ánimos a la que está ligada la verdadera paz y la salvación eterna. Desgraciadamente, la familia cristiana no ha conseguido plenamente esta visible unidad en la verdad.

”La Iglesia católica estima, por lo tanto, como un deber suyo el trabajar denodadamente a fin de que se realice el gran misterio de aquella unidad que Jesucristo ha invocado con ardiente plegaria del Padre Celestial en la inminencia de su sacrificio. Y, finalmente, la unidad en la estima y en el respeto hacia la Iglesia católica de parte de quienes todavía siguen religiones no cristianas. A este propósito es motivo de dolor considerar que la mayor parte del género humano –a pesar de que todos los hombres han sido redimidos por la sangre de Cristo– no participa aún de esas fuentes de gracia divina que se hallan en la Iglesia.

En nuestros tiempos, la Iglesia prefiere usar de la medicina de la misericordia más que de la severidad. Piensa que hay que remediar a los necesitados mostrándoles la validez de su doctrina sagrada más que condenándolos”

Juan XXIII

”Venerables hermanos: esto es lo que se propone el Concilio Ecuménico Vaticano II, el cual prepara y consolida ese camino hacia la unidad del género humano que constituye el fundamento necesario para que la ciudad terrenal se organice a semejanza de la ciudad celeste, “en la que reina la verdad, dicta ley la caridad y cuyas fronteras son la eternidad”.

”Ahora, ‘nuestra voz se dirige a vosotros’. Venerables hermanos en el episcopado: henos aquí juntos, reunidos en esta basílica vaticana, en torno a la cual gira ahora la historia de la Iglesia, donde el cielo y la tierra se unen en estos momentos estrechamente, aquí, junto al sepulcro de Pedro, junto a tantas tumbas de nuestros santos predecesores, cuyas cenizas parecen alborozarse en esta hora solemne con un estremecimiento arcano. El Concilio que comienza aparece en la Iglesia como un día prometedor de luz resplandeciente. Todo esto pide de vosotros serenidad de ánimo, concordia fraternal, moderación en los proyectos, dignidad en las discusiones y sabidurías en las deliberaciones.

”Quiera el Cielo que vuestros esfuerzos y vuestros trabajos satisfagan abundantemente las aspiraciones comunes”.

Una microhistoria del fascismo: la defensa del fascista Telesio Interlandi

 Leonardo Sciascia

Autor: Javier Gimeno.

Fuente: Nueva Tribuna 25/01/2020

“El fascismo constituye una enfermedad moral, un morbo contemporáneo esparcido por todos los lugares del mundo”.Benedetto Croce

El 25 de abril de 1945 y tras años de lucha contra el fascismo, la movilización popular logró acabar con la llamada República Social italiana de Benito Mussolini y éste fue ejecutado públicamente en una plaza de Roma. El periodista Telesio Interlandi [1], brazo derecho del Duce, dirigió por encargo suyo las principales publicaciones del fascio italiano, como el periódico Il Tevereo las revistas Quadrivio y La difesa della razza. Esta última era la más influyente, especialmente querida por el dictador, por ser el órgano propagandístico en Italia del nacionalsocialismo como arma ideológica para fundar el racismo italiano, cuyo principal teórico y mentor no era otro que el propio Telesio Interlandi.

Una vez derrotado el régimen faccioso, cientos de partisanos se lanzaron a las calles a perseguir y fusilar sin juicio a cuantos fascistas se toparan. Telesio Interlandi tuvo la inmensa fortuna de salvar su vida gracias a su detención junto con su hijo Cesare. Fortuna que vio colmada con la aparición del abogado socialista Enzo Paroli, cuya calidad ética y humana le llevó no sólo a ejercer su defensa en el juicio correspondiente sino también a arriesgar su vida y la de su familia escondiendo en su casa a Interlandi y a su hijo para librarles de la ira partisana.

Antes de decidir su defensa, el abogado quería conocer de su propia voz el pensamiento de Interlandi y para ello fue a visitarle a la cárcel. Enzo Paroli rechazaba el viejo maniqueísmo que de forma simplista divide a los hombres en dos bloques monolíticos y cerrados: el de los buenos y el de los malos, de modo tal que quienes pertenecen a uno jamás pueden recibir influencias del otro ni mucho menos abandonar el que le corresponde para pasarse al contrario. Paroli entendía que ambos bandos son perfectamente permeables y por consiguiente no resulta extraño que existan hombres a caballo entre uno y otro como algo consustancial a la naturaleza humana donde existe el bien y el mal en diferentes grados. Como hombre, el abogado se consideraba ejemplo de ello.

Tal vez por eso el abogado decidió asumir la defensa de aquel individuo, acaso porque la vida nos demanda a todos, justamente, la necesidad de vivir y de afirmar la propia vida en sí misma. También a los seres dominados por la vileza y la ignominia como el que tenía delante

“La historia humana es el pensamiento de Dios sobre la tierra de los hombres”, sostenía Interlandi, para quien Roma es una “fórmula divina a la que se tiende universalmente sin tener conciencia de ello”. Esta idea era nueva y antigua a la vez porque era la idea de la Nación y de la Patria con mayúsculas. Para el fascismo genuino, la Nación y la Patria se sustentaban en Roma como “fórmula divina a la que universalmente se tiende, el nuevo esplendor que busca aflorar entre las miles de miserias del mundo actual para dar a la criatura humana una patria menos ingrata”. Ello bajo la incuestionable idea de Dios como encarnación de la única Verdad reveladora de la identidad del espíritu que sustenta a la Raza Superior, la cual se sustancia en una “certeza absoluta, rotunda… la única capaz de dar sentido a las cosas, a la vida de un pueblo… liberadora de aquello que anhela perturbar la perfección de la ley que la rige, la absoluta perfección interna de cada idea verdadera y el orden que irremediablemente se desprende de ella”.

Para el fascista el mundo gravitaba con una indiferencia enorme y soberana que había combatido toda su vida, “la indiferencia de los débiles y necios, la perezosa y simulada mansedumbre de los temerosos y de los eternos indecisos”. Indiferencia y mansedumbre contra las que él mismo desde las páginas de sus publicaciones se había rebelado con firmeza removiendo la conciencia de los inertes y persuadiendo a los comedidos, de todos los incrédulos de la grandeza de la Patria, de la nueva Italia, del proyecto antiguo y siempre nuevo del Duce.

Interlandi estaba convencido de que los judíos se han comportado desde sus orígenes como una sola nación siempre agazapada e infiltrada en otras naciones, en especial, la germánica y la italiana, apoderándose de sus instituciones, de sus organizaciones sociales, de sus gobiernos, con afán de enriquecerse y controlar la economía para su uso exclusivo. Comportamiento que de siempre ha venido aparejado,a juicio del fascista, de un soberano desprecio a la hospitalidad de aquellas naciones que les han acogido.

“Había que acabar con eso de una vez por todas, ponerlos en posición de no hacer daño a la nación que delante de todos tenían el valor de llamar patria pero a la que estaban chupando la sangre como vampiros”, le explicaba Interlandi al abogado.Tras escucharle, éste se convenció de que en su intelecto y en su alma ese hombre portaba el mal en su sentido más profundo. Persuadido de que el pueblo judío era el pueblo más despreciable de la tierra y de que la raza a la que pertenecían era inferior –algo que nunca dejó de predicar durante años en las publicaciones fascistas que había dirigido-, el intelectual faccioso expresaba la firme convicción de su exterminio.

Sorprendió al abogado la existencia en ese hombre de una inteligencia constituida coherentemente, con lucidez, en un instrumento de abyección. Y comprendió que la posesión de un intelecto brillante no bastaba para inclinarse al mal y a la perversión. Se requería poseer, además, una suerte de lo que él llamaba “suplemento del alma”, un sentimiento recóndito en lo más profundo del alma humana que quien lo posee deja traslucir la verdad y el bien. Y también la piedad que inspira la compasión hacia un hombre a punto de ser condenado, y acaso, de morir. Y era justamente ese suplemento del alma lo que el Duce, Interlandi y todos los teóricos del fascismo en todas sus variantes se han empeñado –y continúan a día de hoy- en erradicar. Obviamente, aquéllos jamás han experimentado la debilidad que subyace en la compasión ante un hombre indefenso. Paroli, en cambio, se compadecía de su propio miedo y del pensamiento de quien tenía en frente y de lo que había provocado: la sed de venganza, la violencia agazapada en las miradas, en el lenguaje, en cualquier rincón; el “exilio de la razón”.

Se preguntaba Paroli si su alma dispondría de ese suplemento, no hallando respuesta. Sin embargo, decidió acometer la defensa de aquel individuo, quizá porque la vida nos demanda a todos, justamente, la necesidad de vivir y de afirmar la propia vida en sí misma. También a los seres dominados por la vileza y la ignominia como el que tenía delante, cuyos argumentos en defensa del exterminio de una raza inferior, y en consecuencia, de todas las otras razas igualmente inferiores, podrían convencer a cualquiera cuya alma no estuviera en posesión del suplemento antes aludido.

Paroli era consciente de que su defendido no había cometido en puridad ningún delito. Y sin embargo, fue el autor intelectual de las premisas ideológicas de las cámaras de gas que los nazis implantaron. No tuvo que deportar a nadie a los campos de exterminio –sin cuyas teorías tampoco habrían existido– pero había difundido pensamientos asesinos sin haber matado a ninguna persona con sus propias manos aunque sí con el arma más poderosa que tenemos: el pensamiento. Con sus ideas, Interlandi había provocado uno de los mayores, si no el mayor horror de la humanidad en su historia:“Usted ha contribuido, le decía Paroli, a que se consumase posiblemente el peor de los crímenes: ¡que haya razas y no hombres!… Desde ese punto de vista usted es indefendible… Sin embargo, su presencia aquí… representa para mí la prueba máxima de mi existencia, de mi honor como hombre… Salvarle a usted es salvarme a mí mismo”.

Tal vez por eso el abogado decidió asumir la defensa de aquel individuo, acaso porque la vida nos demanda a todos, justamente, la necesidad de vivir y de afirmar la propia vida en sí misma. También a los seres dominados por la vileza y la ignominia como el que tenía delante.

Enzo Paroli tuvo que sopesar todos los riesgos que enfrentaba al asumir la defensa. El primero, obviamente, era el que corría él y su familia de ser agredidos o asesinados por grupos de partisanos en cuanto se extendiera la voz de que iba a ser el abogado defensor de un fascista, y no de uno cualquiera. Como ocurría no pocas veces en situaciones semejantes, cuando caía un régimen desaparecían por arte de magia sus partidarios, y de la noche a la mañana todo el mundo se convertía en fiel seguidor del nuevo sistema. “Los peores enemigos son siempre los semejantes, los que forman en la misma fila”, pensaba Paroli. Es lo que estaba sucediendo en Italia nada más desaparecer el régimen de Mussolini.

Como ha recordado el filósofo Enzo Traverso, el antifascismo se convirtió en una suerte de religión civil en su afán de practicar la violencia revolucionaria contra cualquier sospechoso de fascista. Esa práctica ignominiosa que Passolini describió en una colección de sus ensayos recién publicada en Italia como el fascismo de los antifascistas[ii]. Ideas nobles como las que poseen argumentos sólidos que refutan los fundamentos de una ideología execrable pueden llegar a convertirse en su justificación por quienes las malinterpretan o tergiversan. Ejemplos los hallamos en las quemas de iglesias o persecuciones y asesinatos sin juicio de curas y monjas o de individuos adeptos –o tan sólo sospechosos sin pruebas de adepción- a los sublevados de la II República española.

En determinadas ocasiones, pensaba el abogado, la vida nos enfrenta a nuestras propias contradicciones, nos llama a ser nosotros mismos o a repudiarnos para siempre. Recordaba El entierro del conde de Orgaz que contempló en Toledo, la “gran serenidad y equilibrio de gesto” de la muerte expresada en su rostro ya cadavérico y en todos los caballeros que acompañaban su cuerpo. Y en ese momento pensaba que “es la muerte la que confiere dignidad a la vida: por qué se muere, por quién se muere”.

Dios, Nación, Patria, Raza Superior, Fórmula Divina, Idea Verdadera, Nuevo Esplendor, Verdad Reveladora, Certeza Absoluta, Absoluta Perfección, Orden, indiferencia de los débiles y necios, mansedumbre de los temerosos, de los pusilánimes y eternos indecisos. Mimbres que conforman las señas de identidad del fascismo, ideas fuerza argumentales de la raza superior frente a la raza inferior: la judía. Como bien sabemos, el fascismo se reproduce adaptando su lenguaje a la coyuntura de cada época y de cada lugar. Sustituyamos Nación o Patria por España, Francia, Alemania, Italia…; cambiemos Raza Superior o Absoluta Perfección por Españoles, Franceses, Alemanes, Italianos… también con mayúscula; en lugar de raza inferior estemos atentos para oír hablar de inmigrantes y pobres;si antes hablaban de desorden hoy hablan de dictadura progre; los que entonces eran débiles, necios, pusilánimes o eternos indecisos hoy son homosexuales, lesbianas, transexuales,ideología de género;frente al adoctrinamiento ideológico de populistas, comunistas y bolivarianos escucharemos a Dios, su Verdad Reveladora, la Fórmula Divina, el Pin Parental.

[i]Texto inspirado en la novela corta del escritor y juez italiano Vincenzo Vitale publicada en España con el título «En esta noche del tiempo» por El Perro Malo/Laertes, 2019. La idea inicial era de Leonardo Sciascia pero su enfermedad le impidió escribirla y poco antes de su muerte se la encargó a su íntimo amigo Vincenzo Vitale. Es de agradecer la labor que desempeñan pequeñas editoriales difundiendo obras de autores desconocidos en nuestro país, como la que hace El Perro Malo/Laertes de la mano de su editor Paco Carvajal. La introducción, traducción y entrevista que realiza Manuel Carreras al autor son también dignas de reconocimiento.

[ii] Colección de ensayos publicados en Italia en 2018 por la editorial Garzanti Classici. No existe edición española.

Los otros lugares contemplados para un Estado judío antes de la creación de Israel en territorio palestino

El primer primer ministro israelí, David Ben-Gurion, en la proclamación oficial del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948, en Tel Aviv. AFP/GETTY IMAGES

Fuente: BBC Mundo, 5/11/2017.

¿Pudo haber un Estado judío en África o Argentina? Tal vez.

Esta semana se cumplió el centenario de la Declaración Balfour, un documento que cambió la historia de Medio Oriente para siempre y que desencadenó uno de los conflictos más difíciles de resolver de los tiempos modernos.

La Declaración Balfour fue el documento en el que por primera vez el gobierno británico respaldó el establecimiento de «un hogar nacional para el pueblo judío» en Palestina.

Sin embargo antes de esa declaración, se debatieron otras opciones territoriales para establecer un futuro Estado judío.

Judíos ortodoxos en Jerusalén.
Image captionPor razones religiosas e históricas Palestina siempre fue la opción preferida. Pero se consideraron otras.

La Declaración Balfour fue hecha a través de una carta enviada por el ministro de Exteriores británico, Arthur Balfour, al barón Lionel Walter Rothschild, un líder de la comunidad judía en Gran Bretaña.

La idea de establecer «un hogar para el pueblo judío» parte del I Congreso Sionista celebrado en Basilea en 1897, explicó a BBC Mundo José Antonio Lisbona, historiador y experto en Historia del Judaísmo Contemporáneo.

En ese primer momento, había una línea dentro de los pensadores judíos que considera que lo importante es tener un Estado para que dejen de ser perseguidos, le dijo a BBC Mundo Carmen López Alonso, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid.

Otros, en cambio, son defensores desde el primer momento de establecer ese futuro Estado en Palestina, argumentado los vínculos históricos del pueblo judío con ese territorio.

Foto del texto de la declaración de Balfour.
Image captionFoto del texto de la declaración de Balfour.

Pero a fines del siglo XIX, época en la que ese territorio estaba bajo dominio del Imperio Otomano, la tarea parecía imposible.

Quizá por eso, sobre la mesa también se barajaron otras posibilidades, al menos como un «hogar nacional» provisional para el pueblo judío.

El plan Uganda

Así se conoce el que fue, según Lisbona, el «único plan oficial y serio» para establecer un Estado judío en un territorio que no fuera Palestina.

Según este historiador, se trató de un plan oficial porque fue el propio gobierno de Reino Unido el que ofreció en 1903 otorgar una parte del antiguo territorio británico en África Oriental al pueblo judío como patria.

El presidente de Uganda en una visita al Museo del Holocausto.
Image captionEl presidente de Uganda en una visita al Museo del Holocausto.

Aunque se le conoce como plan Uganda, en realidad la oferta de territorio también contemplaba parte del de Kenia.

Fue ofrecido por el propio Balfour a Jaim Weizmann —quien se convertiría después en el presidente de Israel y en ese entonces era presidente de la Agencia Judía— y al padre de la teoría sionista, Theodor Herzl.

El propio Herzl, autor del libro «Der Judenstaat» (El Estado Judío, 1896) y considerado el padre del Estado de Israel, planteó la idea en el Sexto Congreso Sionista celebrado en Basilea, Suiza, en 1903.

El sionismo era un movimiento que abogaba por la creación del Estado para los judíos en el territorio palestino, por lo que la idea de que ese Estado se creara en un lugar diferente generó numerosos debates dentro de la organización sionista, explicó Lisbona.

Finalmente, dicha posibilidad fue rechazada en 1905, cuando ganó la opción de que el territorio para el futuro Estado judío fuera en Palestina.

«¿Palestina o Argentina?»

Theodor Herzl, fundador del sionismo político.
Image captionTheodor Herzl, fundador del sionismo político.

La opción de Argentina también apareció en varios textos y fue una corriente defendida por algunos líderes judíos, aunque Lisbona considera que «fue más bien una entelequia».

El propio Herzl considera Argentina como una posibilidad para un asentamiento masivo de judíos en una parte de su libro «Der Judenstaat», bajo el epígrafe «¿Palestina o Argentina?», en el que hace referencia al al país sudamericano como «uno de los más fértiles de la tierra, de inmensa superficie, población escasa y clima templado».

Leon Pinsker, autor de «Autoemancipación» (1882), considerado un texto fundacional del sionismo y que sirvió de inspiración a Herzl para su «Estado judío», fue un defensor de la opción argentina, al igual que Maurice de Hirsch, uno de los impulsores de las colonias judías en América.

Argentina, al igual que Uganda, ofrece una clara ventaja: un vasto territorio vacío, en el que no había que expulsar a ningún pueblo ya establecido, explicó la profesora López Alonso.

Ese era uno de los principales inconvenientes de la opción Palestina: ya había una población árabe establecida.

Cómo una carta cambió el destino de Medio Oriente

«De 1893 a 1921 hubo emigraciones importantes de judíos de Polonia, Ucrania y Rusia a Argentina», explica Lisbona, «pero no hubo ninguna oferta oficial por parte del gobierno argentino, como sí hubo en el caso de la Declaración Balfour por parte de Reino Unido, que sí tenía algún derecho geoestratégico una vez que expulsa a los turcos de lo que sería Palestina».

¿Un Estado judío en Siberia?

Aunque fue una opción posterior a la Declaración Balfour, algunos consideran que el precedente del Estado judío se encuentra en los límites de Siberia.

Los dirigentes de la antigua URSS entregaron una región a cada una de las naciones que la conformaban, y así, en 1934 se creó la Región Judía Autónoma de Birobidzhan, situada en la frontera entre Rusia y China.

Birobidzhan Regional Museum
Image captionUna imagen de archivo de la Región Judía Autónoma de Birobidzhan.

Aunque miles de judíos se establecieron allí, y la lengua oficial era el yiddish, la idea de crear en este lugar el Estado judío no prosperó, ya que el sionismo era la corriente principal, y Palestina, su objetivo.

En la segunda mitad de los años 30, los líderes judíos de Birobidzhan fueron víctimas de las purgas de Joseph Stalin.

10 propuestas de Hefter fuera de Palestina

Joseph Otmar Hefter, creador de Nai Judá (Nueva Judea), fue defensor de crear un hogar en forma de Estado para el pueblo judío en el continente americano.

En un panfleto de 1938, Hefter manifiesta su rechazo al movimiento sionista, y defiende la creación de un Estado judío en el continente americano.

Barco cargado de refugiados judíos procedentes de Europa llegando al puerto de Haifa, durante el Mandato Británico sobre Palestina, en 1947.
Image captionUn barco cargado de refugiados judíos procedentes de Europa llegando al puerto de Haifa, durante el Mandato Británico sobre Palestina, en 1947.

Hefter publicó un mapa con 10 propuestas de «hogar» para el pueblo judío, entre ellas una opción en un territorio entre la Guyana Británica, Venezuela y Brasil y otra entre Brasil y Paraguay.

También propuso Birobidzhan, Australia, Alaska, Canadá, una parte de Egipto, parte de la África Oriental o el sudeste de Asia como un posible Estado para el pueblo judío.

Sin embargo, como le indicó la profesora López Alonso a BBC Mundo, una vez que se impuso la corriente sionista, ningún otro lugar rivalizó en términos reales con el territorio palestino para ser el hogar del futuro Estado judío.

Vista de la ciudad de Jerusalén.
Image captionEl plan aprobado por la ONU planteaba un régimen especial para la ciudad de Jerusalén.

Tras la derrota del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, la Declaración Balfour fue respaldada por las potencias aliadas e incluida en el Mandato Británico sobre Palestina, aprobado por la Liga de las Naciones (organismo que antecedió a la ONU) en julio de 1922, mediante el cual Reino Unido quedaba formalmente encargado de la administración de esos territorios.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, y tras el Holocausto, la presión por establecer un Estado judío aumentó.

El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General aprobó un plan para la partición de Palestina, que recomendaba la creación de un Estado árabe independiente y uno judío y un régimen especial para la ciudad de Jerusalén.

Celebraciones tras la proclamación del Estado de Israel.
Image captionEl 14 de mayo de 1948 fue proclamado el Estado de Israel.

El plan fue aceptado por los israelíes, pero no por los árabes, que lo veían como una pérdida de su territorio. Por eso nunca se implementó.

Pero un día antes de que expirara el Mandato Británico de Palestina, el 14 de mayo de 1948, la Agencia Judía para Israel, representante de los judíos durante el Mandato, declaró la independencia del Estado de Israel.

Ahí comenzó el largo conflicto entre israelíes y palestinos que llega hasta nuestros días.

Cuba y EE UU: de la Enmienda Platt al Cuartel Moncada

  Fulgencio Batista recibe al embajador Earl E. T. Smith, tras presentar sus credenciales, en 1957/ Bettman/Corbis

Autor: F. Javier Herrero

Fuente: El País, 15/03/2015

En 1960, el ex embajador norteamericano en Cuba, Earl E. T. Smith, declaró ante una subcomisión del Senado:”Hasta el arribo de Castro al poder, los Estados Unidos tenían en Cuba una influencia de tal manera irresistible que el embajador norteamericano era el segundo personaje del país, a veces aún más importante que el presidente cubano”. Pocos analistas vieron un alarde de inmodestia en esta declaración que recoge Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina (Siglo XXI) y que define el desequilibrio y dependencia que caracterizaron la relación que mantuvo Cuba con su poderoso vecino del norte en los años que van desde la derrota militar de la antigua metrópoli española en 1898 hasta el triunfo de la Revolución cubana en 1959. A la decisión de romper diplomáticamente con Cuba en enero de 1961, respondió Fidel Castro con la quiebra del sistema interamericano –acuerdos y normativas internacionales alcanzados desde 1890 entre Estados Unidos y las repúblicas americanas que daban cauce a la hegemonía estadounidense en el hemisferio- y la entrada de Cuba en el bloque soviético. El 17 de diciembre del año pasado se produjo un sorprendente y audaz movimiento por parte de los presidentes Obama y Raúl Castro cuando anunciaron el inicio de conversaciones que deberían conducir al restablecimiento de unas relaciones diplomáticas plenas. Este proceso tiene un capítulo importante este mes de abril con la asistencia de Cuba a la Cumbre de las Américas que se celebra en Panamá y la apertura de ambas embajadas coincidiendo con la celebración de la cumbre.

Pocos años después de proclamar su independencia en 1776, los dirigentes de Estados Unidos fijaron su interés en la isla caribeña a la que veían como un apéndice natural de la Florida. John Quincy Adams, sexto presidente de EE UU, afirmaba “…Hay leyes de gravitación política, así como las hay de gravitación física (…) así Cuba, separada por la fuerza de su conexión no natural con España, tendrá que caer hacia la Unión Norteamericana…” y las ofertas de compra de la isla a España no tardaron en llegar antes de la Guerra de Secesión americana. El rechazo indignado español no evitó la penetración económica de la isla y en la segunda mitad del siglo XIX, el comercio de Cuba con Estados Unidos era muy superior al mantenido con  España. Con su expansión continental terminada, la participación norteamericana en el conflicto independentista cubano en 1898 supone el estreno de otra potencia colonial en el tablero internacional. Las consecuencias de esta intervención son justificadas con el Corolario Roosevelt de 1904, que adapta la Doctrina Monroe a su versión más imperialista y “obliga a los Estados Unidos a ejercer (…) la facultad de ser una potencia de policía internacional” en el hemisferio americano. En 1903 finaliza la ocupación militar en Cuba a cambio de que sea introducida a perpetuidad en la Constitución cubana la Enmienda Platt, que autorizaba a EE UU a intervenir en Cuba cuando considerase que sus intereses económicos en la isla estaban en riesgo. La política del semiprotectorado cubano, a cargo de Tomás Estrada, sería supervisada por Washington, que obtenía el derecho de establecer bases navales como la de Guantánamo.

Theodore R

La inestabilidad salpicada de revoluciones, guerras civiles y corrupción fue el hábitat en que se desenvolvió la Cuba de esas décadas, afectada por la aplicación de la enmienda y la política del Gran Garrote de Theodore Roosevelt (a la izquierda, coronel de los Rough Riders en la guerra hispano-americana de 1898/ Corbis) que justificaron los desembarcos de marines en la isla en 1906-09 y 1917-22, lo que impidió el libre funcionamiento de las instituciones, alentando entre los políticos cubanos de todo signo la tendencia a pedir la intervención si la realidad política no respondía a sus planes. Aunque, como afirmó Antonio Elorza en EL PAÍS, las taras que arrastraba la nueva república cubana tenían diferentes causas: “No fue el ejemplo yanqui lo que provocó en la isla una corrupción rampante en los procesos electorales y en la gestión administrativa, sino la continuidad con el pasado español”. Esto permitió a EE UU mostrar su faceta imperialista ‘benevolente’ cuando el general Brooke, durante la primera ocupación, puso orden en los caóticos servicios públicos heredados de la colonia, o en 1920 cuando, por fin, se logró la primera sucesión presidencial pacífica en la persona de Alfredo Zayas, vigilado muy de cerca por el general Enoch Crowder para cumplir las leyes electorales. 

Y luego estaba el azúcar. Su sistema de explotación, favorecido por los capitalistas de EE UU, nuevos dueños de enormes propiedades compradas a precio de saldo en la primera ocupación militar, influía directamente en la política quitando y poniendo presidentes o dictadores, generó fabulosas fortunas y mantuvo la ya secular desigualdad de la sociedad caribeña. Al margen del daño medioambiental del cultivo extensivo de la caña, con el alza de precios se vivían tiempos de bonanza, pero al contar Estados Unidos con el monopolio parcial de la demanda, la economía isleña era rehén de la actitud de los importadores al norte del Golfo de México y las bajadas de precios provocaban crisis como la de 1921 que llevó a Cuba a la quiebra. Si se daba esta situación, EE UU tenía preparada la diplomacia del dólar de William H. Taft, que suponía una inyección de capital, condicionada a la exclusión de la inversión europea, con onerosas contrapartidas que hacían más dependientes aún a las economías latinoamericanas. Un ejemplo de la fragilidad del sistema de exportación del monocultivo lo experimentó el dictador Gerardo Machado que, al poco tiempo de poner en marcha su régimen autoritario, le llovieron encima las funestas consecuencias de la Gran Depresión de 1929, que se llevó por delante la endeble economía cubana y a la misma dictadura, acosada en 1933 desde todos los frentes de la oposición política con huelgas y violencia.

En marzo de 1933, Franklin D. Roosevelt anunciaba en su discurso de toma de posesión como presidente lo que se conocería como la política del Buen Vecino, con la que quería poner límites al ejercicio del ‘derecho de intervención’ en los asuntos internos de los países latinoamericanos, y ganarse sus voluntades mediante la diplomacia. Cuba tuvo la oportunidad de poner a prueba sus palabras enseguida, pues tras la caída de Machado, un motín dirigido por el sargento Fulgencio Batista coloca a Ramón Grau San Martín como presidente, con la intención de poner en marcha una agenda reformista. Roosevelt, que presidía un Gobierno con varios ministros con intereses azucareros, se dejó convencer para que el proyecto de Grau San Martín no saliese adelante y mandó 32 navíos de guerra a rondar las costas de la isla a la vez que no reconocía formalmente al Gobierno de Cuba. Batista estaba invitado de nuevo a amotinarse, y acabó con el “Gobierno de los 100 Días”. El historiador Gordon Conell-Smith afirma en Los Estados Unidos y la América Latina (FCE) que “el proceder de EE UU no pudo considerarse propio de un buen vecino”, sino de un Gran Garrote versión soft. Pocos meses después, El Gobierno de Mendieta consiguió derogar la Enmienda Platt, aunque la potencia hegemónica se encargó de reasegurar la estructura económica y social de la isla frente a posibles cambios revolucionarios nacionalistas con nuevos acuerdos económicos, y no aceptó abandonar Guantánamo.

Soldados americanos
Marineros americanos se divierten en Sloppy Joe’s en La Habana (1934) / Betmann/Corbis

Desde 1940 a 1952, Cuba atraviesa un período de relativa estabilidad y sucesiones pacíficas de gobierno que funcionaron con una nueva Constitución. Fue lo más parecido a una democracia que se haya conocido en la isla, con una separación de poderes bastante efectiva y una opinión pública plural, como muestra la medida que tomó Batista, primer presidente del periodo, de legalizar al partido comunista. Pero el caudillismo no había abandonado a Cuba. En marzo de 1952, Batista, de nuevo candidato a la presidencia, no espera a que se celebren las elecciones y da un golpe de Estado que termina con la democracia. La represión política y las torturas, así como la corrupción organizada desde la cúpula del Estado con la colaboración de la mafia americana de Meyer Lanski y Lucky Luciano -que controló los negocios de los casinos, las apuestas y hoteles de la isla, e intentó extender sus tentáculos hasta en el sector farmacéutico- fueron rasgos identitarios del régimen batistiano. Aunque no todo era negativo, pues la economía de este momento muestra que Cuba ha evolucionado, y ya no es la neocolonia de 1903. En los años finales de la dictadura, el país se aleja un poco de la monoproducción de azúcar, la inversión norteamericana se reorienta más hacia los servicios públicos, y el comercio exterior cubano encuentra nuevos mercados, como la URSS. El resultado de todo ello se reflejó en los indicadores económicos de 1958, que colocaban a Cuba en la tercera posición de Latinoamérica en crecimiento.

Batista trajo con su dictadura el renacer de la violencia política y casi desde el principio se preparan movimientos armados que invocan la restauración de la democracia y la Constitución de 1940. El 26 de julio de 1953, 120 jóvenes uniformados de sargento del Ejército cubano, la mayoría de ellos cercanos al Partido Ortodoxo de Eduardo Chibás y dirigidos por un novato abogado llamado Fidel Castro, intentan hacerse con las armas del Cuartel Moncada en Santiago con el fin de poner en marcha una insurrección general en Cuba. Todo termina en fracaso y Castro es condenado a 15 años de prisión y posteriormente amnistiado, pero esos jóvenes revolucionarios no saben que han protagonizado uno de los mitos de la revolución futura, que acabará obligando al dictador a poner pies en polvorosa la nochevieja de 1958. Batista se exilia y terminará sus días en una urbanización de Marbella, acogido hospitalariamente en la Madre Patria por su colega, el otro dictador Franco.

Si Obama y Raúl Castro logran descongelar el conflicto y recuperar la relación entre Cuba y EE UU, el último vestigio de la Guerra Fría en el hemisferio americano habrá desaparecido. Solo quedará el llamado “parque temático del estalinismo” de Corea del Norte, aunque algunos analistas ven una amenaza inesperada con ecos del pasado en la política exterior rusa de Vladímir Putin, que nos retrotrae a la tensión del mundo bipolar de la segunda mitad del siglo XX. Un conflicto puede cerrarse pero otro, de alcance desconocido, desafía a la diplomacia occidental.

Elisa Garrido, la libertaria que voló una fábrica nazi de bombas

La ‘Carta de deportado resistente’ da fe de su paso por los campos de concentración nazis entre enero de 1944 y junio de 1945./ Cedida por la familia

Autor: Eduardo Bayona

Fuente: Público.es 8/11/2019

«Dentro del drama de lo que ocurrió, al menos uno sabe dónde llevarle una flor. Eso es lo importante dentro de las fases del duelo, que haya un homenaje, que es lo que no ocurre con tantos desaparecidos», explica la cantante Rozalén, que este viernes participa en Magallón (Zaragoza) en la jornada de reconocimiento que ese pueblo rinde a Elisa Garrido, una militante libertaria que en 1945 logró hacer saltar por los aires la fábrica de obuses en la que los nazis la explotaban como esclava de guerra, y a Justo, el tío abuelo de la artista albaceteña, el único integrante de la «Quinta del Biberón» que no regresó a su pueblo de la Sierra del Segura y cuyos restos reposan en una fosa de Arganda del Rey. 

La historia de Elisa ha sido recuperada por Afaem (Asociación de Familiares de Enterrados en Magallón), que preside su sobrina Pilar Gimeno, y por Amical de Mathausen, uno de cuyos miembros, Juan Manuel Calvo, logró documentar, mientras investigaba las vidas del millar largo de aragoneses que pasaron por los campos de concentración nazis, que las tres Elisa Ruiz de Angulo, Ruiz de Masalle y Ruiz Garrido cuyo rastro había localizado eran en realidad una sola: La Mañica, el apodo con el que se la conocía tanto en el movimiento libertario de la Barcelona de los años 30 como en la Resistencia a los nazis en la Francia de la década siguiente, donde también utilizó el seudónimo de FranÇoise

Elisa, natural de Magallón y que se ganaba la vida como sirvienta de una familia acaudalada, se afilió a la CNT y formó parte de las columnas libertarias que en las primeras semanas de la guerra civil salieron de Barcelona con el objetivo de liberar Zaragoza de los sublevados. Casi tres años después, cruzaba el Pirineo en dirección a Francia, donde acabaría afincándose en Toulouse con su compañero, Marino Ruiz.

Resistencia, cárceles y campos de concentración

Ella relevó a Marino como correo de la Resistencia y como guía para ayudar a fugitivos a cruzar la frontera cuando fue detenido por la Gestapo, que acabó atrapándola también a ella en noviembre de 1943. Comenzaron entonces varias semanas de torturas antes de su traslado de la cárcel tolosana a otra de París, desde donde fue deportada a primeros del año siguiente al campo de concentración de Ravensbrück, cercano a Berlín y donde los alemanes solo recluían a prisioneras. 

Elisa Garrido, con varios sobrinos-nietos en una de sus visitas a España./ Cedida por la familia

En septiembre de1944, los nazis la destinaron como esclava a una fábrica de obuses adscrita al campo de Buchenwald en el Kommando Hasag, un complejo de la industria militar alemana ubicado en Leipzig donde llevaría a cabo una arriesgada acción que hizo saltar por los aires buena parte de la factoría: dejaba parte de la carga explosiva en las bombas defectuosas que debían pasar de nuevo por la fresadora para ser pulidas hasta que la propia máquina acabó haciendo de percutor y provocando una explosión en cadena. 

Antes de ser liberada en un canje de prisioneros realizado en Frankfurt en junio de 1945 pasaría de nuevo por Ravensbrück. Todavía tardaría unos meses en regresar a Francia, para lo que tuvo que pasar por Dinamarca y Suecia. 

La pareja llegó a pasar unos años en España en la década de los 50, ella como pescatera en Cortes de Navarra y él como taxista en Mallén. Sin embargo, poco después regresaban a Francia, donde ella sería galardonada con la Legión de Honor y donde el Estado le reconoció el grado de teniente de la Resistencia.

¿Una calle en París?

«Da igual dónde los hayan matado o dónde hayan sufrido», explica Pilar Gimeno, organizadora del homenaje, dedicada “a todas las Elisas y a todos los Justos de España” y en la que, además de Rozalén, intervendrán varios periodistas como los reporteros de guerra Ramón Lobo y Gervasio Sánchez o Conchi Cejudo, que mantendrán un coloquio en el cine local a las cuatro de la tarde. La jornada, que será clausurada por el consejero de Cultura del Gobierno de Aragón, Felipe Faci, comenzará a las 11.45 con una ofrenda floral en el cementerio de Magallón. 

Elisa, ‘La Mañica’ o ‘FranÇoise’, es una de tantas personas que lucharon por las libertades y contra el fascismo y que, en una situación más que frecuente y que tiene como principal exponente el olvido local de La Nueve, la compañía de republicanos que liberó el Ayuntamiento de París y capturó al comandante de los nazis en septiembre de 1944, carecen en España del reconocimiento que sí se les da en otros países europeos. 

En este caso, Afaem ha tomado la iniciativa de dirigirse al Ayuntamiento de París para solicitar que le dedique una calle dentro del proceso de feminización del callejero de la ciudad impulsado por la alcaldesa Anne Hidalgo, y que ya ha llevado a la inclusión en él de Neus Català. El estudio histórico que acompaña la petición ha sido elaborado por la periodista Pilar Barranco, miembro de la asociación y que colaboró con el consistorio parisino en los preparativos del homenaje a La Nueve este verano.

Una fosa en Arganda del Rey

«Me impactó que volara la fábrica y, la verdad, tengo muchas ganas de que me cuenten allí su historia», explica Rozalén, comprometida con la Memoria desde que conoció lo que le ocurrió a su tío-abuelo. «Siempre he tenido muy claro que mis raíces y mis ancestros son importantes para mí, y en mi familia hubo una historia de desaparecidos». 

La ‘Carta de deportado resistente’ da fe de su paso por los campos de concentración nazis entre enero de 1944 y junio de 1945./ Cedida por la familia

«Nunca supimos muy bien cómo ocurrió, eran tiempos en los que no se podía hablar», recuerda, y «yo he vivido la angustia de una abuela preguntando dónde estaba su hermano, y he visto cómo su madre y otro hermano morían sin saber dónde estaba. En mi pueblo había una placa por los caídos por la patria, pero era como si mi abuelo no hubiera existido». 

Hace unos años, con la ayuda de la ARMH, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, y de uno de sus fundadores, Emilio Silva, lograron confirmar que sus restos están en una fosa de Arganda junto con los de otro cuarto de millar de víctimas de la guerra civil. «Mi abuela está feliz porque yo puedo llevarle flores», anota.

DDHHy reparación son algo de sentido común

Rozalén lleva años realizando colaboraciones con los espacios memorialistas, tanto en España como en otros países, como Chile. “Está el mundo plagado de falta de Memoria”, dice.  

“Creo en los derechos humanos y en la reparación a las víctimas, eso es algo de sentido común”, anota. Y ese es uno de los motivos por los que le cuesta entender la situación de España: “en la transición hicieron lo que tuvieron que hacer, pero ahora deberían explicarnos la historia tal como fue. Eso es necesario para entender los odios que se están levantando”. 

En este sentido, a la cantante le preocupa “muchísimo que se estén normalizando discursos de odio, de machismo, de xenofobia. Antes daba pudor decir esas cosas, pero ahora no. No sé qué va a pasar. Aunque soy optimista, yo tengo miedo. Ojalá el miedo haga reaccionar y votar a la gente”. 

El programa de la jornada no incluye ninguna actuación de Rozalén, aunque ella llevará consigo su guitarra. “Siempre la llevo. Cantar es mi manera de hablar y de convencer. Con las canciones se consiguen más cosas que con los discursos”, señala.

El muro que separó dos mundos, al detalle

Autores: JAVIER AGUIRRE y otros.

Fuente: elmundo.es 5/11/2019

Tras la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, las potencias aliadas ocupan militarmente el país y lo dividen en cuatro zonas. El Este pasa a ser controlado por la Unión Soviética y el Oeste por Estados Unidos, Reino Unido y Francia. La capital alemana a su vez también se divide en cuatro sectores. [Si no puede ver el gráfico pulse aquí.]

Esta segmentación da lugar a que en 1949 los territorios ocupados por los Aliados formen la República Federal Alemana (RFA) y la Unión Soviética, la República Democrática Alemana (RDA). Así la antigua nación y su capital quedan divididas en dos bloques: el occidental y el oriental.

Durante los años cincuenta, la ciudad de Berlín refleja el contexto de la Guerra Fría y la tensión se plasma en la ciudad con miles de ciudadanos huyendo del lado oriental al occidental.

Para paliar estas tensiones, de manera inesperada, en la madrugada del 12 al 13 de agosto las autoridades de la República Democrática Alemana cierran, en apenas tres horas, todos los pasos fronterizos de la ciudad. Soldados armados de Berlín Oriental colocan las primeras piedras del muro y extienden alambres de espino. Acción inicial tras la que se empieza a construir el primer muro de ladrillo y hormigón.

Se pretende aislar el territorio a toda costa. Se tapian los edificios adyacentes, se colocan minas antitanque y se excavan zanjas que rodean la línea divisoria del muro de Berlín. Una ciudad cuyos monumentos emblemáticos son separados. La Puerta de Brandenburgo, por ejemplo, queda en el lado oriental y el Reichstag en el occidental. Los puestos fronterizos se concentran en interior de Berlín e incluso la Estación Frierichstrasse se considera un puesto aduanero. [Si no puede ver el gráfico pulse aquí.]

La construcción de la barrera arquitectónica no basta sin embargo para impedir las fugas y la frontera es reforzada con miles de guardias militares. Medidas extremas que desarrollan el ingenio de numerosos ciudadanos a la hora de escapar del cerco de Berlín Oriental.

Más de 5.000 personas logran huir durante los 28 años que se mantiene en pie el muro y casi la mitad, unas 2.300, lo consiguen en 1962.

Una hazaña en la que se juegan la vida de tal modo que muchos mueren en su propósito. La mayoría por disparos cuando intentan cruzar o ahogados en el río Spree a través del cual discurre la frontera. Afortunadamente el 9 de noviembre de 1989 este muro fue derribado y es un recuerdo de un mundo pasado.

70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: así hemos avanzado

Eleanor Roosevelt sosteniendo una copia en español de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. [Foto vía Wikimedia Commons]
Autora: Anna Medrano.

Fuente: Unitedexplanations.org. 2018/12/10

La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue adoptada el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, así que hoy se cumple su setenta aniversario. Por primera vez, los países acordaban los derechos y libertades que merecen una protección universal. Se trata, además, de un texto fundacional de tipo declarativo que se ha ido complementando con otros textos vinculantes.

Los derechos humanos en la historia

Pese a tratarse de la primera declaración universal de derechos humanos, merece la pena repasar algunos referentes significativos, especialmente en los siglos XVIII y XIX. La revolución americana de 1776, que apelaba a las ideas ilustradas y acabó con el nacimiento de los Estados Unidos, produjo la primera declaración de derechos. No obstante, esta estaba exenta de la universalidad. La Declaración de derechos del pueblo de Virginia reconoce que todos los hombres son libres e independientes por naturaleza y que tienen una serie de derechos inherentes. Previamente, también cabe mencionar la conocida como Bill of Rights inglesa del año 1689.

Poco después de la revolución americana tuvo lugar la Revolución Francesa. LaDeclaración de los derechos del hombre y del ciudadano fue aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente en agosto de 1789 y se nutrió de ideas ilustradas de pensadores como Locke, Voltaire o Montesquieu. Algunos contenidos destacados son los derechos a la libertad, a la propiedad o a la resistencia a la opresión, así como la libertad de opinión, de prensa y de conciencia.

Este texto no puede definirse como universal, puesto que las mujeres quedaron completamente excluidas de dichos derechos.

Es decir, aunque se proclamaba la libertad y la igualdad de derechos, paradójicamente se dejaba fuera a la mitad de la población. Aun así, las mujeres participaron en la revolución de forma activa. Incluso algunos historiadores, como Michelet, reconocieron el papel fundamental de las mujeres de París el 5 y 6 de octubre de 1789 en la marcha sobre Versalles.

Olympe De Gouges [Foto vía Wikimedia Commons]

Por este motivo, Olympe de Gouges publicó la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadanacon el objetivo principal de reivindicar la inclusión de las mujeres en los derechos políticos aprobados. De Gouges cuestionó el universalismo de la libertad y la igualdad por la exclusión de las mujeres y también reivindicó el sufragio femenino, así como el derecho a la libertad, a la propiedad o al acceso a cargos públicos. Desde el punto de vista familiar, de Gouges también mostró su rechazo a la doble moral sexual e incluyó la equiparación legal de hombres y mujeres en el matrimonio, así como de los hijos legítimos e ilegítimos.

Durante el siglo XIX aparecen otros documentos interesantes sobre derechos humanos, como la Declaración de Seneca Falls en Estados Unidos (1848) que, de igual forma que la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana, defendía la igualdad entre hombres y mujeres. Asimismo, durante este siglo, emergieron nuevas reivindicaciones relativas a los derechos y libertades. Jordi Bonet Pérez, catedrático de Derecho Internacional Público de la Universitat de Barcelona, señala dos casos concretos: la lucha por la abolición de la esclavitud y el establecimiento de un estándar mínimo de trato a los extranjeros.

En cuanto a la abolición de la esclavitud, el siglo XIX se caracterizó por un crecimiento de la concienciación social. Todavía hoy en día esta lucha está inacabada, pero la labor del movimiento abolicionista en Estados Unidos durante el siglo XIX logró hitos fundamentales. En este punto, cabe incidir nuevamente en el papel de muchas mujeres que formaron parte de organizaciones religiosas y se adhirieron al abolicionismo. Sarah y Angelina Grimké, por ejemplo, fueron de las primeras activistas abolicionistas que aplicaron la misma crítica social a la condición de la mujer. Lucrecia Mott, que fundó una de las primeras sociedades en contra de la esclavitud, también demuestra los lazos estrechos entre el abolicionismo y el feminismo.

La Guerra de Secesión americana (1861-1865) acabó con la victoria del norte y puso fin a la esclavitud en Estados Unidos. Otro momento clave en la lucha abolicionista fue la aprobación de la Convención sobre la esclavitud ya en el siglo XX, en 1926.

Monumento a Lucretia Mott Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony en el Capitolio de los Estados Unidos. [Foto vía Wikimedia Commons]

En relación con el trato a los inmigrantes, a media que avanzó el capitalismo, el comercio y las relaciones económicas internacionales, los estados asumieron el deber de otorgar un mínimo trato humano a aquellos extranjeros residentes en sus propios territorios. Aunque no hubo una sistematización de estos derechos, la práctica internacional fue centrándose en una serie de ellos, como el derecho a la vida y a la integridad física, el derecho a la propiedad privada, el acceso a la justicia o el derecho a la realización de actividades económicas.

Las transformaciones sociales del siglo XIX motivaron otras formas de pensamiento, nuevos movimientos sociales y una serie de reivindicaciones emergentes desde el punto de vista de los derechos humanos, como las demandas obreras o los derechos de las mujeres. Por otra parte, el colonialismo y sus consecuencias conllevaron el desarrollo de un conjunto de luchas que lograrían finalmente el reconocimiento del derecho a la autodeterminación, así como el rechazo de las prácticas vejatorias e inhumanas que acompañaban las actividades económicas de las colonias.

Contexto y contenido de la Declaración Universal de Derechos Humanos

Llegados al siglo XX, la Declaración Universal de los Derechos Humanos surge en un contexto posbélico. La Segunda Guerra Mundial y sus graves consecuencias estaban muy cerca. Concretamente, el auge de los fascismos en los años treinta, el horror del Holocausto o los campos de concentración obligaron a poner unas bases para la defensa de la dignidad del ser humano. Se pretendía evitar que acontecimientos como los que acababan de ocurrir se repitieran. Por esto, en 1948, y en el marco de las Naciones Unidas, se crea una ponencia formada per personalidades de distintos países: Eleanor Roosevelt (Estados Unidos), René Cassin (Francia), Xerris Malik (Líbano), Peng Chun Chang (China), Hernán Santa Cruz (Chile), Alexandre Bogomlov y Alexei Pavlov (URSS), Lord Dukeston y Geoffrey Wilson (Reino Unido), William Hodgson (Australia) y John Humphrey (Canadá).

Asamblea General ONU [Foto vía Wikimedia Commons]

Jordi Bonet Pérez, en el libro Los derechos humanos en el siglo XXI: continuidad y cambios, expone algunas tendencias en derechos humanos a partir de 1945. Se refiere, entre otros aspectos, a la internacionalización de los derechos humanos, a la consolidación del reconocimiento jurídico de los derechos sociales y económicos, a la descolonización impulsada sobre todo a partir de los años cincuenta o a la consolidación de las nuevas reivindicaciones en materia de derechos humanos.

El fin de la Segunda Guerra Mundial fue seguido por un avance tanto en los derechos humanos como en la justicia internacional. Concretamente, los juicios de Nurembergsupusieron el origen de los desarrollos internacionales en la justicia penal. Por su parte, la Declaración pretende ser, como indica su propio preámbulo:

“El ideal común que todos los pueblos y todas las naciones deben alcanzar con el fin de que todas las personas y órganos de la sociedad, teniendo esta Declaración siempre presente en el espíritu, se esfuercen en promover el respeto de estos derechos y de estas libertades mediante la enseñanza y la educación, y asegurar con medidas progresivas de orden nacional e internacional su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto por parte de los estados miembros como de los territorios de que jurídicamente dependen”.

Centrándonos en el contenido de la Declaración, los primeros artículos recogen derechos fundamentales del liberalismo. Encontramos, entre otros, el derecho a la libertad  —con la prohibición de la esclavitud—, el derecho a la igualdad —con el rechazo de cualquier tipo de discriminación—, o el derecho a la vida y a la seguridad personal, incluyendo la prohibición de la tortura y las detenciones arbitrarias. El artículo 12 habla del principio de la vida privada, es decir, el Estado solo puede intervenir en la esfera pública, pero no puede entrometerse en el ámbito privado. La Declaración también reconoce la libertad de pensamiento, de religión y de opinión. Pero uno de sus puntos más novedosos es la introducción de los derechos económicos y sociales, como el derecho a la seguridad social, al trabajo, el derecho a recibir igual salario por el mismo trabajo o el derecho al descanso y al bienestar.

Así pues, la Declaración incluye en su articulado tanto derechos de primera generación como de segunda. Se denominan derechos de primera generación aquellos centrados en el concepto de libertad y que se empezaron a desarrollar durante las revoluciones liberales del siglo XVIII. En cambio, los llamados derechos de segunda generación son los derechos económicos y sociales, mucho más focalizados en el concepto de igualdad. Mientras que los primeros se han vinculado con la burguesía, los segundos se han relacionado con el proletariado.

La Declaración Universal de Derechos Humanos debía convertirse en norma jurídica mediante un tratado internacional. Sin embargo, el amplio consenso conseguido con la aprobación de la Declaración no se repetiría años más tarde, sino que la bipolarización del mundo causada por la Guerra Fría obligó a elaborar dos pactos separados. Mientras que desde la órbita de la Unión Soviética se ponía el foco en la igualdad y, por consiguiente, en los derechos económicos y sociales, desde el bando capitalista liderado por Estados Unidos se subrayaba la libertad y, en consecuencia, los derechos civiles y políticos.

Así pues, en 1966 se aprobaron los pactos internacionales: el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC). Estos entraron en vigor transcurridos diez años, pero lo hicieron de forma asimétrica. El PIDCP establece que los estados miembros deben garantizar y asegurar los derechos enunciados. En cambio, el PIDESC obliga a tomar medidas progresivas encaminadas a la plena realización de los derechos. Por lo tanto, el PIDCP exige la efectividad, mientras que el PIDESC alude a un compromiso.

Con los años, la Declaración Universal de Derechos Humanos se ha ido completando con otros documentos básicos. Algunos de ellos se han centrado en colectivos especialmente vulnerables o discriminados, como las mujeres, la infancia o los pueblos indígenas. Respecto a las mujeres, tengamos en cuenta que la Declaración es el primer texto internacional que reconoce la igualdad entre sexos (artículo 2), superando los déficits evidentes en este punto de la Declaración de los derechos del hombre de 1789.

Además, la Declaración Universal de Derechos Humanos hace referencia a personas o seres humanos y evita el término excluyente hombre.

Sobre la protección y la igualdad de la mujer, podemos mencionar algunos textos como la Declaración sobre la eliminación de la discriminación contra la mujer, proclamada en 1967, la Declaración sobre la protección de la mujer y el niño en estados de emergencia o de conflicto armado de 1974 o la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer de 1979.

Para proteger a la infancia, en 1989 se firmó la Convención sobre los Derechos del Niñoen el seno de las Naciones Unidas. Los niños y niñas se convierten, pues, en sujetos de derechos. Por otra parte, el 13 de septiembre de 2007 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre los derechos de los pueblos indígenas.Pese a tratarse de un instrumento declarativo, la ONU lo considera relevante para la eliminación de la discriminación que sufren estas comunidades. Dicha declaraciónreconoce derechos individuales y colectivos de los indígenas y se les reconoce, principalmente, su derecho a mantener su cultura, instituciones y tradiciones, así como el derecho a sus tierras y bienes.

El futuro de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

La Declaración es un texto clave en la defensa y protección de la dignidad y de los derechos humanos. Setenta años después, sigue siendo un documento esencial, aunque es necesario ampliarlo con normativas vinculantes que defiendan aquellas personas más vulnerables y que se adapten a los actuales retos del siglo XXI. En este sentido, algunas iniciativas como la Declaración Universal de Derechos Humanos Emergentes, aprobada en el Foro Universal de las Culturas de Monterrey (2007), pretenden actualizar la Declaración incluyendo los derechos de tercera generación que engloban los derechos colectivos, el derecho a la democracia, el derecho al medio ambiente o el derecho a la paz. Este conjunto de derechos ha sido tratado por algunas resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Así pues, la Declaración es, sin duda, un punto de partida para la protección internacional de los derechos humanos. Aun así, el mundo ha cambiado respecto a 1948. Los efectos de la globalización o el poder de las empresas multinacionales y de agentes económicos requieren la dotación de nuevas normas que salvaguarden los derechos emergentesMientras que el mundo de mitad del siglo XX estaba marcado por el poder de los Estados-nación, el siglo XXI presenta un debilitamiento de los estados, a la vez que muchas relaciones transnacionales escapan del control de los gobiernos. Eleanor Roosevelt, escritora y política estadounidense que presidió la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas entre 1947 y 1951, definió la Declaración como la carta magna de la humanidad. Pero como todo texto, es imprescindible que se adapte a las circunstancias para dar respuesta y protección a las necesidades, problemáticas y retos que plantean los nuevos tiempos.

Una lluvia de caramelos sobre el Berlín bloqueado.

Berlineses observan el aterrizaje de un avión en el aeropuerto de Tempelhof, en 1948. Bundesarchiv
Berlineses observan el aterrizaje de un avión en el aeropuerto de Tempelhof, en 1948. Bundesarchiv

Autora: Carmen Valero.

Fuente: El Mundo, 12/05/2019

Los países aliados en II Guerra Mundial dieron por finalizado el suministro aéreo a Berlín Occidental. El dictador soviético Josef Stalin había perdido la primera gran batalla de la Guerra Fría.

Todo comenzó en 1948. Berlín había quedado aislado respecto a otras zonas de la República Federal y Stalin estaba dispuesto ampliar su influencia a los sectores en manos de franceses, estadounidense y británicos. Preocupado por la estrepitosa derrota sufrida por el partido comunista en las elecciones de octubre de 1946, Stalin trazó una estrategia que consistió en cerrar el suministro de provisiones para que todos los berlineses se vieran obligados a solicitar tarjetas de racionamiento en los distritos controlados por Moscú.

Calefacción y comida a cambio de adhesión a la causa. El 30 de marzo de 1948, el vicegobernador soviético anunció el corte ferroviario. El 5 de abril, un caza soviético embistió a un avión de pasajeros británicos durante su aterrizaje. Quince personas perdieron la vida. Los vuelos de carga cesaron. El 20 de junio, las potencias aliadas decidieron llevar a cabo una reformar monetaria para estabilizar la economía en la República Federal. Era más de lo que Stalin estaba dispuesto a tolerar. Ofreció relajar los controles a cambio de parar esa reforma. Los aliados rechazaron el chantaje y el dictador convirtió Berlín en lo que ya era, una isla en el océano soviético con dos millones de rehenes sin comestibles para sobrevivir mucho tiempo y sin carbón o madera para calentarse.

La ‘Operación Vittles’ comenzó el 26 de junio de 1948. La descabellada pero decisiva idea de abastecer a la ciudad por aire que planteó el oficial británico Rex. N. Waite se hacía realidad.

El gobernador militar estadounidense Lucius D. Clay consideró inviable la propuesta de Waite, pero la situación era extrema y el alcalde de Berlín Occidental, Ernst Reuter, apremiaba. Clay consultó con el general Willian H. Turner, el ‘padre’ del puente aéreo a los aliados chinos en su lucha contra Japón a través del Himalaya. El abastecimiento a Berlín era aún más difícil, pero Turner aseguró podía transportar lo que fuera a cualquier lugar del mundo.

Los aliados pusieron sus aviones al servicio de Turner, que estableció tres bases de carga y despegue. Unos 300 aparatos en uso permanente. Cada 90 segundos aterrizaba uno en el aeropuerto de Tempelhof, en Berlín Occidental. Esa secuencia obligaba a los pilotos a realizar una sola maniobra de aterrizaje. Si fallaban, regresaban a la base con la carga.

Un piloto estadounidense se convirtió pronto en héroe. Fue Gail Halvorsen, más conocido como ‘Uncle Wackelflüge’. El piloto movía las alas de su avión, un C-54, al iniciar el descenso en pista, para alertar a los niños de su cargamento. Halvorsen colgaba chocolates y chucherías en pequeños paracaídas que él mismo construyó, idea que los otros pilotos secundaron. Así, toneladas de chocolate y caramelos caían del cielo sobre las montañas de escombros que era Berlín. El entusiasmo por los pilotos del puente aéreo crecía, a medida que aumentaba el rechazo a los soviéticos. Ante aquella humillación, Stalin decidió unilateralmente levantar el bloqueo el 12 de mayo de 1949.

El ‘Luftbrüke’ a Berlín ha pasado a la Historia como una de las mayores y más arriesgadas operaciones humanitarias de todos los tiempos. En 322 días se realizaron 280.000 vuelos que transportaron más de dos millones de toneladas de productos de primera necesidad.

Eso arrojaba una media de 9.000 toneladas de provisiones diarias, incluido madera y carbón para las calefacciones. Miles de idas y venidas que sumaron 175 millones de kilómetros o el equivalente a 4.367 veces la vuelta al mundo.

Unos 87 pilotos -39 británicos, 31 estadounidenses y ocho alemanes- murieron prestando servicio en el puente aéreo humanitario a Berlín que, por precaución, se mantuvo hasta el mes de agosto. En total participaron 57.000 personas y entre ellos pilotos de Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. La operación costó miles de millones, monto que los alemanes occidentales asumieron, aunque en una mínima parte, a través de un impuesto para «las víctimas en situación de urgencia en Berlín», el ‘Notopfer Berlín’.

El aeropuerto de Tempelhof, construido en 1923 y remodelado posteriormente por los nazis, se cerro en 2008. Hoy, cuando se cumplen 70 años del final del ‘Luftbrücke’, ha vuelto a abrir las puertas para una fiesta con presencia ‘Rosinenbomber’ de los tipos DC3, C47, DC4 y JU 52. Hasta 40 históricos «aviones bombarderos de golosinas» sobrevolando, por última vez, el cielo de un Berlín unificado.

 

Pacto de Varsovia: Fecha, lugar, función y resumen.

 

pacto-emblema

Autor:  Luis Martin Millan

Fuente: geopolítica.es21/04/2019.

Cada año que pasa el mundo va escribiendo su propia historia, hallazgos, logros y grandes obras abundan a lo largo de ella, pero también desacuerdos y pactos que unieron a algunas naciones por un sentido común. Un ejemplo de esto es el Pacto de Varsovia, aprende sobre este acuerdo internacional del siglo pasado, y un resumen de lo que significó para las naciones, aquí.

¿Qué es el Pacto de Varsovia?

El pacto de Varsovia fue llamado de esa forma en honor a la capital de Polonia, lugar donde fue firmado el acuerdo de cooperación militar. El diseño del pacto ha sido argumentado por el liderazgo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el cual tiene como propósito contrarrestar la amenaza de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN),  y especialmente la restructuración de la República Federal Alemana, a la que los Acuerdos de París permitían reorganizar sus fuerzas armadas. Unos 36 años más tarde fue disuelto el pacto el 1 de julio de 1991, como se encentra actualmente.

Origen e historia del Pacto de Varsovia

El Pacto de Varsovia tuvo lugar para el tiempo de la segunda guerra mundial, fe un instrumento creado en la pugna entre los bloques occidental y oriental, que surgieron para el momento de la guerra. Su límite coincidía en términos globales con las líneas de demarcación pactadas en las cumbres que Roosevelt, Churchill y Stalin habían sostenido entre 1943 y 1945, con muy pocas dudas sobre el territorio alemán y austríaco que se solventaron en la partición del primero y la retirada de todas las fuerzas del segundo.

Los integrantes del Pacto de Varsovia fueron:

 La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas

La República Popular de Albania

La República Democrática Alemana

La República Popular de Bulgaria

La República Socialista de Checoslovaquia

La República Popular de Hungría

La República Popular de Polonia

La República Socialista de Rumanía

¿Cuándo se realizó el Pacto de Varsovia?

El pacto de Varsovia también se le conoce como Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua, pero más popularmente llamado así por el nombre de la ciudad en la que fue firmado; un acuerdo de cooperación militar llevado a cabo el 14 de mayo de 1955, en el cual tuvieron participación los países del Bloque del Este.

Resumen del Pacto de Varsovia

La estrategia soviética al igual que la de los Estados Unidos, constato principalmente en asegurar su zona de influencia sin que eso llevara a una guerra abierta con el contrincante, y por otro lado se tradujo en un nivel restringido de actividad militar aun dentro de los límites territoriales.

En Hungría, las disensiones internas del partido comunista local, cuyas facciones estudiantiles hacían manifestaciones por la acción militar soviética en los incidentes de Poznań en Polonia, se mezclaron con la insurrección ultranacionalista de József Dudás para dar espacio a la sublevación, que fue reprimida por las fuerzas del Pacto.

Se ha creado el concepto de que el pacto de Varsovia fue en la práctica, un instrumento de control de la Unión Soviética sobre los estados socialistas del este de Europa a fin de impedir que salieran de su égida.

Algunos países que intentaron dejar el Pacto fueron aplastados militarmente, como por ejemplo la Revolución de Hungría, cuando en octubre de 1956, el Ejército Rojo, refugiándose en las previsiones del Pacto de Varsovia, entró en Hungría y acabó con un incipiente levantamiento anticomunista en apenas dos semanas.

Las fuerzas del Pacto de Varsovia fueron usadas en contra de alguno de sus miembros, como en 1968, durante la Primavera de Praga, cuando invadieron Checoslovaquia para destruir las reformas flexibilizadoras que estaba dando frente el gobierno, catalogadas por la URSS como tendientes a destruir el socialismo.

Aunque los miembros de la OTAN y los del Pacto de Varsovia no se enfrentaron en ningún conflicto armado, mantuvieron activa por más de 35 años la Guerra Fría.

Los nuevos gobiernos del este menos partidarios al pacto de Varsovia, fueron anunciando y retirándose del acuerdo entre ellos Checoslovaquia, Bulgaria, Hungría y Polonia en 1991.

República Checa, Hungría y Polonia, antiguos miembros del Pacto, se unen a la OTAN en 1999. Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia lo hicieron en marzo de 2004. Albania y Croacia lo hicieron en abril de 2009.

Objetivos y funciones del Pacto de Varsovia

Los países miembros al pacto de Varsovia llegaron al acuerdo, con términos parecidos a los que usa  la Organización del Tratado del Atlántico Norte OTAN, los siguientes fundamentos en sus principales artículos:

Art. 3, la cooperación en tareas de mantenimiento de la paz, la inmediata organización en caso de ataque previsible.

Art. 4, la defensa mutua en caso de que alguno de los miembros fuera atacado.

Art. 5, el establecimiento de un Estado Mayor conjunto para coordinar los esfuerzos nacionales.

Art. 9, el Pacto no hacía referencia directa al régimen de gobierno de los miembros; declarándose abierto a “todos los Estados”, con el único requisito de la unanimidad de los restantes signatarios en su admisión.

El pacto a su vez establecía una vigencia de 20 años renovables, así como también la libertad de revocarlo para cada uno de las naciones miembro. Fue firmado en cuatro ejemplares, a saber en ruso, polaco, alemán y checo.